El Tocador



 Primera parte- Grandes Sueños



Tengo que reĂ­r cuando miro hacia atrás en las cosas. Hubo un momento en que pensĂ© que mi banda podrĂ­a llegar al top 40. Hubo un momento en que pensĂ© que Rita y yo nunca nos separarĂ­amos. Por un tiempo allĂ­, realmente pensĂ© que lo habĂ­a hecho. En cuanto a todos esos escĂ©pticos que pensaron que no me dirigĂ­a a ninguna parte... bueno, tenĂ­an más razĂłn de lo que jamás podrĂ­an haber imaginado.

Mi primer indicio de que todo estaba a punto de desmoronarse llegĂł en forma de grabaciĂłn, informándome que el manager de la banda, Marty, no estaba en su oficina. Resulta que ni siquiera estaba en el paĂ­s. Por supuesto, cuando desapareciĂł, todas las ganancias de los Ăşltimos tres años de actuaciones de la banda se desvanecieron con Ă©l. Marty siempre nos habĂ­a dicho que necesitábamos permanecer en la carretera, necesitábamos 'mantenernos hambrientos', vender hasta el Ăşltimo CD posible, hacer correr la voz sobre lo increĂ­bles que Ă©ramos. Mientras tanto, canalizĂł todo el efectivo a cuentas 'seguras' a las que solo Ă©l podĂ­a acceder. Por nuestra seguridad, por supuesto. Algunas personas piensan que su desapariciĂłn fue un factor que contribuyĂł a la decisiĂłn de nuestro cantante principal, dos meses despuĂ©s, de pegarse un tiro en la cara, pero no estoy seguro. Solo sĂ© que la banda no era recuperable, asĂ­ que era hora de hacer otra cosa.

DecidĂ­ probar un trabajo de dĂ­a en una tienda de mĂşsica local, grabar mis propias canciones en mi tiempo libre y ver a dĂłnde iba. Mientras tuviera a Rita, sabĂ­a que eventualmente todo saldrĂ­a bien. Incluso tenĂ­a un anillo de matrimonio en el bolsillo la noche que fuimos a casa de Luigi. La noche que me explicĂł cĂłmo cambia la gente.

Pensando que la vida me habĂ­a dejado bastante lleno, empaquĂ© todo y regresĂ© al Ăşnico lugar en el que me sentĂ­a seguro... mi antigua ciudad natal en Colorado. TĂ©cnicamente es solo un pueblo, con una poblaciĂłn constante de alrededor de quinientas personas. La ciudad se encuentra en un área remota donde la "gente de la ciudad" rara vez viaja, y sentĂ­ que más de un par de ojos me seguĂ­an por la tranquila y ordenada calle principal. Una nota pegada en un tablĂłn de anuncios en la tienda de comestibles hablaba de una pequeña cabaña en alquiler. Era el alojamiento más barato que probablemente encontrarĂ­a, asĂ­ que llamĂ© al propietario, un tipo llamado Jeeter, y acordamos encontrarnos con Ă©l en el lugar más tarde esa tarde. Al menos serĂ­a un lugar donde esconderme hasta que la vida decidiera darme un respiro. O hasta que me quede sin dinero y me muera de hambre.

Jeeter llegĂł poco antes de la puesta del sol, saltando de una camioneta vieja y destartalada y extendiendo una mano grasienta para saludar. Por lo general, acepto bastante a los demás, pero no pude evitar sentir una aversiĂłn inmediata hacia Jeeter. Todo sobre nosotros parecĂ­a estar en oposiciĂłn... una mirada rápida le sugerirĂ­a a la mayorĂ­a que yo era probablemente otro hĂ­pster de Denver o tal vez de Phoenix, mientras que Jeeter era un chico de campo en cada centĂ­metro, desde su gorra manchada de aceite (completa con el logo de John Deer). ) a sus botas de trabajo con punta de acero manchadas de barro. Estaba bien con eso. Mi problema con Jeeter era la mirada en sus ojos. Eran ojos malvados, ojos que decĂ­an 'no eres nada, asĂ­ que no pienses que lo eres'. No, definitivamente no me gustaba Jeeter. Sin embargo, necesitaba un techo asequible sobre mi cabeza, asĂ­ que estrechĂ© la mano grasienta,

