LAS LUCES EN COLINAS CARSON'S


 

Creo que tengo un problema aquĂ­. Y probablemente deberĂ­a haberlo visto venir desde el principio, pero simplemente no estaba prestando atenciĂłn. Nada nuevo allĂ­. Quiero decir, esta no fue la primera vez que ignorĂ© la advertencia de todos y procedĂ­ a hacer algo espectacularmente estĂşpido. Pero deberĂ­a haber escuchado a Eddy y haberme alejado de Carson's Hill.

Eddy dirigĂ­a la gasolinera en las afueras del pequeño pueblo donde habĂ­a alquilado una cabaña. Mis ambiciones como fotĂłgrafo me habĂ­an llevado al campo, donde esperaba encontrar el tipo de tema que resonara en el espectador, hablara con su alma. PensĂ© que lo encontrarĂ­a aquĂ­ en alguna parte, en las tablas desgastadas o escondido detrás de sacos de grano en la tienda de alimentos, tintineando esas botellas vacĂ­as en el callejĂłn detrás de la pequeña taberna, fingiendo ser el viento. QuerĂ­a capturar el alma de este lugar con mi cámara. Y luego quise volver a la ciudad con el tipo de fotografĂ­as que dejan boquiabierta a la gente, ¿sabes? Bueno, tal vez deberĂ­a haberme quedado haciendo retratos de bodas.

DespuĂ©s de trasladar mis cosas a la cabaña reciĂ©n adquirida, caminĂ© arriba y abajo por las calles de tierra del pequeño pueblo, que tenĂ­a tres cuadras de largo y dos de ancho. El peso de la cámara alrededor de mi cuello me dio una sensaciĂłn de preparaciĂłn, una sensaciĂłn de estar listo. Pero nada llamĂł mi atenciĂłn artĂ­stica, asĂ­ que me encontrĂ© a la deriva en la estaciĂłn de servicio por una Coca-Cola. Cuando abrĂ­ la puerta mosquitera y entrĂ©, notĂ© el tipo habitual de máquina expendedora y estantes de papas fritas parados en una esquina a mi derecha. A mi izquierda estaba Eddy, un hombre alto y curtido con un mono manchado de aceite. HabĂ­a estado inclinado sobre las entrañas abiertas de un carburador Buick, frunciendo el ceño ante las diversas piezas. Pero ahora me estaba frunciendo el ceño.

"Arrestado."
"¿DiscĂşlpame?"
"Máquina de refrescos. La cosa está rota, solo toma tu dinero. ¿QuĂ© quieres?" Se quedĂł mirándome como desafiándome a responder incorrectamente.
"¿Coca?" TartamudeĂ© dĂ©bilmente. PareciĂł satisfecho con eso, y se inclinĂł para abrir un pequeño refrigerador debajo del mostrador. Limpiándose la mayor parte de la grasa de su mano con un trapo que no estaba mucho más limpio, sacĂł una Coca-Cola y me la tendiĂł. Su mirada ahora se posĂł en la cámara que colgaba de mi cuello.

"¿Eres un phodeygrapher?"
Me tomó un momento darme cuenta de que quería decir 'fotógrafo', y la forma en que ahora estaba mirando a mi cámara me hizo tremendamente reacio a responder.
"Ummm... sĂ­, un poco".
"¿QuĂ© crees que vas a encontrar para tomar fotos de AQUĂŤ?" preguntĂł, su ceño cada vez más profundo.
"Bueno, algo así como lo que sea que me hable creativamente..." Me detuve sintiéndome como un completo idiota.
"¿Con una Canon T70?" ContinuĂł mirando a la cámara por un momento. "Creo que te gustarĂ­a tener algo más como una T80 o tal vez una Nikon D100".

Me quedé mirando por un momento, y luego Eddy sonrió mientras sacaba una Coca-Cola del refrigerador,

Estábamos sonriendo por una broma mientras me preparaba para irme, pero luego algo que dije hizo que el ceño fruncido regresara a la cara erizada de Eddy.
—¿Dices que alquilaste una cabaña? ¿No esa pequeña y amarilla más allá de Harker's Road, la antigua casa de Dawson?
La casita era de hecho amarilla, aunque una buena parte de la pintura se habĂ­a descascarado hacĂ­a mucho tiempo, y el nombre Dawson todavĂ­a era visible en el costado del viejo buzĂłn oxidado. "Supongo que sĂ­."
"Ah caramba" murmurĂł Eddy.

