El famoso Conde de Saint Germain SIGUE VIVO?

 El mundo tiene jefes secretos.


V.E. Michelet, historiador (s.XVIII)


A lo largo de la historia hemos oído hablar de personajes misteriosos y fascinantes, más propios de relatos legendarios que de crónicas históricas. Algunos ejemplos los constituyen Merlín, Nostradamus, o Apolonio de Tiana. Las partes más inverosímiles de sus vidas se explican como producto de la imaginación de sus contemporáneos, o incluso como exageraciones propias de la época supersticiosa en la que vivían. Por lo tanto, las crónicas posteriores a épocas medievales gozan de más valor histórico, y se cree que son mucho más fiables, salvo algunas excepciones. Sin embargo, existió un hombre, no hace mucho, que superó todas las expectativas de la gente de su tiempo. Su nombre era solo un apodo escogido por él mismo: El Conde de Saint Germain. Y, aunque se dice que tuvo muchos otros, y muchas identidades diferentes a lo largo de su vida, está claro que su presencia en diferentes cortes europeas dio mucho que hablar a aquellos que tuvieron el privilegio de tratar con él. 


Célebre y, al mismo tiempo, celoso de su anonimato, este personaje tan inusual ha traído de cabeza a los intelectuales durante siglos, pues aunaba el misticismo propio de un ser de leyenda, y conocimientos científicos que superaban con creces a los de cualquier hombre moderno. Venerado por unos, y difamado por otros, para bien o para mal, el Conde Saint Germain se convirtió en uno de los enigmas más grandes de la historia, y en un icono del ocultismo capaz de eclipsar a personajes como Aleister Crowley, o incluso al mismísimo Nicolás Flamel. 

Sus hazañas en todos los campos resultan tan asombrosas como inquietantes—y por qué no decir también, tentadoras—.
Y, aunque su genialidad científica, su presunta inmortalidad y su pertenencia a la Orden Rosacruz, sean los elementos que más interés suscitan entre el público aficionado al esoterismo, el misterio más grande (desde mi punto de vista), fue su personalidad. Pues quizás, y a pesar de los ángulos más oscuros de su carácter, fuera una de las pocas personas íntegras que gozaron de relevancia en las altas esferas. Puede que no fuera un hombre «bueno» en el sentido más amplio de la palabra, pero fue un hombre recto y justo, y hasta podría decirse que humilde, teniendo en cuenta todas sus habilidades. Algo que no se puede decir de muchos eruditos.

Una vida entre la fantasía y la realidad

Aunque se conocen algunos datos sobre su vida, en general resultan bastante contradictorios, y hay diferencias de opinión en cuanto a sus orígenes exactos. Puesto que hablaba varios idiomas con total fluidez (y sin acento), nadie estaba demasiado seguro de su procedencia. Se dice que hablaba la friolera de once lenguas a la perfección (sin contar las lenguas muertas, de las que seguro tenía conocimiento). Unos decían que era español, otros, que era alemán, italiano o austriaco. Se cree que nació a finales del siglo XVII y que vivió a lo largo de todo el siglo XVIII. Alrededor de 90 años. Aunque si tuviéramos en cuenta los rumores, se podría establecer una pinza temporal muchísimo más amplia. Haciendo un cálculo rápido, habría que añadir al menos un cero más a la cifra mencionada anteriormente, ya que muchos estaban convencidos de que tenía unos novecientos, o incluso mil años. Eso, o que se había reencarnado en numerosas ocasiones, sin olvidar sus vidas previas.
El propio Saint Germain, decía ser hijo del príncipe Francisco Racozky (de Transilvania) y su primera esposa, Tekely (o Teleky, en otras versiones). También decía tener dos hermanos de ideas muy diferentes a las suyas, de quienes decidió desvincularse. Pero hay quien pone en duda esta afirmación, puesto que este hombre parecía querer jugar al despiste con todo el mundo, y otra teoría sugería que era fruto de las relaciones entre Ana de Neuburgo,  reina de España y viuda de Carlos II, y Juan Tomás Enríquez de Cabrera, duque de Rioseco y Almirante de Castilla, a quien apodaban «el banquero de Madrid».

