Supongo que podrĂa echarle la culpa a Murphy. Tuvo otra pelea con Sue y ella lo echĂł de nuevo. No habĂa ninguna duda en mi mente acerca de si se reconciliarĂan, pero tambiĂ©n sabĂa que pasarĂan al menos dos o tres dĂas antes de que se calmaran y resolvieran las cosas. AsĂ que le ofrecĂ a mi viejo amigo Murph un viaje gratis a Kansas para visitar al fantasma.
El fantasma en cuestiĂłn era mi tĂo Jake. HabĂa fallecido el invierno anterior y, al no tener hijos propios, me habĂa dejado su pequeña casa de campo. Estoy seguro de que lo hizo por un sentido de la propiedad, considerando que el curso de acciĂłn dictarĂa la tradiciĂłn. El tĂo Jake creĂa firmemente en la tradiciĂłn. Pero no era un tipo muy agradable y esperaba vender la cabaña lo antes posible. Cualquier nociĂłn de vivir allĂ se disipĂł rápidamente despuĂ©s de mi primera visita para inspeccionar la propiedad. La casa en sĂ se habĂa deteriorado gravemente, y el área circundante se habĂa vuelto horriblemente cubierta de maleza. Era casi como si el bosque detrás de la propiedad se extendiera para sofocar la vivienda y arrastrarla de vuelta a la maleza oscura. Y por supuesto, estaba el fantasma.
No pretendo dar a entender que habĂa una forma oscura acechando en la ventana, o una forma humeante subiendo la escalera. Ni tenues nubes de vapor flotando por el pasillo, ni orbes brillantes, nada de eso. Esos tipos de fenĂłmenos habrĂan sido mucho más preferibles, porque entonces podrĂas señalarlos y decir '¡AllĂ! ¡AhĂ está!" TendrĂas un punto en el espacio del que comenzar a alejarte. Pero asĂ no era en absoluto el fantasma del tĂo Jake. Era una presencia que llenaba todas las habitaciones a la vez, mirando desde todas las ventanas simultáneamente, contaminando el aire con una sensaciĂłn de desesperanza y frustraciĂłn. Su amargura y resentimiento flotaban como una nube venenosa alrededor de la propiedad, y mi Ăşnico deseo era encontrar un comprador y deshacerme del lugar lo más rápido posible.
Desafortunadamente, primero tuve que sacar todos los muebles y posesiones del tĂo Jake. DespuĂ©s de varios dĂas de trabajo, casi todo habĂa sido empacado y transportado. Pero todavĂa quedaban varios muebles y cosas variadas cuando decidĂ que habĂa soportado toda la tristeza y la inquietud que podĂa soportar por un tiempo. AsĂ que cerrĂ© el lugar y regresĂ© a mi apartamento. Dos semanas despuĂ©s, Murphy apareciĂł para decirme que Sue ya no lo amaba y que el mundo entero se estaba acabando y ¿por quĂ© no lo perdonarĂa, por quĂ©, por quĂ©, por quĂ©?
Mi valoraciĂłn inmediata del asunto fue que Murphy necesitaba un fin de semana bebiendo en exceso y un largo viaje en coche por las áridas llanuras de Kansas para arreglar las cosas. La cabaña del tĂo Jake parecĂa el destino ideal, ya que Murph podrĂa ayudarme a cargar el resto de los muebles, además de evitarme tener que estar solo en el lugar nuevamente, y estarĂa un paso más cerca de vender la cabaña, fantasmas. y todo, a algĂşn otro pobre idiota. AsĂ que el sábado por la mañana nos amontonamos en mi vieja y maltrecha camioneta, tocamos base en una licorerĂa local y en un puesto de tacos, y luego nos dirigimos hacia ese ondulante ocĂ©ano de maĂz que es Kansas.
Conducir por Kansas en pleno verano es una experiencia peculiar. Te deslizas a travĂ©s de suaves colinas onduladas, pintorescas pequeñas granjas y graneros que salpican el paisaje, observando las sombras de ondulantes bancos de nubes blancas a medida que avanzan por los prados. Pero luego la tierra se vuelve más plana y te encuentras entre los campos de maĂz. Los árboles crecen cada vez menos hasta que los pocos que quedan parecen viajeros varados, queriendo huir pero sin saber en quĂ© direcciĂłn. AquĂ y allá se pueden ver silos de grano que se elevan sobre el maĂz, pero se mantienen bastante alejados del camino, como si quisieran mantener su distancia y sus secretos de cualquier viajero que pase. El propio maĂz parece permitir el paso del camino sĂłlo a regañadientes. Susurra contra los postes de la cerca, se agita en el horizonte, suspirando interminablemente como si el pavimento que lo atraviesa fuera de alguna manera doloroso, y de alguna manera resentido. El viajero comienza a sentirse incĂłmodo, y se establece una sensaciĂłn de aislamiento e impotencia. Los interminables campos parecen reducir su velocidad a un paso tortuoso, y cualquiera que haya sido el destino original, ese pequeño pueblo o aldea, con su gasolinera. estaciones, cafĂ©s y máquinas expendedoras de refrescos, ahora parece el Ăşltimo bastiĂłn de la humanidad que se yergue desafiante entre un mar interminable de tallos de maĂz, ofreciendo seguridad, consuelo y esperanza, si uno puede alcanzarlo. Y de repente... y cualquiera que haya sido el destino original, ese pequeño pueblo o aldea, con sus estaciones de servicio, cafĂ©s y máquinas expendedoras de refrescos, ahora parece el Ăşltimo bastiĂłn de la humanidad que se yergue desafiante entre un mar interminable de tallos de maĂz, ofreciendo seguridad, consuelo y esperanza, si uno solo puede alcanzarlo. Y de repente... y cualquiera que haya sido el destino original, ese pequeño pueblo o aldea, con sus estaciones de servicio, cafĂ©s y máquinas expendedoras de refrescos, ahora parece el Ăşltimo bastiĂłn de la humanidad que se yergue desafiante entre un mar interminable de tallos de maĂz, ofreciendo seguridad, consuelo y esperanza, si uno solo puede alcanzarlo. Y de repente...
De repente, ese pequeño punto verde en el horizonte se convierte en un grupo de arces que corren hacia ti, y se les unen varios carteles que te invitan a comer una hamburguesa en Fran's Cafe y comprar unas botas nuevas en The Cattleman's Store. Las paredes inflexibles de maĂz en realidad caen a ambos lados y se puede ver claramente el bosque que sigue al rĂo. Viejos robles y álamos comienzan a bordear el camino, filtrando la luz del sol en algo más allá de lo mágico, y te encuentras atravesando un pequeño pueblo idĂlico que probablemente no ha cambiado mucho en los Ăşltimos cincuenta o sesenta años. O tal vez más. Marvinton era ese tipo de ciudad, y tanto Murphy como yo estábamos encantados de descubrir que habĂamos llegado allĂ.
Echamos un vistazo alrededor de la ferreterĂa y la pequeña tienda de comestibles Mom and Pop en la esquina, y luego cruzamos la calle hasta el restaurante y comimos unos bistecs increĂbles. Luego vinieron unas cuantas cervezas en el bar de la esquina, The Rolling Stones y Johnny Cash tocando en la máquina de discos al otro lado de la habitaciĂłn mientras dos granjeros jugaban la Ăşltima ronda de billar de cinco dĂłlares. DespuĂ©s de eso, nos arrastramos de regreso a mi camioneta y nos sentamos a considerar la situaciĂłn. Realmente no habĂa nada más que hacer en la ciudad. No tenĂa sentido negarlo... era hora de ir a la casa del tĂo Jake. Fuera por Table Rock. ¿MencionĂ© Table Rock?
