Mi esposo y yo nos querĂamos mucho, pero al igual que la mayorĂa de las parejas discutĂamos. Nuestro mayor argumento siempre giraba en torno a un Ăşnico desacuerdo: los niños.
Yo querĂa hijos, Ă©l no.
A medida que pasaban los años, esperaba que eventualmente viniera y se calentara con la idea de tener hijos, pero se mantuvo terco y no cambiĂł de opiniĂłn. Le recordĂ© que si esperábamos demasiado, nunca podrĂamos concebir un hijo propio, pero a Ă©l no parecĂa importarle. Incluso sugerĂ adopciĂłn y crianza de niños, pero Ă©l no lo oyĂł. "¡No estás en condiciones de ser madre!"
Sus crueles palabras ardieron en mi memoria. Le amaba. ¿Por quĂ© dirĂa tal cosa?
QuerĂa llevar un bebĂ©. QuerĂa tener una vida dentro de mĂ, un pedacito de Ă©l dentro de mĂ. Amo a mi esposo, pero Ă©l no tiene derecho a evitar que haga esto. Nadie me puede parar.
ArrojĂ© nuestras pĂldoras anticonceptivas y saboteĂ© sus condones mientras me preparaba para seducir a mi esposo en un frenesĂ, hacer el amor y la pasiĂłn. Mi esposo, que sabĂa que estaba desesperado por tener la oportunidad de tener una vida dentro de mĂ, descubriĂł mi plan y rechazĂł mis avances.
Mi propio esposo dijo que estaba loca, que me estaba obsesionando y perdiendo la cabeza. Lo amaba tanto, ¿cĂłmo podĂa decirme algo tan horrible? Soy su amada esposa.
Esa noche llorĂ©. Nunca llorĂ© tanto en toda mi vida. ¡No tenĂa derecho a hacer esto! TendrĂa la vida que tanto anhelaba.
Me tomĂł una semana pero tenĂa mi prĂłximo plan listo. Este plan era infalible, no habrĂa nada que Ă©l pudiera hacer al respecto. Esta vez no me detendrĂa. DespuĂ©s de que regresĂł a casa del trabajo, le ofrecĂ una cerveza despuĂ©s de poner una dosis de pastillas para dormir en la bebida. Él, por supuesto, no probĂł nada de la medicina mientras se tomaba la cerveza ofrecida con avidez. A los veinte minutos estaba en un sueño profundo, prácticamente inconsciente.
ArrastrĂ© a mi esposo a nuestro dormitorio y lo metĂ en la cama. Le quitĂ© la ropa y comencĂ© a besar todo su cuerpo. "No puedes quitarme esto". Le susurrĂ© al oĂdo mientras permanecĂa felizmente inconsciente de lo que le iba a pasar.
Pasaron horas mientras me iba con su cuerpo. No despertĂł de su sueño inducido por las drogas. Ni una sola vez sintiĂł mis cálidos labios presionándose constantemente contra su piel frĂa, disfrutando de cada sensaciĂłn que sentĂa al terminar cuidadosamente mi tarea.
Las sábanas estaban empapadas de mi actividad nocturna. Pero el fluido no era sudor, era sangre. La sangre de mi esposo.
Me sentĂ© en el piso de la habitaciĂłn, mi espalda apoyada en el pie de nuestra cama familiar. PasĂ© mis manos amorosamente sobre mi estĂłmago apretado, emocionado por la vida que ahora llevaba. No podrĂa disfrutar la vida dentro de mĂ durante los nueve meses completos como la mayorĂa de las mujeres, pero los pocos dĂas que tuve con ella serĂan lo mejor de mi vida.
No es tarea fácil devorar a un ser humano completo en una sola noche. Pero valió la pena.
Finalmente tengo un pedazo de mi esposo dentro de mĂ...


0 Comentarios