EL REGRESO DEL CONDE SCARLOCK



 Estaba haciendo trabajo de sonido para StarBlossom Productions en ese momento. Lo que significa que fue, sin duda, el más bajo de los muchos puntos bajos en lo que a veces llamo una carrera. Si alguien me hubiera dicho en ese momento que mi prĂłximo proyecto harĂ­a historia cinematográfica, me habrĂ­a reĂ­do en su cara. Eso es lo que pasa con el karma... te deja reĂ­r y luego te devuelve la risa.


De hecho, estaba entusiasmado con la prĂłxima pelĂ­cula. Era una historia ridĂ­cula, con Bradley Vegas, la estrella de varias pelĂ­culas porno, como un intrĂ©pido cazador de vampiros. El resto del elenco eran completos desconocidos y el presupuesto era cĂłmico. Pero el director del proyecto, Malcolm Blanch, en realidad alguna vez disfrutĂł de una cantidad razonable de Ă©xito en la industria. Y la pelĂ­cula incluirĂ­a a Jacob Skorch como el legendario Conde Scarlock.

Muchos años antes, Malcolm Blanch habĂ­a dejado su huella en la industria del cine con el estreno de 'Count Scarlock'. El vampiro, interpretado por un actor entonces desconocido llamado Jacob Skorch, habĂ­a sido sorprendentemente escalofriante. Simplemente habĂ­a algo que lo diferenciaba. Siempre he pensado que era la leve sonrisa.

Pero por alguna razĂłn, despuĂ©s de ver la pelĂ­cula a la edad de doce años, nunca pude tomar muy en serio a ningĂşn otro actor en el papel de un vampiro. Tuve muchas pesadillas en las que las manos pálidas y frĂ­as del Conde Scarlock se extendĂ­an hacia mĂ­, el brazalete de piedra lunar caracterĂ­stico en su muñeca brillaba a la luz de la luna.

HabĂ­a planes para una secuela de 'Count Scarlock', pero una cosa u otra habĂ­a impedido que sucediera. Y luego la atenciĂłn del pĂşblico pasĂł, dejando que el temido Conde fuera olvidado por todos excepto por unos pocos. Jacob Skorch tenĂ­a ahora 94 años y solo aparecerĂ­a por unos momentos en la escena final de la pelĂ­cula, pero me encontrĂ© casi temblando de anticipaciĂłn.

Mis recuerdos de la filmaciĂłn son en su mayor parte bastante vagos, solo un equipo y un elenco algo aburridos que pasan por la rutina de hacer una pelĂ­cula. Lo que recuerdo con mayor claridad es lo quisquilloso que resultĂł ser Malcolm Blanch. Si habĂ­a huevos en la mesa, tenĂ­an que ser huevos frescos. Si la escena requerĂ­a lluvia, tenĂ­a que ser lluvia de verdad. Las discusiones entre Blanch y el productor nunca terminaron. Pero de alguna manera todo terminĂł y finalmente nos encontramos preparándonos para la escena final.

Recuerdo esa mañana como si fuera ayer. La escena requerĂ­a que el sol naciente apareciera a travĂ©s de una ventana, por lo que, naturalmente, Blanch tenĂ­a a todos reunidos y listos horas antes del amanecer. El conjunto incluĂ­a una ventana real con cortinas pesadas, asĂ­ como un ataĂşd que parecĂ­a haber sido realmente desenterrado. La sala tenĂ­a demasiada reverberaciĂłn, por lo que la ubicaciĂłn del micrĂłfono me estaba volviendo loco. Todos nos sentĂ­amos cansados ​​y malhumorados, refunfuñando y refunfuñando unos a otros, cuando las puertas del estudio se cerraron de golpe con un sonido metálico hueco y nos encontramos contemplando la forma anciana de Jacob Skorch.

Una enfermera estaba a su lado, ajustando una especie de pequeño dispositivo electrĂłnico. A su otro lado estaba un hombre más joven de unos cuarenta años, ayudando a sostener al anciano mientras daba un paso adelante. Recuerdo que me llamĂł la atenciĂłn lo simpático que parecĂ­a al instante, solo un anciano alegre feliz de ser incluido en las cosas nuevamente. Pero de vez en cuando algo me recordaba... una expresiĂłn extrañamente familiar, un brillo en los ojos o un atisbo de ese brazalete de piedra lunar... Estaba de pie en presencia del famoso Conde Scarlock.