La ciudad de Marvinton se encontraba aproximadamente a media milla del rĂo Walnut, y un camino de tierra bien transitado conducĂa al bosque que siempre ocultaba el agua de la luz del sol. Un camino más pequeño y menos transitado siguiĂł a lo largo del borde del bosque, extendiĂ©ndose para llegar a varias pequeñas granjas construidas cerca del rĂo. La Ăşltima de estas granjas fue la del tĂo Jake. Pero el pequeño camino de tierra continuĂł, serpenteando a travĂ©s de la maleza durante varios cientos de metros antes de girar abruptamente y hundirse hacia el rĂo. Luego desapareciĂł entre la espesa lĂnea de árboles, pero cualquiera lo suficientemente valiente como para seguirlo descubrirĂa que, de hecho, llegaba hasta las orillas del rĂo. Y al final de ese pequeño camino de tierra, esperando como un horrible reptil salvaje de hace un millĂłn de años, estaba sentado Table Rock.
SegĂşn el tĂo Jake, las tribus Chippewa habĂan considerado la formaciĂłn de piedra embrujada y maldita mucho antes de que llegaran los colonos blancos. La gente de Marvinton siempre habĂa evitado la cosa, contando historias de apariciones y sucesos peculiares en el área. Y aunque cada vez que mis padres me llevaban a visitar al tĂo Jake seguramente serĂa un mal momento, el peor fue sin duda el momento en que decidiĂł mostrarme Table Rock. SintiĂł que tener nueve años era demasiado para tenerle miedo a los fantasmas, asĂ que un dĂa me llevĂł por ese viejo camino de tierra y más o menos me arrastrĂł hasta los árboles y hasta la orilla del rĂo.
Table Rock era enorme, una piedra extrañamente rectangular, fácilmente veinte pies de ancho y diez pies de largo, sus lados grises erosionados estaban cubiertos de lĂquenes y musgo. Se elevaba aproximadamente siete pies, y su parte superior, que estaba muy por encima de la vista de un niño de nueve años, parecĂa casi perfectamente plana. El tĂo Jake me sostuvo por encima de su cabeza por un momento para que pudiera ver por encima de los lados. La piedra se habĂa desgastado hasta adquirir un color completamente blanco en la parte superior, y desde su centro se extendĂa un feo patrĂłn oscuro y carbonizado, como si un rayo, o tal vez muchos, hubieran caĂdo violentamente en el centro exacto de la piedra. Me estremecĂ y el tĂo Jake se riĂł en voz baja, haciĂ©ndome bajar para correr aterrorizado de regreso a la cabaña.
DespuĂ©s de ese incidente, mis padres comenzaron a dejarme con una niñera cuando visitaban al tĂo Jake, y sospecho que se sintieron tan aliviados como yo cuando mis pesadillas sobre Table Rock finalmente comenzaron a disminuir. Pero nunca pude explicarles completamente sobre la cruda intensidad de esas pesadillas, el puro horror de saber que no es un sueño, es real, despiĂ©rtame, es real, la van a matar, despiĂ©rtame, ¡es REAL! !! Bueno, ya sabes cĂłmo son las pesadillas. Pero los mĂos eran difĂciles de sacudir, porque cuando el tĂo Jake me levantĂł para ver la parte superior de Table Rock, todo se quedĂł en silencio por un momento. Los pájaros habĂan dejado de cantar, el viento habĂa cesado e incluso el rĂo parecĂa silenciarse por la anticipaciĂłn. Y luego la escuchĂ© gritar. Nunca podrĂa describir el horror desgarrador de sus gritos,
(2. En la cabaña)
Murphy y yo llegamos a la cabaña del tĂo Jake cuando el sol comenzaba a ponerse. Agarramos todo lo que valĂa la pena de la parte trasera de la camioneta y esparcimos nuestros artĂculos de supervivencia en el medio del piso de la sala de estar. Además del viejo sofá destartalado de la habitaciĂłn y una vieja lámpara de cerámica que estaba junto a la puerta, ahora tenĂamos a nuestra disposiciĂłn una hielera llena de cerveza, dos computadoras portátiles, mi telĂ©fono celular, dos linternas de plástico baratas, un botiquĂn de primeros auxilios y siete bolsas grandes de papas fritas. Estábamos listos para beber y jugar juegos de computadora hasta que Sue llamĂł para decir que Murph podĂa volver a casa, o hasta el domingo, lo que ocurriera primero. PodĂa sentir el fantasma enojado del tĂo Jake moviĂ©ndose en algĂşn lugar de los cimientos, y sacudiendo los cristales de la ventana con frustraciĂłn, pero no era tan malo con Murph alrededor. HabĂa algo inquietante en la puesta de sol, de alguna manera parecĂa demasiado rojo, y una vez pensĂ© que sentĂa el tipo de escalofrĂo que normalmente se siente solo en octubre, el olor de hojas secas y vegetales podridos llenando mis fosas nasales. Pero durĂł solo un momento, asĂ que optĂ© por no preocuparme por eso, diciĂ©ndome a mĂ mismo que solo era algo en el pequeño sĂłtano debajo de nosotros, algo viejo y marchito. Al darme cuenta de que Murph estaba ganando el juego por un amplio margen, tomĂ© otra cerveza y me dije a mĂ mismo que debĂa comenzar a prestar atenciĂłn.
Las cosas empezaron a ir mal para mĂ cuando Sue llamĂł. No es que no estuviera feliz de saber que su pequeña tormenta habĂa pasado, pero la cadena de eventos que siguiĂł no fue exactamente Ăştil. Solo habĂa oscurecido un rato cuando sonĂł el telĂ©fono, pero Murph estaba bastante borracho en ese momento. Sorprendido de que ella lo hubiera perdonado tan rápido, dejĂł caer mi telĂ©fono celular y cerrĂł de golpe su computadora, tomando otra cerveza distraĂdamente mientras se levantaba para dirigirse a la puerta. EmpecĂ© a preguntarle si consideraba prudente conducir en su estado, pero antes de que pudiera llegar a la puerta principal estaba arrancando la furgoneta y retrocediendo por el pequeño camino de tierra. Me lanzĂł un saludo entusiasta y gritĂł, con una sonrisa gigantesca, “¡Ella me ama!”. Y luego se alejĂł en la noche en mi camioneta.
AllĂ me quedĂ©. SabĂa que eventualmente tendrĂa que volver adentro, pero me quedĂ© afuera un rato. PodĂas ver las estrellas aquĂ. Sin farolas, sin iluminaciĂłn artificial de ningĂşn tipo, nada que oscurezca un billĂłn de galaxias brillantes que titilan serenamente sobre mĂ. Luego, una nube de tormenta rodĂł silenciosamente, bloqueando las estrellas como una fea manta mojada. SentĂ un escalofrĂo y volvĂ a captar el olor a hojas secas. PodĂa oler calabazas podridas. VolvĂ adentro.
La oscuridad dentro de la casa se habĂa vuelto tan espesa como el alquitrán. Mi computadora portátil estaba en el piso de la sala de estar, su brillo parpadeante contenĂa valientemente la negrura como la tinta, creando una pequeña isla de iluminaciĂłn y aparente seguridad. Me sentĂ© a reflexionar sobre mis circunstancias. Murphy eventualmente se darĂa cuenta de que me habĂa dejado atrás, y se sentirĂa como el idiota más grande del mundo cuando se diera cuenta. HabrĂa sido impagable ver su rostro en ese momento, pero fue suficiente para saber que eventualmente regresarĂa a buscarme. Mientras tanto yo tenĂa mi celular, mi computadora, dos bolsas de papas fritas, dos linternas y un botiquĂn de primeros auxilios, y siete latas de cerveza. No parecĂa tan malo, incluso con el fantasma del tĂo Jake arrastrando los pies y bloqueando la luz de las estrellas. El piso se sentĂa duro, asĂ que recogĂ la computadora, papas fritas y cerveza, y me acomodĂ© en el sofá. Polvoriento pero Ăştil. CerrĂ© los ojos por un momento, escuchando el silencio casi total del campo. DerramĂ© cerveza y papas fritas por todas partes cuando sonĂł el telĂ©fono.
