SVMMA DAEMONIACA
Tratado de DemonologĂa
Manual de Exorcistas
Fortea
Por mĂ se va a la ciudad del
llanto; por mĂ se va al eterno dolor; por mĂ se va hacia la raza condenada: la
justicia animĂł a mi sublime arquitecto; me hizo la Divina Potestad, la Suprema
SabidurĂa y el primer Amor. Antes de mĂ no hubo nada creado, a excepciĂłn de lo
inmortal, y yo duro eternamente. iOh vosotros los que entráis, abandonad toda
esperanza!
inscripciĂłn
que Dante Aligheri coloca en el dintel de entrada al infierno
IntroducciĂłn . .. .. . ... . .. .. . . .. .
.. ..8
Tratado de demonologĂa .... .. ... .. .....
... .. .. . .. ..... .. ... .. ... l l
Parte I, naturaleza demonĂaca. .. ... ..
... .. ... .. .. ... .. .. .. .. ... 1 3
Parte II, la
tentaciĂłn y el pecado .. ... .. ... .. ... .. .. .. .. ..... .. .. . .. . .....
.. .. .3
1
Parte III, el obrar del demonio en el
hombre y la naturaleza ..... ... .. ........40
Parte IV, cuestiones teolĂłgicas .
... . . ... . . ... . . ... . . .. .. . .. .. ... .. .... . . ... . .. .. ..62 Parte V,
cuestiones bĂblicas . .. .. . .. .. . .. .. . .. .. . . .. . ... .. ..... .. ... .... ..
..... .... 75
Parte VI, el infierno .. .. . .. .. . .. ..
. .. .. . .. .. .... .9 1
Parte VII, apéndices .. . .. .. . .. ... ..
.. ... ..... .99
Manual de exorcistas.......................... 1 1 7
CapĂtulo
I, la posesiĂłn .. ... ... .. ... .. ... .. .. . .. .. . .. . ... . . . 1 1 9
CapĂtulo II, el exorcismo y el exorcista.
... .. ..... .. ..... .. ....... 1 38
CapĂtulo III, fenomenologĂa demonĂaca .. .. ... .. .... ... 1 6 1
CapĂtulo IV, tesis sobre espĂritus
perdidos .. 1 73
CapĂtulo V, casos ... .. ... .. . .. .. ...
. . 1 94
CapĂtulo VI, suplementos .. .. .. . .. ..
... .. . .. .. . .. . ... . . . .. .. ... . 297
El mal ... .. . .... . ..
.....309
Cuestiones
.. . .. ... .. ... .. . ... .... .. .3 1
1
Anexos.. ... ..... ... ... .. ... .....
...323
Cuestiones quolibetales .. ... .. .. . ..
.. . .. . ...355
ConclusiĂłn .. ... ... .. ... . .. ... ..
... .. ... . .. .. .373
8 J.A.Fortea
¶ntroĂąuccĂĂ“n
e optado por escribir un libro al modo de los antiguos
tratados escolásticos, es decir una obra distribuida en infinidad de cuestiones
de heterogĂ©nea extensiĂłn y desigual peso teolĂłgico. ¿Por quĂ©? Pues porque me
pareció el modo más libre de poder tratar el tema desde todos los puntos de
vista. Y sobre todo me pareciĂł Ă©sta la manera de poder abarcar al demonio en
todos sus aspectos y detalles. En una materia como Ă©sta, los detalles son muy
importantes. Cada detalle de la Biblia sobre el demonio no es ocioso. Siempre
me fascinaron aquellos viejos tomos escolásticos escritos en letra gótica en
los que los temas teológicos iban apareciendo con una lógica férrea y al mismo
tiempo según el interés y gustos del monje o religioso que la dictaba a su secretario
doblado sobre su escriptorio.
sĂ como en mi tesis sobre el exorcismo,
la que hice para la universidad, estaba plagada de notas a pie de página, de
citas eruditas y de temas que los académicos consideran serios y graves, en
ésta he querido hacer una obra más libre, menos sujeta a ningún esquema
preconcebido. No me hubiera sido difĂcil dar a todo el contenido de este libro
otro aspecto formal aparentemente más orgánico, pero hice la obra tal cual me
habrĂa gustado leerla. Ahora con el libro consumado contemplo una construcciĂłn,
una construcciĂłn, una construcciĂłn intelectual sobre el mundo angĂ©lico caĂdo.
nota: El tĂtulo latino de
esta obra Summa Daemoniaca se traduce como Suma de cuestiones relativas al
demonio.
En latĂn el sustantivo summa
significa suma, conjunto, generalidad. El adjetivo daemoniaca puede significar
maligno, demonĂaco, pero tambiĂ©n lo relativo al demonio, lo que concierne al
demonio, en este segundo sentido se ha tomado para el tĂtulo.
9
ste libro me recuerda a una construcciĂłn
arquitectĂłnica medieval. Con sus pilares, sus galerĂas y recovecos. Un libro
con sus capiteles, pĂłrticos y criptas. Por esta obra sobre el demonio se puede
ir y venir, recorrerla exhaustivamente o pasear por ella, es una construcciĂłn
teolĂłgica. Una especie de laberinto demonĂaco con sus cuestiones, partes,
apéndices, suplementos y anexos. Una construcción al fin y al cabo, levantada
con conceptos en vez de piedras, o mejor dicho, con las piedras de los
conceptos. Y todo erigido bajo las firmes leyes de la lĂłgica, todo este aparente
laberinto sujeto a una estructura férrea que se esconde tras la aparente selva
de cuestiones. Ojalá que el lector no olvide durante su lectura (durante el
deambular en el seno de esta construcciĂłn) lo que no se olvidĂł durante su
escritura: que toda construcciĂłn teolĂłgica ha sido erigida a la mayor gloria de
Dios. Es curioso, hasta una construcciĂłn teolĂłgica sobre el demonio proclama el
poder de la omnipotente mano divina.
Enfrente del
mal está el bien, v frente a la muerte, la vida; asĂfrente al piadoso, el
pecador.
Contempla
todas las obras del AltĂsimo asĂ: de dos en dos, una frente a la otra.
Eclesiástico 33, 14-15.
TRATADO DE DEMONOLOGĂŤA
13
CuestiĂłn I
¿QuĂ© eg un
Ăąemonio?
n demonio es un ser espiritual de
naturaleza angélica condenado eternamente. No tiene cuerpo, no existe en su
ser ningĂşn tipo de materia sutil, ni nada semejante a la materia. Sino que se
trata de una existencia de carácter Ăntegramente espiritual. Spiritus en latĂn
significa soplo, hálito. Dado que no tienen cuerpo, los demonios no sienten la
más mĂnima inclinaciĂłn a ningĂşn pecado que se cometa con el cuerpo. Por tanto
la gula o la lujuria son imposibles en ellos. Pueden tentar a los hombres a
pecar en esas materias, pero sĂłlo comprenden esos pecados de un modo meramente
intelectual, pues no tienen sentidos corporales. Los pecados de los demonios,
por tanto, son exclusivamente espirituales.
Los demonios no
fueron creados malos. A ellos al ser creados, se les ofreciĂł una prueba, era la
prueba previa antes de la visiĂłn de la esencia de la Divinidad. Antes de la
prueba veĂan a Dios pero no veĂan su esencia. El mismo verbo ver es
aproximativo, pues la visión de los ángeles es una visión intelectual. Como a muchos
les resultará muy difĂcil entender cĂłmo podĂan ver/conocer a Dios, pero no
ver/conocer su esencia habrĂa que proponer como comparaciĂłn que serĂa como
decir que ellos veĂan a Dios como una luz, que le oĂan como una voz majestuosa
y santa, pero que su rostro seguĂa sin desvelarse. De todas maneras, aunque no
penetraran su esencia, sabĂan que era su Creador, y que era santo, el Santo
entre los Santos.
Antes de penetrar en la visiĂłn beatĂfica de esa esencia
divina Dios les puso una prueba. En esa prueba unos obedecieron, otros
desobedecieron. Los que desobedecieron de forma irreversible se transformaron
en demonios. Ellos mismos se transformaron en lo que son. Nadie les hizo asĂ.
Hubo unas fases en la psicologĂa de los ángeles antes de
transformarse en demonios. Estas fases se dieron no en el tiempo material, sino
el evo. (Que sea el evo se explica más adelante en esta obra).
Al darse en el evo, estas fases a los humanos nos parecerĂa
que fueron casi instantáneas. Pero lo que a nosotros nos parecerĂa tan breve,
para ellos fue muy largo. Las fases de transformación de ángel a demonio fueron
las siguientes: Al comienzo les entró la duda. La duda de que quizá la
desobediencia a la Ley divina fuera lo mejor. En el momento en que
voluntariamente aceptaron la posibilidad de que la desobediencia a Dios fuera
una opciĂłn a considerar ya pecaron. Al principio esa aceptaciĂłn de la duda
constitui-
rĂa un pecado venial que poco a poco fue
evolucionando al pecado grave. Pero al principio, ninguno de ellos en esta
primera fase estaba dispuesto a alejarse irreversiblemente, ni siquiera el
Diablo. Fue posteriormente cuando se fue asentando en sus inteligencias lo que
su voluntad habĂa escogido a pesar del dictamen de su inteligencia que les
recordaba que tal desobediencia era contra razĂłn. Pero sus voluntades se fueron
alejando de Dios, y como consecuencia de ello sus inteligencias fueron
aceptando como verdadero el mal que su voluntad habĂa escogido. Sus
inteligencias fueron consolidándose en el error. La voluntad de desobedecer se
fue afianzando, haciéndose esa determinación cada vez más profunda. Y la
inteligencia iba buscando más y más razones para que eso le resultase cada vez
más justificable. Finalmente ese proceso llevó al pecado mortal que se dio en un
momento concreto, a través de un acto de la voluntad. Es decir, cada ángel
llegĂł un momento en que no sĂłlo quiso desobedecer, sino que incluso optĂł ya por
tener una existencia al margen de la Ley divina. Ya no era un enfriamiento del
amor a Dios, ya no era una desobediencia menor a algo determinado que les
resultase difĂcil de aceptar, sino que en la voluntad de muchos de ellos
apareciĂł la idea de un destino aparte de la Trinidad, un destino autĂłnomo.
Los que perseveraron en este pensamiento y decisiĂłn comenzaron un proceso de justificaciĂłn de esta elecciĂłn. Comenzaron un proceso en que se trataron de autoconvencer de que Dios no era Dios. De que Dios era un espĂritu más. De que podĂa ser su Creador, pero que en El habĂa errores, fallos. Comenzaban a acariciar la posibilidad que habĂa aparecido en sus inteligencias: la posibilidad de una existencia aparte de Dios y de sus normas. La existencia aparte de Dios aparecĂa como una existencia más libre. Las normas de Dios, la obediencia a El y a su voluntad, aparecĂan progresivamente como algo opresor, pesado. Dios comenzaba a ser visto como un tirano frente al que habĂa que liberarse. En esta nueva fase de alejamiento, ya no era simplemente que buscaran un destino fuera de Dios, sino que Dios mismo les parecĂa que era un obstáculo para alcanzar esa libertad. Pensaban que la belleza y felicidad del mundo angĂ©lico hubiera sido mucho más feliz y libre sin un opresor. ¿Por quĂ© habĂa un EspĂritu que se alzaba por encima de los demás espĂritus? ¿Por quĂ© su voluntad se debĂa imponer sobre la de los demás espĂritus? ¿Por quĂ© una Voluntad debe imponerse sobre otras voluntades? No somos niños, no somos esclavos, debieron pensar. Dios ya no era un elemento que habĂan dejado atrás, sino que comenzaba a convertirse para ellos en el mal. Y asĂ comenzaron a odiarle. Las llamadas de Dios hacia estos ángeles para que volvieran hacia El eran vistas como una intrusiĂłn inaceptable. En esta fase, el odio en unos creciĂł más en otros espĂritus menos.