Lo que realmente me volviĂł loco fue que Eddy no quiso explicar. Era como si su reacciĂłn se hubiera escapado antes de que pudiera contenerse, y ahora se sentĂ­a avergonzado por haber dicho algo. "Solo un montĂłn de historias de niños sobre fantasmas y demás, nada de lo que tengas que preocuparte". Y la sonrisa de Eddy estaba de vuelta, pero parecĂ­a un poco forzada. "Es un lugar pequeño y agradable, te irá bien". De camino a casa, mirĂ© hacia arriba para ver una fea nube gris de tormenta devorando lo que quedaba del dĂ­a.

Vi las luces por primera vez unas noches despuĂ©s. Mi casa de campo se encontraba a poca distancia de la pequeña ciudad, a poca distancia a pie, pero lo suficientemente lejos como para sentirse aislada. Las ventanas en la parte trasera de la casa, donde estaba instalada mi computadora, daban a los campos vacĂ­os y cubiertos de maleza detrás de la cabaña. Más allá de los campos, quizás a media milla de distancia, habĂ­a una pequeña colina con un gran árbol muerto en el centro. Cuando levantĂ© la vista de la pantalla de mi monitor, con la intenciĂłn de descansar mis ojos por un momento, notĂ© algo extraño en la oscuridad. ParecĂ­a haber una tenue luz verde flotando en la noche. Desconcertado, caminĂ© hacia la parte trasera de la casa y me quedĂ© mirando la oscuridad. SĂ­, definitivamente habĂ­a una luz flotando por ahĂ­. Mi mente racional comenzĂł a insistir en que era alguien con una linterna, pero no pude No imagine lo que cualquiera estarĂ­a haciendo con una linterna verde. Antes de que pudiera considerarlo más, la luz pareciĂł brillar extrañamente y luego desvanecerse hasta desaparecer. PermanecĂ­ de pie allĂ­ durante bastante tiempo, mirando la noche, preguntándome quĂ© habĂ­a visto. Eventualmente volvĂ­ a la computadora, pero mis sueños más tarde esa noche fueron inusualmente vĂ­vidos y desagradables.

Durante las prĂłximas semanas notĂ© las luces muchas veces. En lugar de una sola luz, ahora aparecerĂ­an tres o cuatro a la vez. FlotarĂ­an alrededor de la pequeña colina, sin alejarse nunca de allĂ­. Y, por supuesto, habĂ­a considerado lo obvio en ese momento... ¡quĂ© increĂ­bles fotografĂ­as harĂ­a esto! No me importaba si eran fantasmas o solo niños con linternas en este punto (aunque ciertamente me empezĂł a importar más tarde). Todo lo que me interesaba era recibir las vacunas. Las primeras docenas de fotos que tomĂ© desde detrás de mi cabaña capturaron imágenes vagas de las tenues luces verdes en la distancia, pero rápidamente me di cuenta de que esto no era lo que buscaba. No querĂ­a una mancha borrosa brillando en la distancia. QuerĂ­a ver de cerca quĂ© eran estas luces, querĂ­a capturar el espeluznante resplandor verde que proyectaban sobre la ladera. querĂ­a llevar al espectador a ese antiguo árbol muerto para experimentar este extraño espectáculo nocturno. Pero ahĂ­ es donde la situaciĂłn realmente comenzĂł a molestarme. Verás, cada vez que comencĂ© a cruzar ese campo cubierto de maleza, una sola vez, sucediĂł lo mismo. Las luces parecĂ­an brillar durante un rato a medida que avanzaba, y luego se desvanecĂ­an antes de que pudiera acercarme a ellas. Cada maldita vez.

Durante un tiempo tratĂ© de centrar mi atenciĂłn en lo que habĂ­a venido a buscar aquĂ­, y deambular por el pequeño pueblo me proporcionĂł una gran cantidad de temas fotográficos interesantes. Pero parecĂ­a que no podĂ­a concentrarme y capturar buenas imágenes. Nada aquĂ­ tenĂ­a un impacto visual real en comparaciĂłn con esas extrañas luces verdes, y comencĂ© a darme cuenta de cuánto me estaba molestando toda esta situaciĂłn. Además, mis frecuentes pesadillas se estaban convirtiendo Ăşltimamente en verdaderas pesadillas. Debo haber lucido un poco agotado cuando lleguĂ© a la puerta mosquitera de Eddies, porque en lugar de pasarme una Coca-Cola, sacĂł un par de botellas de cerveza del refrigerador y me indicĂł que lo siguiera a la oficina trasera.

