Enamorada de un incubo


 La cuarentena pasa su factura en estrĂ©s y sus Ăşnicos escapes eran su novio (encerrado en otro estado) y el gimnasio de MMA; que sustituĂ­a pobremente con un costal de entrenamiento en su casa.

Entrenando ya por la tarde noche vestida como si realmente fuera al gimnasio con su rashguard (una playera de compresiĂłn) y su malla de lycra a juego de color negro con adornos dorados que simulan una concha fractal; que destacaban unas piernas delicadas pero formadas que cuando se esfuerzan destacan una bellas lineas; un trasero que sobresale por ser redondo y poderoso capaz de crear fantasĂ­as cuando lo vez apretarse con el ejercicio;  todo bien enmarcado  que una cintura delgada y definida con una espalda delicada da esa figura de reloj redondeada; sus senos redondeados y firmes levantaban suspiros y se mueven al ritmo de su respiraciĂłn.

Cansada de tanto golpear el costal se dejo caer en un sillĂłn reclinable y cerro los ojos quedando profundamente dormida sin querer  (fue presa del cansancio) ; su sueño comienza rápido y su respiraciĂłn se acelera, sus senos suben y bajan de forma rápida y errática marcando dos pequeñas protuberancias; su cuerpo se arquea, sus piernas se frotan, su boca se abre y la respiraciĂłn se hace audible junto a un pequeño gemido.

En su sueño su novio se había aparecido dentro del cuarto y sin mediar palabra se coloco sobre ella ya desnuda, besando con desesperación sus senos mientras sus manos los amasan, recorriendo con los labios diferentes partes buscando cada vez mayores gemidos; sentía también al mismo tiempo unos labios en su intimidad con una lengua recorriendo por fuera esa división que ya se humedecía, para con los labios masticar cada labio intimo saboreandolos y recorriendolos con la lengua; el aluvión que derramo el vaso fue como esa lengua fue entrando y entrando y entrando hasta llegar al tope de su intimidad y se comenzó a mover dentro de ella cual serpiente enloquecida arrancándole un orgasmo aterrador en su intensidad. Ese punto del sueño le arranco el gemido que externo en la realidad, que la despertó.

Su cara fina de facciones lindas reflejaba todavía el orgasmo nacido en sueños, los ojos veían al vació, sus labios gruesos estaban separados dejando entrar el aire esbozando una sonrisa a media, su pelo cortado al cuello pero no necesariamente corto estaba sudado. Su voz mas bien gruesa pero muy femenina en su expresión no podía mas que gemir por lo bajito. Su cuerpo no estaba descansado, pesaba una tonelada, y de repente su mente a pesar de toda la bruma del placer le advertía el peligro.

De pronto se dio cuenta del friĂł reflejado en su aliento, pensĂł en mil justificaciones y se quiso levantar para verificar las cosas; pero ahĂ­ se dio cuenta de dos cosas, el sillĂłn estaba reclinado y la segunda es que no se podĂ­a mover. Hizo acopio de su fuerza y alzo un brazo que fue llevado por la muñeca hacia su cabeza y antes de que pudiera evitarlo sus manos estaban juntas por sobre su cabeza. Con las piernas lanzo patadas y rodillazos pero para su horror sus piernas cayeron juntas. QuerĂ­a gritar pero su boca no abrĂ­a. Entonces un terror primordial surgiĂł e intento escapar con todas sus fuerzas, su cuerpo se arqueaba pero no era capaz de liberarse y en uno de esos movimientos se dio cuenta que no podĂ­a bajar la cadera esta quedo en alto como si la apoyaran en una almohada muy dura. Es en ese preciso instante donde su miedo y la pregunta de ¿que ocurre?¿entraron a la casa?

Estuvo inmovilizada por un tiempo que para ella parecĂ­a no acabar su mente estaba concentrada en luchar y en no perder; pero su cuerpo por mas que se movĂ­a no se podĂ­a safar de ese agarre. De repente un dedo toco su seno izquierdo trazando un circulo primero y una espiral despuĂ©s hacia el pezĂłn, «no te atrevas» fue el pensamiento y se tenso rabiosamente pero su cuerpo no se moviĂł un milĂ­metro. El dedo clavaba un poco mas sin hacer daño pero haciĂ©ndose sentir inmensamente, otra mano helada abarco su seno. Su cuerpo respondĂ­a poniĂ©ndose aun mas sensible y sus pezones saltaron.

Ese excitaciĂłn que no deseaba la puso en estado  de choque y desato el conflicto en su mente, y el ¿porque? en sus miles de variantes. Esto evitĂł que se diera cuenta que su playera iba subiendo de forma delicada pero inexorable tomándola de la orilla y jalándola hacia su cabeza. No fue hasta que su visiĂłn se nublo con la ajustada tela que se ciño a su rostro que reaccionĂł dándose cuenta que sus senos estaban al descubierto.

