TEXTO COMPLETO DEL
EVANGELIO DE JUDAS
ISCARIOTE
(SegĂşn
una versiĂłn procedente de la traducciĂłn realizada por National Geographic)
El evangelio
de Judas (que
se hará publico
el 06 de
Abril/ 2006)
Estando
JesĂşs reunido con sus DiscĂpulos, le preguntĂł Santiago: "Maestro,
¿quĂ© debemos hacer para comprender mejor su Mensaje".
El Maestro dijo:
"Alrededor
del Sol, hay muchos Planetas y cada uno de ellos ocupa su lugar y su distancia
entre ellos y el Sol y entre los demás Planetas; asà vosotros deberéis ocupar
vuestro lugar y distancia alrededor del Sol, procurando no estar ni demasiado
cerca, ni demasiado lejos. Y entre Ustedes, mis discĂpulos, esto debe ser en
equilibrio, permitiendo asĂ, como los Planetas, que cada uno reciba Ăşnicamente
lo que necesite para su propia sobre vivencia; habiendo concordancia en
"la Luz que viene del Sol y Luz que viene del Padre".
En
este momento interrumpe Judas y le dice: "Maestro,
sabemos que Usted es el Enviado del Padre, pero a nosotros ¿QuiĂ©n
nos ha enviado?".
Contesta el
Maestro:
"Mi Padre me
ha enviado a Mà para enseñar a vosotros; mi Padre los ha enviado para que me
escuchen".
La
Parábola de quien da y de quien recibe, es semejante a una semilla que cae en
la tierra, nace, crece y fructifica y su fruto le es dado a quien sembrĂł la
semilla; asà como Yo hago de mi Padre, vosotros también deberéis hacer "la
Voluntad de mi Padre, porque con vosotros somos UNO".
Dice
Judas: "Entendido, Maestro, pero,... si yo
hago lo que Usted me enseña, ¿ya lo es todo?".
Responde el
Maestro:
"Lo
que Yo te enseño es para que tú lo vivas y asà puedas llegar como Yo he
llegado, a hacer "la Voluntad de mi Padre".
Judas, mostrando un poco de impaciencia,
vuelve y replica: "Yo estoy haciendo lo
que Usted me enseña, ¿indica esto que ya soy UNO con
Usted?".
Contesta
el Maestro:
"Nosotros somos UNO, como mi Padre es UNO conmigo, pero tĂş no
puedes todavĂa hacer lo que Yo hago... Porque el Sol alumbra a todos sus
Planetas, pero los Planetas, ni aĂşn todos reunidos, podrĂan dar ni una dĂ©cima
parte de Luz hacia el Sol; por eso es necesario que vosotros os convirtáis en
vuestro propio Sol, en vuestra propia Luz, y asà alumbrándose y alumbrando a
otros, le corresponderĂamos con nuestra Obra a mi Padre que me ha
enviado".
"Porque, sepan Ustedes, que las tinieblas no son más que
partes que no están integradas con "la Voluntad" de quien me envió.
Las tinieblas están en quien tiene parte con ellas, por eso hay que dar a la
Tierra lo que es de la Tierra; a las aguas lo que es de las aguas; al aire lo
que es del aire; al fuego lo que es del fuego y a lo que es de EL "AsĂ,
vosotros comprenderéis que ni siquiera estas carnes que tenemos, estos huesos
que tenemos, esta sangre que tenemos, esta mente que tenemos, nos pertenece;
sĂłlo nos pertenece, por herencia de mi Padre, la Luz que os doy con mi Palabra.
Por eso he dicho «Que la tierra y los cielos pasarán, más mi Palabra no
pasará»". "Porque la Palabra me la ha dado mi Padre para que ELLA
lleve la Luz que a vosotros os falta y puedan ser UNO conmigo, y YO seré UNO
con mi Padre".
Continuando,
el Maestro dice a sus DiscĂpulos:
"¿QuĂ©
creen Ustedes que debemos hacer para que el mundo nos comprenda?".
Cada uno de ellos emitió su criterio. Judas replicó: "Yo creo que el mundo poco a poco entenderá
cuál es nuestro propósito".
El
Maestro, dijo:
"Judas,
tĂş lo has dicho, pero dime ¿cuál es nuestro propĂłsito?".
Judas guardĂł silencio. El Maestro
volviĂł a interrogar: "Judas Iscariote, ¿cuál es nuestro propĂłsito?".
Judas, levantando la mirada, le dijo: "Señor,... pienso que nuestro propósito es enseñar a
la gente a hacer la Voluntad de quien le enviĂł".
