Descenso a los infiernos

 Inanna (Ishtar), diosa del amor, la lujuria y la prostituciĂłn sagrada entre otros muchos tĂ­tulos. En el capĂ­tulo 11 pudimos ver a una joven diosa enfrentándose a sus miedos en el Ăˇrbol Huluppu, donde saliĂł victoriosa gracias al rey Gilgamesh. Siendo dueña de su plena conciencia y gozando de total comprensiĂłn de la vida y de la muerte, esta deidad decide hacer un viaje.



La diosa Inanna muy segura de sĂ­ misma, desea ante todo aumentar su poder y para ello, se propone ir al inframundo y reinar sobre Ă©l. Se coloca la Shugurra, la corona de las llanuras, y decide partir en un viaje donde no hay retorno. Nuestra protagonista va preparada con siete decretos de las famosas “tablas me” que consigue emborrachando al todopoderoso Padre Enki. Prepárate para un capĂ­tulo más en la serie de dioses sumerios.

El fiel visir Ninshubur

Inanna se adorna con sus mejores prendas y joyas, decidiendo ir a Kur, más conocido como el Inframundo, llamado tambiĂ©n Irkalla para los acadios. Los dominios de Ereshkigal son oscuros, sombrĂ­os y tenebrosos, no es de esperar menos en el lugar donde viajan los muertos. Pero Inanna decide ir acompañada de su fiel y concienzudo visir Ninshubur, pues sabe que su hermana sagrada no la va a recibir con los brazos abiertos, asĂ­ que ella le dice lo siguiente:

Ninshubur, mi constante soporte, Mi sukkal que me da sabio consejo,
Guerrero que lucha a mi lado,
Desciendo al Kur, al inframundo,
Si no regreso, eleva un lamento por mĂ­ en las ruinas.
Haz sonar en mi honor el tambor en los lugares de asamblea.

Inanna y Ninshubur

Si Inanna no vuelve en tres dĂ­as, su visir tendrá que elevar un lamento para ella en la sala donde los dioses celebran sus asambleas. Lo primero que hará es dirigirse a Nippur, la ciudad de Enlil, pues le pedirá que Inanna no sea condenada a muerte en el inframundo. Si esta deidad decide no salvarla, tendrá que dirigirse a Ur, e implorar ayuda a Nanna, dios de la luna y padre de Inanna. Pero… ¿QuĂ© pasa si su progenitor se niega a salvarla?

Ninshubur tendrá que ir a EridĂş, la ciudad del dios de la sabidurĂ­a, en busca de quien “conoce el alimento de la vida” y tambiĂ©n “el brebaje de la vida”, el todopoderoso padre de la humanidad, el más famoso y querido, Enki. De ponerse las cosas feas Ă©l será la Ăşltima opciĂłn para Inanna.

Las siete puertas del mundo infernal

DespuĂ©s de haber hecho estas recomendaciones a Ninshubur, la diosa desciende a los Infiernos y se dirige hacia el Templo de Ereshkigal. Al llegar allĂ­ se encuentra con Neti, el conserje, quien le pregunta el nombre y el objeto de su visita, Inanna le contesta lo siguiente:

¡Portero! ¡Abre tu puerta! Para que pueda entrar la que te está hablando. Si no me dejas acceder martillearĂ© el portĂłn y destrozarĂ© los cerrojos. Además harĂ© remontar a los muertos que devorarán a los vivos.

Inanna y Neti

El portero tomĂł la palabra y se dirigiĂł asĂ­ a la poderosa Inanna: ¡Señora, quĂ©date ahĂ­, no abandones la puerta! Voy a anunciar tu llegada a mi reina Ereshkigal. Cuando Neti informa de lo ocurrido a la “Soberana de los Infiernos” ella se quedĂł sin palabras de un principio, pero le dice a su sirviente que puede entrar de la siguiente manera:

Ven, Neti, mi portero mayor del Kur,
Obedece mis palabras:
Atranca las siete puertas del inframundo.
Luego, una por una, abre una grieta en cada portĂłn.
Deja entrar a Inanna.
Cuando entre, despĂłjala de sus vestimentas reales.
Que la sacerdotisa sagrada del cielo entre inclinada.