Un par de manos atraparon su senos y los sostenían sin moverse primero, el contacto frió le calaba en su piel. Su mente preguntaba el por que de tanto frio, pero sin saberse el cuando inicio los dedos masajeaban de forma lenta pero firme. Una boca atrapo el pezón izquierdo y lo succionaba, lo mordía con solo los labios; lo jalaba de repente y lo sumía entonces la lengua y así sumido lo friccionaba. Un pezón y luego otro. Eso la volvía loca, su respiración comenzaba a acelerarse, su voz gemía primero de a poco; con vergüenza no quería que supiera que gozaba pero pronto no importo y su boca abierta era testigo de su gozo. De repente noto que sus dos pezones al mismo tiempo sienten una boca atendiéndolos; pero antes de ninguna otra cosa el placer se multiplico. ambos senos eran acariciados de una forma tal y diferente como sabiendo que puntos detonaban mayor sensibilidad.

Ahora su cuerpo estaba muy cerca del orgasmo, sin importarle su temor el placer toma las riendas y un orgasmo demoledor hace su aparición. Un orgasmo nacido solo de caricias que la deja débil y sin fuerzas, quiere seguir peleando pero sus músculos ni siquiera responden; quiere luchar pero la batalla esta perdida sin siquiera comenzar. Ese orgasmo es el mas intenso que ha sentido y lo peor es que no viene solo, dos, tres, cuatro mas. Y cada uno le roba las fuerzas y en cada uno su malla comienza a ser jalada hacia abajo envolviendo sus piernas y solo llegando a un tercio de muslo. Su tanga roja fue jalada desde el puente enfrente de su intimidad y rota reduciéndola a una tira alrededor de su cadera.

Sus tobillos son atrapados y levantados hasta doblarla y llevarlos hasta su cara, Sin explicaciĂłn Sus senos masajeados por esas manos aunque ya  no sienten esa lengua. Estaba expuesta totalmente e indefensa. Ese sentimiento por raro que parezca era excitante para ella.

Una lengua comenzĂł a lamer su ano, de forma insistente y recorrĂ­a sus pliegues, de pronto y sin aviso entro y la penetro. Esa lengua se sentĂ­a larga y gruesa, serpenteante. Ella nunca habĂ­a disfruta un anal; siempre le dolia pero ahora era tremendo el placer, los movimientos de la lengua detonaban estrellitas en sus ojos, partes de ella que no conocĂ­a gritaban de placer y ahora la lengua entrando y saliendo era demasiado estaba a punto de otro orgasmo y ni 5 minutos habĂ­an pasado.

Eso no podĂ­a ser y se negaba a ello luchando con todo por retomar el control pero no se esperaba que las bocas volvieran pero ahora atacaron cada labio intimo por separado, los lamĂ­an, chupaban, saboreaban, recorrĂ­an. Esas lenguas lamĂ­an por dentro y por fuera. De repente dentro de ella esas lenguas se cruzaban y retorcĂ­an hasta llegar a los labios internos, donde estos eran recorridos con fuerza y delicadeza.

Simplemente demasiado y cuando lo que de ella se derramo y las pruebas del orgasmo se deslizaron hacia abajo, la lengua que atendĂ­a su ano salio de a poco para dar paso a algo mas grande y grueso. Le doliĂł la entrada  y sintiĂł un dolor que nublo el placer. Un grito salio, un reclamo de «duele» fue claro y poderoso, pero no genero respuesta en su atacante que simplemente se hundiĂł hasta el fondo. Costaba respirar por el dolor, se sentĂ­a extraña y llena y tuvo un corto momento de paz y quietud en su ano pues las lenguas no pararon nunca y ahora entraban y salĂ­an coordinadas y lamĂ­an tan profundo que no lo creĂ­a posible. El dolor volviĂł pero no solo pues el placer era un acompañante y el movimiento de unas caderas que no veĂ­a le marcaban un ritmo que la vibraba toda. Cada impacto le recorrĂ­a la columna, cada salida le dejaba un vaciĂł que era rellenado de nuevo. Sin dar descanso ahora los orgasmos se sucedĂ­an uno tras otro.

Sin poder pensar claramente sintiĂł un vaciĂł pues las lenguas y las bocas dejaron sus labios y un miembro la penetraba hasta llenarla, su pánico fue que ya no podĂ­a albergar nada mas pero no sentĂ­a las caderas de su «amante». QuerĂ­a no pensar en ello y no pudo su clĂ­toris fue ahora la victima de una boca y una lenguas ansiosos a chuparlo y amasarlo mientras «sufrĂ­a» una doble penetraciĂłn.

Aquello fue el final y su resistencia mental cediĂł, se entrego a totalidad y fue recompensada con un orgasmo que le hizo temblar todo, se sintiĂł inundada, anegada, simplemente esa venida no cabĂ­a en ella. Y llego el piadoso desmayo.

Despertó en el sillón, pensando en que era un sueño lo que había pasado. Pero no podía explicar su ropa en el piso y su amada tanga roja rota en su cadera. Tampoco pudo explicar su cuerpo que se sentía diferente como menos pudo entender por que ahora sentía ese escozor en su intimidad; no entendía por que estaba igualmente satisfecha como excitada.

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