La lampara


 

Supongo que podrĂ­a echarle la culpa a Murphy. Tuvo otra pelea con Sue y ella lo echĂł de nuevo. No habĂ­a ninguna duda en mi mente acerca de si se reconciliarĂ­an, pero tambiĂ©n sabĂ­a que pasarĂ­an al menos dos o tres dĂ­as antes de que se calmaran y resolvieran las cosas. AsĂ­ que le ofrecĂ­ a mi viejo amigo Murph un viaje gratis a Kansas para visitar al fantasma.


El fantasma en cuestiĂłn era mi tĂ­o Jake. HabĂ­a fallecido el invierno anterior y, al no tener hijos propios, me habĂ­a dejado su pequeña casa de campo. Estoy seguro de que lo hizo por un sentido de la propiedad, considerando que el curso de acciĂłn dictarĂ­a la tradiciĂłn. El tĂ­o Jake creĂ­a firmemente en la tradiciĂłn. Pero no era un tipo muy agradable y esperaba vender la cabaña lo antes posible. Cualquier nociĂłn de vivir allĂ­ se disipĂł rápidamente despuĂ©s de mi primera visita para inspeccionar la propiedad. La casa en sĂ­ se habĂ­a deteriorado gravemente, y el área circundante se habĂ­a vuelto horriblemente cubierta de maleza. Era casi como si el bosque detrás de la propiedad se extendiera para sofocar la vivienda y arrastrarla de vuelta a la maleza oscura. Y por supuesto, estaba el fantasma.

No pretendo dar a entender que habĂ­a una forma oscura acechando en la ventana, o una forma humeante subiendo la escalera. Ni tenues nubes de vapor flotando por el pasillo, ni orbes brillantes, nada de eso. Esos tipos de fenĂłmenos habrĂ­an sido mucho más preferibles, porque entonces podrĂ­as señalarlos y decir '¡AllĂ­! ¡AhĂ­ está!" TendrĂ­as un punto en el espacio del que comenzar a alejarte. Pero asĂ­ no era en absoluto el fantasma del tĂ­o Jake. Era una presencia que llenaba todas las habitaciones a la vez, mirando desde todas las ventanas simultáneamente, contaminando el aire con una sensaciĂłn de desesperanza y frustraciĂłn. Su amargura y resentimiento flotaban como una nube venenosa alrededor de la propiedad, y mi Ăşnico deseo era encontrar un comprador y deshacerme del lugar lo más rápido posible.

Desafortunadamente, primero tuve que sacar todos los muebles y posesiones del tĂ­o Jake. DespuĂ©s de varios dĂ­as de trabajo, casi todo habĂ­a sido empacado y transportado. Pero todavĂ­a quedaban varios muebles y cosas variadas cuando decidĂ­ que habĂ­a soportado toda la tristeza y la inquietud que podĂ­a soportar por un tiempo. AsĂ­ que cerrĂ© el lugar y regresĂ© a mi apartamento. Dos semanas despuĂ©s, Murphy apareciĂł para decirme que Sue ya no lo amaba y que el mundo entero se estaba acabando y ¿por quĂ© no lo perdonarĂ­a, por quĂ©, por quĂ©, por quĂ©?

Mi valoraciĂłn inmediata del asunto fue que Murphy necesitaba un fin de semana bebiendo en exceso y un largo viaje en coche por las áridas llanuras de Kansas para arreglar las cosas. La cabaña del tĂ­o Jake parecĂ­a el destino ideal, ya que Murph podrĂ­a ayudarme a cargar el resto de los muebles, además de evitarme tener que estar solo en el lugar nuevamente, y estarĂ­a un paso más cerca de vender la cabaña, fantasmas. y todo, a algĂşn otro pobre idiota. AsĂ­ que el sábado por la mañana nos amontonamos en mi vieja y maltrecha camioneta, tocamos base en una licorerĂ­a local y en un puesto de tacos, y luego nos dirigimos hacia ese ondulante ocĂ©ano de maĂ­z que es Kansas.