“Oye, hombre, me siento realmente, muy estĂşpido…”
“Lo sĂ©. OlvĂdalo, es divertido.
“Puedo estar de vuelta por ti en un rato, hombre. Estoy en esa cabina telefĂłnica al lado del…”
“Oye, ¿sabes quĂ©, Murph? No te preocupes por eso. Ve a estar con Sue. '
¿QuĂ©...? No, no puedo dejarte ahĂ fuera.
“Claro que puedes, estoy bien. Maneje con cuidado y luego mañana ustedes dos pueden regresar con la camioneta”.
"¿Estás seguro, hombre?"
“SĂ, ve a divertirte. Vuelve mañana y tráeme.
"¡Amigo, eres demasiado kewl!"
No sĂ© por quĂ© me quedĂ© esa noche. Tal vez querĂa que Murph y Sue estuvieran juntos. Tal vez solo querĂa mostrarle al tĂo Jake que ya no tenĂa nueve años. Pero cuando colguĂ© el telĂ©fono, el silencio se apoderĂł de todo. Y desde algĂşn lugar junto al rĂo, o desde algĂşn lugar muy dentro de mi mente, llegĂł el eco más dĂ©bil de un grito, solo por un momento.
VolvĂ a sentir ese extraño escalofrĂo de octubre en la nuca, asĂ que dejĂ© todo a un lado y fui a buscar un abrigo o una manta. Poco quedaba en la planta baja además del sofá, pero todavĂa habĂa algunas cajas en las dos pequeñas habitaciones de arriba, y en una de esas cajas encontrĂ© una colcha. Estaba descolorido y un poco mohoso, pero inmediatamente me sentĂ más cĂłmodo con Ă©l alrededor de mis hombros. RegresĂ© a mi lugar en el sofá, acerquĂ© la cerveza y las papas fritas y coloquĂ© la computadora en mi regazo. No es un mal pequeño nido en absoluto. Puede que estĂ© un poco intranquilo para dormir, pero estarĂa cĂłmodo hasta la mañana, le gustara al tĂo Jake o no. Incluso habĂa suficiente dinero en efectivo en mi billetera para un buen desayuno en el restaurante mañana mientras esperaba a Murph. DespuĂ©s de todo, las cosas no iban tan mal. Y gracias al celular y la computadora, TenĂa un universo infinito de conocimiento y entretenimiento al alcance de mi mano. Lo llamamos Internet. Asusta eso, tĂo Jake.
A falta de algo mejor que hacer, decidĂ navegar y ver si habĂa alguna menciĂłn de Marvinton en la red. De manera realista, no esperaba encontrar ni un ápice de informaciĂłn, ya que la poblaciĂłn de la ciudad nunca habĂa superado los cientos de personas, y era el tipo de lugar donde 'nunca pasa nada'. Pero para mi asombro, en realidad habĂa varias páginas diferentes publicadas con informaciĂłn sobre la ciudad. Estaba completamente fascinado. Mi impresiĂłn del pueblo todavĂa se basaba en los recuerdos de un niño. Marvinton fue a donde fuiste antes de ir a casa del tĂo Jake. Mamá y papá te llevaban a esa tienda de historietas realmente vieja, y allĂ podĂas conseguir todas las historietas de terror realmente buenas. Marvinton era el lugar donde conseguĂas helados caseros del restaurante, y la ferreterĂa tenĂa muchas maquetas geniales. Marvinton se habĂa sentido como una especie de lugar secreto propio, y de alguna manera me sorprendiĂł darme cuenta de que la ciudad tambiĂ©n tenĂa significado para los demás, y que tenĂa una historia larga y sombrĂa donde las cosas realmente sucedieron. ObservĂ© el puñado de sitios web enumerados, sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂa leyendo todos si la baterĂa de mi computadora duraba lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂa alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂa algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn. sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂa leyendo todos si la baterĂa de mi computadora aguantara lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂa alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂa algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn. sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂa leyendo todos si la baterĂa de mi computadora aguantara lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂa alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂa algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn.
Table Rock era enorme, una piedra extrañamente rectangular, fácilmente veinte pies de ancho y diez pies de largo, sus lados grises erosionados estaban cubiertos de lĂquenes y musgo. Se elevaba aproximadamente siete pies, y su parte superior, que estaba muy por encima de la vista de un niño de nueve años, parecĂa casi perfectamente plana. El tĂo Jake me sostuvo por encima de su cabeza por un momento para que pudiera ver por encima de los lados. La piedra se habĂa desgastado hasta adquirir un color completamente blanco en la parte superior, y desde su centro se extendĂa un feo patrĂłn oscuro y carbonizado, como si un rayo, o tal vez muchos, hubieran caĂdo violentamente en el centro exacto de la piedra. Me estremecĂ y el tĂo Jake se riĂł en voz baja, haciĂ©ndome bajar para correr aterrorizado de regreso a la cabaña.
DespuĂ©s de ese incidente, mis padres comenzaron a dejarme con una niñera cuando visitaban al tĂo Jake, y sospecho que se sintieron tan aliviados como yo cuando mis pesadillas sobre Table Rock finalmente comenzaron a disminuir. Pero nunca pude explicarles completamente sobre la cruda intensidad de esas pesadillas, el puro horror de saber que no es un sueño, es real, despiĂ©rtame, es real, la van a matar, despiĂ©rtame, ¡es REAL! !! Bueno, ya sabes cĂłmo son las pesadillas. Pero los mĂos eran difĂciles de sacudir, porque cuando el tĂo Jake me levantĂł para ver la parte superior de Table Rock, todo se quedĂł en silencio por un momento. Los pájaros habĂan dejado de cantar, el viento habĂa cesado e incluso el rĂo parecĂa silenciarse por la anticipaciĂłn. Y luego la escuchĂ© gritar. Nunca podrĂa describir el horror desgarrador de sus gritos,
(2. En la cabaña)
Murphy y yo llegamos a la cabaña del tĂo Jake cuando el sol comenzaba a ponerse. Agarramos todo lo que valĂa la pena de la parte trasera de la camioneta y esparcimos nuestros artĂculos de supervivencia en el medio del piso de la sala de estar. Además del viejo sofá destartalado de la habitaciĂłn y una vieja lámpara de cerámica que estaba junto a la puerta, ahora tenĂamos a nuestra disposiciĂłn una hielera llena de cerveza, dos computadoras portátiles, mi telĂ©fono celular, dos linternas de plástico baratas, un botiquĂn de primeros auxilios y siete bolsas grandes de papas fritas. Estábamos listos para beber y jugar juegos de computadora hasta que Sue llamĂł para decir que Murph podĂa volver a casa, o hasta el domingo, lo que ocurriera primero. PodĂa sentir el fantasma enojado del tĂo Jake moviĂ©ndose en algĂşn lugar de los cimientos, y sacudiendo los cristales de la ventana con frustraciĂłn, pero no era tan malo con Murph alrededor. HabĂa algo inquietante en la puesta de sol, de alguna manera parecĂa demasiado rojo, y una vez pensĂ© que sentĂa el tipo de escalofrĂo que normalmente se siente solo en octubre, el olor de hojas secas y vegetales podridos llenando mis fosas nasales. Pero durĂł solo un momento, asĂ que optĂ© por no preocuparme por eso, diciĂ©ndome a mĂ mismo que solo era algo en el pequeño sĂłtano debajo de nosotros, algo viejo y marchito. Al darme cuenta de que Murph estaba ganando el juego por un amplio margen, tomĂ© otra cerveza y me dije a mĂ mismo que debĂa comenzar a prestar atenciĂłn.