El
Maestro, mirando las estancias que habĂan a su alrededor, dijo:
"Un rebaño de ovejas no obedecen a su dueño porque sean de
Ă©l, porque Ă©l las ha pagado con sus denarios; obedecen a su pastor porque Ă©l se
hace amigo de ellas, cuida de ellas, les da alimento y las defiende del
lobo".
"Asà vosotros deberéis tener vuestro rebaño, cuidar de él,
defenderlo de los lobos, más comprendedme, Judas, ese rebaño no os pertenece,
no lo habéis comprado, porque él pertenece a quien me envió".
"A ese rebaño debĂ©is alimentarlo. El dĂa que os propongáis
dar alimento a vuestras ovejas, no llevéis en vuestra mano el látigo, llevad
alimento, asà este rebaño entenderá que os preocupáis de alimentarlo; mas
cuando sepáis que cerca de vuestro rebaño anda el lobo, salid y llevad en
vuestra mano el látigo para espantarlo de las ovejas; y llevad espada para que
os defendáis, si fuese atacado".
Replica
Judas, y dice: "He comprendido… pero todo el mundo no está en este
rebaño".
Contesta
el Maestro, y dice:
"En una selva nacen muchos árboles de la misma especie, unos
crecen demasiado y sobresalen de los otros; otros escasamente nacen, pero entre
todos componen una selva".
"Asà vosotros deberéis comprender que hay que crecer sobre
los demás en EspĂritu sin que con esto estemos separando los de menor
crecimiento; sĂłlo hace la Voluntad de mi Padre el que ha crecido y no se deja
dar sombra de los demás".
Dice Judas: "Entendido,
pero, ¿cĂłmo sĂ© si he crecido lo necesario para ya hacer la Voluntad
de mi Padre?".
Replica
el Maestro:
"La
Luz se identifica por borrar las sombras. Las sombras se identifican opacando
la Luz".
"AsĂ
vosotros comprenderéis que la Verdad es mi Padre. Cuando la hayáis encontrado,
Ella no os dejará sombras ni en vuestras mentes, ni en vuestros corazones, por
lo tanto, comprenderéis que YO SOY LA LUZ".
"El que estĂ© conmigo y me tenga a MĂ, no andará a oscuras y
asà habrá comprendido que, en la selva, es el árbol que no recibe sombra de los
demás". "Recuerden que el viento sopla y mueve las ramas y las hojas
del árbol y sólo desprende las que estén maduras o secas; asà ese árbol queda
despejado". "Asà vosotros comprenderéis que el viento debe llevarse
de Ustedes todo lo inútil, lo que no sirve, para que seáis purificados de todas
las inmundicias que recogéis de la tierra".
Estando
el Maestro con sus DiscĂpulos parados frente al lago NAGAFEC, dijo:
"Los
peces nadan con suma perfecciĂłn, pero no pueden volar, ni tampoco
caminar".
Se
acerca Judas y le dice: "¿QuĂ© quieres decir con
esto?".
El Maestro contesta: "Hijos mĂos, el hombre es el Rey, por lo tanto, debĂ©is aprender
a caminar".
Judas
le dice: "Pero nosotros sabemos caminar".
Contesta
el Maestro:
"Vosotros
camináis porque Yo os he enseñado, porque YO SOY EL CAMINO, nadie llega al
Padre sino por MĂ".
"También
vosotros deberéis aprender a nadar como los peces".
Judas
dice: "Es muy difĂcil hacerlo".
El
Maestro vuelve y observa el lago y dice:
"El lago está tranquilo, sólo lo salpica el viento cuando
sopla; la vida es un lago que debe permanecer tranquilo; si lo salpica el
viento peligra el nadador. Por eso es que tĂş ves muy difĂcil nadar como los
peces; aunque el lago se salpique por el viento, el pez, en su interior, está
tranquilo".
En ese
momento el Maestro miraba a los aires y veĂa a las aves volar y dijo:
"¡Con quĂ© perfecciĂłn vuelan las aves!, asĂ vosotros tambiĂ©n
deberéis aprender a volar como ellas".
Judas lo interpela y dice:
"Usted nos está hablando de cosas que para nosotros son demasiado
difĂciles".
El
Maestro le dice:
"Judas,
tú aprenderás estas cosas para que cuando Yo vaya a mi Padre tú las hayas hecho
y las enseñes a quienes crean en MĂ".