No tenĂ­a ninguna expectativa en particular, asĂ­ que estaba razonablemente satisfecho con lo que vi. El lugar era un poco sĂłrdido y no parecĂ­a haber sido habitado durante bastante tiempo. HabĂ­a cajas apiladas aquĂ­ y allá encima de algunos muebles viejos y tambaleantes. Una pequeña sala de estar conducĂ­a a un dormitorio individual. HabĂ­a una cocina que podrĂ­a haber sido linda antes de que todo el moho se apoderara de ella. —El sĂłtano para tormentas ahĂ­ abajo —anunciĂł Jeeter, señalando una puerta en la parte trasera de la cocina. "La puerta está atascada, pero no es necesario que bajes". NotĂ© una pequeña radio barata sobre la mesa de la cocina. Y por alguna razĂłn, para un tipo cuyas posesiones materiales consistĂ­an principalmente en el equipo de grabaciĂłn en la parte trasera de su auto, esa pequeña radio parecĂ­a decirle "Está bien, estarás a salvo aquĂ­, estás en casa".
"Puedo traer a Hatty para que limpie el lugar el jueves", murmurĂł Jeeter. "Los Ăşltimos a los que alquilĂ© el lugar dejaron toda esta basura atrás, asĂ­ que puedes tirarlo o lo que sea. NecesitarĂ© ese depĂłsito por daños ahora, pero puedes darle el alquiler a Hatty el jueves".

Como él ya había decidido que yo tomaría el lugar, y no vi ninguna razón para no hacerlo, le entregué el dinero y firmé el contrato que sacó del bolsillo de su abrigo.

"¿Hay algo más?" medio preguntĂł, medio gruñó. Era casi un desafĂ­o a la pregunta, y de repente me di cuenta de lo que realmente estaba en su mente. QuerĂ­a saber si habĂ­a oĂ­do algo sobre este lugar, si conocĂ­a algunos de los rumores locales sobre el área.

"Todo está bien", sonreĂ­. Su mirada fue momentáneamente vacilante antes de volver a una mirada desdeñosa. Se arrastrĂł hasta su camioneta y se adentrĂł en la creciente penumbra.

Oh, sĂ­, habĂ­a oĂ­do los rumores. Más de unas pocas veces.


Segunda parte: dormido al volante


En 1962, el borracho del pueblo atropellĂł con su coche a un autobĂşs lleno de niños. Se le acusĂł de haberse quedado dormido al volante, aunque jurĂł que una especie de 'abominaciĂłn' saltĂł frente a Ă©l y lo hizo desviarse. Los lugareños se indignaron cuando no le dieron la silla elĂ©ctrica y se dijo que una multitud enfurecida visitĂł su granja. Pero nunca lo encontraron, y nunca lo volvieron a ver. Su historia de una 'abominaciĂłn' fue ridiculizada como una mera ilusiĂłn, para no ser tomada más en serio que las otras historias de fantasmas y apariciones que abundaban en esta área en particular.

Jeeter no se dio cuenta de que yo era de por aquĂ­, asĂ­ que no sabĂ­a que habĂ­a escuchado todas esas viejas historias cuando era niño. SabĂ­a que se suponĂ­a que Skyler's Ridge estaba embrujado por los espĂ­ritus de los guerreros Cherokee, y que Sutter's Pond estaba embrujado por una joven doncella que se ahogĂł allĂ­. SabĂ­a que los cazadores de la zona a menudo decĂ­an haber visto criaturas extrañas, cosas que se negaban a describir pero que les dejaban poco interĂ©s en la caza. HabĂ­a oĂ­do hablar de Mickey Scissors, el niño no muerto que deambulaba por la noche buscando otros niños para ser su amigo. Y Molly Cleaver, que decapitaba a los viajeros a altas horas de la noche. SĂ­, conocĂ­a todo el folklore local. Demonios, estaba planeando convertirlo en el tema de mi prĂłximo álbum. SabĂ­a que el borracho del pueblo en 1962 se llamaba Chad Harlish, y sabĂ­a que habĂ­a alquilado su vieja cabaña.

Admito que estaba un poco inquieto cuando me di cuenta por primera vez del lugar en el que me estaba instalando, pero por alguna estĂşpida razĂłn, no podĂ­a darle a Jeeter la satisfacciĂłn de saber que el lugar me inquietaba. Y para ser honesto, en el fondo de mi mente, supongo que esperaba que la emociĂłn de todas esas historias de fantasmas de la infancia pudieran dar algo de chispa e inspiraciĂłn a la mĂşsica que esperaba escribir y grabar allĂ­.