Se fue a los camerinos y de alguna manera conseguimos que todo estuviera listo para la sesiĂłn. Cuando Jacob Skorch saliĂł con el traje completo para reunirse con nosotros alrededor del ataĂşd, se podrĂ­a haber oĂ­do caer un alfiler.

No habĂ­a ni rastro de ese amable anciano en evidencia. Este hombre que ahora estaba frente a nosotros parecĂ­a más joven, más fuerte y de alguna manera más cruel en todos sus gestos. HabĂ­a un aura de poder a su alrededor, y su voz era áspera, implacable. Creo que en realidad le tenĂ­amos un poco de miedo hasta que mirĂł a su enfermera y gritĂł: "Bueno, Marcia, ¿vas a ayudar a mi anciano trasero a subir a este ataĂşd o debo volar hacia Ă©l?"

Jacob luego sonriĂł con esa irresistible sonrisa de anciano suya y todos se rieron cuando su enfermera y su asistente se adelantaron para ayudarlo a entrar en el ataĂşd. Su avanzada edad ahora era más evidente a medida que sus ayudantes luchaban para ubicarlo correctamente. Bradley Vegas y la estrella de la pelĂ­cula, Valery Chayn, hicieron su entrada y parecĂ­an bastante petulantes cuando nadie se dio cuenta.

Un tramoyista comenzĂł a cerrar la tapa del ataĂşd, pero Jacob le indicĂł que esperara. Entonces el anciano se levantĂł para enfrentar a todos, excepto que ya no era Ă©l. Los ojos frĂ­os y duros del Conde Scarlock nos miraron a cada uno de nosotros mientras su voz áspera llenaba la habitaciĂłn.

“Nuestro tiempo es fugaz. Ten cuidado en todo lo que hagas, porque por estas cosas serás recordado”.

Nos quedamos mirando mientras la tapa del ataĂşd se cerraba. Casi podĂ­as creerlo, casi creer que el Conde era real. Todo el mundo estaba empezando a pensar que esta podrĂ­a ser una escena realmente buena.

Bradley y Valery ocuparon sus lugares, Bradley sosteniendo la estaca de madera de aspecto malvado con la que atacarĂ­a, la estrella de pie lista junto a la cortina. La escena requerĂ­a que el cazador de vampiros avanzara lentamente y levantara lentamente la tapa del ataĂşd. Luego, un primer plano rápido de los ojos del vampiro abriĂ©ndose, un plano medio del cazador de vampiros de pie hipnotizado mientras la estrella comienza a gritar y, finalmente, un plano general mientras retrocede y baja la cortina, inundando la habitaciĂłn con la luz del sol.

Malcolm Blanch hizo un gesto a todos para que se callaran. Uno de los chicos de iluminaciĂłn darĂ­a la señal desde afuera cuando el sol se hiciera visible por primera vez en el horizonte. Entonces rodarĂ­amos. Hasta entonces tuvimos que esperar.

Y la espera parecĂ­a interminable. Mientras estaba sentado junto a mi tablero de sonido, volviendo a verificar distraĂ­damente los niveles, mirĂ© a mi izquierda. La enfermera de Jacob estaba estudiando la pequeña cosa electrĂłnica que sostenĂ­a. Ahora notĂ© que tenĂ­a una pequeña pantalla de visualizaciĂłn con una lĂ­nea azul pulsante moviĂ©ndose a travĂ©s de ella. Mi impresiĂłn inmediata fue que se trataba de algĂşn tipo de monitor cardĂ­aco. Una fracciĂłn de segundo despuĂ©s de haberlo notado, la pequeña lĂ­nea azul dejĂł de parpadear y se volviĂł plana. Recuerdo escuchar a la enfermera jadear suavemente. Y entonces vino el choque.