"Te
digo que el hombre debe volar como las aves, porque el hombre es EspĂritu y el
reino del EspĂritu no está en la tierra".
"Todo
lo que os digo hoy, Ustedes no me entienden, porque vosotros habĂ©is creĂdo en
MĂ y estas cosas las hago Yo por Ustedes, pero cuando Yo vaya a mi Padre, mi
Padre iluminará vuestro entendimiento para que vosotros hagáis por la Humanidad
lo que Yo he hecho por vosotros, y asà se cumplirán las Escrituras y la Palabra
de «Quien estĂ© conmigo y escuche mi Palabra, tambiĂ©n estará con EL que me enviĂł
y recibirá su Luz»".
"Por lo tanto, os digo a vosotros, mis hermanos, que la
muerte cuando llega desprende el Alma de la materia y asà el Alma no piensa más
en la materia, porque para ella ya no existe; piensa en EL que la enviĂł, espera
en EL, confĂa en EL. "Por lo tanto, vosotros que habĂ©is creĂdo en MĂ y
escucháis mi Palabra, debéis despojaros de lo que no os corresponde para que en
EspĂritu os elevĂ©is al seno de mi Padre".
Replica
Judas: "De lo que tenemos aquĂ, ¿quĂ© no nos corresponde?".
Contesta
el Maestro:
"Ya os he dicho que ni vuestros huesos, ni vuestras carnes,
ni vuestros padres, ni vuestros hijos, ni lo que habéis aprendido de vuestros
antepasados os sirve, ni os corres-ponde".
"SĂłlo la Palabra que ha abierto las puertas de vuestro
EspĂritu y os ha llevado a beber de la fuente de la SabidurĂa, será la que os
conduzca por lo desconocido; lo que no conoce vuestra mente, ni vuestro yo,
porque ellos no podrán llegar donde Ustedes, como EspĂritu, han de
llegar".
Estando
el Maestro con sus DiscĂpulos en casa de Marta, les dice:
"Os
voy a enseñar a vivir como el aire, como la tierra, como las aguas y como el
fuego".
Se acerca Judas y le
dice: "Maestro, ¿no será conveniente que
estas cosas se hagan en otro lugar?".
El
Maestro le dice:
"Judas, nosotros somos
UNO SOLO, hoy hacemos estas cosas aquĂ, tĂş más tarde las harás en un lugar
secreto para que no se profanen, porque.... ¿quĂ© sacamos con darle de comer a
un cerdo en un alfaro nuevo?; ensucia la comida y ensucia el alfaro".
"Para vosotros la Palabra es alimento, por lo tanto, os digo: «Aprended de
MĂ para que enseñéis textual como os enseño»".
Se
dirigiĂł a todos y dijo:
"Vosotros veis la tierra
quieta, mas ella gira alrededor de la Vida, que es el Sol". "Nosotros
estamos aquĂ quietos como la tierra, pero espiritualmente no estamos quietos;
estamos girando alrededor de la Vida, por lo tanto, en estos momentos somos la
Tierra que da alimento a la Vida que es el EspĂritu".
Se
detuvo un momento y dijo:
"Todos nosotros, en este
momento, somos el Aire, porque nos despojamos de una materia que es tierra y
volamos por los aires con la libertad del EspĂritu....."
GuardĂł
un poco de silencio y dijo:
"Nosotros todos, en este momento, somos el Agua, porque nos
hemos convertido en la fuente eterna del EspĂritu; de ella bebemos para nutrir
el cuerpo y calmar la sed del Alma....".
GuardĂł
un poco de silencio y dijo:
"Todos nosotros, en este
momento, somos un Fuego abrasador, porque nos hemos convertido en el Fuego del
EspĂritu que a todos nos devora, nos limpia y nos purifica". "AsĂ,
queridos hermanos, nuestros cuerpos y nuestro EspĂritu se integran para
prepararnos hacia la ResurrecciĂłn".
Le
dice Judas: " Maestro, nosotros
sabemos que todo lo que Usted hace es para que nosotros también
lo hagamos, pero.... ¿cuándo lo podemos hacer?".
El
Maestro le dice:
"Todos vosotros sois UNO
conmigo y estas cosas podéis hacer, pero hoy no las hacéis porque Yo estoy con
vosotros".
"Cuando Yo vaya a mi
Padre, vuestro Padre vendrá a vosotros y seréis como Yo y haréis todas estas
cosas y muchas más".
Contesta Pedro y le dice: "Maestro, Usted resucita muertos, cura leprosos, saca
demonios de los poseĂdos, ¿por quĂ© no nos enseña a hacerlo?".
