Siete himnos a Inanna

 


Ishtar - Ereshkigal

La sagrada sacerdotisa del cielo


Digo, “¡Salve!” a la sagrada que aparece en los cielos!
Digo “¡Salve!” a la Sagrada Sacerdotisa del Cielo!
Digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!

¡Antorcha Sagrada! ¡Llenas el cielo de luz!
¡Aclaras el dĂ­a al amanecer!

Yo digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!
¡Majestuosamente abrumadora Señora de los Dioses Anunna!
¡Llenas los cielos y la tierra de luz!

Yo digo “¡Salve!” a Inanna, PrimogĂ©nita de la Luna!

Poderosa, majestuosa, y radiante,
Brillas resplandeciente en la tarde,
Aclaras el dĂ­a al amanecer,
Te yergues en los cielos como el sol y la luna,
Se conocen tus portentos tanto arriba como abajo,
Por la grandeza de la sacerdotisa sagrada del cielo,
¡A ti, Inanna, yo te canto!

Poderosa tempestad atronadora


Orgullosa Reina de los Dioses Terrestres, Suprema entre los Dioses Celestes,
Poderosa Tempestad Atronadora, viertes tu lluvia sobre toda la tierra y todo el pueblo.
TĂş haces que el cielo truene y la tierra tiemble.
Gran Sacerdotisa, ¿quiĂ©n puede aliviar tu corazĂłn acongojado?

Resplandeces como el relámpago sobre las tierras altas; lanzas tus teas a través de la tierra.
Tu mandato ensordecedor, silbando como el Viento del Sur, desgaja las grandes montañas.
Pisoteas al desobediente como un toro salvaje; cielo y tierra tiemblan.
Sagrada Sacerdotisa, ¿quiĂ©n puede aliviar tu corazĂłn acongojado?

Tu grito aterrador que desciende de los cielos devora a sus vĂ­ctimas.
Tu mano trémula hace que el calor del medio día revolotee hacia el mar.
Tu acecho nocturno de los cielos hiela la tierra con su brisa sombrĂ­a.
Sagrada Inanna, las riveras de los rĂ­os se desbordan con las crecidas olas de tu corazĂłn…

En el séptimo día cuando la luna creciente llega a su plenitud,
Te bañas y rocías tu cara con agua bendita.
Cubres tu cuerpo con las largas vestimentas de lana de la realeza.
Te amarras el combate y la batalla a tu costado;
Los atas a un cincho y los dejas reposar.

En EridĂş recibiste los me del Dios de la SabidurĂ­a,
El Padre Enki te obsequiĂł los me en su recinto sagrado en Eridu.
Él puso la realeza y la divinidad en tus manos.

Subes los escalones de tu trono sublime.
Te sientas en Ă©l en toda tu majestad
A tu lado, Dumuzi, tu amado esposo.

Los dioses de la tierra, deseando oĂ­r su destino, vienen ante ti.
Ante ti, los dioses de cielo y tierra se arrodillan.
Las criaturas vivientes y la gente de Sumeria vienen ante ti.
Atrapas con tu mirada al pueblo de Sumeria,
Y queda preso en tu sagrado yugo.

La sagrada


El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.
Toca los dulces tambores – ala.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.

Digo “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!

Toca el tambor sagrado y los tĂ­mpanos.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.

Digo “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!

Toca el arpa sagrada y los tĂ­mpanos.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.

Digo “¡Salve!” a Inanna, ¡PrimogĂ©nita de la luna!

Los prostitutos peinan su cabello.
Decoran sus nucas con pañuelos multicolores.
Se engalanan con los mantos de los dioses sobre sus hombros.
El hombre y la mujer virtuosos marchan ante ti.
Sostienen el arpa que mitiga a su lado.
Los que siguen llevan el cincho de la espada.
Empuñan la lanza en sus manos.

El pueblo de Sumeria en procesiĂłn.

Las mujeres adornan su lado derecho con ropajes de hombre.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.

Digo, “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!

Los hombres adornan su lado izquierdo con ropajes de mujer.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.

Digo, “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!

El pueblo compite con riatas de salto y cuerdas coloridas.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante ti.