La tapa del ataĂşd habĂ­a sido lanzada hacia arriba con tanta fuerza que se estrellĂł contra el techo del estudio, rompiĂ©ndose en fragmentos que llovieron sobre nosotros. Varios bastidores de iluminaciĂłn se derrumbaron, las lámparas estallaron con estallidos huecos. La estrella joven estaba gritando y Bradley, que habĂ­a estado de pie cerca del ataĂşd, se tambaleaba hacia atrás con una expresiĂłn atĂłnita, su brazo derecho claramente roto. Y luego se levantĂł del ataĂşd.

No estoy seguro de cĂłmo explicar esto. SurgiĂł de ese ataĂşd algo absolutamente asqueroso y completamente inhumano. No fue Jacob Skorch. No fue el Conde Scarlock. Era algo envuelto en la oscuridad, algo que instintivamente te hacĂ­a querer correr, pero te dejaba impotente para moverte. Estar cerca de Ă©l se sentĂ­a mal a nivel intestinal, como si se hubiera abierto un agujero irregular en nuestra realidad y algo oscuro y malvado de alguna manera se hubiera deslizado, algo que nunca deberĂ­a existir en nuestro mundo. Mientras miraba en estado de shock, se volviĂł hacia mĂ­ y vi sus ojos.

Es difĂ­cil para mĂ­ continuar con esto. Me doy cuenta de que estoy temblando.
Un momento por favor.

Vi sus ojos. Y luego se dio la vuelta y comenzĂł a derivar hacia la estrella joven, que todavĂ­a estaba gritando. Mucha gente dice que Bradley estaba tratando de protegerla cuando se interpuso entre ellos, pero creo que solo estaba tratando de salir del set. En cualquier caso, la criatura lo tirĂł a un lado como a un muñeco de trapo. GolpeĂł la pared con un crujido repugnante antes de caer inconsciente al suelo.

Y luego estaba alcanzando a Valery. Sus gritos fueron reemplazados por un sonido seco de asfixia cuando agarrĂł su garganta. TropezĂł hacia atrás, su brazo se enredĂł en la cortina mientras caĂ­a. El resto es historia.

Hasta el dĂ­a de hoy, la gente se pregunta cĂłmo logramos ese espectacular final. Algunos cines incluso se negaron a mostrar la pelĂ­cula porque la escena final era muy inquietante, muy convincente. La forma en que el vampiro gritĂł cuando se descorriĂł la cortina, la forma en que la repugnante criatura se convirtiĂł en cenizas, la forma en que se desmoronĂł.

Malcolm Blanch se retirĂł del cine ese año. Bradley Vegas dejĂł de actuar y se convirtiĂł en profesor de matemáticas. Valery Chayn tuvo una corta carrera en televisiĂłn antes de postularse para el cargo, se convirtiĂł en senadora. Y, como bien saben la mayorĂ­a de los fanáticos del terror, nunca más se volviĂł a ver a Jacob Skorch.

'The Return Of Count Scarlock' se vendiĂł a un importante estudio, que volviĂł a filmar todo menos el final. La pelĂ­cula fue un gran Ă©xito y el nombre de Jacob Skorch se volviĂł legendario.

Por supuesto, todo esto fue hace muchos años. Probablemente aĂşn puedas encontrar una copia de la pelĂ­cula si miras a tu alrededor, aunque muy pocas de las personas involucradas en su creaciĂłn aĂşn viven. La verdad nunca se hizo pĂşblica porque, despuĂ©s de todo, ¿quiĂ©n la creerĂ­a?

Pero nunca he sido capaz de olvidar. De hecho, todavĂ­a tengo el brazalete de piedra lunar. No sĂ© por quĂ© lo recogĂ­. Lo encontrĂ© repulsivo en ese momento y todavĂ­a lo hago. Pero lo recogĂ­ y lo he tenido todos estos años. Está en ese armario de allĂ­ en la esquina.

Para ser honesto, a veces tengo la tentaciĂłn de ponĂ©rmelo. En realidad nunca harĂ­a eso, por supuesto, pero a veces casi parece que me está llamando, cantándome. Y considero ponĂ©rmelo, solo por un momento... solo para ver. ¿Sabes?



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