Ereshkigal y Neti

Los me arrebatados en el inframundo

El portero, obedeciendo las Ăłrdenes de Ereshkigal, deja entrar a Inanna y la hace pasar por las “Siete Puertas del Mundo Infernal”. Cuando la diosa del amor entra por el primer portĂłn, le fue quitada la Shugurra, la corona de la llanura, uno de los decretos de las tablas me. Inanna muy sorprendida preguntĂł: ¿QuĂ© es esto? Neti le contestĂł: “Silencio, las costumbres del inframundo son perfectas. No se pueden objetar.”

Conforme va pasando por las puertas Inanna va perdiendo un decreto por cada portĂłn del infierno. Primero la “Shugurra”, despuĂ©s “las pequeñas cuentas de lapislázuli” de su cuello. En la tercera puerta le quitan “la doble hilera de cuentas” de su pecho, en el cuarto portĂłn el pectoral llamado “¡Ven, hombre, ven!”. En la quinta puerta le quitan “el aro de oro” de su muñeca, en la sexta “la vara de medir y la lĂ­nea de lapislázuli”, y por Ăşltimo, “la tĂşnica real”.

La muerte de Inanna

De esta forma Inanna llega desnuda al trono de Ereshkigal, perdiendo los siete decretos que tenĂ­a de un principio de las famosas tablas me. Se la llevan arrastrando a que se ponga de rodillas ante Ereshkigal y los “anunna”, los siete terribles jueces infernales, dirigen sobre ella “el ojo de la muerte”. El poema dice lo siguiente:

Desnuda e inclinada, Inanna entrĂł al salĂłn del trono.
Ereshkigal se levantĂł de su trono.
Inanna comenzĂł a acercarse al trono.
La rodearon los Anunna, jueces del inframundo.
Pronunciaron sentencia en su contra.
Entonces Ereshkigal amarrĂł el ojo de la muerte sobre Inanna
HablĂł contra ella su palabra de ira.
ExclamĂł contra ella su grito de culpa.
La golpeĂł.
Inanna se convirtió en cadáver,
Una pieza de carne podrida,
Y fue colgada de un gancho sobre la pared.

La muerte de Inanna

De esta forma es como Ereshkigal mata a su hermana sagrada Inanna, dejando su cadáver suspendido en un gancho. Cuando pasan tres dĂ­as y tres noches, Ninshubur se dispone a poner en práctica las instrucciones que le dio Inanna. ElevĂł un lamento en su honor en las ruinas, tocando el tambor en los lugares de asamblea.

En busca de Enlil, Nanna y Enki

Fue primero al templo de Nippur en busca de Enlil, pero este se niega a ayudarle, dĂłnde bastante enfadado le comenta lo siguiente:

“Mi hija anhelaba el Gran Arriba.
Inanna anhelaba el Gran Abajo.
Aquella quien recibe los me del inframundo no regresa.
Aquella quien va a la Ciudad SombrĂ­a allá se queda.”

Enlil le dice a Ninshubur

Ninshubur fue al templo de Ur en busca de Nanna, pero su progenitor bastante enfadado se niega a ayudarle y le dice lo mismo que Enlil. No obstante, aĂşn queda un as bajo la manga, pues el visir de Inanna no duda ni un momento en ir al templo de EridĂş en busca de Enki, y este le dice lo siguiente:

¿QuĂ© es lo que ha hecho mi hija?
¡Inanna! ¡Reina de Todas las Tierras! ¡Sagrada Sacerdotisa del Cielo!
¿QuĂ© ha pasado?
Estoy atribulado. Estoy afligido.”

Enki

Enki sabĂ­a que habĂ­a un gran problema, ningĂşn toro montĂł a una vaca, ni el asno fecunda a la burra, ni el hombre embaraza a la mujer. Inanna estaba en el inframundo, muerta, por eso no habĂ­a actividades sexuales, faltaba la influencia de la diosa sobre los instintos de la procreaciĂłn. 

El Padre Enki de debajo de una de sus uñas saca un poco de tierra y le da forma a un Kurgarra y a un Galatur, un par de criaturas que no son ni macho ni hembra. Pero el todopoderoso Enki tiene un plan para salvar a su hija sagrada. Le da “el alimento de la vida” al Kurgarra y “el brebaje de la vida” al Galatur.