Una vez que las diversas cajas estuvieron apiladas en una esquina, el lugar no parecĂ­a tan malo. Hatty, que parecĂ­a una viejecita encantadora, hizo un trabajo encomiable al limpiar el lugar. Me mirĂł preocupada cuando estaba terminando.

"¿Crees que estarás bien aquĂ­ solo entonces? Sabes que nadie ya no viene mucho por aquĂ­, debido a... bueno, ya sabes... cosas".
"Estoy seguro de que estarĂ© bien". RespondĂ­.

Y Hatty tenĂ­a razĂłn. Nadie no viene mucho por aquĂ­.
Me acostumbrĂ© a ver solo a otras personas cuando conducĂ­a a la ciudad para comprar comestibles. Sin embargo, mis esperanzas de soledad se vieron arruinadas por el zumbido áspero del tractor de Jeeter. La vieja y oxidada maquinaria agrĂ­cola enviaba su seco grito mecánico resonando por el campo todos los dĂ­as, y la idea de componer o grabar mĂşsica comenzĂł a parecer cada vez más una broma triste y desesperada.

Entonces, a falta de algo mejor que hacer, me encontrĂ© jugando con la puerta atascada en la parte trasera de la cocina. DespuĂ©s de hacer suficiente palanca, finalmente se abriĂł de golpe, casi arrojándome hacia atrás. Ante mĂ­ habĂ­a un conjunto de escalones de madera sueltos y desgastados, que casi me arrojaron hacia adelante cuando comencĂ© a bajarlos hacia la oscuridad.

En áreas más prĂłsperas y pobladas, la gente tiene sĂłtanos, en los que se puede jugar al billar o disfrutar de un videojuego. AquĂ­ la gente tiene sĂłtanos para tormentas, en los que uno podrĂ­a sobrevivir, en caso de que un tornado arroje su casa al condado de al lado.

Este sĂłtano de tormenta en particular parecĂ­a más grande que la mayorĂ­a, y más oscuro, si eso es posible. Se extendĂ­a más allá de los cimientos de la cabaña, sus paredes de tierra estaban llenas de varias herramientas agrĂ­colas y estantes, el piso de tierra estaba lleno de trozos de papel y hojas secas. No habĂ­a suficiente luz descendiendo desde la parte superior de las escaleras para investigar adecuadamente, y no habĂ­a ninguna bombilla en el portalámparas oxidado que colgaba en la parte superior de las escaleras. AĂşn asĂ­, si hubiera un enchufe, la electricidad tambiĂ©n podrĂ­a extenderse hasta el sĂłtano, para hacer funcionar mi equipo de grabaciĂłn.

Porque lo que más me llamĂł la atenciĂłn de la bodega fue el completo y absoluto silencio. NingĂşn Tractor gritaba pidiendo que terminara su tortura, ningĂşn indicio de las ráfagas de viento que habĂ­an sacudido la cabaña todo ese dĂ­a en particular, ningĂşn ruido en absoluto. Silencio total.

'Perfecto', pensĂ©. A veces soy un verdadero imbĂ©cil.

DespuĂ©s de instalar la mayor parte de mi equipo en una alfombra grande que saquĂ© del dormitorio, echĂ© un vistazo más de cerca a mi nuevo 'excavaciĂłn'. La mayor parte de lo que encontrĂ© fue basura comĂşn... revistas viejas de caza y pesca, algunos equipos de campamento, abrigos viejos. Los frascos que recubren los estantes cubiertos de telarañas contenĂ­an grumos mohosos que alguna vez podrĂ­an haber sido algĂşn tipo de fruta. Hacia el fondo del sĂłtano, sin embargo, habĂ­a varios artĂ­culos bastante inusuales, incluido un pequeño escritorio lleno de libros y cuadernos cubiertos de polvo.
Los volĂşmenes parecĂ­an antiguos y parecĂ­an demasiado bien encuadernados para desecharlos en un sĂłtano. Al examinar algunos, descubrĂ­ que estaban en un idioma que no pude identificar. Un volumen incluĂ­a ilustraciones de lo que parecĂ­a ser un sacrificio humano. Otro tenĂ­a imágenes de algo parecido a un insecto y lo que parecĂ­an ser instrucciones para hacer varios dispositivos con huesos humanos. TirĂ© estos libros a un lado con un escalofrĂ­o y notĂ© varias botellas de vino en un botellero maltratado pero elegante al lado del escritorio. Las etiquetas eran casi ilegibles, pero parecĂ­an estar escritas en el mismo idioma que los libros.