El
Maestro contesta:
"El DiscĂpulo no es más que su Maestro, pero es justo que
aprenda lo que se le enseña". "Una medicina no es más que la
enfermedad, pero, por la gracia de Dios, cura". "Vosotros erais
muertos que Yo resucitĂ©; erais leprosos que Yo sanĂ©; erais poseĂdos de demonios
que Yo os saqué; erais ciegos y Yo os puse a ver; erais sordos y Yo os di
oĂdos; andabais a oscuras y Yo os he dado la Luz".
Dice Judas: "Maestro, y ¿cĂłmo hacemos para que el mundo nos crea lo que
nosotros hemos vivido, lo que nosotros hemos visto, como
testimonio?".
Dice
el Maestro:
"Dos higueras nacen en el huerto, una de ellas no da frutos,
la otra da muchos frutos; ¿a cuál de las dos se acerca el que tiene
hambre?".
"Asà vosotros debéis
hacer, dar buenos frutos para que el que tiene hambre llegue donde vosotros a
alimentarse de vuestros frutos".
Dice Judas: "Maestro, entendido, pero tengo dudas de mĂ mismo, pienso
que el dĂa que estĂ© solo, lejos de su presencia, no lo pueda
hacer".
Contesta
el Maestro:
"Antes
de que Yo me retire, tĂş tienes que haber muerto".
Contesta
Judas, diciendo: "Pero por su Gracia yo he resucitado de entre los
muertos".
Y dice
el Maestro:
"SĂ, asĂ es, pero
necesitas morir nuevamente, y para esto es necesario que tĂş te dediques a
eliminar tus sombras; a eliminar lo que has sido; a eliminar lo que otros han
pensado
de ti y tĂş has creĂdo; a eliminar tus pensamientos que son los que
te alejan de la capacidad que ya tienes por mi Gracia".
Estando
el Maestro reunido con los DiscĂpulos, les dijo:
"¿QuiĂ©n de
vosotros me dice
lo que debemos
hacer en el
dĂa de mañana?".
Unos opinaron: "En el
dĂa de mañana estaremos en el Templo"; otros: "En el dĂa de mañana
estaremos en ayuno".
Dijo
el Maestro:
"El
Hijo del Hombre es como el Sol, al que tiene frĂo le da calor; es como las
nubes, donde hace falta lluvia, lleva el agua; es como la madre amorosa, cuando
el hijo tiene hambre, le alimenta".
"AsĂ pues, el dĂa de mañana estaremos dando de comer al
hambriento, dando de beber al sediento, dando calor a quien tiene frĂo, para
que se cumpla la Palabra: «Que todo lo que está bajo el Sol, ha sido creado por
el Señor y sĂłlo EL velará por sus criaturas e hijos»". "Por eso os
digo que si no tenéis una ofrenda para Dios, velad primero que si alguien ha
tenido hambre y no le disteis de comer; ha tenido sed y no le disteis de beber;
ha tenido frĂo y no le disteis abrigo. Esa ofrenda que llevas, aĂşn no la
presentes todavĂa, porque serĂa inĂştil dar a Dios una ofrenda que se la hemos negado
a nuestro hermano".
Replica Judas y le dice: "Maestro,
pero la Ley de Moisés nos enseña a amar a Dios sobre todas las
cosas y Usted nos manda a servir primero al hombre".
Y el
Maestro contestĂł:
"¿QuĂ© Padre justo y sensato se sentarĂa a la mesa a comer, si
sus hijos tienen hambre". "AsĂ mismo es el Padre: esto nos hace
entender la trascendencia que tiene para nosotros la Vida que llevamos, cĂłmo la
vivimos, cĂłmo nos comportamos"
SaliĂł el Maestro al campo con sus DiscĂpulos y en el camino le
salĂan muchas personas a consultarle, otros le seguĂan.
Cuando llegaron a la cima del Monte EHOS, el Maestro se detuvo y
mirĂł a la multitud y dijo a sus DiscĂpulos: "Estas gentes buscan curar sus
males". MandĂł que se sentasen y empezĂł a hablarles.....
Pasaron las horas y Pedro se le acercĂł y le dijo: "Maestro, estas gentes buscan ser curadas y ya
es tarde y son muchos".
El
Maestro guardó silencio y continuó hablándoles......
Pedro se acercĂł a Judas y le dijo: "El Maestro dijo que estas personas necesitaban ser curadas,
es tarde y son muchas".
