Cuando Milton muriĂł, casi vendĂ todo este lugar por una miseria. DespuĂ©s de todo, ¿quĂ© necesitarĂa una anciana como yo con toda esta habitaciĂłn? Pero siempre ha habido algo en este lugar que… oh, no lo sĂ©. Simplemente no se sentĂa bien irse. Por supuesto, las cosas se han deteriorado un poco. El manitas se cayĂł del tercer piso mientras arreglaba unas tejas sueltas, y todavĂa no he encontrado a nadie que reemplace al pobre hombre. Dios sabe que el exterior necesita pintura fresca. Si una gran casa victoriana no se pinta durante mucho tiempo, comienza a parecerse a esas casas embrujadas que siempre ves en las decoraciones de Halloween. Y Dios sabe que los niños del vecindario deben pensar que soy una especie de bruja, considerando lo poco que salgo. Y, por supuesto, teniendo en cuenta la casa'
Pero siempre he sido feliz aquĂ. Esta casa siempre ha tenido una especie de atmĂłsfera tranquila, y siempre sentĂ que pertenecĂa aquĂ. Desde que Milton y yo llegamos por primera vez, el lugar me ha parecido un viejo amigo, y realmente no puedo imaginar abandonarlo nunca. Ni siquiera con el vecindario tan mal como está.
Me he acostumbrado a mirar afuera y ver a esos niños en la calle vendiendo drogas casi todos los dĂas. Y esas pobres jĂłvenes, no discutiremos lo que están vendiendo. Lo más molesto, por supuesto, es escuchar un disparo ocasional, porque despuĂ©s de todo, en realidad son niños Ăşnicos. Pero siempre he estado a salvo aquĂ. Esta casa me protege.
Y he tenido mucha compañĂa en los Ăşltimos años, con todos los estudiantes yendo y viniendo. Verá, una vez que Milton se fue, comencĂ© a permitir que los estudiantes de la universidad local alquilaran el segundo piso. Hablaba con los que buscaban alojamiento, y si parecĂan lo suficientemente agradables y tranquilos, los dejaba quedarse. Incluso tuve un estudiante que querĂa desesperadamente alquilar el sĂłtano para usarlo como una especie de estudio de grabaciĂłn, pero ciertamente no podĂa dejar que nadie usara el sĂłtano. No despuĂ©s de lo que le pasĂł a Milton allá abajo. Pero generalmente tenĂa uno o dos inquilinos jĂłvenes a la vez arriba, y aunque por lo general seguĂan adelante despuĂ©s de un semestre o dos, parecĂan disfrutar su tiempo aquĂ. Ni siquiera se quejaron de las peculiaridades.
Milton y yo solĂamos reĂrnos de las 'peculiaridades', como le gustaba llamarlas. Las cosas en el segundo piso con frecuencia simplemente se desvanecĂan en el aire. Siempre artĂculos personales como cepillos para el cabello o zapatos. A veces, una almohada en la que uno se habĂa ido a dormir, al despertar, estaba completamente ausente de la habitaciĂłn. Los artĂculos más nuevos nunca se molestaban, pero las cosas viejas que uno habĂa poseĂdo durante mucho tiempo eventualmente desaparecĂan si se dejaban arriba por un perĂodo de tiempo prolongado. Lo más inquietante de todo este asunto era el hecho de que el artĂculo que faltaba se encontraba invariablemente varios dĂas despuĂ©s sentado en el suelo directamente debajo de la ventana de un dormitorio en particular. Me tomĂł varios años darme cuenta de lo que estaba pasando allá arriba.
Milton solĂa reĂrse de mĂ por leer historias de fantasmas, pero mi fascinaciĂłn por el tema fue parte de lo que me atrajo de esta casa en primer lugar. Siempre se sentĂa como si otros estuvieran aquĂ. Nadie malo, solo gente agradable que siempre parecĂa haber salido de la habitaciĂłn una fracciĂłn de segundo antes de que tĂş entraras. Una vez que Milton se fue, pasĂ© mucho tiempo leyendo algo de la literatura más seria sobre lo paranormal, y comencĂ© a formar una teorĂa. Nunca habĂa desaparecido nada sin que al final lo encontraran, casi como si lo hubieran tomado prestado y lo hubieran devuelto. A veces, el artĂculo contenĂa fragmentos del cuerpo del propietario, como el cabello atrapado en un cepillo viejo o debajo de la hoja de una navaja de afeitar sin filo. Otras veces, el artĂculo simplemente podrĂa haber estado tibio por haber estado en contacto con el propietario, como en el caso de las almohadas y las pantuflas. Pero siempre parecĂa haber algo esencialmente humano en lo que desaparecĂa. Y entonces un dĂa me di cuenta... asĂ es como se alimentan.
