PRINCIPIO DEL MENTALISMO

 


PRINCIPIO DEL MENTALISMO

«El universo es una creaciĂłn mental sostenida en la mente del TODO.» El Kybalion.

«El TODO crea en su mente infinita, innumerables universos, los que existen durante eones de tiempo, y asĂ­ y todo, para Él, la creaciĂłn, desarrollo, decadencia y muerte de un millĂłn de universos no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.» El Kybalion.

«La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos.» El Kybalion.

De igual manera que podéis vosotros crear un universo en vuestra propia mente, así el TODO crea los Kosmos en la suya propia. El Universo y todo lo que él contiene es una creación mental del TODO; todo es mente.

Qué es el TODO

Existen muchos Planos del Ser, muchos subplanos de vida, muchos grados de existencia en el Universo. Y todos dependen del adelanto de los seres en la escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa, estando el Ser más elevado separado del EspĂ­ritu del TODO sĂłlo por una sutilĂ­sima divisiĂłn, y por todas partes, a lo largo de esta escala de la vida, todo está en movimiento. Todos están en el sendero, cuyo fin y meta es el TODO. Todo progreso es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las aparentes contradicciones. Éste es el mensaje del iluminado.

La doctrina hermĂ©tica concerniente al proceso de la creaciĂłn mental del Universo es que, al principio del ciclo creador, el TODO, en su aspecto de ser, proyecta su voluntad hacia su aspecto de «Devenir» y el proceso de la creaciĂłn comienza. Se dice que este proceso se reduce a una disminuciĂłn gradual de intensidad vibratoria hasta que se alcanza un grado muy bajo de energĂ­a vibrante, en cuyo punto se manifiesta la forma más densa posible de materia. Este proceso se llama involuciĂłn porque el TODO se «envuelve» en su creaciĂłn. Y esto tiene su correspondencia en los procesos mentales de un artista, escritor o inventor, quien se «envuelve» tanto en su creaciĂłn mental que olvida casi completamente su propia existencia, pues en esos momentos «vive en su creaciĂłn». Si en vez de la palabra «envolverse» empleáramos la de «absorberse», quizá se diera una idea más clara del significado que trata de sugerir.

La enseñanza es que durante la EfusiĂłn las vibraciones se van amortiguando gradualmente hasta que el impulso amortiguador cesa por Ăşltimo, y entonces se produce el retorno de la oscilaciĂłn pendular. Pero existe esta diferencia: que mientras en la efusiĂłn se manifiestan las fuerzas creadoras compactamente, como un todo desde el comienzo mismo del estado evolutivo o de «reabsorciĂłn» se manifiesta la ley de la individualizaciĂłn; esto es, la tendencia a separarse en unidades de fuerza, de tal manera que lo que dejĂł al TODO como no individualizada energĂ­a vuelve a su fuente originaria como innumerables unidades de vida, altamente desarrolladas, que se han ido levantando cada vez más alto en la escala por medio de la evoluciĂłn fĂ­sica, mental y espiritual.

La doctrina hermĂ©tica concerniente a la evoluciĂłn es que el TODO, habiendo meditado sobre el principio de la creaciĂłn, y establecido asĂ­ la base material del Cosmos, pensándolo en la existencia, gradualmente va despertándose de su meditaciĂłn, y al hacerlo produce la manifestaciĂłn del proceso evolutivo, en los planos material, mental y espiritual, sucesivamente en orden. AsĂ­ empieza el movimiento ascendente, y todos los seres comienzan a dirigirse hacia el EspĂ­ritu. La materia se va haciendo menos densa, las unidades vienen a ser, las combinaciones se inician, la vida aparece y va manifestándose en formas cada vez más elevadas y la mente se va haciendo más evidente, vibrando todo cada vez más intensamente. En una palabra, el proceso entero de la evoluciĂłn, en todas sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del proceso de «absorciĂłn». Todo esto ocupa eones y eones de tiempo, estando compuesto cada eĂłn por millones de años; pero, segĂşn dice el iluminado, toda la creaciĂłn, incluyendo la involuciĂłn y la evoluciĂłn de un universo, no es más que un abrir y cerrar de ojos para el TODO. Al final de innĂşmeros ciclos de eones de tiempo el TODO retira su atenciĂłn (contemplaciĂłn) o meditaciĂłn del Universo, porque la Gran Obra ha terminado, y todo queda absorbido en Él de quien otrora emergiera. Pero el misterio de los misterios es que el EspĂ­ritu de cada alma no queda aniquilado, sino que se expande infinitamente, sumergiĂ©ndose uno en otro el Creador y el Creado. Ésa es la voz de la iluminaciĂłn.

¿Por quĂ© creĂł el TODO al Universo?