Conducir por Kansas en pleno verano es una experiencia peculiar. Te deslizas a travĂ©s de suaves colinas onduladas, pintorescas pequeñas granjas y graneros que salpican el paisaje, observando las sombras de ondulantes bancos de nubes blancas a medida que avanzan por los prados. Pero luego la tierra se vuelve más plana y te encuentras entre los campos de maĂ­z. Los árboles crecen cada vez menos hasta que los pocos que quedan parecen viajeros varados, queriendo huir pero sin saber en quĂ© direcciĂłn. AquĂ­ y allá se pueden ver silos de grano que se elevan sobre el maĂ­z, pero se mantienen bastante alejados del camino, como si quisieran mantener su distancia y sus secretos de cualquier viajero que pase. El propio maĂ­z parece permitir el paso del camino sĂłlo a regañadientes. Susurra contra los postes de la cerca, se agita en el horizonte, suspirando interminablemente como si el pavimento que lo atraviesa fuera de alguna manera doloroso, y de alguna manera resentido. El viajero comienza a sentirse incĂłmodo, y se establece una sensaciĂłn de aislamiento e impotencia. Los interminables campos parecen reducir su velocidad a un paso tortuoso, y cualquiera que haya sido el destino original, ese pequeño pueblo o aldea, con su gasolinera. estaciones, cafĂ©s y máquinas expendedoras de refrescos, ahora parece el Ăşltimo bastiĂłn de la humanidad que se yergue desafiante entre un mar interminable de tallos de maĂ­z, ofreciendo seguridad, consuelo y esperanza, si uno puede alcanzarlo. Y de repente... y cualquiera que haya sido el destino original, ese pequeño pueblo o aldea, con sus estaciones de servicio, cafĂ©s y máquinas expendedoras de refrescos, ahora parece el Ăşltimo bastiĂłn de la humanidad que se yergue desafiante entre un mar interminable de tallos de maĂ­z, ofreciendo seguridad, consuelo y esperanza, si uno solo puede alcanzarlo. Y de repente... y cualquiera que haya sido el destino original, ese pequeño pueblo o aldea, con sus estaciones de servicio, cafĂ©s y máquinas expendedoras de refrescos, ahora parece el Ăşltimo bastiĂłn de la humanidad que se yergue desafiante entre un mar interminable de tallos de maĂ­z, ofreciendo seguridad, consuelo y esperanza, si uno solo puede alcanzarlo. Y de repente...

De repente, ese pequeño punto verde en el horizonte se convierte en un grupo de arces que corren hacia ti, y se les unen varios carteles que te invitan a comer una hamburguesa en Fran's Cafe y comprar unas botas nuevas en The Cattleman's Store. Las paredes inflexibles de maĂ­z en realidad caen a ambos lados y se puede ver claramente el bosque que sigue al rĂ­o. Viejos robles y álamos comienzan a bordear el camino, filtrando la luz del sol en algo más allá de lo mágico, y te encuentras atravesando un pequeño pueblo idĂ­lico que probablemente no ha cambiado mucho en los Ăşltimos cincuenta o sesenta años. O tal vez más. Marvinton era ese tipo de ciudad, y tanto Murphy como yo estábamos encantados de descubrir que habĂ­amos llegado allĂ­.

Echamos un vistazo alrededor de la ferreterĂ­a y la pequeña tienda de comestibles Mom and Pop en la esquina, y luego cruzamos la calle hasta el restaurante y comimos unos bistecs increĂ­bles. Luego vinieron unas cuantas cervezas en el bar de la esquina, The Rolling Stones y Johnny Cash tocando en la máquina de discos al otro lado de la habitaciĂłn mientras dos granjeros jugaban la Ăşltima ronda de billar de cinco dĂłlares. DespuĂ©s de eso, nos arrastramos de regreso a mi camioneta y nos sentamos a considerar la situaciĂłn. Realmente no habĂ­a nada más que hacer en la ciudad. No tenĂ­a sentido negarlo... era hora de ir a la casa del tĂ­o Jake. Fuera por Table Rock. ¿MencionĂ© Table Rock?

La ciudad de Marvinton se encontraba aproximadamente a media milla del rĂ­o Walnut, y un camino de tierra bien transitado conducĂ­a al bosque que siempre ocultaba el agua de la luz del sol. Un camino más pequeño y menos transitado siguiĂł a lo largo del borde del bosque, extendiĂ©ndose para llegar a varias pequeñas granjas construidas cerca del rĂ­o. La Ăşltima de estas granjas fue la del tĂ­o Jake. Pero el pequeño camino de tierra continuĂł, serpenteando a travĂ©s de la maleza durante varios cientos de metros antes de girar abruptamente y hundirse hacia el rĂ­o. Luego desapareciĂł entre la espesa lĂ­nea de árboles, pero cualquiera lo suficientemente valiente como para seguirlo descubrirĂ­a que, de hecho, llegaba hasta las orillas del rĂ­o. Y al final de ese pequeño camino de tierra, esperando como un horrible reptil salvaje de hace un millĂłn de años, estaba sentado Table Rock.
SegĂşn el tĂ­o Jake, las tribus Chippewa habĂ­an considerado la formaciĂłn de piedra embrujada y maldita mucho antes de que llegaran los colonos blancos. La gente de Marvinton siempre habĂ­a evitado la cosa, contando historias de apariciones y sucesos peculiares en el área. Y aunque cada vez que mis padres me llevaban a visitar al tĂ­o Jake seguramente serĂ­a un mal momento, el peor fue sin duda el momento en que decidiĂł mostrarme Table Rock. SintiĂł que tener nueve años era demasiado para tenerle miedo a los fantasmas, asĂ­ que un dĂ­a me llevĂł por ese viejo camino de tierra y más o menos me arrastrĂł hasta los árboles y hasta la orilla del rĂ­o.

