Dogma Y Ritual
De La
Alta Magia
Primera Parte
El Dogma
Escaneado y Corregido hoy 27 de Mayo de
2004 Por Frater Alastor
Eliphas
Levi nació en Paris, Francia, el ocho de febrero de 1810. Hijo de un zapatero.
De muchacho fue muy inteligente por lo cual su padre decidió enviarlo a la
iglesia de St. Sulpice para que recibiera allí su educación. Así decidió
consagrarse a la vida religiosa y se hizo sacerdote. Se dice que años mas tarde
fuera expulsado por sostener ideas heréticas y por no poder cumplir con su voto
de castidad.
En
algún momento conoció a una pareja de místicos de apellido Ganneau, El Sr.
Ganneau aclamaba ser la reencarnación de Luis XVII y también se declaraba
profeta. Su esposa decía ser la reencarnación de Maria Antonieta. De esta
manera Elifas se convirtió en uno de los seguidor de Ganneau con quien recibió
sus primeras lecciones.
En 1852 conoció
a J.M.H.Wronski quien lo orientó hacia el ocultismo y la cábala. En 1854 se
relacionó con el novelista inglés Bulwer Lytton y con el doctor Ashburner,
quienes pertenecían a la Hermetic Brotherhood of Luxor, realizando con ellos
experimentos teúrgicos. Iniciado en la Masonería el 14 de marzo de 1861 en la
Logia Rosa del Perfecto Silencio del Gran Oriente de Francia. Consta en los
registros masónicos que Lévi asciende al tercer grado de Maestro el 28 de
agosto de 1861. Antes de su iniciación masónica había publicado dos importantes
obras: Dogma y ritual de Alta Magia (1854) e Historia de la Magia (1860). En
1873 se hizo miembro de la Sociedad Rosacruciana in Anglia (SRIA). En este
periodo el Dr. Woodman era el secretario de la orden y cinco años mas tarde
seria elevado al rango de Mago Supremo. Woodman fundaría una nueva orden mas
tarde llamada la Orden del Dorado Amanecer en donde incorporaría las creencias
de Eliphas.
El introdujo una serie de enseñanzas muy importantes que darian
forma al ocultismo moderno, de hecho a Levi se le considera el padre del
ocultismo moderno. En el año 1460 Marcelo Ficcino traduciría el Corpus
Hermeticum, un cuerpo de textos greco egipcios ricos en enseñanzas esotéricas
como la reencarnación , las esferas, los siete cuerpos, y la inmortalidad de la
mente superior o inteligencia.. Los conceptos claves enseñados hoy en las
distintas escuelas esotericas son derivaciones de las enseñanzas en el Corpus.
Mas tarde un joven cabalista llamado Picco de la Mirandola tomaria la Cabala
hebrea y la fusionaría con las enseñanzas del Corpus y Giordano Bruno
desarrollaría la técnica de usar imágenes nemotécnicas como puertas a otros
mundos o estados de conciencia. Sin embargo todos estos progresos fueron
detenidos por la inquisición y la quema de brujas y mas tarde por la reforma
protestante. Como resultado se formaron Sociedades Ocultas con el propósito de
transmitir las enseñanzas de manera muy secreta, se instituyeron palabras de
paso y signos de reconocimientos todos ellos muy secretos. Sin embargo para el
1850 Francia habria levantado la ley que prohibía escribir sobre la Magia y
Eliphas Levi hizo su entrada triunfal.
Elifas
Levi comienza explicando que existe dentro de todas las religiones del mundo
una tradición esotérica que es universal, que existe una fraternidad universal
de iniciados en la doctrina esotérica, el esoterismo es pues la verdad que se
encuentra en todas las religiones y que las explica a todas. Este concepto del
esoterismo como fuente de todas las religiones es introducido por Levi y luego
copiado por otros
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prominentes esoteristas como Madame Blavatsky. Además de esto Levi
utiliza por primera vez el termino ocultismo y ocultista para definir esta
enseñanza universal. Levi también insiste en considerar el Tarot como un Libro
Sagrado, capaz de explicar todos los misterios, un resumen de la doctrina
universal. Es el la primera persona que traza un paralelismo entre los
veintidós arcanos mayores del tarot con las veintidós letras del alfabeto
hebreo. También el Levi el primero en establecer una diferencia entre el
Pentagrama con la punta hacia arriba y el pentagrama con la punta hacia abajo
el cual considera estar al revés y por primera vez lo asocia con el demonio
dibujando la cabeza de un macho cabrio dentro de este de manera que los cuernos
son las dos puntas de la estrella. El pentagrama en su estado natural
representaría a un hombre con los pies y manos abiertos, la cabeza arriba
dominando sobre los órganos inferiores es decir la mente gobernando las
pasiones.
El
Concepto de Cuerpo Astral y el mundo astral tal y como se comprende hoy dia es
original de Levi, el termino astral para designar a esta fuerza y mundo es muy
suyo aunque hay que decir que estos misterios fueron explicados usando una
terminología diferente por Cornelius Agripa y el Corpus Hermeticum per se.
Elifas Levi reconoce como fue influenciado por el Libro llamado El Mago de
Francis Barret, a su vez esta obra es prácticamente un plagio de la obra de
Cornelius Agripa Oculta Filosofía.
En su libro Historia de la Magia, Elifas explica como la gente de
la India son los descendientes de Caín y agrega que estos poseen la cabala de
una manera corrupta y critica fuertemente los conceptos de la religión vedica
como perniciosos e inmorales. Esto causa que Elena Petrovna Blavatsky, la madre
del ocultismo moderno por asi decirlo entre en una batalla filosófica con el a
través de sus libros, .Blavatsky como ya se dijo toma el concepto del
esoterismo como verdad universal y también hace uso del concepto de la Luz
Astral y del Cuerpo Astral, sin embargo la Blavatsky critica la cabala y agrega
que los cabalistas modernos perdieron hace mucho la clave para interpretar la
biblia y que la verdadera sabiduría esotérica no solo se enseña en secreto en
los monasterios de la india si no que es precisamente desde la india que este
conocimiento se esparció hacia el resto del mundo pasando de la india a Egipto,
de Egipto a Grecia, y de Grecia al resto del mundo. Blavatsky abundaría mucho
mas que Levi no solo en lo que respecta a la naturaleza de la Luz astral pero
también revelaría la existencia de otros planos y dimensiones que explica con
todo lujo de detalles, penosamente Blavatsky echa a un lado a la cabala y a la
magia ceremonial por considerarlas muy peligrosas.
Eliphas Levi
muere el 31 de Mayo de 1875.
Frater Alastor.
Es un honor para mi poder ofrecer hoy la versión electronica de
una obra tan importante como esta desde el punto de vista historico. Esta es la
obra que rompió el hielo, que acabo con el silencio de muchos siglos de sigilo
y que establecio un renacimiento en el interes por la Magia y la Cabala de los
antiguos iniciados. Esta obra fue leida por las grandes mentes de las ciencias
ocultas como Madame Blavatsky y Papus, tan solo por mencionar a algunos.
Contiene ideas que serian heredadas por los mismos y ampliadas hasta llegar a
formar el “Dogma” de las ciencias ocultas tal y como se enseña hoy dia.
Este es el primer libro de magia que yo compre, y
cuando lo ley me desilucione mucho porque parecia hablar de todo menos de
magia, hablaba del Tarot y de la Cabala, de los Iniciados, de las luz astral
etc etc, pero ¿En donde estan los rituales de la magia para ganar el amor de
esta o aquella muchacha? Compre muchos libros mas, estudie muchas disciplinas
hasta que finalmente decidí darle una segunda lectura, ya no como un
principiante si no como un iniciado que ya habia estudiado y comprendido la
teosofía de la Blavatsky, entonces entendi, todo estaba claro, incluso aquellos
misterios que el maestro temia revelar. Tomo un boligrafo y comence a hacer
todo tipo de notas en el libro, marque muchos conceptos clave y lo guarde.
Hoy ofresco una versión electronica de mi copia. He
subrayado los textos en la versión electronica copiando lo que yo ya habia
subrayado previamente en el mio, las varias notas que hice al margen de la obra
las incluyo como notas al calce. Espero que con este esfuerzo el trabajo de
Eliphas Levi sea una lectura mas placentera para los principiantes de lo que
fue para mi cuando apenas gateaba en la Luz Astral….
Kox Om Pax
¡Luz
en Extensión!
Frater Alastor:.
A través del
velo de todas las alegorías hieráticas y místicas de los antiguos dogmas, a
través de las tinieblas y de las bizarras pruebas de todas las iniciaciones,
bajo el sello de todas las criaturas sagradas, en las ruinas de Nínive o de
Tebas, sobre las carcomidas piedras de los antiguos templos y sobre la
ennegrecida faz de las esfinges de Asiria o de Egipto, en las monstruosas o
maravillosas pinturas que traducen para los creyentes las páginas sagradas de
los Vedas, en los extraños emblemas de nuestros antiguos libros de alquimia, en
las ceremonias de recepción practicadas por todas las sociedades secretas, se
encuentran las huellas de una misma doctrina yen todas partes, cuidadosamente
oculta. La filosofía oculta parece, pues, haber sido la nodriza o la madrina de
todas las religiones, la palanca secreta de todas las fuerzas intelectuales, la
llave de todas las oscuridades divinas y la reina absoluta de la sociedad, en
las edades en que ella estaba exclusivamente reservada a la educación de los
sacerdotes y de los reyes.
Había reinado en Persia con los magos, que un día perecieron, como
perecen los dueños del mundo, por haber abusado de su poder; había dotado a la
India de las más maravillosas tradiciones y de un lujo increíble de poesía, de
gracia y de terror en sus emblemas; había civilizado a Grecia mediante los
cuidados de la lira de Orfeo; ocultaba los principios de todas las ciencias y
de todos los progresos del espíritu humano, en los audaces cálculos de
Pitágoras; la fábula estaba llena de sus milagros, y la historia, cuando
trataba de juzgar ese poder desconocido, se confundía con la fábula; derrumbaba
o afirmaba los imperios por sus oráculos; hacía palidecer a los tiranos sobre
su trono, y dominaba en todos los espíritus por la curiosidad o por el temor. A
esta ciencia, decía la muchedumbre, nada le es imposible; manda a los
elementos, sabe el lenguaje de los astros y dirige la marcha de las estrellas;
la luna, a su vez, cae sangrando desde el cielo; los muertos se levantan de sus
tumbas y articulan palabras fatales.que el viento de la noche repercute. Dueña
del amor o del odio, la ciencia puede dar a su antojo, a los corazones humanos
el paraíso o el infierno; dispone, a su placer, de todas las formas y
distribuye como le place, la fealdad ola belleza; cambia, a su vez, con la
varilla de circe, a los hombres en brutos y a los animales en hombres; dispone
también de la vida o de la muerte y puede conferir a su adepto la riqueza, por
la transmutación de los metales y la inmortalidad por su quinta esencia y su
elixir, compuesto de oro y de luz. He aquí lo que había sido la Magia desde
Zoroastro hasta Manes, desde Orfeo hasta Apolonio de Tiana, cuando el
cristianismo positivo, triunfante, al fin de los hermosos sueños y de las
gigantescas aspiracionés, de la escuela de Alejandría, osó fulminar
publicamente su filosofía con su anatema, reduciéndola, por esta causa, a ser
más oculta y más misteriosa que nunca.
De
otra parte, circulaban con respecto a los iniciados y a los adeptos, rumores
extraños y alarmantes; esos hombres estaban rodeados por todas partes de una
influencia fatal; mataban o hacían enloquecer a aquellos que se dejaban
arrastrar por su meliflua elocuencia o por el prestigio de su sabiduría. Las
mujeres a que amaban se convertían en Estriges, sus hijos desaparecían en los
conventículos nocturnos, y se hablaba, en voz baja y temblando, de sangrientas
orgías y de abominables festines. Se habían encontrado osamentas en los
subterráneos de los antiguos templos; se habían escuchado alaridos durante la
noche; las cosechas se malograban y los rebaños languidecían, cuando el mago
pasaba por delante de aquéllas y de éstos. Enfermedades, que desafiaban el arte
de la medicina, hacían su aparición en el mundo —decían-- bajo las
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venenosas miradas de los adeptos. En fin, un grito universal de
reprobación se eleva contra la magia, cuyo solo nombre es un crimen, y el odio
del vulgo se formula por este decreto: «¡Al fuego los magos!», como se había
dicho algunos siglos antes: «Los cristianos a los leones.»
Las multitudes
no conspiran más que contra los poderes reales; no tienen la ciencia de lo que
es verdadero, pero sí tienen el instinto de lo que es fuerte.
Estaba
reservado al siglo XVIII el reírse, à la vez, de los cristianos y de la magia,
cubriendo de fango de igual modo las homilías de Jean-Jacques que los
prestigios de Cagliostro.
Sin embargo, en
el fondo de la magia hay ciencia, como en el fondo del cristianismo hay amor, y
en los símbolos evangélicos vemos al Verbo encarnado, adorado en su infancia
por tres magos a quienes guía una estrella (el ternario y el signo del
microcosmos) y recibiendo de ellos el oro, el incienso y la mirra; otro temario
misterioso bajo cuyo emblema están contenidos alegóricamente los más elevados
secretos de la cábala.
El cristianismo
no debía odiar a la magia; pero la ignorancia humana siempre tiene miedo de lo
desconocido. La ciencia se vio obligada a ocultarse para librarse de las
apasionadas agresiones de un amor ciego; se envolvió en nuevos jeroglíficos,
disimuló sus esfuerzos y disfrazó sus esperanzas. Entonces fue creada la jerga
de la alquimia, continua decepción para el vulgo, ansioso de oro, pero lengua
viva para los verdaderos discípulos de Hermes.
Y ¡cosa
singular! existen en los sagrados libros de los cristianos, obras que la
Iglesia infalible no tiene la pretensión de comprender, ni ha tratado nunca de
explicar; la profecía de Ezequiel y el Apocalipsis; dos clavículas cabalistas,
reservadas sin duda en el cielo para que los comenten los reyes magos; libros
terrados y sellados con siete sellos para los fieles creyentes y perfectamente
claros para el infiel iniciado en las ocultas ciencias.
Otro libro existe aún; pero éste, aunque sea hasta cierto punto
popular y se le encuentre por todas partes, es más oculto y el más desconocido
de todos, porque contiene la clave de todos los demás; se le ha dado
publicidad, sin ser conocido por el público; no se preocupen de pensar en dónde
está, porque perderían mil veces el tiempo. Este libro, más antiguo quizá que
el de Enoc, jamás ha sido traducido, y está escrito totalmente en caracteres
primitivos y en páginas sueltas como las tabletas de los antiguos. Un
distinguido sabio ha revelado su existencia, siendo de advertir que lo que le
ha llamado la atención, no ha sido precisamente el secreto, sino la antigüedad
y su singular conservación; otro sabio, pero de un espíritu más fantástico que
juicioso, se ha pasado treinta años estudiándolo, sin comprender nada más que
su indiscutible importancia. Se trata, en efecto, de una obra monumental y
singular, sencilla y fuerte como la arquitectura de las pirámides, y duradera,
por consiguiente, como ellas; libro que resume todas las ciencias y cuyas
infinitas combinaciones pueden resolver todos los problemas; libro que habla y
hace pensar; inspirador y regulador de todas las combinaciones posibles; la
obra maestra quizá del espíritu humano, y seguramente una de las más hermosas
que nos ha legado la antigüedad; clavícula, cuyo nombre no ha sido comprendido
y explicado más que por el sabio iluminado Guillaume Postel; texto único, cuyos
primeros caracteres, tan sólo extasiaron el espíritu religioso de San Martin, y
hubieran dado la razón al sublime e infortunado Swedenborg. Este libro —ya
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hablaremos de él— y su explicación matemática y rigurosa, será el
complemento y la corona de nuestro concienzudo trabajo
La
álianza original del cristianismo y de la ciencia de los magos, si queda una
vez más bien demostrada, no será un descubrimiento de mediana importancia, y no
dudamos que el resultado de un estudio serio de la magia
y de la cábala,
no conduzca a los espíritus serios a la conciliación, considerada hasta el
presente como imposible, de la ciencia y del dogma, de la razón
y de la fe.
Ya hemos dicho
que la iglesia, cuyo atributo especial es el depósito de las llaves, no
pretende tener las del Apocalipsis o de las visiones de Ezequiel. Para los
cristianos y en opinión suya, en clavículas científicas y mágicas de Salomón se
han perdido.
Es cierto, sin
embargo, que en el dominio de la inteligencia, gobernada por EL VERBO, nada de
lo que está escrito se pierde, solamente las cosas que los hombres cesan de
comprender, no existen ya para ellos, al menos como verbo. Estas cosas
penetran, entonces, en el dominio del enigma y del misterio.
De otra parte,
la antipatía y aun la guerra abierta de la Iglesia oficial contra todo lo que
entra en el dominio de la magia, que es una especie de sacerdocio personal y
emancipado, obedece a causas tan necesarias e inherentes como las del
sacerdocio cristiano. La iglesia ignora lo que es la magia porque debe
ignorarlo todo o perecer, como lo demostraremos más tarde. La conoce menos que
su misterioso fundador, que fue saludado en su cama por los tres magos, es
decir, por los embajadores hieráticos de las tres partes del mundo conocido y
de los tres mundos analógicos de la filosofía oculta.
En la escuela de
Alejandria la magia y el cristianismo se dan casi la mano bajo los auspicios de
Ammonio Saccas y de Platón. El dogma de Hermes se encuentra casi todo entero en
los escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita. Sinesio traza el plan de un
tratado de los sueños, que debía ser comentado más tarde por Cardan, y
compuesto de himnos que podría servir a la liturgia de la iglesia de
Swedenborg, si una Iglesia de iluminados pudiera tener una liturgia. Es también
en esta época de abstracciones ardientes y de logomaquias apasionadas cuando se
une el reinado filosófico de Juliano, llamado el Apóstata, porque en su
juventud había hecho, en contra de su voluntad, profesión de fe en el
cristianismo. Todo el mundo sabe que Juliano tuvo la desgracia de ser un héroe
de Plutarco, fuera de razón, y fue, si así puede hablarse, el Don Quijote de la
Caballería romana; pero lo que todo el mundo no sabe es que Juliano era un
iluminado y un iniciado de primer orden; era un individuo que creía en la
unidad de Dios y en el dogma universal de la Trinidad; era, en una palabra, un
ser que no admitía del antiguo mundo más que sus magníficas símbolos y sus muy
graciosas imágenes. Juliano no era pagano, sino un gnóstico atiborrado de las
alegorías del politeísmo griego, y que tenía la desgracia de encontrar menos
sonoro el nombre de Jesucristo que el de Orfeo. Como emperador pagó sus gastos
de colegio como filósofo y como retórico, y, después que se hubo dado a sí
mismo el placer de expirar como Epaminondas, con las frases de Catón, tuvo de
la opinión pública, ya toda cristiana, anatemas por oración fúnebre y un
epíteto deshonoroso por última celebridad.
Pasemos por alto
las pequeñeces del Bajo Imperio y lleguemos ala Edad Media...
Tomad
ese libro, leed en la s~ptima página y sentaos después sobre el manto que yo
voy a extender y con una de cuyas puntas nos taparemos los ojos... Vuestra
cabeza da vueltas, ¿no es eso, y os parece así como si la tierra huyera de
vuestro pies? Manteneos
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firmes y no mirdis... El vértigo cesa; hemos llegado. Levantáos y
abrid los ojos; pero guardáos de hacer ningún signo y de pronunciar ninguna
palabra cristiana. Estamos en un paisaje de Salvador Rosa. Es un desierto que
reposa después de haberse desencadenado en él una tormenta. La luna no
resplandece en el cielo. Pero, ¿no veis oscilar las estrellas por entre los
matorrales? ¿No escucháis a vuestro alrededor el revoloteo de gigantescos
pájaros que, al pasar, parece que murmurarán palabras estrañas? Aproximémonos
silenciosamente a la. encrucijada. Una ronca y fúnebre trompeta se deja oir;
una infinidad de antorchas e iluminan por todas partes. Una numerosa asamblea
secongrega alrededor de un círculo que está vacío; miran y esperan. De pronto,
todos los concurrentes se prosternan y murmuran: ¡Helo ahí, helo ahí! ¡Es él!
Un príncipe con cabeza de macho cabrío llega contoneándose, sube sobre su tmno,
se inclina y presenta a la asamblea un rostro humano, al que todo el mundo acude,
cirio negro en mano, a ofrecerle un saludo y un ósculo; luego se endereza,
lanza una carrajada estridente y distribuye a sus fieles oro, instrucciones
secretas, medicinas ocultas y venenosas. Durante esta ceremonia las malezas se
incendian y arden mezcladas con osamentas humanas y grasas de suplicios.
Druidesas coronadas de una planta parecida al perejil y de verbena sacrifican
con falces de oro niños sustraídos al bautismo y preparan horribles ágapes. Las
mesas se ponen; los hombres enmascarados se colocan al lado de las mujeres
semidesnudas, y comienza la bacanal. Nada falta allí, excepto la sal, que es el
símbolo de la sabiduría y la inmortalidad.
Corre el vino a
torrentes, dejando manchas semejantes a la sangre; comienza las conversaciones
y las caricias obscenas; toda la concurrencia está borracha de vino, de lujuria
y de canciones deshonestas. Todo el mundo se levanta en desorden y se forman
los corros infernales... Llegan entonces todos los monstruos de la leyenda,
todos los fantasmas de las pesadillas; sapos enormes tocan la flauta al revés,
y soplan, apretando las ancas con sus patas; escarabajos cojitrancos se mezclan
en la danza; cangrejos hacen sonar las castañuelas; cocodrilos hacen piruetas
con sus escamas; llegan elefantes y mamuts vestidos de Cupido y levantan las
patas como si danzaran... Luego los corros se deshacen y se dispersan... se
apagan, perdiéndose el humo entre las sombras... Aquí, allíy acullá se escuchan
gritos, carcajadas, blasfemias y estertores... Vamos, despertaos, y no hagáis el
signo de la cruz. Yo os he transportado y estáis en vuestro lecho, os
encontráis un tanto fatigados, un poco si es, noes magullados, a causa del
viaje y de la mala noche; pero habéis visto una cosa de la que todo el mundo
habla sin conocerla. Estáis iniciados en terribles secretos como del antro de
Trofonio. ¡Habéis asistido al Sabbat! De desear es que no os volváis
locos y que os mantengáis en un saludable temor de la justicia y a una
distancia respetuosa de la Iglesia y de sus hogueras.
¿Queréis
ver ahora alguna cosa menos fantástica, más real, y verdaderamente terrible?
Pues os haré asistir al súplicio de Jacques de Molay y de sus cómplices, o de
sus hermanos en martirio... Pero, no os engañéis y no confundáis al culpable
con el inocente. ¿Hanadorado realmente los templarios ä Baphomet, o han dado un
humilde abrazo a la faz posterior del macho cabrío de Mendés? ¿Qué era, pues,
esa asociación secreta y poderosa que ha puesto en peligro a la Iglesia y al
Estado y la cual exterminaron sin oírla? No juzguéis nada a la ligera; son
culpables de un gran crimen, han dejado ver a los profanos el santuario de la
antigua iniciación; han recogido para repartirlo entre sí, y hacerse los dueños
del mundo, los frutos de la ciencia del bien y
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del mal. El decreto que los condena se remonta más allá que el
mismo tribunal del Papa o de Felipe el Hermoso. «El día que comas de este fruto,
morirás», había dicho el mismo Dios, según vemos en el Génesis.
¿Qué ha ocurrido
en el mundo y por qué los sacerdotes y los reyes han temblado? ¿Qué poder
secreto amenaza las tierras y las coronas? He ahí algunos locos que corren de
país en país y que ocultan, según dicen, la piedra filosofal, bajo sus harapos
y su miseria. Pueden cambiarla tierra en oro, y sin embargo ¡carecen de pan y
de asilo! Su frente está ceñida por una aureola de gloria y por un reflejo de
ignominia. Eluno ha encontrado la ciencia universal y no sabe cómo morir para
escapar a las torturas de su triunfo: es el mallorquino Ramon Liull. El Otro
cura con remedios fantásticos las enfermedades imaginarias y ofrece un formal
mentís al proverbio que comprueba la ineficacia de un cauterio en una pierna de
madera; es el maravilloso Paracelso, siempre ébrio y siempre lúcido como los
héroes de Rabelais. Aquí es Guillaume Postel, que escribe ingenuamente a los
Padres de Concilio de Trento que ha encontrado la doctrina absoluta, oculta
desde el comienzo del mundo y que ya se le hace tarde en compartirla con los demás.
El Concilio no se inquieta del loco y ni aun se digna condenarle, pasando al
examen de cuestiones tan graves como la gracia eficaz y la gracia suficiente.
Aquel que vemos morir pobre y abandonado es Cornelio Agrippa, el menos mago de
todos, y a quien el vulgo se obstina en considerarle como el mayor hechicero
del mundo, porque era a veces satírico y mistificador. ¿Qué secreto se han
llevado todos esos hombres a sus tumbas? ¿Por qué se les admira sin haberlos
conocido? ¿Por qué se les condenó sin escucharlos? ¿Por qué están inciados en
esas terribles ciencias ocultas de las que la Iglesia y las sociedad tienen
miedo? ¿Por qué saben ellos los que los demás hombres ignoran? ¿Por qué
disimulan ellos lo que todo el mundo arde en saber? ¿Por qué están investidos
de un poder terrible y desconocido? ¡Las ciencias ocultas! ¡La magia! He aquí
dos palabras que os dicen todo y que aún pueden hacernos pensar más.
De omnire
scibili et quibusdam alus.
¿Qué es, por
tanto, la magia? ¿Cuál ém el poder de esos hombres tan perseguidos y tan
fieros? ¿Por qué si eran tan fuertes no han vencido a sus enemigos? ¿Por qué si
eran tan insensatos y tan débiles se les dispensaba el honor de temerles?
¿Existe una magia, existe verdaderamente una ciencia oculta que sea ciertamente
un poder y que opere prodigios capaces de competir con los milagros de las
religiones autorizadas?
A estas
preguntas principales responderemos con una palabra y con un libro. El Libro
será la justificación de la palabra y esta palabra es: sí, ha existido y existe
todavía una magia poderosa y real; sí, todo cuanto las leyendas dicen es
cierto; aquí, única y contrariamente a lo que ocurre generalmente, las
exageraciones populares no estaban sólo de lado sino muy por debajo de la
verdad.
Sí, existe un
secreto formidable cuya revelación ya ha trastornado el mundo, como lo
atestiguan las tradiciones de Egipto, resumidas simbólicamente por Moisés en el
comienzo del Génesis. Este secreto constituye la ciencia fatal del bien y del
mal y su resultado, cuando se divulga, es la muerte. Moisés lo representa bajo
la figura de un árbol que está en el centro del paraíso terrenal, y vecino, y
con las raíces comunes al árbol de la vida; los cuatm ríos misteriosos, toman
su manantial al pie de este árbol, que está guardado por la espada flameante y
parlas cuatro firmas de la esfinge bíblica, el querubín de Ezequiel... Aquí
debo detenerme y hasta temo haber dicho demasiado.
Sí,
existe un dogma único, universal, imperecedero, fuerte como la razón suprema,
sencillo como todo lo que es grande, inteligible como todo lo que es
universalmente y
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absolutamente verdadero, y este dogma ha sido el padre de todos
los demás.
Sí, existe una
ciencia que confiere al hombre prerrogativas, en apariencia sobrehúmanas, helas
aquí tales y como_yo las he hallado enumeradas en un manuscrito
hebreo del siglo XVI.
He aquí ahora cuáles
son los privilegios y los poderes del que tiene en su mano derecha las clavículas
de Salomón, y, en la izquierda, la rama florida del almendro.
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Aleph. —Ve a Dios cara
a cara, sin morir, y conversa familiarmente con los siete genios que mandan a
toda la milicia celeste.
Beth. —Está por encima de todas las aflicciones y de
todos los temores. Ghimel. —Reina en todo el cielo y se hace servir por todo el
infierno.
Daleth. —Dispone de su
salud y de su vida y puede disponer de las de los demás. He.~—No puede ser
sorprendido ni por el infortunio, ni agobiado por los desastres, ni vencido por
sus enemigos.
Vau. —Sabe la
razón del pasado, del presente y del porvenir.
Dzain. —Tiene el secreto de la resurrección de los
muertos y la llave de la inmortalidad.
Estos son los
siete grandes privilegios. He aquí ahora los que vienen después.
Heth. —Tener la
medicina universal. Teth. —
Encontrar la piedra filosofal.
Jod. —Conocer las leyes
del movimiento continuo y poder demostrar la cuadratura del círculo.
Caph. —Cambiar en oro, no solamente todos los
metales, sino también la misma tierra, y aun las inmundicias de la misma.
Lamed. —Domar a los animales más feroces y saber
pronunciar palabras que alienten y encanten a las serpientes.
Men. —Poseer el
arte notorio que da la ciencia universal.
Nun. —Hablar sabiamente
sobre todas las cosas sin preparación y sin estudio. He aquí, por último, los
siete menores poderes del mago.
Samech. -Conocer a primera vista el fondo del alma
de los hombres y los misterios del corazón de las mujeres:
Ain. —Forzar,
cuando le plazca, a la naturaleza, y revelarse.
Phe.
—Prever todos los acontecimientos futuros que no dependan de un libre albedrío
superior, o de una causa inapercibida.
Tsade. —Prestar en el acto a todo el mundo los
consuelos más eficaces y los consejos más saludables.
Resch. — Dominar el amor
y el odio.
Schin. —Tener el secreto de las riquezas; ser
siempre el amo y no el esclavo. Saber gozar aun en la pobreza y no caer nunca
ni en la abyección ni en la miseria.
Thau. —Agregaremos nosotros a estos tres septenarios
que el sabio gobierna a los dementes, aplaca las tempestades, cura las
enfermedades con el tacto y resucita los muertos.
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Estas son las cosas que Salomón selló
con su triple sello. Los iniciados saben y basta. Cuanto a los demás, que rían,
que crean, que duden, que amenacen o que tengan miedo, ¿qué importa a la
ciencia y qué a nosotros?
Tales son,
efectivamente, los resultados de la filosofía oculta, y estamos en condiciones
de no tener una acusación de locura o una suposición de charlatanismo al
afirmar que todos estos privilegios son reales.
Esto es lo que
todo nuestro trabajo, acerca de la filosofía oculta tenderá a demostrar.
La piedra
filosofal, la medicina universal, la transmutación de los metales, la
cuadratura del círculo y el secreto del movimiento continuo, no son, pues, ni
mistificaciones de la ciencia, ni ensueños de la locura; son términos que es
preciso comprender en su verdadero sentido, y que manifiestan todos los
diferentes usos de un mismo secreto, los diferentes caracteres de una misma
operación que se define de una manera más general, llamándola únicamente la
gran obra.
Existe asimismo
en la naturaleza una fuerza mucho más poderosa, siquiera sea en otra forma que
el vapor, y por medio de la cual, un solo hombre que pudiera apoderarse de ella
y supiera dirigirla, trastornaría y cambiaría la faz del mundo. Esta fuerza era
conocida por los antiguos, y consiste en agente universal cuya ley
suprema es el equilibrio y cuya dirección tiende inmediatamente al gran arcano
de la magia transcendental. Por medio de la dirección de ese agente, se puede
cambiar el orden de las estaciones; producir en la noche fenómenos inherentes
al día; corresponder en un instante de uno a otro confín del mundo; ver, como
Apolonio, lo que ocurría al otro extremo de la tierra; dara la palabra un éxito
y una repercusión universal. Este agente, que apenas se revela ante el tacto de
los discípulos de Mesmer, es precisamente lo que los aceptos de la Edad Media
llamaba la materia primera de la gran obra. Los gnósticos hacían ígneo el
cuerpo del Espíritu Santo, ya él era a quien adoraban en los sitios secretos
del sabbat o del templo, bajo la jeroglífica figura del Baphomet o del macho
cabrío del Andrógino de Mendés. Todo esto quedará demostrado.
Tales son los
secretos de la filosofía oculta; tal se nos aparece la magia en la historia,
veâmosla, ahora, en los libros y en las obras, en las iniciaciones y en los
ritos.
La clave de
todas las alegorías mágicas se encuentra en las hojas que hemos señalado y
creemos son obra de Hermes. Alrededor de este libro, que se puede llamar la
clave de la bóveda de todo el edificio de las ciencias ocultas, vienen a
establecerse numerosas leyendas que son o la tradición parcial o el comentario
sin cesar, renovado bajo mil distintas fonnas. Algunas veces,esas
ingeniosas fábulas se agrupan armoniosamente y forman una gran epopeya que
caracteriza una época, sin que la muchedumbre pueda explicar cómo ni por qué.
Así es como la fabulosa historia del Vellocino de Oro, resume, velándolos, los
dogmas herméticos y mágicos de Orfeo, y si nos remontamos alas poesías
misteriosas de Grecia, veremos cómo los Santuarios de Egipto y la India nos
espantan hasta cierto punto con su lujo y nos dejan absortos ante la
acumulación de sus riquezas; luego llegamos a la tebaida, esa asombrosa
síntesis de todo el dogma presente, pasado y futuro, a esa fábula, por decirlo
así, infinita, que toca, como el dios Orfeo, alas dos extremidades del ciclo de
la vida humana. ¡Cosa extraña. La siete puertas de Tebas defendidas y atacadas
por siete jefes que han jurado sobre la sangre de una víctima, tienen el mismo
sentido que los siete sellos del libro sagrado explicado por siete genios, y
atacado por un monstruo de siete cabezas, después de haber sido abierto por un
cordero vivo e inmolado en el libro alegórico de San Juan! El origen misterioso
de Egipto, que se encuentra suspendido como un fruto sagrado sobre un árbol del
12
Cytheron, recuerda los símbolos de Moisés y los relatos del
Génesis. Lucha contra su padre y le mata sin conocerle; espantosa profecía de
la emancipación ciega de la razón sin la ciencia; después llega enfrente de la
esfinge. ¡La esfinge! El símbolo de los símbolos, el enigma eterno para el
vulgo, el pedestal del granito de la ciencia de los sabios, el monstruo
devorador y silencioso, que manifiesta por su forma invariable el dogma único
del gran misterio universal, ¿Cómo el cuaternario se cambia en binario y se
explica por el ternario? En otros términos mas emblemáticos, pero más vulgares,
¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro patas, dos al mediodía y tres
por la noche? Filosóficamente hablando, ¿cómo el dogma de fuerzas elementales
produce el dualismo del Zoroastro y se resume por la triade de Pitágoras y
Platón? ¿Cuál es la razón final de las alegorías y de los números, la última
palabra de todos los simbolismos? Edipto responde una simple y terrible palabra
que mata la esfinge y va a convertir al adivinador en rey de Tebas; la palabra
del enigma ¡es el hombre!...
¡Desgraciado! ha
visto demasiado bastante claro, y muy pronto expiará su funesta e incompleta
clarividencia por una ceguera voluntaria; después desaparecerá en medio de un
huracán como todas las civilizaciones que hubiera adivinado un día, sin
comprender todo el alcance y todo el misterio, la palabra del enigma de la
esfinge. Todo es simbólico y transcendental en esa gigantesca epopeya de los
destinos humanos. Los dos hermanos enemigos, manifiestan la segunda parte del
gran misterio completado divi-namente por el sacrificio de Antígona; después la
guerra, la última guerra, los hermanos enemigos muertos el uno por el otro;
Capaneo, por el rayo que desafiaba; Anfirao devorado por la tierra, son otras
tantas alegorías que llenan de asombro, por su verdad y por su grandeza, a los
que penetran el triple sentido hierático. Esquilo, comentado por Balanche, no da
más que una débil idea, sean por lo demás, las que fueren las majestades
primitivas de Esquilo y la belleza del libro de Balanche.
El libro secreto
de la antigua iniciación no era ignorado por Homero que traza el plan y las
principales figuras sobre el escudo de Aquiles con una precisión minuciosa. Pero las
graciosas ficciones de Homero pronto parecen hacer olvidar las sencillas y
abstractas verdades de la revelación primitiva. El hombre se agarra a la forma
y olvida la idea; los signos al multiplicarse pierden su poder; la magia
también se corrompe en esa época y va a descender con las hechiceras de Tesalia
a los más profanos encantamientos. El crimen de Edipo, ha producido sus frutos
de muerte y la ciencia del bien y del mal erige a éste en divinidad sacrílega.
Los hombres fatigados de la luz se refugian en la sombra de la sustancia
corporal: el sueño del vacío que Dios llena, pronto les parece más grande que
el mismo Dios y se crea el infierno cuando en el curso de esta obra nos
sirvamos de palabras consagradas: Dios, el cielo, el infierno, sepase de
una vez por todas, que nosotros nos alejamos tanto del sentido atribuido a
estas palabras profanas, como la iniciación esta separada del pensamiento del
vulgo.
Dios, para
nosotros, es el ázoe de los sabios, el principio eficiente y final de la gran
obra. Ya explicaremos más adelante lo que estos términos tengan de oscuro.
Volvamos
a fábula de Edipo. El crimen del rey de Tebas no es el de haber comprendido a
la esfinge, sino el de haber destruido el azote de Tebas sin ser bastante puro
para completar la expiación en el nombre de su pueblo. Así, bien pronto la
peste se enca~ga de vengar la muerte de la esfinge, y el rey de Tebas, forzado
a abdicar, se sacriuica a lãs terribles manos del monstruo, que. está más vivo
y más devorador que nunca, ahora que ha pasado del dominio de la forma al de la
idea. Edipo, ha visto lo que es el hombre y se saca los ojos para no ver lo que
es Dios. Ha divulgado la mitad del grande arcano
13
mágico,y para salvar a su pueblo, es preciso que se lleve con él
al exilio y la tumba la otra mitad del terrible secreto.
Después de la
fábulá colosal de Edipo, encontramos el gracioso poema de Psique, del que
Apuleyo no es ciertamente el inventor. El gran arcano mágico reaparece aquí
bajo la figura de la unión misteriosa entre un dios y una débil mortal
abandonada, sola y desnuda sobre una roca. Psique debe ignorar el secreto de su
ideal realeza, y si contempla a su esposo le pierde. Apuleyo interpreta y
comenta aquí las alegorías de Moisés; pero, ¿los Eloim de Israel y los dioses
de Apuleyo, no ha salido igualmente de los santuarios de Memfis, y de Tebas?
Psique es la hermana de Eva, más bien es Eva espiritualizada. Ambas quieren
saber y pierden la inocencia para pagar el honor de la prueba. Ambas merecen
descender a los infiernos: una para llevarla antigua caja de Pandora, y la otra
para buscar en ellos y aplastarla cabeza de la serpiente, que es el símbolo del
tiempo y del mal. Ambas cometen el crimen que deben expiar, el Prometeo de los
antiguos tiempos y el Lucifer de la leyenda cristiana, el uno entregado, y el
otro sometido por Hércules y por el Salvador.
El gran secreto
mágico, es pues, la lámpara y el puñal de Psique, es la manzana de Eva, es el
cetro ardiente de Lucifer, pero es también la cruz santa del Redentor. El saber
bastante para abusar o divulgarlo, es merecer todos los suplicios; el saber
como debe saberse para servirse de él y ocultarle, es ser dueño de lo absoluto.
Todo está
encerrado en una palabra, y en una palabra de cuatro letras. Es
el tetragrama de
los hebreos, es el azoe de los alquimistas, es el thot., de los bohemios, es el
tarot de los cabalistas. Esa palabra, de tan diversa manera manifestada, quiere
decir Dios para los profanos, significa el hombre para los filósofos, y ofrece
a los adeptos la última palabra de las ciencias humanas y las llave del poder
divino; pero sólo al que sabe servirse de él y comprende la necesidad de no
revelarlo nunca. Si Edipto en lugar de hacer morir a la esfinge la hubiera
domado y enganchado a su carro para entrar en Tebas, hubiera sido rey sin
incesto, sin calamidades y sin exilio.
Si
Psique a fuerza de sumisiones y de caricias hubiera alcanzado que el amor se
revelara por sí mismo; no lo hubiera perdido. El amor es una de las imágenes
mitológicas del gran secreto y del gran agente, porque manifiesta a la
vez una acción y una pasión, y un vacío y un lleno, una flecha y una
herida.1 Los iniciados deben
comprenderme, y a causa de los profanos no puede decirse demasiado.