Existe otra afirmación del Conde que parece corroborar esta hipótesis, y se produjo durante una de sus cenas en sociedad. Le contó a Madame de Genlis, durante su estancia en Francia, que a los siete años vagaba por un bosque con su preceptor, porque le habían puesto precio a su cabeza, que su madre le había atado su retrato a un brazo, y que esa había sido la última vez que la había visto.
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Cosme Ruggieri
 Si realmente era hijo de Ana de Neuburgo, tenía ciertos derechos sobre el trono español y posiblemente también sobre el polaco, lo que lo habría convertido en una molestia para otros individuos con aspiraciones regias y con pocos escrúpulos; algo que sin duda habría motivado una huida precipitada. 
A esta penosa fuga, la habría seguido un exilio forzoso en Florencia, lugar en el que se habría convertido en protegido de los Medicis, parientes de su madre, y habría conocido al mago Cosme Ruggieri, quien lo habría iniciado en el ocultismo y otras ciencias.
A partir de aquí, poco se puede decir con exactitud, salvo que vivió varios años en distintas cortes europeas, pero también viajó a Asia, África y Sudamérica (donde hizo fortuna, y encontró diamantes de impresionante calidad).





El hombre perfecto

El Conde de Saint Germain era un genio. Eso está fuera de toda discusión. Ni en la serie Limitless, con sus píldoras que aumentan el rendimiento cerebral, habrían soñado con semejantes dones. De hecho, hubo quien llegó a acusarlo de ser un demonio, o como mínimo de haber pactado con alguno para obtener sus impresionantes habilidades, que iban desde el plano físico al espiritual, pasando por su presunta inmortalidad. Pero el Conde era un hombre bastante devoto, y asistía a misa de forma regular, por lo que muchos de aquellos rumores fueron silenciados. 
Se han barajado numerosas posibilidades sobre su naturaleza, a cada cual más fantástica: ¿Vampiro? ¿Atlante? No obstante, ninguna de estas acusaciones parecía afectarle, y en general, se las tomaba con humor.
Otros no han sido tan benevolentes, y han llegado a considerarlo uno de los mayores sinvergüenzas de la historia; algo que, por otra parte, me parece terriblemente injusto.
Entre las asombrosas capacidades atribuidas a este hombre, se podrían citar las siguientes:
Las más ortodoxas están relacionadas con sus conocimientos musicales y artísticos. En concreto, la música parece haber sido su gran pasión durante mucho tiempo. No solo llegó al más alto nivel en este sentido, sino que admitió haber «agotado» todo cuanto se sabía sobre el tema. Cantaba, componía y tocaba varios instrumentos (de hecho, era ambidiestro, y seguramente tenía oído absoluto). En cuanto a la pintura, sus cuadros podrían haber competido con los de cualquier artista reconocido, y era capaz de hacer críticas constructivas dignas de elogio, e identificar obras con un acierto que dejaba alucinados a los entendidos en la materia.