El retorno de la diosa del amor

Enki le comenta a las dos criaturas su plan maestro, este le dice lo siguiente:

“Vayan al inframundo,
Entren por la puerta como moscas.
Ereshkigal, la Reina del Inframundo, se está lamentando.
Con los gritos de una mujer que está dando a luz.
No hay sábana que la cubra.
Sus senos están descubiertos.
Su cabello se arremolina alrededor de su cabeza como poros.
Cuando grite, ‘¡O, o, mis adentros!’
Griten tambiĂ©n, ‘¡O, o, tus adentros!’
Cuando grite, ‘¡O, o, mis afueras!’
Griten tambiĂ©n, ‘¡O, o, tus afueras!’
La reina estará complacida.
Les ofrecerá un regalo.
Pídanle solo el cadáver que cuelga del gancho en la pared.
Uno de ustedes rociará el alimento de la vida sobre de él.
El otro rociará el brebaje de la vida sobre de él.
Inanna se levantará.”

Enki y las criaturas Kurgarra y Galatur

El Kurgarra y el Galatur

El Kurgarra y el Galatur obedecieron las palabras de Enki. Salieron rumbo al inframundo. Como moscas, se escurren por las grietas de las puertas. Entraron el cuarto del trono de la Soberana de los Infiernos. No había sábana que la cubriera y sus senos, estaban al descubierto. Mientras Ereshkigal se lamentaba, las dos criaturas siguieron el consejo de su padre Enki y repetían los lamentos de la diosa del Inframundo.

Pero después de un rato Ereshkigal se detuvo, los miró y les preguntó:

“¿QuiĂ©nes son ustedes,
que se lamentan, gimen y suspiran conmigo?
Si ustedes son dioses, los he de bendecir.
Si son mortales, les haré un regalo.
Les darĂ© el regalo de agua, el rĂ­o en su plenitud.”

Ereshkigal y las criaturas de Enki

El Kurgarra y el Galatur se negaron a coger la ofrenda y le pidieron a Ereshkigal, el cadáver que cuelga del gancho en la pared. Es de esa forma como la Soberana de los Infiernos les devuelve el cuerpo de Inanna. Las criaturas actuaron rápido, el Kurgarra esparciĂł el alimento de la vida en el cadáver. El Galatur rociĂł el brebaje de la vida sobre la difunta diosa. Es de esa forma como Inanna, resucitĂł y se puso en pie.

Los Anunna: jueces del inframundo

Pero, a pesar de haber recobrado la vida, la deidad del amor no deja de encontrarse en una situaciĂłn muy comprometida. En el inframundo, hay una ley que nadie ha quebrantado jamás: aquel que una vez haya franqueado sus puertas no puede volver a la tierra, salvo que alguien ocupe su lugar. Los jueces del inframundo, los Anunna, comentan lo siguiente:

“Nadie asciende del inframundo inadvertido.
Si Inanna desea retornar del inframundo,
Debe suplir con alguien su lugar.”

Los Anunna

Inanna no es ninguna excepciĂłn a la regla. Le permiten volver a la tierra, pero no irá sola, sino que irá acompañada de unos crueles demonios, conocidos como “los Galla”. Estas criaturas tienen Ăłrdenes de volverla al mundo de los muertos si ella no consigue encontrar ninguna otra divinidad para que la reemplace.

El sacrificio de Inanna

Ninshubur, esperaba afuera de las puertas del palacio. Cuando vio a Inanna rodeada por los galla, se tirĂł a sus pies. Los demonios dijeron: tomaremos a Ninshubur en tu lugar, pero Inanna gritĂł:

“¡No! Ninshubur es mi soporte constante.
El es mi sukkal quien me da sabio consejo.
Es mi guerrero que lucha a mi lado.
No olvidĂł mis palabras.


Él elevó un lamento en mi honor en las ruinas.
TocĂł el tambor en mi honor en los lugares de asamblea.
CircundĂł las moradas de los dioses.
LacerĂł sus ojos, su boca, sus muslos.
Se vistiĂł con una tĂşnica sencilla, como mendigo.


Solo, saliĂł hacia Nippur y al templo de Enlil.
Fue a Ur y al templo de Nanna.
Fue a EridĂş y al templo de Enki.
Gracias a el salvé mi vida.
Nunca les daré a Ninshubur.