Después
del maravilloso asno de oro de Apuleyo, no encontramos más epopeyas mágicas. La
ciencia vencida en Alejandría por el fanatismo de los asesinos de Hipatia, se hace
cristiana, o más bien, se oculta bajo los velos’ cristianos de Ammonio, Sinesio
y el anónimo autor de los libros de Dionisio el Areopagita. En ese tiempo era
preciso hacerse perdonar los milagros por las apariencias de la superstición y
la ciencia por un lenguaje ininteligible. Se. resucitó la escritura jeroglífica
y se inventaron los pantáculos ylos caiacteres que resumían toda una doctrina
en un signo, toda una serie de tendencias y de revelaciones, en una palabra.
¿Cuál era el fin de los aspirantes a la ciencia? Buscaban el secreto de la gran
obra ode la piedra filosofal, o el movimiento~ continuo, o la cuadratura del
circulo, o la medicina universal, fórmulas que los salvaba con frecuencia de la
persecución y del odio haciéndolos tildar de locura, fórmulas que
1
Refierese probablemente al Tantra o sexo sagrado. La flecha es el organo sexual
masculino, la herida la cabidad vaginal, según las tradiciones orientales el
momento cercano al orgasmo genera una gran cantidad de energia chi que puede
ser usada de diversas maneras y con propositos magicos.
14
manifestaban cada una de por sí, una de las fases del gran secreto
mágico como lo demostraremos más tarde.
Esta
ausencia de epopeyas dura hasta nuestra novela de la Rosa; pero,
el símbolo de la rosa, que manifiesta también el sentido misterioso y mágico
del poema del Dante, está tomada de la alta Cábala y ya es tiempo de que
abordemos este inmenso manantial oculto de la filosofía universal.
La Biblia, con todas 1as
alegorias que encierra, no manifiesta sino de una
manera
incompleta, y velada la ciencia religiosa de los hebreos.. El libro que
hemos hablado y cuyos caracteres, hieráticos explicaremos, el libro que
Guillaume Postel denomina El Génesis de Enoc, existía seguramente antes de
Moisés y de los profetas, cuyo dogma, idéntico en el fondo al de los antiguos
egipcios, tenían también su exoterismo y sus velos. Cuando Moisés hablaba el
pueblo, dice alegóricamente el libro sagrado, colocaba un velo sobre su rostro y
se quitaba ese velo para hablar con Dios; tal es la causa de esos pretendidos
absurdos de la Biblia, que tanto han ejercitado el verbo satírico de Voltaire.
Los libros no estaban escritos más que para recordar la tradición, y se
escribían en símbolos inintelibles para los profanos. El Pentateuco y las
poesíãs de los profetas no eran, además, más que libros elementales, sea de
dogma, sea de moral, sea de liturgia, la verdadera filosofia secreta y
tradicional no fue escrita sino más tarde, bajo velos menos transparentes aún.
Así es como nació una segunda Biblia desconocida, o más bien incomprendida por
los cristianos; un relato —dicen— de absurdos (y aquí los creyentes confundidos
en una misma ignorancia, hablan como los incrédulos); un monumento, digamos nosotros,
que reune todo lo que el genio filosófico y el religioso han podido hacer o
imaginar de sublime; tesoro rodeado de espinas y diariamente oculto en una
piedra bruta y oscura. Nuestros lectores ya habrán adivinado que quiero hablar
del Talmud.
¡Extraño destino
el de los judíos! ¡Los machos cabríos emisarios, los mártires y salvadores del
mundo! ¡Familia movediza, valerosa y dura; que las persecuciones han siempre
conservado intacta, porque aún no ha cumplido su misión! Nuestras tradiciones
apostólicas, ¿no dicen que después de la declinación de la fe en los gentiles,
la salvación debe venir todavía de la casa de Jacob, y entonces el judío
crucificado que han adorado los cristianos pondrá el imperio del mundo en manos
de Dios, su padre?
Se siente uno extasiado
de admiración al penetrar en el santuario de la cábala, a Ja vista de un dogma
tan lógico, tan sencillo y, al mismo tiempo tan absoluto. La unión necesaria de
las ideas y de los signos, la consagración de las realidades más fundamentales
por los caracteres primitivos, la trinidad de las palabras, las letras y los
números; una filosofía sencilla como el alfabeto, profunda e infinita como el
verbo; teoremas más completos y luminosos que los de Pitágoras; una teología
que resume contando por los dedos; un infinito que puede caber en el hueco
de la mano de un niño veintidós letras, un cuadrado y un circulo; he
aqui todos los elementos de la cabala. ¡Son los principios elementales del
verbo escrito, reflejo de ese verbo hablando que ha creado el mundo!
Todas
las religiones verdaderamente dogmáticas han salido de la cábala, y a ella
retoman; todo lo que hay de científico y de grandioso en los sueños religiosos
de todos los iluminados, Jacob Boehme, Swedenborg, San Martin, etc., está
tomado de la cábala; todas las asociacion~es masónicas le deben sus secretos y
sus símbolos. La cábala consagra por sí sola la alianza de la razón universal y
del Verbo divino; establece pOr los contrapesos de dos fuerzas opuestas en
apariencia, la balanza eterna del ser, concilia
15
la razón con la fe, el poder con la libertad, la ciencia con el
misterio; tiene las llaves del pasado, del presente y del porvenir.
Para inciarse en
la cábala, no basta leer y meditar los escritos de Reuchlin, de Galatinus, de
Kricher o de Pico de la Mirándola, es preciso también estudiar y comprender a
los e ritos hebreos de la Colección de Pistorius, el Sepher Jezirah, sobre
todo, despues de la filosofia de amor de Leon el Hebreo.. Es
preciso, asimismo, abordar el gran libro de Sohar, leer atentamente en la
Colección de 1689 titulada Cábala denudata, el tratado de la
pneumática cabalística y el de la revolución de las almas; después, penetrar
audazmente en las luminosas tinieblas de todo el cuerpo dogmático y alegórico
del Talmud. Entonces se podrá comprender a Guillaume Pos~el, y confesarseen voz
baja que, aparte de sus sueños, asaz prematuros y demasiados generosos de la
emancipación de la mujer, ese célebre y sabio iluminado podía no estar tan loco
como pretenden aquellos que ni siquiera le han leído.
Acabamos de
bosquejar rápidamente la historia de la filosofía oculta, hemos indicado los
manantiales y analizado en pocas palabras los principales libros. Este trabajo
no se refiere más que a la ciencia; pero la Magia, o mejor, el poder mágico, se
compone de dos cosas: una ciencia y una fuerza.
Sin la fuerza,
la ciencia no es nada, o más bien, es un peligro. No otorgar la ciencia sino a
la fuerza, tal es la ley suprema de las iniciaciones. Así, el gran revelador,
ha dicho: El reino de Dios sufre violencia, y son los violentos los que le
hacen perder su fuerza. la puerta de la verdad está cerrada como el santuario
de una virgen; es preciso ser un hombre para penetrar en él. Todos los milagros
están prometidos ala fe; pero ¿qué es la fe sino la audacia de una voluntad que
no vacila en las tinieblas y que marcha hacia la luz a través de todas las
pruebas y venciendo todos los obstáculos?
Novamos a
repetir aquí la historia de las antiguas iniciaciones; cuanto más peligrosas y
terribles eran, tanto más eficaces resultaban; también tenía en mundo entonces
hombres capaces de gobernarlo y de instruirlo. El arte sacerdotal y el arte
real consistían especialmente en pruebas de valor, de discreción y de voluntad.
Era un noviciado semejante al de esos sacerdotes, tan impopulares.de nuestros
días, conocidos con el nombre de jesuítas, y que gobernarían todavía el mundo
si tuvieran una cabeza verdaderamente sabia e inteligente.
Después de haber
pasado nuestra vida en la investigación de lo absoluto, en religión, en ciencia
y en justicia; después de haber dado vueltas en el cfrculo de Fausto, hemos
llegado al primer dogma y al primer libro de la humanidad. Allí nos detuvimos;
allí hemos encontrado el secreto de la omnipotencia humana y del progeso
indefinido, la llave de todos los simbolismos, el primero y el último de todos
los dogmas. Y hemos entendido también lo que quiere decir esa palabra tan
frecuentemente repetida en el Evangelio: el reino de Dios.
Dar
un punto fijo por apoyo a la actividad humana, es resolver el problema de
Arquímedes, realizando el empleo de su famosa palanca. Eso es lo que hiceron
esos grandes iniciadores que produjeron sacudidas en el mundo, no pudiendo
hacerlo sine mediante el grande e incomunicable secreto. Para garantía, por
otra parte, de su nueva juventud, el fénix simbólico no reaparece nunca a los
ojos del mundo sin haber consumido solemnemente los despojos y las pruebas de
su vida anterior. Así es como Moisés hizo morir en el desierto a todos aquellos
que habían podido conoper el Egipto y sus misterios; así es también como San
Pablo en Efeso quemó todos los libros que trataban de ciencia ocultas; es así,
finalmente, también como la Revolución francesa,
16
hija del Gran Oriente Johannita y de la ceniza de los Templarios,
saquea las iglesias y blasfema de las alegorías del culto divino. Pero todos
los dogmas y todos los renacimientos proscriben la magia y regalan los
misterios al fuego o al olvido. El que todo culto o toda filosofía que viene al
mundo es un Benjamín de la humanidad, que no puede vivir más que dando la
muerte a su madre; es que la serpiente simbólica gira siempre devorando su
cola; es que hay necesidad, por razón de ser, que en toda plenitud haya un
vacío, en toda magnitud un espacio, en toda afirmación una negación; es la
realización eterna de la alegoría del fénix.
Dos ilustrados
sabios me han precedido en la vía por donde marcho, pero se han pasado, por
decirlo así, la noche en blanco, y por ende, a oscuras. Hablo de Volney y de
Dupuis, de éste especialmente, cuya inmensa erudición no ha podido producir más
que una obra negativa. No ha visto en el origen de todos los cultos más que
astronomía, tomando así el cielo simbólico por el dogma, y el calendario de la
leyenda. Un solo conocimiento le ha faltado, el dela verdadera magia, que
encierra los secretos de la cábala. Después ha pasado por los antiguos
santuarios, como el profeta Ezequiel por la llanura cubierta de osamentas, y no
ha entendido más quela muerte, por no saber la palabra que reune la
virtud de los cuatro vientos del cielo, y qué puede hacer un pueblo viviente de
todo ese inmenso osario, gritando con los antiguos símbolos: ¡Levantaos!
¡Revestíos de una nueva forma y marchad!
Lo que nadie,
pues, ha podido o no ha osado hacer antes de nosotros, ha dado lugar a que haya
llegado un tiempo en que tratemos de hacerlo. Queremos, como Juliano,
reedificar el templo, y no creemos producir con esto un mentís a una sabiduría
que adoramos, y que el mismo Juliano se hubiese dignado adorar, silos doctores,
rencorosos y fanáticos de su tiempo, le hubieran permitido comprenderla. El
templo, para nosotros, tiene dos columnas, sobre una de las cuales el
cristianismo ha escrito su nombre. No tratamos de atacar al cristianismo, por
el contrario, lejos de eso, queremos explicarlo. La inteligencia y la voluntad
han, alternativamente, ejercido el poder en el mundo; la religión y la
filosofía luchan todavía en nuestros días, y deben concluir por ponerse de acuerdo.
El cristianismo ha tenido por fin previsorio establecer, por la obediencia a la
fe, una igualdad sobrenatural o religiosa entre los hombres e inmovilizar la
inteligencia por la fe, en fin, dar un punto de apoyo a la virtud que
destruyera la aristocracia de la ciencia, o más bien, reemplazar esa
aristocracia ya destruida. La filosofía, por el contrario, ha trabajado por
hacer volver a los hombres por la libertad y la razón, a la desigualdad
natural, y para sustituir, fundando el reino de la industria, el savoir
faire, a la virtud. Ninguna de estas dos acciones ha sido completa y
suficiente; ninguna ha conducido a los hombres a la perfección y a la dicha. Lo
que ahora se sueña sin osar casi esperarlo, es una alianza entre esas dos
fuerzas, largo tiempo consideradas como contrarias, y esa alianza se tiene
razón en desearlas, porque las dos grandes potencias del alma no son opuestas
entre sí, como el sexo del hombre no es opuesto al de la mujer; no hay duda de
que son diferentes, pero sus disposiciones, contrarias en apariencia, no
proceden más que de su aptitud para encontrarse y unirse.
—¿,Se trata
pues, nada menos que de una solución universal para todos los problemas?
Sin
duda, puesto que se trata de explicar la piedra filosofal, el movimiento
continuo, la cuadratura del circulo, el secreto de la gran obra y de la
medicina universal. Se nos motejará de locura como al divino Paracelso, o de
charlatanismo, como el grande e infortunado Cornelio Agrippa. Si la hoguera de
Urbano Grandier está apagada, quedan
17
las sordas prescripciones del silencio ode la calumnia. Nosotros
no la desafiamos, pero nos resignamos. Nosotros no hemos buscado la publicación
de esta obra, y creemos que ha llegado el tiempo de hablar; se habría producido
por sí misma, por nosotros o por otro cualquiera. Permaneceremos tranquilos y
en espera de lo que venga.
Nuestra obra
tiene dos partes. En una establecemos el dogma cabalísticos y mágico en todas
sus manifestaciones; la otra está consagrada al culto, es decir, a la magia
ceremonial. La una es lo que los antiguos sabios llaman la clavícula; la 01ra,
la que todavía los campesinos llaman el grimorio. El número ye! objeto de los
capítulos que se corresponden en ambas partes no tienen nada de arbitrario y se
encuentran perfectamente indicados en la gran clavícula universal, de la que
damos, por vez primera, una explicación
completa
y satisfactoria. Ahora, que esta obra vaya a donde quiera y deba ir, y que
resulte lo que quiera la Providencia. Está hecha y la creemos duradera, porque
es fuerte como todo lo que es razonable y concienzudo.
ELIPHAS LÉVI
18
TABLA DE CAPITULOS Y
PLAN DEL LIBRO
PRIMERA PARTE
El Dogma
1
A. El Recipiendario. —Unidad del
dogma. —Cualidades que re quiere el adepto.
2
B. Las columnas del templo.
—Bases de la docirina. —Los dos principios. —El agente y el paciente.
3
C. El triángulo de Salomón. —Teología
universal del ternario. —Macrocosmo.
4
D. El tetragrama. —Virtud mágica
del cuaternario. —Analogías y adaptaciones. —Espíritus elementales de la
cábala.
5
E. El pentágrama. —El
microcosmos y su signo. —Poder sobre los elementos y sobre los espíritus.
6
F. El equilibrio mágico. —Acción
de la voluntad. —Iniciativa y -
resistencia. —Amor sexual. —El lleno y el vacío.
7
G. La espadaflamígera. —El
sanctum regnum . —Los siete
ángeles y los siete genios de los planetas. —Virtud universal del sep tenario.
8 . La realización. —Reproducción analógica
de las fuerzas. —Encarnación de ideas. —Paralelismo. —Antagonismc~
necesario.
9 I. La iniciación. —La lámpara, el manto y
el bastón mágico. —Profecía e intuición. —Seguridad y estabilidad del inicia do
en medio de los peligros. —Ejercicio del poder mágico.
10
K. La cábala. —Sefirots.
—Semhamphoras. —Tarots. —Las vías y las puertas; el Bereshit y la Mercavah, la
Gematría y la Témurah.
11
L. La cadena mágica. —Comentes
magnéticas. —Secretos de los grandes éxitos. —Mesas parlantes. —Manifestaciones
fluí dicas.
12
M. La gran obra. —Magia
hermética. —Dogmas de Hermes. —La Minerva Mundi. —El grande y único Athanor.
—El ahorca
do.
13
N. La nigromancia. —Revelaciones
de ultratumba. —Secretos de la muerte y de la vida. —Evocaciones.
14
O. Las transmutaciones.
—Licantropía. —Posesiones mutuas o embrujamiento de las almas. -Varilla
de Circe. -El elixir
de Cagliostro.
15
P. La magia negra. —Demonomancla. —Obsesiones. —Misterios
19
de
las enfermedades nerviosas. —Ursulinas de Loudun y religiosas de Louviers.
—Grandier y el Padre Girad. —El libro de Eudes de M.
16
Q. Los
hechizos. —Fuerzas peligrosas. —Poder
de vida y de muer te. —Hechos y
principios. —Remedios. —Práctica de Para-celso.
17
R. La astrologia. —Conocimiento
de los hombres según los signos de su nacimiento. —Frenología. —Quiromancia.
—Metoposcopla. —Los planetas y las estrellas. —Años cli matéricos. —Predicpones
por las revoluciones astrales.
18
S. Losfiltrosy los maleficios.
—Magia envenenadora. —Polvos y~ pactos hechiceros. —La jetatura en Nápoles. —El
mal de~ ojos. —Las supersticiones. —Los talismanes.
19
, T. La piedra de
losfilósofos. Elagabala. —Lo que es esta piedra.
-Por qué una piedra. -Singulares
analogías.
20
U. La medicina universal.
—Prolongación de la vida por el oro potable. .—Resurreccionísmo. —Abolición de
dolor..
21
X. La adivinación. —Sueños.
—Sonambulismos. —Presentimien tos. —Segunda vista. —Instrumentos adivinatorios.
—Alliet te y sus descubrimientos acerca del tarot.
22
Z. Resumen y clave general de las cuatro ciencias ocultas.
—Cábala. —Magia. —Alquimia. —Magnetismo
o meditación oculta.
20
Ritual
1.—
Disposiciones y principios de la operación mágica, preparaciones personales del
operador.
2.— Empleo
alterno de las fuerzas. —Oposiciones necesarias en la práctica. —Ataque y
resistencia simultáneas. —La paleta y la espada de los Templarios.
3.— Empleo del
temario en los conjuros y los sacrificios mágicos. —El triángulo de las
evocaciones y de los pentáculos. —Las combinaciones tringulares. —El tridente
mágico de Paracelso.
4.—
Los elementos ocultos y su uso. —Conjuro de cuatro. —Modo de dominar y de
servirse de los espfritus elementales y de los genios malhechores.
5.— Uso y consagración del
pentagrama.
6.— Aplicación
de la voluntad al Gran agente. —El médium natural y el mediador extra-natural.
7.— Ceremonias,
vestidos y perfumes propios para los siete días de la semana. - Confección de
los siete talismanes y consagración de los instrumentos mágicos.
8.— Precauciones
que deben adoptarse al realizar las grandes obras de la ciencia. 9.— Ceremonias
de las iniciaciones. —Su finalidad y su espíritu.
lo.— Uso de los pantáculos. —Los misterios antiguos
y modernos. -Clave de las oscuridades bíblicas. —Ezequiel y San Juan.
11.— Tres modos de formar la cadena mágina.
12.—
Procedimientos y secretos de la Gran obra. —
Ramon Lluil y Nicholas Flamel. 13.— Ceremonial para la resurrección de los
muertos y la nicromancia.
14.— Medios para cambiar la naturaleza delas cosas.
—El cordero deCyges. Palabras que operan las transmutaciones.
15.— Ritos
de Sabbat y de las evocaciones particulares. —El macho cabrío de Mendés y
su culto. —Aberraciones de Catalina de Médicis y de Gifles de Laval, señor de
Raiz. 16.— Ceremonia de los hechizos y de los maleficios. —Modo de defenderse.
17.— Adivinación por las estrellas. —Planisferio de Gaffarel.
-Cómo puede leerse en el cielo el destino de los hombres y de los Imperios.
18.— Composición de filtros. —Modo de influenciar los destinos.
—Remedios y preservativos.
19.— Uso de la piedra filosofal. -Cómo debe conservarse,
disolverla en partes y recomponerla inmediatamente.
20.— Taumaturgia. —Terapéutica.
—Insuflaciones frías y calientes. —Pases cony sin contacto. —Imposición de las
manos. —Diversas virtudes de la saliva. —El aceite y el vino. —La incubación y
el mensaje.
21.— Ceremonial
de las operaciones adivinatorias. —La clavícula deTrithemo. —El porvenir
probable de Europa y del mundo.
22.—
Cómo toda esta ciencia está contenida en el libro de Hermes. —Antigüedad de
este libro. —Trabajos de Court de Gebelin y de Etteilla. Los theraphines de los
hebreos, según Gaffarel. —La clave de Guillaume Postel. —Un libro de San
Martin. —La verdadera figura del Arca de la Alianza. —Tarots italianos y
alemanes. —Tarots chinos.
21
—Una medalla del siglo XVI. —Clave universal del
tamt. —Su aplicación a las figuras de la Apocalipsis. —Los siete sellos de la
cábala cristiana. —Conclusión de toda la obra.
22
1 A
EL RECIPIENDARIO
Disciplina - Ensoph - Keter
Cuando un
filósofo ha tomado como base de una nueva revelación de la sabiduría humana
este razonamiento; Yo pieso, luego existo, ha cambiado en cierto
modo, y a despecho suyo, según la revelación cristiana, la noción antigua del
Ser Supremo. Moisés hace decir al Ser de los seres: Yo soy el que soy.
Descartes hace decir al hombre: Yo soy el que piensa, y como pensar es hablar
interiormente, el hombre de Descartes puede decir como el Dios de San Juan el
Evangelista: Yo soy aquel en quien está y por quien se manifiesta el Verbo, in
principio erat verbum.
¿Qué es lo que
es un principio? Es una base de la palabra, es una razón de ser del verbo. La
esencia del verbo está en el principio; el principio es lo que es; la
inteligencia es un principio que habla.
¿Qué cosa es la
luz intelectual? Es la palabra. ¿Qué cosa es la revelación? Es la palabra; el
ser es el principio, la palabra el medio, y la plenitud o el desenvolvimiento
yja perfección de ser, es el fin; hablar es crear.
Pero
decir: Yo pienso, luego existo, es deducir de la consecuencia el principio, y
recientes contradicciones elaboradas por un gran escritor, por Lamennais, han
demostrado suficientemente la imperfección filosófica de este método. Yo soy,
luego existe alguna cosa, nos parece ser una base más primitiva ymás sencilla
de la filosofía experimental.
Yo soy, luego el
ser existe
Ego
sum qui sum: he
aquí la revelación primera de Dios en el hombre y del hombre en el
mundo, y es también el primer axioma de la filosofía oculta
El ser es el ser
Esta filosofía
tiene, pues, por principio lo que es, y no tiene nada de hipotético ni de
aventurado.
Mercurio
Trismegisto comienza su admirable símbolo, conocido bajo el nombre de tabla de
esmeralda,por esta triple afirmación: Es verdad, es cierto sin error, es
del todo verdad. Así, lo verdadero confirmado por la experiencia en
física, la certidumbe desprendida de toda aliación de error en filosofía, la
verdad absoluta indicada por la analogía en el dominio de la religión o de lo
infinito, tales son las primeras necesidades de las verdadera ciencia, y es lo
que la magia sola puede acordar a sus adeptos.
Pero, ante todas
las cosas, ¿quién eres tú que tienes este libro entre tus manos y que te
propones leerlo?...
Sobre el frontis
de un templo que la antigüedad había dedicado al Dios de la luz, se leía
24
esta inscripción de dos palabras: conócete.
Este
mismo consejo es el que yo debo ofrecer a todo hombre que quiera aproximarse a
la ciencia.
La
magia, a laque los antiguos llamaban Sanctum regnum, el
santo reino, o el reino de Dios, Regnwn Dei, no se ha
hecho más que paralos reyes y para los sacerdotes. ¿Sois sacerdote? ¿Sois rey?
El sacerdocio de la magia no es vulgar, y sus reinado no tiene nada que debatir
en los principios de este mundo. Los reyes de la ciencia son los sacerdotes de
la verdad, y su reino está oculto para la muchedumbre, como suš sacrificios y
sus plegarias. Los reyes de la ciencia son los hombres que conocen la verdad ya
quienes la verdad ha libertado según la formal promesa del más poderoso de los
iniciados.
El hombre que es
esclavo de sus pasiones o de prejuicios de este mundo, no puede ser iniciado y
no podrá serlo tampoco mientras no se reforme; no podrá ser, pues, un adepto,
porque la palabra adepto significa aquel que ha llegado
por su voluntad y por sus obras.
El hombre que
ama sus ideas y que tiene miedo de desprenderse de ellas; aquel que teme las
nuevas verdades y está dispuesto a dudar de todo antes que admitir alguna cosa
al azar, ése debe cerrar este libro, puesto que resultaría peligroso o inútil
para él; lo comprenderá mal y se encontrará perturbado, pero lo estaría mucho
más si por ventura llegara a compi’enderlo bien.
Si amáis más al
mundo que a la razón, a la verdad ya la justicia; si vuestra voluntad es
incierta y vacilante, sea én el bien sea en el mal; si la lógica os espanta, si
la verdad desnuda os hace enrojecer; si se os hiere al tocar los errores en que
habéis sido criados, condenad inmediatamente el libro y haced, al no leerlo, como
si no existiera para y sotros; pero no le motejéis de peligroso; los
secretos que revela serán comprendidos sólo por un pequeño número de hombms, y
aquellos que los comprendan no los revelarán ciertamente. Mostrarla luz alas
aves nocturnas es ocultársela, puesto que las ciega y se convierte para ellas
en algo más oscuro quelas tinieblas. Hablaré, pues, claramente; lo diré todo y
tengo la firme confianza de que sólo los iniciados, o los que sean dignos de
serlo, lo leerán y comprenderán algo.
Hay una verdadera
y una falsa ciencia, una magia divina y una magia infernal, es decir, embustera
y tenebrosa; vamos a revelar la una ya desvelar la otra; vamos a distinguir al
mago del hechicero, y al adepto del charlatán.
El mago dispone
de una fuerza que conoce; el hechicero se esfuerza por abusar de lo que ignora.
El diablo, si
está permitido emplearen un libro de ciencia esta palabra despreciable y
vulgar, se entrega al mago y el hechicero se entrega al diablo.
El mago es el
soberano pontífice de la naturaleza, el hechicero no es otra cosa que el
profanador de la misma.
El hechicero es
al mago lo que el supersticioso y el fanático al hombre verdaderamente
religioso.
Antes de ir más
lejos, definamos claramente lo que es la Magia.
La Magia es la
ciencia tradicional de los secretos de la naturaleza, que nos viene de los
magos.
Por
medio de esta ciencia, el adepto se encuentra investido de una omnipotencia
relativa, y puede operar sobrehumanamente, es decir, de una manera que no está
al alcance de los demás hombres.
25
Así es como muchos adeptos célebres, tales como Mercurio,
Trismegisto, Osiris, Orfeo, Apolonio de Tiana y otros, que podrían ser
inconveniente o peligroso nombrar, han podido ser adorados o invocados después
de su
muerte como
dioses. También es así como algunos otros han llegado a ser prosélitos del
infierno o aventureros sospechosos como el emperador Juliano, Apuleyo, el
encantador Merlín y el arqui-hechicero, como se le llamaba en su época, al
ilustre y desgraciado Cornelio Agrippa.
Volviendo al Sanctun
regnun, es decir, a la ciencia y al poder de los magos, diremos que se les
son indispensables cuatro cosas: una inteligencia esclarecida por el estudio,
una audacia sin limites, una voluntad inquebrantables y una discreción que no
pueda corromperse o enervarse por nada.
Saber,
Osar, Querer y Callar. He ahí los cuatro verbos del mago,
que estan escritos en las cuatro formas simbólicas de la esfmge. Estos
cuatro verbos pueden combinarse juntos de cuatro maneras, y se explican cuatro
veces los unos por los otros. 2
En
la primera página del libro de Hermes, el adepto está representado cubierto con
un basto sombrero que, al bajarse, puede cubrirle toda la cabeza. Tiene una
mano elevada hacia el cielo, al cual parece mandar con su varilla, y la otra
mano sobre el pecho; presenta ante sí los principales símbolos o instrumentos
de la ciencia, y oculta otros en un cubilete de escamoteador. Su cuerpo y sus
brazos forman la letra Aleph, la primera del alfabeto que los hebreos
tomaron de los egipcios; pero ya volveremos luego a ocuparnos de este símbolo.
El mago es
verdaderamente lo que los cabalistas hebreos llaman el microprosopo, es decir, el
creador del mundo pequeño. Estribando la primera ciencia mágicas en el
conocimiento de sí mismo; ésta es también la primera de todas las obras de la
ciencia, la que encierra todas las demás y la que es el principio de la gran
obra, esto es, la creación de sí mismo; esta palabra tiene necesidad de
mayores explicaciones.
Siendo larazón
suprema el único principio invariable, y, por consiguiente, imperecedero,
puesto que el cambio es lo que nosotros llamamos la muerte, la inteligencia que
se adhiere fuertemente y se identificade algún modo a este principio, se hace,
por lo mismo, invariable, y, por consiguiente, inmortal. Se comprende que, para
adherirse invariablemente ala razón, es preciso haberse independizado de todas
las fuerzas que producen, pore! moyimiento fatal y necesario las alternativas
de la vida y de la muerte. Saber sufrir, abstenerse y morir, tales son, pues,
los primeros secretos que nos colocan por encima del dolor, de las angustias
sensuales y del miedo a lanada. El hombre que busca y encuentra una muerte
gloriosa, tiene fe en la inmortalidad y toda la humanidad cree en él, con él y
por él, porque ésta le eleva altares o estatuas, como signo de vida inmortal.
El hombre no se
hace rey de los animales más que domándolos o domesticándolos, pues d~ otro
modo sería su víctima o su esclavo. Los animales son, pues, la figura de
nuestras pasiones; estas son las fuerzas instintivas de la naturaleza.
El mundo es un
campo de batalla en donde la libertad dispuesta con la fuerza de la inercia
oponiéndola la fuerza activa. Las leyes fisicas son las muelas de las que tú
serás el grano, si no sabes ser el molinero.
Estás
llamado a ser el rey del aire, del agua, de la tierra y del fuego, pero, para
reinar sobre esos cuatro animales del simbolismo, es preciso vencerlos y
encadenarlos.
2 Véase el juego de cartas llamado TAROT.
26
Aquel que aspira a ser un sabio yaconocerel gran enigma de la
naturaleza, debe de ser el heredero y el espoliador de la esfinge; debe de
tener la cabeza humana para poseer la palabra, las alas del águila para
conquistar las alturas, las nalgas del toro para labrar las profundidades, y
las garras del león para abrirse camino a derecha y a izquierda, adelante y
atrás.
Tú que quieres
ser iniciado, ¿eres un sabio como Fausto? ¿Eres impasible como Job? No. ¿No lo
eres? Pues puedes serlo si quieres, ¿Has vencido a los vagos torbellinos de
ideas vagas y confusas? ¿Eres hombre sin indecisión y sin caprichos? ¿No
aceptas el placer más que cuando quieres y no quieres sino cuandadebes? ¿No
eres siempre así? Pues todo, todo eso puedes ser si tú lo quieres.
La esfinge, no
solamente tiene una cabeza humana, tiene también senos de mujer. ¿Sabes tú
resistir a los actractivos de la mujer? ¿No? Y a que ríes al responder y te
jactas de tu debilidad moral para glorificar, para ensalzaren ti, al propio
tiempo, la fuerza vital y material. Sea; yo t~ permito rendir pleito
homenaje al asno de Sterne o de Apuleyo. Que el asno tiene su mérito, convengo
en ello, por algo estaba consagrado aPriapo, como el macho cabrío al dios de
Mendés. Pero dejémosle tal cual es y sepamos únicamente si es tu maestro o tú
puedes ser el suyo. El solo puede verdaderamente poseer la voluptuosidad del
amor que ha vencido al amor de la voluptuosidad.
Poder usar y
abstenerse, es poder dos veces. La mujer te encadena por tus deseos; se dueflo
0e tus aeseos y tu encacienarás a la mujer.
La mayor injuria
que se puede hacer a un hombre es llamarle cobarde. Ahora bien, ¿qué es ser un
cobarde?
Un cobarde es el
que no tiene cuidado de su dignidad moral a causa de obedecer ciegamente a los
instintos de la naturaleza.
En efecto; en
presencia del peligro es natural tener miedo y tratar de huir; ¿por qué es esto
una vergüenza? Porque el honor nos dicta una ley según la cual preferimos
nuestro deber a nuestras atracciones o a nuestros temores. ¿Qué es, desde ese
punto devista, el honor? Es el presentimiento. universal de la inmortalidad y
la estimación de los medios que a ella pueden conducirnos. La última victoria
que el hombre puede alcanzar sobre in muerte es lade triunfar del gusto de la
vida, no por desesperación, sino por una más elevada esperanza, que está
encerrada en la fe, por todo lo que es bello y honesto, debido al
consentimiento de todo el mundo.
Aprender a
vencerse, es aprendõr a vivir; las austeridades del estoicismo no eran sino una
yana ostentación de libertad.
Ceder a las
fuerzas de la naturaleza, es seguir la corriente de la vida colectiva, es ser
esclavo de causas secundarias.
Resistir a la
naturaleza y dominarla, es hacerse una vida personal, imperecedera; el
franquear las vicisitudes de la vida y de in muerte.
Todo hombre que
se halla dispuesto a morir antes de abjurar de la verdad y de la justicia, está
verdaderamente vivo, porque es inmortal en su alma.
Todas las
iniciaciones antiguas tenían por objeto encontrar o formar hombres de temple
semejante.
Pitágoras
ejercitaba a sus discípulos en el silencio yen las abstinencias de todo género;
en Egipto se probaba a los recipiendarios por los cuatro elementos; en la
India, es sabio a qué prodigiosas austeridades se condenaban los faquires y los
brahmanes para llegar al reinado de la libre voluntad y de la independencia
divina.
Todas las
maceraciones del ascetismo están tomadas de las iniciaciones en los antiguos
27
misterios, y no han cesado, porque los iniciables, no encontrando
ya iniciadores y habiéndose convertido los directores de las conciencias en
seres ignorantes como el vulgo, los ciegos se han dejado guiar por los ciegos,
y nadie ha querido sufrir ni sujetarse a pruebas que no conducían más que a la
duda ya la desesperación; el camino de in verdadera luz se había perdido.
Para hacer alguna cosa es preciso saber lo que se quiere hacer, o
por lo menos, tener fe en alguien que lo sepa. Pero, ¿cómo arriesgaré mi vida a
la aventura y seguiré al azar, a aquel que ni él mismo sabe adónde va?
En la vía de las
altas ciencias no hay que comprometerse temerariamente, sino, una vez en
marcha, es preciso llegar o perecer. Dudar es volverse loco; detenerse es caer,
retroceder, es precipitarse en un abismo.
Tú, pues, que
has comenzado la lectura de este libro, silo comprendes y quieres leerlo hasta
el fin, hará de ti un monarca o un insensato. En cuanto a ti, haz del volumen
lo que quieras, no podrás ni despreciarlo, ni olvidarlo. Si eres puro, este
libro será para ti una luz; si eres fuerte, será tu arma; si eres santo, será
tu religión; si eres sabio, regulará tu sabiduría.
Pero si eres
pecador, si eres malvado, este libro será para ti como una antorcha infernal;
destrozará tu pecho como si fuera un puñal, quedará en tu memoria como un
remordimiento, te llenará la imaginación de quimeras yte conducirá, por las
vías del vesanismo, a in desesperación. Querrás refry no alcanzarás más
que a rechinar los~lientes porque este libro será para ti como la lima de la
fábula, lima que una serpiente trataba de roer, siendo aquélla la que rayó
todos los dientes a la serpiente.
Comencemos ahora
la serie de las iniciaciones.
Ya
he dicho que la revelación es el verbo. El verbo, en efecto, o in palabra, es
el velo del ser y el signo característico de la vida. Toda forma es el velo de
mi verbo, porque la idea madre del verbo es la única razón de ser de las
formas. Toda figura es un carácter; todo carácter pertenece y retorna a un
verbo. Por esta razón, los antiguos sabios, de los que Trismegisto es el
órgano, formularon su único dogma en estos términos:
Lo
que esta arriba es como lo que esta abajo y lo que esta abajo es como lo que
esta arriba.
- En otros
términos: in forma guarda proporción con la idea; la sombra es la medida del cuerpo calculada
en su relación con el rayo luminoso. La vaina es tan profunda como el largo de
la espada; la negación es proporcional â in afirmación contraria la producción
es igual a la destrucción en el movimiento que conserva la vida, y no hay un
solo punto en el espacio infinito que no sea el centro del cfrculo, cuya
circunferencia se agrada y retrocede indefinidamente en el espacio.
Toda
individualidad es, por tanto, indefmidamente imperceptible, puesto que el orden
moral guarda analogía con el orden físico, y porque no se podrían concebir un
punto que no pueda dilatarse, agrandarse y lanzar rayos en un cfrculo
filosóficamente infinito. Lo que puede decirse del alma entera, se puede decir
también de cada una de las facultades del alma.
La inteligencia
y la voluntad del hombre son instrumentos de un alcance y de una fuerza
incalculables.
Pero
la inteligencia y la voluntad tienen como auxiliares y como instrumento una
facultad muy poco conocida y cuyo poderio pertenece exclucivamenteal dominio de
la magia; me refiero a la imaginación, la cual los cabalistas llamaban lo
diafano o
28
La imaginación,
en efecto, es go asi como los ojos del alma, siendo en ella en donde se dibujan
y se conservan las formas; es por ella también por donde vemos los reflejos del
mundo invisible, y asimismo, en fin, es el espejo de las visiones y el aparato
de la vida mágica. Por medio de ella curamos las enfermedades, influenciamos
las estaciones, apartamos los muertos de los vivos, y hasta resucitamos
los muertos, porque es ella la que exalta la voluntad y la que la adquiere del
agente universal.
La imaginación
determina la forma del hijo en el seno de la madre y fija el destino de los
hombres, da alas al contagio y dirige a los combatientes en el campo de la
batalla. ¿Estáis en peligro de un combate? Pues consideraos invulnerables como
Aquiles y lo seréis, dice Paracelso. El miedo atrae las balas en la guerra, en
tanto que el valor las hace desviar o retroceder. Ya se sabe que los amputados
se quejan, con frecuencia, de los miembros que ya no poseen.
Paracelso
operaba sobre sangre viviente, medicamentado el resultado de una sangría.
Curaba los dolores de cabeza a distancia, operando- sobre cabellos cortados. Se
había anticipado en mucho para la ciencia, acçrca de la unidad imaginaria y la
solidaridad del todo o de las partes, teorías todas, o más bien conjunto de
todas las experiencias de nuestros más célebres magnetizadores. Por esto sus
curaciones eran maravillosas, milagrosas, y mereció que se agregara a su nombre
de Felipe Teofrasto Bombast, el de Aureola Paracelso, agregándole, todavía el
epíteto de divino.
La imaginación
es el instrumento de la adaptación del verbo. La imaginación, aplicada a
la razón, es el genio.
La razón es una,
como el genio es uno en Ia multiplicidad de sus creaciones.
29
Hay un principio, hay una verdad, hay una razón y hay una
filosofia absoluta o universal.
Lo que está en la unidad, considerada como principio, retorna a la
unidad considerada como fin.
Uno esta en uno,
es decir, todo esta en todo.
La unidad es el principio de los números y es también el principio
del movimiento, y por consiguiente, de la vida.
Todo el cuerpo humano se resume en la unidad de un solo órgano,
que es el cerebro. Todas las religones se resumen en la unidad de un solo
dogma, que es la afirmación del ser y de su igualdad a sí mismo, que constituye
su valor matemático.
No hay más que
un dogma en magia, y helo aquí: lo visible es la manifestación de lo invisible,
o en otros términos: el verbo perfecto está en las cosas apreciables y
visibles, en proporción exacta con las cosas in~1pre-ciables para nuestros
sentidos e invisibles para nuestros ojos.
El mago eleva
una mano hacia el cielo y baja la otra hacia la tierra, y dice:
¡La alta
inmensidad y la baja inmensidad todavía! ¡La inmensidad igual a la inmensidad!
Estos es verdad en las cosas visibles, tanto como también lo es en las
invisibles.
La primera letra
del alfabeto de la lengua sagrada. Alep, ,representa un hombre que eleva una
mano hacia el cielo y baja la otra hacia la tierra.
Esta
es la expresión del principio activo de toda cosa; es la creación en el celo,
correspondiente a la omnipotencia del verbo aquí abajo. Esta letra es, poi sí
sola, un pan~áculo, es decir, un carácter que manifiesta la ciencia universal.