Table Rock era enorme, una piedra extrañamente rectangular, fácilmente veinte pies de ancho y diez pies de largo, sus lados grises erosionados estaban cubiertos de lĂ­quenes y musgo. Se elevaba aproximadamente siete pies, y su parte superior, que estaba muy por encima de la vista de un niño de nueve años, parecĂ­a casi perfectamente plana. El tĂ­o Jake me sostuvo por encima de su cabeza por un momento para que pudiera ver por encima de los lados. La piedra se habĂ­a desgastado hasta adquirir un color completamente blanco en la parte superior, y desde su centro se extendĂ­a un feo patrĂłn oscuro y carbonizado, como si un rayo, o tal vez muchos, hubieran caĂ­do violentamente en el centro exacto de la piedra. Me estremecĂ­ y el tĂ­o Jake se riĂł en voz baja, haciĂ©ndome bajar para correr aterrorizado de regreso a la cabaña.

DespuĂ©s de ese incidente, mis padres comenzaron a dejarme con una niñera cuando visitaban al tĂ­o Jake, y sospecho que se sintieron tan aliviados como yo cuando mis pesadillas sobre Table Rock finalmente comenzaron a disminuir. Pero nunca pude explicarles completamente sobre la cruda intensidad de esas pesadillas, el puro horror de saber que no es un sueño, es real, despiĂ©rtame, es real, la van a matar, despiĂ©rtame, ¡es REAL! !! Bueno, ya sabes cĂłmo son las pesadillas. Pero los mĂ­os eran difĂ­ciles de sacudir, porque cuando el tĂ­o Jake me levantĂł para ver la parte superior de Table Rock, todo se quedĂł en silencio por un momento. Los pájaros habĂ­an dejado de cantar, el viento habĂ­a cesado e incluso el rĂ­o parecĂ­a silenciarse por la anticipaciĂłn. Y luego la escuchĂ© gritar. Nunca podrĂ­a describir el horror desgarrador de sus gritos,

(2. En la cabaña)

Murphy y yo llegamos a la cabaña del tĂ­o Jake cuando el sol comenzaba a ponerse. Agarramos todo lo que valĂ­a la pena de la parte trasera de la camioneta y esparcimos nuestros artĂ­culos de supervivencia en el medio del piso de la sala de estar. Además del viejo sofá destartalado de la habitaciĂłn y una vieja lámpara de cerámica que estaba junto a la puerta, ahora tenĂ­amos a nuestra disposiciĂłn una hielera llena de cerveza, dos computadoras portátiles, mi telĂ©fono celular, dos linternas de plástico baratas, un botiquĂ­n de primeros auxilios y siete bolsas grandes de papas fritas. Estábamos listos para beber y jugar juegos de computadora hasta que Sue llamĂł para decir que Murph podĂ­a volver a casa, o hasta el domingo, lo que ocurriera primero. PodĂ­a sentir el fantasma enojado del tĂ­o Jake moviĂ©ndose en algĂşn lugar de los cimientos, y sacudiendo los cristales de la ventana con frustraciĂłn, pero no era tan malo con Murph alrededor. HabĂ­a algo inquietante en la puesta de sol, de alguna manera parecĂ­a demasiado rojo, y una vez pensĂ© que sentĂ­a el tipo de escalofrĂ­o que normalmente se siente solo en octubre, el olor de hojas secas y vegetales podridos llenando mis fosas nasales. Pero durĂł solo un momento, asĂ­ que optĂ© por no preocuparme por eso, diciĂ©ndome a mĂ­ mismo que solo era algo en el pequeño sĂłtano debajo de nosotros, algo viejo y marchito. Al darme cuenta de que Murph estaba ganando el juego por un amplio margen, tomĂ© otra cerveza y me dije a mĂ­ mismo que debĂ­a comenzar a prestar atenciĂłn.

Las cosas empezaron a ir mal para mĂ­ cuando Sue llamĂł. No es que no estuviera feliz de saber que su pequeña tormenta habĂ­a pasado, pero la cadena de eventos que siguiĂł no fue exactamente Ăştil. Solo habĂ­a oscurecido un rato cuando sonĂł el telĂ©fono, pero Murph estaba bastante borracho en ese momento. Sorprendido de que ella lo hubiera perdonado tan rápido, dejĂł caer mi telĂ©fono celular y cerrĂł de golpe su computadora, tomando otra cerveza distraĂ­damente mientras se levantaba para dirigirse a la puerta. EmpecĂ© a preguntarle si consideraba prudente conducir en su estado, pero antes de que pudiera llegar a la puerta principal estaba arrancando la furgoneta y retrocediendo por el pequeño camino de tierra. Me lanzĂł un saludo entusiasta y gritĂł, con una sonrisa gigantesca, “¡Ella me ama!”. Y luego se alejĂł en la noche en mi camioneta.

