El plan Mundial de La destruccion de la Familia

 


Intentemos ponernos en el lugar de un globalista que busca un control absoluto del individuo (lo que Ă©l considera su siervo, su vasallo, su esclavo). ¿Cuál será la Ăşltima oposiciĂłn que encontrará en su psicĂłpata ambiciĂłn de controlar a los pueblos? Todo individuo miembro de cualquier comunidad humana tiene un sano y natural mecanismo de defensa en su familia: si te atreves a atacar, por ejemplo, a un gitano, tienes que saber que despuĂ©s de agredirle tendrás que derribar tambiĂ©n a sus primos, a sus tĂ­os, a sus cuñados, a los vecinos… Si llevamos esto a un nivel más amplio, comprendemos que el proceso globalizador tiene como mayor enemigo a la unidad familiar: si el individuo no tiene familia, queda indefenso a cualquier ataque gubernamental; si el individuo no tiene padre que le infunda coraje y osadĂ­a, estará sin defensa ante el adoctrinamiento secular del Establishment; si un individuo no tiene madre que le dĂ© cariño y protecciĂłn, el poder polĂ­tico podrá “criar” a esa persona al antojo de sus intereses. En palabras claras: sin tu papi y sin tu mami, el Gran Hermano tiene vĂ­a libre para devorarte.

Adam WEISSHAUPT Los Iluminados de Baviera dijo: “ se buscará la destrucciĂłn de la familia”

Charles Darwin dijo una vez: “si podemos motivar a las mujeres a ir detrás de los beneficios materiales, dejarán de tener hijos.”

H. G. Wells muchos piensan que solo fue un escritor de ciencia ficciĂłn, pero tiene escritos pro-Nuevo orden mundial, Wells hizo explĂ­cito que para llevar a cabo ese proyecto, “debemos destruir y terminar la obsoleta unidad familiar”

Julian Huxley dijo: “Si introducimos una sociedad que devalĂşe la vida humana y sacamos a la humanidad de su altar como ser privilegiado del planeta, entonces podremos llevarlo a nuestra sociedad controlada como poblaciĂłn Ăştil.”

“Propaganda” (1920) de Bernays sentĂł las bases de la ingenierĂ­a social tal y como la conocemos y la sufrimos en la actualidad. El primer ensayo fueron los años veinte (The Happy Twenties). En periodo de entreguerras, instituciones norteamericanas en estrechĂ­sima hermandad con las británicas, implementaron la primera revoluciĂłn sexual: charleston dance, cigarrillos para mujeres, cabarets… el cine sonoro aparece en 1927 de manos de la productora Warner (“The Jazz Singer”), se introduce en la sociedad la cocaĂ­na (los Freud y compañía ya la habĂ­an estado probando empĂ­ricamente años atrás), y las mujeres se cortan el pelo como los hombres. Consecuencias: se quintuplica en Estados Unidos el nĂşmero de orfanatos controlados por el gobierno, se triplica el nĂşmero de divorcios, y se multiplica en una proporciĂłn no determinada el nĂşmero de contagios de enfermedades venĂ©reas.

Lavrenti Beria dijo en la reuniĂłn de la Internacional Socialista en 1934: “Llevaba un siglo alterar la estructura cultural de una naciĂłn. Con los medios que tenemos ahora se puede cambiar en cinco años.”

Lord Bertrand Russell, filĂłsofo eugenista “The Impact of Science on Society” (1951) ya nos habla de una sociedad diseñada y fabricada por una tiranĂ­a tecnocrática: “made society”, “design society”, “create culture”… son expresiones cotidianas en la fraseologĂ­a russelliana. El señor Russell dijo: “Al construir una sociedad narcisista en donde todos están preocupados por sĂ­ mismos, la poblaciĂłn no se levantará por nada ni nadie; y asĂ­ el gobierno dominará a cada individuo directamente.” A partir de la segunda mitad del siglo XX, comienza una escalada de ataques a la estructura social y familiar de todo el mundo, con periĂłdicas revoluciones culturales y tecnolĂłgicas que arrasarán los resquicios de sustratos culturales genuinos. ApriĂ©tense los machos.

