NUESTRO UNIVERSO FUE CREADO

 El astrĂłnomo de Harvard, Avi Loeb, ha planteado recientemente en un ensayo escrito para Scientific American, que nuestro universo podrĂ­a ser un holograma creado en un laboratorio por una civilizaciĂłn avanzada extraterrestre. Sabemos que puede sonar incluso absurdo, pero cuando la conjetura viene de una mente cientĂ­fica y no solo de la ciencia ficciĂłn, el asunto se vuelve más serio.




El mayor misterio sobre la historia de nuestro universo es lo que sucediĂł antes del Big Bang. ¿De dĂłnde vino nuestro universo? Hace casi un siglo, Albert Einstein buscĂł alternativas de estado estacionario al modelo del Big Bang porque un comienzo en el tiempo no era filosĂłficamente satisfactorio en su mente. Ahora bien, hay una variedad de conjeturas en la literatura cientĂ­fica sobre nuestros orĂ­genes cĂłsmicos, incluidas las ideas de que nuestro universo surgiĂł de una fluctuaciĂłn del vacĂ­o, o que es cĂ­clico con perĂ­odos repetidos de contracciĂłn y expansiĂłn, o que fue seleccionado por el principio antrĂłpico. Fuera del paisaje de la teorĂ­a de cuerdas del multiverso , donde, como dice el cosmĂłlogo del MIT, Alan Guth, “todo lo que puede suceder, sucederá … un nĂşmero infinito de veces“, o que emergiĂł del colapso de la materia en el interior de un agujero negro.

¿Universo creado en laboratorio? Una posibilidad menos explorada es que nuestro universo fue creado en el laboratorio de una civilizaciĂłn tecnolĂłgica avanzada. Dado que nuestro universo tiene una geometrĂ­a plana con una energĂ­a neta cero, una civilizaciĂłn avanzada podrĂ­a haber desarrollado una tecnologĂ­a que creĂł un universo bebĂ© de la nada a travĂ©s de un tĂşnel cuántico. Esta posible historia de origen unifica la nociĂłn religiosa de un creador con la nociĂłn secular de gravedad cuántica. No poseemos una teorĂ­a predictiva que combine los dos pilares de la fĂ­sica moderna: la mecánica cuántica y la gravedad. Pero una civilizaciĂłn más avanzada podrĂ­a haber logrado esta hazaña y dominar la tecnologĂ­a de crear universos bebĂ©s. Si eso sucediera, entonces no solo podrĂ­a explicar el origen de nuestro universo, sino que tambiĂ©n sugerirĂ­a que un universo como el nuestro, que en esta imagen alberga una civilizaciĂłn tecnolĂłgica avanzada que da a luz a un nuevo universo plano, es como un universo biolĂłgico, un sistema que mantiene la longevidad de su material genĂ©tico a travĂ©s de mĂşltiples generaciones.

Universo crea otro universo Si es asĂ­, nuestro universo no fue seleccionado para que existamos en Ă©l, como sugiere el razonamiento antrĂłpico convencional, sino que fue seleccionado de tal manera que darĂ­a lugar a civilizaciones mucho más avanzadas que nosotros. Esos “niños más inteligentes en nuestro bloque cĂłsmico“, que son capaces de desarrollar la tecnologĂ­a necesaria para producir universos bebĂ©s, son los impulsores del proceso de selecciĂłn darwiniana cĂłsmica, mientras que todavĂ­a no podemos permitir el renacimiento de las condiciones cĂłsmicas que llevaron a nuestra existencia. Una forma de decirlo es que nuestra civilizaciĂłn sigue siendo cosmolĂłgicamente estĂ©ril, ya que no podemos reproducir el mundo que nos creĂł. Con esta perspectiva, el nivel tecnolĂłgico de las civilizaciones no debe medirse por la cantidad de poder que aprovechan, como sugiere la escala imaginada en 1964 por Nikolai Kardashev. En cambio, deberĂ­a medirse por la capacidad de una civilizaciĂłn para reproducir las condiciones astrofĂ­sicas que llevaron a su existencia.

A partir de ahora, somos una civilizaciĂłn tecnolĂłgica de bajo nivel, clasificada como clase C en la escala cĂłsmica, ya que somos incapaces de recrear incluso las condiciones habitables en nuestro planeta para cuando el Sol muera. Peor aĂşn, podemos ser etiquetados como clase D ya que estamos destruyendo descuidadamente el hábitat natural de la Tierra a travĂ©s del cambio climático, impulsados ​​por nuestras tecnologĂ­as. Una civilizaciĂłn de clase B podrĂ­a ajustar las condiciones de su entorno inmediato para que sea independiente de su estrella anfitriona. Una civilizaciĂłn clasificada en la clase A podrĂ­a recrear las condiciones cĂłsmicas que dieron origen a su existencia, es decir, producir un universo bebĂ© en un laboratorio. LECTURA ECOMENDADA: La humanidad construirá a sus sucesores… Y ese podrĂ­a ser su mayor logro CivilizaciĂłn de clase A

CivilizaciĂłn de clase A

Lograr la distinción de civilización de clase A no es trivial según las medidas de la física tal como la conocemos. Los desafíos relacionados, como producir una densidad suficientemente grande de energía oscura dentro de una región pequeña, ya se han discutido en la literatura científica. Dado que un universo autorreplicante solo necesita poseer una sola civilización de clase A, y tener muchas más es mucho menos probable, el universo más común sería el que apenas forma civilizaciones de clase A. Es mucho menos probable que ocurra algo mejor que este requisito mínimo porque requiere circunstancias raras adicionales y no proporciona un mayor beneficio evolutivo para el proceso de selección darwinista de universos bebés.

La posibilidad de que nuestra civilización no sea particularmente inteligente no debería tomarnos por sorpresa. Cuando les digo a los estudiantes de la Universidad de Harvard que la mitad de ellos están por debajo de la media de su clase, se enojan. La obstinada realidad bien podría ser que estamos estadísticamente en el centro de la distribución de probabilidad en forma de campana de nuestra clase de formas de vida inteligentes en el cosmos, incluso teniendo en cuenta nuestro célebre descubrimiento del bosón de Higgs por el Gran Colisionador de Hadrones.

Debemos permitirnos mirar con humildad a travĂ©s de nuevos telescopios, como lo imaginĂł el recientemente anunciado Proyecto Galileo, y buscar “niños más inteligentes” en nuestro bloque cĂłsmico. De lo contrario, nuestro viaje del ego puede no terminar bien, al igual que la experiencia de los dinosaurios, que dominaron la Tierra hasta que un objeto del espacio empañó su ilusiĂłn.


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