AllĂ­ me quedĂ©. SabĂ­a que eventualmente tendrĂ­a que volver adentro, pero me quedĂ© afuera un rato. PodĂ­as ver las estrellas aquĂ­. Sin farolas, sin iluminaciĂłn artificial de ningĂşn tipo, nada que oscurezca un billĂłn de galaxias brillantes que titilan serenamente sobre mĂ­. Luego, una nube de tormenta rodĂł silenciosamente, bloqueando las estrellas como una fea manta mojada. SentĂ­ un escalofrĂ­o y volvĂ­ a captar el olor a hojas secas. PodĂ­a oler calabazas podridas. VolvĂ­ adentro.

La oscuridad dentro de la casa se habĂ­a vuelto tan espesa como el alquitrán. Mi computadora portátil estaba en el piso de la sala de estar, su brillo parpadeante contenĂ­a valientemente la negrura como la tinta, creando una pequeña isla de iluminaciĂłn y aparente seguridad. Me sentĂ© a reflexionar sobre mis circunstancias. Murphy eventualmente se darĂ­a cuenta de que me habĂ­a dejado atrás, y se sentirĂ­a como el idiota más grande del mundo cuando se diera cuenta. HabrĂ­a sido impagable ver su rostro en ese momento, pero fue suficiente para saber que eventualmente regresarĂ­a a buscarme. Mientras tanto yo tenĂ­a mi celular, mi computadora, dos bolsas de papas fritas, dos linternas y un botiquĂ­n de primeros auxilios, y siete latas de cerveza. No parecĂ­a tan malo, incluso con el fantasma del tĂ­o Jake arrastrando los pies y bloqueando la luz de las estrellas. El piso se sentĂ­a duro, asĂ­ que recogĂ­ la computadora, papas fritas y cerveza, y me acomodĂ© en el sofá. Polvoriento pero Ăştil. CerrĂ© los ojos por un momento, escuchando el silencio casi total del campo. DerramĂ© cerveza y papas fritas por todas partes cuando sonĂł el telĂ©fono.

“Oye, hombre, me siento realmente, muy estĂşpido…”
“Lo sĂ©. OlvĂ­dalo, es divertido.
“Puedo estar de vuelta por ti en un rato, hombre. Estoy en esa cabina telefĂłnica al lado del…”
“Oye, ¿sabes quĂ©, Murph? No te preocupes por eso. Ve a estar con Sue. '
¿QuĂ©...? No, no puedo dejarte ahĂ­ fuera.
“Claro que puedes, estoy bien. Maneje con cuidado y luego mañana ustedes dos pueden regresar con la camioneta”.
"¿Estás seguro, hombre?"
“SĂ­, ve a divertirte. Vuelve mañana y tráeme.
"¡Amigo, eres demasiado kewl!"

No sĂ© por quĂ© me quedĂ© esa noche. Tal vez querĂ­a que Murph y Sue estuvieran juntos. Tal vez solo querĂ­a mostrarle al tĂ­o Jake que ya no tenĂ­a nueve años. Pero cuando colguĂ© el telĂ©fono, el silencio se apoderĂł de todo. Y desde algĂşn lugar junto al rĂ­o, o desde algĂşn lugar muy dentro de mi mente, llegĂł el eco más dĂ©bil de un grito, solo por un momento.

VolvĂ­ a sentir ese extraño escalofrĂ­o de octubre en la nuca, asĂ­ que dejĂ© todo a un lado y fui a buscar un abrigo o una manta. Poco quedaba en la planta baja además del sofá, pero todavĂ­a habĂ­a algunas cajas en las dos pequeñas habitaciones de arriba, y en una de esas cajas encontrĂ© una colcha. Estaba descolorido y un poco mohoso, pero inmediatamente me sentĂ­ más cĂłmodo con Ă©l alrededor de mis hombros. RegresĂ© a mi lugar en el sofá, acerquĂ© la cerveza y las papas fritas y coloquĂ© la computadora en mi regazo. No es un mal pequeño nido en absoluto. Puede que estĂ© un poco intranquilo para dormir, pero estarĂ­a cĂłmodo hasta la mañana, le gustara al tĂ­o Jake o no. Incluso habĂ­a suficiente dinero en efectivo en mi billetera para un buen desayuno en el restaurante mañana mientras esperaba a Murph. DespuĂ©s de todo, las cosas no iban tan mal. Y gracias al celular y la computadora, TenĂ­a un universo infinito de conocimiento y entretenimiento al alcance de mi mano. Lo llamamos Internet. Asusta eso, tĂ­o Jake.