La
letra puede suplir a los signos sagrados del macroscomo y del microcosmo;
explica el doble triángulo masónico y la brillante estrella de cinco puntas,
porque el verbo es unoy la revelación una sola. Dios, dando al hombre la razón,
le ha dado la palabra, y la revelación, múltiples en formas, pero una en
su principio, está completa en el verbo universal, interprete de la razón
absoluta.
Esto es lo que
quiere decir la palabra tan mal comprendida catolicismo, que en lenguaje
hierático moderno significa infalibilidad.
Lo universal en
razón es lo absoluto, yio absoluto es infalible.
Si la razón
absoluta conduce a toda la sociedad a creer irresistiblemente
en la palabra de un niño, este niño será infalible, ante Dios y
ante toda la humanidad. La fe no es otra cosa que la confianza razonable en
esta unidad de la razón y en esta universalidad del verbo.
Creer es aquiescer a lo que aún no se sabe, pero de lo que la
razón nos da anticipadamente seguridades que sabremos, o por lo menos,
conoceremos algún día. Absurdos son, pues, los pretendidos filósofos que dicen:
Yo no creeré en lo que yo no sepa.
¡Pobre
infelices! Si lo supiérais, ¿qué necesidad tendríais de creer? creencia es
aventurada, es la superstición y la locura. Es preciso creer en las causas cuya
existencia nos obliga a admitir la razón mediante el testimonio de efectos
conocidos y apreciados por la ciencia.
¡La ciencia!
¡Gran palabra y gran problema! ¿Qué es la ciencia?
Responderemos a
esta pregunta en el segundo capítulo de este libro.
30
2 B
LAS COLUMNAS DEL TEMPLO
Chocmah - Domus - Gnosis
La ciencia es la
posesión absoluta y completa de la verdad.
Así, pues, los
sabios de todos los tiempos han temblado ante esta palabra absoluta y terrible;
todos han temido abrogarse el primer privilegio de la divinidad, al atribuirse
la ciencia, por lo cual se han contentado, en lugar del verbo saber, con
el que expresa conocimientos, y en lugar de la palabra ciencia,
adoptaron la de gnosis, que solamente quiere indicar la idea de
conocimiento por intuición.
¿Qué sabe el
hombre, en efecto? Nada, y sin embargo, no le es permitido ignorar nada. No
sabe nada, y está llamado a conocerlo todo.
Ahora bien, el
conocimiento supone el binario.
El binario es el
generador de la sociedad y de la ley; es también el número de la gnosis. El
binario es la unidad, multiplicandose a si misma para crear, y es por esto por
lo que los símbolos sagrados hacen salir a Eva del mismo pecho de Adam.
Adam
es el tetrágrama humano que se resume en el jod misterioso imagen del
falso cabalísticos.
Agregad a ese
jod el nombre ternario de Eva y formaréis el nombre de
Jehová, el
tetragrama divino, que es la palabra cabalística y mágica por excelencia:
que el gran
sacerdote en el templo pronunciaba Jodcheva.
Así es como la
unidad completa en la fecundidad del temario forma, con él, el cuaternario, que
es la clave de todos los números, de todos los movimientos y de todas las
formas.
El
cuadrado girando sobre sí mismo, produce el cfrculo, y es a la cuadratura del
círculo lo que el movimiento circular de cuatro ángulos iguales girando
alrededor de un mismo punto.
Lo que está
arriba —dice Hermes— iguala a lo que está abajo; he aquí el binario sirviendo
de medida la unidad, y la relación de igualdad entre lo de arriba y lo de abajo
es lo que forma el temario.
El
principio creador es el falo ideal, y el principio creado el cteis
formal.
La
inserción del falo vertical en el cteis horizontal forma el stauros de los gnósticos, o la cruz filosófica
de los masones. Así, el cruzamiento de dos produce cuatro, que moviendose,
determina el circulo con todos sus grados.’ —-
Aleph
es el hombre; Beth es la mujer, I, es el principio; 2, es el verbo; A, es el
activo; B, es el pasivo; la unidad es Bohas y el binario Jakin.
31
I
Yang |
En
los tetragramas de Fohi, la unidad es el yang; el binario es el yin.
I
I
Yin
Bohas y Jakin son los nombres de dos columnas simbólicas que
estaban delante de la puerta principal del templo cabalístico de Salomón.
Estas dos
columnas explican en cábala todos los misterios del antagonismo, sea natural,
sea político, sea religioso, como asimismo la lucha entre el hombre y la mujer,
porque, según la ley de la naturaleza la mujer debe resistir al hombre y éste
debe encantarla o someterla.
El principio activo busca al principio pasivo; la plenitud está
enamorada del vacío. Las fauces de la serpiente atraen su cola y, al girar
sobre sí misma, se huye y se persigue. La mujeres la creación del hombre y la
creacción unìversal es la mujer del primer principio.
Cuando el ser
principio se ha hecho creador, ha erigido un jod o un falo, y para abrirle
camino en la plenitud de la luz increada, ha debido cavar un cteis o una fosa
de sombra igual a la dimensión determinada por su deseo creador y atribuida por
él al jod ideal de la luz radiante.
Tal es el
lenguaje misterioso de los cabalistas en el Talmud, y a causa de las
ignorancias y maldades de vulgo, no es imposible explicarle o simplificarie
algo más.
¿Qué es, por
consiguiente la creación? Es la casa del Verbo creador. ¿Qué es el cteis? Es la
casa del falso. ¿Cuál es la naturaleza del principio activo? La de expandirse.
¿Cuál la del principio pasivo? La de reunirse y fecundar.
¿Qué
es el hombre? El iniciador, el que rompe, trabaja y siembra. ¿Qué es la mujer?
La formadora, laque reune, riega y cosecha.
El hombre hace
la guerra y la mujer procura la paz; el hombre destruye para crear; la mujer
edifica para conservar; el hombre es la revolución; la mujer es la
conciliación; el hombre es el padre de CaIn; la mujer es la madre de Abel.
¿Qué es la
sabiduría? Es la conciliación y la unión de dos principios; es la dulzura de
Abel dirigiendo la energía de CaIn; es el hombre siguiendo las dulces
inspiraciones de la mujer; es el vicio vencido por el legítimo matrimonio; es
la energía revolucionaria dulcificada y domada por las suavidades del orden y
de la paz; es el orgullo sometido al amor, es la ciencia reconociendo las
inspiraciones de la fe.
Cuando
la ciencia humana se hace prudente por su modestia, y se somete a la
infalibilidad de la razón universal, enseñada por el amor o por la caridad
universal, puede tomar entonces el nombre de Gnosis, porque conoce, por
lo menos, lo que aún no puede vanagloriarse de saber perfectamente.
La unidad no
puede manifestarse más que por el binario; la unidad por sí sola ý la idea de
la unidad son ya dos.
La unidad del
macrocosmo se revela por los dos vértices opuestos de los dos triángulos.
32
Fig.3
El Triángulo de Salomón
La unidad humana es completa
por la derecha y por la izquierda. El hombre primitivo es andrógino. Todos los
órganos del cuerpo humano están dispuesto por pares, excepto la nariz, la
lengua, el ombligo y el jod cabalístico.
La
divinidad, es una en su esencia, tiene dos condiciones esenciales, como bases
fundamentales de su ser; la necesidad y la libertad.
Las leyes de la razón
suprema necesitan de Dios y regulan la libertad, que es necesariamente
razonable y sabia.
Para hacer visible la luz,
es por lo que únicamente Dios ha impuesto la sombra. Para manifestar la verdad,
ha hecho posible la duda.
La sombra es la tenaza de la luz, y la posibilidad de error es
necesaria para la manifestación temporal de la verdad.
33
Sí el broquel de Satanás no detuviera la lanza de Miguel, el poder
del ángel se perdería en el vacío, o debería manifestarse por una destrucción
infinita, dirigida de arriba a abajo.
Y si el pie de
Miguel no detuviera en su ascensión a Satanás, Satanás iría adestronara Dios, o
más bien se perdería él mismo en los abismos de la altura.
Satanás es, por
tanto, necesario a Miguel, como el pedestal a la estatua, y Miguel es preciso a
Satanás como el freno a la locomotora.
En dinámica
analógica y universal no se apoya uno más que en lo que resisté.
Así el universo
está contrabalanceado por dos fuerzas que le mantienen en equilibrio; la fuerza
que atrae y la fuerza que repele. Estas dos fuerzas existen en física, en
filosofía yen religión. Ambas producen: en física, el equilibrio; en filosofía,
la crítica; en religión, la revelación progresiva. Los antiguos han
representado este misterio por la lucha de Eros y de Anteros; por el combate de
Jacob con el ángel; por el equilibrio de la montafla de oro, que está sujeta,
con la serpiente simbólica de la India; los dioses de un lado y del otro lado
los demonios.
Se encuentra
también figurado por el caduceo de Hermanubis, por los dos querubines del Arca,
por las dos esfinges del carro de Osiris, por los dos Serapis, el blanco y el
negro.
Su realidad
científica está demostrada por los fenómenos de la polaridad y por la ley
universal de las simpatías y de las antipatías.
Los
discípulos de Zoroastro, que eran inteligentes, dividieron el binario sin
referirse a la unidad , separando así
las columnas del templo y queriendo descuartizar a Dios. El binario en dios no
existe mas que por el ternario. Si concebis lo absoluto como dos, es preciso
concebirle inmediatamente como tres para encontrar el principio unitario.
Por esta razón,
los elementos materïales análogos a los elementos divinos, se conciben como
cuatro, se explican como dos y no existen. Finalmente mas quecomo tres.
La revelacion es
el binario; todo verbo es doble y supone, por consiguiente, dos.
La moral que
resulta de la revelación, está fundada en el antagonismo, que es la
consecuencia del binario. El espíritu y la forma se atraen y se repelen como la
idea y el signo, como la verdad y la ficción. La razón suprema necesita el
dogma al comunicarse con las inteligencias finitas, y el dogma, al pasar del
dominio de las ideas al de las formas, se hace partícipe de ambos mundos y
tiene, necesariamente, dos sentidos que hablan sucesivamente, o a la vez, sea
al espíritu, sea a la came.
Así, pues, en el
dominio moral hay dos fuerzas; una que espera y otra que reprime o expía. Estas
dos fuerzas están figuradas en los mitos del Génesis por los personajes típicos
de Cain y Abel.
Abel oprime a
Cain por su superioridad moral; Cain, para librarse de esa opresión inmortaliza
a su hermano dándole muerte, y se convierte en vícitima de su propia acción.
Cain ha podido dejar que Abel viviera, y la sangre de Abel no deja dormir a
Cain.
En el Evangelio,
el tipo Cain está reemplazado por el del hijo pródigo, a quien su padre perdona,
porque vuelve al hogar después de haber sufrido mucho.
En Dios hay
misericordia y justicia; hice justicia a los justos y emplea Ja misericordia
con los pecadores.
En el alma del
mundo, que es el agente universal, hay corriente de amor y corriente de
cólera.
Ese fluido
ambiente que penetra en todas las cosas; ese rayo desprendido del nimbo del
34
sol y fijado por el peso de la atmósfera y por la fuerza de
atracción central, ese cuerpo de espiritu santo que nosotros
llamamos el agente universal, y que los antiguos representaron bajo
la forma de una serpiente que se muerde la cola, ese éter
eléctrico-magnético, ese calórico vital y luminoso está figurado en los
antiguos monumentos por el cinturón de Isis que se tuerce y se
retuerce en un nudo de amor, älrededor de dos polos y por la serpiente que
se muerde la cola, emblema de la prudencia y de Saturno.
El movimiento y
la vida consisten en la tensión extrema de dos fuerzas. ¡Plugue a Dios —dice el
maestro— que fueseis todo frío o todo caliente!
En efecto, un
gran culpable está más vivo que un hombre cobardeotímido, y su retorno a la
virtud estará en razón con la energía de sus compromisos.
La
mujer que debe aplastar la cabeza de la serpiente es la
inteligencia que flota siempre sobre la corriente delas fuerzas ciegas , es, dicen los cabalists virgen del mar, a la que el
dragón infernal viene a lamer los pies húmedos con sus lenguas de fuego, y la
cual se duerme de voluptuosidad.
Tales
son los misterios hieráticos del binario. Pero ahí uno que no puede ser
revelado y este es el ultimo de todos. La razon de la prohibición está,
según Hermes Trimegistro en que la inteligencia del vulgo daria las necesidades
de la ciencia todo el alcance inmortal de una fatalidad ciega. Es preciso
contener al vulgo dice una vez mas por el espanto de lo desconocido. El Cristo
decia tambien, no echeis perlas a los cerdos, por miedo de que no escarben con
los pies y volviendose contra vosotros os devoren. El arbol de la ciencia del
bien y del mal cuyo frutos causaban la muerte, es la imagen de ese secreto
hieratico del binario. Ese secreto en efecto, si se divulgase no podria sino
ser mal comprendido y hasta podria llegarse a la negacion impia del libre
albedrío 3que es el
principio moral de la vida. Es pues en la esencia de las cosas como la
revelacion de ese secreto que causa la muerte y no es sin embargo este el gran
arcano de la magia, pero el secreto del binario conduce al del cuarternario o
mas bien procede de el y se resuelve por el ternario que contiene la palabra
del enigma de la esfinge, tal cual ha debido encontrarse para salvar la vida, espiar
el crimen involuntario y asegurar el reino deEgipto.
El libro
jeroglífico de Hermes,’ que se llama también el libro de Thot, el binario está
representado, sea por una gran sacerdotisa que tiene los cuernos de Isis, la
cabeza cubierta con un velo y un libro abierto, que oculta a medias con su
manto, o, por la mujer soberana, la diosa Juno de los griegos, teniendo una
mano elevada hacia el cielo y la otra descendiendo hacia la tierra, como si
formulara por ese gesto el dogma único y dualista, que es la base de la magia,
y que comienza los maravillosos símbolos de la tabla de esmeralda de Hennes.
En
el Apocalipsis de San Juan es cuestión de dos testigos o mártires, a los cuales
la tradición profética da los nombres de Elías y de Henoch, Elías, el hombre de
la fe, del celo y de los milagros, y Henoch, el mismo a quien los egipcios han
llamado Hermes, ya quien los fenicios honraban con el nombre de Cadmo, el autor
del alfabeto sagrado y de la llave universal de las iniciaciones alVerbo, el
padre de la cábala, aquel que, según las alegorías santas, no ha muerto como
los demás hombres, sino que ha sido llevado al
3
Debe referirse al karma, concepto oriental que enseña que tras la muerte las
faltas cometidas sobreviven hasta que el hombre vuelve a nacer en el mundo
mortal por segunda o tercera vez para pagar sus faltas. El concepto del karma
cuando es mal comprendido puede entenderse como el destino irrevocable de los
hombres y es capaz de desarrollar una percepción fatalista de la vida. A veces
es llamada ley de Causa y Efecto y por tanto Ley del Binario.
35
cielo para volver al final de los tiempos. Sedecía, poco más o
menos, idéntica cosa del mismo San Juan, quien encontró y explicó en su
Apocalipsis los símbolos del Verbo de Henoch. Esta resurrección de San Juan y
de Henoch, esperaba al fmal de siglos y siglos de ignorancia, será la
renovación de su doctrina por la inteligencia de las claves cabalísticas que
abren el templo de la unidad y de la filosofía universal, demasiado tiempo
oculta y reservada solamente a los elegidos que el mundo hace morir.
Pero
ya hemos dicho que la reproducción de la unidad por el binario conduce
forzosamente a la noción y al dogma de los ternarios, y llegamos, por fm, a ese
gran número que es la plenitud y el verbo perfecto de la unidad.
36
3 C
EL TRIANGULO DE SALOMON
Plenitudo vocis - Binah - Physis
El verbo perfecto es el ternario, porque supone un principio
inteligente, un principio parlante y un principio hablado.
Lo absoluto que se revela por la palabra da a esta palabra un
sentido igual a sí mišmo y crea un tercer sí mismo en la inteligencia de esta
palabra.
Así es como el sol se manifiesta por su luz y prueba esa
manifestación o las hace eficaz por su calórico.
El ternario está trazado en el espacio por el punto culminante del
cielo, el infinito en altura, que se une por dos líneas rectas y divergentes al
oriente y al occidente.
Pero, a ese
triángulo visible, la razón compara otro triángulo invisible, que afirma ser
igual al primero; es éste el que tiene por cima la profundidad, y cuya base
invertida es paralela a la línea horizontal que va de Oriente a Occidente.
Estos
dos triángulos, reunidos en una sola figura, que es lade una estrella de seis
rayos, forman el signo sagrado del sello de Salomón.
La idea de lo
infinito y de lo absoluto está manifestada por este signo, que es el gran
pantáculo, es decir,el más sencillo y el más completo comprendido de la ciencia
de todas las cosas.
La misma
Gramática atribuye tres personas al verbo.
La primera es la
que habla, la segunda a quien se a la y la tercera la de que se habla. El
principio infinito creando habla en si mismo a si mismo.
He aquí la
explicación del temario ye origen e ogma e la Trinidad. El dogma mágico,
también, es uno en tres y tres en uno.
Lo que está
encima parece o es igual a lo que está debajo.
Así, dos cosas
que se parecen y el verbo que manifiesta su semejanza, hacen tres. El temario
es el dogma universal.
En magia,
principio, realización, adaptación; en alquimia, azoe, incorporación, transmutación;
en teología, dios, encarnación, redención; en el alma humana, pensamiento, amor
y acción; en la familia, padre, madre, hijo. El temario es el fin y la expesión
suprema del amor; no se busca ados sino para convertirse en tres.
Hay tres mundos
inteligibles que corresponden los unos con los otros por la analogía
jerárquica: el mundo natural o físico, el mundo espiritual o metafísico y el
mundo divino o religioso.
De este
principio resulta la jerarquía de los espíritus divididos en tres órdenes, siempre
por el temario.
Todas
estas revelaciones son deducciones lógicas de las primeras nociones matemáticas
del ser y del número.
37
La unidad, para hacerse activa, debe multiplicarse. Un principio
indivisible, inmóvil e infecundo, sería la unidad muerta e incomprensible.
Si Dios no fuera
más que uno, no sería creador ni padre. Si sólo fuera dos, habría en
ello antagonismo o división en el infinito, y esto sería la repartición o la
muerte de toda cosa posible. Hay, pues, necesidad de tres para crear de sí
mismo, ya su imagen la multitud infinita de los seres y de los números. Así es,
realmente, único es sí mismo y triple en nuestra concepción, lo que nos le hace
ver tan triple en sí mismo, como único en nuestra inteligencia y en nuestro
amor.
Esto es un
misterio para el creyente y una necesidad lógica para el iniciado en las
ciencias absolutas y reales.
El Verbo,
manifestaciones por la vida, es la realización ola encarnación.
La vida del
Verbo, cumpliendo su movimiento cíclico, es la adaptación o la redención. Este
triple dogma ha sido conocido en todos los santuarios esclarecidos por la
tradición de los sabios. ¿Queréis saber cuál es Ia verdadera religión? Buscad
aquella qúe realiza lo más en el orden divino, la que humaniza a Dios y
diviniza al hombre; la que conserva intacto el dogma ternario que encarna el
Verbo, haciendo ver y tocar a Dios a los más ignorantes; aquella, enfin,
cuya doctrina conviene a todos y puede adaptarse a todo; la religión, que es
hierática y cíclica, que tiene para los niños alegorías e imágenes, para los
hombres maduros una elevada filosofía, y sublimes esperanzas y dulces consuelos
para los ancianos.
Los primeros
sabios que han buscado la causa de las causas, han visto el bien y el mal en el
mundo; han observado la luz y la sombra; han comparado el invierno con la
primavera, la vejez con la juventud, la vida con la muerte, y han dicho: La
causa primera es bienhechora y rigurosa; vivifica y destruye.
—j,Hay, pues,
dos principios contrarios, uno bueno y otro malo? —se han preguntado los
discípulos de Manes.
—No, los dos
principios del equilibrio universal no son contrarios, aunque sean opuestos en
apariencia; porque es una sabiduría única la que los opone
el uno al otro.
El bien está a
la derecha, el mal a la izquierda; pero la inteligencia suprema está por encima
de ambos y ella hará servir el mal para el triunfo del bien, y el bien
a la reparación
del mal.
El principio de
armonía está en la unidad, yeso es lo que da en magia tanto poder al número
par.
Pero el más
perfecto de los números impares es el tres, porque es la trilogía de la unidad.
En los trigramas
de Fohi, el ternario superior se compone de tres yang o figuras
masculinas, porque en la idea de Dios, considerada como principio de la
fecundidad en los tres mundos no prodria admitirse nada de pasivo.
Es tambien por
esto por lo que la trinidad cristiana no admite en forma alguna la
personificación de la madre, que está implícitamente enunciada en la
del hijo. Tambien es por esto por lo que es contraria a las leyes de la
simbólica hierática y ortodoxa de personificar al Espíritu Santo bajo la figura
de una mujer.
La mujer sale
del hombre como la naturaleza sale de Dios; también el Cristo se
eleva él mismo al cielo y asume la Virgen madre; se dice la ascensión del
Salvador y la asunción de la madre de Dios.
Dios,
considerado como padre, tiene a la naturalezam por hija.
38
Como hijo, tiene a la Virgen por madre y a la
Iglesia por esposa. Como Espíritu Santo, regenera y fecunda a la humanidad.
Por
esto en los trigramas de Fohi a los tres yang superiores
corresponden los tres yig inferiores, porque los trigramas de Fohi son un
pantáculo semejante a los dos triángulos de Salomón, pero con una
interpretación ternaria de seis puntos de la estrella brillante.
_______________ _______________
_______________ _______________
_______________ _______________
El dogma no es
divino en tanto que no es verdaderamente humano, es decir, que reuna la más
elevada razón de la humanidad; así el maestro, a quien llamamos el hombre-Dios;
se llamaba a sí mismo el hijo del hombre.
La revelación es
la expresión de la creencia admitida y formulada por la razón universal en el
verbo humano.
Por esto se dice que en el hombre-Dios la divinidad es humana y la
humanidad divina. Nosotros decimos todo esto filosóficamente y no
teológicamente, y esto no toca en nada a la enseñanza de la Iglesia, que
condena y debe condenar siempre a la magia. Paracelso y Agrippa no han elevado
altar contra altar y se han sometido a la religión dominante en su época. A los
elegidos de la ciencia las cosas de la ciencia; a los fieles las cosas de la
fe.
El emperador
Juliano, en su himno al Rey Sol, da una teoría del ternario, que es casi
idéntica a la del iluminado Swedenborg.
El sol del mundo
divino es la luz lafinita, espiritual e increada; esta luz se verbaliza, puede
hablarse así en el mundo filosófico, y se hace el foco de las almas y de la
verdad, pues se incorpora y se convierte en luz visible en el sol, tercer
mundo, sol central de nuestros soleš y cuyas estrellas fijas son chispas siempre
vivas.
Los cabalistas
comparan el espíritu a una sustancia que queda fluida en el medio divino y bajo
la influencia de la luz esencial, pero cuyo exterior se endurece como una cera
expuesta al aire en las más frías regiones del razonàmientoo de las formas
visibles. Estas cortezas o envolturas petrificadas (nosotros diríamos mejor
carnificadas, si fuera admisible la palabra), son la causa de los errores o del
mal, que tiende ala pesantez ya la dureza de las envolturas anímicas. En el
libro de Sohar y en el de las revoluciones de las almas, los espíritus
perversos o malos demonios no son llamado de otro modo que las cortesas,
cortices.
Las
cortezas del mundo de los espiritus son transparentes, las del mundo material
son opacas, los cuerpos no son masque ontezas temporales, y las las que las
almas deben ser libertadas, pero aquellas que obedecen al cuerpo en esta vida,
se forman un cuerpo interior, o una corteza fluidica, que se hace su prision y
suplicio después de la muerte, hasta el momento en que consigue fundirla en el
calor de la luz divina, o su pesantez les impide subir, no llegan sino por
medio de infinitos esfuerzos y con el socorro de los justos, que les tienden la
mano, y durante todo ese tiempo son devorados por la actividad interna del
espiritu cautivo como en un hormo en completa combustión. Aquellos que llegan a
la hoguera de la expiación, se queman por sí mismos en ella, como Hércules
sobre el monte OEta y se libran así de sus tormentos; pero el mayor
39
número carece de valor ante esta ultima prueba, que les parece una
segunda muerte mucho mas espantosa que la primera y permanecen asi en el
infierno que es eterno de hecho y de derecho, pero en el cual las almas nunca
son precipitadas ni retenidas a pesar suyo.
Los tres mundos
se corresponden conjuntamente por las treinta y dos vías de luz, que son los
peldaños de la escalera santa; todo pensamiento verdadero corresponde a una
gracia divina en el cielo ya una obra, útil en la tierra. Toda gracia de Dios
suscita una verdad y produce uno o muchos actos y recíprocamente todo acto
remueve en los cielos una verdad o una mentira, una gracia o un castigo. Cuando
un hombre pronuncia el tetragrama, escriben los cabalistas, los nueve cielos
reciben una sacudida, y todos los espíritus gritan unos a otros: ¿Quién turba
así el reino del cielo? Entonces la tierra revela al primer cielo los pecados
del temerario, que pretende el nombre del eterno en vano, y el verbo acusador
es transmitido de círculo en círculo, estrella en estrella, y de jerarquía en
jerarquía.
Toda palabra
tiene tres sentidos; todo acto un triple alcance; toda forma una triple idea,
porque lo absoluto corresponde de mundo en mundo con sus formas. Toda
determinación de la voluntad humana modifica la naturaleza, interesa la
filosofía y esc~ibe en el cielo. Hay, pues, dos fatalidades, la una resultante
de la voluntad de lo increado, de acuerdo con su sabiduría, la otra resultante
de las voluntades creadas y de acuerdo con la necesidad de las causas secundarias
en sus relaciones con la causa primitiva.
Nada es, pues,
indiferente en la vida, y nuestras más sencillas determinaciones deciden con
frecuencia una serie incalculable de bienes o de males, sobre todo en las
relaciones de nuestro diáfano con el gran agente mágico, como ya lo
explicaremos.
Siendo
lo ternario el principio fundamental de toda la cábala o tradición sagrada de
nuestros padres, ha debido ser el dogma fundamental del cristianismo, del que
explica el dualismo aparente por la intervención de una armoniosa y toda
poderosa unidad. El Cristo no ha escrito su dogma y no lo ha revelado en
secreto más que a su discípulo favorito, el único cabalista, y gran cabalista
entrelos apóstoles. Asi el Apocalipsis es el libro de la gnosis o doctrina
secreta de los primeros cristianos, doctrina cuya claveesta indicada en un
versiculo secreto de Pater, que la vulgata no traduce y el el rito griego
(conservador de las tradiciones de San Juan) no permite mas que a los
sacerdotes pronunciar. Este versiculo completamente cabalista se encuentra en
el texto griego del evangelio, según San Mateo y en muchos ejemplares
hebraicos. Helo aquí en las dos lenguas sagradas:
La
palabra sagrada de Malkout, empleada por Keter, que es su
correspondiente cabalístico, y la balanza de Géburah y de Chesed,
repitiéndoseon los círculos o ciclos que los gnósticos llamaban Eones,
dan en este versíçulo~ oculto la clave de la bóveda de todo el templo
cristiano. los protestantes lo han traducido y conservado en su Nuevo
Testamento, sin encontrar la elevada y maravillosa inteligencia que les hubiera
desvelado todos los misterios del Apocalipsis; pero es una tradición en la
Iglesia que la revelación de esos misterios está reservada para la consumación
de los tiempos.
40
Malkout, apoyado sobre Géburab y sobre Chesed, es el
iemplo de~ Salomón, que tiene por columnas Jakin y Bohas. Este es el
dogma Adámico, apoyado, por una parte, en la resignación de Abel, y por
la otra, en el trabajo yen los remordimientos de CaIn; éste es el equilibrio
universal del ser basado en la necesidad y en la libertad, en la fijeza y en el
movimiento; es la demostración de la palanca universal, buscada vanamente por
Arquímedes. Un sabio, que ha empleado todo su talento en hacerse oscuro y que
ha muerto sin haber querido hacerse comprender, había resuelto esta suprema
ecuación, encontrada por él en la cábala, y temía, por encima de todo, que
pudiera saberse, si se explicaba más claramente, el origen de sus descubrimientos.
Nosotros hemos oído a uno de sus discípulos y a algunos de sus admiradores
indignarse, quizá de buena fe, oyéndole llamar cabalista, y, no obstante
dthemos decir, para gloria de ese sabio, que sus investigaciones han abreviado
notablemente nuestro trabajo sobre las ciencias ocultas, y que la clave de la
alta cábala, sobre todo, indicada en el versículo oculto que acabamos de citar,
ha sido doctamente aplicado a una reforma absoluta de todas las ciencias en los
libros de Hoene Wronski.
La
virtud secreta de los Evangelios está, pues, contenida en tres palabras, y esas
tres palabras ham fudado tres dogmas y tres jerarquías. Toda ciencia
reposa sobre
tres principios, como el silogismo sobre tres términos..Hay tambien tres
clases distintas, o tres rangos originales y naturales entre lo hombres, los
cuales estan llamados a elevarse de lo ms bajo a lo mas alto. Los hebreos
llaman a esas tres series o grados de progreso de los espiritus, asiah, jezirah
y briah.. Los gnosticos, que eran los cabalistas cristianos, los llamaban Hyle.
Psique y Gnosis; el circulo supremo se denominaba, entre los hebreos Atziluth y
entre los gnósticos, Pléroma.
En
el tetrágrama, el temario, tomando alëöñuienzo delapalabra, manifiestala
copulación divina; tomada al final manifiesta lo femenino y la maternidad. Eva
lleva un nombre de tres letras, pero el Adam primitivo está manifestado por la
sola letra Jod, de modo que Jehová debería pronunciarse Jevá.
Esto nos conduce al grande y supremo misterio de la magia, manifestado por el
cuaternario.
41
4
Ð
EL TETRAGRAMATON
Géburah Chesed - Porta Librorum -
Elementa
Existen en la
Naturaleza dos fuerzas que producen un equilibrio, no obediendo los tres más
que a una sola ley. He aquí el ternario resumiéndose en la unidad, y agregando
la idea de la unidad a la del ternario, se llega al cuaternario, primer número
cuadrado y perfecto, manantial de todas las combinaciones numéricas y principio
de las formas.
Afirmacion,
negacion, discusion, solucion; tales son las cuatro operaciones
filosóficas el espfritu humano. La discusi n concilia la negación con la
afirmación, haciéndolas necesarias la una a la otra. Por esta causa el ternario
filosófico, al producirse del binario antagónico, se completa pore!
cuartenario, base cuadrada de toda verdad. En Dios, según el dogma consagrado,
hay tres personas, y esas tres personas no son más que un solo Dios. Tres y uno
dan la idea de cuatro, porque la unidad es precisa para explicar los tres. Así,
en casi todos los idiomas, el nombre de Dios consta de cuatro letras, y en
hebreo esas cuatro letras no hacen más que tres, porque hay en él una que se
repite dos veces: la que manifiesta el Verbo y la creación del Verbo.
Dos afirmaciones
hacen posible o necesarias dos negaciones correspondientes. El ser está
significado, la nada no lo está. La afirmación, como Verbo, produce la
afirmación como realización o encarnación del Verbo, y cada una de esas
afirmaciones corresponde a la negación de su contraria.
También resulta
que, según el decir de los cabalistas, el nombre del demonio se compone de
letras vueltas del Dios o del bien.
Este mal es el
reflejo perdido o el miraje imperfecto de la luz en la sombra.
Pero,
todo lo que existe, sea en mal, sea en la luz, sea en la sombra, existe y se
revela por el cuaternario.4
La afinnación de
la unidad supone el número cuatro, si esta afirmación no ha de girar en la
unidad misma como en un circulo vicioso. Así, pues, el ternario, como ya lo
hemos observado, se explica por el binario y.se resuelve por el cuaternario,
que es la unidad cuadrada de los números pares y la base cuadrangular del cubo,
uni onstrucción, de solidez y de medida.
E1tetrágrama
cabalistico Jodheva manifiesta a Dios en la humanidad y la humanidad en Dios.
Los cuatro
puntos cardinales astronómicos son, relativamente a nosotros, el sí y el no de
la luz el Oriente y el Occidente, y el sí y el no del calor; el Mediodía y el
Norte.
Lo que está en
la Naturaleza visible revela, como ya hemos dicho, según el dogma
4
Aquí Levi parece parafrasear a Isaias 45:7 “Que formo la luz y creo las
tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad, yo IHVH (cuaternario) soy el
que hago todo esto”
42
único de la cábala, lo que está en el dominio de la Naturaleza
invisible, o de causas secundarias, todas proporcionales y análogas a las
manifestaciones de la causa primera. Así, pues, esta causa primera está siempre
revelada por la cruz; la cruz, si, era unidad compuesta dedos, que se dividen
en otras dos para formar cuatro; la cruz era clave de los misterios de la India
y de Egipto, la Tau de los patriarcas, el signo divino de Osiris, el Stauros de
los gnósticos, la llave de la bóveda del templo, el símboM de la masonería
oculta; la cruz, ese punto central de la conjunción de los ángulos rectos de
dos triángulos infinitos; la cruz que en el idioma francés parece ser la raíz
primitiva y el sustantivo fundamental del verbo creer y del verbo crecer,
reuniendo de este modo las ideas de la ciencia, de religión y de progresos.
El gran agente
magico se revela por cuatro especies de fenomenos y ha sido sometido a los
tanteos de la ciencia profanas bajo cuatro nombres:
Calorico, Luz, Electricidad y
Magnetismo.
Se le ha dado
también los nombres~ tetragramaton, de inn, de ázoe, de ether, de od, de fluido
magnético, de alma de la tierra, de serpiente, de Lucifer, etcétera.
El gran agente
mágico es la cuarta emanación de la vida-principio de que el sol es la tercera
forma (ver los iniciados de la escuela de Alejandría y el dogma de Hermes
Trismegisto).
De manera que el
ojo del mundo (como le llamaban los antiguos) es el miraje del reflejo de Dios,
así como el alma de la tierra es una mirada permanente del sol, que la tierra
concibe y conserva por impregnación.
La luna
concurrente a esa impregnación de la tierra rechazando hacia ella una imagen
solar durante la noche, de modo que Hermes ha tenido razon en decir, hablando
del Gran Agente: El Sol es su padre, la luna es su madre. Luego agrega: El
viento le ha llevado en su vientre, porque la atmosfera es el recipiente, y
como el crisol de los rayos solares, por medio de los cuales se forma esa
imagen viviente del sol, que penetra hasta las entrañas de la tierra, la
vivifica, la fecunda y determina todo cuanto depende en su superficie, por sus
efluvios y sus corrientes continuas, análogas alas del mismo sol. Este agente
solar está vivificado por dos fuerzas contrarias: una de atracción y otra de
proyección, lo que hace decir a Hermes que siempre sube y deciende.
La fuerza de
atracción se fija siempre en el centro de los cuerpos, y la de proyeccion en
los contornos, o en su superficie.
Es por esta
doble fuerza, por lo que todo esta creado y todo subsiste. Su movimiento es un
enrollamiento y un desenrollamiento sucesivos e indefinidos, o mas bien,
simultanesos y perpetuos, por espirales de movimientos contrarios que no se
encuentran nunca
Este es el mismo
movimiento que el del sol, que atrae y rechaza al mismo tiempo a todos los
demás astros de su sistema.
Conocer el
movimiento de ese sol terrestre, a fin y en forma de poder aprovechar sus
corrientes y dirigirlas, es haber cumplido la gran obra y es ser el dueño del
mundo. Armado con semejante fuerza os podéis hacer adorar; la ignorante
muchedumbre os creerá un Dios.
El
secreto absoluto de esta dirección ha sido poseído por algunos hombres y puede,
todavía, encontrarse. Es el gran arcano mágico, depende de un axioma
incomunicable y de un instrumento, que es el gran atanor de los herméticos del
más elevado grado.
El axioma
incomunicable está encerrado cabalísticamente en las cuatro letras del
43
tetrágramaton, dispuestas de este modo:
Fig.4
Los cuatro grandes nombres cabalísticos
En las letras de las
palabras AZOTH E INRI escritas cabalisticamente, y en el monograma de Cristo,
tal y como estaba bordado sobre el labaro, y que el cabalista Postel interpreta
por la palabra ROTA, de la que los adeptos han formado el TARO O TAROT, repitiendo
despues la primera letra para inidicar el circulo y dar a comprender que la
palabra está invertida.
Toda la
ciencia mágica estriba en el conocimiento de este secreto. El sabery osar, sin
servidumbre, consiste ial omnipotencia humana; pero el revelarla aun profano es
perderla; revelarla, igualmente, a un discípulo es abdicar en favor de ese
discípulo, quien, a partir de ese instante, tiene derecho de vida y de muerte
sobre su mismo iniciador (hablo desde el punto de vista mágico) y le dará
muerte seguramente ante el temor de morir a su vez a sus manos. (Esto no tiene
nada de común con los actos calificados de asesinato en la legislación
criminal; la filosofía práctica que sirve de base y punto de partida a nuestras
leyes, no admite los hechos de hechizos y de influencias ocultas.)
44
Penetramos aquí en las más extrañas revelaciones, y esperamos ser
objeto de todas las incredulidades y de no pocos encogimientos de hombros por
parte del fanatismo incrédulo, porque la religión volteriana tiene también sus
fanáticos y no agrada a las grandes sombras que deben vagar ahora de un modo
implacable en las cuevas del Pantheón, en tanto que el catolicismo, fuerte en
sus prácticas y engreído con su prestigio, canta el oficio de difuntos sobre
sus cabezas.
La palabra
perfecta, la que es adecuada al pensamiento que manifiesta contiene siempre,
virtualmente o supuesto, un cuaternario, la idea y sus tres formas necesarias y
correlativas, y también la imagen de la cosa manifestada con los tres términos
de juicio quela califican. Cuando yo digo: El ser existe, afirmo implícitamente
que no existe la nada.
Una altura, una
extensión que divide la altura geométrica endos y una profundidad separada de
la altura por la intersección de la extensión, he aquí el cuaternario natural
compuesto de-dos líneas que se cruzan. Existen también en la naturaleza cuatro
movimientos producidos por dos fuerzas que se sostienen una a otra por su
tendencia en sentido contrario. Ahora bien, la ley que rige a los cuerpos es
análoga y proporcionada a la que gobierna a los espíritus, y ésta es la
manifestación también del secreto de Dios, es decir, del misterio de la
creación.
Suponed un reloj
con dos resortes paralelos con un engranaje que los haga mover y maniobrar en
sentido contrario, de manera que al detenerse el uno aprieta el otro; un reloj
asi construido se dara cuerda por si mismo, y habreis hallado el movimiento
continuo. Ese engranaje debe abarcar dos fines y ser de una gran precision.
¿es incontrastable? No lo creemos. Pero cuando algún hombre lo haya
descubierto, ese hombre podrá comprender por analogía todos los secretos de la
naturaleza: el progreso en razon directa con la resistencia..
El
movimiento absoluto de la vida es también el resultado continuo de dos
tendencias contrarias, que no se encuentran jamás en oposición. Cuando una de
ambas parece ceder a la otra, es un resorte que toma fuerza, y podéis
seguramente esperar y confiar en una reacción, de la que es muy posible prever
el momento y hasta determinar el carácter; así es cómo en la época de mayor
fervor del cristianismo, el reinado del ANTICRISTO, fue conocido y
predicho.
Pero, el
Anticristo, preparará y determinará el nuevo acontecimiento y el triunfo
definitivo del Hombre-Dios. Esta es, una vez más, una conclusión rigurosa y
cabalística contenida en las premisas evangélicas.
Así
la profecía cristiana contiene una cuádruple revelación: l, caída del antiguo
mundo y triunfo del Evangelio bajo el primer acontecimiento; 2, grande
apostasía y venida del Anticristo; 3,
caída del Anticristo y retomo a las ideas cristianas; 4, triunfo
definitivo del Evangelio o segundo acontecimiento, designado con el nombre de
juicio final. Esta cuádruple profecía contiene, como puede verse, dos
afirmaciones y dos negaciones; la ideade dos ruinas o muertes universales y de
dos renacimientos; porque a toda idea que aparece en el horizonte social, se le
puede asignar, sin temores a incurrir en error, un Oriente y un Occidente, un
cenit y un nadir. Así es cómo la cruz filosófica es ¡a llave de la profecía y
cómo se puede abrir todas las puertas de la ciencia con el pantáculo de
Ezequiel, cuyo centro es una estrella formada por el cruzamiento de dos cruces.
