La historia que estoy por narrar es un hecho que hasta hoy en dĂa no se si puedo considerarlo paranormal. Solo se que cada vez que la recuerdo no puedo evitar sentir ese terror que sigue sin dejarme dormir.
Mi nombre es Luis y tengo 26 años, cuando uno empieza a vivir sus veintitantos comienza a experimentar ciertos sentimientos que anteriormente ni siquiera pasaban por su cabeza. Uno de ellos es el sentido de independencia, desde mis 20 años querĂa vivir solo, querĂa saber lo que era ser libre de hacer lo que uno quisiera sin que sus padres le llamaran la atenciĂłn.
Hace unos meses decidĂ tomar la decisiĂłn de irme a vivir fuera de casa, honestamente no puedo decir que era independiente puesto que mi padre era quien me pagaba la renta y la colegiatura de la escuela yo solo vivĂa como bien lo dije, fuera de casa.
EncontrĂ© un conjunto de edificios departamentales, la renta era algo costosa pero vi un anuncio en el cual podĂa compartir un departamento con alguien más y los gastos serĂan divididos. Luego de unos dĂas me contactĂ© con la persona que buscaba inquilino, Jorge, otro joven de veintitantos, apenas hablamos por telĂ©fono y nos entendimos a la perfecciĂłn, pactamos una cita y fui a ver el departamento.
Al llegar al lugar me di cuenta que no era muy grande, la sala y el comedor tenĂan buen espacio para dos, el baño era compartido y la cocina era pequeña, solo habĂa dos habitaciones y un pequeño balcĂłn el cual me agradaba mucho para fumar por las noches. Sin pensarlo dos veces, aceptĂ©.
Jorge a diferencia de mi, no era un estudiante, Ă©l trabajaba en un horario nocturno, eso para mi era aĂşn mejor pues tendrĂa la casa totalmente para mi por las tardes y noches, eso era sin duda un plus para la casa ya que al principio uno tarda en acostumbrarse a la presencia ajena, al menos yo.
Se llego la fecha y pasaba mi primera noche en el departamento, Jorge como les habĂa mencionado, no se encontraba y yo estaba viendo la televisiĂłn cuando de pronto la luz elĂ©ctrica se cortĂł, asĂ, de la nada, me pareciĂł extraño pero no prestĂ© mayor importancia. Me fui a mi cuarto y me recostĂ©, algo acalorado e incĂłmodo pero podĂa conciliar el sueño cuando escuchĂ© a Jorge entrar a la casa, eran aproximadamente las tres o cuatro de la mañana, no lo recuerdo, escuchĂ© cĂłmo se dirigĂa a su cuarto y decidĂ salir para preguntar si habrĂa una soluciĂłn al problema, justo al salir de mi habitaciĂłn Jorge estaba por entrar a la suya.
-Jorge, ya tengo un buen rato sin luz..
Se detuvo justo al margen de la puerta y me mirĂł un par de segundos, despuĂ©s entrĂł a su habitaciĂłn y cerrĂł la puerta. No puedo negar que eso me molestĂł un poco ya que al parecer este problema de la luz era comĂşn en el departamento y eso no me lo habĂa mencionado. Lejos del calor no habĂa mayor problema asĂ que me dispuse a dormir.
Al siguiente dĂa me dirigĂa a la escuela, me quedaba a 10 minutos caminando, eso era lo mejor de todo. En clase conocĂ a una chica que vivĂa en el mismo complejo departamental, en el caso de ella prefiero omitir su nombre pues aĂşn sigo frecuentándola, le comentĂ© acerca de mi problema con la energĂa elĂ©ctrica pero solo se extrañó ya que dijo jamás haber experimentado algo asĂ. Eso me hizo sentir más molesto pero de igual manera vivĂamos en edificios diferentes, tal vez por eso ella no experimentaba tal situaciĂłn.
Por la noche de ese mismo dĂa me quede dormido viendo la televisiĂłn, ni siquiera habĂa buena programaciĂłn pero no tenĂa mucho quĂ© hacer. Luego de un rato despertĂ©, sentĂ calor, la televisiĂłn y la luz ya estaban apagadas, otra vez la energĂa fallĂł, girĂ© para levantarme cuando sentĂ como mi corazĂłn se estremeciĂł totalmente, Jorge estaba sentado en el comedor, totalmente a oscuras, me estaba observando mientras comĂa algo, en verdad me asustĂł, estaba totalmente en la penumbra, solo podĂa ver el movimiento de sus manos dirigirse a su boca, me levantĂ© lentamente.
-Otra vez no tenemos luz verdad..
Él solo siguió comiendo y observando mis movimientos.