DevastaciĂłn de la mujer; actualizaciĂłn secular del arquetipo femenino: Galton, Wells, Huxley, Russell (todos ellos hombres)… todos hicieron explĂ­cito identificar a la familia tradicional como el enemigo a batir en su “sociedad ideal”. Si meditamos en ello es lĂłgico que no haya nada más temible para los globalistas que la capacidad de amor, protecciĂłn y ternura innatas en toda mujer. Si la fuerza polĂ­tica quiere adoctrinar a las nuevas generaciones, saben que tienen que: a) aniquilar a las madres; o b) convertir a las madres en estĂ©riles repetidores de propaganda. ¿QuĂ© hicieron? Hicieron ambas cosas.

Tanto los soviĂ©ticos como los banqueros-industriales anglo-americanos (en Ăşltima instancia, son los mismos) financiaron periĂłdicas revoluciones culturales, que dieron una ilusiĂłn de liberaciĂłn a una mujer que, a partir de ese momento, se vio obligada a competir laboralmente. El Ă©xito inmediato de esta maniobra fue la duplicaciĂłn de la recaudaciĂłn fiscal: ahora, el Establishment se garantizaba un doble momio con el saqueo a travĂ©s de los impuestos tanto del padre como de la madre (los dos trabajan, los dos cotizan, los dos son sangrados). Por supuesto, la maniobra no se quedaba ahĂ­: la educaciĂłn de los hijos de las llamadas madres trabajadoras fue adjudicada a una reciĂ©n estrenada televisiĂłn que en los años cincuenta y sesenta hace su estelar apariciĂłn. Los Ă­ndices de divorcio se dispararon exponencialmente a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX; tambiĂ©n el de los abortos y el de los orfanatos gubernamentales.

Todo el movimiento feminista fue financiado y soportado por las mismas instituciones pĂşblicas y privadas que aquĂ­ se han citado.(Existen libros muy buenos que tratan este tema; cito por ejemplo, “Seeds of Destruction” de F.W. Engdahl) La implementaciĂłn de todo esto fue (y es) global, y aunque Europa y Estados Unidos fue su laboratorio de pruebas original, en el siglo XXI ya se puede evaluar su alcance: millones de mujeres incapacitadas y lisiadas cientĂ­ficamente para ejercer como tales, como esposas, como madres, como compañeras de vida. El Novus Ordo Seclorum busca la erradicaciĂłn de las diferencias sexuales en su dimensiĂłn sacra y eminente. Por ello, la mujer moderna es sĂłlo mujer en el aspecto exterior que aĂşn tiene utilidad publicitaria y econĂłmica. Si las mujeres cada vez son menos mujeres… ¿QuĂ© está ocurriendo con los hombres?

DevastaciĂłn del varĂłn; actualizaciĂłn secular del arquetipo masculino: ¿QuĂ© está ocurriendo con los hombres? Lo mismo que con las mujeres. Han conseguido neutralizar los activos viriles que necesita toda comunidad para defenderse: el vigor, la valentĂ­a y la lealtad. Para ello, la ingenierĂ­a social globalista se ha servido de instrumentos de programaciĂłn de las masas, como el deporte. Los instintos tribales de agrupaciĂłn y defensa son controlados a travĂ©s de espectáculos deportivos. Han conseguido que la furia de un varĂłn ante la injusticia, la barbarie y el ultraje, se controle y se canalice a travĂ©s de la simpatĂ­a sentimental hacia un equipo deportivo. Han conseguido disfrazar el sentimiento de pertenencia a una comunidad con los colorines de las camisetas, las mascotas y los aros olĂ­mpicos. Han conseguido captar la atenciĂłn del varĂłn con una simulada pantomima de valores heroicos, sin ningĂşn heroĂ­smo ni ningĂşn valor. Eso es el deporte.