A falta de algo mejor que hacer, decidĂ­ navegar y ver si habĂ­a alguna menciĂłn de Marvinton en la red. De manera realista, no esperaba encontrar ni un ápice de informaciĂłn, ya que la poblaciĂłn de la ciudad nunca habĂ­a superado los cientos de personas, y era el tipo de lugar donde 'nunca pasa nada'. Pero para mi asombro, en realidad habĂ­a varias páginas diferentes publicadas con informaciĂłn sobre la ciudad. Estaba completamente fascinado. Mi impresiĂłn del pueblo todavĂ­a se basaba en los recuerdos de un niño. Marvinton fue a donde fuiste antes de ir a casa del tĂ­o Jake. Mamá y papá te llevaban a esa tienda de historietas realmente vieja, y allĂ­ podĂ­as conseguir todas las historietas de terror realmente buenas. Marvinton era el lugar donde conseguĂ­as helados caseros del restaurante, y la ferreterĂ­a tenĂ­a muchas maquetas geniales. Marvinton se habĂ­a sentido como una especie de lugar secreto propio, y de alguna manera me sorprendiĂł darme cuenta de que la ciudad tambiĂ©n tenĂ­a significado para los demás, y que tenĂ­a una historia larga y sombrĂ­a donde las cosas realmente sucedieron. ObservĂ© el puñado de sitios web enumerados, sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂ­a leyendo todos si la baterĂ­a de mi computadora duraba lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂ­a alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂ­a algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn. sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂ­a leyendo todos si la baterĂ­a de mi computadora aguantara lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂ­a alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂ­a algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn. sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂ­a leyendo todos si la baterĂ­a de mi computadora aguantara lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂ­a alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂ­a algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn.

Los comerciantes de pieles viajaron originalmente por el rĂ­o Walnut en 1794, mapeando el área para futuros asentamientos. Un hombre llamado Joshua Marvin fue encontrado desangrándose a la orilla del rĂ­o, con una flecha en el pecho. A su muerte unos dĂ­as despuĂ©s, los exploradores decidieron nombrar el área en su honor. AsĂ­ se nombrĂł al condado de Marvin. El asentamiento real de Marvintown comenzĂł cinco años despuĂ©s, y el pequeño pueblo creciĂł y prosperĂł durante un tiempo. Luego llegĂł el verano de 1837 y, segĂşn el texto de mi pantalla parpadeante, sucediĂł algo bastante peculiar. Durante la primera semana de julio, las temperaturas descendieron repentinamente, comenzaron las tormentas constantes, aparecĂ­a nieve con frecuencia y era evidente para todos que el verano habĂ­a terminado y el otoño habĂ­a llegado a Marvintown. Un otoño que durarĂ­a hasta el prĂłximo Invierno, destruyendo la mayorĂ­a de los cultivos,

Marvintown se convirtiĂł en un pueblo fantasma, rechazado y olvidado por todos, durante más de setenta años. Luego, en 1911, se construyĂł un ferrocarril a lo largo del rĂ­o Walnut, y un mĂ©dico llamado Thaddeus Hollister comprĂł varias parcelas de tierra en el condado de Marvin para la agricultura. Varios otros siguieron su ejemplo y el pueblo de Marvintown, ahora conocido como Marvinton gracias a un empleado ferroviario distraĂ­do, renaciĂł. Una nueva herrerĂ­a y un establo de librea pronto fueron seguidos por una tienda de comestibles, una farmacia e incluso una pequeña oficina de correos con dos empleados. En 1938 se instalaron aceras y algunas farolas. En 1943 se formĂł un departamento de bomberos voluntarios. En los años cincuenta, Marvinton habĂ­a recuperado la mayor parte de su vitalidad original y, aparentemente, no habĂ­a sufrido más eventos inusuales desde ese momento en adelante. Pero nunca habĂ­a crecido más allá de unos pocos cientos de personas,

(3. La tormenta)

LevantĂ© la vista de la pantalla de la computadora para ver la lluvia golpeando contra las ventanas. La habitaciĂłn se estaba volviendo frĂ­a, los truenos retumbaban furiosamente en la distancia mientras me cubrĂ­a con la colcha. El viento comenzĂł a sacudir las tablas sueltas del porche, gimiendo como un alma en pena mientras intentaba abrirse paso a travĂ©s de los huecos y grietas en las paredes de la cabaña. La baterĂ­a de mi computadora estaba casi agotada, asĂ­ que la apaguĂ© y dejĂ© algunos documentos sobre Marvinton sin leer. La oscuridad llenĂł la habitaciĂłn, una oscuridad tan completa que casi me sentĂ­ sofocado por ella. BusquĂ© a tientas una de las linternas, la encendĂ­ y la empujĂ© entre los cojines del sofá. ProyectĂł su familiar resplandor amarillo a travĂ©s del techo, la luz reflejada pintĂł la habitaciĂłn con un brillo tenue y espeluznante. La lluvia ahora golpeaba más fuerte contra las tejas de madera hechas jirones en algĂşn lugar por encima de mĂ­. Me invadiĂł una ola de tensiĂłn, una sĂşbita certeza de que algo estaba muy, muy mal. SentĂ­ como si una terrible pesadilla estuviera a punto de convertirse en realidad, como si algo horrible más allá de la imaginaciĂłn hubiera tomado forma fĂ­sica y se precipitara salvajemente hacia mĂ­. Lanzo mi mirada en todas direcciones, resentida conmigo misma por sentirme tan profundamente asustada.