¿QuĂ© fue todo esto? ¿Cosas que dejaron las Ăşltimas personas que alquilaron esta cabaña? ¿O era propiedad del viejo Chad Harlish, ese infame borracho de los años 60? Una vocecita en el fondo de mi mente sugiriĂł que estos artĂ­culos extraños podrĂ­an pertenecer a Molly Cleaver. Mickey Scissors sin duda habrĂ­a apreciado las ilustraciones.

Me encogĂ­ de hombros y dirigĂ­ mi atenciĂłn al fondo del sĂłtano. HabĂ­a otra pila de chatarra, en su mayorĂ­a piezas de metal de aspecto pesado de varios tipos de maquinaria agrĂ­cola, sobre una hilera de tablones polvorientos. HabĂ­a una gran estufa de hierro recogiendo telarañas. Nada interesante en nada de eso, asĂ­ que volvĂ­ al frente de la bodega. Mi equipo de grabaciĂłn esperĂł pacientemente, un rayo de luz extraviado de la puerta de arriba brillaba intensamente en el cromo de un soporte de micrĂłfono.

AsĂ­ que bien... no habĂ­a nada que me detuviera en este punto. NingĂşn bramido incesante del tractor de Jeeter, ningĂşn concierto que requiera mi atenciĂłn (gracias a Marty the Vanished), ninguna Rita que interrumpa mi concentraciĂłn o me hable con sentido comĂşn. Ni siquiera un trabajo para estar despierto por la mañana. Si alguna vez iba a crear mĂşsica que valiera la pena en mi vida, ahora parecĂ­a un momento tan bueno como cualquier otro. AsĂ­ que empecĂ©.


Tercera parte: historias de fantasmas
Los dĂ­as y las noches comenzaron a correr juntos como lo hacen cuando estoy realmente concentrado en mi mĂşsica. SalĂ­a del sĂłtano cada vez con menos frecuencia, eventualmente incluso instalĂ© un catre de camping que encontrĂ©, para poder dormir allĂ­ con el equipo y grabar cuando me despertaba con varias ideas para canciones a las tres o cuatro de la mañana. Y estaba empezando a sentirme bien con la mĂşsica. El material se centrĂł en esas viejas historias de fantasmas de mi infancia. Incluso logrĂ© algunos 'cantos' bastante inquietantes en una pista, basados ​​en mi interpretaciĂłn de las sĂ­labas extrañas que se encuentran en uno de esos libros antiguos.

Mi entorno espeluznante definitivamente me estaba proporcionando inspiraciĂłn. SĂłlo tenĂ­a una queja real. ParecĂ­a haber algo mal con la grabadora. Mis reproducciones incluĂ­an constantemente un sonido de golpeteo extraño, muy dĂ©bil pero perceptible.

A medida que la mĂşsica continuaba desarrollándose, el tapping se convirtiĂł en una frustraciĂłn cada vez mayor. El taller de reparaciĂłn adecuado más cercano estaba a muchas horas de distancia en Denver, y mis finanzas se estaban estirando demasiado para permitir una reparaciĂłn costosa. AsĂ­ que fue un alivio darme cuenta finalmente de que la grabadora no era el problema. EmpecĂ© a notar el golpeteo incluso cuando la máquina estaba apagada.

Una tarde, finalmente, me molestĂ© lo suficiente como para dejar todo a un lado y tratar de rastrear la fuente de ese molesto chasquido. Me recordĂł mucho a las ramas secas golpeando el costado de una casa, aunque ese no podĂ­a ser el caso aquĂ­ en este viejo sĂłtano mohoso. Me concentrĂ© allĂ­ en el silencio hasta que lo escuchĂ© de nuevo. ParecĂ­a provenir del fondo del sĂłtano, de algĂşn lugar cercano a la pila oxidada de maquinaria agrĂ­cola.