45
+
+
¿No se forma la
vida humana también de estas tres fases o transformaciones sucesivas:
nacimiento, vida, muerte e inmortalidad? Y advertir aquí que la inmortalidad
del alma, necesitada como complemento del cuaternario y cabalísticamente
probada por la analogía, que es el dogma único de la religión verdaderamente
universal, es la llave de la ciencia y la ley inviolable de la Naturaleza.
La muerte en
efecto, no puede ser un fin absoluto, así como el nacimiento no es sino un
comienzo real. El nacimiento prueba la pre existencia del ser humano puesto
que nada puede producirse de nada, y la muerte prueba la inmortalidad
desde el momento en que e! ser no-puede cesar de ser, como la nada no puede
cesar de no ser. Ser y nada son dos ideas absolutamente inconciliables, con
esta diferencia: que la idea de la nada (idea completamente negativa) emana de
la idea misma del ser, en la que la nada, ni siquiera puede ser comprendida
como una negación absoluta, en tanto que la idea del ser no puede nunca
aproximarse a la de la nada, desde muy lejos que se tome.
Decir que el
mundo ha salido de la nada, es proferir un monstruoso absurdo. Todo lo que es
procede de lo que eras; por consecuencia, nada de lo que es no podría nunca
dejar de serlo. La sucesión de formas se produce por las alternativas del
movimiento; estos son fenómenos de la vida que se reemplazan unos a otros sin
destruirse. Todo cambia pero nada perece. El sol no muere cuando desaparece en
el horizonte; las formas, aun las más movibles, son inmortales y subsisten siempre
en la permanencia de su razón de ser, que es la combinación de la luz con las
potencias agregativas de las moléculas de la sustancia primera. Así se
conservan en el fluido astral y pueden ser evocadas y reproducidas a voluntad
del sabio, como ya lo veremos cuando tratemos de la segunda vista y de la
evocación de los recuerdos en la nigromancia y en otras operaciones mágicas.
Volveremos
también sobre el gran agente mágico en el IV capítulo del Ritual, en
donde acabaremos de indicar los caracteres del gran arcano y los medios de
apoderarse de este formidable poder:
Digamos aquí
algunas palabras acerca de los cuatro elementos mágicos y de los espíritus
elementales.
Los elementos
mágicos son: en alquimia, la sal, el mercurio el asufre y el ázoe; en
cábala, el macroprosopo, el microprosopo y las dos madres; en
jeroglificos, , el hombre, el águila, el león y el toro; en física antigua
según los términos y las ideas vulgares, el aire, el agua, la tierra y el
fuego.
En
ciencia mágica sabido es que el agua no es el agua común; que el fuego no es
sencillamente el fuego que arde, etc. Estas expresiones ocultan lin sentido más
elevado. La ciencia moderna ha descompuesto estos cuatro elementos de los
antiguos y ha encontrado muchos cuerpos que tienen la pretensión de que sean
simples. Lo que es simple es la sustancia material y este elemento se
manifiesta siempre por el cuaternario en sus formas. Conservaremos, por tanto,
la sabia distinción de las apariencias elementales admitidas por los antiguos y
reconoceremos la tierra, el agua, el fuego y el
46
aire, como los cuatro elementos positivos y visibles de la magia.
Lo
sutil y lo espeso; el disolvente rápido y el disolvente lento, o los
instrumentos en caliente y en frío, forman en física oculta los dos principios
positivos y los dos principios negativos del cuaternario, y deben figurarse
así:
47
El Azoe
El Aguila
El Aire
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El Azufre |
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El mercurio |
El
Leon___________________________ |
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______________________El Hombre |
El Fuego |
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El Agua |
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El Sol
El Toro
La Tierra
Así la tierra y
el aire representan el principio macho; el fuego y el agua se refieren al
principio hembra, puesto que la cruz filosófica de los p~ntáculos es, como ya
lo hemos dicho, un jeroglifico primitivo y elemental del lingam de los gimnosofistas
A
estas cuatro formas de elementales corresponden las cuatro ideas filosóficas
siguientes:
El espfritu.
La materia.
El movimiento.
El reposo.
Toda
ciencia está, en efecto, en la inteligencia de estas cuatro cosas, que la
alquimia reduce a tres:
Lo absoluto;
Lo fijo
Lo volátil.
Y que la cábala
atribuye ala idea misma de Dios, que es razón absoluta, necesidad y libertad,
triple noción manifestada en los libros de los hebreos.
Bajo
los nombres de Kether, de Chocmah y de Binah, para el mundo divino, de Tiphereth,
de Chesed y de Géburah en el mundo moral, y, en fin, de Jesod, Hod y
48
Nestsath en el mundo físico que, con el mundo moral, está
contenido en la idea de reinado o Malkout, explicaremos en el décimo
capítulo de este libro esta teogonía, tan racional como sublime.
Ahora bien; estando Ilamados los espiritus creados a la
emancipacion por medio de la prueba, estan colocados, desde su nacimiento,
entre estas cuatro fuerzas positivas y dos negativas, lon la facultad de
admitir o de negar el bien y escoger la vida o la muerte. Encontrar el punto
fijo, es decir, el centro moral de la cruz, es el primer problema que se somete
a su resolucion, su primera conquista debe ser la de su propia libertad.
Comienzan pues, por ser arrastrados los unos hacia el Norte, los otros al Sur,
estos al mediodia, algunos a la derecha y aquellos a la izquierda, y mientras
no son libres, no pueden hacer uso de la razon ni encarnar de otro modo que en
formas animales. Estos espiritus no emancipados, esclavos de los cuatro
elementos, son los que los cabalistas llaman demonios elementales y pueblan los
elementos que corresponden a su estado de servidumbre. Existen, pues,
realmente, silfos, ondinas, gnomos y salamandras, los unos errantes y tratando
de encamar, y los otros ya encamados y viviendo en la tierra. Estos son los
hombres viciosos e imperfectos.
Volveremos sobre
este tema enel capítulo XV, que trata de los encantamientos y de los demonios.
Es también una
tradición de física oculta, que hizo advertir a los antiguos la existencia de
las cuatro edades del mundo; selamente que no se dice al vulgo que esas cuatro
edades debían ser sucesivas, como las cuatro estaciones del año, y renovarse
como éstas se renuevan. Pero todo esto se refiere al espíritu de profecía, y de
ello hablaremos en el capítulo IX, que trata del iniciado y del vidente.
Agreguemos
ahora la unidad al cuaternario y tendremos conjunta y separadamente las ideas
de la síntesis y del análisis divinos, el Dios de los iniciados y el Dios de
los profanos. Aquí el dogma se populariza y se hace menos abstracto; el gran
hierofante interviene.
49
5 E
EL PENTAGRAMA
Gebura - Ecce
Hasta
aquí hemos expuesto el dogma mágico en su parte más árida ymás abstracta, aquí
comiénzan los hechizos; aquí ya podemos anunciar los prodigios y revelar las
cosas más ocultas.
Fig.
El Pentagrama de Fausto
y
El pentagrama
expresa la dominacion del espiritu.sobre los elementos y es por medio de este
signo como se encadena a los demonios del aire, a los espiritus del fuego a los
espectros del agua y a los fantasmas de la tierra.
Armado
de ese signo y convenientemente dispuesto, podéis ver el infinito a través de
esa facultad, que es como el ojo de vuestra alma, y haceros servir por legiones
de ángeles y columnas de demonios.
Primeramente
propongamos principios:
50
No hay mundo invisible; existen solamente muchos grados de
perfección en los órganos.
El cuerpo es la
representación grosera y es como la corteza pasajera del alma.
El alma puede
percibir por sí misma y sin el intermedio de los órganos corporales por medio
de su sensibilidad y de su diáphana, las cosas sean espirituales, sean
corporales, que existen en el universo.
Espiritual y
corporal son palabras que manifiestan únicamente los grados de tenuidad o de
densidad a la sustancia.
Eso que se llama
en nosotros imaginación, no es más que la propiedad inherente a nuestra alma,
de asimilarse las imágenes y los reflejos contenidos en la luz viviente, que es
el gran agente magnético.
Esas imágenes y
esos reflejos son revelaciones cuando la ciencia interviene para revelamos el
cuerpo ola luz. El hombre de genio difiere del soñador y del loco en esto
únicamente; en que sus creaciones son análogas a la verdad, mientras que los de
los soñadores y de los locos, son reflejos perdidos e imágenes descarriadas.
Así, para el
sabio imaginar, es ver, como para el mago hablar es crear.
Se pueden ver
realmente y de verdad los demonios, las almas etc por medio de la imaginacion,
pero la imaginación del adepto es diafana, en tanto que la del vulgo es
opaca; la luz de la verdad atraviesa a la una como a un mirador espléndido y se
refracta en el otro como una masa viscosa llena de escorias y de cuerpos
extraños.
Lo que más
contribuye a los errores del vulgo y a las extravagancias de la insanidad, son
los reflejos de las imaginaciones depravadas las unas en las otras.
Pero el vidente
sabe que las cosas imaginadas por él son verdaderas y la experiencia confirma
siempre sus visiones.
Ya decimos en el
Ritual por qué medios se adquiere esta lucidez.
Por medio de
esta luz los visionarios estáticos se ponen en comunicación con todos los
mundos, como sucedía con frecuencia a Emmanuel Sweden-borg, quien, sin embargo,
no era más que imperfectamente lncido,puesto que no discernía los reflejos de
los rayos y mezclaba, a menudo, ensueños a sus más admirables sueños.
Decimos sueños,
porque el sueño es el resultado de un éxtasis natural y periódico que se llama
sueño. Entrar en éxtasis, es dormir; el sonambulismo magnético es una reproducción
y una dirección del éxtasis.
Los errores en
el sonambulismo son ocasiones por los reflejos del diáphana de las
personas despiertas, y especialmente del magnetizador.
El sueño es la
visión producida por la refracción de un rayo de verdad; el sueño es la
alucinación ocasionada por un reflejo.
La tentación de
San Antonio, con sus pesadillas y visiones horripilantes y sus monstruos,
representa la confusión de reflejos con los rayos directos. Cuanto más lucha el
alma es tanto más razonable; cuando sucumbe a esta especie de embriaguez
invasora, es más loca.
Romper la mezcla
del rayo directo y separarle del reflejo, tal es la obra del iniciado.
Ahora
digamos muy alto que este trabajo lo realizaron siempre algunos hombres
selectos en el mundo, que la revelación por intuición es también permanente y
que no hay barrera infranqueable que separe las almas, pues no existen en la
Naturaleza, ni bruscas interrupciones, ni murallas abruptas que puedan separar
a los espíritus. Todo es transición y matices, y si se supone la
perfectibilidad, si no infinita, por lo menos
51
indefinida, de las facultades humanas, se verá que todo hombre
puede llegar a verlo todo, y, por consiguiente, a saberlo todo también, por lo
menos en un círculo que puede indefinidamente ensanchar.
No hay nada
vacío en la Naturaleza; todo está poblado. No hay muerte real en la Naturaleza;
todo está vivo.
«~Veis esa
estrella? —preguntaba Napoleón al Cardenal Fesch. —Nô señor. —Pues bien, yo la
veo.» Y ciertamente la veía.
Por este motivo
se acusa a los grandes hombres de haber sido supersticiosos; es que ellos veían
lo que el vulgo no puede ver.
Los hombres de
genio difieren de los simples videntes por la facultad que poseen de hacer sentir
a los demás hombres lo que ellos ven y hacerse creer por entusiasmo y
por simpatía
Estos son los medium
del Verbo divino.
Digamos ahora
cómo se opera la visión.
Todas las formas
corresponden a ideas, pues no hay idea que no tenga su forma propia y
particular.
La luz
primordial, vehículo de todas las ideas, es la madre de todas las formas y las
transmite de emanación en emanación, disminuidas únicamente o alteradas en
razón de la densidad de los medios.
Las formas de
objetos, son una modificación de la luz y quedan en ella, de donde el reflejo
las envía.
Asi la luz
astral o el fluido terrestre que llamamos el gran agente magico esta saturada
de imágenes o de reflejos de toda especie que nuestra alma puede evocar y
someter a su diáphana, como dicen los cãbalistas. Estas imágenes las
tenemos siempre presentes y son borradas únicamente por las impresiones
más fuertes de la realidad durante la vigilia, o por las preocupaciones de
nuestro pensamiento que obliga a nuestra imaginación a estar inatenta al móvil
panorama dela luz astral.
Cuando dormimos,
este espectáculo se presenta por sí mismo a nosotros y asíes como se producen
los sueños; sueños incoherentes y vagos, si alguna voluntad dominante no
permanece activa durante el sueño y no ofrece, a cuenta de nuestra inteligencia,
una dirección al sueño que entonces se transforma en ensueño.
El magnetismo
animal, no es otra cosa que un sueño artificial producido por la unión, sea
voluntaria, sea forzada, dedos almas, una de las cuales vela, en tanto que la
otra duerme, es decir, una de las cuales dirige a la otra en la elección de
reflejos para cambiar los sueños en ensueños y saber la verdad por medio de
imágenes.
Así, pues, los
sonámbulos no ven realmente en el sitio a donde el magnetizador los envía, sino
que evocan las imágenes en la luz astral y no pueden ver nada de lo que no
exista en esta luz.
La luz astral
tiene una acción directa sobre los nervios, que son los conductores en la
economía animal, acción que llevan al cerebro; así, en el estado de
sonambulismo, pueden verlos nervios y sin tener necesidad ni aun de la luz
radiante, pues que el fluido astral es una luz latente, como ya la física ha
reconocido que hay calórico latente.
El
magnetismo entre dos es, sin duda, un maravilloso descubrimiento; pero el
magnetismo en uno sólo, es decir, el automagnetismo, volviéndose lúcido a
voluntad, y dirigiéndose a sí mismo, es la perfección del arte mágico,
52
y el secreto de esta gran obra no está por descubrir; ha sido
conocido y practicado por gran número de iniciados, y, especialmente, por el
célebre Apolonio de Tiana, quien nos ha legado una teoría que veremos en
nuestro Ritual.
El secreto de la
lucidez magnética y de la dirección de los fenómenos del magnetismo, tiende a
dos cosas: a la armonía de las inteligencias ya la unión perfecta de las
voluntades en una dirección posible y determinada por la ciencia; esto por lo
que se refiere al magnetismo entre muchos. El auto-magnetismo requiere
preparaciones, de que hemos hablado en nuestro primer capftulo, al enumerar y
hacer ver en toda su dificultad las cualidades requeridas para ser un verdadero
adepto.
Ya
esclareceremos este punto importante y fundamental en capítulos sucesivos.
Este imperio de
la voluntad sobre la luz astral, que es el alma física de los cuatro
elementos,está figurada en Magia por el pentágrama, cuya figura hemos colocado
al frente de este capítulo.
También los
espíritus elementales están sometidos a este signo cuando se le emplea con
inteligencia, y se puede, colocándolo en un circulo o encima de la mesa de las
evocaciones, hacerlos dóciles, a lo que se llama en Magia aprisionar.
Expliquemos en
pocas palabras esta maravilla. Todos los espíritus creados comunican entre sí
por signos y se adhieren todos a un cierto número de verdades expresadas por
ciertas formas determinadas.
La perfección de
las formas aumentan en razón del desprendimiento de los espíritus, y aquellos
que no sientan el peso de la materia o no estén encadenados a ella, reconocen a
la primera intuición si un signo es la expresión del poder real o de una
voluntad temeraria.
La inteligencia
del sabio proporciona pues, valor a su pantaculo, como su ciencia da paso a su
voluntad, y los espiritus comprenden inmediatamente ese poder.
pues, con el
pentágrama se puede obligar a los espíritus a aparecerse en ensueños, sea
durante la vigilia, sea durante el sueño propiamente dicho, trayendo
consigo, ante nuestra disciplina, su reflejo, que existe en la luz
astral, si han vivido, un reflejo análogo a su verbo espiritual, si no han
vivido en la tierra. Esto explica todas las visiones, y demuestra,
sobre todo, por qué los muertos aparecen siempre a los videntes, sea tales como
eran en la tierra, sea tales como están todavía en la tumba, nunca como están
en una existencia que escapa a las perfecciones de nuestro organismo actual.
Las mujeres
embarazadas estan mas que otras bajo la influencia de la luz astral, que
concurre a la formación de su hijo y que les presente sin cesar las
reminiscencias de formas de que ellas están llenas.
También es por
esta causa por lo que las mujeres virtuosas.engaílan, por semejanzas equívocas,
la malignidad de los observadores. Imprimen con frecuencia, a la obra de su
matrimonio, una imagen que les ha llamado la atención en sueños, y de aquí
también que las mismas fisonomías se perpetúen de siglo en siglo.
EL uso
cabalístico del pentágrama puede pues determinar el rostro de los hijos a nacer y una mujer
iniciada podría dar a su hijo los rasgos de Nerea o de Aquiles, como los de
Luis XIVo los de Napoleón. Indicamos el medio en nuestro Ritual.
El pentágrama es
lo que se llama en cábala el signo del microcosmos, este signo de que Goethe
ensalza el poder en el hermoso monólogo de Fausto.
«~Ah,
cómo a esta vista todos mis sentidos se extremecen! Siento lajoven y santa
voluptuosdad de la vida rebullir en mis nervios y hervir en mis venas. ¿Era un
Dios el que trazó este signo que aplaca el vértigo de mi alma, llena de alegría
mi pobre corazón,
53
y, en un vuelo misterioso, desvela alrededor de mílas fuerzas de
la Naturaleza? ¿Soy yo un dios? Todo se aclara ante mi viste; veo en esos
sencillos trazos la Naturaleza activa revelarse ami espíritu. Ahora, por vez
primera, reconozco la verdad de esta palabra del sabio. ¡El mundo de los
espíritus no está cerrado! ¡Tu sentido es obtuso, tu corazón ¿Štá muerto! ¡En
pie! Baña, tu pecho, ¡oh adepto de la ciencia! ,todavía envuelto en un velo
terrestre, en los esplendores del naciente día!...»
Fausto, 1 ra parte, escena
1ra.
Fue
el 24 dejulio de 1854, cuando el autor de este libro, Eliphas Lévi, hizo en
Londres la experiencia de la evocación por el pentágrama, después de haberse
preparado con todas las ceremonias que están marcadas en el iitual. El éxito de
este experiencia, detallada en el capítulo XIII de este libro y en el capítulo
que lleva el mismo número en el Ritual ,
establece un nuevo hecho patológico que los hombres de verdadera
ciencia admitirán sin esfuerzo. La experiencia, reiterada por tres
veces, ofreció resultados verdaderamente extraordinarios, pero positivos y sin
ninguna mezcla de alucinación. Nosotros invitamos a los incrédulos a hacer un
ensayo concienzudo y razonado, antes de encogerse de hombros y sonreír.
La figura
del pentágrama, perfeccionada según la ciencia, y que ha servido al autor para
esta prueba, es la que se encuentra al comienzo de este capítulo, y que no se
halla tan completa, ni en las clavículas de Salomón, ni en los calendarios
mágicos de Tycho Brahe y de Duchenteau.
Observemos
únicamente que el uso del pentágrama es muy peligroso para los operadores que
no poseen la complete y perfecta inteligencia de él. La dirección de las puntas
de la estrella no es arbitraria, y puede cambiar el carácter de toda operación,
como ya lo explicaremos en el Ritual.
Paracelso
este innovador de la Magia, que ha excedido a todos los demas iniciados por los
exitos obtenidos por si solo, afirma que todas las figuras magicas y todos los
signos cabalisticos de lo pantaculos a los cuales obedecen los espiritus se reducen
a dos ., que son la síntesis de los demás: el signo del
macrocosmos o el sello de Salomón, que ya lo hemos dado y que volvemos a
reproducir aquí, y el del microcosmos, más poderoso todavía que el primero, es
decir, el pentágrama, del que hace en la filosofía oculta una minuciosa
descripción.
Si se nos
pregunta cómo un signo puede tener tanto poder sobre los espíritus, nosotros
preguntaremos a nuestra vez por qué el mundo cristiano se ha prosternado ante
el signo
54
de la cruz. El signo no es nada por sí mismo, y no tiene fuerza
sino por el dogma de que es resumen y verbo. Ahora bien, un signo que
resume expresandolas, todas las fuerzas ocultas de la naturaleza, un signo que
siempre a manifestado a los espiritus elementalesy a otros un poder superior a
su naturaleza les infunde temor y respeto y les obliga a obedecer, por el
imperio de la ciencia y de la voluntad sobre la ignorancia y
la debilidad.
También,
por este mismo pentágrama, se miden las proporciones exactas del grande y único
atanor necesario para la confección de la piedra filosofal y para el
cumplimiento de la gran obra. El alambique más perfecto que puede elaborar la
quinta esencia, está conforme con esta figura, y la misma quinta esencia está
figurada por el signo del pentagrama.
55
6 F
EL EQUILIBRIO MAGICO
Tipheret - Uncus
La inteligencia
suprema es necesariamente razonable. Dios en filosofía, puede no ser más que
una hipótesis, pero es una hipótesis impuesta por el buen sentido a la razón
humana. Personificar la razón absoluta, es determinar el ideal divino.
Necesidad, libertad
y razón, he aquí el grande y supremo triángulo de los cabalistas, que llaman a
la razón Keter, a la necesidad Chochmah y a la libertad Binah,
en su primer temario divino.
Fatalidad,
voluntad, poder, tal es el temario mágico que, en las cosas humanas, corresponde
al triángulo divino.
La fatalidad es el encadenamiento inevitable de efectos y de
causas en un orden dado. La voluntad es la facultad directriz de las fuerzas
inteligentes para conciliar la libertad de las personas con la necesidad de las
cosas.
El poder es el
prudente empleo de la voluntad, que aún hace servir a la fatalidad al
cumplimiento de los deseos del sabio.
Cuando
Moisés golpea en la roca, él no crea el manantial de agua y la revela, sin
embargo, al pueblo, porque una ciencia oculta se le ha revelado a él por medio
de la varita adivinatoria.
Así sucede en
todos los milagros de la Magia: existe una ley que el vulgo desconoce, pero de
la que el iniciado se sirve.
Las leyes
ocultas son con frecuencia opuestas a las ideas comunes. Así, por ejemplo, el
vulgo cree en la simpatía de los afines y la guerra de los contrarios; es la
ley opuesta la que es verdadera.
En otros tiempos
se decía: la Naturaleza tiene horror al vacío; es preciso decir: la naturaleza
está enamorada del vacío; si así no fuera la física, sería la más absurda de
las ficciones.
El vulgo toma
habitualmente en todas las cosas, la sombra por la realidad. Vuelva la espalda
a la luz y se contempla en la oscuridad que él mismo proyecta.
Las fuerzas de
la naturaleza están a la disposición de aquel que sabe resistirlas. ¿Sóis
bastante dueño de vuestra voluntad para no estar nunca ebrio? ¿Disponéis del
terrible y fatal poder de la embriaguez? Pues bien: si queréis embriagar a los
demás, inspiradles deseos de beber, pero no bebáis.
Aquel que
dispone del amor de los demás, es porque se ha hecho dueño del suyo. Queréis
poseer, no os entreguéis.
El mundo está
imantado por la luz del sol y nosotros estamos imantados por la luz astral del
mundo.
Lo
que se opera en el cuerpo del planeta se repite en nosotros. Hay en nosotros
tres mundos análogos y jerárquicos como en la Naturaleza.
56
El hombre es el microcosmos o pequeño mundo, y según
el dogma de las analogías, todo lo que está en el gran mundo se repite en el
pequeño. Hay pues en nosotros tres centros de atraccion y de
proyeccion fluidica; el cerebro, el corazón o el epigastrio,y el organo
genital.5
Cada uno de
estos órganos es único y doble, es decir, que en ellos se halla la idea del
temario. Cada uno de esos órganos atrae por un lado y repele por el otro.
Por medio de
estos aparatos, nos ponemos en comunicación con el fluido universal transmitido
a nosotros por el sistema nervioso. Tambien esos tres centros son el asiento de
la triple operación magnetica, como explicaremos en otra parte.
Cuando el mago
ha llegado a la lucidez, sea por intermedio de una sonámbula, sea por sus
propios esfuerzos, comunica y dirige a voluntad vibraciones magnéticas en toda
la masa de la luz astral, cuya corrientes adivina con la varita mágica. Esa es
una varita mágica adivinatoria perfeccionada. Por medio de esas vibraciones,
influencia el sistema nervioso de las personas sometidas a su accion,
precipita o suspende las corrientes de la vida, calma o atormenta, cura o hace
enfermar, da muerte, en fin, o resucita... Pero aquí nos detendremos
ante la sonrisa de la incredulidad. Dejémosle el triunfo fácil de negar lo que
no sabe.
Más adelante
demostraremos que la muerte llega siempre precedida de un sueño letárgico y que
no se opera sino por grados; que la resurrección en ciertos casos, es
posible, que la letargia es una muerte real y que muchos muertos acaban de
morir después de su inhumanación.
Pero no es de
esto de lo que se trata en este capítulo. Decíamos, pues, que una voluntad
lúcida puede obrar sobre la masa de la luz astral, y con el concurso de otras
voluntades que ella absorbe y que ella arrastra, determinar grandes e
irresistibles corrientes. Decíamos también, que la luz astral se condensa o se
ratifica, según que las corrientes la acumulen más o menos en ciertos centros.
Cuando carece de energía para alimentar la vida, se producen enfermedades de
descomposición súbita que causan la desesperación de la medicina. El cólera
morbo, por ejëmplo, no obedece a otra causa, y las legiones de animáculos
observadas o supuestas, por ciertos sabios, pueden ser más bien el efecto que
la causa. Sería, pues, necesario tratar el cólera por la insuflación, sien
semejante tratamiento el operador no se expusiera a hacer con paciente un
cambio demasiado temible para el primero.
Todo esfuerzo
inteligente de la voluntad es una proyección de fluido o de luz humana, y aquí
importa distinguir la luz humana de la luz astral, y el magnetismo animal del
magnetismo universal.
Al
servirnos de la palabra fluido, empleamos una expresión recibida y, tratamos de
hacemos entender por ese medio; pero estamos muy lejos de decir que la luz
latente sea un fluido. Todo nos induciría, por el contrario, a preferir en la
explicación de este hecho fenomenal, el sistema de las vibraciones. Sea lo que
fuere, siendo esta luz el instrumento de la vida, se fijará naturalmente en
todos los centros vivientes; se adhiere al núcleo de los planetas como el
corazón del hombre (y por su corazón, entendemos en
5
Según la tradición taoista de la cual ya Levi ha hecho referencia previamente
el cuerpo energetico del hombre posee siete centros de energia o chakras de los
cuales tres de ellos conocidos como Tan Tien reciben y distribuyen la energia,
estos quedan distribuidos aproximadamente al nivel del organo sexual el
primero; una pulgada por encima del ombligo, el segundo; y dentro del cerebro
en el hipotalamo, el tercero.
57
Magia, el gran simpático) identificándose a la propia vida del
seraque anima, y es por esta propiedad de asimilación simpática como se
comparte sin confusión. Es terrestre en sus relaciones con el globo terráqueo,
y exclusivamente humana en sus relaciones con los hombres.
Es por esta
causa por lo que la electricidad, el calórico, la luz y la imantación
producidos por los medios físicos ordinarios, no sólo no producen, sino que
tienden, por el contrario, a neutralizar los efectos del magnetismo animal. La
luz astral, subordinada a un mecanismmo ciego y procediendo de centros
dotados de autotelia, es una luz muerta y opera matemáticamente
siguiendo las impulsiones dadas o siguiendo leyes fatales; la luz humana, por
el contrario, no es fatal mas que en el ignorante que hace tentativas al azar;
en el vidente está subordinada a inteligencia, sometida a la imaginaciony
dependiente de la voluntad.
Esta luz que
proyectada sin cesar por nuestra voluntad, forma lo que Swedenborg llama las
atmósfera personales. El cuerpo absorbe lo que rodea, e irradia sin cesar
proyectando sus miasmas y sus moléculas invisibles; lo propio sucede con el
espíritu, de modo que este fenómeno, llamado por algunos místicos el respiro,
tiene realmente la influencia que se le atribuye, sea en lo físico, sea en lo
moral. Es realmente contagioso respirar el mismo~ aire que los enfermos y que
encontrarse en el círculo de atracción y de expansión de agentes malignos.
Cuando la
atmósfera magnética de dos personas está de tal modo equilibrada que el
atractivo de una aspira la expansión de la otra, se produce un afecto llamado
simpatía; entonces la imaginación, evocando así todos los rayos o todos los
reflejos análogos a los que ella experirnenta, se forma un poema de deseos que
arrastran la voluntad, y silas personas son de sexo diferente, se produce entre
ellas, o lo más frecuentemente en la más débil de ellas, una completa
embriaguez de luz astral, que se llama la pasión propiamente dicha o el amor.
El amor es uno de los mas grandes instrumentos del poder magico;
pero está formalmente prohibido almagista al menos como embriaguez o como pasion.
¡Desdichado
el Sansón de la cábala que se deja dormir por Dalila! ¡El Hercules de la
ciencia que cambia su cetro real por el huso de Onfalia, sentirá
bien pronto las
venganzas de Deyanira, y no le quedará más que la hoguera del monte Eta para
escapar a los devoradores tormentos de la túnica de Neso! El amor sexual es
siempre una ilusión, puesto que es el resultado de un miraje imaginario. La luz
astral es el seductor universal figurado por la serpiente del Génesis. Este
agente sutil, siempre activo, siempre ávido de savia, siempre acompañado de
seductores ensueños y de dulces imágenes; esa fuerza, ciega por sí misma, y
subordinada a todas las voluntades, sea para el bien, sea para el mal; ese circulus
siempre renaciente de una vida indomada que proporciona el vértigo a los
imprudentes; ese espíritu corporal, ese cuerpo ígneo, ese ether impalpable y
presente en todas partes; esa inmensa seducción de la naturaleza, ¿cómo hacer
su completa definición y cómo clasificar su acción? Indiferente hasta cierto punto
por sí mismo, lo mismo se presta al bien que al mal; lleva en sí la luz, y
propaga a veces las tinieblas; lo mismo puede nombrarse Lucifcr que Lucífugo;
es una serpiente, pero es también una aureola; es un fuego, pero lo mismo puede
pertenecer a las hogueras del infierno que a las ofrendas de incieso prometidas
y dedicadas al cielo. Para apoderarse de él es preciso, como la mujer
predestinada, aplastar su cabeza con el pie.
El que
corresponde a la mujer cabalística en el mundo elemental es el agua, y el que
58
corresponde a la serpiente, es el fuego. Para domar a la serpiente
es decir, para dominar el circulo de la luz astral, es precisos conseguir
ponerse fuera del alcance de las corrientes, es decir, aislarse. Por este
motivo es por lo que Apolonio de Tiana se envolvia completamenteen un manto de
lana, sobre el cual posaba sus pies y se envolvia la cabeza; despues rodeaba en
semicirculo su columna vertebral y cerraba los ojos una vez cumplidos ciertos
ritos, que debían ser pases magnéticos y palabras sacramentales, que tenían por
objeto fijar la imaginación y determinar la acción de la voluntad. El manto de
Tiana es de uso muy corriente en Magia, siendo también el vehículo ordinario de
las brujas que van al aquelarre, lo que prueba que las brujas no iban realmente
al sabbat, sino que éste venía aencontrara las brujas aisladas en su
manto, aportando a su diapahana imágenes análogas a sus preocupaciones
mágicas, mezcladas con los reflejos de todos los actos del mismo género
que se habían verificado anteriormente a ellas en el mundo.
Este
torrente de la vida universal, está también figurado en los dogmas religiosos
por el fuego expiatorio del infiemo. Es el instrumento de la iniciación; es el
monstruo adornar, es el enemigo a vencer; él es el que envía a nuestras
evocaciones y a los conjuros de la Goecia tantas larvas y tantos fantasmas; es
en él en donde se conservan todas las formas cuyo fantástico y abigarrado
conjunto, puebla nuestras pesadillas, y en el que, aparecen tan abominables
monstruos. Dejarse arrastrar suavemente por ese río circulante, es caer en los
abismos de la locura, más espantosos que ¡os de la muerte; arrojar las sombras
de ese caos y hacer que ofrezcan formas perfectas con nuestros pensamientos, es
ser hombres de genio, es crear, es haber triunfado del infierno.
La luz astral
dirige los instintos de los animales y libra este combate con la inteligencia
del hombre, a quien tiende apervertir por el lujo de sus reflejos y la mentira
de sus imágenes, acción fatal y necesaria que dirigen y hacen más
funestas todavía los espíritus elementales y las almas en pena, cuyas inquietas
voluntades buscan simpatías en nuestras debilidades y no tientan, menos para
perdemos que por proporcionarse amigos. El libro de las conciencias que, según
el dogma cristiano, debe manifestarse el último día, el del juicio final, no es
otro quela luz astral en la cual se conservan las impresiones de todos los
verbos, es decir, de todas las acciones y de todas las formas. Nuestros actos
modifican nuestro respiro magnético de tal modo, que un vidente puede
decir, aproximándose a una persona por vez primera, si esa persona es inocente
o culpable, y cuáles son sus virtudes o sus crímenes. Esta facultad, que
pertenece a la adivinación, era llamada por los místicos cristianos de la
primitiva iglesia, el discernimiento de los espíritus.
Las personas que
renuncian al imperio de la razón y que gustan de comprometer su voluntad en la
persecución de reflejos de la luz astral, están sujetas a alternativas de furor
y de tristeza, que hacen imaginar todas las maravillas de la posesión del
demonio. Es verdad que, por medio de esos reflejos, los espíritus impuros
pueden obrar sobre semejantes almas; hacer de ellas instrumentos dóciles y
hasta acostumbrarse a atormentar su organismo, en el cual vienen a residir por obsesión
o por embrionato. Estas palabras cabalísticas están explicadas en el
libro hebreo de laRevolución de las almas, del cual nuestro
capítulo XIII contendrá un análisis sucinto.
Es
por tanto, extremadamente peligroso entretenerse con los misterios de la Magia
y sumamente temerario practicar los ritos por curiosidad, como ensayo y para
intentar reducir potencias superiores. Los curiosos que, sin ser adeptos, se
entretienen o se
59
mezclan en invocaciones, o se dedican, sin condiciones, alas
prácticas dele magnetismo oculto, se parecen a una reunión de niños que jugaran
con el fuego en los alrededores de un barril repleto de pólvora: tarde o
temprano serían víctimas de una terrible explosión. Para aislarse de la luz
astral, no es suficiente aislarce en un genero de lana es absolutamente
necesario haber impuesto una quietud absoluta a su espíritu y a su corazón;
haberse independizado del dominio de las pasiones y haberse, asegurado de la
perseverancia por medio de los actos expontaneos de una voluntad inflexible.
También es preciso reiterar con frecuencia los actos de esa voluntad, porque,
como ya lo veremos en el Ritual, la voluntad no se asegura por sí misma,
sino por actos, como las religiones no han adquirido su imperio y su duración
sino mediante ceremonias y ritos.
Existen
sustancias enervadoras que al exaltar la sensibilidad nerviosa, aumentan al
poder de las representaciones, y, por consiguiente las producciones astrales;
por los~m~smos medios, pero siguiendo una dirección coniraria, se pueden
espantar y aun turbar los espíritus. Estas sustancias, magnéticas por sí mismas
y magnetizadas, una vez más, por los prácticos, son lo que se llama filtros o
bebidas encantadas. Pero no debemos abordar esta peligrosa aplicación de la
magia, que el mismo Cornelio Agrippa, califica de magia envenenadora. Ya no
existen hogueras para brujos y brujas, pero sí códigos que castigan los delitos
de gentes poco escrupulosas. Limitémonos, pues, a comprobar ahora la realidad
de este poder.
Para disponer de
la luz astral, es preciso comprenderla doble vibración y conocer la balanza de
las fuerzas llamadas el equilibrio mágico y que se manifiesta en cábala por el senario.
Este equilibrio,
considerado en su causa primera, es la voluntad de Dios; en el hombre es la
libertad; en la materia es el equilibrio matemático.
El equilibro
produce la estabilidad y la duración.
La libertad
engendra la inmortalidad del hombre y la voluntad de Dios pone en obra las
leyes de la razón eterna. El equilibrio en las ideas es la sabiduría, y en las
fuerzas el verdadero poder. El equilibrio es riguroso. Obsérvese la ley;
viólense su espfritu y su letra y ya no hay ley.
Por esta razón
es por lo que no hay nada inútil ni perdido. Toda palabra y todo movimiento
marchan en pro o en contra del equilibrio, o en pro o en contra de la verdad;
porque el equilibrio representa la verdad que se compone del pro y del contra
conciliados, o por lo menos del equilibrio del pro.
Decimos en la
introducción del Ritual de qué modo el equilibrio mágico debe producirse
y por qué éste es necesario al éxito de todas las operaciones.
La
omnipotencia es la libertad más absoluta. Luego la libertad absoluta no podría
existir sin un equilibrio perfecto. El equilibrio mágico, es, por tanto, una de
las condiciones primordiales del éxito en las operaciones de la ciencia y debe
buscarse aun en la química oculta, aprendiendo a combinar los contrarios sin
neutralizar al uno con el otro. Por el equilibrio mágico es como se explica el
grande y antiguo misterio de la existencia y de la necesidad relativa del mal.
Esta necesidad
relativa da, en magia negra, la medida del poder de los demonios o espíritus
impuros, a los cuales las virtudes que se practican en la tierra dan más furor,
y en apariencia aun más fuerza.
En
épocas en que los santos yios ángeles hacían abiertamente milagros las brujas,
hechiceras y los diablos, realizaban, a su vez, maravillas y prodigios.
60
Es la rivalidad la que
ofrece, a menudo, el éxito; todo el mundo se apoya siempre sobre lo
que mas resiste.
61
7
G
LA ESPADA FLAMIGERA
Netsah - Gladius
El
septenario es el número sagrado en todas las teogonías y en todo los símbolos
porque se compone del ternario y del cuaternario.
El
número 7 representa el poder mágico en toda su fuerza; es el
espíritu ayudado de todas las potencias elementales, es el alma servida por la
Naturaleza, es el sanctum regnum, deque se ha
hablado en las clavículas de Salomón, y que representando en el tarot por
un guerrero coronado que lleva un triángulo sobre su coraza y de pie sobre un
cubo, y al cual van uncidas dos esfinges, la una blanca y la otra
negra, que tiran en sentido contrario y vuelven la cabeza mirándose.
Este guerrero
está armado de una espada flamígera y tiene en la otra mano un cetro cuya punta
concluye en un triángulo y en una bola.
El cubo es la
piedra filosofal; las esfinges son las dos fuerzas del gran agente,
correspondientes a Jakin y Bohas, que son las dos columnas del templo; la
coraza es la ciencia de las cosas divinas que hace invulnerable la sabiduría a
los ataques humanos; la espada flamígera es el signo de la victoria sobre los
vicios que son, con respecto al número siete, como las virtudes; las ideas de
estas virtudes y de estos vicios, estaban figuradas por los antiguos, bajo los símbolos
de los siete planetas entonces conocidos.
Así, la fe, esa
aspiración a lo infmito, esa noble confianza en sí mismo sostenida por la
creencia en todas las virtudes; la fe, que en las naturalezas débiles puede
degenerar en orgullo, era representada pore! Sol; la esperanza, enemiga de la
avaricia, por la Luna: la caridad, opuesta a la lujuria por Venus, la brillante
estrella de los crepúsculos; la fuerza, superior a la cólera, por Marte; la
prudencia, opuesta a la pereza, por Mercurio; la templanza, opuesta a la
glotonería, por Saturno, a quien se le da a comer una piedra en lugar de sus
hijos, y la justicia, por último, opuesta a la envidia, por Júpiter, vencedor
de los titanes. Tales son los símbolos que la astrología toma del culto
helénico. En lacábalade los hebreos, el Sol representa al ángel de luz; la Luna
a! ángel de las aspiraciones y de los sueños; Marte, al ángel exterminador;
Venus, al ángel de los amores; Mercurio, al ángel civilizador, Júpiter, al
ángel del poder; Saturno, al ángel de la solicitud.