Puede sorprender que un ángel llegue a odiar a Dios. Pero hay
que entender que Dios para ellos ya no era el bien, sino el obstáculo, la
opresiĂłn, las cadenas de los mandamientos, la falta de libertad. El odio naciĂł
con la energĂa de sus voluntades resistiendo una y otra vez a las llamadas de
Dios que como un padre les buscaba. El odio naciĂł como reacciĂłn lĂłgica de una
voluntad que tiene que afianzarse en su decisiĂłn de abandonar la casa paterna,
por decirlo en términos que resulten inteligibles para nosotros. Es decir,
alguien que se marcha de casa al principio simplemente quiere marcharse, pero
si el padre le llama una y otra vez, el hijo acaba diciendo déjame en paz. Dios
les llamaba entonces, pues sabĂa que cuanto más tiempo sus voluntades
estuvieran alejadas de El, más se afianzarĂan en su alejamiento.
Por supuesto que muchos ángeles que se habĂan alejado en un
primer momento volvieron. Esta es la gran lucha en los cielos de la que se
habla en Apocalipsis 12:
Y se enta6(Ăł un combate en
el cielo: Miguel y sus ángeles [ucbanòo con el Dragón. Y el Dra ón luchó y sus
ángeles, pero no tuvieron erza no volvió a encontrarse su sitio en e cielo. Fue
expu(saòo d gran Dra[a Serpiente antigua que se [lama
Dia6[o y d Aòversario, que engaña al oy6e entero. Fue expulsaòo a (a tierra, y
sus ángeles fueron expu[saòos con él
¿CĂłmo los ángeles pueden luchar entre sĂ? Si no tienen cuerpo, quĂ© armas pueden ser usadas. El ángel es espĂritu, el Ăşnico combate que se puede entablar entre ellos es intelectual. Las Ăşnicas armas que pueden blandir son los argumentos intelectuales. Esa lucha fue una lucha intelectual. Dios enviaba la gracia a cada ángel para que volviera a la fidelidad o se mantuviera en ella. Los ángeles daban argumentos a los rebeldes para que volvieran a la obediencia. Los ángeles rebeldes daban sus razones para fundamentar su postura y para introducir la rebeliĂłn entre los fieles. En esta angelical conversaciĂłn de miles de millones de ángeles hubo bajas por ambos lados: ángeles rebeldes regresaron a la obediencia, ángeles fieles fueron convencidos con la seducciĂłn de los razonamientos malignos.
La transformaciĂłn en demonios fue progresiva. Con el
transcurrir del tiempo el evo es un tipo de tiempo—
unos odiaron más a Dios, otros menos. Unos se hicieron más soberbios, otros no
tanto. Cada ángel rebelde fue deformándose más y más, cada uno en unos pecados
especĂficos. AsĂ como, por el contrario, los ángeles fieles se fueron
santificando progresivamente. Unos ángeles se santificaron más en una virtud
otros en otra. Cada ángel se fijó en un aspecto u otro de la divinidad. Cada
ángel amó con una medida de amor. Por eso en el bando de los fieles comenzó a
haber muchas distinciones, según la intensidad de las virtudes que cada ángel
practicó más.
Cada ángel tenĂa su propia naturaleza dada por Dios, pero
cada uno se santificĂł en una medida propia segĂşn la gracia de Dios y la
correspondencia de la propia voluntad. Esto es válido pero al revés, para los
demonios. Cada uno recibiĂł de Dios una naturaleza, pero cada uno se deformĂł
segĂşn sus propios caminos extraviados.
Por eso la batalla acabĂł cuando ya cada uno quedĂł encasillado
en su postura de forma irreversible. LlegĂł un momento en que ya sĂłlo habĂa
cambios accidentales en cada ser espiritual. En los demonios, llegĂł un momento
en que ya cada uno se mantuvo firme en su imprudencia, en sus celos, en su
odio, en su envidia, en su soberbia, en su egolatrĂa...
La batalla habĂa acabado. PodĂan seguir discutiendo,
hablando, disputando, exhortándose, durante miles de años, por decirlo asà en
tĂ©rminos humanos, pero ya sĂłlo habrĂa cambios accidentales. Fue entonces cuando
los ángeles fueron admitidos a la presencia divina, y a los demonios se les
dejĂł que se alejaran, se les abandonĂł a la situaciĂłn de postraciĂłn moral en que
cada uno se habĂa situado.
Como se ve no es que los demonios sean enviados a un lugar cerrado de llamas y aparatos de tortura, sino que se les deja como están, se les abandona a su libertad, a su voluntad. No se les lleva a ninguna parte. Los demonios no ocupan lugar, no hay donde llevarles. No hay aparatos de tortura, ni llamas que les puedan atormentar, ni cadenas que les amarren sus miembros. Tampoco los ángeles fieles entraron en ningĂşn sitio. Simplemente recibieron la gracia de la visiĂłn beatĂfica. Tanto el cielo de los ángeles, como el infierno de los demonios, son estados. Cada ángel porta en su interior su propio cielo estĂ© donde estĂ©. Cada demonio, estĂ© donde estĂ©, lleva dentro de su espĂritu su propio infierno.
El momento en que ya no hay marcha atrás es el momento en que
un ángel ve la esencia de Dios. Porque después de ver a Dios ya nada le podrá
hacer cambiar de opinión. Después de haber visto a Dios, jamás nadie podrá
escoger algo que le ofenda lo más mĂnimo. Pues la inteligencia comprenderĂa que
serĂa escoger estiĂ©rcol frente a un tesoro. El pecado despuĂ©s de ese momento es
imposible. El ángel antes de entrar al cielo, comprendĂa a Dios, comprendĂa lo
que era, lo que suponĂa su santidad, omnipotencia, sabidurĂa, amor... DespuĂ©s
de ser admitido a contemplar su esencia, uno no sĂłlo la comprende, sino que
además la ve. Es decir, uno ve su santidad, su amor, su sabidurĂa, etc, etc. El
espĂritu al ver aque110 se llena de tal amor, de tal veneraciĂłn, que jamás,
bajo ningĂşn concepto, quiere separarse de ello. Por eso el pecado pasa a ser
imposible.
El demonio queda irremisiblemente ligado a lo que ha
escogido, desde el momento en que Dios decide no insistir más. Llega un momento
en que Dios decide no enviar más gracias de arrepentimiento. Pues cada gracia
de arrepentimiento sólo puede ser superada, sólo puede ser vencida, afirmándose
más en el odio. Llega un momento en que Dios ve que enviar más gracias sólo
sirve para que el demonio afiance más lo que ha escogido su voluntad. Llega un
momento en que Dios Amor da la espalda] y deja a su hijo que siga su camino.
Deja que el demonio siga su vida aparte.
Por un lado podrĂamos decir que no hay un momento Ăşnico en
que el ángel se transforme en demonio, sino que se trata de un proceso lento,
gradual, evolutivo. Pero por otro lado por largo que haya sido ese proceso
previo (y posterior) sĂ que hay un momento preciso en el que el espĂritu
angélico tiene que tomar la deciSión de rechazar o no a su Creador.
Ya se ha dicho que en ese proceso cabe la marcha atrás, esa
es la celestial batalla angélica de la que habla Ap 12, 7-9. Pero llega un
momento de esa batalla, en que ya los demonios se alejan y se alejan. No
tendrĂa sentido seguir insistiendo. El Creador respeta la libertad de cada uno.
El demonio aparece en las pinturas y esculturas deforme, es muy adecuado ese modo de representarlo, pues es un espĂritu angĂ©lico deformado. Sigue siendo ángel, es sĂłlo su inteligencia y su voluntad lo que se ha deformado, nada más. En lo demás sigue siendo tan ángel como cuando fue creado. El demonio en definitiva es un ángel que ha decidido tener su destino lejos de Dios. Es un ángel que quiere vivir libre, sin ataduras. La soledad interior en que se encontrará por los siglos de los siglos, los celos de comprender que los fieles gozan de la visiĂłn de un Ser Infinito, le llevan a echarse a sĂ mismo en cara su pecado una y otra vez. Se odia a sĂ mismo, odia a Dios, odia a los que le dieron razones para alejarse.
Pero no todos sufren lo mismo. Unos ángeles en la batalla se
deformaron más y otros menos. Los que más se deformaron, los más deformes,
sufren más. Los menos deformes sufren menos. Pero una vez más hay que recordar
que sĂłlo es deformidad de la inteligencia y la voluntad.
I Un buen amigo mĂo profesor de la universidad de
Alcalá de Henares, se quedó un poco sorprendido ante esta expreSión de dar la
espalda e incluso me sugiriĂł la posibilidad de una correcciĂłn en la
formulaciĂłn de la frase. ¿Puede de verdad hacer tal cosa el Amor Infinito'?
Indudablemente sĂ. La rebeldĂa de la criatura lleva a que finalmente Dios
abandone a ese ser a su propia suerte. ¿QuĂ© momento es ese en que la criatura
queda abandonada? Ese momento es aquel en el que Dios decide no conceder
ninguna gracia más de arrepentimiento a la criatura. En ese instante podemos
decir que Dios ha dado la espalda al ser que creĂł. En cuanto ocurre esa
terrible y temible decisión, la criatura está ya juzgada. |
La inteligencia está defornlada, oscurecida, por las propias
razones con las que uno justificĂł su marcha, su liberaciĂłn. La voluntad impuso
a la inteligen-
cia su decisiĂłn, y la inteligencia se vio
impelida a justificar esa decisiĂłn. La inteligencia funcionĂł como un mecanismo
de justificaciĂłn, de argumentaciĂłn de aque110 que la voluntad le fustigaba a
aceptar. Como se ve, el proceso tiene una extraordinaria similitud con el
proceso de envilecimiento de los humanos. No nos olvidemos que los humanos
somos un espĂritu en un cuerpo. Si prescindimos de los pecados relativos al
cuerpo, el proceso interno psicolĂłgico que lleva a una persona buena a acabar
en la mafia, o de guardia en un campo de concentraciĂłn o de terrorista, es en
sustancia el mismo proceso. En sustancia, el concepto de pecado, de tentaciĂłn,
de evoluciĂłn de la propia iniquidad es igual en el espĂritu angĂ©lico que en el
espĂritu del hombre.
Pues los pecados del hombre son pecados
del espĂritu, aunque los cometa con el cuerpo.
El niño tiene niñez, pero también el ángel al principio
acaba de ser creado y no tiene experiencia. La persona humana tiene tentaciones
de otras personas, también los ángeles de sus semejantes. El hombre puede pecar
por estructuras mentales tales como la patria, el honor de la familia, por el
bienestar de un hijo. El espĂritu angĂ©lico tambiĂ©n tenĂa detrás de sĂ grandes
construcciones intelectuales que, aunque distintas a las humanas, supondrĂan un
complejo correlato angélico de todo este mundo humano que conocemos.
Nosotros los humanos somos tambiĂ©n espĂritu, aunque tengamos
un cuerpo, y sĂłlo tenemos que mirar a nuestro interior para comprender como uno
puede caer en el pecado, como uno puede envilecerse. Es entonces cuando el
pecado de los ángeles ya no nos resulta tan incomprensible, cuando nos empieza
a parecer más cercano.
CuegtiÓn 2
apor quĂ© pugo una prueba a los espĂritus angĂ©licos?
' Por quĂ© no concediĂł la visiĂłn beatĂfica a
todos en cuanto les creĂł? ¿Por quĂ© se arriesgĂł a que algunos se convirtieran en
demonios? Dios podrĂa haber creado espĂritus angĂ©licos y directamente haberles
concedido la gracia de la visiĂłn beatĂfica. Esto era perfectamente posible a su
omnipotencia y no hubiera habido ninguna injusticia en hacerlo. Pero habĂa tres
poderosas razones para concederles una fase de prueba antes de la visiĂłn
beatĂfica.