TratĂ© de explicar todo esto a los primeros estudiantes que se quedaron aquĂ, pero la forma en que me miraron dejĂł muy claro que no me estaban tomando muy en serio. Eventualmente, dejĂ© de decir nada al respecto a menos que me preguntaran. E incluso entonces nunca creyeron realmente mi explicaciĂłn cuando no pudieron encontrar sus auriculares o calcetines. En Ăşltima instancia, decidĂ que los elementos que faltaban nunca fueron muy importantes, y dado que todo finalmente volviĂł a aparecer, simplemente no vi ningĂşn daño en particular en ninguno de ellos. Las 'peculiaridades' se convirtieron en algo de lo que los estudiantes y yo nos reĂamos tomándonos el tĂ©, cuando lograba que se quedaran quietos el tiempo suficiente para beber algo. La mayorĂa de ellos se tomaban el tiempo de vez en cuando para seguirme la corriente y pasaban una hora charlando mientras tomaban el tĂ©. A todos ellos parecĂa gustarles genuinamente, y a mĂ me gustaban. Bien,
Nunca le habrĂa alquilado esas habitaciones a Toby Wendrow por nada del mundo, pero su hermana Sylvia habĂa sido mi arrendataria anterior y me habĂa explicado lo desesperadamente que necesitaba un lugar donde quedarse. Ella explicĂł que en realidad no era su culpa que Ă©l viviera en su auto, y como ella se mudaba a casa para cuidar a su madre enferma, simplemente no tuve el corazĂłn para decirle 'no'. AsĂ que Toby se convirtiĂł en mi problema en lugar de en el de ella.
Rara vez hablaba si podĂa evitarlo, y nunca hacĂa contacto visual. Sus camisetas gastadas y manchadas siempre olĂan a algo parecido a la gasolina, y su sonrisa, en las raras ocasiones en que la mostraba, siempre me recordaba a un reptil. Me sentĂ aliviado de que hubiera una entrada lateral a las habitaciones de arriba para no tener que encontrarme con Ă©l con más frecuencia de la absolutamente necesaria. Mirando hacia atrás, supongo que la Ăşnica razĂłn por la que le permitĂ quedarse fue porque era un artista.
Por supuesto, las 'peculiaridades' continuaron y, a decir verdad, comencĂ© a encontrarlas bastante divertidas. SĂ© que suena un poco cruel, pero Toby no me querĂa más de lo que yo le gustaba a Ă©l. AsĂ que no pude evitar sonreĂr por la forma en que gritaba y gritaba durante horas por la desapariciĂłn de incluso la cosa más pequeña. GritarĂa hasta que se pusiera azul por la falta de un peine de bolsillo o un encendedor de cigarrillos, pero la idea de discutir lo sobrenatural con Ă©l era simplemente demasiado absurda para siquiera considerarla. Y era bueno saber que los fantasmas estaban bien alimentados con sus tontas baratijas.
DeberĂa haber prestado más atenciĂłn cuando sus amigos vinieron a ayudarme a mover las cosas ese Ăşltimo fin de semana. Pero me distrajo la colcha que estaba tejiendo para un pariente, y sĂłlo me di cuenta vagamente de los muebles que bajaban por las escaleras laterales. Unos dĂas antes, Toby habĂa preguntado sobre el uso del cobertizo de herramientas para almacenar algunas cosas, y yo habĂa accedido sin realmente escuchar. Pero ahora, cuando mirĂ© hacia afuera, pude ver a sus amigos ayudándolo a mover su pequeño refrigerador al cobertizo, donde ya se habĂan apilado su sofá y gran parte de sus otros muebles. Cuando me encontrĂ© con Ă©l al pie de las escaleras, parecĂa estar drogado con algo bastante fuerte, y estaba tartamudeando semicoherentemente sobre su Ăşltimo esfuerzo artĂstico minimalista y cĂłmo inspirarĂa algĂşn tipo de conciencia expandida o algo por el estilo. PensĂ© que serĂa bueno tener al tonto arriba meditando para variar o tocando su mĂşsica fuerte y desagradable, asĂ que solo asentĂ y volvĂ a lo que estaba haciendo. Los amigos de Toby finalmente se quedaron dormidos y Ă©l volviĂł a subir las escaleras en silencio para comenzar cualquier tonterĂa tonta de la nueva era que estaba llamando 'arte' esta semana. Una puesta de sol dorada vertĂa una brillante luz anaranjada por toda la casa y la noche envolvĂa suavemente el vecindario. Todo estaba tranquilo y en paz. Y entonces empezaron los gritos. y la noche envolviĂł suavemente el vecindario. Todo estaba tranquilo y en paz. Y entonces empezaron los gritos. y la noche envolviĂł suavemente el vecindario. Todo estaba tranquilo y en paz. Y entonces empezaron los gritos.