"Has estado teniendo problemas por la noche, ¿no?" FrunciĂł el ceño a travĂ©s del escritorio desordenado.
"Bueno, hay algunos niños con luces jugando en la colina algunas noches" admitĂ­. Y comencĂ© a decirle lo desconcertado que estaba de que estos niños pudieran verme salir a travĂ©s de los campos oscuros y apagar sus luces antes de que me acercara. Pero una sonrisa irĂłnica se extendĂ­a por el rostro de Eddy mientras hablaba, y finalmente me interrumpiĂł con un resoplido.

"No hay niños. Son esas malditas luces de hadas. ¿Nadie te lo ha dicho todavĂ­a?" Eddie sonriĂł sombrĂ­amente ante mi expresiĂłn en blanco por un momento, y luego continuĂł. "Supongo que es mejor si lo escuchas de mĂ­, ya que yo mismo los he visto una o dos veces. Verás, todo el mundo por aquĂ­ sabe sobre ellos, simplemente no lo discutimos mucho. No es prudente hablar mucho sobre ellos". eso."

Eddy explicĂł cĂłmo la colina distante se llamaba 'Carson's Hill' porque ese era el nombre del hombre que colgaba del árbol antiguo en su centro. Todo habĂ­a ocurrido hacĂ­a más de cien años, por lo que rara vez alguien se ponĂ­a de acuerdo sobre los detalles. Todo lo que constaba oficialmente en los registros del condado era que Fredrick H. Carson habĂ­a sido ahorcado la noche de Halloween. La gente del lugar, sin embargo, habĂ­a oĂ­do desde la infancia que Fred Carson habĂ­a sido una persona horrible y miserable. Sus tres hijos habĂ­an muerto en circunstancias misteriosas y, finalmente, su esposa tambiĂ©n pereciĂł. La granja se cubriĂł de maleza y extraños rumores comenzaron a extenderse por el pueblo. Aunque ya no se veĂ­an luces en la granja de Carson, la gente dijo que con frecuencia se podĂ­a escuchar a Carson cantando en la noche, y su voz se derramaba por las ventanas oscuras. Y algunos afirmaron que el anciano habĂ­a invocado algo antinatural a la existencia, algo malo. Cuando los aldeanos encontraron el cuerpo de Carson colgando del enorme roble viejo, tambiĂ©n se encontraron con una segunda sorpresa desagradable. Toda su granja habĂ­a desaparecido. Ni una sola tabla quedĂł para mostrar que algo hecho por el hombre habĂ­a estado allĂ­ alguna vez. Y fuera lo que fuera lo que habĂ­a pasado esa noche de Halloween, se decĂ­a que era la causa de las luces de hadas que se veĂ­an de vez en cuando desde entonces.

Eddy terminĂł su relato con una advertencia que me helĂł la sangre. "¡Me mantendrĂ­a alejado de eso! La gente dice que son hadas que vienen a santificar el suelo, o hacer que las estaciones cambien o algo asĂ­, pero creo que es algo malvado. No es nada natural, y si yo fuera tĂş, yo simplemente mantente alejado de eso".

Sus palabras resonaron en mi mente cuando regresĂ© a la cabaña, y realmente deberĂ­a haberlo escuchado. Pero esa noche habĂ­a al menos siete luces bailando en la cima de la colina, y esta vez pude acercarme un poco más antes de que se desvanecieran. Las fotografĂ­as mostraban lo suficiente para confirmar mi impresiĂłn. Estas no eran linternas que sostenĂ­an niños. ParecĂ­a que los propios niños estaban brillando.

TodavĂ­a estaban demasiado distantes para ser vistos claramente en las fotografĂ­as, pero habĂ­a presenciado y registrado lo que parecĂ­an ser formas brillantes de niños bailando en la cima de la colina. Estaba cada vez más desesperado por verlos mejor y sentĂ­ que finalmente podrĂ­a tener la oportunidad si seguĂ­a intentándolo. Verás, las luces parecĂ­an más brillantes a medida que el otoño se hacĂ­a más profundo en el campo, y ahora solo faltaban tres noches para Halloween.