La razĂłn menos importante de todas era el que Dios tenĂa que
dar a cada ser racional un grado de felicidad. Todos en el cielo ven a Dios,
pero nadie puede gozar de El en un grado infinito, eso es imposible. SĂłlo Dios
goza infinitamente. Cada ser finito goza al máximo, sin desear más, pero de un
modo finito. Goza finitamente de un bien infinito. La comparaciĂłn que se suele
usar para comprender este concepto metafĂsico es que cada ser racional tiene un
vaso, Dios llena ese vaso hasta sus bordes, plenamente. Pero cada vaso es de
una medida determinada.
Dios en su sabidurĂa determinĂł algo especialmente
inteligente: que cada uno determinara el grado de gloria que iba a gozar
durante la eternidad. Dado que esto es para siempre, dado que es algo tan
importante, Dios ha dejado tal cosa en nuestras manos. Ya que cada uno ha de tener
un grado, eso es inevitable, pues que cada uno decida ese grado. ¿El modo'? :
una prueba. Según la generosidad, el amor, la constancia y demás virtudes que
manifestemos en esa prueba, asà en esa medida será el grado. Como se ve es una
disposiciĂłn de las cosas magnĂfica, una disposiciĂłn en la que se manifiesta la
sabidurĂa infinita de Dios.
Si esta razĂłn expuesta es importante, considero que todavĂa
lo es más el considerar el hecho de que el Ăşnico momento en el que un espĂritu
puede desarrollar su fe, su generosidad para con Dios es mientras todavĂa no lo
ve. Después al verlo tendrá el agradecimiento por lo que ya contempla. Pero ese
amor generoso en la fe, esa confianza hacia Dios en la oscuridad, eso es
posible sólo antes de la visión. Después ya nunca será posible. Todo será
posible, menos eso. Digamos que es un aspecto del espĂritu que o se desarrolla
antes de la visión facial de la esencia de Dios, o después ya es absolutamente
imposible. Por eso la prueba es un don de Dios. Un don para que en nosotros
germine y se desarrolle la flor de la fe con todos sus frutos. Esa flor en
nosotros ya no podrá nacer durante toda la eternidad. Ya no podrá haber fe
donde hay visiĂłn. Y tras la fe y como consecuencia de ella vienen las virtudes
subsiguientes. Cada ángel desarrollarĂa unas más y otras menos.
Ante todo, el tiempo de prueba daba la posibilidad de que
nacieran y se desarrollaran las virtudes teologales. Y después, incluso, unos
ángeles desarrollarĂan más la virtud de la perseverancia, otros la de la
humildad, otros la de la sĂşplica, etc.
Claro que conceder a un ser la posibilidad de que en Ă©l nazca
la fe, supone arriesgarse a que pueda germinar en ese mismo ser no la fe sino
el mal. Dios al dar la libertad, sabe que una vez que la conceda puede
encauzarse a sĂ misma hacia el bien o hacia el mal. Dios puede crear el cosmos
como quiera, como desee, segĂşn su voluntad, sin ninguna cortapisa, sin ningĂşn
lĂmite. Pero el santo no se crea, se hace a sĂ mismo con la acciĂłn de la
gracia. Conceder el don de la libertad a los espĂritus supone que puede
aparecer una madre Teresa de Calcuta o un Hitler. Una vez que se concede el
regalo de la libertad, se concede con todas las consecuencias. Querer que
aparezca el bien espiritual supone de antemano aceptar la posibilidad de que
aparezca el mal espiritual. En el cosmos material no hay bien espiritual, ni la
más pequeña cantidad de bien espiritual. El bien del cosmos material es un bien
material, la glorificaciĂłn del universo fĂsico al Creador es una glorificaciĂłn
material e inconsciente. El bien espiritual es cualitativamente superior, pero
supone necesariamente tener que admitir ese riesgo. Por eso la apariciĂłn del
mal no fue un trastocamiento de los planes divinos. La posibilidad de la
apariciĂłn del mal ya formaba parte de los planes divinos antes de la creaciĂłn
de criaturas pensantes.
De todas maneras, aunque he hablado de que la prueba era necesaria para determinar el grado de gloria, la razón más importante, la razón más poderosa, para conceder el don de la libertad era para obtener el amor de un modo libre. Sin esa prueba, Dios hubiera podido obtener el agradecimiento de los seres a los que hubiera dado un grado de gloria sin pasar por el riesgo de una prueba. Pero Dios es un ser que ama y que quiere ser amado.
El Ăşnico modo de obtener ese amor en la fe, ese amor que se
confĂa, ese amor desinteresado en la oscuridad del que todavĂa no ve, era
proponer esa prueba. Vuelvo a repetir que el mismo Dios que puede crear miles
de cosmos con sĂłlo un acto de su voluntad, no puede crear ese amor que nace del
que es probado en el sufrimiento de la fe. El amor a Dios no se crea, es una
donaciĂłn por parte de la criatura.
CuestiĂłn 3
apor qué no retiró la libertab al ber que comertìaban a pecar?
' Por qué Dios no retira la libertad
en cuanto ve que alguien avanza por el camino del mal? Pues no lo hace, porque
realizar tal cosa supondrĂa que tal espĂritu quedarĂa ya para siempre en el
mal. Permitir que siga haciendo el mal, supone ofrecerle la posibilidad de que
retorne al bien. Retirarle de la prueba harĂa que se cometieran menos pecados,
pero el espĂritu que ha sido retirado quedarĂa petrificado en el mal para
siempre. Permitir que el malo siga haciendo el mal, le da la posibilidad de
retroceder.
4
¿Son tobog log bemonĂog iguales?
a hemos visto que cada demonio pecĂł con
una intensidad determinada. Además cada demonio pecó en uno o varios pecados en
especial. La rebeliĂłn tuvo su raĂz en la soberbia, pero de esa raĂz nacieron
otros pecados. Eso en los exorcismos se ve con gran claridad, hay unos demonios
que pecan más de ira, otros de egolatrĂa, otros más de desesperaciĂłn, etc. Cada
demonio tiene su psicologĂa, su forma de ser particular. Los hay locuaces, los
hay más despectivos, en uno brilla de un modo especial la soberbia, en otro el
pecado del odio, etc. Aunque todos se apartaron de Dios, unos son más malos que
otros.
Después hay que recordar que como nos dice San Pablo hay
nueve jerarquĂas de ángeles. Las jerarquĂas superiores son más poderosas,
bellas e inteligentes que las inferiores. Cada ángel es completamente distinto
de otro ángel. No hay razas de ángeles, por usar un término zoológico. Sino que
cada uno agota su especie. Sin embargo, sà que es posible agrupar a los ángeles
en distintos grandes grupos o jerarquĂas. JerarquĂas tambiĂ©n llamadas coros,
pues esos grupos es como si formaran coros que cantan las alabanzas de Dios. Su
cántico por supuesto no es de la voz, sino es la alabanza
espiritual que emite su voluntad al conocer y
amar a la Trinidad.
De cada una de las nueve jerarquĂas cayeron ángeles
transformándose en demonios. Es decir, hay demonios que son virtudes,
potestades, serafines, etc. Aunque sean demonios siguen conservando intacto su
poder e inteligencia.
Por todo lo dicho está claro que existe una jerarquĂa
demonĂaca. Una cosa comprobada por los exorcismos es que entre ellos existe un
poder de los superiores sobre los inferiores. ¿En quĂ© consiste ese poder? Es
algo imposible de saber, pues no se ve como un demonio puede obligar a otro a hacer
algo. Pues no hay cuerpoque empujar o forzar. Sin embargo, he comprobado que un
demonio superror puede forzar a uno inferior a no salir de un cuerpo durante un
exorcismo. Aunque el inferior sufra y quiera salir, el superior se lo puede
impedir. CĂłmo un demonio puede forzar a otro demonio siendo Ă©ste intangible, es
algo, lo repito, que escapa a nuestra comprensiĂłn.
5
ZoologĂa p ĂątmonologĂa
odrĂamos decir que existe un cierto
paralelismo entre la zoologĂa y la demonologĂa. Pues aunque cada ser angĂ©lico es
completamente distinto de otro, ya que agota su forma2 Sin embargo,
es posible englobarlos en grandes grupos. Es decir, imaginemos que de cada
especie de mamĂfero existiera un Ăşnico ejemplar: un sĂłlo ciervo, un sĂłlo gamo,
un sĂłlo caballo, etc. Cada uno serĂa distinto, pero dentro del mundo zoolĂłgico
podrĂamos agrupar esos seres Ăşnicos en una especie, la de los mamĂferos, no
porque esos vivientes sean iguales entre sĂ, sino porque son más similares
entre sĂ que frente los pertenecientes a la especie de los insectos, de los
peces, etc. Esos mamĂferos serĂan distintos entre sĂ, pero se los agruparĂa
porque entre ellos es mayor su semejanza que entre el resto de seres vivos.
Pues lo mismo sucede con las naturalezas angélicas. Cada una es distinta pero
pueden ser agrupadas en grandes grupos, en este caso nueve segĂşn dice la
Biblia:
J .A
serafines querubines tronos òominaciones virtuòes potestaòes
principaòos arcángeles
-Aquà la palabra forma está usada en su sentido filosófico que es
distinto del sentido usual en que la gente usa esta palabra. Cuando se dice
que cada ángel agota su forma se quiere decir lo siguiente: Entre los
hombres, por ejemplo, la forma es la misma (la forma humana) pero lo que
individua a cada ser humano es la materia. Una misma forma, pero con distinta
materia. Como los ángeles no tienen materia, cada ángel tiene que tener una
fòrma distinta para distinguirse de otro. Esto vale para todos los seres que
existen sin materia. Por eso Dios tiene que ser uno y nunca podrĂa haber dos.
La forma divina del Ser infinito no tiene materia que la individue, por eso
si hubiera dos formas divinas ¿quĂ© las distinguirĂa? SerĂan un sĂłlo ser, no
puede ser de otra manera. |
Si las diferencias entre los animales son a veces tan
grandes, en el mundo angélico son mayores pues la forma está liberada de las
leyes de la biologĂa y la materia. Y por tanto, si grande es la diferencia
entre una libélula y un águila mucho mayores son las diferencias entre las
naturalezas angélicas. Si grande es la diferencia entre una mariquita y una
ballena azul, indeciblemente mayor es la diferencia entre un ángel de la novena
jerarquĂa y los de la primera.
6
astronomĂa p ĂąemonologĂa
xiste un cierto paralelismo entre la
astronomĂa y la demonologĂa. Un sistema solar es como una especie de parábola
de lo que es Dios, los ángeles y los demonios. Dios serĂa el Astro Rey.
Alrededor del cual giran todos los astros
del sistema solar, pues El es el centro.
El ilumina a todos.
El resto de planetas, asteroides y satĂ©lites serĂan los
santos y ángeles. El sistema de rotación de los satélites alrededor de los
planetas serĂa imagen de la iluminaciĂłn de unos seres angĂ©licos a otros. Aunque
los satélites giren alrededor de un planeta, también rotan alrededor del Sol.
Dios es el centro por más intermediaciones que haya.
Sin embargo, los demonios serĂan como esos cuerpos que se
han alejado de la atracciĂłn del Sol. El Sol les atrae, no deja de atraer nunca,
no deja de iluminar, de dar calor. Sin embargo, esos cuerpos se han alejado
tanto (libremente) que viven en las tinieblas exteriores, en el frĂo del vacĂo
y la oscuridad. Dios les sigue atrayendo cada instante, cada segundo. Pero
ellos ya están irremisiblemente fuera del alcance de su atracción y su luz. El
Sol no les priva de su luz, son ellos los que han preferido dirigirse en
direcciĂłn opuesta.