“¡Ya no me asustas, tĂ­o Jake! ¿Me escuchas? AsĂ­ que FUÉRATE, viejo asqueroso. ¡Ya no tengo miedo!"

Y fue entonces cuando comenzaron los golpes en la puerta principal.

La tormenta se habĂ­a vuelto increĂ­blemente violenta, el viento aullaba contra la casita desgastada. La lluvia caĂ­a a cántaros en oleadas aparentemente interminables, como si estuviera ansiosa por ahogar todo lo que aĂşn pudiera permanecer vivo. Y por encima del rugido del trueno casi constante, por encima de los crujidos y gemidos de la cabaña resistiendo desafiantemente este ataque de la naturaleza, por encima incluso del sonido ensordecedor de la lluvia, llegaron los golpes. La puerta de entrada se estremeciĂł con cada golpe, el pomo y el pestillo tintinearon en señal de protesta. De repente me di cuenta de lo pequeña que era la habitaciĂłn, de lo cerca que estaba de la puerta principal y de lo que fuera o lo que fuera que estaba ahora afuera en el porche.

Una parte de mi mente comenzĂł a insistir en que me alejara de la puerta y me acurrucara en la esquina más alejada, tal vez me cubriera con la colcha para que el monstruo de afuera no me viera. Pero otra parte de mi mente se estaba enojando. DespuĂ©s de todo, insistĂ­a, YA NO TENĂŤA nueve años, y NO HABĂŤA nada que temer, no habĂ­a realmente fantasmas, demonios o monstruos, solo habĂ­a gente mala como el tĂ­o Jake, y de repente yo Estaba de pie y caminando hacia la puerta principal, mi mano alcanzando la perilla de latĂłn antiguo que traqueteaba.

Cuando el pestillo se abriĂł, una pequeña voz en la parte posterior de mi cabeza comenzĂł a gritar que no es demasiado tarde, no abras la puerta, solo dĂ©jala cerrada y todo estará bien, desaparecerá si no abres. la puerta no la abras oh por favor oh por favor no… AbrĂ­ la puerta. Y la forma oscura del otro lado se abalanzĂł hacia mĂ­.

TropecĂ© hacia atrás horrorizado, pero la figura sombrĂ­a se detuvo en el umbral como si no pudiera o no quisiera entrar en la cabaña. Dos manos pálidas surgieron de las profundidades de la tĂşnica oscura para agarrar la capucha empapada por la lluvia y retirarla. Vi de pie ante mĂ­ a una de las jĂłvenes más hermosas que he visto en mi vida, aunque sus facciones estaban distorsionadas por lo que parecĂ­a el más puro terror. Y cuando hablĂł, la desesperaciĂłn en su voz me helĂł hasta la mĂ©dula.

"Por favor, por favor, amable señor, se lo ruego... ¿tiene una lámpara?"
Mi mente sobresaltada comenzĂł a tratar desesperadamente de dar sentido a esta extraña situaciĂłn. ¿Una lámpara? EchĂ© un vistazo a la fea lámpara de cerámica cerca de la puerta, la voz en el fondo de mi mente insistĂ­a en que era un tonto, que la lámpara no podĂ­a ayudarla porque no habĂ­a energĂ­a. Luego, una parte más organizada de mi cerebro se hizo cargo.
"¿Estás herido? ¡Sal de la tormenta y dĂ©jame ayudarte!”

Esa voz en la parte posterior de mi cráneo me exigĂ­a saber quĂ© iba a hacer si ella estaba herida... No tenĂ­a formaciĂłn mĂ©dica ni vehĂ­culo para llevarla a un mĂ©dico. MirĂ© el pequeño botiquĂ­n de primeros auxilios de plástico con incertidumbre.
“¡No, no, por favor, debo darme prisa! ¡Ă‰l me espera y no debo dejar de encontrarme con Ă©l! ¡Pero está oscuro y temo perderme! Oh, por favor, amable señor, ¿no tiene usted una lámpara que pueda usar? Una simple lámpara para guiar mi camino, ¿no puedes proporcionarme simplemente esto?