Se les llama
así: Miguel, Gabriel, Samahel, Anael, Raphael, Zachariel y Orifiel.
Estas
potencias dominadoras de las almas, se repartian la vida humana por periodos,
que los astrologos median por las revoluciones de los planetas
correspondientes. Pero, no hay que confundir la astrología cabalística con la
astrología judiciaria. Ya explicaremos esta distinción. La infancia esta
decicada al Sol, la adolescencia a la Luna, la juventud a Marte y a Venus, la
virilidad a Mercurio, la edad madura a Jupiter y la vejez a Saturno. Ahora
bien, toda la humanidad, vive bajo leyes de análogo desenvolvimiento a las de
la vida individual. Es sobre esta base como Trithemo establece su clavícula
profética de los siete espíritus, delos que ya hablaremos, ypor medio de la
cual se puede, siguiendo las proporciones analógicas de los desenvolvimientos
sucesivos, predecir con certidumbre los grandes acontecimientos
62
futuros y fijar anticipadamente de período en período, los
destinos de los pueblos y del mundo.
San Juan,
depositario de la doctrina secreta de Cristo, ha consignado esta doctrina ene!
libro cabalístico del Apocalipsis, que él representa cerrado con los siete
sellos. En ella se encuentran los siete genios de las mitologías antiguas, con
las copas y las espadas del Tarot. El dogma, oculto bajo estos emblemas, es
pura cábala, ya perdida paralos fariseòs en la época de la venida del Salvador
los cuadros que se suceden en esta maravillosa epopeya profética, son otros
tantos pentáculos, cuyo ternario, cuaternario, septenario y duodenario son las
llaves. Las figuras jeroglíficas son análogas a las del libro de Hermes, o del
Génesis de Enoc, para servimos del título aventurado, que sólo manifiesta la
opinión personal del sabio Guillaume Postel.
El querube o
toro simbólico que Moisés coloca a la puerta del mundo edénico, y que tiene en
la mano una espada flameante, es una esfinge, que tiene cuerpo de toro y cabeza
humana; es la antigua esfinge asiria, en laque el combate y la victoria de
Míthra era el análisis geroglifico. Esta esfinge armada, representa la ley del
misterio, que vela a la puerta de la iniciación para apartar a los profanos.
Voltaire, que no sabía nada de todo esto, ha reído mucho al ver un buey
sostenido una espada.
¿Qué habría
diçho si hubiera visitado las ruinas de Memfis o de T bas y cómo hubiera podido
responder a sus sarcasmos, tan aplaudidos en Francia, ese eco de los pasados
siglos que duerme en las sepulturas de Psammética y de Ramsés?
El
querube de Moisés representa, asimismo, el gran misterio mágico, cuyo
septenario manifiesta todos los elementos, sin ofrecer, no obstante, la última
palabra. Ese verbum innenarrable de los sabios de la escuela de
Alejandría; esa palabra que los cabalisticas hebreos escribían y
traducían por manifestaba, también, la triplicidad del principio secundario, el
dualismo de los medios y la unidad tanto del principio como del fin; lo mismo
que la alianza del ternario con el cuaternario en una palabra compuesta de
cuatro letras, que forman siete por medio de una triple y de una doble
repetición; esta palabra se pronuncia ARÀRITA.
La virtud del
septenario es absoluta en magia, porque el número es decisivo en todas las
cosas. Así todas las religiones le han consagrado en sus ritos. El séptimo año
para los judíos era jubilario; el séptimo día está consagrado al reposo y a la
oración; tiene siete sacramentos, etcétera.
Los siete
colores del prisma, las siete notas de la música, corresponden a los siete
planetas de los antiguos, es decir, a las siete cuerdas de la lira humana. El
cielo espiritual no ha cambiado nunca y la astrología ha quedado más invencible
que la astronomía.
Los siete
planetas no son otra cosa, en efecto, que símbolos jeroglíficos del clavero de
nuestra afecciones. Confeccionar talismanes al Sol ya la Luna, o a Saturno, es
agregar magnéticamente la voluntad a signos que corresponden a los principales
poderes del alma; consagrar alguna cosa a Venus o a Mercurio, es magnetizar esa
cosa con una intención directa, sea de placer, sea de ciencia, sea de provecho.
Los metales, los animales, las planetas y los perfumes análogos son en estos
nuestros auxiliares~
Los
siete animales mágicos son: entre las aves correspondientes al mundo divino: el
cisne, la alondra, el vampiro, la paloma, la cigüeña, el águila y la abubilla;
entre los peces, corresponden al mundo espiritual o científico: la foca, el oelurus,
lucio, thimallus, mújol, delfín y la sepia, y entre los cuadrúpedos
correspondiendo al mundo natural son: el león, el gato, el lobo, el
macho cabrío, el mono, el ciervo yël topo. La
63
sangre, la grasa, el hígado y la hiel de estos animales sirven
paralos hechizos; su cerebro se combina con los perfumes de los planetas y está
reconocido por la práctica de los antiguos, que poseían virtudes magnéticas
correspondientes a las siete influencias planetarias.
Los talismanes
de los siete espíritus se hacen: sea sobre piedras preciosas, tales como
carbunclo, cristal, diamante, esmeralda, ágata, zafiro y onix; sea sobre
metales, como oro, plata, hierro, cobre, mercurio fijado, estaño y plomo. Los
signos cabalísticos de los siete espíritus son: para el Sol, una serpiente con
cabeza de león: para la Luna, un globo cortado por dos medias lunas: para Marte
un dragón mordiendo las guardas de una espada; para Venus, un lingam;
para Mercurio, el caduceo hermético y el cinocéfalo; para Júpiter, el
pentágrama flameante, en las garras o en el pico de un águila; para Saturno un
viejo cojuela o una serpiente enlazada con la piedra helíacà Se encuentran
todos estos signos sobre piedras grabadas por los antiguos hombres, y
particularmente, en talismanes de las épocas gnósticas, conocidas bajo el
nombre de Abraxas. En la colección de talismanes de Paracelso, Júpiter está
representado por un sacerdote en traje eclesiástico, y en el tarot,
tiene la figura de un gran hierofante, en cuya cabeza ostenta la tiara de tres
diademas y sustentado en la mano la cruz de tres pisos, que forman el triángulo
mágico y reresentan a la vez, el cetro y la llave de tres mundos.
Reuniendo
todo cuanto hemos dicho acerca de la unidad, del temario y del cuaternario, se
tendrá todo lo que nos restaría por decir del septenario, esta grande y
completa unidad mágica, compuesta de cuatro y tres.
64
8
H
LA REALIZACION
Hod - Vivens
Las causas se
revelan por los efectos, y éstos son proporcionados a las causas. El
verbo divino, la palabra única, el tetragrama, se ha afirmado por la creacción
cuaternaria. La fecundidad humana prueba la feundidad divina; eljod del
nombre divino es la virilidad eterna del primer principio. El hombre ha
comprendido a Dios, agrandando hasta lo infinito la idea que se. había formado
de sí mismo.
Comprendiendo a
Dios como hombre infinito, el hombre se dijo a sí mismo: «Yo soy el Dios
finito.»
La
Magia difiere del misticismo en que no juzga apriori, sino después de
haber establecido a posteriori la base misma de sus juicios, es decir,
después de haber comprendido la causa por los efectos y encontrado el secreto
de los efectos desconocidos en la misma energía de la causa, por medio de la
ley universal de la analogía; así en las ciencias ocultas todo es real y las
teorías no se establecen más que sobre las bases de la experiencia. Son éstas
las realidades que constituyen las proporciones del ideal, y el mago no admite
como cierto en el dominio de las ideas más que lo que está demostrado por su
realización.
En otros
términos; lo que es verdadero en la causa se realiza en el efecto.
Lo
que-no se realiza como causa no puede llegar nunca a la categoría de efecto. - ~a realización de la palabra es el verbo,
propiamente dicho. Un pensamiento se realiza al convertirse en palabra; ésta se
realiza por el gesto, por los signos y por lás figuras de los signos; éste es
el primer grado de la realización. Después se imprime en la luz astral por
medio de los signos de la escritura o de la palabra; influencia a otros
espíritus al reflejarse en ellos; se refracta atravesando la diáphana6
de los demas hombres y adquiere formas y proporciones
nuevas, traduciéndose después en hechos que pueden modificar la sociedad y el
mundo; éste es el último grado de la realización
Los
hombres que nacen en un mundo modificado por una idea llevan en sí la traza, la
impresión de esta idea, yes así como el verbo se hace carne. La huella de la
desobediencia de Adam, conservada en la luz astral no ha podido ser borrada mas
que por otra huella, por otra impresión mas fuerte, por la obediencia del
Salvador, siendo asi como puede explicarse el pecado original y la redencion en
un sentido natural y magico. La luz astral o el alma del mundo era el
instrumento del todopoderoso Adam, convirtiendose luego en instrumento de su
suplicio, despues de haberse corrompido y turbado por el pecado que mezclo un
reflejo impuro a las imágenes primitivas que componian, para su imaginacion
todavia virgen, el libro de la ciencia universal.
6
Parece referirse con este termino a lo que hoy llamariamos en Psicología como
el inconsciente colectivo. A veces usa el termino “traslucido” aparentemente
con la misma significación de Inconciente Colectivo y Arquetipos.
65
La luz astral
figurada en los antiguos simbolos por la serpiente que se muerde la cola, representa
escalonadamente la malicia y la prudencia, el tiempo y la eternidad, el
tentador y el redentor.
Es porque esa
luz, siendo el vehiculo de la vida, puede servir de auxilio lo mismo al bien
que al mal, y lo mismo puede tomarse como la forma ignea de Satanás que como
el cuerpo de fuego del Espiritu Santo. Es el alma universal de la batalla de
los ángeles, y lo mismo alimenta las llamas del infierno que el rayo de San
Miguel. Podría compararse con un caballo de una naturaleza análoga a laque se
atribuye al camaleón, y que refleja siempre la armadura de su jinete.
La luz astral es
la realización o la forma de la luz intelectual, como ésta es la realización o
la forma de la luz divina.
Comprendiendo el
gran iniciador del cristianismo que la luz astral estaba recargada de reflejos
impuros de la maldad romana, quiso separar a sus discípulos de la esfera
ambiente de los reflejos y llamar toda su atención hacia la luz interna, a fin
de que por medio de una fe común, pudieran comunicarla por nuevos cordones
magnéticos, que él denominó gracia, y vencer de ese modo las
desbordadas corrientes del magnetismo universal, al que diolos nombres de
diablo y de Satanás~ para manifestar la putrefacción.
Oponer
una corriente a otra corriente, es renovar el poder de la vida fluídica. Así,
los reveladores no han hecho más que adivinar por la exactitud de sus cálculos
la hora propicia para las reacciones morales.
La ley de la
realización produce lo que nosotros llamamos el respiro
magnético, de que se impregan los objetos ylos lugares, lo cual les comunica
una influencia conforme a nuestras voluntades dominantes, especialmente con las
que están confirmadas y realizadas por hechos. En efecto, el agente universal,
o la luz astral latente, busca siempre el equilibrio, llena el vacío y aspira
la plenitud; hace al vicio contagioso, como muchas enfermedades físicas y sirve
poderosamente al proselitismo de la virtud. Por esto es por lo que la
convivencia con seres que nos son antipáticos se hace intolerable, y por lo que
la reliquias, sean de santos, sea de grandes malvados, pueden ofrecer
maravillosos efectos de conversión o de perversión súbita; también es por esto
por lo que el amor sexual se produce generalmente por un soplo o por un contacto,
y no solamente por el contacto con la misma persona, sino por medio de objetos
que ella haya tocado o magnetizado sin saberlo.
El
alma aspira y respira exactamente igual que el cuerpo. Aspira lo que cree
conviene a su dicha, y respira ideas que resultan sensaciones íntimas. Las
almas enfermas tienen mal aliento y vician su atmósfera moral, es decir,
mezclan a la luz astral quelas penetra reflejos impuros y establecen corrientes
deletéreas. Hay quien se asombra de verse asaltado en sociedad por pensamientos
malvados que no se hubieran creído nunca posibles, ignorando, quizá, que se
deben a alguna proximidad mórbida. Este secreto es de la mayor importancia
porque conduce a la manifestación de las conciencias, uno de los poderes más
incontestables y más terribles de la magia.
El
respiro magnético produce alrededor del alma una radiación de que
es centro, y se rodea del reflejo de sus obras, que le hacen un cielo o un
infierno. Ni hay en ello actos solitarios ni podría tampoco ver en ellos actos
ocultos; todo cuanto realmente queremos, es decir, todo cuanto confirmamos por
medio de actos permanece escrito en la luz astral, en donde se conservan los
reflejos de esos actos. Estos reflejos influencian
66
constantemente nuestro pensamientos por mediación de
la disciplina, y así es como nos convertimos en hijos de nuestras propias
obras.
La luz astral,
transformada en luz en el momento concepcion es la primera envoltura del alma y
al combinarsce con los fluidos más sutiles, forman el cuerpo etereo o el
fantasma sideral de que habla Paracelso en su filosofía de intuición (Philosophia
sagax.) Este cuerpo sideral, al desprenderse del resto del ser, a la
muerte, atrae hacia sí y conserva durante largo tiempo, por la simpatía de los
homogéneos, los reflejos de la vida pasada; si una voluntad poderosamente
simpática le atrae, en una corriente particular, se manifiesta naturalmente,
porque no hay nada más natural que los prodigios. De este modo es como se
producen las apariciones. Pero ya desarrollaremos este tema de un modo completo
en el capítulo especial de la Nigromancia.
Ese cuerpo
fluídico, sometido, como la masa de la luz astral, a dos movimientos
contrarios, atractivo a la izquierda y repulsivo a la derecha, o recíprocamente
en los dos sexos, produce en nosotros luchas de diferentes índoles, contribuye
a las ansiedades de la conciencia; con frecuencia se ve influenciado por
reflejos de otros espíritus, siendo así como se produce, sean las tentaciones,
sean las gracias sutiles e inesperadas. Esta es, también la explicación del
dogma tradicional de los dos ángeles que nos asisten y nos experimentan. Las
dos fuerzas de la luz astral pueden figurarse por una balanza, en la que se
pesan nuestras buenas intenciones para el triunfo de la justicia y de la
emancipación de nuestra libertad.
El cuerpo astral
no es siempre del mismo sexo que el terrestre, es decir, que las proporciones
de ambas fuerzas, variando de derecha a izquierda, parecen contradecir, desde
luego, la organización visible. Esta es la causa que produce los errores
aparentes de las pasiones humanas, y puede justificar, sin justificarlas en
modo alguno ante la moral, las singularidades amorosas de Anacreonte o de Safo.
Un magnetizador
hábil debe apreciar todos estos matices, y por nuestra parte ofrecemos en
nuestro Ritual los medios para reconocerlos.
Existen dos
clases de realización; la verdadera y la fantástica. La primera es el secreto
exclusivo de los magos; la otra pertenece a los hechiceros ya los brujos.
Las mitologías
son realizaciones fantásticas del dogma religioso; las supersticiones son el
sortilegio de la falsa piedad; pero las mismas mitologías y las supersticiones
son más eficaces sobre la voluntad humana que una filosofía especulativa y
exclusiva de toda práctica. Por esta razón San Pablo opone las conquistas de la
locura de la cruz a la inercia de la sabiduría humana. La religión realiza
la filosofía adaptándola a las debilidades del vulgo; tal es para los
cabalísticas la razón secreta y la explicación oculta de los dogmas de la
encarnación y de la redención.
Los pensamientos
que no se traducen en palabras, son pensamientos perdidos para la humanidad;
las palabras que no se confirman por medio de actos son palabras ociosas, y de
la palabra ociosa a la mentira no hay más que un paso.
El
pensamìento formulado por palabras y confirmado por hechos es lo que constituye
la buena o la mala obra. Así, pues, sea en vicio, sea en virtud, no hay palabra
de que uno no sea responsable; no hay, sobre todo, actos diferentes. Las
maldiciones y las bendiciones surten siempre su efecto, y todo acto, sea el que
fuere, cuando está inspirado por el amoropor el odio, produce efectos análogos
a su motivo, a su alcance y a su dirección. El emperador aquel cuyas imágenes
habían mutilado, y que, al ilevarse la mano al rostro, decía: «Yo no me siento
herido», hacia una falsa apreciación y
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disminuía de ese modo el mérito de su clemencia. ¿Qué hombre de
honor verfacon sangre fría que se insultaraa su retrato? Y si realmente
semejantes insultos, dirigidos a nuestra persona, cayeran sobre nosotros por
una influencia fatal, si el arte de la hechiderla fuera positivo, como no le es
permitido a un ádepto dudarlo, ¿cuán imprudentes y aun temerarias no se
considerarían las palabras de ese buen emperador?
Hay personas a
quienes no se las ofende impugnamente y si la injuria que se le ha hecho es
mortal, desde luego comenzan a morir. No se habla en vano y hasta la mirada
cambia la dirección de nuestra vida. El basilisco que mata al mirar, no es una
fábula, es una alegoría mágica.
En general, es
malo para la salud tener enemigos, y no debe desdeñarse impugnemente la
reprobación de nadie. Antes de oponerse o a una fuerza o a una corriente, es
necesario asegurarse bien si se posee la fuerza o si se ve uno arrastrado por
la corriente contraria, de otro modo se verá uno aplastado o fulminado, y
muchas muertes repentinas no obedecen a otras causas.
Las
muertes terribles de Nadab y Abiu, de Osa, deAnanías y de Salira, fueron
causadas por corrientes eléctricas de las creencias a que ellos ultrajaban; los
tormentos de las Ursulinas de Loudun, de las religiosas de Louviers y de los
convulsionarios de Jansenismo, obedecían al mismo principio y se explican por
las mismas leyes naturales ocultas.
Si Urbano Grandier
no hubiera sido ejecutado, habrían ocurrido de todas estas cosas una: o que las
religiosas poseídas hubieran muerto presas de horribles convulsiones, o que los
fenómenos de frenesí diabólico hubieran ganado, al multiplicarse, tantas
voluntades y tanta fuerza que Grandier, a pesar de su ciencia y de su razón, se
habría alucinado a sí mismo, hasta el punto de calumniarse como había hecho el
desdichado Gaufridy o que hubiera muerto repentinamente con todas las
espantosas circunstancias de un envenenamiento o de una venganza divina.
El desgraciado
poeta Gilbert fue, en el siglo XVIII, víctima de su audacia al desafiarla
corriente de opinión, y aun de fanatismo filosófico, de su época. Culpable de
lesa filosofía, murió loco furioso, víctima de los terrores más espantosoš,
como si el mismo Dios le hubiera castigado por haber sostenido su causa fuera
de sazón. Mas, en efecto, murió sentenciado poi una ley que no podía conocer;
se había opuesto a una corriente eléctrica y caía fulminado por sus rayos.
Si Marat no
hubiera sido asesinado por Carlota Corday, habría muerto indefectiblemente
víctima de una reacción de la opinión pública. Lo que le hacía leproso era la
execración de las gentes honradas y a las que debía sucumbir.
La reprobación
suscitada por San Bartolomé fue la única causa de la enfermedad, de la horrible
enfermedad y muerte de Carlos IX y Enrique IV; sino hubiera estado sostenido
por una inmensidad popularidad que debía al poder de proyección o a la fuerza
simpática de su existencia astral, Enrique IV —repetimos— no hubiera sobrevivido
a su conversión y habría perecido bajo el desprecio de los protestantes,
combinado con la desconfianza ye! odio de los católicos.
La
impopularidad puede ser una prueba de integridad y de valor, pero no es jamás
una demostración de prudencia o de política; las heridas hechas a la opinión son mortales en los hombres de estado.
Aún puede recordarse el fin prematuro y violento de muchos hombres ilustres que
no conviene nombrar aquí.
Las heridas que
se infieren a la opinión pública pueden ser grandes injusticias; pero no
68
por eso dejan de ser motivadas por el
fracaso y son con frecuencia decretos de muerte. Como revancha, la injusticia
infligidas a un solo hombre pueden y deben, sino se reparan, causar la pérdida
de todo un pueblo o de toda una sociedad; es lo que se llama el grito de
sangre, porque en el fondo de toda injusticia existe el germen de un homicidio.
Es a causa de esas
terribles leyes de solidaridad por lo que el cristianismo recomienda tanto el
perdón de las injurias y la reconciliación. Aquel que muere sin perdonar se
arroja a la eternidad armado de un puñal y se entrega a los horrores de un
asesinato eterno.
Es
una tradición y una creencia invencible entre el pueblo, la de la eficacia de
las bendiciones o de las maldiciones paternales o maternales. En efecto, cuando
mayores son los lazos que unen ados personas, más terrible es el odio que se
tengan entre sí en sus efectos. El tizón de Altheo quemando la sangre de
Meleagro, es una mitología, el símbolo de este poder terrib1e. Que los padres
se percaten de estos dioses para que no enciendan el infierno con su propia
sangre. Noes nunca un crimen el perdonar y es siempre un peligro y una mala
acción la de maldecir.
69
9
I
LA INICIACION
Jesoe - Bonum
El iniciado es
aquel que posee la lámpara de Trismegisto, el manto de Apolonio y el bastón de
los patriarcas.
La lámpara de
Trismegisto es la razón ilusionada por la ciencia, el manto de Apolonio es la
posesión completa de sí mismo, que aisla al sabio de las comentes instintivas y
el bastón de los patriarcas, es el socorro de las fuerzas ocultas y perpetuas
de la naturaleza. La lámpara de Trismegisto ilumina el presente, el pasado y el
porvenir, muestra al desnudo la conciencia de los hombres, e ilumina los
repliegues del corazón de las mujeres. La lámpara brilla con triple llama, el
manto se pliega tres veces y el bastón se divide en tres partes.
El número nueve
es, por tanto, el de los reflejos divinos; manifiesta la idea divina en toda su
potencia abstracta; pero manifiesta también el lujo en la crrencia y por
consecuencia la superstición y la idolatría.
Por
esta causa Hermes le ha hecho el número de la iniciación porque el iniciado
reina sobre la superstición, y por la superstición puede marchar sólo en las
tinieblas, apoyado en su bastón, envuelto en su manto e iluminado por su
lámpara.
La razón ha sido
otorgada a todos los hombres, pero no todos saben hacer uso de ella; es una
ciencia que es necesario aprender. La libertad ha sido ofrecida a todos, pero
no todos pueden ser libres; es un derecho que es preciso conquistar. La fuerza
es para todos, pero no todos saben apoyarse en la fuerza; es un poder del que
es necesario apoderarse.
No
llegamos a nada que nos cueste más de un esfuerzo. El destino del hombre es el
de enriquecerse con lo que gane y que de seguida tenga como Dios, la gloria y
el placer de la dádiva.
La
ciencia magica se llamaba en otro tiempo el arte sacerdotal y el arte real7,
porque la iniciación daba al sabio el imperio sobre las almas y la aptitud para
gobernar las voluntades.
La adivinación
es también uno de los privilegios del iniciado, pues la adivinación no es otra
cosa que el conocimiento de los efectos contenidos en las causas y la ciencia
aplicada a los hechos del dogma universal de la analogía.
Las
acciones humanas no se escriben solamente en la luz astral; dejan también sus
huellas sobre el rostro, modifican el porte y el continente y cambian el acento
de la voz. Cada hombre lleva consigo la historia de su vida, legible para el
iniciado. Porque el porvenires siempre la consecuencia del pasado y las
circunstancias inesperadas no cambian casi nada de los resultados racionalmente
esperados.
7 Cabe destacar
que el término Hindú Raja Yoga significa precisamente Arte Real.
70
Puede, pues, predecirse a cada hombre su destino. Se puede juzgar
de toda una existencia por un solo movimiento; un solo defecto presagia toda
una serie de desgracias. César fue asesinado porque le avergonzaba de ser
calvo; Napoleón murió en Santa Elena porque le gustaban de las poesías de
Osián; Luis Felipe debía abandonar el trono, como lo abandonó, porque tenían un
paraguas. Estas no son más que paradojas para el vulgo, que no saben las
relaciones ocultas de las cosas; pero son motivos para el iniciado, que todo lo
comprende y de nada se asombra.
La iniciación
preserva de las falsas luces del misticismo; da a la razón humana su valor
relativo y su infalibilidad proporcional, uniéndola a la razón suprema por
medio de la cadena de las analogías.
El iniciado no
tiene, pues, ni esperanzas dudosas, ni temores absurdos porque no poseen
creencias irrazonables; sabe lo que puede y nada le cuesta osar. Así, para él,
osar es poder.
He aquí, pues,
una nueva interpretación de los atributos del iniciado; su lámpara representa
el saber; el manto en que se envuelve representa su discreción y su bastón es
el emblema de su fuerza y de su audacia. Sabe, osa y se calla.
Sabe los
secretos del porvenir, osa en el presente y se calla acerca del pasado.
Sabe las debilidades
del corazón humano, y osa servirse de ellas para realizar su obra y se
calla sobre sus proyectos.
Sabe la razón de
todos los simbolismos y de todos los cultos, osa practicarlos o abstenerse sin
hipocresía y sin impiedad y se calla sobre el dogma único de la alta
iniciación.
Sabe la
existencia y conoce la naturaleza del gran agente mágico, osa realizar los
actos y pronunciar las palabras que le someterán la voluntad humana y se calla
sobre los misterios del gran arcano.
Así podéis verle
con frecuencia triste, pero nunca abatido ni desesperado; con frecuencia pobre,
pero nunca envilecido ni miserable; con frecuencia perseguido, pero nunca
rechazado ni vencido. Se acuerda de la viudez y del asesinato de Orfeo, del
exilio y de la muerte solitaria de Moisés, del martirio de los profetas, de las
tortugas de Apolonio, de la cruz del Salvador; sabe en qué abandono murió
Agrippa, cuya memoria todavía es calùmniada; sabe a qué fatigas sucumbió el
gran Paracelso y todo cuanto debió sufrir Ramon Lluli para llegar, finalmente,
a su sangrienta muerte. Se acuerda de Sweden-borg haciéndose el loco, o aun
perdiendo verdaderamente la razón, a fin de hacerse perdonar su ciencia; de San
Martin, que se ocultó toda la vida; de Cagliostro, que murió abandonado en los
calabozos de la inquisición; de Cazotte, que subió al cadalso. Sucesor de
tantas víctimas, no por eso osa menos, pero comprende, cada vez más, la
necesidad de callar.
Imitemos
su ejemplo, aprendamos con perseverancia; cuando sepamos, osemos y callémonos.
71
10 K
LA CABALA
Malchut - Principium - Phallus
Todas las
religiones han conservado el recuerdo de un libro primitivo escrito en figuras
por los sabios de los primeros siglos del mundo, y cuyos símbolos,
simplificados y vulgarizados más tarde, han suministrado a la Escritura sus
letras, al Verbo sus caracteres, a la Filosofía oculta sus signos misteriosos y
sus pantáculos.
Este libro,
atribuido a Enoc, el séptimo maestro del mundo, después de Adám, por los
hebreos: a Hermes Trismegisto, por los egipcios; a Cadmo el misterioso fundador
de la Villa Santa, por los griegos; era el resumen simbólico de la tradición
primitiva, llamada después Kábala o Cábala, de una palabra hebrea, que es la
equivalente a tradición.
Esta
tradición reposa por completo en el dogma único de la magia; lo visible es para
nosotros la medida proporcional de lo invisible. Así, pues, los antiguos,
habiendo observado que el equilibrio es, en física, la ley universal y que
resulta de la oposición aparente dedos fuerzas, dedujeron del equilibrio
físico, el equilibrio metafísico, y declararon que en Dios, es decir, en la
primera causa viviente y activa se debían reconocer dos propiedades necesarias
e inherentes launa a la otra; la estabilidad y el movimiento, la necesidad y la
libertad, el orden racional y la autonomía volitiva, la justicia y el amor,y,
por consecuencia también, la severidad y la misericordia, y son estos dos
atributos los que los cabalistas hebreos personifican de algún modo bajo los
nombres de Geburah y de Chesed.
Por encima de
Geburah y de Chesed reside la corona suprema, el podez equilibrador, principio
del mundo o del reino equilibrado, que encontramos designado bajo el nombre de
Maichut, en el versículo oculto y cabalisitico de Pater, de que ya hemos
hablado.
Pero Geburah y
Chesed, mantenidos en equilibrio, en lo alto por la corona yen lo bajo por el
reinado, son dos principios que pueden considerarse, sea en su abstracción, sea
en su realización.
Abstractos o
idealizados, toman los nombres superiores de Chomach, la sabiduría y de Binah
la inteligencia.
Realizados, se
llaman la estabilidad y el progreso, es decir, la eternidad y la victoria,
Hod, y Netsah.
Tal
es, según la cábala, el fundamento de todas las religiones y de todas las
ciencias, la idea primitiva e inmudable de las cosas; un triple triángulo y un
círculo, la idea del ternario, explicada por la balanza y multiplicada por sí
misma en el dominio de lo ideal, después la realización de esta idea en las
formas. Ahora bien, los antiguos ligaron las primeras nociones de esta sencilla
y grandiosa teología, a la idea misma de los números, y calificaron. así todas
las cifras de la primera década.
1 Keter.
—La corona, el poder equilibrador.
2 Chocmah.
—La sabiduría, equilibrada en su orden inmutable por la iniciativa de la
72
3 Binah.
—La inteligencia activa, equilibrada por la sabiduría.
4 Chesed.
—La misericordia, segunda concepción de la sabiduría, siempre bienhechora,
porque es fuerte.
5 Geburah. —El rigor
necesitado por la misma sabiduría y por la bondad. Sufrir el mal es
impedir el bien.
6 Thipereth.
—La belleza, concepción luminosa del equilibrio en las formas, el intermediario
entre la corona y el reino, el principio mediador entre el creador y la
creación. (¡Qué sublime idea encontramos aquí de la poesía y de su soberano
sacerdocio!)
7 Netsah.
—La victoria, es decir, el triunfo eterno de la inteligencia y de la justicia.
8 Hod.
—La eternidad dc las victorias del espfritu sobre la materia, de lo activo
sobre lo pasivo, de la vida sobre la muerte.
9
Jesod. —El fundamento, es decir, la base de toda creencia y
de toda verdad, que es lo que nosotros llamamos en filosofla lo absoluto.
10.
Malchut o Malkout.
—El reino es el universo, es toda la creación, la obra y el espejo de Dios, la
prueba de la razón suprema, la consecuencia formal que nos fuerza a ascender
alas premisas virtuales, al enigma cuya palabra es Dios, es decir, razón
suprema y absoluta.
Estas
diez primeras nociones unidas a los diez primeros caracteres d~l alfabeto
primitivo, significando a la vez principios y nombres, son lo que los maestros
de la cábala llaman las diez sefirots.
El
tetragramaton sagrado, trazado de esta manera indica el número, el manantial y
la relación de los nombres divinos. Es el nombre de Iotchavah, escrito
con esos veinticuatros signos coronados de un triple florón de luz, a los que
hay que referir los veintieuatro trono~s del cielo y los veinticuatro ancianos
coronados del Apocalipsis. En cábala, el principio oculto, se llama el anciano,
y este principio multiplicado y como reflejado en las causas segundas crea sus
imágenes, es decir, tantos ancianos como hay de concepciones diversas de su
única esencia. Estas imágenes, menos perfectas al alejarse dc su manantial,
lanzan a las tinieblas un último reflejo, o un postrer resplandor que
representa a un anciano horrible y desfigurado; es lo que se llama vulgarmente
el diablo. Así, un iniciado ha osado decir: «El diablo es Dios comprendido por
los malvados.» Y otro, en túrminos más extraños, pero no menos enórgicos; ha
agregado:
73
«El diablo está formado de jirones de Dios.» Nosotros podriamos
resumir y explicar estas aserciones tan nuevas, haciendo advertir que en el
propio simbolismo, el demonio es un ángel caído por haber querido usurpar la
divinidad. Esto pertenece al lenguaje alegórico de los profetas y de los
autores de leyendas. Filosóficamente hablando, el diablo es una idea humana de
la divinidad sobrepasada y desposeída del cielo por el progreso de la ciencia y
de la razón. Moloch, Adramelek, Baa!, han sido entre los orientales primitivos,
las personificaciones del Dios único, deshonradas por los bárbaros atributos. El
dios de los jansenistas creando para el infierno a la mayoría de los humanos,
y complaciendose en las torturas eternas de aquellos a quienes no ha querido
salvar, es una concepcion todavia mas brutal que la de Moloch asi, el dios de
los jansenistas, es ya para los cristianos prudentes e instruidos, un verdadero
Satanas caido del cielo.
Los cabalistas,
multiplicando los nombres divinos, los han ligado todos, o a la unidad del
tetragrámaton, ola figura del ternario, o a la escala sefírica de la década,
trazando así la escala de los nombres y de los núrneros divinos:
Triángulo que
puede tradiicirse ãsí en letras romanas.
J
JA
SDI
JEHV
ELOIM
SABAOT
ARARITA
EL V EDAAT
ELIM GIBOR
ELIM SABAOT
El conjunto de
todos estos nombres divinos formados del único tetragrámaton, pero fuera del
propio teiragrámaton, es una de las bases del Ritual hebreo y compone la fuerza
oculta que los rabinos cabalistas invocan con el nombre de Semhamp horas.
Vamos a hablar
aquí de los Tarots, desde el punto de vista cabalístico. Ya hemos
indicado el origen oculto de su nombre. Este libro jeroglífico se compone de un
alfabeto cabalístico y de una rueda o círculo de cuadro décadas, especificadas
por cuatro figuras progresivas representando a la humanidad: hombre, mujer,
joven y anciano; amo, ama, combatiente y pechero. Las veintidós figuras del
alfabeto representan primeramente los trece dogmas, y después, las nueve
creencias autorizadas de la religión hebráica, religión fuerte y fundada sobre
la más elevada razón.
He aquí la clave
religiosa y cabalística del Tarot, manifestada en versos técnicos a la manera
de los antiguos legisladores:
1 ~ Todo anuncia una causa activa, inteligente.
2 ~ El número
sirve de prueba a la unidad viviente. 3 ~ Nada puede limitar a lo que contiene
el todo.
4 ~ Unico, antes
de todo principio, está presente en todas partes. 5 ~ Como es el único
dueño, es el único adorable.
6 ~ Revela a los corazones puros su dogma
verdaderd.
74
7
Pero es preciso un jefe único a las obras de la fe.
8
Por esta razón no tenemos más que un altar y una ley.
9
Y nunca el eterno cambiará la base.
10
De los cielos y de nuestroš días rige cada fase.
11
Rico en misericordia y poderoso para castigar.
12
Promete a su pueblo un rey en el porvenir.
13
La tumba es el paso a una nueva tierra, ¡a muerte termina, la vida
es inmortal
Tales son los dogmas puros, inmutables, sagrados; completos,
ahora, los números reverenciados
14
El buen ángel es aquel que calma y atempera.
15
El malo es el espíritu del orgullo y de la cólera.
16
Dios manda en el rayo y gobierna el fuego.
17
Vesper’ y sus resplandores obedecen a Dios.
18
Coloca sobre nuestras torres de centinela a la luna.
19
Su sol es el manantial en donde todo se renueva.
20
Su aliento hace germinar el polvo de las tumbas.
20
A donde los mortales sin freno descienden en rebailos.
21
21
Su corona ha cubierto la propiciatoria y sobre los querubines
22
hace resplandecer su gloria.
Con la ayuda de
esta explicación, puramente dogmática, se pueden comprender las figuras del
alfabeto cabalístico del Tarot. Así, la figura número 1, llamada el Batelero(o
el Mago), representa el principio activo en la unidad de la autotelia divina y
humana; la núm. 2, llamado vulgarmente la Papisa, representa la unidad
dogmática fundada en los números; es la Cábala ola Gnosis personificada; la
núm. 3, representa la Espiritualidad divina bajo el emblema de una mujer alada,
que sostiene en una mano el águila apocalíptica y en la otra el mundo
suspendido por el extrúmo de su cetro. Las demás figuras están tan claraš y son
tan explicables como las primeras.
Pasemos ahora a
los cuatro signos, es decir, a los Bastos, Copas, Espadas y a los Cfrculos o
Pantšculos, llamados vulgarmente Oros. Estas figuras son los jeroglíficos del
tetragrámanton; así el Basto, es el Phalus de los egipcios o el Jod
de los hebreos; la Copa es el Cteis o la He, primitiva; la Espada
es la conjunción dedos o elLingan, figurado en el hebreo anterior ala
cautividad por la Vau; y el Cfrculo o Pantáculo, imagen del mundo, es la
He final del nombre divino.
Ahora,
tomemos un Tarot y reunamos cuatro a cuatro todas las páginas que forma la
Rueda o Rota de Guillaume Postel; coloquemos juntos los cuatro ases, los cuatro
doses, etc., y tendremos diez paquetes de cartas que dan la explicacion
jeroglífica del triángulo de los nombres divinos en la escala del denario que
hemos publicado más atrás. Se podrá, pues, leerlas así refinen-do cada número a
la Sefirot correspondiente:
1 Lucero vespertino
75
Cuatro signos del nombre que contiene
todos los nombres.
1 .-KETER Los cuatro ases
La corona de Dios lleva cuatro
florones.
2.—CHOCMAH Los cuatro doses
La sabiduría se esparce y forma
cuatro ríos.
3.-BINAH Los cuatro treses
De su inteligencia da cuatro
pruebas.
4.-CHESED
Los cuatro cuatros
De la misericordia resultan
cuatro beneficios.
5.—GERURAH
Los cuatro cincos
Su rigor castiga
cuatro veces otros tantos crímenes enormes.
6.-TIPHERET Los cuatro seises
Por cuatro rayos puros se revela
su belleza
7.- NETSATH
Los cuatro sietes
Celebremos cuatro veces su eterna
victoria.
8.—HoD Los cuatro ochos
Cuatro veces triunfa en su
eternidad.
9.—IESOD Los cualro nueves
Sobre cuatro fundamentos está
basado su trono.
10.—MALCHUT Los cuatro dieces
Su único reinado es cuatro veces el mismo. Y
conforme a los florones de la divina diadema.
76
Se ve por este
arreglo tan sencillo cabalístico de cada lámina. Así, por ejemplo, el cinco de
bastos significa rigurosamente Geburah de Jod, es decir, justicia del creador o
cólera del hombre; el siete de copas significa victoria de la misericordia o
triunfo de la mujer; el ocho de espadas significa conflicto o equilibrio
eterno; y así sucesivamente.
También puede
comprenderse cómo se valían los antiguos para hacer hablar a este oráculo.
Tiradas las
láminas al azar, ofrecen siempre un sentido cabalístico nuevo, pero
rigurosamente verídico en su combinación, que sólo era fortuita; y com la fe de
los antiguos no confiaba nada al azar, leían las respuestas de la Providencia
en los oráculos del Tarot, que se llamaba entre los hebreos Theraph o
Theraphims, como lo presento el primer sabio cabalista Gaffaret, uno de los
magos titulares del cardenal Richelieu.
Cuanto a as
figuras, he aquí un último distico para explicarlas:
REY, REINA, CABALLERO, SOTA
Esposo, hombre joven, niño, toda
la humanidad
Por estos cuatro escalones se
remonta a la unidad
Ya publicaremos
al final del Ritual otros detalles y documentos completos sobre el maravilloso
libro del Tarot, y demostraremos que es el primitivo, la clave de todas las
potencias y de todos los dogmas, y, en una palabra, el libro inspirador de
libros, inspirados, cosa que no presintieron ni Court de Gebelin en su ciencia,
ni Alliette o Etteilla en sus singulares intuiciones.
Las diez
sefirots y los veintidós tarots, forman lo que los cabalistas llaman las
treinta y dos vías de la ciencia absoluta. Cuanto a las ciencias particulares,
las dividen en cincuenta capitulos a los que llaman las cincuenta puertas
(sabido es, que puerta significa gobierno o autoridad entre los orientes).
Los Rabinos
dividen también la Cábala en Bereschit, o Génesis universal y en Mercavah, o
carro de Ezéquiel. De las dos maneras de interpretar los alfabetos cabalísticos
forman dos ciencias denominadas: la Gemarría y la Temurah,
y componen el arte notorio, que no es 01ra cosa en el fondo quela ciencia
completa de los signos del Tarot y su aplicación compleja y variada en la
adivinación de todos los secretos, sea de la filosofía, sea de la Naturaleza o
sea también el porvenir.