Muchos hombres se preguntan dónde está la raya divisoria
entre la condenación eterna y la salvación. Esta parábola astronómica ofrece
luz sobre el tema, pues esa raya es como el lĂmite de la fuerza gravitatoria.
Uno puede estar muy leJOS, pero si está unido por la gravitación al Sol,
está unido a El. Mientras que si uno vaga ya completamente por libre, ajeno
completamente a esa gravitaciĂłn eso es la condenaciĂłn eterna.
Si vemos esta parábola astronómica desde la superficie de la
Tierra, hay que hacer ciertos cambios (hay que añadir las estrellas) pero
tambiĂ©n podemos añadir ciertos matices (se puede incluir a la Luna). Dios serĂa
el Sol, la Virgen la Luna y los ángeles las estrellas. La diferencia entre la
luz del Sol y la de las estrellas serĂa imagen entre la diferencia entre el ser
de Dios y el de los espĂritus angĂ©licos. Los ángeles serĂan un pálido y dĂ©bil
puntito de luz frente a la luz cegadora e irresistible de Dios. La diferencia
entre la luz de las estrellas y la de la Luna serĂa la diferencia entre los
ángeles y ella. Desde luego en muchos pasajes de la Sagrada Escritura queda
claro que las estrellas, luminosas y muy por encima de la tierra, son imagen de
los espĂritus angĂ©licos 3 .
3 Es en el
ámbito de esta parábola astronĂłmica donde hay que entender versĂculos como Ap
12,4, Is 14, 12-15 0 tantos otros.
CuegtiÓ11 7
¿Cuáles gon
log nombres be log bemonĂog?
atán: es el más poderoso, inteligente y
bello de los demonios que se rebelaron. Se le llama Satán o Satanás en el
Antiguo Testamento. Su raĂz primitiva significarĂa atacar, acusar, ser un
adversario, resistir. Satán significarĂa adversario, enemigo, opositor
Diablo: es como llama el Nuevo Testamento a
Satán. Diablo viene del verbo griego diaballo, acusar. La gente usa la palabra
diablo y demonio como sinĂłnimos, pero la Biblia no. La Biblia siempre usa la
palabra Diablo en singular y refiriéndose al más poderoso de todos ellos. La
Sagrada Escritura también le llama el Acusador, el Enemigo, el Tentador, el
Maligno, el Asesino desde el principio, el Padre de la mentira, PrĂncipe de
este mundo, la Serpiente.
BelcebĂş: usualmente usado este nombre como
sinónimo del Diablo. Proviene de Baal-zebul que significa señor de las moscas.
Aparece en 2 Re 1,2.
J. A.
Li[itb: aparece en Is 34, 14, la tradiciĂłn
judĂa lo considerĂł como un ser demonĂaco. En la mitologĂa mesopotámica es un
genio con cabeza y cuerpo de mujer, pero con alas y extremidades inferiores de
pájaro.
AsmoĂ°eo: aparece en el libro de TobĂas,
del persa aesma daeva que significa espĂritu de cĂłlera.
SeiriM: aparecen en Is 13, 21, Lev 17, 7 y
en Bar 4,35, suele traducirse como los peludos. Deriva del hebreo sa 'ir que
signifìca peludo o macho cabrĂo.
Demonio: del griego daimon que significa
genio. En la mitologĂa grecorromana no era necesariamente una entidad malĂ©fica.
Pero en el Nuevo Testamento, siempre es usado como término para designar seres
espirituales malignos.
o Beliar de la raĂz baal que
significa señor. Aparece por ejemplo en 2 Cor 6, 15.
significa destructor, aparece
en Ap 9, l l . Se dice de Ă©l que su nombre en hebreo es AbaddĂłn que significa
perdiciĂłn, destrucciĂłn.
Lucifer: es un nombre extrabĂblico que significa
"estrella de la mañana". La inmensa mayorĂa de los textos
eclesiásticos usa el nombre de Lucifer como sinónimo del Diablo. Sin embargo,
el padre Gabrie-
le Amorth considera que es el nombre propio
del demonio segundo en importancia en la jerarquĂa demonĂaca. Soy enteramente
de la misma opiniĂłn y lo que conocemos por los exorcismos nos confirmarĂa que
Lucifer es alguien distinto de Satán.
El nombre le viene de que fue un ángel especialmente
privilegiado en su naturaleza en los cielos angélicos, antes de rebelarse y
deformarse. Algunos traducen el nombre de Lucifer como "el que porta la
luz". Esa traducciĂłn es errĂłnea ya que tal palabra en latĂn era
luciferarius.
Como curiosidad diré que en un exorcismo un demonio dijo que
los cinco demonios más poderosos del infierno eran por este orden: Satán,
Lucifer, BelcebĂş, Belial y Meridiano. ¿Es segura esta JerarquĂa? SĂłlo Dios lo
sabe. Lo que es seguro, y lo sabemos por la Sagrada Escritura y por los
exorcismos, es que cada demonio tiene un nombre. Un nombre dado por Dios que
expresa la naturaleza de su pecado. Distintos nombres de demonios dichos por
ellos en exorcismos son: PerversiĂłn, Muerte, Puerta, Morada, etc. Otros, sin
embargo, dicen nombres que no sabemos que significan: Elisedei, Quobad, Jansen,
Eishelij, etc.
En algunos libros de magos y brujos se colocan largas listas
de nombres. Esas listas inacabables son tan exhaustivas como inventadas. No
tienen otro valor que
la imaginaciĂłn de sus autores. Pues algunos
no sĂłlo ofrecen la lista de los nombres sino incluso el nĂşmero de demonios que
pueblan el infierno. Esas descripciones detalladas de las legiones infernales
son puramente inventadas. Ir más allá de los escuetos datos de la Sagrada
Escritura supone adentrarse en el mundo de la literatura, abandonando el seguro
terreno firme de la Palabra de Dios. La TeologĂa puede decir muchas cosas
acerca de los demonios, pero siempre de un modo general, trabajando con
conceptos. La TeologĂa al trabajar con esencias, nada puede decir de un demonio
concreto.
El autor de cierta lista de demonios (tan exhaustiva como
inventada) dice de uno ellos llamado Xaphán que fue el que le sugirió a Satán
prenderle fuego al cielo, pero que fueron arrojados al infierno antes de
cometer tan vil acto. Dice de él que está encargado eternamente, de mantener
encendidas las llamas del infierno. No hace falta decir que a tal inventor de
mitos le aconsejo que lea este libro, donde descubrirá que ni hay forma de
prender fuego al cielo, ni hay manera de mantener encendidas las llamas del
infierno.
CutgtiÓ11 S
¿ĂŻ$ap tiempo en log Ăątmoniog?
Ă, el tiempo transcurre para los demonios.
No es un tiempo como el nuestro (que es tiempo material) sino que se trata de un
tiempo propio de los espĂritus, tiempo que es llamado evo (aevum en latĂn). El
evo es la sucesiĂłn de actos de entendimiento y voluntad en un ser espiritual.
Los actos de la razĂłn y de la voluntad se suceden provocando un antes y un
después, un antes de un determinado acto del entendimiento, o de un acto de
querer algo. Desde el momento que hay un antes y un después hay algún tipo de
tiempo. Por tanto cuando se dice que los espĂritus en el cielo y en el infierno
están en la eternidad hay que entender esta afirmación como que están en una
interminable sucesiĂłn temporal, una sucesiĂłn de tiempo sin final, con principio
(que es cuando fueron creados), pero sin final. Sólo Dios está en un eterno
presente, sĂłlo en El no hay sucesiĂłn de tiempo de ninguna clase. En El no ha
transcurrido nunca ni un solo segundo, ni un solo antes ni después. La
eternidad de Dios es cualitativamente distinta de la eternidad del tiempo
material (con un principio pero sin final) y de la eternidad del evo (también
con un principio, también sin
Sobre este tipo de tiempo, el evo, habló Santo Tomás ya en
el siglo XIII, en la
J
Primera Parte de la cuestiĂłn X, artĂculo V,
de su Summa Theologica y quizá a algunos les pudo parecer que su razonamiento
era excesivamente teĂłrico. Pero al escuchar yo relatos de personas que han
pasado por experiencias cercanas a la muerte, personas que han vivido la
experiencia de la separación del cuerpo, de entrar en el túnel, etc, comprobé
que cuando se les preguntaba si habĂa tiempo en esa experiencia, es decir si
notaron que transcurrĂa tiempo, las explicaciones que daban concordaban
perfectamente con lo que Santo Tomás de Aquino explica sobre el evo al hablar
de los espĂritus sin materia.
CuestiĂłn 9
¿CII quĂ© piensa un ĂątmonĂo?
odo ángel caĂdo conserva la inteligencia
de su naturaleza angélica. Y con ella sigue conociendo. Conoce e indaga con su
mente el mundo material y el espiritual, el mundo real y el conceptual. Como
ser espiritual, eminentemente intelectual, no hay duda de que esta
profundamente interesado por las cuestiones conceptuales. El sabe muy bien que
la FilosofĂa es la más elevada de las ciencias. Incluso sabe que la TeologĂa
está por encima de la FilosofĂa; pero odia a Dios.
En el conocer encuentra placer, pero también sufrimiento.
Sufre cada vez que ese conocimiento le lleva a considerar a Dios. Y el demonio
percibe continuamente el orden y la gloria del Creador en todas las cosas.
Hasta en las cosas aparentemente más neutras, él encuentra el reflejo y el
recuerdo de los atributos divinos.
Pero el demonio no está siempre en cada instante sufriendo.
Muchas veces simplemente piensa. SĂłlo sufre en ciertos momentos, cuando se
acuerda de Dios, cuando se vuelve a hacer consciente de su miserable estado, de
su separación de Dios, cuando le remuerde la conciencia. Unas veces sufre más,
otras menos, su sufrimiento no es uniforme. Aunque estas variaciones se dan
segĂşn la intensidad que marca la deformidad moral propia de cada demonio.
SerĂa bastante horrible pensar en los demonios como seres
permanentemente en sufrimiento, cada instante, cada momento. La separaciĂłn de
Dios produce sufrimiento por toda la eternidad, pero es el sufrimiento del
alejamiento, no es el sufrimiento de una máquina de tormento en acción
constante. El demonio ni está tentando siempre, ni está retorcido de dolores
espirituales siempre.
CuegtiÓn IO
¿Cuál eg el
lenguaje log Ăątmoniog?
I lenguaje de los demonios es exactamente
el mismo que el de los ángeles. Los ángeles no necesitan ninguna lengua, ningún
idioma para comunicarse entre ellos, pues se comunican entre sĂ con especies
inteligibles. Las especies inteligibles son los pensamientos que se transmiten
entre ellos. Nosotros nos transmitimos palabras, ellos se transmiten
directamente pensamiento en estado puro, sin necesidad de mediaciones sensibles
o de signos. Las especies inteligibles pueden ser comunicaciĂłn de
razonamientos, de imágenes, de sentimientos, etc. La transmisión de estas
especies inteligibles es telepática. Se produce a voluntad. Y puede dar lugar a
diálogos como los que tenemos los hombres. Las inteligencias humanas nos
comunicamos nuestros razonamientos a través de palabras que son signos. Los
espĂritus angĂ©licos pueden comunicar entre sĂ pensamiento en estado puro.
CuegtĂĂ“n ll
están log òemoniog?
anto las almas de los condenados como los
demonios no pueden ubicarse en las coordenadas del espacio. Tampoco se puede
decir que están en otra dimensiĂłn. ¿QuĂ© significa estar o no estar en una
dimensiĂłn para un espĂritu? Simplemente no están en ningĂşn lugar. Existen, pero
no están ni aquĂ, ni allĂ.
Se dice que un demonio está en un sitio
cuando actĂşa en un sitio. Si un demonio está tentando a alguien aquĂ, se dice
que está aquĂ. Si un demonio posee un cuerpo allĂ, se dice que está allĂ. Si un
demonio mueve una silla en un fenómeno poltergeist, se dice que está en ese
sitio concreto. Pero en realidad no está allĂ simplemente está actuando allĂ.