Judas se acercĂł al Maestro y le dijo: "Maestro, se hace tarde y los enfermos son muchos".
El
Maestro le mirĂł y le dijo:
"Judas,
cuando tĂş tienes hambre, buscas pan para alimentarte; cuando tienes sed, buscas
el agua para calmar tu sed".
"AsĂ la Palabra del Hijo del Hombre es el Pan que calma el
hambre, es la fuente para calmar la sed".
Replica Judas y dice: "Maestro,
eso yo lo entiendo, pero ellos tienen enfermedades, muchas de
ellas inmundas".
Replica
el Maestro:
"Quien
come del Pan y bebe el Agua de la Vida Eterna, nunca volverá a tener hambre ni
sed y sus males desaparecerán de él, porque tiene en su interior la Gracia que
la Palabra le ha dejado...."
"Quien tiene un cultivo de trigo, primero retira las malezas,
posteriormente, le pone riego, no sea que con el riego se alimenten también las
malezas". "AsĂ el Hijo del Hombre, primero retira las malezas del
Pueblo y, posteriormente, le da a tomar de la Fuente de Vida que le curará
todos los males".
Dice Judas: "Maestro, lo
entiendo, pero se hizo tarde, es necesario regresar porque la noche
nos hace difĂcil el camino".
El
Maestro contesta:
"La
noche se ha hecho para el descanso, pero el Hijo del Hombre, en las noches,
vela por su Pueblo".
"AsĂ que vosotros, mis DiscĂpulos, estarĂ©is conmigo en vela
para que estos chiquititos puedan descansar en paz".
Dice Judas: "Maestro,
todos estamos lejos de los lugares de descanso, estamos en el campo".
El
Maestro contesta:
"Hijo mĂo,
lo Ăşnico que
necesitas para descansar
bien es estar
en Paz....".
"Porque,.... ¿quĂ© sacas con estar en el lugar de |
tu descanso, si no
tienes Paz?, aquĂ |
estamos en
Paz, por lo
tanto, lo Ăşnico |
que necesitamos es
descansar". |
Se
acerca Judas a los demás DiscĂpulos y les dice: "El Maestro ha ordenado que descansemos aquĂ
esta noche y no regresar a nuestros lugares".
Los DiscĂpulos todos opinaron
que era necesario hablar con el Maestro y regresar a los lugares de destino.
Se acercaron al Maestro y le
dijeron: "Maestro, estamos en el campo, hace frĂo y somos mucha
gente".
El
Maestro les dice:
"Hijos mĂos, si vosotros estáis conmigo, debĂ©is estar con mis
Hermanos, (señalando a la multitud)".
"A vosotros os es fácil regresar a vuestro destino, conocéis
el Camino y Yo os he enseñado a andar a oscuras, mas a estos pequeñitos,
no.".
"El frĂo que hace aquĂ, sĂłlo nos hace sentir las carnes; el
hambre que hace aquĂ, sĂłlo nos hace sentir una necesidad; pero la Palabra nos
une con el Padre". "AsĂ se cumplirá la Palabra que dice: «Quien tiene
la Palabra, nada le hace falta porque en Ella está contenido el alimento y la
medicina»".
"Hijos mĂos, cuando el
cuerpo descansa en paz, el Alma nos reconforta y en este momento, mi Alma es su
Alma".
Yendo JesĂşs con sus
DiscĂpulos hacia Cafarnaum, les dijo: "Hijos
mĂos, este camino nos llevará a un lugar muy distante de
aquĂ".
Se acerca
Pedro y le
dice: "Maestro, ¿cuál
es la finalidad
de este viaje?".
El
Maestro le contesta:
"Pedro, iremos a predicar la palabra a nuestros hermanos que,
como vosotros, anhelan conocerme y conocer a quien me enviĂł".
Se
acerca Pedro y le dice: "Maestro, ¿es que en Cafarnaum está quien le
enviĂł?".
Contesta
el Maestro y dice:
"Quien
me envió está aquà con vosotros.
EL ES LA VERDAD. Yo os digo a
vosotros, hermanos, que la VERDAD y la PALABRA son la misma cosa, pero es más
fácil conocer la Palabra que conocer la Verdad. La Palabra se oye y parte de
ella se comprende, más la Verdad no se puede oĂr, ni se puede ver porque es la
Luz que ilumina nuestro EspĂritu; en ella está la Verdad. Yo os enseño la
Palabra, más mi Padre les enseñará a conocer la Luz, porque EL ES LA
VERDAD".