Su significado de repente me golpeĂł... una linterna, una linterna. Mi instinto fue empujarla adentro, protegerla de la furiosa tormenta. Pero parecĂ­a ilesa fĂ­sicamente y habĂ­a hablado de encontrarse con alguien. Seguramente cuidarĂ­a de ella y la mantendrĂ­a a salvo, quienquiera que fuera. Dado que aparentemente habĂ­a llegado a la cabaña a pie, debĂ­a ser de algĂşn lugar cercano, y el hombre con el que corrĂ­a para encontrarse tambiĂ©n debĂ­a estar en algĂşn lugar cercano. Me preguntĂ© quĂ© podrĂ­a haberla alarmado tanto; parecĂ­a tan completamente aterrorizada. Pero no parecĂ­a haber nada que pudiera hacer para ayudar, aparte de proporcionarle una luz para que no se perdiera en la tormenta. Me volvĂ­ desde la puerta para agarrar la linterna extra.

El tĂ­o Jake habĂ­a fumado en pipa a menudo, y estaba casi seguro de que percibĂ­ el mal olor de su tabaco cuando encendĂ­ la luz. Lo encendĂ­ y me volvĂ­ hacia la puerta, extendiendo mi brazo hacia mi extraño visitante encapuchado. De repente, una mano pareciĂł agarrar mi brazo, una mano que se sentĂ­a como las manos secas como garras del tĂ­o Jake se habĂ­an sentido clavándose en mis costillas mientras me sostenĂ­a para ver la parte superior de Table Rock. Pero esta vez esas horribles garras encallecidas parecĂ­an estar tratando de retener mi brazo, tratando de evitar que le diera la linterna a esta pobre niña asustada. SentĂ­ una segunda mano áspera sobre mi antebrazo, tirando con fuerza. Mi ira y frustraciĂłn surgieron rugiendo desde algĂşn lugar muy dentro de mĂ­, y liberĂ© mi brazo de esas garras marchitas.

Lanzándome hacia la puerta, puse la linterna en las manos de la forma encapuchada que esperaba allĂ­. Su sonrisa de gratitud fue como un rayo de sol momentáneo. Y luego ella estaba dando la espalda a la puerta, tirando de la capucha sobre su cabeza mientras salĂ­a del porche y salĂ­a a la lluvia torrencial. Me quedĂ© mirando por un momento mientras bajaba por el pequeño camino de tierra que seguĂ­a al rĂ­o. A travĂ©s de las cortinas de lluvia vi el haz de luz de la linterna moviĂ©ndose rápidamente cuando llegĂł a la curva del camino, donde giraba para hundirse entre los árboles. La luz fue visible por unos momentos moviĂ©ndose hacia el rĂ­o, y luego fue tragada por la oscuridad.

Me quedĂ© mirando la tormenta un rato y luego me di cuenta de que no habĂ­a nada más que hacer, asĂ­ que cerrĂ© la puerta. Una sensaciĂłn de calma comenzaba a apoderarse de mĂ­, y la tormenta parecĂ­a perder su intensidad, su determinaciĂłn, con cada minuto que pasaba. Cuando me di la vuelta hacia el sofá, mi pie pisĂł algo delgado y quebradizo, algo que hizo un crujido seco cuando di un paso adelante. MirĂ© hacia abajo para ver varias hojas grandes y secas que habĂ­an volado mientras la puerta estaba abierta. De color amarillo brillante y naranja a la tenue luz de la Ăşnica linterna que me quedaba, yacĂ­an esparcidos como trozos de pergamino antiguo. Una voz en la parte de atrás de mi cabeza comenzĂł a insistir en que esto no tenĂ­a sentido porque era pleno verano y no habĂ­a hojas amarillas y anaranjadas secas flotando en medio del verano, esto es extraño, presta atenciĂłn.

Pero de repente me sentĂ­ completamente exhausto y lo Ăşnico que me importaba era llegar al sofá. Me envolvĂ­ en la colcha desteñida y la calma me rodeĂł. La tormenta era ahora poco más que una suave lluvia de verano. El tenue brillo de mi linterna pareciĂł suavizar todo, y por primera vez esta habitaciĂłn se sintiĂł vacĂ­a. NingĂşn rastro del tabaco del tĂ­o Jake, ningĂşn rastro de su ira y desaprobaciĂłn, ninguna sombra de su resentimiento y amargura... ningĂşn tĂ­o Jake. Solo una vieja habitaciĂłn polvorienta en una vieja granja vacĂ­a. PensĂ© en mi extraña visitante y en cĂłmo sonriĂł cuando le di la linterna extra. Claro, me alegro de tener uno de sobra. CerrĂ© los ojos con una sensaciĂłn de profunda satisfacciĂłn. DormĂ­.
Los gritos eran exactamente como ese dĂ­a cuando tenĂ­a nueve años. Mi sueño habĂ­a sido interrumpido por un brillante relámpago, que pintĂł todo en el duro blanco y negro de una pelĂ­cula de terror antigua. Luego vino la explosiĂłn masiva del trueno. SacudiĂł los cimientos mismos de la casa, sacudiĂł el suelo mismo y dejĂł la estructura de la cabaña temblando como si estuviera a punto de derrumbarse. Y luego comenzaron los gritos, esos mismos gritos horribles que nunca habĂ­a sido capaz de olvidar, esos gritos que habĂ­an llenado mis pesadillas infantiles. Se desvanecieron en el gemido del viento mientras yo estaba sentado sudando de miedo en la oscuridad.