Las cosas empezaron a ir mal para mĂ cuando Sue llamĂł. No es que no estuviera feliz de saber que su pequeña tormenta habĂa pasado, pero la cadena de eventos que siguiĂł no fue exactamente Ăştil. Solo habĂa oscurecido un rato cuando sonĂł el telĂ©fono, pero Murph estaba bastante borracho en ese momento. Sorprendido de que ella lo hubiera perdonado tan rápido, dejĂł caer mi telĂ©fono celular y cerrĂł de golpe su computadora, tomando otra cerveza distraĂdamente mientras se levantaba para dirigirse a la puerta. EmpecĂ© a preguntarle si consideraba prudente conducir en su estado, pero antes de que pudiera llegar a la puerta principal estaba arrancando la furgoneta y retrocediendo por el pequeño camino de tierra. Me lanzĂł un saludo entusiasta y gritĂł, con una sonrisa gigantesca, “¡Ella me ama!”. Y luego se alejĂł en la noche en mi camioneta.
AllĂ me quedĂ©. SabĂa que eventualmente tendrĂa que volver adentro, pero me quedĂ© afuera un rato. PodĂas ver las estrellas aquĂ. Sin farolas, sin iluminaciĂłn artificial de ningĂşn tipo, nada que oscurezca un billĂłn de galaxias brillantes que titilan serenamente sobre mĂ. Luego, una nube de tormenta rodĂł silenciosamente, bloqueando las estrellas como una fea manta mojada. SentĂ un escalofrĂo y volvĂ a captar el olor a hojas secas. PodĂa oler calabazas podridas. VolvĂ adentro.
La oscuridad dentro de la casa se habĂa vuelto tan espesa como el alquitrán. Mi computadora portátil estaba en el piso de la sala de estar, su brillo parpadeante contenĂa valientemente la negrura como la tinta, creando una pequeña isla de iluminaciĂłn y aparente seguridad. Me sentĂ© a reflexionar sobre mis circunstancias. Murphy eventualmente se darĂa cuenta de que me habĂa dejado atrás, y se sentirĂa como el idiota más grande del mundo cuando se diera cuenta. HabrĂa sido impagable ver su rostro en ese momento, pero fue suficiente para saber que eventualmente regresarĂa a buscarme. Mientras tanto yo tenĂa mi celular, mi computadora, dos bolsas de papas fritas, dos linternas y un botiquĂn de primeros auxilios, y siete latas de cerveza. No parecĂa tan malo, incluso con el fantasma del tĂo Jake arrastrando los pies y bloqueando la luz de las estrellas. El piso se sentĂa duro, asĂ que recogĂ la computadora, papas fritas y cerveza, y me acomodĂ© en el sofá. Polvoriento pero Ăştil. CerrĂ© los ojos por un momento, escuchando el silencio casi total del campo. DerramĂ© cerveza y papas fritas por todas partes cuando sonĂł el telĂ©fono.
“Oye, hombre, me siento realmente, muy estĂşpido…”
“Lo sĂ©. OlvĂdalo, es divertido.
“Puedo estar de vuelta por ti en un rato, hombre. Estoy en esa cabina telefĂłnica al lado del…”
“Oye, ¿sabes quĂ©, Murph? No te preocupes por eso. Ve a estar con Sue. '
¿QuĂ©...? No, no puedo dejarte ahĂ fuera.
“Claro que puedes, estoy bien. Maneje con cuidado y luego mañana ustedes dos pueden regresar con la camioneta”.
"¿Estás seguro, hombre?"
“SĂ, ve a divertirte. Vuelve mañana y tráeme.
"¡Amigo, eres demasiado kewl!"
No sĂ© por quĂ© me quedĂ© esa noche. Tal vez querĂa que Murph y Sue estuvieran juntos. Tal vez solo querĂa mostrarle al tĂo Jake que ya no tenĂa nueve años. Pero cuando colguĂ© el telĂ©fono, el silencio se apoderĂł de todo. Y desde algĂşn lugar junto al rĂo, o desde algĂşn lugar muy dentro de mi mente, llegĂł el eco más dĂ©bil de un grito, solo por un momento.
VolvĂ a sentir ese extraño escalofrĂo de octubre en la nuca, asĂ que dejĂ© todo a un lado y fui a buscar un abrigo o una manta. Poco quedaba en la planta baja además del sofá, pero todavĂa habĂa algunas cajas en las dos pequeñas habitaciones de arriba, y en una de esas cajas encontrĂ© una colcha. Estaba descolorido y un poco mohoso, pero inmediatamente me sentĂ más cĂłmodo con Ă©l alrededor de mis hombros. RegresĂ© a mi lugar en el sofá, acerquĂ© la cerveza y las papas fritas y coloquĂ© la computadora en mi regazo. No es un mal pequeño nido en absoluto. Puede que estĂ© un poco intranquilo para dormir, pero estarĂa cĂłmodo hasta la mañana, le gustara al tĂo Jake o no. Incluso habĂa suficiente dinero en efectivo en mi billetera para un buen desayuno en el restaurante mañana mientras esperaba a Murph. DespuĂ©s de todo, las cosas no iban tan mal. Y gracias al celular y la computadora, TenĂa un universo infinito de conocimiento y entretenimiento al alcance de mi mano. Lo llamamos Internet. Asusta eso, tĂo Jake.
A falta de algo mejor que hacer, decidĂ navegar y ver si habĂa alguna menciĂłn de Marvinton en la red. De manera realista, no esperaba encontrar ni un ápice de informaciĂłn, ya que la poblaciĂłn de la ciudad nunca habĂa superado los cientos de personas, y era el tipo de lugar donde 'nunca pasa nada'. Pero para mi asombro, en realidad habĂa varias páginas diferentes publicadas con informaciĂłn sobre la ciudad. Estaba completamente fascinado. Mi impresiĂłn del pueblo todavĂa se basaba en los recuerdos de un niño. Marvinton fue a donde fuiste antes de ir a casa del tĂo Jake. Mamá y papá te llevaban a esa tienda de historietas realmente vieja, y allĂ podĂas conseguir todas las historietas de terror realmente buenas. Marvinton era el lugar donde conseguĂas helados caseros del restaurante, y la ferreterĂa tenĂa muchas maquetas geniales. Marvinton se habĂa sentido como una especie de lugar secreto propio, y de alguna manera me sorprendiĂł darme cuenta de que la ciudad tambiĂ©n tenĂa significado para los demás, y que tenĂa una historia larga y sombrĂa donde las cosas realmente sucedieron. ObservĂ© el puñado de sitios web enumerados, sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂa leyendo todos si la baterĂa de mi computadora duraba lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂa alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂa algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn. sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂa leyendo todos si la baterĂa de mi computadora aguantara lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂa alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂa algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn. sabiendo en el fondo de mi mente que los estarĂa leyendo todos si la baterĂa de mi computadora aguantara lo suficiente. EmpecĂ© a preguntarme... ¿habrĂa alguna menciĂłn de los puntos de referencia locales? ¿HabrĂa algo sobre Table Rock? Deja eso, deja de pensar en eso, solo estás navegando por Marvinton, no Table Rock, presta atenciĂłn.