Otro instrumento para desvirilizar al hombre moderno e incapacitarlo de cara a la formación de una familia ha sido el erotismo. La psicología conductivista aplicada a las masas sabe que un varón bombardeado con estímulos eróticos constantes, acaba acostumbrándose al contenido erótico de tal forma que su libido queda desvigorizada y reducida a lo estrictamente biológico-genital. Algunos lectores jóvenes se sorprenderán, pero así es: cuanto más derroche de energía sexual, menos virilidad. Más claro: cuanta más pornografía, menos fuerza viril.
Esta emasculaciĂłn espiritual del varĂłn y la animalizaciĂłn de su sexualidad, favorece una trivializaciĂłn del adulterio, en la actualidad generalizada en todos los paĂ­ses occidentales. A quien no le quede claro que el varĂłn es cada vez menos viril, menos leal y menos vigoroso.

Existen otras herramientas importantes en la desvirilizaciĂłn del hombre moderno, como la industria farmacĂ©utica, la industria alimenticia o la industria del entretenimiento. Incluso en tĂ©rminos cuantitativos y fĂ­sicos, la OMS reconoce que la calidad del esperma de la poblaciĂłn estadounidense se ha reducido en los Ăşltimos treinta años en niveles inexplicables. Algo parecido pasa con los europeos y con todos los varones de un mundo ya globalizado. Y si todos reconocen que este mundo ya está globalizado… yo pregunto: dĂ­ganme, señores, ¿quiĂ©n lo ha globalizado?

Esto es clave: la familia no ha muerto en menos de un siglo por un proceso natural; se ha cometido un asesinato con alevosĂ­a. Existen presupuestos anuales de millones de dĂłlares dirigidos a instituciones, fundaciones y think-tanks que buscan optimizar el control tecnocrático sobre una poblaciĂłn valorada como un rebaño de ovejas. Departamentos militares, servicios de inteligencia, ministerios pĂşblicos, instituciones filantrĂłpicas… todos persiguen un mismo objetivo (¡llámenlo “socialismo” si quieren, y verán en quĂ© polĂ©mica se meten!). La mayorĂ­a de los profesionales involucrados en estos organismos no saben (ni quieren saber) para quĂ© agenda están trabajando, y se limitan a actuar segĂşn su adiestramiento profesional. El 99,99% de los psicĂłlogos, psiquiatras, sociĂłlogos, educadores, relaciones pĂşblicas, publicistas, burĂłcratas varios… van a preferir desoĂ­r esta informaciĂłn por una cuestiĂłn de mera supervivencia de mentalidad de rata. Siempre van a argumentar: “¡Yo sĂłlo hago mi trabajo!” ¿Y cuál es ese trabajo? Romper la barrera que protege al individuo de un Establishment polĂ­tico muy interesado en controlar cada faceta del ciudadano global. Esa barrera es la familia; y ese ciudadano eres tĂş.

ADOLESCENCIA PERPETUA


Dr. Eric Trist, usaba técnicas de manipulación psicológica para prolongar la adolescencia
Parte de ese 0,01% consciente de quiĂ©n es y quĂ© hace, fue Eric Trist, psicĂłlogo que estudiĂł en Yale (Skull & Bones) y fue alumno de B.F. Skinner. Trist observĂł la posibilidad de modificar la conducta (de hecho, lo llaman “conductivismo”, behaviorism) a travĂ©s de ciertas tĂ©cnicas.