El infierno, el cielo y el purgatorio son un estado. Después
de la resurrección los cuerpos de los condenados sà que estarán en un sitio
concreto, y por eso el infierno será un lugar. Los cuerpos de los
bienaventurados también ocuparán lugar. Por eso en la Biblia se dice: y vi un
cielo nuevo y una tierra nueva, Ap 21, l. De ahà que los bienaventurados habitarán
en la tierra restaurada de nuevo tras la destrucciĂłn que se narra en el
Apocalipsis. Puesto que los bienaventurados habitarán corporalmente en esta
tierra ¿dĂłnde estarán los hombres condenados? Nada se puede afirmar con
seguridad. Algunos piensan que su lugar estará en el centro de este mismo
mundo.
J. A.
CuegtĂĂ“n 12
¿Conocen el
futuro?
llos no ven el futuro, pero a veces
pueden conjeturarlo. Con su inteligencia muy superior a la humana pueden
deducir por sus causas algunas cosas que sucederán en el porvenir. Lo que
pertenece sólo a la libertad humana, está indeterminado y no lo conocen. No
saben lo que yo decidiré libremente. Pero con su inteligencia superior ven los
efectos de las causas donde nosotros no verĂamos nada. Desde luego hay
ocasiones donde ellos saben con toda seguridad lo que sucederá, aunque ni el
más inteligente de los humanos podrĂa sospecharlo por más que analizara los
factores que hay en el presente. Pero en otras ocasiones ni una naturaleza
angĂ©lica de la mayor JerarquĂa podrĂa deducirlo. Sobre todo la libertad humana
es el gran factor de indeterminaciĂłn en sus previsiones.
CuegtiĂłn 13
¿Ă„PueĂąe un Ăąemonio bacer algĂşn acto bueno?
I demonio no está siempre haciendo el mal,
muchas veces simplemente piensa. Y en ello no obra mal alguno, es un mero acto
de su naturaleza. Sin embargo, el demonio no puede
hacer actos morales sobrenaturales. Es
decir, no puede hacer un acto de caridad, de arrepentimiento sobrenatural, de
glorificaciĂłn sincera de Dios, etc. Pues para realizarlos se necesita una
gracia sobrenatural. Puede glorificar a Dios, pero a la fuerza, no porque
quiera hacerlo. Puede arrepentirse de haberse alejado de Dios, pero sin pedir
perdón, reprochándose tan sólo el mal que le ha sobrevenido de esa acción, pero
sin dolor de haber ofendido a Dios. Y asĂ puede hacer otros muchos actos
naturales con su inteligencia y su voluntad.
Pero el demonio nunca mostrará la más mĂnima compasiĂłn, ni el
más pequeño acto de amor hacia nadie. Su corazón sólo odia, es insensible al
sufrimiento de los demás.
CueStiÓn 14
¿qpueòe experimentar el bemonio algĂşn placer?
I demonio no goza con ninguno de nuestros
cinco sentidos. SĂłlo goza con su inteligencia y su voluntad. Puede parecer que
es poca cosa, pero no lo es. Los placeres intelectuales pueden ser tan variados
como los de nuestros cinco sentidos. En realidad son mucho más variados. El
gozo que nos proporciona una Ăłpera, una sinfonĂa, una partida de
ajedrez, un libro, son placeres
eminentemente espirituales aunque esa informaciĂłn llegue a nuestro espĂritu a
través de apariencias sensibles. El mundo espiritual visto por nosotros desde
nuestro mundo puede parecer insĂpido, incoloro, aburrido, pero es un error. El
mundo espiritual es mucho más variado, rico y deleitable que el que nos ofrece
el cosmos material.
Los demonios gozan de los placeres, pues sus dos
potencias espirituales (conocimiento y voluntad) siguen intactas. El obrar de
su naturaleza ha quedado indemne a pesar del alejamiento de Dios.
Lo que no pueden hacer es amar a nadie con un amor
sobrenatural. La capacidad de amar ha quedado aniquilada en la psicologĂa del
demonio. El demonio conoce, pero no ama.
El placer que logra al tener Ă©xito en hacer un mal es
exactamente el mismo que siente una persona en la tierra al lograr vengarse de
su enemigo. Se trata de un placer lleno de odio, sin sosiego.
CuestiĂłn 15
¿Cg el
ùemonio libre para bacer mág o menos mal?
I demonio hace el mal cuando quiere,
nadie le obliga a hacerlo. Es un ser libre y su voluntad es la que decide hacer
las cosas cuando quiere. Desea hacer el mal y para hacer el mal ha de tentar.
Pero para tentar hay que insistir. Unos demonios insisten más, otros desisten
antes. Hay demonios más firmes y demonios más perezosos. Hay demonios que por
el ardor de su cĂłlera persiguen a las almas como verdaderos depredadores. Otros
demonios están sumidos en una especie de depresión y no tienen tanto odio como para
ir continuamente persiguiendo almas. Pero hablamos de grados, ya que todos
odian a Dios y todos son cazadores de almas.
CuestiĂłn 16
¿Cuáles gon log mág malignos tobog log Ăąemoniog?
odrĂa parecer que los demonios más
perversos tienen que ser los de más alta jerarquĂa, pues no. No hay relaciĂłn
entre naturaleza y pecado. Un naturaleza angĂ©lica de la Ăşltima jerarquĂa
J.A.Fortea
pudo ser mucho más perversa que un ángel
superior. El mal que puede cometer un ser libre no depende de la inteligencia,
ni del poder que posea. Siempre ponemos como ejemplo de malignidad al jefe de
las SS, Heinrich Himmler. ¿Pero no pudo ser peor que Ă©l alguno de sus
subordinados? Por supuesto que sĂ. Entre los hombres vemos que alguien menos
inteligente y en un puesto social poco relevante puede ser mucho peor, mucho
más perverso, que un gran dictador. Y lo mismo dicho para el mal, vale para el
bien. Un ángel de la Ăşltima jerarquĂa pudo ejercitar más sus virtudes que uno
de más alta jerarquĂa. De la misma manera que una viejecita humilde sin
estudios y que sĂłlo se ha dedicado a las labores de la casa toda la vida puede
ser más santa que un arzobispo o un sumo pontĂfice.
Una interesante pregunta que se desprende de todo esto es si
la jerarquĂa que nos da la Biblia (ángeles, arcángeles, principados...) es una
jerarquĂa de la gracia o de la naturaleza. Es decir, los serafines son los más
santos o sólo los más poderosos y en los que más brilla el fulgor de la
inteligencia angĂ©lica. Mi opiniĂłn es que es una jerarquĂa segĂşn la naturaleza.
Pues las descripciones visuales de los cuatro vivientes alrededor del Cordero
(los ángeles de la mayor jerarquĂa) dan más bien impresiĂłn de poder y
conocimiento, al igual que los mismos nombres de las nueve jerarquĂas. El
nombre de principado o potestad, por poner dos ejemplos, son nombres que
indican
más bien poder. Además, es más sencillo
hacer jerarquĂa de la naturaleza que de la gracia.
CutgtiÓn 17
apor qué pecamos?
a tentaciĂłn es esa situaciĂłn en que la
voluntad tiene que elegir entre dos opciones, y sabe que una opciĂłn es buena y
otra mala, pero se siente atraĂdo a escoger la mala. Sabe que es la mala, pero
por alguna razĂłn se siente atraĂdo a escogerla. El error de caer en la
tentaciĂłn no es un error de inteligencia, no es un problema de debilidad de la
razĂłn. Pues si no supiera que esa opciĂłn es la mala, pecarĂa por ignorancia o
por error, y por tanto no pecarĂa. Para pecar hay que saber que uno está
escogiendo la opciĂłn mala. No hay pecado sin mala conciencia. Eso es lo que
hace tan interesante el pecado desde el punto de vista intelectual: ¿por quĂ©
escogemos el mal sabiendo que es el mal? Es un verdadero misterio.
Una respuesta sencilla, que no es falsa, pero que tampoco
explica el asunto, es contestar que pecamos por debilidad. Lo cual es cierto,
pero también es cierto que no somos tan débiles como para no poder
resisitirnos. Si no fuĂ©ramos capaces de resistirnos ya no habrĂa pecado. No
tendrĂamos elecciĂłn. Si hay pecado es porque podemos escoger. Y sabemos por
experiencia que escogemos lo que queremos. Si queremos hacer algo, nada ni
nadie nos puede obligar a querer hacer otra cosa. Luego por débiles que seamos
siempre podemos resistirnos. Como se ve, no podemos excusarnos ni por el campo
de la inteligencia ni por el de la voluntad. Hacemos el mal porque queremos.
PodrĂamos decir que cometemos el mal por
el bien que conseguimos con ello. Pero hay que recordar que la inteligencia
percibe que ese bien es una manzana envenenada. Percibe que es un pseudobien,
un bien que acarrea más mal que el bien que contiene. Por eso por muy deseable
que nos aparezca ese bien, la conciencia nos dice: no debes escoger esa opciĂłn.
AsĂ que decir que hacemos el mal porque nos aparece como un bien, es cierto,
pero también es igualmente cierto que sabemos que ese bien que contiene es, a
fin de cuentas, un mal. AsĂ que la explicaciĂłn de que hacemos el mal por el
bien que nos ofrece esa acciĂłn, es una explicaciĂłn adecuada, es algo que nos ayuda
a entender el el por qué del pecado, pero no lo explica del todo. Quizá este
misterio de la manzana envenenada que comemos a pesar de saber que está
envenenada no lo podamos explicar del todo nunca mientras estemos en la tierra.
CuegtĂĂ“11
18 ¿Cuántas tentaciones proctòen bel ĂątmonĂo?
o hay nadie que pueda decir cuantas
tentaciones proceden del demonio y cuantas de nuestro interior. Pero parece
razonable pensar que la mayor parte de las tentaciones proceden de nosotros
mismos. No necesitamos a nadie para ser tentados. Basta la libertad para poder
usarla mal. Basta tener que tomar una decisiĂłn en una elecciĂłn para optar
conscientemente por la decisiĂłn errĂłnea. Conscientemente, sin paliativos, sin
poderle echar la culpa a nadie, más que a nosotros mismos.
Es cierto que el demonio tentĂł a la primera mujer. Pero sin
demonio hubiéramos podido pecar igualmente. La tentación no necesita del
demonio, se basta a sĂ misma. ¿Si no, quiĂ©n tentĂł al demonio?
CuegtiÓn 19
¿poĂątmog Str tentaĂąog mág allá be nuegtrag posibilĂĂąaòeg?
I ser humano es débil. De manera que Dios
nos cuida como a niños. Por eso nos dice la Biblia:
J.A.Fortea
Fiel es
Dios que no permitirá que seáis tentaòos más a[[á òe vuestras fuerzas, sino que
con [a tentación os òará el éxito haciénòoos
capaces òe
I Co 10 , 13
Que la tentaciĂłn debe ser permitida por Dios es algo que
aparece clarĂsimamente en el libro de Job. Pero, además, en otro lugar de la
Biblia, justo antes de la misma PasiĂłn JesĂşs dice a San Pedro:
jSiJ41Ăłn SimĂłn! mira d
Aòveysayio os redamó pava cri6ayos como el trigo!
Lc 22,31
"Os reclamĂł", luego la criba de la tentaciĂłn debe
ser permitida. No afirmar esta doctrina significarĂa que estamos en manos de un
destino ciego y que cualquiera por débil que sea puede ser tentado con un poder
y una intensidad por encima de las fuerzas que uno posee. Por tanto el mensaje
es claro y tranquilizador: Dios, como padre que es, vela para que ninguno de
sus hijos se vea presionado más allá de lo que puede soportar. De todo esto se
ve la sabidurĂa que hay detrás del viejo dicho: Dios aprieta pero no ahoga.