Volveremos a
hablar de esto en el capítulo XX de esta obra.
77
11 L
LA CADENA MAGICA
Manus - La fuerza
El gran agente
mágico que hemos llamado luz astral. que otros llaman el alma de la tierra,
los antiguos alquimistas denominaban Azoe y Magnesio, esa fuerza oculta,
única e incontestable la llave de todos los imperios, el secreto de todos los
poderes, es el dragon volador de Medea, la serpiente del misterio Edénico; es
el espejo universal de las visiones, el nudo de las simpatías, el
manantial de amores, de la profecía y de la gloria. Saber apoderarse de~ese
agente, es ser depositario del mismo poder de Dios; toda la magia real,
efectiva, todo el verdadero poder oculto, está en esto, y todos los libros de
la verdadera ciencia no tienen otro fin que el de demostrarlo.
Para apoderarse
del gran agente mágico son necesarias dos operaciones: concentrar y proyectar,
o en otros términos, fijar y mover.
El autor de
todas las cosas ha dado como base y como garantía al movimiento la fijeza: el
mago debe operar en la misma forma.
El entusiasmo es
contagioso, se dice. ¿Por qué? Porque el entusiasmo no se produce sin creencias
arraigadas. La fe, produce la fe; creer es tener una razón de querer; querer
con razón, es querer con fuerza, yo no diré que infinita, pero si indefinida.
Lo que se opera
en el mundo moral e intelectual se verifica con mayor motivo en el físico;
cuando Arquímides solicitaba un punto de apoyo para levantar el mundo, buscaba
simplemente el gran arcano mágico.
Sobre uno de los
brazos del andrógino de Heinrich Khunrath se lee esta palabra: COAGULA y sobre
el otro: SOLVE.
Reunir y
repartir son los dos verbos de la Naturaleza; pero ¿cómo reunir, acumular, y
cómo repartir la luz astral o el alma del mundo?’
Se reune o
acumula por el aislamiento y se reparte por medio de la cadena magica.
El aislamiento
consiste para el pensamiento, en una independencia absoluta; para el corazon, e
nuna libertad completa; para los sentidos, en una continencia perfecta:
Todo individuo
que tiene prejuicios y temores; todo hombre apasionado y esclavo de sus
pasiones, es incapaz de acumular o de coagular, según la expresión de Khunrath,
la luz astral o el alma de la tierra.
Todos los
verdaderos adeptos han sido independientes hasta el suplicio; sobrios y castos
hasta la muerte, y la razón de esta anomalía es que, para disponer de una
fuerza, no hay que ser presa de esa misma fuerza en forma, que sea etla la que
dispone de vosotros.
Pero
entonces, exclamarán los hombres que busquen en la magia un medio de contestar
maravillosamente los anhelos de la naturaleza, ¿de qué sirve un poder del que
no puede uno usar para su satisfacción? ¡Pobres de las gentes que lo solicitan!
Si yo os lo dijera, ¿cómo lo comprenderíais? ¿No son’nada las perlas porque
no~terrgan valor alguno para las huestes de Epicuro? ¿No encontraba Curtius más
hermoso mandar a los que tenían mucho orn que poseerlo él? ¿No es preciso ser
algo más que un hombre ordinario cuando se tiene la pretensión de s~ casi un
Dios? Por lo demás, yo lamento el afligiros o
78
desanimaros, pero yç no invento aquí las
elevadas ciencias; las enseño y hago constar las rigurdsas necesidades al
sentar sus primeras y más inexorables condiciones. Pitágoras era un hombre
libre, sobrio y casto; Apolonio de Tiana, Julio César, fueron hombres de una
asombrosa austeridad; Paracelso hacía dudar de su sexo, tan extraño era alas
debilidades amorosas; Ram~iLluil llevaba los rigores de la vida hasta el más
exaltado ascetismo; Jerôme Cardafi exagera la práctica del ayuno hasta el punto
de morir de hambre si ha de creerse a la tradición; Agrippa, pobre y
recorriendo el mundo de pueblo en pueblo, murió casi la miseria, antes de
sufrir los caprichos de una princesa que insultaba a la libertad de la ciencia.
¿Cuál ha sido, pues, la dicha de estos hombres? La inteligencia de los grandes
secretos y la conciencia del poder. Era lo suficiente para esas grandes almas.
¿Es preciso ser como ellos para saber lo que han sabido? No, ciartamente, y
este libro que escribo es quizá la prueba; mas, para hacer lo que ellos
hicieran, es absolutamente necesario tomar los medios que ellos tomaron.
Pero, realmente,
¿qué es lo que han hecho? Han asombrado y subyugado al mundo, han reinado más
efectivamente que los reyes. La magia es un instrumento de bondad divina ode
diabólico orgullo, pero es la muerte de las alegrías de la tierra y de los
placeres de la vida mortal.
—Entonces, ¿para
qué estudiar? —dirán los vividores.
—Pues,
sencillamente, para conocerla, y después también para aprender a deshacerse de
la incredulidad estúpida o de la credulidad pueril. Hombres de placer (y como
mitad de esos hombres, cuento también a las mujeres), ¿no es un placer muy
grande el de la curiosidad satisfecha? Leed, pues, sin temor, que no llegaréis
a ser magos, a pesar vuestro.
Además, estas
disposiciones de renunciación absolute no son necesarias más que para
establecer las corrientes universales y cambiar la paz del mundo; hay
operaciones mágicas relativas y limitadas a un determinado círculo de acción,
para las que no son necesaris tan heroicas virtudes. Puede obrarse sobre las
pasiones por medio de las pasiones, determinarlas simpatías o las antipatías,
hacer enfermar o curar, sin poseer el todopoderío del mago; es preciso
únicamente prevenirse del riesgo que puede correrse en una reacción
proporcionada a la acción y de la que fácilmente podría convertir-se en
víctima. Todo esto se explicará en el Ritual.
Formar la cadena
magica es establecer una corriente magnética, que será más y mas fuerte en
razón a la extensión de la misma. Veremos en el Ritual cómo estas
corrientes pueden producirse y cuáles son las diversas maneras de formar la
cadena. La cubeta de Mesmer era una cadena mágica bastante imperfecta; muchos
grandes círculos de iluminados, en diferentes países del norte, han sido
cadenas más poderosas. La misma sociedad de. ciertos sacerdotes católicos,
célebres por su poder oculto y su impopularidad, estaba establecida sobre el
plan, y siguiendo las condiciones de las cadenas mágicas más poderosas, siendo
éste el secreto de su fuerza, que ellos atribuyen exclusivamente a la gracia o
a la voluntad de Dios, solución vulgar y fácil de todos los problemas de fuerza
en influencia o en arrastramiento. Ya podrá apreciarse en nuestro Ritual la
serie de ceremonias y de evocaciones, verdaderamente mágicas, que componen
la gran obra de la vocación, bajo el nombre de ejercicios de San Ignacio.
Todo
entusiasmo propagado en una sociedad por consecuencias de comunicaciones y de
prácticas convenidas, produce una corriente magnética y se conserva o se aumenta
por la corriente. La acción de la corriente es arrastrar y exaltar a las
personas impresionables y débiles, a las organizaciones nerviosas, a los
temperamentos dispuestos al histerismo,
79
o a las alucionaciones. Estas personas se hacen pronto poderosos
vehículos de la fuerza mágica y pmyectan con fuerza la luz astral en la misma
dirección de la corriente; oponerse entonces alas manifestaciones de la fuerza,
sería, de algún modo, combatir la fatalidad. Cuando el joven fariseo Saul o
Schol vino a arrojarse, con todo el fanatismo y la testarudez de un sectario
contra el cristianismo invasor, se colocaba a sí mismo, y a despecho suyo, a
merced del poder que creía combatir; así fue fulminado por un relámpago
magnético, realizado más instantáneamente por el efecto combinado de una
congestión cerebral y de una insolación.
La conversación
del joven israelita Alfonso de Ratisbonna, es un hecho contemporáneo de
idéntica naturaleza. Nosotros conocemos una secta de entusiastas a quienes se
les oye reír a distancia y de cuya risa se contagia uno sin poder remediarlo ni
aun combatirla. Diré más; diré que los círculos mágicos y las corrientes
magnéticas, se establecen por sí mismas, e influencian siguiendo las leyes
fatales, a aquellos que se someten a su acción.
Cada uno de
nosotros está atraido hacia un cfrculõ de relaciones, que en su mundo y del que
sufre la influencia. Jean-Jacques Rousseau, ese legislador de la revolución
francesa, ese hombre en quien la nación más espiritual del mundo acepta como la
encamación de la razón humana, fue arrastrado a la más triste acción de su
vida, al abandono de sus hijos, por la influencia magnética de un círculo de
libertinos y por una corriente mágica de mesa de hotel.
Lo refiere
sencilla e ingenuamente en sus Confesiones, y es un hecho en que nadie
ha reparado. Son los grandes círculos los que forman los grandes hombres y
recíprocamente. No hay en ellos genios incomprendidos; hay sí, hombres excéntricos
y la palabra parece haber sido inventada por un adepto. El hombre excéntrico en
genio, es aquel que trata de formarse un cffculo luchando contra la fuerza de
atracción central de las cadenas y de las corrientes establecidas.
Su destino es
ser vencido en lucha o triunfar. ¿Cuál es la doble condición del éxito es
semejante caso? Un punto central de fijeza y una acción circular perseverante
de iniciativa. El hombre de genio es aquel que ha descubierto una ley real y
que, por consecuencia, posee una fuerza invencible de acción y de dirección.
Puede morir en la obra; pero lo que ha querido se cumple a pesar de su muerte;
porque la muerte es una verdadera asunción para el genio. Cuando yo me eleve de
la tierra -decía el más grande de los iniciadores— yo lo arrastraré todo tras de
mí.
La ley de las
corrientes magnéticas es la del movimiento mismo de la luz astral. Este
movimiento es siempre doble y se multiplica en sentido contrario. Una grande
acción prepara siempre una reacción igual y el secreto de los grandes éxitos
está todo él en la presciencia de las reacciones. Así es como Chateaubriand,
inspirado por el disgusto de las saturnales revolucionarias, presintió y
preparó el inmenso éxito de su Genio del Cristianismo.
Oponerse a una
corriente que comienza su círculo, es querer ser quebrantado, como lo fue el
grande e infortunado Emperador Juliano; oponerse a la corriente que ha
recorrido todo el círculo de su acción, es tomar la cabeza de la corriente
contraria. El gran hombre es aquel que llega a tiempo y que sabe innovar oportunamente.
Voltaire, en
tiempo de los apóstoles, no hubiera encontrado eco a sus palabras, y no habría
sido, quizá, m~s que un parásito ingenioso de los festines de Trimalcyon.
En
la época en que vivimos todo está preparado para una nueva explosión de entusiasmo
evangélico y de desinterés cristiano, precisamente a causa del
80
desencadenamiento universal, del positivismo egoísta y del público
cinismo con que se ostentan los más groseros intereses. El éxito de ciertos
libros y las tendencias místicas de los espíritus, son síntomas nada equívocos
de esta predisposición general. Se restauran los viejos templos y se edifican
otros nuevos; cuanto más se siente el vacío de creencias, con más ahínco se
espera; el mundo entero espera, una vez más al Mesías, que no puede tardar en
venir.
Que
se encuentre, por ejemplo, un hombre colocado en una elevada posición por su
rango o por su fortuna, un papa, un rey o un judío millonario, y que ese hombre
sacrifique pública y solemnemente todos sus intereses materiales a la salvación
de la humanidad, que se haga el redentor de los pobres, el propagador y aun la
víctima de doctrinas de abnegación y de caridad; y se formará a su alrededor un
concurso inmenso, y se producirá una completa conmoción en el mundo.
Pero la elevada
posición del personaje es, ante todo, necesaria, porque es nuestros tiempos de
miseria y de charlatanismo, todo verbo que proceda de las bajas capas sociales,
viene ya con el sello de sospecha, de una ambición desmedida y de un interés
engañoso. Vosotros que no sois nadie y que no tenéis nada, no esperéis ser ni
apóstoles ni Mesías. Tenéis fe y queréis proceder en razón de vuestra fe,
llegad, primero, a los medios de acción, que son: la influencia del rango y del
prestigio de la fortuna. En otras épocas se hacía el oro con la ciencia; hoy
día es preciso rehacer la ciencia con el oro. Se fijó lo volátil, es precioso
volatilizar lo fijo; en otros términos; se ha materializado el espíritu, ahora
es necesario llegar a espiritualizar la materia. La palabra más sublime no
tiene eco en nuestros días, si no se produce bajo la garantía de un nombre, es
decir, de un éxito que representa un valor material. ¿Cuánto vale un
manuscrito? Lo que vale en librería la firma del autor. La razón social
Alejandro Dumas y Compañía, por ejemplo, representa una de las garantías
literarias de nuestra época; pero la casa Dumas no vale más que por sus
productos habituales, las novelas. Que Dumas encuentre una magnífica utopía o
una solución admirable al problema religioso, y no se considerarán esos
descubrimientos más que como caprichos divertidos del novelista y nadie los
tomará en seno, a pesar de la celebridad Europea del Panurgo de la literatura
moderna. Estamos en el siglo de las posiciones adquiridas; cada cual vale en
razón a los que representa social y comercialmente hablando. La ilimitada
libertad de la palabra ha producido tal conflicto de discursos, que ya hoy día
nadie dice: «~Qué dicen?» sino: «~Qué ha dicho ese?» si es Rothschild, o S. S.
Pío IXo aun Monseñor Dupanloud, es alguna cosa. Si es Tartempión, que fue, por
lo demás (lo que es posible después de todo) un prodigio, todavía ignorado, de
genio, de ciencia y de buen sentido, no es nada.
A aquello que me
dijeran: ¿Si posees el secreto de los grandes éxitos y de la fuerza que puede
cambiar el mundo, por qué no te sirves de ella? Yo le responderíæ Esta ciencia
la he adquirido demasiado tarde para mí mismo, y he perdido en adquirirla el
tiempo y los recursos que quizá me hubiera puesto en situación de hacer el uso
debido; pero l~ ofrezco a aquellos que están en posición apia para hacerlo.
Hombres ilustres, ricos, grandes del mundo, que no estáis satisfechos con lo
que tenéis y con lo que sois, y que sentís dentro de vuestro corazón una
ambición más notable y más amplia, ¿queréis ser los padres de un mundo nuevo y
los reyes de una civilización rejuvenecida? Un sabio, pobre y oscum, ha
encontrado la palanca de Arquimides y os la ofrece para el solo bien de la
humanidad y sin pediros nada en cambio.
Los fenómenos
que últimamente han agitado a América y a Europa, a propósito de las
81
mesas parlantes y de las manifestaciones fluldicas, no son otra
cosa que corrientes magnéticas, que comienzan a formarse, y las solicitaciones
de la naturaleza, que nos invita, para la salvación de la humanidad, a
reconstruir grandes cadenas simpáticas y religiosas. Efectivamente, el
estancamiento de la luz astral sería la muerte del género humano, y las
torpezas de ese agente secreto se han manifestado ya por espantosos síntomas de
descomposición y de muerte. El cólera morbo, por ejemplo, las epidemias de las
patatas y de la uva no obedecen a otra causa, como lo han, oscura y
simbólicamente, visto en sueños los dos pastorcillos de la Salette.
La inesperada fe
que ha encontrado su relato y el concurso inmenso de peregrinos determinado por
un relato tan singular como vago, cual es el de dos niños sin instrucción y
casi sin moralidad, son pruebas de la realidad magnética del hecho, y de la
tendencia fluídica de la misma tierra a operar la curación de sus habitantes.
La
supersticiones son instintivas, y todo lo que es instinto tiene una razón de
ser en la naturaleza misma de las cosas; es en esto en lo que los escépticos no
han reflexionado todavía poco ni mucho.
Nosotros atribuimos,
pues, todos los hechos extraños del movimiento de las mesas al agente magnético
universal, que busca una cadena de entusiasmo para formar nuevas corrientes. Es
una fuerza ciega, por sí misma, pero que puede ser dirigida por la voluntad de
los hombres y que está influenciada por las opiniones circulantes.
Este fluido
universal, si se quiere que sea fluido, siendo el medio común de todos los
organismos nerviosos y el vehículo de todos las vibraciones sensitivas,
establece entre las personas impresionables una verdadera solidaridad física, y
transmite de las unas alas otras impresiones de la imaginación y del
pensamiento. El movimiento de la cosa inerte, determinado por las ondulaciones
del agente universal, obedece a la impresión dominante y reproduce en sus
revelaciones, tan pronto toda la lucidez de los más maravillosos ensueños, tan
pronto toda la extravagancia y toda la falacia de los sueños más incoherentes y
mšs vagos.
Los golpes dados
sobre los muebles; la agitación ruidosa de las vajillas; los intrumentos de
música sonando por sí mismos son ilusiones producidas por las mismas causas.
Los milagros de los convulsionarios de San Medardo, eran del mismo orden y
parecían con frecuencia interrumpir las leyes de la naturaleza. Exageración,
por una parte, producida por la fascinación, que es la embriaguez, ocasionada
por las congestiones de luz astral, y de la otra, oscilaciones o movimientos
reales impresos a la materia inerte por el agente universal y sutil del
movimiento y de la vida; he aquí todo lo que hay en el fondo de esas cosas tan
maravillosas, como podrían fácilmente convencerse reproduciendo a voluntad, por
los medios indicados en el Ritual, los más asombrados de esos prodigios,
y comprobar sin dificultad la ausencia de superchería, de alucinación o de
error.
Me
ha ocurrido muchas veces, después de haber realizado experiencias de cadena
mágica, hechas con personas sin buena intención y sin simpatías, de vernie
despertado, preso de un sobresalto, durante la noche, y víctima de impresiones
y contactos verdaderamente horribles; una noche, entre otras, sentí la presión
de una mano que me estrangulaba; me levanté, encendí la lámpara y me puse
tranquilamente a trabajar para utilizar mi insomnio y desviar las fantasías del
sueño. Entonces, los libros se desplazaban cerca de mí, ruidosamente; laš
maderas crujían con estrépito, como si fueran a romperse, y golpes continuados
y sordos resonaban en el techo, en el suelo y en las paredes. Yo observaba con
curiosidad, pero tranquilamente, todos estos fenómenos, que no serían menos
maravillosos si solamente mi imagináción hiciera los gastos, tanto
82
había de realidad en sus apariencias. Como acabo de decir, no me
sentía en forma alguna atemorizado, y me ocupaba en aquel momento de otra cosa
que no eran ciertamente ciencias ocultas.
Fue
por la repetición de estos hechos por lo que intenté experiencias de evocación,
con la ayuda del ceremonial mágico de los antiguos, obteniendo resultados
verdaderamente extraordinarios, que haré constar en el capítulo décimotercero
de este libro.
83
12 M
LA GRAN OBRA
Discite - Crux
La gran obra es,
ante todo, la creación del hombre por sí mismo, es decir, la conquista, plena y
completa, que hace de sus facultades y de su porvenir; es, especialmente, la
emancipación perfecta de su voluntad que le asegura el imperio universal del
ázoe y el dominio de la magnesia, es decire, un pleno poder sobre el agente
mágico universal.
Este agente
mágico, que los antiguos filósofos herméticos disfrazaron bajo el nombre de
materia primera determina las formas de la sustancia modificable, y puede, realmente
por su medio, llegar a la transmutación metálica y a la medicina universal.
Esto no es una hipótesis; es un hecho científico ya rigurosamente aprobado y
perfectamente demostrable.
Nicholas Flamel
y Ramon Liull, pobres ambos, distribuyeron de un modo evidente, inmensas
riquezas.
Agrippa no llegó
nunca más que a la primera parte de la gran obra y murió penosamente, luchando
para poseerse únicamente y fijar su independencia.
Existen,
por consiguiente, dos operaciones herméticas: la una espiritual y la otra
material y dependientes de la una de la otra.
Toda la ciencia
hermética está contenida en el dogma de Hermes, primitivamente grabado, según
dicen, sobre una esmeralda. Ya hemos explicado los primeros artículos; he aquí
los que se refieren ala operación de la gran obra.
«Tú separarás la
tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, con gran industria.
»Sube de la
tierra al cielo, y de rechazo desciende a la tierra, y recibe la fuerza de las
cosas superiores e inferiores.
»Tú tendrás, por
ese medio, la gloria de todo el mundo y por eso toda oscuridad huirá de ti.
»Es la fuerza
fuente de toda fuerza, porque ella vencerá toda cosa sutil y penetrará toda
cosa sólida.
»Así ha sido
creado el mundo.»
Separar lo sutil
de lo espeso, en la primera operación, que es puramente interna, es franquear
su alma de todo prejuicio y de todo vicio; loque se hace con el uso de la sal
filosófica, es decir, de la sabiduría; del mercurio, es decir, de la habilidad
personal y del trabajo, y, por último, del azufre, que representa la energía
vital y el calor de las voluntades. Se arriba por este medio a cambiar en oro
espiritual, desde las cosas menos preciosas, hasta las inmundicias de la
tierra.
En
este sentido es como hay que admitir las parábolas de la gran turba de
filósofos, de Bernardo el Trevisano, de Basilio Valentmn, de María la Egipciaca
y de otros profetas de la alquimia; pero, en sus obras como en la gran obra, es
preciso separar hábilmente lo sutil de lo espeso, lo místico de lo positivo, la
alegoría de la teoría. Si se quiere leerlos con placer e inteligencia, es
necesario, ante todo, entenderlos alegóricamente por com-pleto, para después
descender de las alegorías a las realidades por la vía de las
84
correspondencias o analogías indicadas en el dogma único. Lo que
está arriba es como lo que está abajo y recíprocamente.
La palabra ART
invertida, o leída en la forma que se leían las escrituras sagradas y
primitivas, es decir, de derecha a izquierda, manifiesta por esas tres
iniciales los diferentes grados de la gran obra: T, significa ternario, teoría
trabajo; R, realización; A, adaptación. En el l2 capítulo del Ritual,
daremos la receta de los grandes maestros para la adaptación, y, especialmente,
la contenida en la fortaleza hermética de Henri Khunrath.
Pero
recomendamos a las investigaciones de nuestros lectores un admirable tratado
atribuido a Hermes Trismegisto y que lleva por título Minerva Mundi.
Este tratado se
encuentra únicamente en algunas ediciones de Hermes y contiene, bajo alegorías
llenas de poesías y de profundidad, el dogma de la creación de los seres por sí
mismos, o de la ley de creación que resulta del acuerdo de los fuerzas, de
aquellas que los alquimistas llamaban lo fijo y lo volátil, y que son, en lo
absoluto la necesidad y la libertad. Allí se explica la diversidad de formas
repartidas en la Naturaleza por la diversidad de espíritus y las
monstruosidades por la divergencia de los esfuerzos. La lectura y la meditación
de esta obra son indispensables a todos los adeptos que quieran profundizar los
misterios de la Naturaleza y entregarse seriamente a la busca de la gran obra.
Cuando
los maestros de la alquimia dicen que es preciso poco tiempo y poco dinero para
realizar las obras de la ciencia; cuando, sobre todo, afirman que sólo un vaso
es necesario; cuando hablan del grande y único atanor que todos pueden usar,
que está al alcance de todo el mundo y que los hombres poseen sin saberlo,
aluden a la alquimia filosófica y moral. En efecto, una voluntad fuerte y
decidida puede llegar en poco tiempo a la independencia absoluta y todos
nosotros poseemos el instrumento químico, el grande y único atanor que sirve
para separar lo sutil de lo espeso y lo fijo de lo volátil. Este instrumento
completo como el mundo y preciso como las matematicas esta designado por
los sabios bajo el emblema del pentagrama o estrella de cinco puntas que es el
signo absoluto de la inteligencia humana, Yo imitare a los sabios no
nombándole; pero es demasiado fácil adivinarlo.8
La figura del Tarot, que corresponde a este capítulo,
ha sido mal comprendida por Court de Gebelin y por Etteilla, quienes han creído
ver únicamente un error cometido por un fabricante de cartas alemán. Esta
figura representa a un hombre con las manos atadas detrás de la espalda,
llevando dos sacos de dinero debajo de los brazos y colgado de un pie a un
aparato compuesto de dos troncos de árbol, teniendo cada uno de ellos una raíz
de seis ramas cortadas y de un travesaño, que completa la figura de la TAU
hebrea las piernas del paciente están cruzadas, y sus codos forman un triángulo
con su cabeza. Ahora bien, el triangulo sobremontado por una cruz, significa
en alquimia el fin y la perfeccion de la gran obra, significacion identica a la
de la letra , ,
que es la ultima del alfabeto sagrado.
Es
ahorcado es, pues, el adepto, ligado por sus compromisos, espiritualizado, con
los pies dirigidos hacia el cielo; es también Prometeo, sufriendo con una
tortura inmortal la pena de su glorioso vuelo.
8
Debe referirse al Cuerpo humano que con piernas y brazos abiertos mas la cabeza
forma un pentagrama. Ademas se sabe que el cuerpo humano es un verdadero
laboratorio quimico y que las pasiones del hombre son resultado de la
bioquímica.
85
Es, vulgarmente, Judas el traidor, y su suplicio amenaza a los
reveladores de la gran obra. Por último, para los cabalistas judíos, ese
ahorcado, que corresponde a su duodécimo dogma, el del prometido Mesías, es una
protesta contra el Salvador reconocido por los cristianos, a quien parece
todavía decir:
¿Cómo salvarías
tú a los demás, si no has podido salvarte a ti mismo?
En el Sepher-Toldos-Jeschu,
compilación rabínica anticristiana, se encuentra una singular parábola: Jeschu
—dice el rabino autor de la leyenda-viajaba con Simón Barjona y Judas
Iscariote. Llegaron tarde y fatigados a una casa aislada; tenían mucha hambre y
no tenían que comer más que una gansa polla, muy pequeña y muy flaca. Era
bastante poco para tres personas; repartirla, habría sido solamente aguijonear
el hambre sin satisfacerla. Convinieron, pues, echarla a la suerte; pero como
no podían contener el sueño, dijo Jesús: Vamos a dormir, mientras se prepara la
cena; cuando nos despertemos, nos contaremos nuestros sueños, y aquel que haya obtenido
el más hermoso ensueño, aquel se comerá solo la gansilla. Así se hizo.
Durmieron y se despertaron. Yo—dijo San Pablo—he soñado que era el vicario de
Dios. Yo —dijo Jesús— que era el mismo Dios. Y yo—repuso el hipócritamente
Judas— he soñado que era sonámbulo y que me levantaba, descendía~ lentamente y
retiraba la gansa del asador y me la comía. Después de esto descendieron al
piso; pero la gansa había, efectivamente, desaparecido. Judas había soñado
despierto.
Esta leyenda es
una protesta del positivismo judío contra el misticismo cristiano. En efecto,
en tanto que los creyentes se entregaban a hermosos sueños, el israelita
proscripto, el Judas de la civilización cristiana trabajaba, vendía, hacía
agiotajes y se enriquecía, apoderándose de las realidades de la vida presente,
y se colocaba en situación de prestar medios de existencia a los mismo cultos
que le habían durante tanto tiempo proscripto. Los antiguos adoradores del
arca, fieles al culto del arca del dinero, tienen en la actualidad la
Bolsa por templo, y es desde ella desde donde gobiernan el mundo cristiano.
Judas puede, en efecto, felicitarse de no haber dormido como San Pedro.
En las antiguas
escrituras, anteriores a la cautividad, la Tau hebrea tiene la figura de
una cruz, lo que confirma, una vez más, nuestra interpretación de la duodécima
lámina del Tarot cabalístico. La cruz, generadora de cuatro triángulos, es
también el signo sagrado del duodenario, y los egipcios le llamaban por esto
mismo la llave del cielo. Así, Etteilla, embarazado en sus largas
investigaciones para conciliar las necesidades analógicas de la figura con su
opinión personal (había sufrido en esto la influencia del sabio Court de
Gebelin), ha colocado en la mano de su ahorcado vuelta, de laque ha hecho la
prudencia, un caduceo hermético formado con dos serpientes y una tau
griega. Puesto que había comprendido la necesidad de la tau o de la cruz en la
duodécima página del libro de THOT; habría debido comprender el múltiple y
magnífico símbolo del ahorcado hermético, el Prometeo de la ciencia, el
hombre viviente que no toca la tierra más que con el pensamjento,
y cuya base esta en el cielo, el adepto, libre y sacrificado el revelador,
amenazado de muerte: la conjuración del judaismo contra el Cristo, que parece
ser una confesión involuntaria de la divinidad oculta del sacrificado, el
signo, en fin, de la obra realizada, del cielo terminado, la Tau intermediaria,
que resume, por primera vez ante el último denario, los signos del alfabeto
sagrado.
86
l3 N
NIGROMANCIA
Exi psis - Mors
Ya hemos dicho
que en la luz astral se encuentran las imágenes de las personas y de las cosas.
Es también en esa luz en donde pueden evocarse las formas de aquellos que ya no
están en nuestro mundo, yes por su medio como se verifican los misterios tan comprobados,
como reales, de la nigromancia.
Los cabalistas
que han hablado del mundo de los espíritus, han referido simplemente lo que han
visto en sus evocaciones.
Eliphas Levi
Zahed, que escribe este libro, ha evocado y ha visto.
Digamos primero
lo que los maestros han escrito de sus visiones o de sus intuiciones en lo que
ellos llaman la luz de la gloria.
Se
lee en el libro hebreo de la revolución de las almas, que hay almas de
tres clases: las hijas de Adán, las hijas de los ángeles y las hijas del
pecado. Hay también, según el mismo libro, tres clases de espíritus, los
espíritus cautivos, los errantes y los libres. Las almas son enviadas por
parejas. Hay, por consiguiente, almas de hombres que nacen viudos, y cuyas
esposas están retenidas como cautivas por Liith y por Naemah, las reinas de las
Strigas; estas son las almas que tienen que espiar la temeridad de un
voto de celibato. Así, cuando un hombre renuncia el amor de las mujeres, hace
esclava de los demonios de la perversidad a la esposa que le estaba destinada.
Las almas crecen y se multiplican en el cielo, así como los cuerpos lo hacen en
la tierra. Las almas inmaculadas son las hijas de los besos de los ángeles.
Nada puede
entrar en el cielo que del cielo no proceda. Después de la muerte, el espíritu
divino que animaba al hombre retorna sólo al cielo, y deja sobre la tierra y en
la atmósfera dos cadáveres: el uno terrestre y elemental, y el otro aéreo y
sideral; el uno inerte ya; el otro animado todavía por el movimiento universal
del alma del mundo, pero destinado a morir lentamente, absorbido por las
potencias astrales que le produjeron. El cadáver terrestre es visible; el otro
es invisible a los ojos de los cuerpos terrestres y vivientes, y no puede ser
apercibido más que por las aplicaciones de la luz astral al translucido, que
comunica sus impresiones al sistema nervioso y afecta así al órgano de la vista
hasta hacerse verlas formas que se han conservado y las palabras que están
escritas en el libro de la luz vital.
Después de la muerte cuando un hombre ha vivido
bien, el cadáver astral se evapora como una nube de incienso, subiendo hacia
las regiones superiores, pero si el hombre ha vivod en el crimen, su cadáver
astral le retiene prisionero, busca todavía los objetos de sus prisiones y
quiere reanudar la vida. Atormenta los sueños de los jóvenes o se baña en el
vapor de sangre esparcida y se arrastra por los alrededores de los sitios en
donde transcurrieron los placeres de la vida: vela, aún, por los tesoros que
dejó enterrados; se consume en dolorosos esfuerzos para construirse órganos
materiales y vivir. Pero los astros le aspiran y le absorben; siente
debilitarse su inteligencia, su memoria se pierde
87
lentamente, todo su ser
se disuelve... Los antiguos vicios se le aparecen y le persiguen bajo figuras
monstruosas que le atacan y le devoran ... El desdichado pierØe así
sucesivamente todos los miembros que han servido para sus iniquidades; después
muere por segunda vez y para siempre, porque pierde entonces su personalidad y
su memoria. Las almas que deben vivir pero que no estan purificadas permanecen
mas omenos tiempo cautivas en el cadáver astral, en donde son quemados por la
luz odica que trata de asimilarselas y disolverlas. Es para desprenderse de ese
cadáver, como las almas que sufren entran algunas veces en los vivos y
permanecen en un estado que los cabalistas llaman embrionante.
88
Estos son los cadáveres aéreos que evoca la nigromancia. Son
larvas, sustancias muertas o moribundas, con las cuales se pone en relación;
pueden ordinariamente hablar, pero nada más que con el tintineo de nuestros
oídos percibido por el sacudimiento nervioso de que le he hablado, y no
razonan, ordinariamente, sino reflejándose en nuestros pensamientos o en
nuestros sueños.
Mas, para ver
estas extrailas formas, es necesario colocarse en un estado excepcional
que tiene algo del sueño y de la muerte, es decir, que es preciso magnetizarse
a sí mismo y llegar a una especie de sonambulismo lúcido y despierto.
La nigromancia
obtiene, pues, resultados reales y las evocaciones de la magia pueden producir
verdaderas visiones. Ya hemos dicho que en el gran agente mágico, que es la luz
astral, se conservan todas las huellas de las cosas, todas las imágenes
formadas, sea por los rayos, sea por los reflejos, es en esa luz donde se
aparecen nuestros sueños, esa es la luz que embriaga a los alienados y arrastra
su dormido juicio a la persecución de los más extrai~os fantasmas.
Para ver, sin
ilusiones, en esa luz, es preciso apartar los reflejos por medio de una
voluntad poderosa y atraer a sí nada más que los rayos. Soñar despierto, es ver
en la luz astral; ylas orgías del aquelarre, referidas por tantas y tantas
brujas en sus juicios criminales, no se explican de otra manera. Con
frecuencia, las sustancias y las preparaciones empleadas para llegar a ese
resultado, eran horribles, como ya lo veremos en elRitual; pero los
resultados no eran nunca dudosos. Se veían, se escuchaban, se palpaban las
cosas más abominables, más fantásticas y más imposibles. Ya volveremos sobre
este asunto en nuestro capítulo XV; no nos ocuparemos aquí más que de la
evocación de los muertos.
En la primavera
del año 1854, me dirigí a Londres para escapar de penas internas y entregarme,
sin distracción alguna, a la ciencia. Poseía cartas de presentación para
personajes eminentes que estaban deseosos de revelaciones relativas al mundo
sobrenatural.
Visité a varios
y encontré en ellos, con mucha cortesía, un gran fondo de indiferencia o de
ligereza. Lo único que solicitaron de mí fueron prodigios, ni más ni menos que
si se tratara de un charlatán. Me encontraba un poco descorazonado, porque, a
decir verdad, lejos de estar dispuesto a iniciar a los demás en los misterios
de la magia ceremonial, había tenido siempre, por lo que a mí respecta, temor a
las ilusiones ya las fatigas. Por otra parte, esta clase de ceremonias exige un
material dispendioso y difícil de reunir.
Me encerré,
pues, en el estudio de la alta cábala y no pensaba más en los adeptos ingleses,
cuando un día al volver a mi hotel, encontré una nota dirigida a mí. Esta nota
contenía la mitad de una carta cortada transversalmente y en cuyo frente
reconocí en seguida el carácter del sello de Salomón, y un papel asaz pequeño
en el cual estaba escrito con lápiz: «Mañana a lastres delante de la Abadía de
Westminster, en donde se os presentará la otra mitad de esta carta». Fui a esta
singular cita. Había un carruaje estacionado en la plaza.
Yo
tenía, sin afectación, mi fragmento de carta en la mano; un doméstico se acercó
respetuosamente a míy me hizo un signo abriéndome la portezuela del coche.
Dentro de él había una señora vestida de negro y cuyo sombrem estaba, como el
rostro, cubierto por un espeso velo. Esa señora me hizo señas de que subiera al
carruaje, enseñándome la otra mitad de la carta que yo había recibido. La
portezuela se cerró, el coche echó a andar y habiéndose la señora levantado el
velo, puede ver que tenía que habérmelas con una persona de edad, de cejas
grises y unos ojos extremadamente negros y vivos y de
89
una esirafia fijeza Sir—.me dijo con un acento inglés muy
pronunciado— yo sé que la ley del secreto es rigurosa entre los adeptos; una
amiga de Sir B*** L***, que os ha visto, sabe que han solicitado de vos
experiencias y que habéis rehusado satisfacer esa curiosidad. Quizá no poseáis
las cosas necesarias; yo voy amostraros un gabinete mágico completo; pero
solicito de vos, ante todo, el más inviolable secreto.
Si
no me hacéis esa promesa, por vuestro honor, daré orden para que os conduzcan a
vuestra casa. Hice la promesa que se me exigía y soy fiel a ella no diciendo ni
el nombre, ni la jerarquía social, niel domicilio de esa señora, en quien
reconocí inmediatamente a una iniciada, no precisamente de primer orden, sino
de un grado muy superior. Tuvimos muy largas y amplias conversaciones, durante
las cuales ella insistió siempre en la necesidad de prácticas para completar la
iniciación. Me enseñO una colección de trajes y de instrumentos mágicos y aun
me prestO algunos libros raros de que yo carecía. Luego, me determinó a
intentar en su casa la experiencia de una evocación completa, para la cual me
preparé durante veintiún días observando escrupulosamente las prácticas
indicadas en el decimotercer capítulo del Ritual.
Mi preparación
había terminado el 24 de julio. Se trataba de evocar el fantasma del divino
Apollonius (Apolonio de Tiana) y de interrogarle acerca de los secretos; uno
que me concernía a mí exclusivamente, y otro que interesaba a la dama en
cuestión. Esta había contado al principio con asistir ala evocación acompañada
de una persona de confianza; pero, a última hora; esa persona tuvo miedo, y
como el temario o la unidad son rigurosamente requeridos para los ritos
mágicos, me dejaron solo. El gabinete preparado para la evocación estaba
practicado en una especie de altar con piedra de mármol blanco y rodeado de una
cadena de hierro imantado.
Sobre el blanco
mármol estaba grabado y dorado el signo del pentagrámaton, tal y como está
representado en la siguiente figura; yen el mismo signo estaba trazado, en
diversos colores, sobre una piel blanca de cordero, completamente nueva, que
estaba extendida bajo el altar. En el centro de la mesa de mármol había un
exahumerio de cobre con carbón de madera de émula y de laurel; otro exahumerio
estaba colocado delante de mí sobre un trípode.
Yo estaba
vestido con una túnica blanca, muy parecida al alba de los sacerdotes
católicos, pero más amplia ymás larga y llevaba en la cabeza una corona de
hojas de verbena entrelazadas por una cadenilla de oro. En una mano tenía una
espada nueva y en la otra el Ritual. Encendí los dos fuegos con
las sustancias requeridas y preparadas y comencé, en voz baja primero, las
invocaciones del Ritual.
El humo se
extendió; las llamas hicieron vacilar los objetos que iluminaban y después se
apagaron. El humo se elevaba blanco y lento sobre el altar de mármol y me
pareció sentir una sacudida, como si fuera un temblor de tierra; sentía un
tintineo en los oídos y mi corazón latía con fuerza.
Volví a echar
algunas ramas y perfumes en los exahumerios, y cuando la llama se elevó, vi
claramente, delante del altar, una figura de hombre mayor de tamaflo natural,
que se descomponía y se borraba. Volví a comenzar las evocaciones y vine a
colocarme en un cfrculo que había previamente trazado entree! altar ye!
trípole; vi entonces aclararse poco apoco e! fondo del espejo que estaba
enfrente de mí, detrás del altar y una forma blancuzca se dibujó en él,
agrandándose y pareciendo acercarse poco a poco.
Llamé
tres veces «~Apol1onius!» cerrando los ojOs, y cuando los abrí, un hombre se hallaba
frente a mí, envuelto por completo en una especie de sudario que me pareció ser
90
gris más bien que blanco; su rostro era delgado, y estaba triste y
sin barba, hecho que no correspondía en forma alguna con la idea que
precisamente me había formado en un principio de Apolonio
Experimenté una
sensación de frío extraordinaria, y cuando abrí la boca para interpelar al
fantasma, me fue imposible articular un sonido. Puse entonces la mano sobre el signo
del pentagramaton y dirigí hacia él la punta de la espada, ordenándole,
mentalmente por ese signo, de no espantarme y de obedecerme.