Existe una palabra clave en el conductivismo de masas: “crisis”. ¿Cuál es la Ă©poca más crĂ­tica de todo ser humano? La adolescencia. Por ello, se busca prolongar la adolescencia de la poblaciĂłn en sendos lĂ­mites para prefabricar una sociedad global infantil, inmadura, descentrada, irreflexiva, dispersa, distraĂ­da y maleable. En civilizaciones normales, la adolescencia era un corto y natural lapso de tiempo (uno o dos años, a los 15 Ăł 16 años) que precedĂ­a a las responsabilidades de la vida adulta. Tras cien años de trabajo de los think-tank globalistas, la adolescencia es un amorfo tiempo extendido desde los diez años hasta unos indeterminados treinta y tantos (o incluso más). Saben que la mejor forma de garantizar la erradicaciĂłn de relaciones interpersonales profundas es instigar a tener varios compañeros sexuales durante los crĂ­ticos años de la adolescencia.

Saben que la promiscuidad asegura en la sociedad la incapacidad de aceptar un compromiso amoroso como base para la formaciĂłn de una estructura familiar. Saben cĂłmo demoler una estructura social sana, porque llevan siglos estudiándolo. A travĂ©s del massmedia se sexualizĂł a los pre-pĂşber y se prolongĂł el infantilismo en edades avanzadas, tal y como el Dr. Trist teorizĂł hablando de lo deseable que era lo que Ă©l llamĂł“adolescencia perpetua”. ¿Por quĂ© hacer de la poblaciĂłn mundial una masa eternamente adolescente? El adolescente es un consumidor nato. El adolescente gasta más. El adolescente es pusilánime. Y sobre todo: el adolescente no es ni un niño ni un adulto; es decir, es completamente dependiente y, al mismo tiempo, es incapaz de formar una estructura familiar independiente. Abrid los ojos y mirad a vuestro alrededor.

MEDIOS Y HERRAMIENTAS DE PROPAGANDA GLOBAL


Joseph Goebbels, profundo conocedor y admirador del trabajo de Bernays, dejĂł en sus escritos sobre Weltanshauungskrieg en 1939: “En las prĂłximas dĂ©cadas tendremos medios suficientes para modificar completamente la percepciĂłn que el europeo tiene del mundo.” Esos medios -ya lo señalĂł Le Bay y despuĂ©s Russell- eran medios tĂ©cnicos, o en definitiva, tecnolĂłgicos. La propaganda se servirĂ­a de los “nuevos medios” de comunicaciĂłn que aspirarán a tener un alcance global a lo largo de todo el siglo XX.

La Industria del Deporte: Goebbels dijo con referencia a los Juegos OlĂ­mpicos de BerlĂ­n en 1936: “Este grandioso evento será la demostraciĂłn experimental que mostraremos al mundo de nuestras ideas.
El poder propagandístico del deporte es inmenso en la sociedad global. Incide con virulencia en la emotividad de las masas para transmitir contenidos pseudo-heroicos a niños y adultos. Erradica las referencias viriles genuinas de la cultura, para sustituirlas por modelos comportamentales prefabricados. Por ejemplo: un niño hindú normal crecía escuchando historias de Arjuna, un niño español normal se criaba escuchando leyendas del Cid Campeador, o un niño egipcio normal aprendía de los relatos que escuchaba de Dhul-Nun. En el mundo globalizado, esa autenticidad cultural fue sustituida por Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Kobe Bryan, Tiger Woods, Michael Phelps y compañía.