La Historia y la política también formaban parte de sus intereses, y muchos llegaron a creer, por todo lo que sabía, que había vivido en épocas pretéritas y había conocido personalmente a muchos personajes ilustres fallecidos hacía siglos. 
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Ejemplo de vestido de la época
(Las telas y los colores serían mucho más llamativos)
Si nos trasladamos al terreno de las ciencias puras, parece que se dedicó principalmente a la química (que en aquel tiempo todavía se consideraba alquimia, pero el nivel del Conde de Saint Germain era tan elevado que parecía adelantado a su tiempo) y también realizó ciertas incursiones en el campo de la medicina. Sus contribuciones a la industria de los colorantes fueron muy grandes, y ofreció sus servicios de forma desinteresada, llegando a renunciar a buena parte de los beneficios en favor del rey de Francia. También consiguió eliminar las impurezas de los diamantes, algo que lo llevó, inevitablemente, a codearse con los miembros de la élite política y social del país. En concreto con el propio Luis XV, y sobre todo, con su favorita, Madame de Pompadour, que además sentía predilección por los personajes misteriosos. 
A estas habilidades más corrientes, habría que añadir otras menos ortodoxas, relacionadas con el plano del ocultismo y la magia: bilocación, hipnotismo, viajes astrales, videncia, e incluso, telepatía. También afirmaba poder contactar con distintas entidades a través de espejos catóptricos (tal y como hacia Jhon Dee) y se cree que dominaba los principios de la nigromancia, de las invocaciones y de la materialización de los espíritus. Algunos, incluso dicen que tenía habilidades proféticas. Lo que parece bastante claro es que Saint Germain conocía las técnicas espirituales de los lamas tibetanos, y que tenía un conocimiento muy amplio de religiones antiguas, debido a sus múltiples viajes. Sobre todo de los Misterios Egipcios.
La inmortalidad es, quizás, la más extraña de todas las capacidades que se le atribuyen. Se cuanta que bebía un elixir que le permitía ralentizar el envejecimiento, y casi todos lo describen (da igual la época en la que lo conocieron) como un hombre de unos 40 o 45 años, sin arrugas en la cara, de porte distinguido, y trato agradable. Un hombre atractivo, elegante, y que gracias a su forma de vestir (con ropajes oscuros, aunque de buena calidad y adornados con diamantes increíblemente caros), resultaba muy discreto. También tenía don de gentes, algo  de lo que la mayoría de los eruditos no puede jactarse, porque casi todos carecen de habilidades sociales.

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Espejo de Jhon Dee,
Museo Británico
Apenas comía durante las reuniones, bebía muy poco, y no parecía tener interés en el trato carnal (ni con mujeres ni con hombres), algo que tratándose de alguien de su coeficiente intelectual, tampoco resulta sorprendente. Por lo visto, tuvo solo un par de relaciones, y no está claro que realmente pasaran del plano platónico. Él, al menos, afirmaba no haber catado mujer (algo que también parece ser un requisito de muchas prácticas espirituales y mágicas), y me atrevería a decir que no lo tuvo nada fácil para mantenerse célibe o casto. Con tales virtudes, está claro que muchas de las damas que tuvieron el placer de tratar con él, se le habrían tirado en plancha sin dudarlo. De hecho, una joven llamada Stéphanie du Crest, de trece años, parecía estar locamente enamorada de él. Saint Germain trataba con cariño y decoro a su joven admiradora, y le hacía regalos de vez en cuando, aunque todo parece indicar que él pensaba que era solo una chiquilla, y aunque encontraba divertidas sus muestras de interés, seguramente la cosa no fue a mayores (y a fe que ella intentó convencerle de todas las formas posibles). Como compensación, le ofreció la posibilidad de tomar un poco de elixir cuando fuera mayor de edad, y así prolongar su juventud durante otra década (y lo mejor de esto es que muchos confirmaron este hecho).

El Elixir de la vida eterna y la Orden Rosacruz

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Emblema de la
Orden Rosacruz
Este elixir es el elemento más fantástico de esta historia, pero no deja de ser algo…factible. Al menos, ya existían ciertos antecedentes sobre esta sustancia, que parece ser monopolio exclusivo de la Orden Rosacruz (orden secreta de tipo religioso y místico fundada por Cristian Rosacruz, que se dio a conocer públicamente en torno al siglo XVII). No obstante, no puede descartarse que haya llegado también a manos de la competencia, pues no son pocas las órdenes secretas que se disputan el control de los asuntos políticos, económicos y sociales. Se cree que Nicolás Flamel y su mujer consiguieron averiguar la fórmula para reproducirlo, y como podéis consultar en este enlace, sus cuerpos nunca fueron encontrados. 