Entonces la
forma se hizo más confunsa y desapareció de repente. Le ordené que volviera;
entonces sentí pasar cerca de mí como un sopio, y que algo me había tocado en
la mano que sustentaba la espada, sintiendo inmediatamente el brazo como
entumecido hasta el hombro. Creí comprender que esa espada ofendía al espfritu
y la hinqué por la punta dentro del circulo, cerca de mí.
La
figura humana repareció inmediatamente; pero sentí una debilidad tan grande en
todos mis miembros y un desfallecimiento tan repentino que de mí se apoderaba,
que di dos pasos para sentarme. En cuanto me senté, caí en una especie de
profundo sopor , acompañado de ensueños,
de los que no me quedaron, al despertarme, más que un rescuerdo confuso y vago.
Tuve, durante
muchos días, el brazo entumecido y dolorido. La figura no me había hablado,
pero me parece que las preguntas que tenía que hacerle, se habían resuelto por
sí mismas en mi espíritu. A la de la señora, una voz interior respondía en mí;
Muerto. (Se trataba de un hombre de quien quería saber noticias.) En cuanto a
mí, yo quería saber si el acercamiento y el perdón serían posibles entre dos personas
en las que yo pensaba, y el mismo eco interior respondía implacablemente:
¡Muertas!
Refiero aquí los
hechos tal y como han pasado; no los impongo a la fe de nadie. El efecto de
esta experiencia, tuvo en mí algo extraordinario, algo inexplicable. Yo no era
ya el mismo hombre; algo del otro mundo había pasado por mí; no estaba ni
alegre, ni triste, pero experimentaba un encanto singular por la muerte, sin
sentir, no obstante, ningún intento de recurrir al suicidio. Yo analizo
cuidadosamente lo que experimenté, ya pesar de una repugnancia nerviosa muy
vivamente sentida, reitiré dos veces, sólo con intervalo de algunos días, la
misma prueba. El relato de los fenómenos que se produjeron difieren muy poco
del que acabo de referir, y lo suprimo por no hacer demasiado extensa la
narración. Pero, el resultado de estas otras dos evocaciones fue para mí la
revelación de los secretos cabalísticos, que si fueran conocidos por todo el
mundo cambiarían en poco tiempo las bases y las leyes de todas las sociedades
modernas.
¿Concluiré de
ello que he, realmente, evocado, visto y palpado al gran Apolonio de Tiana?
No esto ni bastante~alucinado para creerlo, ni so tan poco serio para
afirmarlo. El efecto de las preparaciones, de los perfumes, de los espejos, de
los pantáculos, es una verdadera embriaguez de la imaginación que debe obrar
vivamente sobre una persona de suyo impresionable y nerviosa. Yo no explico por
qué leyes fisíologicas he visto y tocado; afirmo, únicamente, que he visto y he
tocado; que he visto clara y distintamente, sin sueños, y esto basta para creer
en la eficacia real de las ceremonias mágicas. Creo, por otra parte, peligrosa
y nociva la práctica; la salud, sea moral, sea física, no resistiría a
semejantes operaciones, si éstas se hicieran habituales. La dama de edad de que
he hablado y de la que tuve después por qué quejarme, sería una prueba; porque
a pesar de sus negaciones, yo no dudo que ella no tenga la costumbre de la
nigromancia y de la goecia. A veces disparataba por completo, entregándose otras
a insensatas cóleras, de
91
las que apenas podía ella determinar la causa. Abandoné a Londres
sin haberla vuelto a ver; pero cumpliré fielmente el compromiso que con ella
contraje de no revelar a nadie, sea a quien fuere, nada que pueda darla a
conocer o poner en la pista, de quién es por sus prácticas, a las cuales se
entrega sin duda a espaldas de su familia, que es, por lo que supongo, bastante
numerosa y ocupa una posición muy respetable.
Hay
evocaciones de inteligencia, evocaciones de amor y evocaciones de odio; pero
nada prueba que los espiritus abandones las esferas superiores para conversar y
entretenerse con nosotros, y lo contrario es aun mas probable, nosostros
evocamos los recuerdos que ellos han dejado en la luz astral, que es el
receptáculo comun del magnetismo universal. Es en esta luz donde el emperador
Juliano vio en otro tiempo aparecer a los dioses, pero viejos, enfermos,
decrepitos, nueva prueba de la influencia de las opiniones corrientes y
acreditadas sobre los reflejos de ese mismo agente mágico, que hace hablar a
las mesas y responde por golpes dados en las paredes. Despues de la evocación
de que acabo de hablar, he vuelto a leer con atención la vida de Apolonio, a
quien los historiadores nos representan como un tipo ideal de belleza y de
elegancia antigua. En ella he advertido también que Apolonio, en los postreros
días de su vida, se cortó el pelo y sufrió largos tormentos en la prisión. Esta
circunstancia, que yo había retenido, sin duda en otros tiempos, sin pensar en
ella, después para acordarme, habrá determinado, quizá la forma, poco atractiva
de mi visión, que yo considero únicamente como el sueño voluntario de un hombre
despierto. He visto otras dos personas, que importa poco nombrar, y siempre
diferentes, por su aspecto y por su traje, de lo que yo esperaba ver.
Recomiendo por
los demás, la mayor reserva a las personas que quieran entregarse a este género
de experiencias; resulta de ellas grandes fatigas y, aun con frecuencia,
desórdenes orgánicos, bastante anormales, que pueden ocasionar enfermedades.
No terminaré
este capítulo sin señalar en él la opinión, bastante rara, de algunos
cabalistas, que distinguen la muerte aparente de la muerte real, y qu~ creen
que raramente vienen ambas juntas. Según dicen, la mayor parte de la~ personas
que han enterrado estarían vivas, y otras muchas, a quienes se creian vivas,
estaban muertas.
La locura
incurable, por ejemplo, sería para ellos una muerte incompleta, pero real, que
deja al cuerpo terrestre bajo la dirección puramente instintiva del cuerpo
sideral. Cuando el alma humana sufre una violencia que no puede soportar, se
separaría así del cuerpo y dejaría en su puesto al alma animal ~o al cuerpo
sideral, lo que hace de esos restos humanos alguna cosa menos viviente, de
algún modo, que el animal mismo. Se reconoce —decían los cabalistas—los muertos
de esta especie en la extinción completa de los sentidos afectuoso y moral; no
son malos, pero tampoco buenos; están muertos. Estos seres, que son los hongos
venenosos de la especie humana, absorben tanto cuanto pueden la vida de los
vivientes. Es, por esta causa, por lo que ante su proximidad se entorpece el
alma y se siente frío en el corazón.
Estos seres
cadáveres, si existen, realizarían todo lo que se afirmaba en otros tiempos
acerca de los duendes y de los vampiros.
¿No es acerca de
estos seres en donde se siente uno menos inteligente, menos bueno y aun, a
veces, menos honrado?
¿No es ante su
proximidad cuando se extingue toda creencia y todo entusiasmo, ligándoos a
ellos por vuestras debilidades, dominados por vuestras malas inclinaciones y
haciéndoos morir moralmente en medio de un suplicio parecido al de Majencio?
¡Son
muertos, que nosotros tomamos por vivos; son vampiros, que nosotros tomamos por
amigos!
92
14 O
LAS TRANSMUTACIONES
Sphera Lunae - Sempiternum - Auxilium
San Agustín duda
seriamente que Apuleyo haya podido ser cambiado en asno por una hechicera de
Tesalia. Los teólogos han disertado ampliamente sobre la transmutación de
Nabucodonosor en bestia salvaje. Esto prueba sencillamente que, el elocuente
doctor de Hippona, ignoraba los arcanos mágicos, y que los teólogos en cuestión
no estaban muy, avanzados en exégesis.
Vamos
a examinar en este capítulo maravillas increíbles, desde otro punto de vista, e
incontestables sin embargo. Hablo de la lycantropia o de la transformación
nocturna de los hombres en lobos, tan célebres en las veladas de nuestros
campesinos, por las historias de lobos-duendes; historias tan bien compuestas
que, para explicarlas la ciencia incrédula, ha recurrido a locuras furiosas y a
disfrazamientos de animales. Pero semejante hipótesis son pueriles y nada
explican. Busquemos en otra parte el secreto de los fenómenos observados por
este motivo y comprobemos primeramente:
l~
Que nunca ha sido muerto nadie por un lobo-duende, sino ha sido por sofocación,
sin efusión de sangre y sin heridas.
2~
Que los lobos-duendes cercados, perseguidos y aun heridos, no han sido jamás
muertos sobre el terreno.
3~ Que las personas sospechadas de estas
transformaciones han sido siempre halladas en
sus casas, después de la cacería al lobo-duende, más o menos heridas, algunas
veces moribundas, pero siempre en su forma natural.
Ahora
comprobemos fenómenos de otro orden.
Nada en el mundo
está más y mejor atestiguado ni más incontestablemente probado, que la
presencia real y visible del padre Alfonso de Ligorio cerca del Papa
agonizante, mientras que el mismo personaje era observado en su casa, a una
gran distancia de Roma, en oración y en éxtasis.
La presencia
simultánea del misionero Francisco Javier en muchos sitios a la vez, no ha sido
menos rigurosamente comprobada.
Se dirá que
estos son milagros; nosotros responderemos que los milagros, cuando son reales,
constituyen para la ciencia pura y simplemente fenómenos.
Las apariciones
que no son queridas, coincidiendo con el momento de su muerte, son fenómenos
del mismo orden y atribuibles a idéntica causa.
Ya
hemos hablado del cuerpo sideral, y dicho que es el intermediario entre el alma
y el cuerpo físico o material. Ese cuerpo-permanece generalmente despierto, en
tanto que el
93
otro dormitay se transporta con nuestro pensamiento en todo el
espacio que abre ante él, la inmantación universal. De este modo ensancha, sin
romperla, la cadena simpática que le retiene ligado a nuestro corazón y a
nuestro cerebro, y esto es lo que hace peligroso el despertar sobresaltados
alas personas que sueñan. En efecto, una conmoción demasiado fuerte, puede
romper de golpe esa cadena y ocasionar súbitamente la muerte.
La forma de
nuestro cuerpo sideral está coliforme con el~estado habitual de nuestros
pensamientos, y modifica a la Jarga—los~ rasgos del cuerpo material. Por esto
es por lo que Swedenborg, en sus intuiciones sonambúlicas, veía con frecuencia espíritus
en forma de divers~mniiîiales.
Osemos decir
ahora que un lobo duende no es otra cosa que el cuerpo sideral de un hombre, de
quien el lobo representa los instintos salvajes y sanguinarios, y que mientras
su fantasma se pasea asi por las campiñas, duerme penosamente en su lecho y
sueña que es un verdadero lobo.
Lo que hace el
lobo-duende visible, es la sobreexcitación casi sonambúlica, causada por el
espanto de aquelloš que le ven, o la disposición, más particular en las
personas sencillas del campo, de ponerse en comunicación directa con la luz
astral, que es el medio común de las visiones y de los sueños. Los golpes
dirigidos al lobo-duende hieren realmente a la persona dormida, por
congestion odica y simpatica de la Luz astral por correspondencia del cuerpo
inmaterial con el cuerpo material. Muchas personas creerán soñar leyendo
semejantes cosas, y nos preguntarán si estamos bien despiertos; pero rogaremos,
únicamente a los hombres de ciencia, que reflexionen en los fenómenos del
embarazo y en las influencias de la imaginación de las embarazadas sobre la
forma de su fruto. Una mujer, que había asistido al suplicio de un hombre al
que arrastraban vivo, dio a luz un niño cuyos miembros estaban todos
fracturados. Que se nos explique cómo la impresión producida en el alma de la
madre por tan horrible espectáculo, pudo llegar a fracturar los miembros del
niño, y nosotros explicaremos cómo los golpes dirigidos al lobo y recibidos en
sueño, pueden romper realmente y herir aun gravemente el cuerpo de aquel que
los recibe en la imaginación, sobre todo cuando su cuerpo está nutriendo y
sufriendo las infuencias nerviosas y magnóticas.
Es a estos
fenómenos y a las leyes ocultas que los producen a quien hay que cargar en
cuenta los efectos del hechizo, del que habremos de hablar. Las obsesiones
diabólicas y la mayoría de las enfermedades nerviosas que afectan al cerebro,
son heridas infligidas al aparato nervioso por la luz astral pervertida, es
deciï, absorbida o proyectada en proporciones anormales. Todas las tensiones
extraordinarias y extranaturales de la voluntad disponen a las obsesiones y a
las enfermedades nerviosas; el celibato forzoso, el ascetismo, el odio, la
ambición, el amor rechazado, son otros tantos principios generadores de formas
y de influencias infernales. Paracelso dice que la sangre regular d~ las
mujeres engendra fantasmas en el aire; los conventos, desde ese punto de vista,
serían el semillero de pesadillas, y se podrían compararlos diablos a esas
cabezas de la hidra de Lema, que renacían sin fin y se multiplicaban por la
sangre misma de sus heridas.
Los
fenómenos de la posesión de las Ursulinas de Loudun, tan fatal para Urbano
Grandier, han sido desconocidos. Las religiosas estaban realmente poseídas de
histeria y de imitación fanática de los pensamientos secretos de sus
exorcistas, transmitidos a su sistema nervioso por la luz astral. Recibían la
impresión de todos los odios que ese desdichado sacerdote había levantado
contra él mismo, y esa comunicación esencialmente interna les parecía a ellas
mismas diabólica y milagrosa. Así, en este
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desdichado asunto, todo el mundo estaba de buena fe, hasta
Laubardemont que, ejecutando ciegamente las sentencias prejuzgadas por el
cardenal Richeliu, creía cumplir al mismo tiempo los deberes de un verdadero
juez, y sin sospechar que era un criado de Poncio Pilato, cuanto menos posible
le era ver en el cura, espfritu fuerte y libertino, de San Pedro del Mercado,
un discípulo deCristo y un mártir.
La posesión de
las religiosas de Louviers~ no es más que una copia de las de Loudun; los
demonios inventan poco y se plagianios unos a los otros. El proceso de Gaufridi
y de Magdalena de la Palud, tiene un carácter más extraño. Aquí son las mismas
víctimas las que se acusan así mismas. Gaufridi se reconoce culpable de haber
quitado a muchas mujeres, por un simple soplido en las narices, la libertad de
defenderse contra las seducciones. Una joven y hermosa señorita, de familia
noble, insuflada por él, refiere, con los mayores detalles, escenas en que la
lujuria disfruta con lo monstruoso y lo grotesco. Tales son las alucinaciones
ordinarias del falso misticismo y del celibato mal conservado. Gaufridi y su
querida estaban obsesionados por sus recíprocas quimeras, y la cabeza del uno
reflejaba las pesadillas del otro. El mismo marqués de Sade, ¿no ha sido
contagioso para ciertas naturalezas debilitadas y enfermas?
El escandaloso
proceso del padre Girard es una nueva prueba de los delirios del misticismo y
de las singulares neuralgias a que puede dar lugar. Los desvanecimientos de la
Cadlére, sus éxtasis, sus estigmas, todo aquello era tan real como la insensata
maldad, tal vez involuntaria, de su director. Ella le acusó cuando él trató de
abandonarla, y la conversión de esa joven fue una venganza, porque nada es tan
cruel como los amores depravados. Una poderosa Corporación que intervino en el
proceso Grandier para perder en él al posible sectario, salvO al padre Girard,
por el honor de la Compañía. Grandier y el padre Girard habían llegado al mismo
resultado por vías diametralmente opuestas, de cuyos hechos nos ocuparemos
especialmente en el capítulo decimosexto.
Obramos con
nuestra imaginación sobre la imaginación de los otros, por nuestro cuerpo
sideral sobre el suyo y por nuestros órganos sobre sus órganos. De modo que,
por la simpatía, sea de atracción, sea de obsesión, nos poseemos los unos abs
otros, y nos identificamos con aquellos sobre quienes queremos obrar. Son las
reacciones contra ese dominio las que hacen suceder, con frecuencia, a las más
vivas simpatías las más pronunciadas antipatías. El amor tiene la tendencia de
identificar a los seres; ahora bien, al identificarlos, los hace, a menudo,
rivales y, por consecuencia, enemigos. Si el fondo de ambas naturalezas fuera
de una disposición insociable, como lo sería, por ejemplo, el orgullo, saturar
igualmente de orgullo a dos almas unidas, es desunirlas haciéndolas rivales. El
antagonismo es el resultado necesario de la pluralidad de los dioses.
Cuando
soñamos con una persona viva, es, o su cuerpo sideral el que se presenta al
nuestro en la luz astral, o por lo menos el reflejo de ese mismo cuerpo, y la
forma en que nos sentimos impresionados por su encuentro nos revela, con
frecuencia, las disposiciones secretas de esa persona a nuestro respecto. El
amor, por ejemplo, modela el cuerpo sideral del uno a imagen y semejanza del
otro, de mOdo que el medium anímico de la mujer es como el de un hombre, y el
del hombre como el de una mujer. Los cabalistas manifiestan este cambio de una
manera oculta cuando dicen, al explicar un pasaje oscuro del Génesis: «Dios ha
criado el amor metiendo una costilla a Adán en el pecho de la mujer, y la came
es un hueso de hombre, y el fondo del corazón del hombre de came de mujer.»
Alegoría es esta que no carece ni de profundidad ni de belleza.
95
Ya hemos dicho algo, aunque poco, en el precedente capítulo, de lo
que los maestros en Cábala llaman embrionato de las almas. Ese embrionato,
completo después de la muerte de la persona que posee otra, es con frecuencia
comenzado en vida, sea por la obsesión, sea pore! amor. He conocido a una joven
a laque sus padres inspiraban un gran terror, y que se entregó de repente aun
persona inofensiva cuyos actos temía. También he conocido a otra que, después
de haber tomado parte en una evocación, en la que se trataba de una mujer
culpable y atormentada ~n el otro mundo por ciertos hechos excéntricos, imitó
sin razón alguna loš hechos de la mujer muerta. Es a este poder oculto al que
hay que atribuir la temible influencia de la maldición paternal, tan temida en
todos los pueblos de la.tierra, y el peligro verdadero de las operaciones
mágicas, cuando no se ha adquirido el verdadero aislamiento de los adeptos.
Esta virtud de
transmutación sideral, que existe realmente en el amor, explica los prodigios
alegóricos de la varita de Circe. Apuleyo habla de una tesaliana que se
transformaba en pájaro; se hizo amar por la criada de una señora a fin de
sorprender los secretos del alma, y no llegó más que a transformarse en asno.
Esta alegoría explica los misterios más ocultos del amor. Los cabalistas
aseguran que cuando se ama a una mujer elemental, sea ondina, sea sflfide, sea
gnomina, se inmortaliza o se muere con ella. Ya hemos visto que los seres
elementales son hombres imperfectos y todavía mortales. La revelación de que
hablamos, y que ha sido mirada como una fábula, es, sin embargo, el dogma de la
solidaridad moral en amor, que es el fondo del amor mismo, y que explica por sí
sólo toda su santidad y todo su poderío.
¿Cuál es esa
maga que cambia a sus adoradores en cerdos y cuyos encantos quedan destruidos
en cuanto se someten al amor? Esta antigua cortesana es la mujer de mármol de
todos los tiempos. La mujer sin amor, absorbe y envilece todo cuanto se le
aproxima; la mujer que ama, esparce el entusiasmo y ennoblece la vida.
Se
ha hablado mucho en el siglo último de un adepto acusado de charlatanismo, y
que se llamó en vida el divino Cagliostro. Se sabe que practicaba las
evocaciones y que no ha sido superado en este arte más que por el iluminado
Schroepffer.’ Sábese que se vanagloriaba de anudar las simpatías, y que se
decía estar en posesión del secreto de la Gran obra; pero lo que todavía le
hacía más célebre era la confección de cierto elixir de vida, que devolvía
instantáneamente a lOs viejos el vigor y la savia de la juventud. Esta
composición tenía por base el vino llamado malvasía, y se obtenía por la
destilación de la esperma de ciertos animales con el jugo de muchas plantas.
Nosotros poseemos la receta, y desde luego se comprenderá por qué nos debemos
callarla.
96
15 P
LA MAGIA NEGRA
Samael - Auxiliator
Penetramos en la
magia negra. Vamos a afrontar, hasta en su santuario, al dios negro del Sabbat
o Sábado, al formidable macho cabrío de Mendés. Aquí, aquellos que
tengan miedo, pueden cerrar el libro, y las personas sujetas a
impresiones nerviosas harán bien en distraerse o abstenerse; pero nosoiros nos
hemos impuesto una tarea y forzoso es llevarla a cabo.
Abordemos, pues,
franca y audazmente el asunto: ¿Existe un diablo?
¿Qué cosa es un
diablo?
A la primera
pregunta la ciencia se calla; la filosofía niega, al azar, y sólo la religión
responde afirmativamente.
A la segunda, Ja
religión dice que el demonio es el ángel caído; la filosofía oculta acepta y
explica esta definición.
Ya
volveremos sobre lo que hemos dicho al respecto; pero, permítasenos aquí una
nueva revelación.
El
Diablo en magia negra es el gran agente magico empleado para el mal, por una
voluntad perversa
La antigua
serpiente de la leyenda no es otra cosa que el agente universal; es el fuego
eterno de la vida terrestre; es el alma de la tierra y el foco viviente del
infierno.
Ya hemos dicho
que la luz astral es el receptáculo de las formas. Evocadas por la razón, esas
formas se producen con armonía; evocadas por la locura, se aparecen
desordenadas y monstruosas; tal es el origen de las pesadillas de San Antonio y
de los fantasmas del aquelarre.
Las evocaciones
de la goecia y de la demonomancia, ¿ofrecen o no resultados? Sí, ciertamente;
un resultado incontestable y más terrible que cuanto pueden referir las
leyendas.
Cuando se llama al diablo con las ceremonias requeridas, el diablo
acude y se leve. Para no morir de espanto ante su presencia, para no volverse
idiota, es preciso estar loco. Grandier era un libertino por indevoción, y
quizá también por excepticismo; Girard había sido depravado y depravador por entusiasmo,
por consecuencia del ascetismo y por las cegueras de la fe.
En el
decimoquinto capítulo de nuestro Ritual, publicaremos todas las
evocaciones diabólicas y las prácticas de la magia negra, no para que el lector
se sirva de ellas, sino para que las conozca y las juzgue y pueda preservarse
de semejantes aberraciones.
Eudes
de Mirville, cuyo libro sobre los veladores parlantes ha hecho últimamente
tanto ruido, puede estar a la vez contento y descontento de la solución que
aquí ofrecemos de
97
los problemas de la magia negra. En efecto, nosotros sostenemos
como él la realidad y los maravillosos efectos; nosotros le asignamos, como él,
por causa la antigua serpiente, el principio oculto de este mundo; pero no
estamos de acuerdo •sobre la naturaleza de ese agente ciego, que es al mismo
tiempo, pero bajo diversas direcciones, el instrumento de todo bien y de todo
mal, el servidor de los profetas y el inspirador de las pitonisas. En una
palabra, el diablo, para nosotros, es la fuerza puesta por un tiempo al
servicio del error, como el pecado mortal es, en nuestro concepto, la
persistencia de la voluntad en el absurdo. De Mirville tiene a veces razón, por
una parte, en tanto q~e por la otra carece de ella.
Lo que es
preciso excluir del reinado de los seres, es lo arbitrario. Nada llega ni por
el azar, ni por la autocracia de una voluntad buena o mala.
Hay
dos cámaras en el cielo, y el tribunal de Satán esta contenido en sus
desplantes por el Senado de la divina sabiduría.
98
16 Q
LOS HECHIZOS
Fons - Oculus - Fulgur
El hombre que
mira a una mujer con un deseo impuro profana a esa mujer ha dicho el gran
maestro. Lo que se quiere con perseverancia se hace. Toda voluntad real se
confirma por actos; toda voluntad confirmada por un acto, es un hecho. Todo
hecho está sometido a un juicio, y este juicio es eterno. Estos son dogmas y
principios.
Según estos
principios y estos dogmas, el bien o el mal que desedis, sea a vosotros mismos,
sea a los demás, en la extensión de vuestro querer y en la esfera de vuestra
acción, ocurrirá infaliblemente, sea a los demás, sea a vosotros mismos, si
confirmáis vuestra voluntad y si fijáis vuestra determinación por hechos.
Los hechos deben
ser análogos a la voluntad. La voluntad de causar mal o dehacerse amar, debe
ser confirmada para ser eficaz, por actos de odio o de amor.
Todo
lo que lleva la huella de un alma humana pertenece a ese alma; todo lo que el
hombre se apropia de cualquier modo, se convierte en su cuerpo, en la acepción
más amplia de la palabra, y todo cuanto se hace al cuerpo de un hombre lo
siente, sea mediata, sea inmediatamente, su alma.
Por esto es por
lo que toda especie de acción hostil al prójimo, es considerada por la teología
moral como un comienzo de homicidio.
El hechizo es,
pues, un homicidio y un homicidio tanto más cobarde cuanto que escapa al
derecho de defensa de la víctima y a la venganza de las leyes.
Establecido este
principio para tranquilidad de nuestra conciencia y advertencia a los débiles,
afirmemos sin temor que el hechizo es posible.
Vayamos más
lejos y afirmemos que es, no solamente posible, sino de algún modo necesario y
fatal. Se verifica incesantemente en el mundc social, aun a despecho de tos
agentes y de los pacientes. El hechizo involuntario es uno de los más terribles
peligros de la vida humana.
La simpatía
pasional somete necesariamente el más ardiente deseo a la más fuerte voluntad.
Las enfermedades morales son más contagiosas quelas físicas y hay en ellas
tantos éxitos, por preocupación y moda, que hasta podrían compararse con la
lepra o con el cólera.
Se muere de un
mal conocimiento como de un contacto contagioso, y la horrible enfermedad que,
desde hace algunos siglos únicamente, en Europa, castiga laprofanación de los
misterios del amor, es unarevelación de las leyes analógicas de la Naturaleza y
no presenta aún más que una imagen debilitada de las corrupciones, morales que
resultan diariamente de una simpatía equívoca.
Se
habla de un hombre celoso y cobarde, que, para vengarse de un rival, se infectó
a sí mismo voluntariamente un mal, incurable, infiltrándolo a los que con él
compartían el lecho. Esta historia es la de todo mago, o mejor, de todo brujo
que practica los hechizos. Se envenena para envenenar, se condena para
torturar, aspira el infierno para respirarle,
99
se hiere de muerte para hacer morir. Pero si hay en esto un valor
triste, no es menos positivo y cierto que envenenará y matará por la proyección
sola de su voluntad perversa.
Pueden existir
amores que maten lo mismo que el odio, y los hechizos de la benevolencia son la
tortura de los malvados. Las oraciones que se dirigen a Dios para la conversión
de un hombre, llevan la desgracia a ese hombre si el no quiere convertirse.
Hay, como hemos dicho, fatiga y peligro en luchar contra las corrientes
fluiditas excitadas por cadenas de voluntades unidas.
Existen, pues,
dos clases de hechizos: el hechizo voluntario y el hechizo involuntario. Pueden
también distinguirse el hechizo físico y el hechizo moral. La fuerza atrae la
fuerza; la vida atrae la vida; la salud atrae la salud; esta es una ley de
naturaleza.
Si dos niños
viven juntos, y sobre todo se acuestan juntos, y de ellos son el uno fuerte y
el otro débil, el fuerte absorberá al débil, y éste perecerá. Por esta sola
causa, es importante que los niños se acuesten solos.
En los colegios,
ciertos alumnos absorben la inteligencia de sus demás condiscípulos, y en todo
circulo de hombres, pronto se encuentra un individuo que se apodera de la
voluntad de los demás.
El hechizo por
corrientes es una cosa muy común, como ya lo hemos hecho advertir; se siente
uno impulsado por la muchedumbre en lo moral como en lo físico. Pero lo que
vamos a hacer constar más particularmente en este capítulo es el poder casi
absoluto de la voluntad humana sobre la determinación de sus actos y la
influencia de toda demostración exterior de una voluntad sobre las cosas hasta
externas.
Los hechizos
voluntarios son todavía frecuentes en nuestras campiñas porque las fuerzas
naturales, entre personas ignorantes y solitarias, obran sin ser debilitadas
por ninguna duda o por ninguna diversión. Un odio franco, absoluto y sin
ninguna mezcla de pasión rechazada o de concupiscencia personal, es un decreto
de muerte para aquel que es objeto de él en ciertas y determinadas condiciones.
Digo sin mezcla de pasión amorosa y de concupiscencia, porque un deseo, siendo
una pasión, contrabalancea y anula el poder de proyección. Así, por ejemplo, un
celoso no hechizará nunca a su rival, y un heredero concupiscente no abreviará,
por el solo hecho de su voluntad, los días de un lío avaro y miserable. Los hechizos
ensayados en estas condiciones caen sobre aquel que los opera, y son más bien
saludables que novicios para la persona que es objeto de ellos, porque se
desprenden de una acción odiosa que se destruye por sí misma al exaltarle.
Las palabras envoûtement
o hechizo, muy enérgica en su sencillez, gala, manifiesta admirablemente la
misma cosa que envoultement, acción de tomar, por decirlo así, y
envolver a alguien en un voto, en una voluntad formulada.
El instrumento
de los hechizos no es otro que el gran agente mágico, que bajo una voluntad
perversa, se convierte, real y positiviamente, en el demonio.
El maleficio
propiamente dicho, es decir, la operación ceremonial para el hechizo, no obra
más que sobre el operador, y sirve para fijar y confirmar su voluntad,
formulándola con perseverancia y esfuerzo, condiciones ambas que hacen la
voluntad eficaz.
Cuanto más difícil u horrible es la operación, más
eficaz resulta, porque obra mayor fuerza sobre la imaginación y confirma el
esfuerzo en razón directa con la resistencia. Esto es lo que explica la
bizarría y la atrocidad de las operaciones de la magia negra antre los antiguos
y en la Edad Media, las misas del diablo, los sacramentos administrados a
reptiles, las efusiones desangre, los sacrificios humanos y otras
100
monstruosidades que son la esencia misma y la realidad de la
goeciayla nigromancia. Son semejantes prácticas las que han atraído sobre las
brujas en todas los tiempos la justa represión de las leyes. La magia negra no
es realmente más que una combinación de sacrilegios y de crímenes graduados
para pervertir para siempre una voluntad humana y realizar en un hombre vivo el
fantasma repugnante del demonio. Es, propiamente hablando, la religión del
demonio, el culto de las tinieblas, el odio hacia el bien llevado al paroxismo;
es la encamación de la muerte y la creación permanente del infierno.
El cabalista
Bodin, que como se supondrá fue un espíritu débil y supersticioso, no ha tenido
otro motivo para escribir su Demonomanía que la necesidad de prevenir a
los espíritus contra la peligrosísima incredulidad. Iniciado por el estudio de
la Cábala en los verdaderos secretos de la magia hábía templado a pensar en los
peligros a los cuales se expondría la sociedad abandonando ese poder a la
maldad de algunos hombres. Intentó, pues, lo que ahora acaba de ensayar entre
nosotros Eudes de Mirville; recogió hechos sin explicarlos, y denunció alas
ciencias desatentas o preocupadas, la existencia de influencias ocultas y de
operaciones criminales de la mala magia. Bodin no fue escuchado en su tiempo,
como tampoco lo será ahora Eudes de Mirville, porque no basta indicar fenómenos
y prejuzgar la causa para impresionar a los hombres serios; esta causa es
preciso estudiarla, explicarla, demostrar su e~iistencia, y esto es lo que tratamos
de hacer. ¿Tendremos nosotros mejor éxito?
Puede morirse
por amor de ciertos seres, como puede morirse por su odio; existen pasiones
absorbentes bajo cuya aspiración se siente uno desfallecer como las prometidas
de los vampiros. No son únicamente los malvados los que atormentan a los
buenos, sino que es a su vez los buenos quienes atormentan a los malvados. La
dulzura de Abel era uu. amplio y penoso hechizo debido a la ferocidad de CaIn.
El odio al bien entre los malvados, procede del mismo instinto de conservación
Por otra parte, mostrarse tranquilos, desafiando y justificando el mal; Abel,
ante CaIn, era un hipócrita y un cobarde que deshonraba la fiereza humana por
sus escandalosas sumisiones a la divinidad. ¡Cuánto no ha debido sufrir el
primero de los asesinos antes de proceder al espantoso asesinato contra su
hermano! Si Abel hubiera podido comprenderle, se habría quedado asombrado.
La antipatía no
es otra cosa que el presentimiento de un probable hechizo; hechizo que muy bien
pudiera ser de amor o de odio, porque se ve con frecuencia suceder al amor la
antipatía. La luz astral no advierte acerca de las influencias venideras por
medio de una acción ejercida sobre el sistema nervioso, más o menos sensible y
más o menos viva. Las simpatías instantáneas, los amores fulminantes, son
explosiones de luz astral motivadas tan exactamente y no menos matemáticamente
explicables y demostrables que las descargas eléctricas de fuertes y poderosas
baterías. Puede verse por todas partes cuántos y cuán graves son los peligros
que amenazan al profano que juega sin cesar con fuego sobre pólvoras que no ve.
Nos
hallamos saturados de luz astral y la proyectamos sin cesar para dar lugar a
nuevas impresiones. Los aparatos nerviosos destinados sea para la
proyeccion, sea para la atracción, tiene particular asiento en los ojos
y en ls manos. La polaridad de éstas reside en el pulgar y es por esto por lo
que siguiendo la tradición másgic conservada aun en nuestros campos cuando uno
se halla en compañía sospechosa, se coloca el dedo pulgar replegado y oculto en
la palma de la mano, a fin de evitar de que nadie nos fije, y tratando de ser
el primero en mirar a aquellos de quienes algo tenemos que temer y de
101
evitar, asimismo, las proyecciones fluidicas inesperadas
inesperadas y las miradas’ fascinadoras.
Existen también
ciertos animales cuya propiedad no es otra que la de romper las corrientes de
la luz astral por una absorción queles es peculiar. Estos animales no son
violenta y soberanamente antipáticos y tienen, en su mirada, algo que fascina;
tales son el sapo, y el basilico. Estos animales prisioneros y llevados vivos o
guardados en las habitaciones en que vivimos garantizan de las alucinaciones y
las ilusiones de ¡a embriaguez astral. LA EMBRIAGUEZ ASTRAL, palabra que
aquí escribimos por primera vez, y que explica todos los fenómenos de las
pasiones furiosas, de las exaltaciones mentales y de la locura.
—iCriad sapos y
basiliscos, mi querido señor —me diría un discípulo de Voltaire—; ilevadle
consigo y no escribáis mas! A esto puedo responder que pensaré en ello
seriamente en cuanto me sienta dispuesto a reír de lo que ignoro ya tratar de
locos a los hombres de quienes no comprenda ni la ciencia ni la sabiduría.
Paracelso, el
más grande de los magos cristianos, oponía al hechizo las prácticas de un
hechizo contrario. Componía remedios simpáticos y los aplicaba, no a los
miembros que padecían, sino a representaciones de esos mismos miembros,
formadas y consagradas según el ceremonial mágico. El éxito era prodigioso y
nunca médico alguno consiguió las maravillosas curas de Paracelso.
Pero Paracelso
había descubierto el magnetismo mucho antes que Mes- mer, y había llevado hasta
las postreras consecuencias tan luminooso descubrimiento, o más bien esa
iniciación en la magia de los antiguos que más que nosotros comprendían el gran
agente mágico y no hacían de la luz astral, del ázoe, de la magnesia universal
de los sabios, un fluido animal y particular emanado únicamente de algunos
seres especiales.
En la filosofía
oculta, Paracelso combate la magia ceremonial, de la que ignoraba tal vez el
terrible poder, perode la que quiso sin duda describir las prácticas, a fin de
desacrediiar ¡a magia negra. Coloca todo el poder de mago en el magnes
interior y oculto. Los más hábiles magnetizadores del día, no dirían otro tanto
en la actualidad. Sin embargo, quiere que se empleen los signos mágicos y
especialmente los talismanes, para la curación de las enfermedades. Ya
tendremos ocasión de volver sobre este asunto, es decir, sobre los talismanes
de Paracelso, en el octavo capítulo, abordando asimismo, según Gaffarel, la
gran cuestión de la iconografía y ¡a numismática ocultas.
Se cura también
el hechizo por la sustitución, cuando ella es posible y por~ larupturao cambio
de lacorriente astral. Las tradiciones delcampo sobreeste punto son admirables
y proceden de épocas remotas; son restos de la enseñanza de los druidas,
quienes habían sido iniciados en los misterios de la India y del Egipto por
hierofantes viajeros. Sábese, pues, en magia vulgar, que un hechizo, es decir,
una voluntad determinada y confirmada para causar mal, obtiene siempre su
efecto, y que no puede retractarse sin peligro de muerte. El brujo que causa a
una persona un maleficio, debe tener otro objeto que su malevolencia, porque
sabe ciertamente que él será también alcanzado y perecerá víctima de su propio
maleficio. Siendo circular el movimiento astral, toda emision azótica
o magnética, que no encuentra a su médium, retorna con fuerza a su punto de
partida. Así es corno se explica una de las más extrañas historias de un libro
sagrado, la de los demonios enviados a los puercos que se precipitaron al mar..
Esta obra de la alta iniciación no fue otra cosa que a ruptura de una corriente
magnética infestada por malvadas voluntades. Yo me llamo legión, decía la voz
instintiva del paciente, porque nosotros somos muchos.
102
Las posesiones del demonio no son otra cosa que hechizos y existe
en nuestros días una numerosa cantidad de poseídos. Un santo religioso que está
dedicado al servicio de alineados, el hermano Hilaire Tissot, ha conseguido,
por una larga experiencia y la práctica constante de las virtudes cristianas,
curar a muchos enfermos y practica, sin saberlo, el magnetismo deParacelso.
Atribuye la mayoría de las enfermedades a desórdenes de la voluntad o a la
influencia perversa de voluntades extrañas; considera todos los crímenes como
actos de insania y querría que se tratara a todos los criminales como enfermos,
en vez de exasperarlos y hacerlos incurables, so pretexto de castigarlos.
¡Cuánto tiempo transcurriría todavía antes de que el hermano Hilaire sea
reconocido como un hombre de genio! Y ¡cuántos hombres graves al leer este
capítulo dirán que Hilaire Tissot y yo nos debíamos tratar el uno a otro según
las ideas que nos son comunes, librándonos bien de publicar nuestras teorías,
sino queremos que se nos tome por médicos dignos de ser enviados a los
incurables!
Y, sin embargo, ¡se
mueve! gritaba Galileo dando con el pie en tierra. Conoced la verdad y la
verdad os hará libres —ha dicho el salvador de los hombres—. Podría agregarse:
Amad la justicia y la justicia os hará sanos. Un vicio es un veneno, aun para
el cuerpo; la verdadera virtud es un gaje de longevidad.
El m&odo de
los hechizos ceremoniales, varía según los tiempos y las personas, y
todos los hombres artificiosos y dominadores, encuentran en sí mismos los
secretos y la práctica, sin calcular precisamente, ni razonar los resultados.
Siguen en esto, las inspiraciones intuitivas del gran agente, que se asimila
maravillosamente, como ya lo hemos dicho, a nuestros vicios y a nuestras
virtudes; pero, puede decirse generalmente que estamos sometidos a las
voluntades de los demás por las analogías de nuestras inclinaciones y sobre
todo de nuestros defectos. Acariciar las debilidades de una iridividualidad, es
apoderarse de ella y convenirse en su instrumento en el orden de los mismos
errores o de las mismas depravaciones. Ahora bien, cuando dos naturalezas
analógicas en defectos se subordinan launa a la otra, se opera una especie de
sustitución del más fuerte al mas débil, y una verdadera obsesión de un
espíritu por el otro. Con frecuencia el débil se debate y querría rebelarse;
pero, después cae más bajo que nunca en la servidumbre. Así es como Luis XIII
conspira contra Richelieu y luego obtenía, hasta cierto punto su gracia, por el
abandono de sus cómplices.