La Industria del Cine: Si el deporte es la principal herramienta de propaganda global sobre los instintos activo-masculinos, la Industria del Cine se sirve de la pasividad inherente a todo espectador para llevar a cabo una profundĂ­sima manipulaciĂłn psicolĂłgica. Que nadie lo dude: el cine es un medio propagandĂ­stico. Como industria naciĂł en Los Angeles a principios de siglo XX, y en Ă©l siempre prevaleciĂł la “producciĂłn” por encima de cualquier direcciĂłn artĂ­stica o trabajo interpretativo a sueldo. El dueño de una pelĂ­cula es siempre el “productor”. El cine no es un medio artĂ­stico en el que se insertĂł una industria. No, no, no. Es una industria de propaganda en la que dentro existen destellos artĂ­sticos que en Ăşltima instancia están a sueldo de la producciĂłn. En palabras aĂşn más claras: el cine no es el sĂ©ptimo arte; sino que es -y siempre fue desde su apariciĂłn- la principal herramienta de propaganda global. Sobre todo despuĂ©s de la crisis de los años cuarenta, el cine de Hollywood ni tan si quiera es rentable en tĂ©rminos econĂłmicos. De nuevo, la financiaciĂłn de una herramienta propagandĂ­stica (en este caso, el cine todo ello) se apoya en una sofisticada estructura de fundaciones, entidades privadas y subvenciones pĂşblicas más interesadas en su funciĂłn propagandĂ­stica y publicitaria. ¿Os habĂ©is preguntado cuánta gente tendrĂ­a que ir al cine y pagar su entrada para pagar los cachĂ©s de Steven Spielberg, Angelina Jolie o Tom Hanks? No hay gente ni salas de cine en el mundo suficientes para sufragar esas cifras. Hay otros financistas y otros intereses.

¿Cuál es la funciĂłn simbĂłlica de una “estrella”? La de guiar: la Estrella Polar (o el Crucero del Sur) nos guĂ­a; la Estrella de Oriente guĂ­a a los Reyes Magos; alguien bien guiado es alguien “con estrella”. ObsĂ©rvese que se ha creado un explĂ­cito “sistema de estrellas” (star system; literalmente asĂ­ llamado). La poblaciĂłn mundial es guiada cientĂ­ficamente por unas referencias comportamentales sistematizadas: las “estrellas” de cine. Para formar parte de ese sistema estelar, además de ser actor, hay que tener algunos de los siguientes requisitos: o ser de origen judeo-asquenazita, o estar divorciado, o tener un pasado problemático con las drogas y el alcohol (o en muchos casos, los tres al mismo tiempo). De forma descarada, algunas de estas referencias estelares se presentan como “Embajadores de Buena Voluntad de la ONU”; otros como “caballeros” de la Reina de Inglaterra; y otros directamente como directores y miembros de entidades educativas, academias artĂ­sticas, fundaciones filantrĂłpicas, ministerios de cultura, universidades varias… Estos sinvergĂĽenzas son las referencias comportamentales de todo el mundo globalizado, y a estas alturas la influencia de esta herramienta de ingenierĂ­a social se encuentra en extremo desbocada.

TODA LA INDUSTRIA DE SEXO Y PORNO ESTá DISEñADA PARA ESCLAVIZARTE, NO PARA EL PLACER

La Industria del Sexo: Conviene tomarse en serio como enemigo a la llamada Industria del Sexo. En volumen de negocio sĂłlo tiene parangĂłn con la industria del cine convencional. Si se estudia su financiaciĂłn y su origen se comprende quĂ© funciĂłn propagandĂ­stica tiene. Con la pornografĂ­a (tal y como con el opio o la cocaĂ­na) ocurre que los primeros consumidores y traficantes formaban parte de la misma Ă©lite polĂ­tica. Los primeros pornĂłgrafos fueron nobles europeos e industriales norteamericanos más o menos pervertidos. Con las revoluciones culturales de los sesenta y los setenta, la poblaciĂłn tuvo acceso libre a la pornografĂ­a, a travĂ©s de empresas con el mismo origen que las cinematográficas. Hollywood está a lado de San Fernando Valley. Para comprender rápidamente la importancia de la Industria del Sexo en el plan global de destrucciĂłn cultural, basta saber que uno de sus magnates, Hugh Hefner, fue asistente registrado de varias reuniones Bilderberg. ¿Por quĂ© comparten mesa tipos como Hugh Hefner o Larry Flint con tipos como Henry Kissinger o David Rockefeller?Insisto en que hay que tomarse en serio la amenaza de la industria pornográfica: ataca y arrasa cimientos culturales con poquĂ­simo esfuerzo, rápido y en masa. No se trata sĂłlo de que el onanismo desvitalice al consumidor de estos contenidos hasta lĂ­mites que prácticamente ningĂşn moderno va a reconocer por un hipĂłcrita pudor. La pornografĂ­a de masa va más lejos: la misma actividad sexual se muestra como una mera masturbaciĂłn con otro cuerpo, profanando toda valencia sagrada de la sexualidad. Personalmente me niego a pensar que existen tantos onanistas dispuestos a pagar como para mantener una estructura empresarial que mueve tantos millones de dĂłlares. Como ocurre con el cine convencional, el cine porno se apoya en una financiaciĂłn suministrada por entidades interesadas en su papel propagandĂ­stico.