En cuanto al funcionamiento del Elixir, parece ser que ralentizaba el metabolismo, de forma que se envejecía mucho más despacio debido a un consumo mínimo de energía (razón por la que posiblemente tampoco se podía comer ni beber demasiado, o hacer mucho ejercicio físico) y que si se administraba más cantidad, permitía rejuvenecer de forma controlada. En cualquier caso, no se trataba de la inmortalidad en sí misma, al menos no en sentido estricto, lo que permitía a quienes lo tomaban no llamar la atención en exceso. Dicho Elixir también pudo haber sido utilizado como moneda de cambio, o como una forma de controlar a algunos personajes importantes de la época, a quienes, convenientemente, cederían ciertas dosis a cambio de favores, dinero, etc. lo que habría permitido a la Orden Rosacruz mantener el control de cualquiera que estuviera interesado en dicho producto y, por ende, convertirse en un gobierno en la sombra. Sí, en ese sentido se los podría comparar con los Illuminati.

Puesto que los miembros de estas sectas u órdenes secretas suelen estar en posesión de tecnología y conocimientos que le están vetados al común de los mortales, tampoco se trata de una idea tan descabellada.
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Conde Cagliostro
Alguien que también presumió de mantener una relación estrecha con el Conde de Saint Germain, fue el Conde Cagliostro. Pero me atrevería a decir que, en realidad, nunca llegó a disfrutar de su amistad, al contrario de lo que afirman ciertas fuentes. El Conde Cagliostro no era más que un timador originario de Palermo, y entre sus actividades delictivas (a parte de los escándalos sexuales, el robo, o el chantaje) estaba la de vender elixires presuntamente milagrosos, lo que pudo haber intrigado inicialmente a Saint Germain, al igual que al resto de la corte francesa. Por desgracia, y aunque se las daba de hombre místico, fue desenmascarado, y años más tarde acabaría muriendo de un derrame cerebral en prisión.





De espías, imitadores e interrogatorios.

Que el Conde de Saint Germain se sirvió de distintas identidades secretas es algo bastante creíble. Sin embargo, tantas idas y venidas, y tantos asuntos secretos relacionados con la realeza, suscitaron muy pronto el interés y la envidia de sus competidores. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a aparecer imitadores, pagados por aquellos que querían apartarlo de la esfera política, y los rumores, los bulos y las mentiras sobre su persona comenzaron a circular por el reino de Francia. Si realizar algunas de las tareas encomendadas era difícil, asegurarse del éxito de dichas empresas cuando otros trataban de desacreditarlo, o de aprovecharse de él, debió de haber sido una tortura china. Pronto llegaron a su conocimiento dichas habladurías, y Saint Germain hizo gala de un autocontrol digno de admiración, pues posiblemente tenía medios más que suficientes para hacer desaparecer del mapa a los imitadores y aplastar a sus enemigos, pero parece ser que trató de poner la otra mejilla, incluso cuando una reacción negativa no solo habría sido justa, sino aconsejable.

Debía de pensar que su trabajo era demasiado importante como para centrarse en la eliminación de aquellos que entorpecían sus labores, y que aquellos que le querían bien jamás se dejarían impresionar por una sarta de patrañas. La realidad es que depositó más fe en el Rey de Francia de la que se merecía, y este carecía de la firmeza de carácter necesaria para enfrentarse a los intrigantes, que acabaron convenciéndolo de las intenciones ocultas del Conde.
Resultado de imagen de interrogatorioY, como las desgracias nunca vienen solas, Saint Germain fue arrestado e interrogado en Inglaterra, por orden del propio embajador de Francia, que decía haber recibido la orden de Luis XV. El embajador de Francia era amigo de Casanova, uno de los enemigos más acérrimos del Conde, y ya había sido contactado por este previamente, por lo que la polémica estaba servida.
En concreto, se le acusaba de haber actuado en nombre del rey falsamente, y de estar interfiriendo en los asuntos de Estado para su propia conveniencia.
Pero el Conde había localizado a otros compañeros de la Orden en Inglaterra, que también estaban bien situados, y ellos hicieron todo lo posible para ayudarle.
Tras el interrogatorio, que fue poco fructífero en general, fue liberado. Quienes lo interrogaron, dijeron que era un músico fabuloso, pero que «no parecía estar muy cuerdo».