Todos tenemos un
defecto dominante que es para nuestra alma, como el ombligo de su nacimiento
pecador, yes por allí por donde el enemigo puede siempre apoderarse de
nosotros; la vanidad en los unos, la pereza en los otros y el egoísmo en casi
todos. Que un espíritu astuto y malvado se apodere de ese resorte y estáis
perdidos. Entonces os convertís, no en un loco, no en un idiota, sino en un
alienado en toda la fuerza de esta expresión, es decir, en un ser sometido a
una impulsión extraña. En este estado, sentís un horror intuitivo por todo
aquello que pudiera devolveros la razón, y ni aun siquiera queréis escuchar las
representaciones contrarias a vuestra demencia. Es una de las enfermedades más
peligrosas que pueden afectar ala moral humana,
El
único remedio aplicable a esta suerte de hechizo es el de apoderarse de la
misma locura para curarla y hacer encontrar al enfermo satisfacciones
imaginarias en un orden contrario a aquel en que se ha perdido. Así, por
ejemplo, curar a un ambicioso haciéndole desear las glorias del cielo, remedio
rústico; curar a un malvado por medio de un amor verdadero, remedio natural;
procurar a un vanidoso éxitos honrados, mostrar desinterés a los avaros y
procurarles un justo beneficio por una participación honrada en empresas
generosas, etcétera.
103
Obrando de este modo sobre la moral, se conseguirá
curar un gran número de enfermedades físicas, porque lo moral influye sobre lo
físico en virtud del axioma mágico: «Lo que está encima es como lo que está
debajo.» Por esto es por lo que el maestro decía hablando de una mujer
paralítica: «Satan la ha ligado»; una enfermedad proviene siempre de un defecto
o de un exceso y siempre hallaréis en el origen de un mal físico un desorden
moral; esta es una ley invariable de la naturaleza.
104
17 R
LA ASTROLOGIA
Stella - Os - Influxus
De todas las
artes derivadas del magismo de los antiguos, la astrología es ahora la menos
desconocida. Ya no se cree más en las armonías universales de la naturaleza y
en el encadenamiento necesario de todos los efectos con todas las causas. Por
otra parte, la verdadera astrología, la que está ligada al dogma universal y
único de la Cábala, ha sido profanada por los griegos y por los romanos de la
decadencia; la doctrina de los siete cielos y de los tres móviles, emanaba
primitivamente de la década sefirótica, el carácter de los planetas, gobernados
por ángeles cuyos nombres han sido cambiados por los de divinidades del
paganismo, la influencia de las esferas una sobre las otras, la fatalidad que
va unida a los números, la escala de proporción entre las jerarquías humanas,
todo, todo esto, ha sido materializado y hecho supersticioso por los genethliacos
ylos lectores de horóscopos de la decadencia y de la edad media. Devolver la
astrología a su primitiva pureza, sería, hasta cierto punto, crear~una nueva
ciencia. Tratemos, pues, únicamente de indicar los ppmeros principios, con sus
consecuencias más inmediatas y más próximas.
Ya hemos diçho
que la luz astral recibe y conserva todas las huellas de las cosas visibles; de
aquí resulta que la disposición cotidiana del cielo se refleja en esa luz, que,
siendo el agente principal de la vida, opera por una serie de aparatos
destinados a ese fin por la naturaleza, la concepción, el embrionato y el
nacimiento de los niños. Ahora bien, si esa luz es bastante pródiga en imágenes
para dar al fruto de una preñez las huellas visibles de una fantasía, o de una
delectación de la madre, con mayor razón debe trasmitir al temperamento, móvil
todavía e incierto del recién nacido, las impresiones atmosféricas y las
influencias diversas que resulten en un momento dado en todos el sistema
planetario de tal o cual disposición particular de los astros.
Nada es
indiferente en la naturaleza; un guijarro de más o de menos en una carretera
puede romper o modificar profundamente los destinos de los grandes hombres, o
aun de los más grandes imperios; con mayor razón el lugar de talo cual estrella
en el cielo no podría ser indiferente en los destinos del niño que nace y que
entra por su nacimiento en la armonía universal del mundo sideral. Los astros
están encadenados unos a otros por las atracciones que los mantienen en
equilibrio y los hacen moverse regularmente en el espacio; esas redes de luz
van de todas a todas las esferas y no existe un solo punto en cada planeta al
cual no esté unido uno de esos hilos indestructibles. El lugar preciso y la
hora del nacimiento deben ser perfectamente calculados por el verdadero adepto
en astrología; luego, cuando haya hecho el cálculo exacto de las influencias
astrales, les resta contar las probabilidades de estado, es decir, las
facilidades o los obstáculos que el niño debe hallar un día en un estado, en
sus padres, en su carácter, en el temperamento que de ellos ha recibido y por
consecuencia en sus disposiciones naturales para el cumplimiento de sus destinos;
y todavía, habrá de tener en cuenta la libertad humana y su iniciativa, si el
niño llega un día a ser verdaderamente un hombre capaz de sustraerse
105
por una poderosa voluntad alas influencias fatales y ala cadena de
los destinos. Se ve que no concedemos demasiado a la astrología; pero, en
cambio, lo que le atribuimos es incontestable, el cálculo científico y de las
probabilidades.
La astrología es
tan antigua, o más antigua aún que la astronomía y todos los sabios de la
antiguedad viviente, le han acordado la más completa confianza. No hay, pues,
que contlenar o desdeñar ligeramente lo que nos llega rodeado y sostenido por
tan imponentes autoridades.
Largas y
pacientes observaciones, comparaciones concluyentes, experiencias a menudo
reiteradas, debieron conducir a los antiguos sabios a sus conclusiones, y sería
necesario si se pretendiera refutarlas, comenzar en sentido inverso el mismo
trabajo. Paracelso ha sido quizás el último gran astrólogo de las prácticas;
curaba las enfermedades por medio de talismanes formados bajo influencias
astrales y reconocía en todos los cuerpos la marca de su estrella dominante, y
esa era, según él, la verdaderá medicina universal, la ciencia absoluta de la
naturaleza perdida por causa de los hombres y únicamente hallada por un pequeño
número de iniciados. Reconocer el signo de cada estrella en los hombres, en los
animales y en las plantas, es la verdadera ciencia de Salomón, esa ciencia que
se ha considerado como perdida y cuyos principios se han, no obstante,
conservado como todos los demás secretos, en el simbolismo de la Cábala. Se
comprende que para leer la escritura de las estrellas es preciso conocer las
mismas estrellas, conocimiento que se obtiene por la domficación
cabalística del cielo y por el conocimiento del planisferio cabalístico,
encontrado y explicado por Galfarel, En este planisferio, las constelaciones
forman las letras hebraicas y las figuras mitológicas pueden ser reemplazadas
por los símbolos del Tarot. Es a ese mismo planisferio al que Gaffarel refiere
el origen de la escritura de los patriarcas, que se encontrarían en las cadenas
de atracción de los astros los primeros lineamientos de los caracteres
primitivos; el libro del cielo habrá, pues, servido de modelo aide Enoc, y el
alfabeto cabalístico sería el resumen de todo el cielo. Esto no carece ni de
poesía, ni, especialmente, de probabilidades, y el estudio del Tarot, que es
evidentemente el libro primitivo y jeroglífico de Enoc, como lo ha entendido el
sabio Guillaume Postel, bastaría para convencernos de ello.
Los signos
impresos en la luz astral por el reflejo y la atracción de los astros, se
reproducen, pues, como lo descubrieron los sabios, sobre todos los cuerpos que
se forman mediante el concurso de esa luz. Los hombres llevan las signaturas de
su estrella en la frente, y sobre todo, en las manos; los animales en su
configuración y en sus signos particulares; las plantas las dejan ver en sus
hojas y en sus grano; los minerales en sus vetas y en el aspecto de sus cortes.
El estudió de
estos caracteres ha constituido el trabajo de toda la vida de Paracelso, y las
figuras de sus talismanes son el resultado de sus investigaciones; pero no nos
ha transmitido la clave y el alfabeto cabalistístico astral con sus
correspondencias; permanece todavía por hacer; la ciencia de la escritura
mágica no convencional se ha detenido, para la publicidad, en el planisferio de
Gaffarel.
El
arte serio de la adivinacìón reposa por completo en el conocimiento de estos
signos. La quiromancia es el arte de leer en las líneas de la mano la escritura
de las estrellas, y la metoposcopia busca los mismos caracteres, u otros
análogos, sobre la frente de los consultantes. Efectivamente, los pliegues
formados en la faz humana por las contradicciones nerviosas, están fatalmente
determinados, y la irradiación del tejido nervioso es absolutamente análogo a
esas redes formadas entre los mundos por las
106
cadenas de atracción de las estrellas.
Las fatalidades
de la vida se escriben, pues, necesariamente en nuestras arrugas, y se
reconocen, con frecuencia a primera vista, sobre la frente de un desconocido
una o muchas letras misteriosas del planisferio cabalístico. Esa letra es todo
un pensamiento, y ese pensamiento debe dominar la existencia de ese hombre Si
la letra no está muy clara y está penosamente grabada, hay lucha en él entre la
fatalidad y la voluntad, y ya en sus emociones y en sus tendencias más fuertes,
todo su pasado se revela al mago; el porvenir entonces es fácil de conjeturar,
y silos acontecimientos engañan a veces la sagacidad del adivino, el
consultante no queda menos asombrado y convencido de la ciencia sobrehumana del
adepto.
La cabeza del
hombre está hecha sobre el modelo de las esferas celestes; atrae e irradia, y
es ella la que, en la concepción del feto, se manifiesta y se forma la primera.
Sufre, pues, de
una manera absoluta la influencia astral y atestigua, por sus diversas
protuberancias, sus diversas atracciones. La frenología debe, por tanto,
encontrar su última palabra en la astrología científica y depurada, de la que
sometemos los problemas a la paciencia y buena fe de los sabios.
Según Ptolomeo,
el sol deseca y la luna humedece; según los cabalistas, el sol representa la
justicia rigurosa, y la luna es simpática a la misericordia. Es el sol el que
forma las tempestades; es la luna la que, por una especie de dulce presión
atmosférica, hace crecer y decrecer y como respirar al mar. Se lee en el Soliar,
uno de los grandes libros sagrados de la Cábala, que, «la serpiente mágica,
hija del sol, iba a devorar al mundo cuando la mar, hija de la luna, le puso el
pie sobre la cabeza y la dominó». Por esto es por lo que, entre los antiguos, Venus
era la hija del mar, como Diana era idéntica a la luna; también por esto el
nombre de María significa estrella del mar o sal del mar.
Para consagrar
este dogma cabalístico en las creencias del vulgo, se dijo en lenguaje
profético: «Es la mujer la que debe aplastar la cabeza de la serpiente.»
Jerôme Cardan,
uno de los més audaces investigadores, y, sin contradicción, el astrólogo más
hábil de su tiempo, y que fue, si hemos de dar crédito a la leyenda de su
muerte, el martir de su fe en astrología, ha dejado un cálculo, por medio del
cual todo el mundo puede prever la buena o mala fortuna de todos los años de su
vida. Para saber, pues cual sera la buena o mala fortuna de un año,
resume los acontecimientos de aquellos que han precedido en 4,8,12,19,30; el
numero 4 es el de la realización; el 8, el de Venus o el de las cosas
naturales; el 12, que es el del cielo de Júpiter, corresponde a l os exitos a
los buenos acontecimientos; al 19 corresponde a los ciclos de la Luna y de
Marte, y el numero 30 es el de Saturno, o sea e de la fatalidad. Asi por
ejemplo, yo quiero saber lo que me acontecerá en este año de 1855; repasare
en mi memoria todo cuanto me ha ocurrido de decisivo y real en el orden del
progreso y de la vida, ahora hace cuatro años, lo que me ha ocurrido en dicha o
desdicha de un modo natural, hace ocho años; lo que puedo contar de éxitos o de
infortunios hace doce años, las vicisitudes, las desgracias o enfermedades que
me han acontecido hace diecinueve años,, y lo que he experimentado de triste y
de fatal hace treinta años. Después, teniendo en cuenta hechos irrevocablemente
acaecidos, y los progresos de la edad, cuento sobre análogas probabilidades
alas que ya debo ala influencia de los mismos planetas, y digo: en 1851 he
tenido ocupaciones mediocres, pero suficientemente lucrativas, con algunos
apuros; en 1847 me he visto violentamente separado demi familia, resultando de
esta separación grandes sufrimientos para los míos y para mí; en 1843 he
viajado como apóstol, hablando al pueblo, y he sido perseguido por personas
107
mal intencionadas; fui, endos palabras, honrado y perseguido; por
último, en 1825, la vida de familia cesó para míy he penetrado definitivamente
en una vida fatal, que me condujo a la ciencia y a la desgracia. Puedo, por
consiguiente, creer que tendré este año trabajo, pobreza, incomodidades,
cambios de lugar, publicidad y contradicciones, acontecimiento decisivo para el
resto de mi existencia, y encuentro ya en el presente toda clase de razones
para creer en este porvenir. Concluyo que, para míy por lo que al año presente
se refiere, la experiencia confirma perfectamente la exactitud del cálculo
astrológico de Cardan.
Este
año se refiere, por lo demás, al de los años climatéricos, o mejor cli~nactéricos,
de los antiguos astrólogos. Climactéricos quiere decir dispuestos en
escala o calculados sobre los grados de una escala Juan Trithemo, en su libro De
las causas secundarias,
ha calculado muy curiosamente la vuelta de los años dichosos o funestos para
todos los imperios del mundo; daremos un análisis exacto y más claro que el
mismo libro en el capítulo XXI de nuestro Ritual, con la
continuación del trabajo de Trithemo hasta nuestros días y la aplicación de su
escala mágica a los acontecimientos contemporáneos para deducir las
probabilidades más asombrosas relativamente al porvenir próximo de Francia, de
Europa y del mundo.
Según todos los
grandes maestros en Astrología, los cometas son las estrellas de los heroes
exepcionales y no se acercan a la tierra mas que para anunciarla grandes
cambios; los planetas preciden las colecciones de seres y modifican los
destinos de las agregaciones de hombres; las estrellas más lejanas y más
débiles en atracción atrae alas personas y deciden de sus atractivos; algunas
veces un grupo de estrellas influye todo él en los destinos de un solo hombre,
y con frecuencia un gran número de almas se ven atraídas por los rayos lejanos
de un mismo sol. Cuando morimos, nuestra luz interior se va,
siguiendo la atracción de su estrella, siendo de ese modo como revivimos en
otros universos, en donde el alma se hace una nueva vestidura, análoga a los
progresos o decrecimientos de su belleza, porque nuestras almas, separadas de
nuestros cuerpos, se parecen a las estrellas errantes, son glóbulos de luz
animada que buscan siempre su centro para encontrar su equilibrio y su
movimiento, pero antes deben desprenderse de los anillos de la serpiente,
es decir, de la luz astral no depurada quelas rodea y las cautivas, en tanto
que la fuerza de la voluntad no las eleva hacia arriba. La inmersión de la
estrella viviente en la luz muerta es un suplicio espantoso, sólo comparable al
de Majencio. El alma se hiela y se abrasa en ella al mismo tiempo, y no tiene
otro medio de desprenderse que volviendo a entrar en la corriente de las formas
exteriores y adquirir una envoltura de carne, y luchar después con energía
contra los instintos para afirmar la libertad moral que le permitirá, en el
momento de la rnuerte..roinper las cadenas de la tierra y volar triunfante
hacia el astro consolador, cuya luz le ha sonreído.
Por este dato,
se comprende lo que es el fuego del infierno, idéntico al demonio, o a la
antigua serpiente, en que consiste la salvación ola reprobación de los hombres,
todos llamados y todos sucesivamente elegidos, pero en pequeño número, después
de haber estado expuestos po~su falta a caer en el fuego eterno.
Tal
es la grande y sublime revelación de los magos, revelación madre de todos los
símbolos, de todos los dogmas, de todos lòs cultos. Puede verse también cómo
Dupuis se engañaba, cuando creía todas las religiones descendientes únicamente
de la astronomía. Es, por el contrario, la astronomía la que ha nacido de la
astrología, y la astrología primitiva es una de las ramas de Santa Cábala, la
ciencia de las ciencias y la religión de las religiones.
108
Así se ve, en la lámina 17 del Tarot, una admirable
alegoría: Una mujer desnuda, que representa a lavez la Verdad, la Naturaleza y
la Sabiduría, sin velo, inclinando dos urnas hacia la tierra, donde vierte
fuego y agua; por encima de su cabeza brilla el septenario estrellado,
alrededor de una estrella de ocho rayos, lade Venus, símbolo de paz y de amor;
alrededor de la mujer, verdean las plantas de la tierra, y sobre una de esas
plantas viene a posarse la mariposa de Psique,emblema del alma, reemplazada en
algunas copias del libro sagrado por un pájaro, símbolo más egipcio y
probablemente más antiguo. Esta figura, que en el Tarot moderno lleva el Titulo
de estrella brillante, es análoga a muchos símbolos herméticos,y no deja de
guardar analogías con la estrella flameante de los iniciados en francmasonería,
manifestando la mayor parte de los misterios de la doctrina secreta de los
Rosacruces.
109
18 S
LOS FILTROS Y LOS SORTILEGIOS
Justitia - Mysterium - Canes
Abordamos ahora
el abuso más criminal que pueda hacerse de las ciencias mágicas: la magia, o
más bien la brujería envenenadora. Debe comprenderse que esto lo escribimos, no
para enseñar sino para prevenir.
Si la justicia
humana, al perseguir a los adeptos, no lo hubiera hecho nada más que contra los
nigromantes y brujos o hechiceros envenenadores, es cierto, como ya lo hemos
advertido, que sus rigores habrían sido excesivas contra semejantes malvados.
Sin embargo, no
hay que creer que el poder de vida y de muerte que pertenece secretamente al
mago, haya sido siempre ejercido para satisfacer alguna cobarde venganza, o una
concupiscencia más cobarde todavía. En la Edad Media como en el mundo antiguo,
las asociaciones mágicas han, con frecuencia, fulminado o hecho perecer
lentamente a los reveladores o profanadores de los misterios, y cuando la
espada mágica debía abstenerse de funcionar, cuando la efusión de sangre era de
temer entonces el agua Toffana, los ramilletes perfumados y las
camisas-de Nessus y otros instrumentos de muerte, más desconocidos y más
estrafios, servían para ejecutar más pronto o más tarde la terrible sentencia
de los jueces francos.
Ya hemos dicho
que existe en Magia un grande e indecible arcano, que no se comunica jamás
entre adeptos, y que, sobre todo, es preciso impedir a todo trance que los
profanos lo adivinen; cualquiera que en otro tiempo revelara, o lo hiciera
descubrir a los demás por imprudentes revelaciones, la clave de ese arcano
supremo, era condenado inmediatamenter a muerte y obligado, con frecuencia, a
ser él mismo el ejecutor de la sentencia.
La famosa comida
profética de Cazotte, escrita. por Laharpe, no ha sido aún comprendida; y
Laharpe 4narrarla, ha cedido al deseo, bastante natural por cierto, de
maravillar a sus lectores ampliando los detalles. Todos los hombres presentes
en esa comida, con excepción de Laharpe, eran iniciados y reveladores, o por lo
menos, profanadores de misterios.
Cazotte, más
elevado que todos ellos en la escala de la iniciación, les pronunció su decreto
de muerte en nombre del iluminismo, y ese decreto fue diversamente, pero
rigurosamente ejecutado, como otros decretos semejantes lo habían sido muchos
años y muchos siglos antes contra el abate de Villars, Urbano Grandier, y
tantos otros, y los filósofos revolucionarios perecieron, como también debían
perecer Cagliostro, abandonado en las prisiones de la inquisición, la banda
mística de Catalina de Theos, el imprudente Schroepffer, forzado a matarse en
medio de sus triunfos mágicos y de la admiración universal, el desertor
Kotzebüe, apuñalado por Carl Sand y tantos otros, cuyos cadáveres han sido
hallados sin que se supiera la causa de su muerte súbita y sangrienta.
Fresca está todavía la memoria de la extraña
alocución que dirigió al mismo Cazotte, al condenarle a muerte, el presidente
del Tribunal revolucionario, su colega y coiniciado. El nudo terrible del drama
del 93, está todavía oculto en el santuario más oscuro de las sociedades
secretas; a los adeptos de buena fe que querían emancipar a los pueblos, otros
adeptos de una secta opuesta y que estaban ligados a más antiguas tradiciones,
les
110
hicieron una oposición terrible por medios análogos a los de sus
adversarios, e hicieron imposible la práctica del gran arcano, al desenmascarar
la teoría.
La muchedumbre
no comprendió nada, pero desconfió de todos y cayó, por descorazonamiento, más
bajo de lo que habían querido llevarla.
El gran arcano
permaneció más desconocido que nunca. Unicamente los adeptos, neutralizados los
unos por los otros, no pudieron ejercer el poder, ni para dominar a los demás,
ni para librarse ellos mismos; se condenaron, pues, mutuamente como traidores y
se entregaron los unos a los otrosal exilio, al suicidio, al puñal y al
cadalso.
Se me preguntará tal vez, si peligros tan terribles amenazan
todavía en nuestros días, sea a los intrusos del santuario oculto a los
reveladores del arcano. ¿Por qué he de responder yo a la incredulidad de los
curiosos? Si me expongo a una muerte violenta por instruirlos, no me salvarán
ciertamente; si tienen miedo por sí mismos, que se ab~stengan de toda
investigación imprudente; he aquí todo lo que puedo decirles. Volvamos a la
magia envenenadora. Alejandro Dumas, en su novela El conde de Montecristo,
ha revelado algunas de las prácticas de esta ciencia funesta. No repetiremos
de él las tristes teorías del crimen, cómo se envenenan las plantas, no diremos
cómo, por medio de unciones venenosas, se envenenan las paredes de las casas y
el aire respirable por medio de fumigaciones que requieren que el observador
emplee la careta de vidrio de Santa Cruz; dejaremos a la antigua Canidia sus
misterios y no busquemos tampoco, hasta qué punto los ritos infernales de
Sagane han perfeccionado el arte de Locusta. Se escribían recetas para
envenanar y las disfrazaban bajo términos técnicos de alquimia, y en más de un
libro antiguo, sedicente hermético, el secreto de la pólvora de proyección no
es otro que el de la pólvora de sucesión. En el gran grimorio se encuentra aún
una de esas recetas menos disfrazadas quelas demás, pero titulada únicamente, medio
de hacer el oro; Juan Bautista Porta, en su Magia Natural,
da una receta del veneno de los Borgia; pero, como puede suponerse, se burla de
su público y no divulga la verdad, demasiado peligrosa en semejante materia.
Eran los polvos
de la receta de Porta los que las brujas de la Edad Media pretendían recibir en
el aquelarre y que expedían a gran precio a la ignorancia oal odio. Es por la
tradición de semejantes misterios como ellas sembraban el espanto en los campos
y hacían sus sortilegios.
El hechicero o
la hechicera eran casi siempre una especie de sapos humanos, hinchados de
inveterados rencores; eran pobres, estaban rechazados de todos y, por
consecuencia, odiaban.
El temor que
inspiraban era su consuelo y su venganza; envenenados ellos mismos por una
sociedad de la que no habían conocido más que los desperdicios y los vicios,
envenenan a su vez a aquellos que eran bastante débiles para tenerlos y
vengaban en la juventud y en la belleza su vejez maldita y su imperdonable
fealdad. Sólo la operación de esas malvadas obras y el cumplimiento de esos
repugnantes misterios, constituían y confirmaban los que entonces se llamaba
pacto con mal espíritu.
Es cierto que el
operador debía pertenecer en alma y cuerpo al mal, y que merecía con justo
título la reprobación universal e irrevocable manifestada por la alegoría del
infierno.
Que las almas
humanas hayan descendido a ese grado de perversidad y de demencia, no debe
asombramos, pero si afligimos: ¿el abismo de los infiernos no demuestra ser por
antítesis, la elevación y la grandeza del cielo?
En el Norte,
donde los instintos están más comprimidos y son más vivaces; en Italia, en
111
donde las pasiones son más expansivas y más ardientes, se temen
todavía los sortilegios y el mal de ojo; en Nápoles no se afronta impunemente
la jettatura, y aun se reconoce en ciertos signos exteriores a
los seres que desdichadamente están dotados de ese poder. Para garantirse
contra ella, es preciso llevar encima cuernos —dicen los expertos— y el pueblo,
que todo lo toma el pie de la letra, se apresura a adornarse con ellos, sin
pensar más en el sentido de esta alegoría.
Los cuernos,
atributos de Júpiter Ammon, de Baco y de Moisés, son el símbolo del poder moral
o del entusiasmo, y los magos quieren decir que, para evitar la jettatura, es
necesario dominar con una gran audacia, por un gran entusiasmo o por un gran
pensamiento la corriente fatal de los instintos. Así es como casi todas las
supersticiones populares son interpretaciones profanas de algún axioma o de
algún maravilloso arcano de la sabiduría oculta.
Pitágoras, al
escribir sus admirables símbolos, ¿no ha legado a los sabios una filosofía
perfecta y al vulgo una nueva serie de vanas observancias y de prácticas
ridículas? Así, cuando decía: «No recojáis lo que cae de la mesa, no cortéis
los árboles del gran camino, no matéis a la serpiente que han caído en vuestro
cercado. ¿No ofrecía bajo transparentes alegorías los preceptos de la caridad,
sea social, sea particular? Y cuando decía: No te mires al espejo a la luz de
la ant.orcha. ¿No era un modo ingenioso de enseñar el verdadero conocimiento
del sí mismo, que no podría existir con las luces ficticias y los prejuicios de
los sistemas?
Lo propio sucede
con los demás preceptos de Pitágoras que, como se sabe, fueron seguidos al pie
de la letra por una muchedumbre de discípulos imbéciles, hasta el punto de que
en las observancias supersticiosas de nuestras provincias hay un gran número de
ellas que se remontan a la inteligencia primitiva de los símbolos de Pitágoras.
Superstición,
procede de una palabra latina que significa sobrevivir. Es el signo que
sobrevive al pensamiento; es el cadáver de una práctica religiosa. La
superstición es ala iniciación lo que la idea del diablo es a la de Dios. Es en
este sentido como el culto de las imágenes está prohibido y como el dogma más
santo en su concepción primera puede convenirse en supersticioso e ímpio cuando
se ha perdido la inspiración y el espíritu.
112
Los pantáculos de Ezequiel y
Pitágoras
Entonces es cuando la religion, siempre una como la razón suprema,
cambia de vestiduras y abandona los antiguos ritos ala codicia ya la farsa de
los sacerdotes convertidos, metamorfoseados, por su maldad y su ignorancia, en
charlatanes y juglares. Pueden compararse con las supersticiones los emblemas y
los caracteres mágicos, cuyo sentido no es comprendido ya, y que se graban al
azar sobre amuletos y talismanes. Las imágenes mágicas de los antiguos eran
pantáculos, es decir, síntesis cabalísticas. La rueda de Pitágoras es un
pantáculo análogo al de las ruedas de Ezequiel, y ambas figuras son los mismos
secretos e idéntica filosofía, es la llave de todos los pantáculos y ya hemos
hablado de ello. Los cuatro animales, mejor, las esfinges de cuatro cabezas del
mismo profeta son idénticas a un admirable simbolo indio, del cual publicamos
el grabado, y que se refiere a la ciencia del gran arcano. San Juan, en su
Apocalipsis, ha copiado y ampliado a Ezequiel, y todas las figuras monstruosas
de este libro maravilloso son otros tantos pantáculos mágicos, de los cuales,
los cabalistas encuentran fácilmente la clave. Pero los cristianos, habiendo
desdeñado la ciencia con el deseo de ampliar la fe, quisieron ocultar más tarde
los orígenes de su dogma y condenaron al fuego todos los libros de cábala y de
magia. Anular los originales es dar
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una especie de originalidad a las copias y, sin duda, lo sabia San
Pablo perfectamente cuando, con las intenciones más loables sin duda, cumplía
su auto de fe científico, en Efeso. Así es cómo seis siglos más tarde el
creyente Omar debía sacrificar a la originalidad del Coran la biblioteca de
Alejandria, ¿quién sabe si en el porvenir, un futuro apóstol no quiera
incendiar nuestros Museos literarios y confiscar la imprenta en beneficio de algún
apasionamiento religioso y de alguna leyenda nuevamente acreditada?
El estudio de
los talismanes y de los pantáculos es una de las más curiosas ramas de la magia
y está ligada a la numismática histórica.
Existen
talismanes indios, egipcios y griegos, medallas cabalísticas procedentes de
hebreos, antiguos y modernos, abraxas gnósticos, amuletos bizantinos, monedas
ocultas en usos entre los miembros de Sociedades secretas y llamadas, a veces,
retoños del sabbat, medallas de los templarios y alhajas de los francmasones.
Goglenius en su
Tratado
de las maravillas de la Naturaleza, describe los
talismanes de Salomón y los del rabino Chael. El dibujo de alguno de
ellos, de una mayoría también y de los más antiguos, fue grabado en los
calendarios mágicos de Tycho- Brahe y de Duchenteau, y deben de estar
reproducidos en totalidad o en parte en los fastos iniciativos dei. M. Ragon,
vasto y sabio trabajo que recomendamos a nuestros lectores.
114
19 T
LA PIEDRA DE LOS FILOSOFOS
ELAGABALA -
Vocatio - So - Aurum
Los antiguos
adoraban al sol bajo la forma de una piedra negra, a la que llamaban Elagabala
o Heliogábala ¿Qué significaba esta piedra y cómo podía ser ella imagen del más
brillante de los astros?
Los
discípulos de Hermes, antes deprometerasus adeptos el elixir de larga vida o el
polvo de proyección, les recomendaban que buscasen la piedra filosofal.
¿Qué es esta piedra y por qué una piedra?
El gran
iniciador de los cristianos invita a sus fieles a edificar sobrepiedra,
si no quieren ver sus construcciones derrumbadas. El mismo se nombra la piedra
angular, y dice al más creyente de sus apóstoles: «Llámote Petrus, porque tú
eres la primera piedra sobre la cual edificaré mi iglesia.»
Esta piedra,
dicen los maestros en alquimia, es la verdadera sal de los filósofos, que entra
en su tercio en la composición del azoe. Ahora bien, AZOE es, como se sabe, el
nombre del gran agente hermético y del verdadero agente filosofal; también
representan ellos su sal bajo la forma de una piedra cúbica, como puede verse
en las doce claves de Basilio Valentín o en las alegorías de Trevisan.
¿Qué es, no
obstante, esta piedra? Es el fundamento de la filosofía absoluta; es la suprema
e inquebrantable razón. Antes de pensar en la obra metálica, es necesario
haberse fijado para siempre sobre los principios absolutos de la sabiduría, es
necesario poseer esa razón, que es la piedra de toque de la verdad. Jamás un
hombre con prejuicios podrá llegar a ser rey de la Naturaleza y maestro en
trasmutaciones. La piedra filosofal es, ante todo, necesaria, pero ¿cómo
hallarla? Hermes nos lo dice en su tabla de esmeralda:
Es necesario
separar lo sutil de lo fijo, con un gran cuidado y atención extremada. Así,
pues, debemos desprender nuestras certidumbres de nuestras creencias, y
distinguir bien los dominios de la ciencia de los de la fe; comprender bien que
no sabemos todas las cosas en que creemos, y que no creemos ya en ninguna de
las cosas en que llegamos a saber, y que, así la creencia de bascosas de la fe,
es lo desconocido yb indenifido, en tanto que sucede todo lo contrario en las
cosas de la ciencia. Hay, pues, que concluir de que la ciencia reposa sobre la
razón y la experiencia, mientras que la fe tiene por base el sentimiento y la
razón. En otros términos, la piedra filosofal es la verdadera certeza que la
prudencia humana asegura alas investigaciones concienzudas ya la modesta duda,
mientras que el entusias1~o religioso lo da exclusivamente la fe. Luego, no
pertenece ni a la razón sin aspiraciones, ni alas aspiraciones irrazonables; la
verdadera certeza es la aquiescencia recíproca de la razón, que sabe en el
sentimiento que cree y del sentimiento que cree en la razón que sabe. La
alianza definitiva de la razón y de la fe resultará de su distención y de su
separación absolutas, pero de su mutua marca y de su fraternal concurso. Tal es
el sentido de las dos columnas del pórtico de Salomón, de las
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cuales una se llama Jakin, y la otra Bohas; una debas cuales es
blanca y otra negra. Son distintas, están separadas y, al parecer, son
contrarias; pero si la fuerza ciega quiere reunirlas, acercándolas, la bóveda
del templo se derrumbará, porque, separadas, constituyen una misma fuerza y,
reunidas, son dos fuerzas que se destruyen mutuamente. Por esta misma razón es
por la que el poder espiritual se debilita, desde el punto en que quiere
üsurpar el temporal, y por lo que el poder temporal perece víctima de sus
abrogaciones sobre el poder espiritual. Gregorio VII perdió el papado, y los
reyes cismáticos han perdido y perderán la monarquía. El equilibrio humano
tiene necesidad de dos pies, los mundos gravitan mediante dos fuerzas, la
generación exige dos sexos. Tal es el sentido del arcano de Salomón, fi~üfado
por las dos columnas del templo Jakin y Bohas.
El sol y la luna
de los alquimistas corresponden al mismo símbolo y concurren al
perfeccionamiento y a la estabilidad de la piedra filosofal El sol es el signo
jeroglífico de la verdad, porque es el manantial visible de la luz, y la piedra
bruta esel símbolo de la estabilidad. Por esta razón, los antiguos magos
tomaban la piedra Elagabala por la figura del sol, y por esto también es por lo
que los alquimistas de la Edad Media indicaban la piedra filosofal como el
primer medio de hacer el oro filosófico, es decir, la transformación de todos
los poderes vitales, figurados por los seis metales, en sol, o lo que es igual,
en verdad y en luz, primera e indispensable operación de la gran obra, que
conduce a las adaptaciones secundarias, y que hace, por las analogías de la
naturaleza, encontrar el oro natural y grosero a los creadores del oro
espiritual y viviente, a los poseedòres de la verdadera sal, del verdadero
mercurio y del verdadero azufre filosófico.
Encontrar la
.piedra filosofal es haber encontrado lo absoluto, como lo dicen todos los
maestros. Ahora bien, lo absoluto es lo que no admite errores, es lo fijo de lo
volátil es la regla de la imaginación, es la necesidad misma del ser, es la ley
inmutable de la razón y de la verdad; lo absoluto es loquees. Luego lo que es
en cierto mpdo, es antes de lo que es. El mismo Dios no es sin razón de ser, y
no puede existir más que en virtud de una suprema e inevitable razón. Es, pues,
esta razón la que es lo absoluto; es a ella a la que debemos creer si queremos
que nuestra fe tenga una base razonable y sólida. Se ha podido decir en
nuestros días que Dios no es más que una hipótesis; pero la razón absoluta no
es más que una, y elia es esencial al ser.
Santo
Tomas ha dicho: Una cosa no es justa porque dios la quiera, sino que dios la
quiere porque es justa Santo Tomás hubiera deducido
lógicamente todas las consecuencias de tan hermoso pensamiento, habría
encontrado la piedra filosofal,y, en vez de limitarse a ser ángel de la
escuela, habría sido el reformador. -
Creer en la
razón de Dios y en el Dios de la razón es hacer el ateísmo imposible. Son los
idólatras los que han hecho los ateos. Cuando Voltaire decía: «Si Dios no
existiera, habría que inventarle», sentía más bien que comprendía la razón de
Dios. ¿Existe realmente Dios? Nosotros no sabemos nada, pero deseamos que así
sea, y por eso creemos en su existencia. Formulada así la fe, es una fe
razonable, porque admite la duda de la ciencia y, en efecto, no creemos más que
en las cosas que nos parecen probables, aun cuando no las conozcamos. Luego no
es a semejante personas a quienes la piedra filosofal ha sido prometida.
Los
ignorantes que han desviado el cristianismo de su camino, sustituyendo a la
ciencia por la fe, a la experiencia por el sueño, a la realidad por lo
fantástico; los inquisidores que, durante siglos y siglos desciararon a la
magia una guerra de exterminio, sólo
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lograron cubrir de tinieblas los descubrimientos del
espíritu humano, de tal modo, que hoy marchamos tanteando para volver a
encontrar la clave de los fenómenos de la naturaleza. Ahora bien, todos los
fenómenos naturales dependen de una sola e inmutable ley, representada por la
piedra filosofal y, especialmente, por su forma simbólica, que es el cubo. Esta
ley, manifestada en la Cábala por el cuaternario, había suministrado a los
hebreos todos los misterios de su tetragrama divino. Puede, por tanto, decirse,
que la piedra filosofal es cuadrada en todos sentidos, como la Jerusalén
celeste de San Juan, y que en un lado llevan escrito el nombre de , y en otro el de Dios; sobre una de sus faces, el de
ADÁN, y sobre la otra el de EVA, y después los de AzoE e Ir.mu, sobre
los otros dos lados. A la cabeza de una traducción francesa de un libro del Sr.
de Nuisement, acerca de la sal filosófica, se ve el espíritu de la tierra de
pie sobre un cubo, que recorren lenguas de fuego; tiene por falo un cadúceo, y
el sol y la luna sObre el pecho, a la derecha y a la izquierda; es barbudo,
está coronado y tiene un cetro en la mano. Es el ázoe de los sabios sobre
pedestal de sal y de azufre. Se coloca a veces a esta imagen la cabeza
simbólica del macho cabrío de Mendés; es el Baphomet de los Templarios, el
macho cabrío del sabbat yel verbo creado de los gnósticos; imágenes extrañas
que sirvieron de espantajos al vulgo, después de haber servido de meditaciones
a los sabios; jeroglíficos inocentes del pensamiento y de la fe, que también
sirvieron de pretexto a los furores de las persecuciones. ¡Cuán desdichados son
lós hombres en su ignorancia, pero cuánto se desprecian a sí mismos si llegan a
conocerla!
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20 U
LA MEDICINA UNIVERSAL
Caput - Resurrectio - Circulus
La mayor parte
de nuestras enfermedades físicas proceden de nuestras enfermedades morales,
según el dogma mágico único y universal, y en razón de la ley de las analogías.
Una gran pasión
a la cual se abandone uno,corresponde siempre a una gran enfermedad que se
separa. Los pecados mortales son llamados así porque física y positivamente
causan la muerte.
Alejandro Magno
murió de orgullo. Era temperante por naturaleza, pero se entregó por orgullo a
los excesos que le produjeron la muerte.
Francisco I
murió a causa de un adulterio. Luis XV murió en su parque de los ciervos.
Cuando Marat fue
asesinado, se moría de soberbia y de envidia. Era un monómono de orgullo, que
se creía el único ser justo y que habría querido matar a todo el que no fuera
Marat.
Muchos de
nuestros contemporáneos han muerto de ambición, después de la Revolución de
Febrero.
En
cuanto nuestra voluntad se confirma irrevocablemente en una tendencia absurda,
estamos muertos, y el ataúd que habrá de recibir nuestros restos, no muy
lejano.
Es, por
consiguiente, una verdad el decir que la sabiduría conserva la vida.
El gran maestro
ha dicho: «Mi carne es un aliento y mi sangre una bebida. Comed mi came y bebed
mi sangre y viviréis.» Y como el vulgo murmurase, agregó: «La came no entra
aquí en nada; las palabras que os dirijo, son espfritu y son vida.» Así quería decir:
Abrevad en mí espfritu y vivid mi vida.
Y cuando iba morir ligó el recuerdo de su vida al signo del pan, y
el de su espfritu al del vino, instituyendo de este modo la comunión de la fe,
de la esperanza y de la caridad. En el mismo sentido es como han dicho los
maestros herméticos: Haced el oro potable y tendréis la medicina universal; es
decir, apropiad la verdad a vuestros usos, y sea ella el manantial en que
abrevéis todos los días y adquiriréis para siempre la inmortalidad de los
sabios. La templanza, la tranquilidad de alma, la sencillez de carácter, la
calma y la razón de la voluntad hacen al hombre, no solamente dichosos, sino
sano y robusto.
Es haciendose razonable y bueno como el
hombre llega a la inmortalidad. Somos los autores e nuestros propios
destinos, y Dios nos salva sin nuestro concurso. La muerte no existe para el
sabio; la muerte es un fantasma tildado de horrible por la ignorancia y la
debilidad del vulgo.
El
cambio atestigua el movimiento, y el movimiento no revela otra cosa que la vida.
El mismo cadáver no se descompondría si estuviera muerto; todas las moléculas
que lo componen permanecen vivas y no se mueven con otro objeto que con el de
desprenderse unas de otras. ¿Podéis figuraros que es el espíritu el que primero
se
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