Dice Judas: "Maestro, todos nosotros le acompañamos donde va a predicar y
le aprendemos sus enseñanzas, pero, ¿no serĂa mejor que las
gentes vinieran a nosotros y no nosotros ir a las gentes?".
"Las aves de rapiña y los
zorros duermen en sus cuevas y guaridas y sĂłlo salen de allĂ cuando tienen
hambre, a buscar qué comer. Asà es el hombre. Sale al campo y a las ciudades a
buscar el pan para saciar su hambre, porque scuerpo lo necesita, pero no busca
al Hijo del Hombre que le dará a comer el Pan de la SabidurĂa". "Los
hombres tienen hambre de lo que el mundo brinda, mas vosotros tenéis hambre de
lo que mi Padre os da: SabidurĂa y Amor; por lo tanto, debemos ir donde ellos a
darles de vuestro alimento; asà ellos, más adelante, vendrán a buscar el
alimento que mi Padre os da".
Dice
Judas: "Maestro, hay ciudades más cerca donde podemos ir a predicar
la Palabra".
El
Maestro le contesta:
"Judas, hijo mĂo, con un denario podĂ©is comprar cien panes;
un pan abastece a uno de vosotros, cien panes abastecen a cien de vosotros.
AsĂ, pues, debemos buscar donde se puedan abastecer más almas que necesiten de
mi Palabra, porque ellas, cada una, pondrá un denario, y cien serán cien
denarios que alimentarán la necesidad de cien más, y asĂ mi Palabra será oĂda
por cien que me escuchan y cien que no me escuchan; cumpliéndose asà la
Escritura que dice: «Dos mujeres están moliendo, una será tomada y otra será
dejada»".
Le
dice Judas; "Maestro, todo aquel que escuche su Palabra, ¿será
redimido?".
Replica
el Maestro:
"Mi Palabra es Vida, el
que la escuche y la hace, será UNO conmigo; el que la escuche y no la hace,
será como aquel que emprende un camino por el desierto y como al momento de
salir no tiene sed, no lleva agua para beber en el camino; donde le dé sed, se
sentirá morir y ni siquiera tendrá fuerzas para regresar al punto de partida;
por eso os digo, hijos mĂos, que deberĂ©is beber todos los dĂas de la fuente de
la juventud y de la sabidurĂa para que nunca, aunque andĂ©is por el desierto,
volváis a tener sed". LA PALABRA
Estando JesĂşs reunido con una
multitud, entre la cual estaban sus DiscĂpulos, EL predicaba su Mensaje y decĂa
que el Hijo del Hombre era semejante al aire que sĂłlo dejaba de activar la vida
en una persona cuando sus funciones vitales cesaban en ese organismo, que asĂ
era su MisiĂłn.
Se acercĂł Judas y le
dijo: "Maestro, sabemos que muchos de estos
nos atacan y lo atacan a Usted; nos rechazan y rechazan su
Doctrina".
El
Maestro le dijo:
"Judas, comprende que asĂ
es, pero mi reino no es de aquĂ; en cambio estas gentes son de aquĂ".
"Te digo
que no pienses asĂ para que no seas como ellos que son de aquĂ". "La
Palabra se oye por un instante y desaparece; cuando las gentes la van a
interpretar, no hay en ellos de esa palabra sino un recuerdo de lo que
escucharon". "Es posible que algunos le den la razĂłn a la Palabra,
otros le quiten la razĂłn, pero, ante mi Padre, ni los unos, ni los otros tienen
la razĂłn, porque el eco de la Palabra que han escuchado ya se ha ido y no queda
en ellos sino un recuerdo de lo que han oĂdo". "Por lo tanto, os
digo, hijos mĂos, que estĂ©is atentos, con ojo avizor para que, cuando escuchĂ©is
la Palabra que viene de MĂ, tengáis las puertas de vuestro entendimiento
abiertas y no me rechacéis como estos otros; no vaya y sea que cuando queráis
escuchar la Palabra ya me haya retirado a mi Padre y entonces vosotros, como
estos, sólo tendréis un recuerdo de lo que escuchasteis; sin embargo, mi
Palabra seguirá siendo como la fuente de aguas cristalinas en la que «Quien
bebiera, calmará su sed»".
Guarda
silencio el Maestro.
Interpela Judas y le dice:
"Maestro, si eso es asĂ, cuando Usted se retire, ¿quiĂ©n tendrá la Palabra
que viene de su Padre?".
