En algunos textos sumerios sitúan el inframundo en el oeste, el lugar en el que se pone el sol y donde el dios Utu (Ŝamaŝ) se refugia durante la noche. Los sumerios comentaban que, tanto en el desierto como en la montaña, era un territorio habitado por nómadas, bárbaros, demonios y fantasmas. La “estepa del viento o de la nada” (edin-lil-la), un lugar silencioso como el propio infierno, que para muchos sumerios era la morada definitiva de los muertos.
Para los sumerios solo habĂa dos clases de muerte, el buen o mal morir. Para tener un buen morir el fallecido tenĂa que ser por la vejez con un buen rito funerario. Sin embargo, el mal morir era por asesinato y lejos de los suyos sin recibir sepultura, de esta forma el fantasma vagaba por el lugar de los vivos siendo un espectro furioso.
Las puertas del inframundo mesopotámico
En el desierto sale el dios moribundo Dumuzi para completar su destino, acompañado de llantos y lamentos fúnebres y, como se narra en el poema de “El sueño de Dumuzi”, será en sus arenas donde los demonios lo torturen. El inframundo sumerio es una enorme ciudad protegida con grandes murallas y siete puertas firmes, donde te voy a nombrar algunas de ellas:
La primera de esas puertas es el espacio que separa al mundo entre los vivos y muertos, es denominada como “Puerta Ganzer”, que significa “el ojo o rostro del infierno”.
En la Antigua Mesopotamia los demonios poseen una apariencia hĂbrida de rasgos animalescos, siendo capaces de deslizarse como el viento por las rendijas y agujeros. Pueden atacar fĂsicamente y penetrar en el cuerpo humano hasta hacerlo enfermar. Los demonios siempre actĂşan al servicio de los dioses y pueden entrar y salir del inframundo para sembrar violencia y malestar. Se mueven como sombras sembrando el caos allá donde vayan. Aunque no todos son malignos, en el caso del demonio Pazuzu lo invocaban para luchar contra otros demonios de los Vientos del Sur.
-Girra, ¿Cuándo nacieron los Siete y donde fueron criados?
-Los Siete nacieron en la montaña del ocaso, los Siete se criaron en la montaña de la salida del Sol, siguieron viviendo en los agujeros del infierno y se alzaban constantemente de la tierra baldĂa de los infiernos. Nadie lo reconoce ni en el cielo ni en el infierno, pues los oculta un aura. Tampoco los dioses sabios los reconocen, sus nombres no existen ni en el cielo ni en el infierno. Los Siete siempre corren en torno a la montaña del oeste (o montaña oscura). Los Siete juegan en la montaña del este (o montaña brillante). Reptan constantemente en los agujeros del infierno y me lo dejan en las tierras baldĂas del infierno. Nadie los reconoce por sus nombres y son extranjeros en el cielo y el averno (el infierno).
Los conjuros mágicos en Mesopotamia estaban a la orden del dĂa, recordemos que uno de los decretos de las “tablas me” en Sumeria era la magia. Un encantamiento para retener al fantasma lo rezaban de la siguiente manera:
TĂş, muerto que me sales al encuentro, ya seas padre o madre, hermano o hermana, o familiar, pariente o conocido. Ya seas un fantasma de alguien enterrado o un fantasma no enterrado o uno que muriĂł de una ofensa a la divinidad, o uno que muriĂł de una ofensa al rey, o el fantasma de uno que no tiene quien le haga libaciones: cuando te acerques a mi cama, que las espinas del baltu te retengan, que las espinas del ašãgu te retengan, que el cĂrculo mágico te retenga.
Si eres un fantasma que ha ascendido del inframundo, o si eres un lilĂ» que no tiene cama, o si eres una doncella, o si eres un joven que no ha alcanzado la pubertad (?), o si te abandonaron en el desierto, o si moriste en el desierto, o si te abandonaron en el desierto sin cubrirte de tierra.
Cuando fallecen, los difuntos mesopotámicos van todos al mismo lugar. No hay cielo para los buenos ni llamas devoradoras para los malos, ni mucho menos limbos ni planos intermedios donde se expurgan las culpas y miserias acumuladas durante la existencia terrenal. El Más Allá en la Antigua Mesopotamia, es un espacio único en el que se reúnen todos los que han perdido sus cuerpos a manos del destino, y donde ricos y pobres viven en la oscuridad a la espera de que los vivos mantengan su memoria con ofrendas de agua y pan.
Érica Couto Ferreira (19 Octubre 2020). Infierno: El más allá en la Mesopotamia Antigua. Editorial: Aurora Dorada. ISBN 8412183118
Jeremy Black and Anthony Green (1992). Gods, Demons and Symbols of Ancient Mesopotamia: An Illustrated Dictionary. Editorial: University of Texas Press. ASIN B01NGZLTF3
Thorkild Jacobsen (1978). The Treasures of Darkness: A History of Mesopotamian Religion. Editorial: Yale University Press. ISBN 0300022913
0 Comentarios