Los comerciantes de pieles viajaron originalmente por el rĂo Walnut en 1794, mapeando el área para futuros asentamientos. Un hombre llamado Joshua Marvin fue encontrado desangrándose a la orilla del rĂo, con una flecha en el pecho. A su muerte unos dĂas despuĂ©s, los exploradores decidieron nombrar el área en su honor. AsĂ se nombrĂł al condado de Marvin. El asentamiento real de Marvintown comenzĂł cinco años despuĂ©s, y el pequeño pueblo creciĂł y prosperĂł durante un tiempo. Luego llegĂł el verano de 1837 y, segĂşn el texto de mi pantalla parpadeante, sucediĂł algo bastante peculiar. Durante la primera semana de julio, las temperaturas descendieron repentinamente, comenzaron las tormentas constantes, aparecĂa nieve con frecuencia y era evidente para todos que el verano habĂa terminado y el otoño habĂa llegado a Marvintown. Un otoño que durarĂa hasta el prĂłximo Invierno, destruyendo la mayorĂa de los cultivos,
Marvintown se convirtiĂł en un pueblo fantasma, rechazado y olvidado por todos, durante más de setenta años. Luego, en 1911, se construyĂł un ferrocarril a lo largo del rĂo Walnut, y un mĂ©dico llamado Thaddeus Hollister comprĂł varias parcelas de tierra en el condado de Marvin para la agricultura. Varios otros siguieron su ejemplo y el pueblo de Marvintown, ahora conocido como Marvinton gracias a un empleado ferroviario distraĂdo, renaciĂł. Una nueva herrerĂa y un establo de librea pronto fueron seguidos por una tienda de comestibles, una farmacia e incluso una pequeña oficina de correos con dos empleados. En 1938 se instalaron aceras y algunas farolas. En 1943 se formĂł un departamento de bomberos voluntarios. En los años cincuenta, Marvinton habĂa recuperado la mayor parte de su vitalidad original y, aparentemente, no habĂa sufrido más eventos inusuales desde ese momento en adelante. Pero nunca habĂa crecido más allá de unos pocos cientos de personas,
(3. La tormenta)
LevantĂ© la vista de la pantalla de la computadora para ver la lluvia golpeando contra las ventanas. La habitaciĂłn se estaba volviendo frĂa, los truenos retumbaban furiosamente en la distancia mientras me cubrĂa con la colcha. El viento comenzĂł a sacudir las tablas sueltas del porche, gimiendo como un alma en pena mientras intentaba abrirse paso a travĂ©s de los huecos y grietas en las paredes de la cabaña. La baterĂa de mi computadora estaba casi agotada, asĂ que la apaguĂ© y dejĂ© algunos documentos sobre Marvinton sin leer. La oscuridad llenĂł la habitaciĂłn, una oscuridad tan completa que casi me sentĂ sofocado por ella. BusquĂ© a tientas una de las linternas, la encendĂ y la empujĂ© entre los cojines del sofá. ProyectĂł su familiar resplandor amarillo a travĂ©s del techo, la luz reflejada pintĂł la habitaciĂłn con un brillo tenue y espeluznante. La lluvia ahora golpeaba más fuerte contra las tejas de madera hechas jirones en algĂşn lugar por encima de mĂ. Me invadiĂł una ola de tensiĂłn, una sĂşbita certeza de que algo estaba muy, muy mal. SentĂ como si una terrible pesadilla estuviera a punto de convertirse en realidad, como si algo horrible más allá de la imaginaciĂłn hubiera tomado forma fĂsica y se precipitara salvajemente hacia mĂ. Lanzo mi mirada en todas direcciones, resentida conmigo misma por sentirme tan profundamente asustada.
“¡Ya no me asustas, tĂo Jake! ¿Me escuchas? AsĂ que FUÉRATE, viejo asqueroso. ¡Ya no tengo miedo!"
Y fue entonces cuando comenzaron los golpes en la puerta principal.
La tormenta se habĂa vuelto increĂblemente violenta, el viento aullaba contra la casita desgastada. La lluvia caĂa a cántaros en oleadas aparentemente interminables, como si estuviera ansiosa por ahogar todo lo que aĂşn pudiera permanecer vivo. Y por encima del rugido del trueno casi constante, por encima de los crujidos y gemidos de la cabaña resistiendo desafiantemente este ataque de la naturaleza, por encima incluso del sonido ensordecedor de la lluvia, llegaron los golpes. La puerta de entrada se estremeciĂł con cada golpe, el pomo y el pestillo tintinearon en señal de protesta. De repente me di cuenta de lo pequeña que era la habitaciĂłn, de lo cerca que estaba de la puerta principal y de lo que fuera o lo que fuera que estaba ahora afuera en el porche.
Una parte de mi mente comenzĂł a insistir en que me alejara de la puerta y me acurrucara en la esquina más alejada, tal vez me cubriera con la colcha para que el monstruo de afuera no me viera. Pero otra parte de mi mente se estaba enojando. DespuĂ©s de todo, insistĂa, YA NO TENĂŤA nueve años, y NO HABĂŤA nada que temer, no habĂa realmente fantasmas, demonios o monstruos, solo habĂa gente mala como el tĂo Jake, y de repente yo Estaba de pie y caminando hacia la puerta principal, mi mano alcanzando la perilla de latĂłn antiguo que traqueteaba.
Cuando el pestillo se abriĂł, una pequeña voz en la parte posterior de mi cabeza comenzĂł a gritar que no es demasiado tarde, no abras la puerta, solo dĂ©jala cerrada y todo estará bien, desaparecerá si no abres. la puerta no la abras oh por favor oh por favor no… AbrĂ la puerta. Y la forma oscura del otro lado se abalanzĂł hacia mĂ.
TropecĂ© hacia atrás horrorizado, pero la figura sombrĂa se detuvo en el umbral como si no pudiera o no quisiera entrar en la cabaña. Dos manos pálidas surgieron de las profundidades de la tĂşnica oscura para agarrar la capucha empapada por la lluvia y retirarla. Vi de pie ante mĂ a una de las jĂłvenes más hermosas que he visto en mi vida, aunque sus facciones estaban distorsionadas por lo que parecĂa el más puro terror. Y cuando hablĂł, la desesperaciĂłn en su voz me helĂł hasta la mĂ©dula.
"Por favor, por favor, amable señor, se lo ruego... ¿tiene una lámpara?"
Mi mente sobresaltada comenzĂł a tratar desesperadamente de dar sentido a esta extraña situaciĂłn. ¿Una lámpara? EchĂ© un vistazo a la fea lámpara de cerámica cerca de la puerta, la voz en el fondo de mi mente insistĂa en que era un tonto, que la lámpara no podĂa ayudarla porque no habĂa energĂa. Luego, una parte más organizada de mi cerebro se hizo cargo.
"¿Estás herido? ¡Sal de la tormenta y dĂ©jame ayudarte!”
Esa voz en la parte posterior de mi cráneo me exigĂa saber quĂ© iba a hacer si ella estaba herida... No tenĂa formaciĂłn mĂ©dica ni vehĂculo para llevarla a un mĂ©dico. MirĂ© el pequeño botiquĂn de primeros auxilios de plástico con incertidumbre.
“¡No, no, por favor, debo darme prisa! ¡Ă‰l me espera y no debo dejar de encontrarme con Ă©l! ¡Pero está oscuro y temo perderme! Oh, por favor, amable señor, ¿no tiene usted una lámpara que pueda usar? Una simple lámpara para guiar mi camino, ¿no puedes proporcionarme simplemente esto?
Su significado de repente me golpeĂł... una linterna, una linterna. Mi instinto fue empujarla adentro, protegerla de la furiosa tormenta. Pero parecĂa ilesa fĂsicamente y habĂa hablado de encontrarse con alguien. Seguramente cuidarĂa de ella y la mantendrĂa a salvo, quienquiera que fuera. Dado que aparentemente habĂa llegado a la cabaña a pie, debĂa ser de algĂşn lugar cercano, y el hombre con el que corrĂa para encontrarse tambiĂ©n debĂa estar en algĂşn lugar cercano. Me preguntĂ© quĂ© podrĂa haberla alarmado tanto; parecĂa tan completamente aterrorizada. Pero no parecĂa haber nada que pudiera hacer para ayudar, aparte de proporcionarle una luz para que no se perdiera en la tormenta. Me volvĂ desde la puerta para agarrar la linterna extra.