Estaba demasiado nervioso para molestarme en tallar una calabaza, algo que normalmente esperaba con ansias. Pero comprĂ© muchas barras de chocolate en el supermercado antes del anochecer. Y cuando el puñado de niños locales llamĂł a la puerta, disfrutĂ© de mi tradicional broma de abrir la puerta lo más rápido posible y gritar en voz alta "¡TE TENGO!" Cualquier pequeño monstruo lo suficientemente valiente como para seguir allĂ­ era recompensado con varias barras de chocolate, y me encontrĂ© pasándolo muy bien a medida que avanzaba la noche. Pero a medida que el pueblo se quedĂł en silencio y se hizo tarde, comencĂ© a sentirme tremendamente inquieto. Me sentĂ© mirando por la ventana trasera hacia la oscuridad de la noche de Halloween. La oscuridad siempre es diferente en Halloween, ¿lo has notado? No es algo que pueda explicar, pero siempre he sido consciente de ello. De todos modos, Me sentĂ© mirando los campos vacĂ­os, sabiendo que las luces aparecerĂ­an en cualquier momento. Y no pude evitar estar ansioso por salir corriendo a saludarlos.

SabĂ­a que Eddy podrĂ­a tener razĂłn. Las luces pueden ser algo malo, pero ¿y si fueran algo maravilloso? ¿QuĂ© pasarĂ­a si Eddy estuviera reaccionando como la mayorĂ­a de la gente, desconfiado y temeroso de cualquier cosa que no entendiera? Era tan fácil presentar lo desconocido como 'malvado' cuando en realidad podrĂ­a ser algo positivo, algo mágico y asombroso. ¿No serĂ­a extraordinario fotografiar hadas reales? AsĂ­ que, por supuesto, ya estaba decidido, y solo era cuestiĂłn de esperar a que aparecieran las luces. Cuando finalmente llegaron, habĂ­a al menos treinta de ellos.

Las altas malezas que asfixiaban el campo hacĂ­an que el progreso fuera lento y difĂ­cil, pero comencĂ© a abrirme camino hacia la oscuridad, deteniĂ©ndome de vez en cuando para fotografiar el increĂ­ble espectáculo resplandeciente que habĂ­a en Carson's Hill. A medida que me acercaba gradualmente, las formas individuales se hicieron más distintas. Los niños resplandecientes bailaban alrededor de la base del viejo árbol muerto, agitando lo que parecĂ­an ser ramas mientras hacĂ­an cabriolas. LleguĂ© hasta el centro del campo antes de que me invadiera una ola de aprensiĂłn. ¿Realmente deberĂ­a estar caminando por allĂ­? ¿No era esto quizás un poco loco? Pero tambiĂ©n lo considerĂ© la oportunidad fotográfica de mi vida, y sabĂ­a que nunca me perdonarĂ­a si me acobardaba ahora. Me volvĂ­ para mirar detrás de mĂ­ y me consolĂł lo que vi. Mi casita amarilla estaba sentada mirando desde el borde del campo, una luz cálida titilando desde la ventana de mi sala de computaciĂłn. Y más allá, el pequeño pueblo anidado en la oscuridad, las ventanas brillaban aquĂ­ y allá mientras algunas almas inquietas se quedaban hasta tarde viendo pelĂ­culas de terror. DecidĂ­ que no me llevarĂ­a mucho tiempo volver corriendo a la seguridad de la cabaña si algo malo parecĂ­a probable. Y despuĂ©s de haberme asegurado de que no estaba tan lejos de la ciudad despuĂ©s de todo, continuĂ© adelante.

Las formas brillantes no brillaban ni se desvanecĂ­an a medida que me acercaba. En todo caso, brillaban aĂşn más intensamente, sus contornos se volvĂ­an más nĂ­tidos a medida que me acercaba. Ahora estaba demasiado asombrado como para detenerme a tomar fotografĂ­as, sintiĂ©ndome seguro de que estarĂ­a lo suficientemente cerca para tomar muchas fotos antes de que pasara esta increĂ­ble noche. Y fue entonces cuando mi pie se enganchĂł en una gran roca, y caĂ­ de cara en el barro.

Me sentĂ­ aliviado de encontrarme ileso cuando me puse de pie tambaleante allĂ­ en la oscuridad. La cámara estaba cubierta de barro, pero tenĂ­a la esperanza de que aĂşn pudiera funcionar. ContinuĂ© hacia la ladera, mis ojos ahora fijos en el suelo frente a mĂ­, buscando otras piedras grandes o ramificadas, con la esperanza de evitar más percances. No volvĂ­ a mirar hacia arriba hasta que lleguĂ© al pie de Carson's Hill. Y desearĂ­a no haber mirado hacia arriba entonces.