Algunos han tratado de explicar el misterio presumiendo que el TODO se vio «compelido» a crear, en razĂłn de su «naturaleza interna», o su «instinto creador».

Cualquiera que sea la respuesta de este problema, si es que hay alguna, la verdad es que: «Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas»

«Ley de la paradoja»

Lo que los hermetistas conocen como «Ley de la paradoja» es un aspecto del principio de polaridad.

Aunque para el TODO infinito el Universo, sus leyes, sus poderes, su vida, sus fenĂłmenos, son como cosas contempladas en el estado de meditaciĂłn o ensueño, el Universo debe ser tratado como realy la vida, las acciones y los pensamientos deben estar basados en ello, acordemente, si bien se tenga un claro conocimiento y realizaciĂłn de la Verdad Superior cada uno respecto a su propio plano y leyes.

Si el TODO hubiera imaginado un Universo real serĂ­a desastroso para Ă©ste, porque entonces no podrĂ­a ascenderse de lo inferior a lo superior, el universo se habrĂ­a convertido en una cosa fija, inmĂłvil y el progreso resultarĂ­a imposible. Y si el hombre, por su parte, debido a su media‑sabidurĂ­a, actĂşa y vive y piensa en el Universo como si fuera un sueño (parecido a sus propios ensueños a finitos), asĂ­ se convertirá efectivamente para Ă©l, y, al igual de un cadáver que caminase, se encontrará dando vueltas y más vueltas en un cĂ­rculo, sin hacer el menor progreso y siendo forzado por Ăşltimo a despertarse y vivir por las leyes naturales que Ă©l hubiera olvidado. Conservad siempre la mente fija en la Estrella, pero mirad donde ponĂ©is los pies, no vayáis a hundirlos en algĂşn abismo. Recordad la paradoja divina que afirma que si bien el «Universo no es, sin embargo es». Recordemos siempre los dos polos de la verdad: lo absoluto y lo relativo. GuardĂ©monos de las verdades a medias.

Las verdades absolutas han sido definidas «como las cosas, tal como las conoce y las ve la mente de Dios», mientras que las verdades relativas son «las cosas tal como la más elevada razĂłn del hombre las comprende». Y de esta manera, mientras que para el TODO el Universo debe ser ilusorio e irreal, un simple sueño o resultado de la meditaciĂłn, sin embargo para las mentes finitas que forman parte de ese Universo, y mirando a travĂ©s de las mortales facultades, el Universo es ciertamente real, y asĂ­ debe ser considerado. Al reconocer asĂ­ el punto de vista absoluto, no cometeremos el error de ignorar o negar los hechos y fenĂłmenos del Universo, tal como se nos presentan antes nuestras facultades mortales: no somos el TODO, recordĂ©moslo.

Reconozcamos más bien la verdadera naturaleza del Universo y tratemos de comprender sus leyes mentales, esforzándonos en emplearlas en la forma más efectiva para nuestro progreso ascendente en toda la vida conforme vamos viajando de un plano a otro del ser. Las leyes del Universo no dejan de ser «leyes de hierro» porque sean de naturaleza mental. Todos excepto el TODO, están sujetos a ellas.

No nos sintamos, pues, inseguros o temerosos; sintámonos firmemente sostenidos en la mente infinita, y nada existe que pueda dañarnos o causarnos miedo. No hay poder alguno fuera del TODO que pueda afectarnos. Podemos permanecer tranquilos y seguros.

Debe evitarse la media‑sabidurĂ­a, que es locura y que ignora la verdad de que: «El dominio consiste, no en sueños anormales o visiones y fantásticas imaginaciones, sino en emplear las fuerzas superiores contra las inferiores, escapando asĂ­ a los dolores de los planos inferiores mediante la elevaciĂłn a los superiores». RecuĂ©rdese siempre que la «transmutaciĂłn y no la negaciĂłn presuntuosa es el arma del Maestro»

Sentido de la vida

No vivimos en un mundo de sueños, sino en un Universo que, si bien es relativo, es real, por lo menos en lo que concierne a nuestra vida y obras. Nuestra misiĂłn en el Universo no es negar su existencia, sino vivir, empleando debidamente sus leyes para ascender de lo inferior a lo superior, viviendo y haciendo lo mejor que podamos dentro de las circunstancias que surgen cada dĂ­a, y viviendo, todo lo posible, nuestras más elevadas ideas e ideales. El verdadero significado de la vida no es conocido por el hombre en este plano —si es que alguien lo conoce—; pero los más sabios, y nuestras propias intuiciones tambiĂ©n, nos enseñan que no nos equivocaremos si tratamos de vivir lo mejor posible y realizar la tendencia universal en el mismo sentido, a pesar de las aparentes evidencias en contra. Todos estamos en el Camino, y esta vĂ­a va siempre ascendiendo, con frecuentes sitios de reposo.

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