En la pornografĂ­a se suministran todos los contenidos propios de una decadencia civilizadora: homosexualismo, sodomĂ­a, lesbianismo, coprofagia, bestialismo, necromancia, sadismo… todo. Si comparamos Sodoma con nuestro “mundo feliz” del siglo XXI, parece que la ciudad bĂ­blica serĂ­a clasificada como softcore.

La Industria de la MĂşsica: La mĂşsica es otra herramienta propagandĂ­stica de primer orden apoyada en un industria especĂ­fica, pues al fin y al cabo ¿a quiĂ©n no le gusta la mĂşsica?

Para mejor comprensiĂłn: en este artĂ­culo se ha citado a Sir Charles Darwin, Sir Thomas Henry Huxley o Sir Bertrand Russell. ¿QuĂ© tendrĂ­a en comĂşn toda esta gente con tipos como Paul McCartney, Mick Jagger o Elthon John? Pues que los unos y los otros (todos ellos) tienen tĂ­tulo de Sir británico y son “caballeros” de Ăłrdenes de la Corona de los Windsor. Una instituciĂłn polĂ­tica como la Corona jamás va a conceder honores a alguien que no colabore con sus intereses. El valor artĂ­stico es irrelevante, pues la funciĂłn de estos sires en cuanto sires es propagandĂ­stica. CientĂ­ficos, periodistas, militares… son meras herramientas de los intereses imperialistas, y por ello, reciben condecoraciones y honores de instituciones polĂ­tico-militares. Lo mismo ocurre con la industria pop: es otro brazo del mismo plan de agresiĂłn.

En Ăşltima instancia, las fuerzas militares, la psicologĂ­a de masas aplicada a la ingenierĂ­a social y la industria pop, colaboran estrechamente entre ellas. Desde los años sesenta, periĂłdicas “revoluciones culturales” son implementadas para arrasar los sustratos culturales genuinos de todos los pueblos, y de paso, introducir ciertas drogas en la poblaciĂłn. La mĂşsica pop es algo asĂ­ como la banda sonora que estas revoluciones pret-a-porter utilizan en su imposiciĂłn comportamental y manipulaciĂłn social. Cada dĂ©cada tiene su “revoluciĂłn”, con su droga estrella y con su artista estrellado. En los sesenta, el LSD (con su pelele Brian Jones, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias). En los setenta, la heroĂ­na (con su pelele Sid Vicious, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias). En los ochenta, los anti-depresivos y ansiolĂ­ticos (y con su pelele Michael Jackson, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias). En los noventa, la cocaĂ­na (con su pelele Kurt Cobain, drogadicto, muerto en extrañas circunstancias) . Las revoluciones pop siguen un padrĂłn repetido: devastaciĂłn cultural, imposiciĂłn de una referencia comportamental e introducciĂłn social de alguna droga. La Ăşnica diferencia esencial entre las diferentes revoluciones pop es que en cada dĂ©cada se consigue un alcance mayor, pues las herramientas de propaganda cada vez son más numerosas y potentes.