-Bueno, me voy a descansar, hasta mañana..
Pero una vez más no contestó.
Me encerrĂ© en mi cuarto y atravesĂ© el abanico en la puerta, les juro que no dormĂ ni un instante, en verdad Jorge era muy raro, no sabĂa cuánto tiempo llevaba ahĂ, eran las 3:40 am, pero lo extraño apenas comenzaba.
El primer fin de semana lo pasé en casa de mis papás, en verdad me sentà muy tranquilo, en verdad extrañé vivir en casa y sobre todo extrañé sentirme seguro al dormir pues en mi nuevo departamento esa sensación de tener a un loco en el cuarto de al lado me quitaba un poco el sueño.
Luego de unos dĂas mi nueva amiga me invitĂł a tomar algo, ese dĂa me sentĂa enfermo, no me sentĂa bien para salir, recuerdo que estaba dormido, cuando escuchĂ© el sonido de mi celular, era un mensaje de whatsapp.
-ÂżNo te sentĂas mal?
-Estoy enfermo, sigo acostado en mi cama..
-Entonces tu amigo es el que está en tu balcón.. dile que encienda la luz, se ve súper raro.
Fue entonces que me di cuenta que una vez más no tenĂamos energĂa, comencĂ© a conversar con mi amiga.
-ÂżAcabas de llegar?
-SĂ, debiste haber ido..
-En verdad me siento mal..
-Espero que te mejores, ya llegué a mi casa.
A pesar de mi estado de salud la noche era fresca y sentĂ un fuerte antojo por un cigarro, pensĂ© que tambiĂ©n serĂa un
buen momento
para platicar con Jorge. Al salir me di cuenta que no habĂa nadie en el balcĂłn, solo la puerta abierta, encendĂ mi cigarro y me recarguĂ© en la barandilla, luego de un momento escuchĂ© la puerta de la recamara de Jorge abrirse muy lentamente, las bisagras hacĂan un ruido verdaderamente horroroso y ahĂ estaba Ă©l, otra vez observándome. -ÂżSabes quĂ© es lo que pasa con la luz?
Pero igual que siempre, solo me miraba, llevaba casi dos semanas y jamás habĂa platicado con Ă©l, solo aquel dĂa en que nos presentamos, Jorge en verdad comenzĂł a darme un poco de miedo. Justo cuando estaba por preguntarle cualquier otra cosa, cerrĂł su puerta de golpe, no pude evitar asustarme, peguĂ© un brinco, Jorge abriĂł la puerta solo un poco y asomĂł parte de su cabeza, me mirĂł y volviĂł a encerrarse. Les prometo que corrĂ directo a mi cuarto y me encerrĂ© atravesando esta vez no solo el abanico sino un pequeño mueble, ese maldito loco en realidad me tenĂa aterrado. Pero lo que estaba por venir era por mucho algo más oscuro.
Una madrugada me despertó una vez más el sonido de un mensaje de whatsapp, era ella.
-Luis, fui a buscarte hace un rato, pero tu amigo me dio miedo.
-ÂżTe dijo algo?
-No, iba subiendo a tu piso y estaba parado afuera del departamento, solo miraba la puerta, estaba muy oscuro, ÂżSigues sin tener luz?
Estaba por responder cuando me di cuenta que la puerta de mi cuarto estaba totalmente abierta, me invadiĂł un escalofrĂo por todo el cuerpo cuando vi al fondo de la sala a Jorge parado mirándome.
-¿Qué estás haciendo?
Jorge no respondiĂł nada, pero hizo algo que logrĂł hacerme llorar de miedo, Ă©l comenzĂł a caminar de puntillas hacia mi, como si evitara que yo lo escuchara, tenĂa su cuerpo encorvado y avanzaba lentamente, de puntillas, el miedo me invadiĂł totalmente, cada vez se aproximaba más y sus pasos eran más grandes.
-¿Qué chingados quieres? ¡Déjame en paz pinche loco!
Se detuvo a mitad de camino y me observo por varios segundos, en verdad estaba muy asustado, estaba por volver a gritarle cuando caminĂł rumbo a su cuarto y cerrĂł la puerta. Rápidamente corrĂ a cerrar la mĂa, fue una noche diferente, en esta ocasiĂłn tenĂa miedo, tenĂa coraje, tenĂa pánico, lloraba de miedo, les juro que llorar de miedo es una sensaciĂłn horrible, ese desconocido habĂa logrado hacerme sentir tan dĂ©bil y tan frágil, definitivamente estaba aterrado.