Contesta
el Maestro:
"YO SOY LA PALABRA. El que encarne la Palabra me tiene a MĂ;
pero no olvides, Judas Iscariote, que vendrán muchos en mi nombre diciendo que
tienen la Palabra. Estos serán impostores porque la Palabra que viene de mi
Padre, sĂłlo YO la digo; asĂ pues, todo quien diga tener la Palabra y no me
tenga a MĂ, es como el que se baña con el agua que muchos se han bañado; no es
pura, está llena de impurezas, por lo tanto, no limpia, quizás ensucia
más".
"AsĂ, hermanos mĂos,
vosotros deberĂ©is cuidar la Palabra como me cuidáis a MĂ, porque en MĂ como en
la Palabra, está la SabidurĂa que viene de mi Padre".
Le dice Judas: "Maestro,
la Ley de Moisés dice No jurar en vano, ni en nombre de Dios, ni
de la tierra, ni de los cielos -, quiere decir que quien haga esto ¿ya se ha
unido a Ti?".
Le
contesta el Maestro:
"Hijos mĂos, a un
prisionero le amarran grillos en los pies y en las manos para que no pueda
hacer movimientos libres, ni andar; asà también le sucede a todo el que adentro
tenga a Satanás. Nunca podrá hacer la Voluntad de mi Padre, porque EL se lo
impide". "Si no puede hacer la Voluntad de quien me enviĂł, tampoco
podrá tener la Verdad que SOY YO y su Palabra sólo hablará de lo que tiene en
su corazĂłn".
Dice Judas: "Comprendido Maestro, si eso es asĂ nosotros lo entendemos y
lo hacemos, pero esta multitud ni lo entiende ni está dispuesta a
hacerlo, entonces ¿para quĂ© los tenemos aquĂ?".
"Dios
hizo los cielos y la tierra, El me ha enviado a MĂ. Hizo las aguas para calmar
la sed, hizo la tierra para que sobre ella anduviéramos y diera frutos para
alimentarnos; hizo el aire para respirar y vivir; hizo el sol para que nos
diera luz y calor; creó rebaños de ovejas; hizo los pájaros del campo, creó las
fieras de los bosques, las aves de rapiña; todos ellos comen del fruto de la
tierra, necesitan de la luz y del calor; toman el agua para calmar la sed;
respiran el aire para vivir".
"AsĂ es el hombre, sin embargo, entre sĂ se persiguen los
unos a los otros". "Yo vine al mundo para dar de comer al hambriento
con el pan de la SabidurĂa, para dar de beber al sediento de las aguas puras;
para mostrarle la luz y darle calor al desnudo y para que respire el hálito
porque SOY LA VIDA".
Dice Judas: "Maestro,
Usted nos habla de todas estas cosas, pero a la vez, cada dĂa, nos repite
que algĂşn dĂa se retirará de la tierra.
Pero si Usted es LA VERDAD, EL CAMINO Y LA VIDA, después de irse,
¿quĂ© VERDAD nos deja?; ¿quĂ© CAMINO nos deja si no existe?; quĂ© VIDA nos deja si
Usted se retira?".
Contesta
el Maestro y dice:
"Judas, mi corazĂłn se conmueve al escuchar tus palabras. Por
tus preguntas comprendo que eres chiquitito; pero te digo, después que Yo me
vaya, sobre vosotros llegará el EspĂritu de Verdad que os corresponde a cada
uno y EL os enseñará y os hará vivir todo cuanto os enseñé, y asà se cumplirán
las Escrituras que dicen «Que debemos permanecer alertas porque el EspĂritu de
Dios en cualquier momento llega, sĂłlo necesitamos estar preparados »"
Estando JesĂşs en casa de Marta con sus DiscĂpulos, llega MarĂa
Magdalena y le dice: "Mi prima va a dar a luz, le manda a llamar".
El Maestro se levanta y sale; se le acerca Judas y le dice:
"Maestro, ¿será de tanta necesidad la ida suya? .... y la enseñanza que
nos está dando ¿cuándo nos la va a dar?".
Contesta
el Maestro:
"Judas, la Vida y la Muerte son una misma cosa; sĂłlo se diferencian
en que, quien tiene Vida eterna, nunca muere y quien no la tiene, se va y no
regresa".
Dice Judas:
"Maestro, y ¿quĂ©
tiene que ver
esto con el
parto de Sara?".
El
Maestro dice:
"Judas,
el parto es una cosa, pero la Vida que nace es otra".
"YO SOY LA VIDA y estoy donde está la Vida; YO SOY LA PALABRA
y vosotros deberéis estar donde esté la Palabra".