CuegtiÓn 20
apor qué el tentó a Jegúg?
I Diablo sabĂa que JesĂşs era Dios, sabĂa
por tanto que era imposible que pecara. ¿Por quĂ© le tentĂł entonces? Es más,
sabĂa que cualquier tentaciĂłn al resistirla le santificarĂa más como hombre. Y
que por tanto el demonio al tentarle en realidad a la postre y sin quererlo se
convertirĂa en instrumento de santificaciĂłn de JesĂşs. ¿Por quĂ© entonces hacer
algo inĂştil y que además servirĂa para bien? La respuesta es sencilla: el
Diablo no se pudo resistir. La tentaciĂłn fue demasiado grande para el mismo
Diablo. i Tentar al mismo Dios! No podĂa dejar escapar aquella ocasiĂłn. SabĂa
que era imposible hacerle pecar, pero no pudo resistir la tentaciĂłn de
intentarlo. La situaciĂłn era como la del fumador que sabe que fumar le hace
daño pero no puede dejar de hacerlo. AsĂ el Diablo sabĂa que tentarle era un
error, pero cayĂł en la tentaciĂłn de tentarle. iLa criatura tentando al mismo
Dios! Era lĂłgico que cayera en el error de intentarlo, pues para resistir tal
tentaciĂłn el demonio hubiera necesitado de la virtud de la fortaleza. Y
cualquier cosa le podemos pedir al demonio, menos virtud.
De la misma manera los demonios a veces hacen cosas que a
largo plazo les perjudican, pero no se resisten a lograr un mal ahora, aunque
conteniéndose pudieran lograr un mal mayor después. Por todo lo cual se ve que
hasta los demonios sufren la tentaciĂłn. TentaciĂłn que procede de su mismo
interior.
CuestiĂłn 21
¿Sabe el
Ăąemonio que impecable?
o sabe perfectamente, tan bien como el
mejor de los teĂłlogos, no tiene la menor duda de ello. No obstante, cuando el
demonio tentó a Dios hecho hombre, se trató de autoconvencer de que quizá Dios
no era tan bueno como creĂa. Quizá Dios fuese dĂ©bil, quizá habĂa algĂşn talĂłn de
Aquiles en la Divinidad que el demonio desconocĂa. Si lograba hacer caer en
algo a la PerfecciĂłn, la PerfecciĂłn se desmoronarĂa. Lograr que Dios pecara
parecĂa un imposible, pero habĂa que intentarlo. Si lograba envilecer a Dios,
el demonio ya no serĂa un pecador porque el bien y el mal no existirĂan.
Bastaba un sĂłlo y Ăşnico pecado venial de la SantĂsima Trinidad para que la
lĂnea divisoria entre el bien y el mal se desdibujase para siempre, para que
pudiera afirmar que, en realidad, nunca habĂa existido. Porque la santidad de
Dios era la garante de esa divisiĂłn. Si Dios pecaba, una sĂłla vez durante toda
la eternidad, Dios ya no serĂa Dios. Ya no habrĂa garante alguno de esa
distinciĂłn, ni garante, ni fundamento.
La propia inteligencia del demonio le decĂa que tal empresa
era imposible, pero su propio deseo le llevĂł a deformar sus propios
pensamientos. HabĂa que intentar lo imposible.
CuegtiÓ11
22 ¿Se puebe llegar a ĂąigtinguĂr Iag tentaciones que proceĂąen nogotrog migmog
be Iag bel òemonio?
a tentaciĂłn que nos provienen del demonio
no se distingue en nada de nuestros propios pensamientos, ya que el demonio
tienta infundiendo en nosotros especies inteligibles. Es decir el demonio
introduce en nuestra inteligencia, memoria e imaginaciĂłn objetos apropiados a
nuestro entendimiento que en nada se distinguen de nuestros pensamientos. Una
especie inteligible es justamente eso, lo que hay en nuestro pensamiento cuando
ejercitamos la acción de pensar. Desde imaginar la imagen de un árbol, resolver
una acción matemática, desarrollar un razonamiento lógico, com-
JA. Fortea
poner una frase, todo eso son especies
inteligibles. Las producimos nosotros en el interior de nuestro espĂritu
racional, pero un ángel también puede producirlas y comunicárnoslas
silenciosamente. Entre los hombres comunicamos nuestras especies inteligibles
sobre todo con el lenguaje. Aunque también podemos hacerlo por ejemplo con la
pintura o la música. Pero siempre a través de un medio externo. Mientras que el
ángel puede transmitirnos esa especie sin necesidad de medio alguno. Por eso no
hay manera de distinguir lo que viene de dentro de nosotros, o de un ángel, de
un demonio o de Dios directamente.
Ahora bien, las personas que llevan muchos años esforzándose
en la vida espiritual con una vida de oraciĂłn muy intensa, pueden advertir que
hay tentaciones que aparecen con una intensidad bastante sorprendente, sin que,
además, tengan ninguna causa razonable, y que pueden llegar a ser de una
persistencia extrañĂsima. Por poner un ejemplo, es lĂłgico que la lectura de un
libro contra la fe produzca tentaciones contra le fe, pero si esa tentaciĂłn
aparece de pronto, muy intensa e insistiendo durante semanas y semanas, todo
eso puede ser señal de que es una tentaciĂłn del demonio. Pero ni aun asĂ
podemos estar seguros. Como norma general se podrĂa decir que las tentaciones
sin causa razonable, muy intensas y persistentes, se puede sospechar que son
del demonio. Pero con unas caracterĂsticas tan vagas nunca podremos estar segu-
ros al cien
por cien.
A los sacerdotes nos llegan personas de intensa vida de
oraciĂłn y que sin haber tenido nunca ningĂşn problema psicolĂłgico, de pronto un
buen dĂa les vienen pensamientos de blasfemar contra Dios, de pisar un
crucifijo y cosas parecidas. Si esas perturbaciones son crĂłnicas, es razonable
pensar que provienen de enfermedad. Pero si su apariciĂłn es repentina y la
persona parece sana de mente, entonces hay razĂłn para sospechar de que sean
tentaciĂłn proveniente del demonio.
El psiquiatra que haya leĂdo esta explicaciĂłn seguro que
pensará que lo descrito se debe a un proceso de acción-reacción. A tales
psiquiatras queremos decirles que conocemos perfectamente esos mecanismos del
subconsciente, pero también les recordamos que el demonio también existe. Y
esto queda más claro cuando esa tentación obsesiva desaparece de pronto un buen
dĂa sin volver a aparecer nunca. Las tentaciones del demonio nunca son
crónicas. Y por vehementes que sean cuando desaparecen no dejan la más leve
secuela en la psique que las padeciĂł.
CuegtĂĂ“1t 23
¿QuĂ© bacer ante la tentaciĂ“n?
echazarla al momento. La tentaciĂłn nada
puede hacernos si la rechazamos, si no dialogamos con ella es inocua. Porque
desde el momento que dialogamos con ella, desde el momento en que ponderamos
los pros y los contras de lo que nos dice, desde el momento en que tomamos en
consideraciĂłn lo que nos propone, desde ese mismo instante nuestra fortaleza se
resquebraja, nuestra oposición se debilita. Una vez iniciado el diálogo
necesitaremos mucha más fuerza de voluntad para rechazarla.
Otra cosa que observamos los confesores es que algunos
penitentes muy devotos se agobian mucho a veces ante ciertos pensamientos que
les vienen acerca de tentaciones a cometer grandes pecados. Este tipo de
personas muy devotas y religiosas no se explican como les vienen esos pensamientos,
y se sienten muy culpables; culpables e impotentes. Habiendo entendido lo que
es una especie inteligible infundida por un demonio, se comprende que el mejor
modo de obrar contra ella es ignorarla, hacer justo lo contrario de lo que nos
propone o ponerse a rezar. Desesperarse no sirve de nada. Pero si uno no se
desespera, el que se desespera es el demonio.
El demonio nos puede introducir pensamientos, imágenes o
recuerdos, pero no puede introducirse en nuestra voluntad.
Podemos ser tentados, pero al final hacemos
lo que queremos. Ni todos los poderes del infierno pueden forzar a alguien a
cometer ni el más pequeño pecado.
CuegtĂĂ“n 24
¿Ă¬ueòe
tener el ĂątmonĂo alguna táctica al tentarnos?
I demonio es un ser inteligente, no es una
fuerza o una energĂa. Por tanto hay que entender que la tentaciĂłn intenta ser
un diálogo. Un diálogo entre la persona que resiste y el tentador. Sólo si la
persona se resiste a considerar la tentaciĂłn, entonces la tentaciĂłn es
simplemente insistencia por parte del demonio, pero sin respuesta nuestra.
Pero el demonio puede estar a nuestro lado durante mucho
tiempo, analizarnos, conocernos y tentarnos justo por nuestro punto más débil.
El demonio puede ser extraordinariamente pragmático. Es decir, sabe las
posibilidades de Ă©xito que tiene y puede tentar justo sĂłlo en aquello que sabe
que tiene alguna posibilidad. Si percibe que una persona no va a caer en un
pecado grande puede tentar a que cometa algo menor. Si sabe que ni siquiera eso
va a conseguir, puede tentar sĂłlo a que cometa algo que es imperfecciĂłn, ni
siquiera pecado. Y dentro del campo de la imperfección tentará a aquello que
sepa
J
que es posible. Por ejemplo, sabe que tentar
a la gula a un asceta puede ser perder el tiempo. Pero a lo mejor sabe que
tiene posibilidades de Ă©xito si le tienta a excederse en el ayuno. Y si ve que
por ahà tiene éxito intentará tentarle a que se exceda en el ayuno justo en el
modo que más favorezca su soberbia o en el modo que peor sea para su salud,
etc. Otro ejemplo, si sabe que no tiene sentido tentar a una monja a que deje
la oraciĂłn, a lo mejor ve que lo mejor es tentarle a prolongar el tiempo de oraciĂłn
a costa del trabajo que tiene obligaciĂłn de hacer. En otras ocasiones el
demonio puede ver que más que tentar a pecar, puede ser más realista tratar de
conseguir que el alma crea que ya no tiene que obedecer a su confesor puesto
que es un hombre menos espiritual que ella misma. El demonio no tienta a la
buena de Dios, sino que analiza y ataca donde ve que tiene alguna posibilidad.
Y normalmente Ă©l tiene alguna posibilidad donde justamente el hombre virtuoso
cree que tiene menos posibilidades.
He puesto ejemplos de tentaciones dirigidas a hombres de
oración y ascéticos, porque el hombre entregado al vicio es un hombre sin
protecciĂłn, sin la protecciĂłn de las virtudes. Sin esas corazas, todo su
espĂritu presenta mĂşltiples flancos desguarnecidos, expuestos a la acciĂłn de
las tentaciones. Sin Dios que protegiese a esas almas, cualquiera de ellas
serĂa pasto del fuego de sus propias pasiones azuzado por la acciĂłn de los
demonios. Por eso pedimos en el padrenuestro y lĂbranos del Malo. Esto
demuestra que aunque dispongamos de la libertad para resistir, conviene que le
pidamos al Creador que nos proteja.
Por esto el Señor nos ha puesto un ángel custodio o ángel de
la guarda. Para que las inspiraciones malignas sean compensadas por las
inspiraciones al bien.
Además, si uno es tentado y ora, la tentación desaparece. Es
incompatible la tentaciĂłn con la oraciĂłn. La oraciĂłn crea primero una barrera
contra la tentaciĂłn, pues nuestra voluntad y nuestra inteligencia se centran en
Dios. Y si insistimos un poco más, el demonio no puede resistirla Y huye.