Digo, “¡Salve!” a Inanna, ¡PrimogĂ©nita de la Luna!
Los hombres jĂłvenes, quienes portan aros, cantan en tu honor.
Las doncellas y las sacerdotisas de los grandes peinados caminan en tu honor,
Portan la espada y el hacha de doble filo.
Los sacerdotes kurgarra que ascienden elevan sus espadas en tu honor.
El sacerdote, que cubre su espada con sangre, rocĂ­a sangre,
RocĂ­a sangre sobre el trono y la sala de la corte.
¡El tambor tigi, el tambor sem, y el pandero ala resuenan!

En los cielos la Sagrada aparece sola.
Mi Señora mira con dulce sorpresa desde el cielo.
Ella mira con dulce sorpresa toda la tierra
Y al pueblo de Sumeria, tan numeroso como ovejas.

La señora del atardecer


Al final del dĂ­a. La Estrella Radiante, la Gran Luz que llena el cielo,
La Señora del Atardecer aparece en los cielos.
El pueblo de todas las tierras eleva sus ojos hacia ella.
Se purifican los hombres; se lavan las mujeres.
El buey en su yugo muge en su honor.
Las ovejas remueven el polvo en su redil.
Todas las criaturas vivas de la llanura,
Las criaturas de cuatro patas del altiplano,
Los lozanos jardines y huertos los juncos verdes y los árboles,
Los peces de la profundidad y las aves de los cielos.
Mi Señora los apresura a sus lugares de descanso.

Las criaturas vivas y el pueblo numeroso de Sumeria de arrodillan ante ella.
Los elegidos por las ancianas preparan grandes platones de comida y bebida para ella.
La Señora se refresca en la tierra.
Hay una gran alegrĂ­a en Sumeria.
El joven hace el amor con su amada.

Mi Señora mira en dulce sorpresa desde el cielo.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante la sagrada Inanna.
Inanna, la Señora del Atardecer, es radiante.
Yo canto tus alabanzas, sagrada Inanna.
La Señora del Atardecer está radiante sobre el horizonte.

La señora de la mañana


¡Consejera honorable, Ornamento del Cielo, JĂşbilo de An!
Cuando el dulce sueño ha finalizado en la alcoba,
TĂş apareces como brillante luz del dĂ­a.

Cuando todas las tierras y la gente de Sumeria se reĂşnen,
Aquellos que duermen sobre los tejados y aquellos que duermen cerca de las murallas,
Cuando entonan tus alabanzas, y te traen sus inquietudes,
Tu estudias sus palabras.

Tu rindes un cruel juicio contra el malhechor;
Destruyes al perverso.
Ves con ojos amables al Ă­ntegro;
A Ă©se le das tu bendiciĂłn.

Mi Señora mira con dulce sorpresa desde el cielo.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante la sagrada Inanna.
Inanna, la Señora de la Mañana, es radiante.
Yo entono tus alabanzas, sagrada Inanna.
La Señora de la Mañana es radiante sobre el horizonte.

La señora que asciende a los cielos


Mi Señora, el Asombro de la Tierra, la Estrella Solitaria,
La Valerosa que aparece la primera en los cielos –
Toda la tierra te teme.

En los lugares puros de la llanura,
Sobre los altos tejados de las moradas,
Sobre las plataformas de la ciudad,
Traen ofrendas en su honor:
Rimeros de fragante incienso de dulce aroma a cedro,
Ovejas selectas, ovejas gordas, ovejas de pelo largo,
Mantequilla, queso, dátiles, frutas de todo tipo.

Purifican la tierra para Mi Señora.
La celebran con cánticos.
Llenan la mesa de la tierra con las primicias.
Escancian cerveza oscura en su honor.
Escancian cerveza clara en su honor.
Cerveza oscura, cerveza de barril,
Cerveza de barril para Mi Señora.

En su honor el barril sagub y el barril lamsari producen un sonido burbujeante.
Ellos preparan el pan gug con jarabe de dátil en su honor.
Harina, harina en miel, cerveza en la aurora.
Ellos escancian vino y miel en su honor al amanecer.

Los dioses y el pueblo de Sumeria van hacia ella con comida y bebida.
Ellos alimentan a Inanna en el lugar puro y limpio.

