El mounstruo de mi recamara

 


"Me encontraba a solas en mi habitación cuando escuché la voz, profunda y distorsionada, que provenía de debajo de mi cama.

—Oye —llamĂł la voz.
Me dije a mĂ­ mismo que solo la estaba imaginando.
—Oye, niño —repitiĂł.
Me llevé las rodillas a mi pecho y agaché la cabeza por debajo de la sábana, tratando de bloquear la voz y el viento frío que soplaba desde la ventana, agitando las cortinas.
—¿QuiĂ©n eres? —preguntĂ©.
—Soy el monstruo bajo tu cama.
—¿O sea que eres real?
—¿A quĂ© te refieres? Por supuesto que soy real.
—¿Tienes un nombre?
—Por supuesto que tengo un nombre.
—Ah… ¿y cuál es?
—Frank.
—¿Frank?
—SĂ­. ¿QuĂ© tiene de malo?
—Nada. Es decir, no sĂ©. Es solo que no es muy monstruo… so.
—Pues, mis padres no querĂ­an que me convirtiera en un monstruo.
—¿En serio? ¿QuĂ© querĂ­an que fueras?
—Un dentista.
—Eso es gracioso —contestĂ©, sintiendo cĂłmo empezaba a sonreĂ­r.
—¿QuĂ© quieren tus padres que seas?
—No lo sĂ©… ¿Oye, Frank?
—¿SĂ­?
—¿No vas a tratar… como de… asustarme o algo?
—¿QuĂ©? ¿Por quĂ© harĂ­a eso?
—Bueno, eres un monstruo, ¿no?
—Pues, sĂ­, por supuesto que lo soy, pero eso no significa que asusto a niños pequeños.
—Pero pensĂ© que ese era tu trabajo.
—Mi trabajo es asustar personas. Pero solo a las personas malas.
—¿Soy una persona mala?
—No, pero no es a ti a quien vengo a asustar.
—¿A quiĂ©n has venido a asustar?
—Al hombre en tu armario.
La piel de mis brazos se me hormigueó. Quería preguntarle a qué se refería, pero me quedé callado cuando escuché un crujido que provenía del armario. La puerta rechinó al abrirse y pude escuchar pisadas suaves acercándose hacia mí. No me atreví a echar un vistazo a través de las sábanas. Las pisadas se detuvieron y noté una respiración pesada a mi lado. Apreté mis ojos con fuerza.
El santuario cálido de mis sábanas desapareció de un tirón.
Abracé mis brazos alrededor de mis rodillas y me preparé para lo peor. Un grito partió el aire nocturno, seguido por el sonido de vidrio quebrado. Abrí mis ojos sutilmente y descubrí un cuchillo que yacía en la alfombra junto a mi cama; la hoja destellaba bajo la luz de la luna.
Mis padres se apresuraron a mi habitación y me preguntaron lo que había pasado, pero no sabía qué decirles, solo que alguien se había estado escondiendo en mi armario y que había saltado por la ventana.
Mis padres llamaron al 911 y la policía llegó de inmediato. Arrestaron a un hombre, Gary Thompson, que estaba corriendo por la calle a unos bloques de distancia. Estaba cubierto en sangre y vidrio roto. Encontraron el auto abandonado de Gary en nuestra propiedad, y dentro de este había cinta adhesiva, cuchillos, barbitúricos y una cámara de video.
Según me contaron, el abogado de Gary alegó demencia, y actualmente Gary está encarcelado en una institución psiquiátrica estatal para criminales.
Nunca volvĂ­ a saber de Frank el monstruo, pero el detective que estuvo a cargo del caso nos dijo que Gary duerme en el suelo de su celda.
Les dice a los doctores que está aterrado del monstruo bajo su cama.. "

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