LA LUZ FANTASMA



 Regina Morrison mirĂł con satisfacciĂłn la cabaña mientras se movĂ­a de una habitaciĂłn a otra apagando las luces. Este Halloween habĂ­a sido maravilloso, con tantos niños viniendo por golosinas. Y ese clima tan agradable. Por lo general, habĂ­a nieve en esta Ă©poca del año, y los niños locales a menudo pasaban la noche de Halloween sintiĂ©ndose engañados porque la naturaleza y sus padres (que nunca parecĂ­an entender nada) los obligarĂ­an a usar abrigos y capuchas tan feos y voluminosos sobre sus coloridos disfraces nuevos. Pero esta noche habĂ­a sido deliciosa, las risitas musicales de las diversas brujitas y vampiros todavĂ­a resonaban en su mente. Incluso Cindy habĂ­a disfrutado de las vacaciones y ahora se la podĂ­a escuchar en la habitaciĂłn de invitados hablando alegremente por telĂ©fono con sus amiguitos de la ciudad. HabĂ­a estado tan preocupada por pasar los cinco dĂ­as aquĂ­ con su tĂ­a Regina mientras Ed e Ida estaban fuera para el funeral. Y aunque la niña habĂ­a estado tremendamente ansiosa toda la semana por la llegada de Halloween, estaba visiblemente conmocionada cuando finalmente llegĂł el momento de ponerse su lindo disfraz y salir a la oscuridad.


Cindy se habĂ­a quedado arrastrando los pies torpemente junto a la puerta principal, tratando de parecer lo más valiente posible. El sol se estaba derritiendo en el horizonte en un brillante resplandor anaranjado, las farolas de la ciudad comenzaban a parpadear silenciosamente y cobraban vida. La niña nunca habĂ­a ido a pedir dulces sin un padre que la acompañara, y habĂ­a estado tremendamente ansiosa por demostrar su madurez y coraje yendo sola este año. Y, por supuesto, Regina era demasiado mayor para caminar las seis cuadras de casas del pequeño pueblo. Aun asĂ­, Cindy se habĂ­a aterrorizado en silencio a medida que se acercaba la oscuridad. TodavĂ­a estaba decidida a aventurarse y recoger una buena bolsa llena de golosinas, pero ahora estaba considerando por primera vez quĂ© horribles terrores podrĂ­an estar acechando en la noche.

Regina sonriĂł para sĂ­ misma al ver la confusiĂłn interna de la niña. Estaba sorprendida de la claridad con la que todavĂ­a podĂ­a recordar esas mismas emociones, ya que ella misma se habĂ­a enfrentado a su primer Halloween sin supervisiĂłn, deteniĂ©ndose asegurándose de que sus zapatos estuvieran atados y volviendo a verificar que su máscara estuviera perfectamente ajustada mientras la negrura como la tinta sofocaba la luz del sol moribundo.

"Ven aquí un momento, Cindy. Creo que puedo tener algo que disfrutarás".
La niña siguiĂł a su tĂ­a a la sala de estar, luciendo aliviada por la demora. Regina se arrodillĂł lentamente y abriĂł el Ăşltimo cajĂłn del aparador de caoba ricamente tallada, sacando una pequeña caja de cartĂłn. La caja descolorida estaba decorada con calabazas y pequeños fantasmas de sábanas blancas. La tapa habĂ­a sido rota y reparada con cinta transparente que ahora era de un amarillo quebradizo. Regina abriĂł la caja cuidadosamente con una especie de extraña reverencia y revelĂł su contenido con una mirada de gran orgullo.

"¿Sabes quĂ© es esto, Cindy?"
La niña mirĂł fijamente el objeto que tenĂ­a delante. Una simple linterna de plástico con una calabaza de color naranja brillante en la parte superior, la cara negra de Jack-o-lantern pintada con spray por una empresa que habĂ­a quebrado en 1957. Cindy mirĂł a su tĂ­a con perplejidad.
"¿Es un juguete?"
"No, querida. Es mucho más que un juguete" Regina sonriĂł con complicidad. "Esta es una luz fantasma".
"¿Lo que significa eso?" preguntĂł Cindy mientras alcanzaba vacilante la linterna.
"Significa que esta luz te protegerá. Verás, Cindy, hay todo tipo de cosas terribles en la oscuridad. Cosas terribles y horribles. Y tal como probablemente sospechaste, les encanta comerse a los niños, especialmente a los que tu años."
Regina no pudo evitar sonreĂ­r ante la expresiĂłn atĂłnita de Cindy. Pero no tienes que temer a ninguno de esos asquerosos monstruos si tienes una luz fantasma.
Cindy miró a su tía, preguntándose si se podía confiar en este inesperado rayo de esperanza.
"
"¡Oh, cielos, no! Los atrae hacia ti. Los atrae justo contra esa alegre calabaza naranja en la parte superior. Y luego los atrapa y los empuja hacia adentro. Y cuando las baterĂ­as están llenas de fantasmas, simplemente los sacas y tirarlos. Ahora, ¿no es eso maravilloso?
La niña miró dubitativa la linterna que sostenía en sus diminutas manos.
"Vamos a buscar algunas baterĂ­as nuevas y ver si todavĂ­a funciona".