De cualquier manera, otra teoría sugiere que, en realidad, el Duque de Choiseul quería que Saint Germain trabajara para él de forma encubierta y pudiera moverse con libertad por las cortes europeas, algo que no habría sido posible si no hubiera sido desautorizado por el rey de Francia. De esta forma, se aseguraba de que otros sí lo acogerían, primero en Inglaterra, y después en Amsterdam. Esto, que probablemente se hizo sin su conocimiento ni su permiso, pudo convencer a Saint Germain de que debía alejarse de aquel hombre y construir una nueva vida, lejos de Francia y lejos de Chausel.
Por lo tanto, no resulta sorprendente que el Conde, un poco quemado de la política, regresara en cuanto le fue posible a sus estudios sobre los colorantes, donde seguiría proporcionando beneficios, esta vez a los Holandeses.
En 1762 se marchó a Rusia, donde sus dotes artísticas le abrieron las puertas a un mundo mucho más benevolente. Y es que el Conde de Saint Germain tenía amigos poderosos en todas partes, aunque nadie sabía cómo los habían conocido.
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Pedro III 
La situación política del país, no obstante, era bastante inestable, y hay quien dice que estuvo involucrado en el triunfo de la Revolución Rusa contra Pedro III, aunque no hay demasiados datos que puedan confirmar este hecho.

Todo apunta a que se encontraba en Rusia por asuntos relacionados con la Orden, y que le habían encargado el establecimiento de otra sucursal Rosacruz en San Petersburgo.
Tras otra serie de actividades que lo llevaron a pasearse también por Italia, en 1783, Saint Germain enfermó. Su salud estaba bastante deteriorada, y los remedios que solía utilizar no parecían surtir efecto. Apenas salía de su habitación, y aunque se recuperó durante un tiempo de los ataques de reúma, volvió a recaer. Creía que tenía que «sanar su cabeza», y que el Elixir solo mejoraría sus funciones corporales, pero nada más. Su amigo, el príncipe de Hesse, lo visitó en sus últimos días, y reconoció que tenía muy mal aspecto y se encontraba al límite de sus fuerzas.
Al final, atestiguó su muerte, y afirmó que el Conde fue plenamente consciente de todo hasta el final.

Y el Conde Saint Germain se convirtió en leyenda

Tras su muerte, empezaron las conjeturas. Registraron sus efectos personales, y pronto descubrieron que no había dejado tras de sí prácticamente nada valor. Como si todas sus pertenencias, riquezas, libros de ocultismo y documentos de importancia hubieran sido trasladados con antelación suficiente a otra parte. ¿Paso previo a un nuevo traslado? ¿Quién sabe? Y, como suele ocurrir en estos casos, muchos dijeron, convenientemente, que su tumba estaba vacía. Sin duda, una despedida muy similar a la de Nicolás Flamel, y digna de un personaje tan misterioso.

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Representación de la Piedra Filosofal
Por lo tanto, y a modo de conclusión, cabe destacar que su personalidad fue, durante toda su vida, el colmo de la contradicción. Discreto y a su vez, llamativo, ascético y a la vez inmensamente rico, consejero honesto y amigo críptico. Una persona que gozó de grandes amistades y sufrió grandes traiciones, que logró increíbles triunfos y al mismo tiempo, fue golpeado por tremendas decepciones, un hombre que a pesar de estar acompañado, parecía encontrar la paz en una soledad autoimpuesta. 
No existió personaje más afortunado, y a la vez tan desafortunado sobre la faz de la Tierra, pues nunca consiguió encontrar a alguien que pudiera igualar sus dotes intelectuales, morales o espirituales, y  nadie fue capaz de ganarse su afecto y su confianza al cien por cien.
Sin embargo, y a pesar de las circunstancias, parece que sus intenciones eran nobles y solo buscaba mejorar la vida de la gente. Y yo me pregunto ¿acaso es posible reunir cualidades tan excepcionales y seguir siendo un hombre recto, justo y honorable en un mundo como este?
Supongo que la respuesta es sí, si eres el Conde de Saint Germain.

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