No puedo decir cuánto tiempo me sentĂ© aterrorizado. Pero eventualmente salĂ­ de la cabaña y me dirigĂ­ por el camino hacia el rĂ­o, apenas consciente del viento y la lluvia en mi repentino pánico. ¿La habĂ­an matado? ¿LleguĂ© demasiado tarde para salvarla? CorrĂ­ hasta la orilla del rĂ­o y me quedĂ© temblando ante esa horrible abominaciĂłn de piedra. De mi visitante no pude encontrar rastro. El balbuceo sin sentido del rĂ­o parecĂ­a burlarse de mĂ­ mientras regresaba a la cabaña.

(4. Mesa Roca)

Murphy y Su llegaron poco despuĂ©s del amanecer y me encontraron esperando en el porche delantero. Tuvimos un desayuno alegre en el Diner en Marvinton, y creo que fingĂ­ un buen humor lo suficientemente bien como para engañarlos. Luego nos dirigimos hacia los campos de maĂ­z, la feliz pareja charlaba en los asientos delanteros mientras yo conectaba mi telĂ©fono y la computadora portátil de Murph. TodavĂ­a habĂ­a un par de sitios web de Marvinton que no habĂ­a revisado. Entre esos Ăşltimos sitios web encontrĂ© el siguiente artĂ­culo:

NOTICIAS DEL CONDADO DE MARVIN - Reportado a la Gaceta del Condado de Marvin por Harlan Lamont, este 3 de agosto de 1837 -
BRUJA ASESINADA EN MARVINTOWNE: los ciudadanos del municipio de Marvin informaron la muerte de Samantha Collins, quien fue acusada de brujerĂ­a en esa provincia. Un otoño temprano ha caĂ­do sobre todo el condado de Marvin, arrasando cultivos y ganado. Se dice que hay pruebas de que la señorita Collins intencionalmente y con intenciones dañinas hizo que las estaciones cambiaran de forma antinatural mediante el uso de brujerĂ­a y hechicerĂ­a. La enfermedad abunda entre la gente del pueblo, y varios han perecido. Samantha Collins, al ser declarada culpable de brujerĂ­a, fue encerrada en prisiĂłn el 31 de julio de este año 1837.
La señorita Collins escapĂł del confinamiento mediante el aparente uso de fuerzas antinaturales. En la noche del 1 de agosto, se vio a la señorita Collins corriendo hacia una configuraciĂłn de piedra local conocida como Table Rock. Se dice que la señorita Collins, a sabiendas, tenĂ­a la intenciĂłn de reunirse con el Diablo en este lugar. Un grupo de agentes del condado pudo seguir a la señorita Collins a la luz de su lámpara, que se decĂ­a que tenĂ­a un brillo antinatural. Se vio a la señorita Collins, al llegar a Table Rock, subirse a la configuraciĂłn de piedra y comenzar a cantar palabras desconocidas para todos los que las escucharon. Cuando los agentes se acercaron a la formaciĂłn rocosa, se informa que un rayo golpeĂł el centro de Table Rock tres veces en rápida sucesiĂłn. La figura carbonizada de Samantha Collins se desvaneciĂł con el Ăşltimo rayo, sin dejar evidencia de que alguna vez estuvo allĂ­.
Junto al rĂ­o Walnut se encontrĂł la lámpara de Samantha Collins, que se considerĂł como la Ăşltima prueba absoluta de su uso ilegal de la brujerĂ­a. Se decĂ­a que la lámpara estaba hecha de una sustancia no natural, y se afirma que la lámpara ardĂ­a con una luz intensa pero no emitĂ­a calor. En lugar de una llama, se decĂ­a que la lámpara contenĂ­a una pequeña cuenta de vidrio en cuyo interior brillaba una estrella en miniatura. Se dice que la luz de esta lámpara brillĂł hasta la noche siguiente, momento en el que se desvaneciĂł lentamente, lo que consideramos una prueba de que el espĂ­ritu persistente de la bruja finalmente se fue. La gente del pueblo destruyĂł con Ă©xito la lámpara con fuego.

Dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Dicen que ninguna buena acciĂłn queda sin castigo. Dicen muchas cosas. Pero hay una casita en las afueras de Marvinton que puedes comprar bastante barata, si te interesa. Incluye un viejo sofá y puedes guardar lo que encuentres en las cajas de arriba. Si te encuentras con algo más… bueno, tambiĂ©n puedes quedártelo.

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