Me acerquĂ© al montĂłn de chatarra y me agachĂ©. ¿HabĂ­a ratas detrás de la chatarra? ¿HabĂ­a algĂşn tipo de insectos grandes excavando o algo asĂ­? EscuchĂ© atentamente pero el tapping se habĂ­a detenido. MovĂ­ algunos de los trozos de metal más cercanos y escuchĂ© de nuevo. Silencio. Luego, un golpe repentino y fuerte que literalmente me enviĂł saltando hacia atrás.

Me tomĂł un momento darme cuenta de que los golpes venĂ­an de arriba, de la puerta principal. SubĂ­ con disgusto las desvencijadas escaleras de madera y encontrĂ© a Jeeter de pie en el umbral de mi puerta con una caja de cerveza en las manos. QuĂ© absolutamente maravilloso.

TropezĂł a mi lado y se dejĂł caer en la sala de estar, agitando una cerveza en mi direcciĂłn con impaciencia. PensĂ© en explicarle que estaba ocupado, pero parecĂ­a que Jeeter ya habĂ­a bebido más que suficiente y no parecĂ­a particularmente atento a nada de lo que yo quisiera decir. Sin embargo, parecĂ­a molesto por algo cuando tomĂ© la lata de cerveza que me ofrecĂ­an y me sentĂ© frente a Ă©l.

"¿Tuviste algĂşn problema aquĂ­?" preguntĂł.
"Nop, todo está bien. ¿QuĂ© tipo de problemas tienes en mente?" Algo me dijo que no se trataba de vandalismo, pequeños hurtos o cualquiera de los problemas habituales que uno podrĂ­a encontrar aquĂ­ en los palos. Mi instinto me dijo que estaba a punto de empezar con las historias de fantasmas, y por supuesto...

"Simplemente no sé si deberías estar aquí solo y esas cosas. Ya sabes, no es saludable. 'Especialmente con lo que dicen que sucede aquí a veces. Sé que no sabes nada de eso, pero me imagino..."

"Si te refieres a Chad Harlish, me doy cuenta de que esta era su cabaña. Si te refieres a los espíritus de esos niños que destrozó, no me han molestado. Y si te refieres a Molly Cleaver, entonces tal vez es hora de llamarlo una noche ".

PodrĂ­as haber derribado a Jeeter con una pluma. "¿CĂłmo sabes todo eso?" murmurĂł indignado, como si le sorprendiera que pudiera saber algo.

"Soy de por aquĂ­, Jeeter" sonreĂ­. "CrecĂ­ justo al sur de Chigger Springs. SolĂ­a ​​ir a pescar

"Bueno…" farfullĂł antes de darse cuenta de que no sabĂ­a quĂ© decir. "Solo pensĂ© que deberĂ­as quedarte en la ciudad, como la gente normal. No tiene sentido estar aquĂ­ de todos modos, y tal vez no hagas un balance de esas viejas historias, pero hay mucha gente por aquĂ­ que lo hace". Me sorprendiĂł ver un leve rastro de miedo en esos malvados ojos suyos.

"Simplemente vuelve a la ciudad conmigo, te reembolsaré parte de ese depósito por daños y tal vez puedas encontrar a alguna dama que te alimente bien y te dé un poco de lo que has estado necesitando..."

. ¿MencionĂ© que Jeeter es básicamente un idiota? Me preguntaba cuál serĂ­a la mejor manera de deshacerme de Ă©l cuando la situaciĂłn se resolviĂł rápidamente.

No habrás estado en ese maldito sĂłtano, ¿verdad? tartamudeĂł.

"Claro, he estado grabando un nuevo álbum allĂ­. La acĂşstica es genial". PodrĂ­as haber derribado a Jeeter de nuevo con una pluma, pero esta vez no tenĂ­a ganas de reĂ­rme de su reacciĂłn. Me di cuenta de que estaba alarmado por alguna razĂłn.
"¡Te dije que no necesitabas ir allĂ­!" frunciĂł el ceño. "¡No hay nada ahĂ­ abajo con quien nadie deba meterse!" Por un momento me sentĂ­ amenazado cuando se puso de pie, luego vi que se alejaba de mĂ­ y se dirigĂ­a a la puerta principal mientras hablaba.

"No es asunto mĂ­o, y no lo será, pero no veo por quĂ© ustedes, niños tontos, no pueden simplemente escuchar razones y hacer lo que la gente les dice que hagan en primer lugar, en lugar de ..." ContinuĂł despotricando como un borracho, aunque no habĂ­a ninguna convicciĂłn en nada de eso. Estaba claramente nervioso, si no realmente asustado.