"La enseñanza que os doy aquĂ, en
casa de Marta, es la misma que os voy a dar en casa de Sara. Porque vosotros
hoy estáis conmigo, moriréis y volveréis a nacer y si continuáis conmigo, os
doy la misma enseñanza, porque YO SOY LA PALABRA, y recuerda Judas: «Los cielos
y la tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará»".
Llegando
donde Sara daba a luz, se detuvo y les dijo a los DiscĂpulos:
"Vosotros
deberéis aprender a respetar la Vida porque sois la Vida como YO".
"El que es digno y muere, mi Padre le recibe en el cielo y vosotros ¿de
qué os preocupáis?".
"El
que es indigno y muere, el Demonio le recibe en el infierno, ¿para quĂ© os
preocupáis?".
"El
que nace en la tierra debemos recibirlo, darle afecto y cariño y enseñarle la
Palabra para que se haga Hijo de mi Padre, como vosotros".
"Asà comprenderéis todos que un Pastor vive pendiente de las
ovejas preñadas para que el ternerillo, al nacer, no lo devoren las aves de
rapiña".
GuardĂł silencio el Maestro y,
viendo al recién nacido, respiró profundo. Judas le dijo:
"¿QuĂ© le pasa Maestro que respira profundo?".
El
Maestro le mirĂł y le dijo:
"Judas, el aire que circunda la tierra es la Vida que YO
represento; es tanta la abundancia de este que toda criatura respira de Ă©l y
nunca se agota". "AsĂ mismo es la SabidurĂa que viene de mi Padre;
todo el mundo la tiene en mayor o menor proporciĂłn y nunca se agota; lo
contrario, se acrecienta más en todo hombre que me escucha a MĂ".
Le dice Pedro: "Maestro,
yo estoy sorprendido de todo lo que nos enseña. Pienso que no
podremos practicarlo todo".
Le
dice el Maestro:
"Pedro,
cerca de la ciudad pasa un rĂo; todas las personas de esa ciudad beben de esa
fuente; se bañan con esa agua, preparan sus alimentos con el agua de ese rĂo.
El rĂo nunca se agota, sin embargo, todas las personas disponen del agua que
necesitan para sobrevivir".
"AsĂ
vosotros beberéis de esa agua, os bañaréis con esa agua, es decir, tendréis el
agua que necesitéis; daréis de beber a vuestros invitados, mas la fuente no se
secará, ni el rĂo mermará su cauce".
"AsĂ pasa con mi Palabra; cada quien la recibe como una
fuente inagotable de Vida; por muchos que beban, nunca se agotará, porque es
mayor el cauce que el consumo".
RegresĂł el Maestro con sus DiscĂpulos a casa de Marta. Llegando
allĂ los invitĂł a sentarse y empezĂł a hablarles y les dijo:
"Estamos complacidos de haber
presenciado hoy un nacimiento. Es un acontecimiento que nos hace ver la Gracia
de mi Padre; sin embargo, este nacimiento tiene que ver con este mundo de
pecado".
Le dice Judas: "Maestro,
sabemos que quien le enviĂł es sin mancha y lo que EL hace, lo
hace sin mancha; ¿por quĂ© nos dice que el nacimiento que acabamos de presenciar
tiene que ver con la Gracia de su Padre y se ha sucedido en este mundo de
pecado y por el pecado?".
El
Maestro le dice:
"Judas, el pecado lo hizo por un proceso original, pero el
pecado es Muerte; Ă©l no hubiera podido infundirle Vida a esa criatura. Por la
Gracia de mi Padre tiene Vida, aunque haya sido hecho de pecado".
Dice Judas: "Maestro,
si eso es asĂ, entonces nosotros que somos UNO con Usted y estamos
en el mundo, ¿cargamos las mismas culpas y somos hechos de pecado?".
Dice
el Maestro:
"Cada uno de vosotros habéis sido hechos de pecado y por el
pecado, por lo tanto, es que ni los huesos, ni las carnes, ni la sangre
heredarán a mi Padre, sĂłlo lo incorruptible que es el EspĂritu. DespuĂ©s de
purificados, seréis UNO, con EL que me envió". "Asà vosotros,
también, seréis UNO conmigo y asà como YO me he vestido con una carne, con unos
huesos y con una sangre incorruptible para continuar con vosotros, asà también
vosotros deberéis vestiros con unas carnes, unos huesos y una sangre
incorruptible para poder llegar donde YO he llegado".
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