Inanna y los Galla

Fueron a la ciudad sumeria de Umma, donde estaba Shara, el hijo de Inanna, pero ella se negĂł a cambiarse por Ă©l. Siguieron andando hasta la ciudad de Badtibira, donde estaba Lulal, otro hijo de Inanna, pero la diosa del amor se negĂł a cambiarse por Ă©l, asĂ­ que siguieron andando hasta Uruk.

Dumuzi es la clave

Fueron donde se ubicaba el gran manzano y allĂ­ estaba Dumuzi, conocido por los babilonios como Tammuz. Dumuzi es el consorte de Inanna, estaba vestido con sus brillantes vestimentas y sentado en su magnĂ­fico trono. Esto hace enfurecerse a la diosa, que proyecta sobre Ă©l “el ojo de la muerte”, y con mucha ira Inanna gritĂł: “¡llĂ©venselo! ¡llĂ©vense a Dumuzi!”.

Los Galla golpearon al esposo de Inanna. Lo acuchillaron con hachas. Dumuzi dejĂł salir un lamento. ElevĂł sus manos al cielo hacia Utu, el Dios del Sol, y le suplicĂł:

“O Utu, tĂş eres mi hermano,
Yo soy el esposo de tu hermana.
Yo traje crema a la morada de tu madre,
Yo traje leche a la morada de Ningal.
Yo soy quien cargĂł alimentos al recinto sagrado.
Yo soy el que trajo regalos nupciales a Uruk.
Yo soy el que danzĂł sobre las rodillas sagradas, las rodillas de Inanna.


Utu, TĂş eres un dios justo, un dios misericordioso,
Convierte mis manos en manos de dragĂłn,
Convierte mis pies en pies de dragĂłn.
PermĂ­teme escapar de mis demonios;
No los dejes retenerme.”

Las plegarias de Dumuzi

El compasivo Utu aceptĂł las lágrimas de Dumuzi. ConvirtiĂł sus manos en manos de dragĂłn. ConvirtiĂł los pies en pies de dragĂłn. Dumuzi escapĂł de sus demonios y no pudieron retenerlo… Y hasta aquĂ­, es todo lo que te puedo contar.

Fuentes del Descenso de Inanna

En el final de la historia los tres sumerĂłlogos discrepan, pero solo hay una cosa que están de acuerdo, pues en plena plegaria de Dumuzi, el texto de las tablillas se interrumpe. Samuel Noah Kramer cree, que Dumuzi es un dios de los Infiernos. Se plantea que Utu no hizo caso de su sĂşplica y que los demonios lo arrastraron hacia la morada de los muertos.

Ahora yo me pregunto, si Utu convierte en un dragĂłn a Dumuzi y este va a los infiernos ¿Estamos ante el famoso “DragĂłn Kur”, la bestia que rapta a la diosa Ereshkigal? ¿Por quĂ© Inanna vende a Dumuzi a los infiernos? ¿Es por la ropa que lleva, o tal vez se debe a los cuernos que le puso Dumuzi? ¡Ah! ¿QuĂ© no lo sabĂ­as? Pues eso ya es otra historia.

Las fuentes que he cogido para este artĂ­culo las puedes leer en los libros de “La Historia Empieza en Sumer” de Samuel Noah Kramer, “Leyendas de la Antigua Mesopotamia” de Federico Lara Peinado y tambiĂ©n la web dedicada a Inanna en su artĂ­culo el «Descenso de Inanna» de Diane Wolkstein y S.N. Kramer.

Referencias

  • KlĂ­ma, Josef (1980). Sociedad y cultura en la antigua Mesopotamia. Akal. pp. 244-246. ISBN: 8473395174.
  • Federico Lara Peinado, Mitos Sumerios y Acadios, Descenso de Inanna a los Infiernos, ISBN: 8427606931.
  • Anon., Inanna’s Descent to the Nether World [Online] [The Electronic Text Corpus of Sumerian Literature, Faculty of Oriental Studies, University of Oxford (traducciĂłn al inglĂ©s), 2002. Inanna’s Descent to the Nether World.]
  • Heffron, Y., 2016. Inana/Ištar (goddess).
  • Mark, J. J., 2011. Inanna’s Descent: A Sumerian Tale of Injustice.
  • The College of the Liberal Arts, Penn State University, 2016. The Descent of Inanna.
  • Ward, D. S., 2003. Descent into the Underworld.

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