El tĂo Jake habĂa fumado en pipa a menudo, y estaba casi seguro de que percibĂ el mal olor de su tabaco cuando encendĂ la luz. Lo encendĂ y me volvĂ hacia la puerta, extendiendo mi brazo hacia mi extraño visitante encapuchado. De repente, una mano pareciĂł agarrar mi brazo, una mano que se sentĂa como las manos secas como garras del tĂo Jake se habĂan sentido clavándose en mis costillas mientras me sostenĂa para ver la parte superior de Table Rock. Pero esta vez esas horribles garras encallecidas parecĂan estar tratando de retener mi brazo, tratando de evitar que le diera la linterna a esta pobre niña asustada. SentĂ una segunda mano áspera sobre mi antebrazo, tirando con fuerza. Mi ira y frustraciĂłn surgieron rugiendo desde algĂşn lugar muy dentro de mĂ, y liberĂ© mi brazo de esas garras marchitas.
Lanzándome hacia la puerta, puse la linterna en las manos de la forma encapuchada que esperaba allĂ. Su sonrisa de gratitud fue como un rayo de sol momentáneo. Y luego ella estaba dando la espalda a la puerta, tirando de la capucha sobre su cabeza mientras salĂa del porche y salĂa a la lluvia torrencial. Me quedĂ© mirando por un momento mientras bajaba por el pequeño camino de tierra que seguĂa al rĂo. A travĂ©s de las cortinas de lluvia vi el haz de luz de la linterna moviĂ©ndose rápidamente cuando llegĂł a la curva del camino, donde giraba para hundirse entre los árboles. La luz fue visible por unos momentos moviĂ©ndose hacia el rĂo, y luego fue tragada por la oscuridad.
Me quedĂ© mirando la tormenta un rato y luego me di cuenta de que no habĂa nada más que hacer, asĂ que cerrĂ© la puerta. Una sensaciĂłn de calma comenzaba a apoderarse de mĂ, y la tormenta parecĂa perder su intensidad, su determinaciĂłn, con cada minuto que pasaba. Cuando me di la vuelta hacia el sofá, mi pie pisĂł algo delgado y quebradizo, algo que hizo un crujido seco cuando di un paso adelante. MirĂ© hacia abajo para ver varias hojas grandes y secas que habĂan volado mientras la puerta estaba abierta. De color amarillo brillante y naranja a la tenue luz de la Ăşnica linterna que me quedaba, yacĂan esparcidos como trozos de pergamino antiguo. Una voz en la parte de atrás de mi cabeza comenzĂł a insistir en que esto no tenĂa sentido porque era pleno verano y no habĂa hojas amarillas y anaranjadas secas flotando en medio del verano, esto es extraño, presta atenciĂłn.
Pero de repente me sentĂ completamente exhausto y lo Ăşnico que me importaba era llegar al sofá. Me envolvĂ en la colcha desteñida y la calma me rodeĂł. La tormenta era ahora poco más que una suave lluvia de verano. El tenue brillo de mi linterna pareciĂł suavizar todo, y por primera vez esta habitaciĂłn se sintiĂł vacĂa. NingĂşn rastro del tabaco del tĂo Jake, ningĂşn rastro de su ira y desaprobaciĂłn, ninguna sombra de su resentimiento y amargura... ningĂşn tĂo Jake. Solo una vieja habitaciĂłn polvorienta en una vieja granja vacĂa. PensĂ© en mi extraña visitante y en cĂłmo sonriĂł cuando le di la linterna extra. Claro, me alegro de tener uno de sobra. CerrĂ© los ojos con una sensaciĂłn de profunda satisfacciĂłn. DormĂ.
Marvintown se convirtiĂł en un pueblo fantasma, rechazado y olvidado por todos, durante más de setenta años. Luego, en 1911, se construyĂł un ferrocarril a lo largo del rĂo Walnut, y un mĂ©dico llamado Thaddeus Hollister comprĂł varias parcelas de tierra en el condado de Marvin para la agricultura. Varios otros siguieron su ejemplo y el pueblo de Marvintown, ahora conocido como Marvinton gracias a un empleado ferroviario distraĂdo, renaciĂł. Una nueva herrerĂa y un establo de librea pronto fueron seguidos por una tienda de comestibles, una farmacia e incluso una pequeña oficina de correos con dos empleados. En 1938 se instalaron aceras y algunas farolas. En 1943 se formĂł un departamento de bomberos voluntarios. En los años cincuenta, Marvinton habĂa recuperado la mayor parte de su vitalidad original y, aparentemente, no habĂa sufrido más eventos inusuales desde ese momento en adelante. Pero nunca habĂa crecido más allá de unos pocos cientos de personas,
(3. La tormenta)
LevantĂ© la vista de la pantalla de la computadora para ver la lluvia golpeando contra las ventanas. La habitaciĂłn se estaba volviendo frĂa, los truenos retumbaban furiosamente en la distancia mientras me cubrĂa con la colcha. El viento comenzĂł a sacudir las tablas sueltas del porche, gimiendo como un alma en pena mientras intentaba abrirse paso a travĂ©s de los huecos y grietas en las paredes de la cabaña. La baterĂa de mi computadora estaba casi agotada, asĂ que la apaguĂ© y dejĂ© algunos documentos sobre Marvinton sin leer. La oscuridad llenĂł la habitaciĂłn, una oscuridad tan completa que casi me sentĂ sofocado por ella. BusquĂ© a tientas una de las linternas, la encendĂ y la empujĂ© entre los cojines del sofá. ProyectĂł su familiar resplandor amarillo a travĂ©s del techo, la luz reflejada pintĂł la habitaciĂłn con un brillo tenue y espeluznante. La lluvia ahora golpeaba más fuerte contra las tejas de madera hechas jirones en algĂşn lugar por encima de mĂ. Me invadiĂł una ola de tensiĂłn, una sĂşbita certeza de que algo estaba muy, muy mal. SentĂ como si una terrible pesadilla estuviera a punto de convertirse en realidad, como si algo horrible más allá de la imaginaciĂłn hubiera tomado forma fĂsica y se precipitara salvajemente hacia mĂ. Lanzo mi mirada en todas direcciones, resentida conmigo misma por sentirme tan profundamente asustada.
“¡Ya no me asustas, tĂo Jake! ¿Me escuchas? AsĂ que FUÉRATE, viejo asqueroso. ¡Ya no tengo miedo!"
Y fue entonces cuando comenzaron los golpes en la puerta principal.
La tormenta se habĂa vuelto increĂblemente violenta, el viento aullaba contra la casita desgastada. La lluvia caĂa a cántaros en oleadas aparentemente interminables, como si estuviera ansiosa por ahogar todo lo que aĂşn pudiera permanecer vivo. Y por encima del rugido del trueno casi constante, por encima de los crujidos y gemidos de la cabaña resistiendo desafiantemente este ataque de la naturaleza, por encima incluso del sonido ensordecedor de la lluvia, llegaron los golpes. La puerta de entrada se estremeciĂł con cada golpe, el pomo y el pestillo tintinearon en señal de protesta. De repente me di cuenta de lo pequeña que era la habitaciĂłn, de lo cerca que estaba de la puerta principal y de lo que fuera o lo que fuera que estaba ahora afuera en el porche.
Una parte de mi mente comenzĂł a insistir en que me alejara de la puerta y me acurrucara en la esquina más alejada, tal vez me cubriera con la colcha para que el monstruo de afuera no me viera. Pero otra parte de mi mente se estaba enojando. DespuĂ©s de todo, insistĂa, YA NO TENĂŤA nueve años, y NO HABĂŤA nada que temer, no habĂa realmente fantasmas, demonios o monstruos, solo habĂa gente mala como el tĂo Jake, y de repente yo Estaba de pie y caminando hacia la puerta principal, mi mano alcanzando la perilla de latĂłn antiguo que traqueteaba.
Cuando el pestillo se abriĂł, una pequeña voz en la parte posterior de mi cabeza comenzĂł a gritar que no es demasiado tarde, no abras la puerta, solo dĂ©jala cerrada y todo estará bien, desaparecerá si no abres. la puerta no la abras oh por favor oh por favor no… AbrĂ la puerta. Y la forma oscura del otro lado se abalanzĂł hacia mĂ.