Era exactamente medianoche cuando el primer grito terrible partiĂł el aire y me hizo salir volando de mi sueño sin sueños. Me sentĂ© erguido, mirando alrededor del dormitorio a oscuras. El aire pareciĂł vibrar con los Ăşltimos ecos temblorosos de ese horrible sonido, pero todo estaba en silencio, como solo puede estarlo la noche más profunda, e instantáneamente comencĂ© a preguntarme si no habĂa sido más que mi imaginaciĂłn. El segundo grito, cuando se hizo añicos contra la quietud como un cristal roto, solo me dejĂł dudando si la fuente podrĂa ser remotamente humana. Era el tipo de bramido desesperado que uno podrĂa esperar de un animal grande si fuera desgarrado lenta pero inexorablemente en varios pedazos más pequeños.
SubĂ las escaleras a tientas tan rápido como mis piernas envejecidas me lo permitieron, pero tuve que hacer varias pausas para recuperar el aliento. Sostuve frente a mĂ la pequeña daga que guardo en mi mesita de noche, pero me ofreciĂł poco consuelo. Cuando lleguĂ© al pasillo de arriba, los gritos irregulares se silenciaron tan repentinamente como si se hubiera accionado un interruptor. El frĂo gĂ©lido todavĂa me bajaba por la columna mientras permanecĂa de pie mirando el pasillo iluminado por la luna. Todas las puertas se habĂan abierto de par en par, y las habitaciones parecĂan vacĂas cuando avancĂ© con cautela.
Las explicaciones murmuradas de Toby resonaron en la parte posterior de mi memoria mientras contemplaba los espacios vacĂos. Algo acerca de no querer nada de comida o electricidad, no tener cosas fĂsicas que estorben sus percepciones, no tener nada más que vacĂo en el que tratar de percibir algĂşn tipo alternativo de existencia. Él y sus amigos habĂan quitado todo lo que podĂan de todo el piso. Las ventanas sin cortinas arrojan la frĂa luz de la luna sobre las tablas del suelo. No habĂa muebles de ningĂşn tipo, y no quedaba nada que mostrara que algĂşn ser humano habĂa habitado alguna vez en alguna de las habitaciones. La noche que se acercaba habĂa encontrado el piso superior completamente desprovisto de nada o de alguien, excepto del propio Toby, y ahora Ă©l tambiĂ©n se habĂa ido.
No querĂa admitirme a mĂ mismo lo que en el fondo sabĂa que era verdad. No habĂan podido encontrar nada para pedir prestado. Pero aĂşn necesitaban alimentarse.
Lo que apareciĂł unos dĂas despuĂ©s debajo de la ventana del dormitorio de arriba... bueno, preferirĂa no tratar de describirlo. Ciertamente ya no era realmente Toby. Inmediatamente llamĂ© a la policĂa y lo sacaron de la casa. Los reporteros fueron una pesadilla, pero finalmente pasaron a otros eventos una vez que todos escucharon todo lo que habĂa que escuchar sobre el 'Misterio de Toby Wendrow'. Nunca me consideraron sospechoso ni nada, ya que era obvio que alguien tan viejo y frágil como yo nunca podrĂa haber causado tan indecibles… alteraciones.
Mi mayor preocupaciĂłn Ăşltimamente es que no tengo inquilinos. Con la casa recibiendo una atenciĂłn tan espectacular, se ha convertido en una especie de leyenda local y ninguno de los universitarios se acercará. Incluso los matones de la calle parecen haberse alejado. Trato de subir las escaleras tan a menudo como mis piernas me lo permiten, y dejo cosas. A veces una prenda, otras veces una pieza de joyerĂa favorita o una pequeña chucherĂa de algĂşn tipo. Luego recojo todos los artĂculos que me han devuelto de mi Ăşltima visita y lentamente bajo las escaleras. Ăšltimamente se está haciendo más difĂcil subir esas escaleras, y me pregunto cuántas temporadas más me quedan.
Lo que más me molesta es preguntarme quĂ© sucederá una vez que exhale mi Ăşltimo aliento en esta casa solitaria y vacĂa. ¿QuĂ© comerán entonces? ¿QuĂ© voy a comer?
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