El Ăşltimo y más salvaje ejemplo de esta imposiciĂłn cultural es el llamado hip-hop. Una vez más hay que saber discernir entre la manifestaciĂłn cultural legĂ­tima de un pueblo y la utilidad de manipulaciĂłn cultural que el plan globalista extrae. El pueblo afroamericano es una de las comunidades más castigadas por la ingenierĂ­a social tecnocrática. l pueblo afroamericano fue usado para proyectar una “revoluciĂłn cultural” global, aplicada en todo el mundo, con unos contenidos claros: culto a la violencia, las drogas, el dinero, el crimen y la misoginia. Con la cultura hip-hop, la mĂşsica pop como herramienta en manos de la ingenierĂ­a social global llegĂł a un nivel de devastaciĂłn sin precedentes en la historia de la globalizaciĂłn cultural.

Imagen del movimiento Feminista que representa segun ellas al hombre

La industria del Entretenimiento: Todos estos medios propagandĂ­sticos globales (deporte, cine, pornografĂ­a, mĂşsica pop…) se presentan con el pretexto de ofrecer un inocente entretenimiento. De hecho, ellos hablan de una “Industria del Entretenimiento” como un cajĂłn de sastre donde entra todo tipo de propaganda. Fijaos en esta palabra: “entretenimiento”. El entretenimiento es la acciĂłn de entretener y, definido por la RALE, entretener no es sino “distraer a alguien impidiĂ©ndole hacer algo”. Es decir: no hay entretenimiento posible sin la voluntad de alguien que busca impedir algo al entretenido. ¿QuĂ© pretende impedir la Industria del Entretenimiento? Impedir que cuestiones, que te enfurezcas, que razones, que luches, que veas, que hables, que ames, que leas, que escribas, que pienses… en definitiva, ¡que vivas!Zbigniew Brzezinski dijo en 1970, en “Between Two Ages” que “en las prĂłximas dĂ©cadas va a resultar prácticamente imposible la existencia de un pensamiento propio.” ¿Acaso piensas que el señor Brzezinski está interesado en tu diversiĂłn? Pues lo está: existe una Industria del Entretenimiento que produce cacharros que incluso fueron llamados “Sistemas de Entretenimiento” (Entertainment System). Recordemos la “adolescencia perpetua” del Dr. Trist y la intenciĂłn de infantilizar a la poblaciĂłn global. Hace dĂ©cadas, apareciĂł en escena algo referido con la palabra “juego” (game, en inglĂ©s), es decir, algo para niños. Este “juego” no se comercializĂł sĂłlo para los niños. En su desarrollo, se puede hacer un seguimiento de los contenidos y asegurar categĂłricamente que todo esto es muchĂ­simo más que un juego. Es una potentĂ­sima plataforma de propaganda global con una influencia de masas en constante crecimiento. Eso son los llamados “videojuegos”.

La industria del videojuego ofrece algo novedoso con respecto a la industria del cine: una ilusión de interacción. Ante una película, el espectador está pasivo tragando contenidos. Ante un videojuego, el jugador cree estar interactuando en una trama (por supuesto, la actividad se reduce a los movimientos de las manos sobre el llamado joystick). El videojugador se involucra emotivamente con lo que está presenciando a través de su ilusoria participación. Resulta previsible que sus apologistas y publicistas aseguren que el videojuego no es más que un juego, como el ajedrez, las damas o el manqara. Pero no es así: los contenidos están científicamente escogidos y en la industria están involucrados las mismas instituciones, entidades, universidades y las mismas corporaciones paraguas que están detrás del deporte, el cine o la pornografía.

