BOOGEY MAN

 


dĂ©bil e indefenso bajo la pálida e indiferente luz de la luna. Empujándome hacia una

ventana iluminada, los escucho hablar desde adentro…

“Mami, ¿quĂ© es un hombre del saco?”
“Bueno… es una especie de monstruo, Suzy. Un boogey man se come a la gente, asĂ­ que por eso estás
dentro esta noche, seguro y cĂłmodo. Pero no debes salir porque el hombre del saco
podrĂ­a atraparte.
"¿El hombre del saco es real, mami?"
“Oh, sĂ­, Suzy, es muy real”.

…y me siento más fuerte.

Me dirijo a otra casa, donde una luz tenue brilla a través de las cortinas bien cerradas.
Hago una pausa para escuchar al lado de la casa...

“Pero tĂ­o Stewart, ¿por quĂ© no puedo ir a casa de Joey? ¡No es tan tarde en la noche, y
son solo dos cuadras!”
“Porque el hombre del saco podrĂ­a atraparte, Johnny. Te lo he dicho antes."
“Si me atrapa, lo golpearĂ© con kárate y luego lo patearĂ© tambiĂ©n”.
El hombre del saco no funciona asĂ­, Johnny. PodrĂ­as patearlo todo el dĂ­a y nunca
lo sentirĂ­a. Y sus brazos son realmente fuertes. Una vez que te agarra, no hay nada en el
mundo que pueda hacer que te suelte. AsĂ­ que será mejor que te quedes adentro y te vayas a dormir como te dije.

…y ahora tengo brazos.

Voy a la deriva por calles silenciosas, pasando ventanas oscuras y puertas cuidadosamente cerradas, hasta que
nuevamente noto una luz parpadeante. Me acerco a la casa, hasta que puedo escucharlos.
claramente desde mi escondite en los arbustos...

"Él no es real, y no importa porque puedo correr muy, muy rápido".
“No lo suficientemente rápido para escapar del hombre del saco. Corre mucho más rápido que una persona normal.
Sus piernas no están construidas como las tuyas o las mĂ­as, ya ves. Tiene más rodillas y espinillas que nosotros,
asĂ­ que corre muy rápido. Nunca tendrĂ­as la oportunidad de tratar de alejarte de Ă©l.
“Está bien, pero ¿puedo tener más cacao antes de irme a la cama?”

…y ahora tengo piernas.

Cruzo unos cuantos prados sombríos y paso un pequeño cementerio enclavado en un bosque de
viejos robles. Más allá veo un pequeño parche de iluminaciĂłn. Acercándome al
tenue resplandor naranja, empiezo a escuchar sus voces...

“¡Te lo he dicho por Ăşltima vez! ¡Callate y ve a dormir!"
"¡Pero estoy asustado! El hombre del saco está ahĂ­ fuera, y está…”
“¡Te dije que te CALLES! ¡Una palabra más y sabes lo que va a pasar!”
“Pero papi, no quiero…”
“¡Está bien, mocoso, tĂş lo pediste!”

…Escucho los sonidos de la violencia, el gemido asustado del niño pequeño y los
terribles gruñidos del adulto. Escucho cosas rompiĂ©ndose y el sonido del cuerpo de un niño
cayendo al suelo. Y ahora tengo una cara.

Busco en los pasillos iluminados por la luna y en los callejones ocultos. Un gato callejero mira en mi direcciĂłn, pero no emite ningĂşn
sonido. Me encuentro con un pequeño estanque, la luz de las estrellas se refleja en el agua como un millĂłn
diamantes brillantes. Y me doy cuenta de una casa cerca de las afueras de la ciudad, una sola ventana que aĂşn
brilla dĂ©bilmente en la noche. Me acerco…

“¿Me hará daño, mami?”
“No, Marcy, no te hará daño. Prometo."
"¿Pero cĂłmo sabes que no lo hará?"
“Porque eso no es para lo que está ahĂ­ afuera. No le importa lastimar a las
niñas o los niños buenos. El hombre del saco solo lastima a las personas malas. Si eres una mala persona,
vendrá a buscarte en la noche y te atrapará. Pero si eres una buena persona, entonces
estás a salvo”.
"¿Estás segura, mami?"
“SĂ­, Marcy. Estoy seguro."

…y ahora tengo un propĂłsito.

Voy a la deriva en silencio a travĂ©s de la niebla y la sombra. Paso sin ser visto mientras mi nombre es susurrado en el
oscuridad. SĂłlo quedan unas pocas horas preciosas antes del amanecer. Y tengo mucho que hacer.

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