"Escucha, agradezco tu preocupaciĂłn", dije, sobre todo porque ese es el tipo de cosas que se supone que debes decir. Todo lo que realmente querĂ­a decir era 'Agárralo'.

"Solo ten cuidado al conducir a casa y no te preocupes por mĂ­. Estoy bien aquĂ­, realmente lo estoy". Me lanzĂł una Ăşltima mirada de disgusto y saliĂł tambaleándose a la oscuridad. Su camioneta rugiĂł con un ruido de trinquete y se alejĂł tintineando en la oscuridad.

Incluso dejĂł atrás el resto de su cerveza. CogĂ­ una lata y me dirigĂ­ de nuevo al sĂłtano.


Cuarta parte: Pesadilla


en vigilia La visita de Jeeter me habĂ­a dejado más entretenida que molesta, pero cuando regresĂ© a ese sĂłtano hĂşmedo y silencioso, una vez más comencĂ© a sentirme inquieta. ¿QuĂ© estaba causando ese golpeteo insufrible? ¿Estaba compartiendo el lugar con alimañas o alguna criatura excavadora del exterior? DecidĂ­ que el álbum tendrĂ­a que esperar hasta que descifrara el asunto, asĂ­ que me dirigĂ­ a la pila de maquinaria agrĂ­cola.

DespuĂ©s de sacar la mayor parte de la chatarra de los tablones, se hizo evidente que no habĂ­a nada detrás de la pila que explicara el ruido. Una pared de tierra desnuda me devolviĂł la mirada cuando una vez más escuchĂ© los golpes. Ahora me di cuenta de que venĂ­a de debajo de las tablas de madera sobre las que estaba parado.

Me agachĂ© y escuchĂ© atentamente. SĂ­, no habĂ­a dudas al respecto. Un dĂ©bil sonido de golpeteo salĂ­a de algĂşn lugar debajo de las tablas polvorientas. Mis primeros intentos de mover las tablas no surtieron efecto. Aparentemente estaban clavados a algĂşn tipo de marco, pero finalmente encontrĂ© una palanca y los soltĂ©. Lo que encontrĂ© debajo me helĂł la sangre.

Las tablas habĂ­an ocultado un hoyo en la parte trasera del sĂłtano, un agujero de unos cinco o seis pies de ancho. Mi primera reacciĂłn irracional fue que no tenĂ­a fondo, y que de Ă©l podrĂ­a salir una corriente espantosa de horribles monstruosidades en cualquier momento. Me tambaleĂ© hacia atrás en un pánico inexplicable.

Cuando no se manifestĂł nada amenazante, comencĂ© a calmarme gradualmente. DespuĂ©s de todo, ¿por quĂ© asustarse por un agujero en el suelo? No salĂ­an ratas, mucho menos zombis no muertos o arañas gigantes. Probablemente fue solo un pozo seco, una vez utilizado para suministrar agua a la bodega. O algo. Probablemente.

AĂşn asĂ­, habĂ­a una duda persistente en mis entrañas mientras me tambaleaba hacia el frente de la bodega. Algo sobre ese pozo oscuro y enojado me habĂ­a inquietado mucho, y me encontrĂ© necesitando sentarme y reunir mi ingenio. TerminĂ© la cerveza y me sentĂ© allĂ­ en la oscuridad cercana, escuchando el silencio. Entonces el tapping comenzĂł de nuevo.

Tal vez estaba agotado por el proyecto del álbum, o tal vez estaba cansado de que todos esperaran que tuviera miedo de las leyendas y la fantasĂ­a. Sobre todo, creo que estaba harto de que la vida arruinara mi carrera, arruinara mis oportunidades con Rita y, en general, me golpeara como quisiera. Una vocecita rebelde en la parte de atrás de mi cabeza dijo: 'Ya aguantaste suficiente basura. ¿Vas a tener miedo de los fantasmas ahora?

Me acerquĂ© al escritorio y, sintiĂ©ndome imprudente, descorchĂ© una de las botellas de vino del estante cercano. La cosa tenĂ­a un sabor desagradable y parecĂ­a ir directamente a mi cabeza. ¡Vino de los Fantasmas! Bueno, cuidado Mickey Scissors, hay un chico nuevo en la ciudad.