CutgtiÓn 25
¿pueĂąt atog tentar?
ue naòie al ser tentaòo
òiga: (lòe Dios me Qviene [a tentación"/ pues Dios no pueòe ser tentaòo
paya el wat ni Él tienta a naòie. Sant l, 16
Este versĂculo nos enseña dos cosas: La primera que Dios no
puede ser tentado. Por que ¿quĂ© puede ofrecer la tentaciĂłn a Dios que no tenga?
¿QuĂ© disfrute, quĂ© placer, quĂ© gozo que no posea ya? En Dios la tentaciĂłn es
metafĂsicamente imposible pues Ă©sta no tiene nada que ofrecerle.
La segunda cosa que nos enseña este versĂculo es que Dios no
tienta a nadie. Dios es bueno, por eso no puede tentar nunca al mal. Dios sĂłlo
puede conducir hacia el bien, nunca presentarnos el mal como bien, nunca
inducirnos a error.
Si Dios no puede ser tentado, ¿por quĂ© el
Diablo tentĂł a JesĂşs? Pues porque Dios hecho hombre sĂ que podĂa ser tentado.
AsĂ tambiĂ©n es imposible que Dios sufriera, pero Dios encarnado sĂ que podĂa
sufrir.
CuegtĂĂ“11 26 apor quĂ© permite
la tentaciÓn?
i Dios no tienta, ¿por quĂ© la permite? La
respuesta la tenemos en versĂculo que dice:
Consiòeraò como perfecta
alegrĂa, bermanos mĂos, cuanĂ’o os veáis cercaòos por òiversas pruebas sa6ienòo
que (a prueba òe vuestra fe proòuce constancia.
Sant 1,2
Sin tentaciĂłn no existirĂa esa constancia de la virtud que
resiste una y otra vez contra toda seducciĂłn tentadora. Dicho de otro modo, hay
determinados tipos de virtudes que jamás podrĂan existir sin haber resistido la
tentación. Es más, cuanto más dura sea la prueba mayor será la luz de esa
virtud al sobreponerse a esa tentaClĂłn.
Esto nos lleva a pensar lo siguiente. Dios podrĂa haber
contenido a los demonios de manera que nunca hubieran podido interferir en la
historia de los hombres. Pero Dios sabĂa que los demonios aunque por un lado
fueran causa de males, tambiĂ©n serĂan ocasiĂłn de mayores de bienes, pues serĂan
ocasiĂłn de que la virtud fuera más valiosa. En cierto modo, podrĂamos decir que
aceptó la posibilidad de que hubiera más oscuridad en este mundo si con ello se
lograba que la luz fuera más pura y luminosa. De lo contrario hubiera bastado
una simple orden de Dios para ni un sĂłlo demonio hubiera podido entrar nunca en
contacto con ningĂşn ser humano. Luego si permitiĂł ese contacto es que sabĂa que
de ello vendrĂan bienes.
CuegtĂĂ“11 27
¿QuĂ© la muerte eterna?
n espĂritu (como un alma) es
indestructible, no sufre rozamiento, no sufre desgaste, no puede ser dividida.
El espĂritu no puede morir. Cometa los pecados que cometa seguirá existiendo,
por más que quiera morir la vida no huirá de ella. Pero lo que queremos decir
con la expresiĂłn de "pecado mortal", "muerte eterna" y
expresiones similares, es que la vida sobrenatural de un alma o un espĂritu sĂ
que puede morir. El pecado mortal acaba con la vida sobrenatural. El espĂritu
sigue existiendo pero con una vida meramente natural. La voluntad y la
inteligencia con todas sus potencias, siguen operando. Pero ya no hay vida de
la gracia. El espĂritu en cuanto a la gracia está como un cadáver. Esta
expresiĂłn puede parecer hiperbĂłlica, pero es exacta. El espĂritu que peca
mortalmente es como un cadáver inanimado, inanimado por la gracia santificante.
Desde ese momento sĂłlo vive para la naturaleza y por su naturaleza. Su espĂritu
está desprovisto de sobre-naturaleza.
Y desde el momento que la gracia ha dejado de vivificar un
espĂritu, sucede lo mismo que con un cuerpo que ya no está vivificado por un
alma, comienza la corrupciĂłn. AsĂ como un cuerpo comienza a transformarse en
corrupciĂłn, asĂ el espĂritu comienza a corromperse en la medida en que su
voluntad vaya cediendo.
Son muchos los hombres que viven sĂłlo para la naturaleza de
su ser, olvidando completamente su sobre-naturaleza que Dios les darĂa gustoso.
El nivel de corrupciĂłn varĂa mucho segĂşn la persona. Pero si pudiĂ©ramos
asomarnos a los espĂritus de algunos de ellos, verĂamos que son verdaderos
cadáveres que expiden una fetidez exactamente como la de un cadáver
descompuesto desde hace tiempo.
CuestiĂłn 28
¿Cuál eg el
proceso que
Iltba a la muerte eterna?
aòa uno es tentaòo por su propia
pasión Uviénòose arrastraòo y seòuciòo. Después, [a pasión, cuanòo fra
conce6iòo òa a [uz pecaòo, y d pecaòo cuanòo [lega al final, a(uvn6ya
muerte.
Sant l, 14-15
El apĂłstol Santiago en dos versĂculos describe con una
increĂble profundidad de principio a fin el proceso hacia la muerte del alma.
El pecado no se produce ni por que sĂ, ni de golpe, ni es algo que abruptamente
cae ante nosotros de modo sĂşbito sin que tengamos culpa. Sino que hay todo un
proceso que es el que describe el apĂłstol. La traducciĂłn del griego de estos
dos versĂculos debe ser muy esmerada para no perder los matices que hay
en los verbos. El proceso descrito es el
siguiente:
las pasiones
el
pecado se gesta
se da a luz el pecado
el pecado vuelve a comenzar una gestaciĂłn
se da a luz la muerte
La imagen de una mujer gestando en su vientre durante meses a
un niño es imagen de la persona que gesta en su interior la iniquidad. El
pecado es cierto que aparece en un momento dado, en un momento concreto, un
segundo antes no hay pecado, un segundo despuĂ©s, sĂ. Pero ese pecado se
produce, sale a la luz, porque antes ha habido una gestaciĂłn previa. Y asĂ como
en el mundo de la zoologĂa cuanto más larga es la gestaciĂłn más grande es lo
que se da a luz. Asà también en el campo espiritual cuanto mayor es el pecado
más larga es la gestación que es necesaria para dar ese paso. Aquà está la
respuesta a esa pregunta qué tantas personas se hacen de cómo es posible que
tal persona haya cometido tal o cual barbaridad. Ninguna barbaridad moral
aparece sin un proceso, proceso que está oculto a los ojos de los demás, pero
que se va desarrollando en el interior de la persona.
El apĂłstol Santiago usa el verbo "dar a luz" porque
verdaderamente el pecado ha tenido previamente a la "gestaciĂłn" una
"concepciĂłn". La seducciĂłn y la voluntad actĂşan como el
espermatozoide y el Ăłvulo. La pasiĂłn trata de abrirse camino, de penetrar en la
voluntad. Pero si ésta no la acoge, la seducción queda estéril, no produce
nada. Mientras la voluntad se cierre, ni miles, ni millones de espermatozoides
lograrán penetrar en el seno de la voluntad. Pero si la voluntad acoge la
seducciĂłn, se produce la concepciĂłn del pecado. Aun asĂ el pecado puede ser
eliminado. Pero si el pecado no es eliminado, se reproducirá. El pecado
engendra más pecado, se reproduce, aumenta en cantidad, cambia cualitativamente
hacia peores faltas.
Si el primer pecado tiene detrás de sà un proceso previo,
también el pecado que se deja vivir comienza un nuevo proceso. Proceso que
lleva a la muerte: la muerte del alma. Y la muerte del alma lleva a la muerte
eterna.
El alma invadida por el pecado es como un alma muerta pues no
tiene vida sobrenatural dentro de sĂ. Y si el alma muerta decide permanecer
hasta el final en ese estado de corrupciĂłn, eso lleva a la muerte eterna, a la
condenaciĂłn.
Conocer todo ésto nos lleva a valorar más la acción
sobrenatural de la gracia divina, que en cualquier momento de este proceso
(mientras no se haya producido ya la muerte eterna) puede vivificar el alma. El
perdĂłn de Dios no es sĂłlo perdĂłn, sino vivificaciĂłn. Y lo dicho aquĂ para el
pecado y las pasiones, vale, sólo que al revés, para la gracia y la virtud. La
vida en Cristo es un proceso, una vida que se desarrolla.
El 06yay òen
CuestiĂłn 29 howt6ye (a VI ¿QuĂ© Ăąiftrencia bap entre natural,
preternatural p
Sobrenatural?
NATURAL: es la actuaciĂłn que se
adecĂşa al obrar de la naturaleza. Se sobreentiende al hablar de la naturaleza
que nos referimos a la naturaleza del universo material.
PRAETERNATURAL: es la actuaciĂłn
que va más allá del obrar de la naturaleza del universo material. Lo que es
fruto de la actuaciĂłn de una naturaleza angĂ©lica o demonĂaca es praeternatural.
La palabra proviene de praeter naturam, más allá de la naturaleza.
SOBRENATURAL: es la actuaciĂłn que
va más allá de cualquier naturaleza creada. Esta forma de obrar es sólo propia
de Dios.
La naturaleza material puede realizar cosas
sorprendentes, pero siempre segĂşn las leyes del cosmos material. Los demonios
pueden hacer levitar un objeto en el aire, transformar algo instantáneamente,
etc. Ellos pueden hacer cosas que van más allá de las posibilidades del mundo
material, pero no pueden actuar más allá de las leyes de su naturaleza
angélica, pues no pueden todo. Ellos no pueden todo ni siquiera en el mundo
material. Dios, sin embargo, puede crear un Ăłrgano de la nada; un demonio no
podrĂa.
Estas diferencias también son válidas en las cosas que
suceden en nuestra alma. Por ejemplo, un paisaje bello me puede recordar la
belleza de Dios, es algo natural. Mientras que un ángel o un demonio pueden
directamente enviar inspiraciones a mi mente. Dios va más allá, pues puede
enviar gracias espirituales (de arrepentimiento, de acciĂłn de gracias, etc) a
lo más interno de mi espĂritu, obrando cambios radicales en un segundo. Toda la
actuaciĂłn de la gracia es sobrenatural. Y la gracia siempre es enviada
directamente por Dios.
CuestiĂłn 30 ¿Log ĂątmonioS aumentan gu castigo por el mal que
baten a log bombrtg?
a se ha dicho que cada demonio es libre
de hacer más o menos mal contra los hombres, parece lógico que eso conlleve
algún tipo de castigo suplementario. Yo, personalmente nunca pensé que el
Juicio Final supusiera nada más que una proclamación pública de su pena. Pero
según lo aprendido en los exorcismos, parece que el Juicio Final será algo más
que una mera declaraciĂłn solemne, sino que por lo que dicen los demonios
tendrán que dar cuenta de lo hecho contra los hombres o contra Dios hasta el
momento en que ellos queden totalmente fuera nuestro ámbito y destino. En el
Juicio Final ningún condenado dejará de estar condenado, pero tendrán que dar
cuenta del mal infligido en ejercicio de su libertad.
J.A. Fortea
CuegtiÓn 31
¿Cg posible bacer un pacto con el bemonĂo?
a gente suele pensar que los pactos con
el demonio sólo existen en la literatura. Están equivocados. Hay personas que
conscientemente, con toda advertencia, pactan con el Diablo y le entregan el
alma con tal de conseguir algo en esta vida. La idea de un pacto formal con el
demonio aparece por primera vez en el siglo v en los escritos de San JerĂłnimo.