Al dĂa siguiente hablaba con mi amiga y le dije que serĂa mi Ăşltima semana ahĂ, que no podĂa más, le hablĂ© del comportamiento de Jorge y ella me sugiriĂł salir de ese lugar, me comentĂł que habĂa visto a Jorge pocas veces pero siempre se portaba amable, sonreĂa, se veĂa tan normal, en realidad era muy normal, el dĂa que lo conocĂ nos llevamos tan bien, era ordenado, era limpio, no comprendĂa por quĂ© se comportaba de esa manera por las noches. Era muy extraño.
Esa misma noche fue la gota que derramĂł el vaso, me encontraba recostado, no podĂa dormir, no sabiendo que ese maldito loco llegarĂa a mi casa. En unos minutos ocurriĂł lo de todos los dĂas, la electricidad se fue una vez más, eso me ponĂa demasiado nervioso, es fecha que no puedo dormir a oscuras. Luego de un rato Jorge llegĂł a casa, en esta ocasiĂłn era diferente, primero escuchĂ© como movĂa las sillas del comedor, pareciera que las arrastraba por todo el departamento, luego comenzĂł a caminar justo afuera de mi puerta, caminaba de un lado a otro, cada vez con mas intensidad, yo estaba aterrorizado, peguĂ© un brinco cuando escuchĂ© que tocĂł la puerta, sentĂ una sensaciĂłn horrible en el estĂłmago.
-¿Qué necesitas Jorge? Estoy cansado.. quiero dormir.
Al parecer esa respuesta no le agradĂł, intentĂł abrir la puerta a la fuerza, tomĂł la perilla y la movĂa violentamente. Yo quise mostrarme fuerte.
-¡Déjame dormir! ¿En verdad quieres que salga cabrón?
Por un momento pensĂ© que en verdad lo habĂa asustado, pues dejĂł de hacerlo, pero justo cuando comenzaba a tranquilizarme comenzĂł a rasguñar la puerta, eso me hizo entrar en pánico.
-¡Ya déjame en paz! ¡Por favor!
Por varios minutos se detuvo, solo eran minutos pero para mi era una eternidad, fue hasta que reunà valor y decidà asomarme, poco a poco me acerqué y abrà la puerta lentamente, comencé a observar de lado a lado el departamento, después de unos segundos noté un bulto en el rincón de la casa, comencé a poner más atención cuando ese bulto comenzó a caminar hacia mi en cuatro piernas.
-¡Puto loco de mierda!
GritĂ© al tiempo que cerraba la puerta y comenzaba a empacar mis cosas, escuchĂ© como claramente abriĂł la puerta del departamento, yo estaba temblando de miedo, llamĂ© a mi amiga, respondiĂł y me escuchĂł llorar, eso la alarmĂł mucho y me pidiĂł una vez más que saliera de ahĂ, me dijo que podĂa quedarme con ella esa noche, sin pensarlo dos veces aceptĂ©, pronto llamĂ© a Jorge, tenĂa todo un discurso preparado para decirle que me largaba, pero no respondiĂł. TomĂ© mis cosas lo más básico y salĂ de mi habitaciĂłn, la puerta de entrada estaba abierta y justo antes de salir recibĂ una llamada de Jorge.
-Ya me voy, pinche loco de mierda, no me vuelvo a parar en tu casa.
-¿Qué chingados tienes?
-Primero la luz se va a cada pinche rato y luego tú toda la noche como un enfermo mirándome dormir, en verdad eres un…
-¡Luis!, yo trabajo toda la noche, yo llego en la mañana al depa, ¿Qué chingados te pasa?
Les mentirĂa si les digo que solo salĂ de ahĂ, no fue asĂ, no solo me larguĂ© de ese lugar, cuando Jorge dijo que Ă©l no pasĂł ninguna noche un miedo recorriĂł mi cuerpo totalmente, caminĂ© directo a la salida, sabĂa que esa persona que todo el tiempo que pensĂ© era Jorge se encontraba detrás de mi, podĂa sentir esa mirada, sabĂa que estarĂa tras el comedor esperando a que volteara, no lo hice, caminĂ© rápido y bajĂ© las escaleras corriendo, llorando, corrĂ hasta llegar al edificio de mi amiga, les juro que su abrazo me hizo sentir tan aliviado, tan tranquilo.
Jamás tuve el valor de ver a Jorge otra vez, mi padre fue por el resto de mis cosas y no volvà a pararme cerca de ese departamento, gracias a ese lugar conocà el miedo. Actualmente la chica de la historia es mi novia y vivimos juntos en otro complejo departamental, no les niego que sigo teniendo un poco de miedo todas las noches al dormir. Sigo pensando, agradeciendo, rezando y dando gracias a Dios por no permitirme ver a esa cosa que me acechó por dos semanas.
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