Mi Señora mira con dulce sorpresa desde el cielo.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante la sagrada Inanna.
Inanna, la Señora de la Mañana, es radiante.
Yo entono tus alabanzas, sagrada Inanna.
La Señora de la Mañana es radiante sobre el horizonte.

El jĂşbilo de Sumeria, el Rito del Matrimonio Sagrado


El pueblo de Sumeria se reĂşne en el palacio,
La morada que guĂ­a la tierra.
El rey construye un trono para la reina del palacio.
Se sienta a su lado en el trono.
Para cuidar la vida de todas las tierras,
El primer dĂ­a exacto del mes es examinado cuidadosamente,
Y en el dĂ­a de la desapariciĂłn de la luna,
En el día del sueño de la luna,
Los me son llevados a cabo a la perfecciĂłn
Para que el Día del Nuevo Año, el día de los rituales,
Sea determinado con formalidad,
Y se erija un lugar para que Inanna duerma.

El pueblo limpia los juncos con aceite de cedro de dulce fragancia,
Arreglan los juncos para el lecho.
Extienden una sábana nupcial sobre el lecho.
Una sábana nupcial para regocijar el corazón,
Una sábana nupcial para regocijar la cintura,
Una sábana nupcial para Inanna y Dumuzi.

La reina baña su cintura sagrada,
Inanna se baña para la cintura sagrada de Dumuzi,
Se lava con jabĂłn.
RocĂ­a aceite de cedro de dulce fragancia en el suelo.

El rey va con cabeza alta hacia la cintura sagrada,
Dumuzi va con cabeza alta a la cintura sagrada de Inanna.
Se tiende junto a ella sobre el lecho.
Con ternura la acaricia, murmura palabras de amor:
“¡O mi joya sagrada! ¡O mi maravillosa Inanna!”

Luego que entra a su vulva sagrada, y causa el regocijo de la reina,
Luego que entra a su vulva sagrada, y causa el regocijo de Inanna,
Inanna lo abraza y murmura:
“O Dumuzi, tu eres mi amor verdadero.”

El rey convida al pueblo a entrar al gran salĂłn.
El pueblo trae ofrendas de comida y cuencos.
Ellos queman resina de junĂ­pero, ejecutan ritos lavatorios,
Y apilan incienso de fragancias dulces.

El rey abraza a su amada desposada,
Dumuzi abraza a Inanna.
Inanna, sentada sobre el trono real, resplandece como la luz del dĂ­a.
El arregla la abundancia, la lozanĂ­a y la plenitud ante ella.
El reĂşne al pueblo de Sumeria.

Los mĂşsicos tocan en honor de la reina:
Tocan el instrumento ruidoso que ahoga la tormenta del sur,
Tocan el dulce instrumento algar, el ornamento del palacio,
Tocan el instrumento de cuerdas que trae alegrĂ­a a todo el pueblo,
Tocan canciones en honor de Inanna que regocijan el corazĂłn.

El rey tiende la mano por comida y bebida,
Dumuzi tiende la mano por comida y bebida.
El palacio está de fiesta. El rey está gozoso.
En el lugar puro y limpio celebran a Inanna con cantos.
Ella es el ornamento de la reuniĂłn, ¡la dicha de Sumeria!

El pueblo pasa el dĂ­a en la plenitud.
El rey está ante la reunión con gran gozo.
Aclama a Inanna con las alabanzas de los dioses y del pueblo:
“¡Sacerdotisa Sagrada! Creada con los cielos y la tierra,
Inanna, Primogénita de la Luna, Señora del Atardecer!
Yo entono tus alabanzas.”

Mi Señora mira con dulce sorpresa desde el cielo.
El pueblo de Sumeria en procesiĂłn ante la sagrada Inanna.
La Señora Que Asciende a los Cielos, Inanna, es radiante.
Poderosa, majestuosa, radiante, y siempre juvenil—
A ti, Inanna, ¡yo te canto!

Referencias

  • Diane Wolkstein, Samuel Noah Kramer (1983). Inanna, Queen of Heaven and Earth: Her Stories and Hymns from Sumer. ISBN 9780060908546.

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