Existen extremos ya alcanzados como videojuegos consistentes en ser un criminal proxeneta (San Andreas, de Rockstar Games), atropellar mujeres embarazadas (Carmageddon, de Stainless Games), o realizar orgĂ­as sexuales (Sexfriend, de Stone Heads). En el extremo del “entretenimiento” ya alcanzado existen videojuegos que ofrecen una vida alternativa a la vida real, una vida virtual, una ciber-vida (Second Life, de Linden Reseach). Y es que estos “juegos” hace tiempo que dejaron claras sus intenciones: crear una realidad paralela, virtual y paradĂłjica en el sentido de que no puede ser real. El desarrollo de esta herramienta como medio propagandĂ­stico llevarĂ­a el poder de manipulaciĂłn psicolĂłgica hasta lĂ­mites difĂ­ciles de predecir. Preferimos ceñirnos a la actualidad: si la Industria del Entretenimiento sigue desarrollándose al mismo ritmo que lo está haciendo, ni los más optimistas pueden alejar “los prĂłximos años” que señalĂł Brzezinski en 1970, del futuro más inmediato. Los medios de propaganda global y psico-manipulaciĂłn de masas habrán llegado en ese momento a la culminaciĂłn de su expansiĂłn exterior.

En ese momento, la escalada de control sobre el ser humano se concentrará en su interior, en la propia tecnización de su organismo y fisiología. Con control absoluto sobre el exterior del individuo y su contexto social (es lo que han hecho durante todo el siglo XX), la tecnocracia global a lo largo del siglo XXI se sumergirá en el control de su interior y su computarización psicológica. Este viaje infernal ya ha comenzado.

En esta era abierta, la propaganda global ya no tendrá como producto una “ingenierĂ­a social”, tal y como ya conocemos. Será (empieza a ser) aĂşn más horrible: al controlar ya no sĂłlo el exterior y lo social, sino el interior y lo psico-fisiolĂłgico, la industria propagandĂ­stica global arrojarĂ­a una “ingenierĂ­a psĂ­quica”. El siglo XXI se presenta asĂ­ para la tiranĂ­a cientĂ­fica: la sociedad (lo que ya Le Bon valorĂł como “masa”) ya está controlada; ahora resta controlar directamente al individuo.

La Era TecnotrĂłnica: El Doctor en Ciencias PolĂ­ticas de la Universidad de Harvard ya citado, Zbigniew Brzezinski escribiĂł en 1972: “La era tecnotrĂłnica involucra la apariciĂłn gradual de una sociedad más controlada. Tal sociedad será controlada por una Ă©lite no contenida por los valores tradicionales.” La apariciĂłn gradual de esta sociedad no es un fenĂłmeno espontáneo, sino que responde a un proyecto de ingenierĂ­a social global, apoyado en una ciencia especĂ­fica y ejecutado por medios tĂ©cnicos, tal y como se ha explicado en este artĂ­culo. Esa “apariciĂłn gradual” que Brzezinski anunciĂł en los años setenta, en los años noventa se convirtiĂł en algo “visible” (Recordemos a George H. W. Bush en 1991 y su ya cĂ©lebre “It’s coming in the view…”), y en el siglo XXI es palpable: una sociedad global uniformada y controlada por medios tĂ©cnicos en manos de una reducida minorĂ­a que proyecta sucedáneos culturales, ideolĂłgicos y religiosos a una poblaciĂłn en la que han arrasado su sustrato intelectual y espiritual genuino a lo largo del Ăşltimo siglo. En efecto, tal y como dijo y dice Brzezinski, esta sociedad ya está “controlada por una Ă©lite no contenida por los valores tradicionales”. Lo que da cohesiĂłn a esta Ă©lite no es ninguna familia, ni raza, ni religiĂłn: es la perpetuaciĂłn de su oligarquĂ­a a travĂ©s de herramientas tecnolĂłgicas y cientĂ­ficas.

Para dicha perpetuación, es necesario arrasar todo (todo) resquicio de sustrato cultural genuino, cualquier base de una comunidad humana, toda estructura de agrupación y cooperación. Es por ello, como ya he dicho, que la familia es (y siempre será mientras sobreviva aún en la agonía) el enemigo final a batir para el socialismo global tecnocrático.

 

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