Al desenvolver las dos nuevas celdas D de la cocina, Regina frunciĂł el ceño levemente ante los cilindros de color cobre que tenĂ­a en la mano. De alguna manera sintiĂł que deberĂ­an ser esas viejas baterĂ­as Ray-O-Vac, diminutos gatos negros saltando a travĂ©s de un nĂşmero 9 rojo en la etiqueta plateada brillante. Pero estos probablemente funcionarĂ­an bien, y se los entregĂł al joven que esperaba.
"Estos durarán lo suficiente como para visitar todas las casas de la ciudad. Pero no te quedes fuera demasiado tiempo después de eso, porque cuando las baterías se llenan demasiado de fantasmas, la luz se apaga".
"¿Pero estoy a salvo mientras la luz siga encendida?" preguntĂł la niña con una confianza cada vez mayor, sus pensamientos volviendo a esa bolsa abultada de dulces que esperaba reunir.
"Sí, querida. Mientras esa calabaza brille, estarás completamente a salvo. No hay un fantasma vivo que pueda hacerte daño".
Cindy se quedĂł sonriendo nerviosamente ante la tonta idea de los fantasmas vivientes y encendiĂł la linterna. Un cálido resplandor anaranjado envolviĂł a la niña ya su tĂ­a mientras se dirigĂ­an a la puerta principal. La niña agarrĂł su bolsa de golosinas y le sonriĂł a Regina. La luz en los ojos de la niña decĂ­a que ahora todo estaba bien y que estaba lista para desafiar la oscuridad en busca de chocolate y chicle.

Levantando la vista periĂłdicamente del maratĂłn de Munsters en el Canal 7, Regina podĂ­a ver la pequeña calabaza naranja brillante moviĂ©ndose de un lado a otro de la calle, entrando y saliendo entre los otros niños disfrazados mientras Cindy viajaba valientemente de puerta en puerta. Y cuando su propio timbre comenzaba a sonar, Regina cerraba los ojos y esperaba esa impaciente fracciĂłn de segundo antes de que las voces risueñas de los niños partieran la noche con su maravilloso canto mágico, gritaran en la oscuridad con la alegrĂ­a y el brillo que los más pequeños habĂ­an venido a comparte brevemente con ella... "¡Truco o trato!"

Eventualmente, el Ăşltimo de los monstruos disfrazados se habĂ­a ido con sus bolsas llenas de barras Hershey y Tootsie Pops. Cindy irrumpiĂł con una sonrisa gigantesca, radiante por haber enfrentado con Ă©xito la temible oscuridad sola. Con orgullo levantĂł la bolsa llena de golosinas.
"¡Mira cuántos dulces tengo!" ella se riĂł alegremente.
"¡Eso es maravilloso, querida! ¿Tuviste algĂşn problema con los fantasmas?"
"Ummm..." Cindy sonriĂł con un poco de vergĂĽenza, "Creo que podrĂ­a haber atrapado uno o dos. Es posible que desees tirar esas baterĂ­as. ¡Tengo que llamar a Suzy y decirle lo divertido que fue!" Le entregĂł la linterna a Regina y corriĂł alegremente hacia el dormitorio de huĂ©spedes con su bolsa de golosinas.

Regina mirĂł pensativa la calabaza naranja brillante. Luego apagĂł la linterna y sonriĂł. Tan absurdo. Por el amor de Dios, un fantasma era solo una persona que habĂ­a terminado esta vida, y ¿por quĂ© deberĂ­a ser más aterrador ahora que antes? Fantasmas... ¡quĂ© tonterĂ­a!

DesenroscĂł la calabaza de plástico naranja y vaciĂł las dos baterĂ­as aĂşn calientes. Sostuvo una de las baterĂ­as en su oĂ­do y escuchĂł atentamente. PodĂ­a oĂ­rlo muy dĂ©bilmente... el grito entrecortado y amortiguado. demonios Y bastantes de ellos, por lo que parece. TirĂł ambas baterĂ­as a la papelera debajo del fregadero de la cocina. Y luego mirĂł por la ventana a la calabaza que todavĂ­a parpadeaba suavemente en el porche delantero. No debe apagarlo. Es mejor quedarse levantado otra media hora más o menos y ver otro episodio de Munsters. Se quemará en un rato. Cuando está lleno.

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