TropecĂ© hacia atrás horrorizado, pero la figura sombrĂa se detuvo en el umbral como si no pudiera o no quisiera entrar en la cabaña. Dos manos pálidas surgieron de las profundidades de la tĂşnica oscura para agarrar la capucha empapada por la lluvia y retirarla. Vi de pie ante mĂ a una de las jĂłvenes más hermosas que he visto en mi vida, aunque sus facciones estaban distorsionadas por lo que parecĂa el más puro terror. Y cuando hablĂł, la desesperaciĂłn en su voz me helĂł hasta la mĂ©dula.
"Por favor, por favor, amable señor, se lo ruego... ¿tiene una lámpara?"
Mi mente sobresaltada comenzĂł a tratar desesperadamente de dar sentido a esta extraña situaciĂłn. ¿Una lámpara? EchĂ© un vistazo a la fea lámpara de cerámica cerca de la puerta, la voz en el fondo de mi mente insistĂa en que era un tonto, que la lámpara no podĂa ayudarla porque no habĂa energĂa. Luego, una parte más organizada de mi cerebro se hizo cargo.
"¿Estás herido? ¡Sal de la tormenta y dĂ©jame ayudarte!”
Esa voz en la parte posterior de mi cráneo me exigĂa saber quĂ© iba a hacer si ella estaba herida... No tenĂa formaciĂłn mĂ©dica ni vehĂculo para llevarla a un mĂ©dico. MirĂ© el pequeño botiquĂn de primeros auxilios de plástico con incertidumbre.
“¡No, no, por favor, debo darme prisa! ¡Ă‰l me espera y no debo dejar de encontrarme con Ă©l! ¡Pero está oscuro y temo perderme! Oh, por favor, amable señor, ¿no tiene usted una lámpara que pueda usar? Una simple lámpara para guiar mi camino, ¿no puedes proporcionarme simplemente esto?
Su significado de repente me golpeĂł... una linterna, una linterna. Mi instinto fue empujarla adentro, protegerla de la furiosa tormenta. Pero parecĂa ilesa fĂsicamente y habĂa hablado de encontrarse con alguien. Seguramente cuidarĂa de ella y la mantendrĂa a salvo, quienquiera que fuera. Dado que aparentemente habĂa llegado a la cabaña a pie, debĂa ser de algĂşn lugar cercano, y el hombre con el que corrĂa para encontrarse tambiĂ©n debĂa estar en algĂşn lugar cercano. Me preguntĂ© quĂ© podrĂa haberla alarmado tanto; parecĂa tan completamente aterrorizada. Pero no parecĂa haber nada que pudiera hacer para ayudar, aparte de proporcionarle una luz para que no se perdiera en la tormenta. Me volvĂ desde la puerta para agarrar la linterna extra.
El tĂo Jake habĂa fumado en pipa a menudo, y estaba casi seguro de que percibĂ el mal olor de su tabaco cuando encendĂ la luz. Lo encendĂ y me volvĂ hacia la puerta, extendiendo mi brazo hacia mi extraño visitante encapuchado. De repente, una mano pareciĂł agarrar mi brazo, una mano que se sentĂa como las manos secas como garras del tĂo Jake se habĂan sentido clavándose en mis costillas mientras me sostenĂa para ver la parte superior de Table Rock. Pero esta vez esas horribles garras encallecidas parecĂan estar tratando de retener mi brazo, tratando de evitar que le diera la linterna a esta pobre niña asustada. SentĂ una segunda mano áspera sobre mi antebrazo, tirando con fuerza. Mi ira y frustraciĂłn surgieron rugiendo desde algĂşn lugar muy dentro de mĂ, y liberĂ© mi brazo de esas garras marchitas.
Lanzándome hacia la puerta, puse la linterna en las manos de la forma encapuchada que esperaba allĂ. Su sonrisa de gratitud fue como un rayo de sol momentáneo. Y luego ella estaba dando la espalda a la puerta, tirando de la capucha sobre su cabeza mientras salĂa del porche y salĂa a la lluvia torrencial. Me quedĂ© mirando por un momento mientras bajaba por el pequeño camino de tierra que seguĂa al rĂo. A travĂ©s de las cortinas de lluvia vi el haz de luz de la linterna moviĂ©ndose rápidamente cuando llegĂł a la curva del camino, donde giraba para hundirse entre los árboles. La luz fue visible por unos momentos moviĂ©ndose hacia el rĂo, y luego fue tragada por la oscuridad.
Me quedĂ© mirando la tormenta un rato y luego me di cuenta de que no habĂa nada más que hacer, asĂ que cerrĂ© la puerta. Una sensaciĂłn de calma comenzaba a apoderarse de mĂ, y la tormenta parecĂa perder su intensidad, su determinaciĂłn, con cada minuto que pasaba. Cuando me di la vuelta hacia el sofá, mi pie pisĂł algo delgado y quebradizo, algo que hizo un crujido seco cuando di un paso adelante. MirĂ© hacia abajo para ver varias hojas grandes y secas que habĂan volado mientras la puerta estaba abierta. De color amarillo brillante y naranja a la tenue luz de la Ăşnica linterna que me quedaba, yacĂan esparcidos como trozos de pergamino antiguo. Una voz en la parte de atrás de mi cabeza comenzĂł a insistir en que esto no tenĂa sentido porque era pleno verano y no habĂa hojas amarillas y anaranjadas secas flotando en medio del verano, esto es extraño, presta atenciĂłn.
Pero de repente me sentĂ completamente exhausto y lo Ăşnico que me importaba era llegar al sofá. Me envolvĂ en la colcha desteñida y la calma me rodeĂł. La tormenta era ahora poco más que una suave lluvia de verano. El tenue brillo de mi linterna pareciĂł suavizar todo, y por primera vez esta habitaciĂłn se sintiĂł vacĂa. NingĂşn rastro del tabaco del tĂo Jake, ningĂşn rastro de su ira y desaprobaciĂłn, ninguna sombra de su resentimiento y amargura... ningĂşn tĂo Jake. Solo una vieja habitaciĂłn polvorienta en una vieja granja vacĂa. PensĂ© en mi extraña visitante y en cĂłmo sonriĂł cuando le di la linterna extra. Claro, me alegro de tener uno de sobra. CerrĂ© los ojos con una sensaciĂłn de profunda satisfacciĂłn. DormĂ.
Los gritos eran exactamente como ese dĂa cuando tenĂa nueve años. Mi sueño habĂa sido interrumpido por un brillante relámpago, que pintĂł todo en el duro blanco y negro de una pelĂcula de terror antigua. Luego vino la explosiĂłn masiva del trueno. SacudiĂł los cimientos mismos de la casa, sacudiĂł el suelo mismo y dejĂł la estructura de la cabaña temblando como si estuviera a punto de derrumbarse. Y luego comenzaron los gritos, esos mismos gritos horribles que nunca habĂa sido capaz de olvidar, esos gritos que habĂan llenado mis pesadillas infantiles. Se desvanecieron en el gemido del viento mientras yo estaba sentado sudando de miedo en la oscuridad.
No puedo decir cuánto tiempo me sentĂ© aterrorizado. Pero eventualmente salĂ de la cabaña y me dirigĂ por el camino hacia el rĂo, apenas consciente del viento y la lluvia en mi repentino pánico. ¿La habĂan matado? ¿LleguĂ© demasiado tarde para salvarla? CorrĂ hasta la orilla del rĂo y me quedĂ© temblando ante esa horrible abominaciĂłn de piedra. De mi visitante no pude encontrar rastro. El balbuceo sin sentido del rĂo parecĂa burlarse de mĂ mientras regresaba a la cabaña.