Este padre de la Iglesia cuenta como un joven para obtener los favores de una
bella mujer fue a un mago, el cual le impone como pago por sus servicios el renunciar
a Cristo con un escrito. Tenemos en el siglo VI, una segunda apariciĂłn de este
tipo de pacto en la leyenda de TeĂłfilo, quien accede a ser un servidor del
Diablo y firma un pacto formal. Esta leyenda se extendiĂł por Europa en la Edad
Media.
¿Es posible un pacto con el demonio? Por supuesto uno puede
firmar un papel, pero no se le va a presentar el demonio ni para entregarle el
papel, ni para recogerlo. Cuando uno hace un pacto de este tipo siempre espera
que se aparezca alguien, pero es uno mismo el que tiene que escribir los
términos, y tampoco aparece nadie una vez firmado el pacto, con lo cual uno se
queda con el papel en la mano. Todo lo cual suele ser bastante desesperanzador
para el que se esperaba que sucediera algo. Aun asĂ, si uno invoca al Diablo
muchas veces pueden suceder cosas, lo mismo que en el espiritismo. Pero no
necesariamente. A esta escena tan poco teatral, tan desanimadora para el que
creĂa que iba a haber alguna apariciĂłn, hay que añadir:
1 0 Que firmar ese pacto no significa obtener una
vida de riqueza, honor y lujuria desenfrenada. Yo he conocido personalmente a
dos personas que hicieron ese pacto y, francamente, su nivel de vida era peor
incluso que el mĂo. Tampoco parece que en aspecto carnal el Diablo fuera
especialmente generoso con ambos. Eso se debe a que el Diablo no es Dios y no
puede dar lo que quiera.
20 El alma puede arrepentirse siempre que quiera
con un simple acto de su voluntad. Arrepintiéndose, el pacto queda en papel
mojado fueran cuales fueran los términos del contrato. Incluso aunque se
excluyera la posibilidad del arrepentimiento, esta cláusula no sirve de nada.
Dios que nos ha dado la libertad para hacer lo que queramos, no nos ha dado
libertad para renunciar a la libertad. Esto es válido también en la eternidad, en
el cielo o en el infierno seguiremos siendo libres. SĂłlo que en el cielo ya no
querremos pecar, y en el infierno ya no querremos arrepentirnos.
Muchos piensan que el triunfo en los negocios o la profesiĂłn
sĂ que la puede dar el Diablo. Pero la razĂłn por la que el
mismo Diablo no puede conceder ni siquiera
eso a sus siervos es porque el Ă©xito de una empresa o en una profesiĂłn depende
de la concatenaciĂłn de muchas causas y factores. El demonio sĂłlo puede tentar,
asĂ por ejemplo puede tentar a un jefe a que escoja a un empleado en vez de a
otro. Pero la tentaciĂłn se puede superar, y por tanto ni una cosa tan simple
como esa es segura ni con un pacto con el demonio.
El gran poder del pacto con el demonio es hacer pensar a la
persona que ya está condenada haga lo que haga. Es difĂcil hacer entender a una
persona que ha firmado tal trato que sigue siendo tan libre como antes. Pero es
asĂ.
CuegtiÓn 32
¿Ă„PutĂąe el Ăąemonio probocar una enfermeòaĂą mental?
i el demonio puede tentar, tambiĂ©n podrĂa
hacerlo de forma continua, intensa, sin descanso, y tratar de provocar por
tanto una obsesiĂłn o una fobia o una depresiĂłn u otras enfermedades. Si hemos
dicho que puede transmitir especies inteligibles, podrĂa transmitirlas con tal
frecuencia que perturbara seriamente la vida ordinaria de la persona hasta el
punto de desequilibrarla. Por poder
hacerlo lo puede hacer. Pero Dios impide
su libre actuaciĂłn sobre nosotros. Toda acciĂłn del demonio sobre los hombres
debe ser permitida por Dios.
A la pregunta por tanto de si el demonio puede provocar
enfermedades mentales la respuestas es: sĂ, si Dios lo permite. Respuesta que
vale para todo. Incluso a la pregunta ¿podemos contraer una enfermedad mental
sin intervenciĂłn del demonio? La respuesta serĂa exactamente la misma: sĂ, si
Dios lo permite. Se trata de una respuesta que tiene un carácter casi universal.
Pero por amplia que sea —de hecho cabe casi de todo en ella—, mucho me temo que
no hay otra respuesta a esa pregunta.
Conocido el mecanismo interno que usa para provocar la
tentaciĂłn —la infusiĂłn de especies inteligibles en nuestra inteligencia, memoria
e imaginaciĂłn—, este modus operandi tambiĂ©n se puede usar de forma tan pertinaz
que desequilibre a la persona. Entra dentro del poder del demonio el hacerlo.
Lo Ăşnico que puede impedirlo es la voluntad de Dios. Ahora bien, ¿lo impide
siempre? Indudablemente no. Si Dios no impide siempre la actuaciĂłn de las
causas naturales que provocan la enfermedad, tampoco impide siempre la
actuación del demonio. Ahora bien, en este ámbito como en todo el campo de las
causas de las patologĂas fĂsicas o mentales, la actuaciĂłn del demonio es
excepcional. Toda enfermedad mental se debe a causas naturales mientras no se
demuestre lo contrario.
Por otro lado, si pusiéramos una al lado de la otra a una
persona enferma mental por causas naturales y a otra enferma mental por causa
demonĂaca, no habrĂa manera de distinguir la una de la otra pues sĂłlo verĂamos
el efecto externo.
CuegtĂĂ“1t
33 ¿(CI bentonio putĂ™e probocar enftrmtĂąaĂątg en el cuerpo?
nte todo hay que dejar bien claro que las
enfermedades aparecen por causas naturales. Pensar que las enfermedades tienen
su causa en el mundo de los espĂritus serĂa como querer regresar a un estado
precientĂfico donde la razĂłn serĂa sustituida por el mito. Ahora bien, si los
demonios existen tampoco se puede descartar absolutamente que ellos puedan
actuar alguna vez en este campo. Las reglas generales son como su nombre indica
generales, pero nada impide que sucedan hechos especiales, por muy raros que
Ă©stos sean. Normalmente del cielo llueve agua, o cae nieve o granizo, pero
alguna vez también cae del cielo un meteorito.
J.A.Fortea
Asà también de forma extraordinaria e inusual Dios puede
permitir que un demonio provoque una enfermedad. De hecho, San Lucas menciona
expresamente el caso de "una mujer, que desde hacĂa dieciocho años padecĂa
una enfermedad producida por un espĂritu, y estaba encorvada" (LC
13,10-14). De esta mujer no se dice que estuviera endemoniada, pero sĂ se dice
que el demonio era la causa de esa enfermedad. Esa afirmaciĂłn es categĂłrica en
el Evangelio. A esto podemos añadir el caso de la muerte de los esposos de Sara
en el libro de TobĂas causada por el demonio Asmodeo (Tob 3).
Santa Teresa de Liseaux escribiĂł un capĂtulo muy interesante
al hablar de su
La enfermedad que me acometiĂł provenĂa, ciertamente, del
demonio. Furioso por vuestra entrada en el Carmelo [la de su hermana] quiso
vengarse en mĂ de todo el daño que nuestrafamilia habĂa de causarle en el
fìlturo, pero no me hizo casi sufrir; pude proseguir mis estudios, y nadie se
preocupĂł por mĂ. Haciafinales de año me sobrevino un continuo dolor de cabeza.
(...)Esto durĂł hasta la fiesta de Pascua de 1883. (...) Al desnudarme, me sentĂ
invadida por un extraño temblor. No sé como describir una en/èrmedad tan
extraña. Hoy estoy persuadida de que fue obra del demonio. (...)
Casi siempre parecĂa estar en delirio, pronunciando palabras sin sentido. (...)
Con frecuencia parecĂa estar desvanecida, sin poder eje-
cutar el más mĂnimo movimiento. (...) Creo
que el demonio habĂa recibido un poder exterior sobre mĂ, pero que no podĂa
acercarse ni a mi alma, ni a mi espĂritu, si no era para inspirarme grandĂsimos
temores de ciertas cosas (Historia de un alma, cap.lll)
CuestiĂłn 34
¿CĂłmo gt pueòe òigtinguir gĂ una bĂgiĂłn eg un problema
bemonĂaco o psiquiátrico?
I tiempo es el mejor medio para discernir
si algo es un problema psiquiátrico o es acción del demonio. Si una visión,
locuciĂłn o algo que parece extraordinario es una enfermedad mental, se
desarrollará inevitablemente. Las psicosis tienden a desarrollarse. No se
quedan estancadas. Y el tiempo acaba desarrollándolas de manera tal que todo
acaba quedando claro. Pero cuando alguien viene refiriendo un caso de visiĂłn y
le piden a un teĂłlogo que discierna, la mayor parte de las veces es
absolutamente imposible. Pero al cabo de unos meses los casos más oscuros
quedan claros. Y si se deja que la enfermedad siga su curso, al cabo de unos
años queda claro el asunto hasta para los familiares más neófitos en esta
materia.
Por poner un ejemplo, si un penitente desconocido se
arrodilla en el confesonario y le dice al confesor que la Virgen le ha dicho de
forma audible que le quiere y que sea buena. El sacerdote no puede saber si
tiene a una persona que ha experimentado una alucinaciĂłn o una locuciĂłn.
Probablemente ni el mejor teĂłlogo del mundo lo podrĂa saber. Pero si la
confiesa durante un año, la cosa estará cada vez más clara, y aun en menos
tiempo. Pues si la penitente está enferma paulatinamente irá desarrollando la
enfermedad y dirá que la Virgen le revela más y más cosas, y éstas cada vez más
peregrinas. Y si se deja pasar cinco años más, al final lo normal es que la
enfermedad quede patente no sĂłlo al confesor, sino hasta a sus familiares pues
el carácter absurdo e ilógico de las alucinaciones suele desarrollarse ya que
se trata de una enfermedad. Y las patologĂas mentales conforme avanzan suelen
desligarse cada vez más y más de las leyes de la lógica.
J.A.Fortea |
CuegtĂĂ“11 35
¿R)ueĂątll
log bentoniog proĂąucĂr pegaĂąillag?
Ă, aunque no hay manera de saber cuando
una pesadilla tiene una causa natural y cuando demonĂaca. SĂłlo podemos
sospechar que tienen un origen demonĂaco cuando hay otros indicios en la
vigilia que asĂ lo indican. Hay casos en los que ningĂşn psiquiatra acaba de
encontrar causa alguna razonable, ni consciente ni subconsciente, para que una
persona normal durante un mes o más sufra todas las noches terrores nocturnos
que le hagan despertar empapado en sudor y gritando. Estos perĂodos de pesadillas
intensĂsimas a veces están ligadas a cosas tales como haber hecho un rito
esotĂ©rico o a comenzar una vida espiritual más intensa. AconsejarĂa en estos
casos usar de agua bendita y pedir antes de dormir a Dios que nos proteja de
cualquier influencia demonĂaca durante la noche. Si haciendo eso cesaran las
pesadillas de forma absoluta, eso serĂa un signo de su origen.
CuestiĂłn 36
¿Log
bentoniog pueĂątn
Iter nuegtrog pengamĂentog?
os demonios pueden tentarnos pero no
pueden leer nuestros pensamientos. Aunque dada su gran inteligencia pueden
conjeturar lo que pensamos. Al ser seres más inteligentes que nosotros, deducen
muchas más cosas y con más seguridad con muy pocos signos externos que lo que
deducirĂamos nosotros. Pero siempre hay que recordar que ellos están fuera de
nuestra alma, sĂłlo Dios puede leer nuestra alma. Aunque si uno mentalmente se
dirige a un santo, ángel o demonio, nos escuchan. Por eso la oración da lo
mismo que se haga tanto oral como mentalmente. Por eso da lo mismo ordenar a un
demonio que se marche mentalmente, que en voz alta. En distintos casos de
posesiĂłn he observado que el demonio obedece Ăłrdenes dadas mentalmente.
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