Eran del tamaño de niños y tenĂ­an dos brazos y dos piernas cada uno. Pero más allá de eso no habĂ­a mucho parecido. Las extremidades terminaban en garras de aspecto salvaje, y sus puntas cortas y puntiagudas se movĂ­an horriblemente mientras saltaban. Cada uno tenĂ­a una serie de pequeños cuernos rechonchos pero afilados que cubrĂ­an la parte superior de su cabeza, y sus caras me recordaron a los murciĂ©lagos. Sin embargo, parecĂ­an tener más dientes que los que tendrĂ­a un murciĂ©lago. Ahora podĂ­a ver que, de hecho, estaban sosteniendo ramas mientras rodeaban el viejo árbol muerto. Pero los extremos de las ramas habĂ­an sido afilados, y las criaturas resplandecientes apuñalaban el cuerpo sin vida que colgaba de una cuerda atada a la rama de un árbol en lo alto. Creo que fue entonces cuando gritĂ©, porque fue entonces cuando todas las criaturas dejaron de bailar y se giraron para mirarme.

Mientras daba vueltas frenĂ©ticamente, alejándome de la ladera en un pánico sin sentido, creo que mi vida puede haber pasado ante mis ojos. Porque de repente pude recordar claramente una Ă©poca en la que tenĂ­a once años y reciĂ©n comenzaba a fascinarme con las historias sobrenaturales. Estaba sentado en la biblioteca de la escuela, leyendo una colecciĂłn de cuentos populares, y me encontrĂ© con algunas ilustraciones muy antiguas de hadas. Para mi gran sorpresa, me enterĂ© de que estas criaturas solo a veces eran conocidas por ser pequeñas y frágiles criaturas aladas. A menudo se decĂ­a que eran monstruosos y se rumoreaba que aparecĂ­an en una gran variedad de formas y formas. Varias de las ilustraciones me pusieron extrañamente nervioso en ese momento, como si me estuvieran mirando más directamente de lo que deberĂ­a ser capaz de hacer un dibujo. AsĂ­ que sĂ­, no es como si no me hubieran advertido.

Las malas hierbas altas que habĂ­an frenado mi progreso ahora parecĂ­an querer evitar mi escape mientras me sumergĂ­a en la oscuridad. MirĂ© hacia atrás para ver las formas brillantes sumergirse en el campo, corriendo para atraparme. Cualquier duda sobre sus intenciones quedĂł resuelta por el horrible parloteo que hacĂ­an mientras se abrĂ­an paso entre la maleza. MirĂ© hacia adelante para ver mi pequeña y acogedora cabaña esperándome en la distancia, y más allá, el pequeño pueblo adormecido todavĂ­a centelleaba en la noche. Pero cuando me lancĂ© hacia adelante, queriendo solo estar adentro, queriendo solo estar a salvo, notĂ© algo peculiar. Mi casita amarilla y mi coche parecĂ­an brillar extrañamente a la luz de la luna.

Mientras continuaba trepando locamente por el campo, la cabaña continuĂł brillando, y luego tanto ella como el automĂłvil comenzaron a desvanecerse. Cuando salĂ­ del campo, no habĂ­a nada más que un espacio vacĂ­o donde habĂ­a estado la casa. Estaba tan aterrorizado que simplemente seguĂ­ corriendo, dirigiĂ©ndome al pequeño pueblo a una corta distancia. Pero eso tambiĂ©n comenzĂł a brillar y desvanecerse, hasta que no quedĂł nada excepto la gasolinera de Eddy en la esquina. Me pareciĂł ver la silueta de Eddy en la ventana de la oficina por un momento, como si estuviera mirando hacia la oscuridad, y luego la estaciĂłn de servicio siguiĂł al resto de la ciudad, desapareciendo resplandecientemente en la nada.

DejĂ© de correr y me quedĂ© allĂ­. La cámara colgada contra mi pecho se sentĂ­a como un amigo sarcástico, riĂ©ndose de mĂ­ por mi inutilidad. "Bueno, amigo", parecĂ­a decir, "¿no somos la pareja inteligente? Realmente los vamos a matar en la ciudad, ¿no?" Y luego el horrible parloteo llegĂł a mis oĂ­dos de nuevo, y me di la vuelta para ver la multitud enojada de pequeños monstruos brillantes saliendo de la maleza, corriendo a travĂ©s del espacio abierto donde deberĂ­a haber estado mi cabaña. Y no sĂ© a dĂłnde correr ahora, no sĂ© lo que voy a hacer, y ah Dios, creo que tengo un problema aquĂ­.

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