Entre el equipo de campamento habĂ­a notado un grueso rollo de cuerda, que ahora saquĂ© del desorden que lo rodeaba. EmpecĂ© a hacer nudos cada pocos metros y asegurĂ© el extremo a la base de la vieja estufa de hierro en la parte trasera de la bodega. Luego arrojĂ© la cuerda hacia la oscuridad que esperaba.

No escuchĂ© que la cuerda tocĂł fondo, y esos miedos irracionales volvieron a surgir del fondo de mi mente. Desafortunadamente, estaba demasiado irritado para detenerme ahora, asĂ­ que le di un buen tirĂłn a la cuerda para asegurarme de que estaba segura y me tirĂ© al pozo.

Recuerdo haber pensado que podrĂ­a estar metiĂ©ndome en una mala situaciĂłn, aunque la cuerda parecĂ­a lo suficientemente resistente y el silencio no se rompiĂł excepto por mi propio crujido mientras descendĂ­a a la oscuridad. HabĂ­a imaginado que la luz de mi área de grabaciĂłn arrojarĂ­a una iluminaciĂłn tenue una vez que mis ojos se hubieran acostumbrado, pero no parecĂ­a ser el caso. ConsiderĂ© volver a subir por una linterna, y decidĂ­ en cambio ver primero quĂ© tan profundo era el pozo. Resulta que probablemente tuve suerte de no haber traĂ­do la luz.

ContinuĂ© bajando lentamente durante varios minutos cuando escuchĂ© por primera vez los sonidos desde abajo. Un leve golpeteo que rápidamente se convirtiĂł en una especie de traqueteo. El traqueteo se hizo más fuerte y de repente perdĂ­ el equilibrio cuando algo debajo de mĂ­ tirĂł del extremo de la cuerda. Aferrándome a los nudos con repentina desesperaciĂłn, logrĂ© evitar caer en la oscuridad que esperaba, pero ahora podĂ­a sentir un tirĂłn constante en la cuerda. ¡Algo pesado estaba trepando por Ă©l!

ParecĂ­a que la cosa de abajo se acercaba cada vez más, y esperaba que en cualquier momento me agarraran y me tiraran de vuelta a ese monstruoso pozo. Entonces, de repente, mi cabeza estaba por encima del suelo y pude ver mi equipo de grabaciĂłn brillando a travĂ©s de la habitaciĂłn, las luces parpadeaban intensamente como si disfrutaran de mi estado de pánico. Y entonces la cuerda se rompiĂł.


Quinta parte: y ahora...


Mientras caĂ­a en esa oscuridad oscura, choquĂ© con lo que sea que habĂ­a estado debajo de mĂ­. EmitiĂł un terrible sonido chirriante mientras nos precipitamos hacia abajo. Entonces tocĂł fondo y yo caĂ­ sobre Ă©l.

Nunca sabrĂ© lo que fue, y por eso doy gracias al cielo. MuriĂł instantáneamente en la caĂ­da. Y aparentemente amortiguĂł mi caĂ­da, porque sobrevivĂ­. Por eso maldigo los cielos por toda la eternidad.

Porque nunca he sido capaz de volver a salir de este pozo oscuro y solitario. Y lo he intentado muy duro.

A veces me pregunto cĂłmo es que sigo vivo. DebĂ­ haber muerto de hambre hace mucho tiempo, pero aun asĂ­ continĂşo. Sigo viviendo aquĂ­ en este pequeño agujero en el suelo. Creo que ya no soy humano. Mis extremidades no se sienten igual que antes, y parece que hay más de ellas. no lo entiendo Pero es difĂ­cil concentrarse debido al hambre. He estado aquĂ­ tanto tiempo.

¿QuĂ© solĂ­a decir Marty? tienes que quedarte con hambre. Bueno, viejo amigo de Marty, creo que lo tengo cubierto. Y en cuanto a la explicaciĂłn de Rita de que a veces la gente cambia... es mejor que lo creas.

Pero Ăşltimamente ha habido algo nuevo. He estado escuchando sonidos desde arriba. No sĂ© quiĂ©n eres, pero te escucho allá arriba. Y sĂ© que mi hambre salvaje pronto será satisfecha. Bajarás a mĂ­ y te alimentarĂ©. Vendrás, sĂ© que lo harás.

Todo lo que necesito hacer es seguir tocando.


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