Tenebroso lugar conocido como “El Puente de los Duendes”.

 

Una leyenda del Estado de Puebla en la República Mexicana

Ubicado en la Sierra Mixteca de Tehuacán. Los lugareños advierten que por ningún motivo te debes acercar. A menos de que quieras experimentar el tormento que sufrió un campesino de la zona que, afortunadamente, vivió para contarlo, pues pequeños duendes arrastran a la gente hasta llevarlos debajo de un puente, en el que hacen cosas aun no sabidas y quien entra ahí no sale jamás.

Gracias que una persona pudo escapar se sabe un poco más de este destino incierto y misterioso.

La gallina

Un hombre regresaba de la fiesta del pueblo algo pasado de copas, para combatir un poco el frío, en medio de la noche se le ocurre ir a buscar leña, la única que pudo encontrar estaba cerca del tan temido puente, ya sabiendo las desgracias que a él se le atribuían procuró estar lo más pronto posible de regreso, solo tomó un par de palos tan rápido como pudo. Pero al dar vuelta, vio entre los matorrales una gallina grande y gorda.

Parecía que no pertenecía a nadie porque la gente acostumbra guardar los animales en sus corrales por temor a lobos o coyotes.

Dispuesto a capturarla, la sigue entre los matorrales, y aunque la gallina es muy lenta, se le hace escurridiza, no desistía de su intento. Deseaba cenarse a esa gallina hasta que se dio cuenta, que la gallina se detuvo justamente en un extremo del puente.

En ese instante, el campesino sintió el cuerpo adormecido, por lo que no pudo huir. Una fuerza lo condujo contra su voluntad hacia abajo del puente, donde se escuchaban algunas risas y voces ininteligibles.

Lo que sucedió debajo del Puente de los Duendes

De pronto, la gallina que perseguía se convirtió frente a él en un pequeño pero aterrador duende que lo veía fijamente, con una risa malintencionada, oyéndose gritos y gemidos de dolor, el hombre pudo salir un segundo de su trance, tomando el control de su mano para hacer la señal de la cruz, y diciendo estas palabras – Padre nuestro, si mi carne es para los demonios, al menos deja que mi alma esté contigo en el paraíso-

Las criaturillas chillaron en reacción de desacuerdo, queriendo abalanzarse sobre él, se le fueron encima, pero afortunadamente el hombre pudo escapar corriendo, gracias a sus palabras.

Al amanecer, el campesino despertó tirado en el campo. Al principio pensó que todo había sido una terrible pesadilla. Pero al ver sus piernas ensangrentadas y rasguñadas se dio cuenta de que todo fue real. Entonces, como pudo, fue a su casa y jamás se volvió a acercar al Puente de los Duendes.

 


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