(4. Mesa Roca)
Murphy y Su llegaron poco despuĂ©s del amanecer y me encontraron esperando en el porche delantero. Tuvimos un desayuno alegre en el Diner en Marvinton, y creo que fingĂ un buen humor lo suficientemente bien como para engañarlos. Luego nos dirigimos hacia los campos de maĂz, la feliz pareja charlaba en los asientos delanteros mientras yo conectaba mi telĂ©fono y la computadora portátil de Murph. TodavĂa habĂa un par de sitios web de Marvinton que no habĂa revisado. Entre esos Ăşltimos sitios web encontrĂ© el siguiente artĂculo:
NOTICIAS DEL CONDADO DE MARVIN - Reportado a la Gaceta del Condado de Marvin por Harlan Lamont, este 3 de agosto de 1837 -
BRUJA ASESINADA EN MARVINTOWNE: los ciudadanos del municipio de Marvin informaron la muerte de Samantha Collins, quien fue acusada de brujerĂa en esa provincia. Un otoño temprano ha caĂdo sobre todo el condado de Marvin, arrasando cultivos y ganado. Se dice que hay pruebas de que la señorita Collins intencionalmente y con intenciones dañinas hizo que las estaciones cambiaran de forma antinatural mediante el uso de brujerĂa y hechicerĂa. La enfermedad abunda entre la gente del pueblo, y varios han perecido. Samantha Collins, al ser declarada culpable de brujerĂa, fue encerrada en prisiĂłn el 31 de julio de este año 1837.
La señorita Collins escapĂł del confinamiento mediante el aparente uso de fuerzas antinaturales. En la noche del 1 de agosto, se vio a la señorita Collins corriendo hacia una configuraciĂłn de piedra local conocida como Table Rock. Se dice que la señorita Collins, a sabiendas, tenĂa la intenciĂłn de reunirse con el Diablo en este lugar. Un grupo de agentes del condado pudo seguir a la señorita Collins a la luz de su lámpara, que se decĂa que tenĂa un brillo antinatural. Se vio a la señorita Collins, al llegar a Table Rock, subirse a la configuraciĂłn de piedra y comenzar a cantar palabras desconocidas para todos los que las escucharon. Cuando los agentes se acercaron a la formaciĂłn rocosa, se informa que un rayo golpeĂł el centro de Table Rock tres veces en rápida sucesiĂłn. La figura carbonizada de Samantha Collins se desvaneciĂł con el Ăşltimo rayo, sin dejar evidencia de que alguna vez estuvo allĂ.
Junto al rĂo Walnut se encontrĂł la lámpara de Samantha Collins, que se considerĂł como la Ăşltima prueba absoluta de su uso ilegal de la brujerĂa. Se decĂa que la lámpara estaba hecha de una sustancia no natural, y se afirma que la lámpara ardĂa con una luz intensa pero no emitĂa calor. En lugar de una llama, se decĂa que la lámpara contenĂa una pequeña cuenta de vidrio en cuyo interior brillaba una estrella en miniatura. Se dice que la luz de esta lámpara brillĂł hasta la noche siguiente, momento en el que se desvaneciĂł lentamente, lo que consideramos una prueba de que el espĂritu persistente de la bruja finalmente se fue. La gente del pueblo destruyĂł con Ă©xito la lámpara con fuego.
Dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Dicen que ninguna buena acciĂłn queda sin castigo. Dicen muchas cosas. Pero hay una casita en las afueras de Marvinton que puedes comprar bastante barata, si te interesa. Incluye un viejo sofá y puedes guardar lo que encuentres en las cajas de arriba. Si te encuentras con algo más… bueno, tambiĂ©n puedes quedártelo.
No puedo decir cuánto tiempo me sentĂ© aterrorizado. Pero eventualmente salĂ de la cabaña y me dirigĂ por el camino hacia el rĂo, apenas consciente del viento y la lluvia en mi repentino pánico. ¿La habĂan matado? ¿LleguĂ© demasiado tarde para salvarla? CorrĂ hasta la orilla del rĂo y me quedĂ© temblando ante esa horrible abominaciĂłn de piedra. De mi visitante no pude encontrar rastro. El balbuceo sin sentido del rĂo parecĂa burlarse de mĂ mientras regresaba a la cabaña.
(4. Mesa Roca)
Murphy y Su llegaron poco despuĂ©s del amanecer y me encontraron esperando en el porche delantero. Tuvimos un desayuno alegre en el Diner en Marvinton, y creo que fingĂ un buen humor lo suficientemente bien como para engañarlos. Luego nos dirigimos hacia los campos de maĂz, la feliz pareja charlaba en los asientos delanteros mientras yo conectaba mi telĂ©fono y la computadora portátil de Murph. TodavĂa habĂa un par de sitios web de Marvinton que no habĂa revisado. Entre esos Ăşltimos sitios web encontrĂ© el siguiente artĂculo:
NOTICIAS DEL CONDADO DE MARVIN - Reportado a la Gaceta del Condado de Marvin por Harlan Lamont, este 3 de agosto de 1837 -
BRUJA ASESINADA EN MARVINTOWNE: los ciudadanos del municipio de Marvin informaron la muerte de Samantha Collins, quien fue acusada de brujerĂa en esa provincia. Un otoño temprano ha caĂdo sobre todo el condado de Marvin, arrasando cultivos y ganado. Se dice que hay pruebas de que la señorita Collins intencionalmente y con intenciones dañinas hizo que las estaciones cambiaran de forma antinatural mediante el uso de brujerĂa y hechicerĂa. La enfermedad abunda entre la gente del pueblo, y varios han perecido. Samantha Collins, al ser declarada culpable de brujerĂa, fue encerrada en prisiĂłn el 31 de julio de este año 1837.
La señorita Collins escapĂł del confinamiento mediante el aparente uso de fuerzas antinaturales. En la noche del 1 de agosto, se vio a la señorita Collins corriendo hacia una configuraciĂłn de piedra local conocida como Table Rock. Se dice que la señorita Collins, a sabiendas, tenĂa la intenciĂłn de reunirse con el Diablo en este lugar. Un grupo de agentes del condado pudo seguir a la señorita Collins a la luz de su lámpara, que se decĂa que tenĂa un brillo antinatural. Se vio a la señorita Collins, al llegar a Table Rock, subirse a la configuraciĂłn de piedra y comenzar a cantar palabras desconocidas para todos los que las escucharon. Cuando los agentes se acercaron a la formaciĂłn rocosa, se informa que un rayo golpeĂł el centro de Table Rock tres veces en rápida sucesiĂłn. La figura carbonizada de Samantha Collins se desvaneciĂł con el Ăşltimo rayo, sin dejar evidencia de que alguna vez estuvo allĂ.
Junto al rĂo Walnut se encontrĂł la lámpara de Samantha Collins, que se considerĂł como la Ăşltima prueba absoluta de su uso ilegal de la brujerĂa. Se decĂa que la lámpara estaba hecha de una sustancia no natural, y se afirma que la lámpara ardĂa con una luz intensa pero no emitĂa calor. En lugar de una llama, se decĂa que la lámpara contenĂa una pequeña cuenta de vidrio en cuyo interior brillaba una estrella en miniatura. Se dice que la luz de esta lámpara brillĂł hasta la noche siguiente, momento en el que se desvaneciĂł lentamente, lo que consideramos una prueba de que el espĂritu persistente de la bruja finalmente se fue. La gente del pueblo destruyĂł con Ă©xito la lámpara con fuego.
Dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Dicen que ninguna buena acciĂłn queda sin castigo. Dicen muchas cosas. Pero hay una casita en las afueras de Marvinton que puedes comprar bastante barata, si te interesa. Incluye un viejo sofá y puedes guardar lo que encuentres en las cajas de arriba. Si te encuentras con algo más… bueno, tambiĂ©n puedes quedártelo.
0 Comentarios