Manual para Exorcistas

 

SVMMA DAEMONIACA

Tratado de DemonologĂ­a

Manual de Exorcistas

 

Fortea

Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va hacia la raza condenada: la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la Divina Potestad, la Suprema Sabiduría y el primer Amor. Antes de mí no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo duro eternamente. iOh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!

inscripciĂłn que Dante Aligheri coloca en el dintel de entrada al infierno

IntroducciĂłn . .. .. . ... . .. .. . . .. . .. ..8

Tratado de demonologĂ­a .... .. ... .. ..... ... .. .. . .. ..... .. ... .. ... l l

Parte I, naturaleza demonĂ­aca. .. ... .. ... .. ... .. .. ... .. .. .. .. ... 1 3

Parte II, la tentaciĂłn y el pecado .. ... .. ... .. ... .. .. .. .. ..... .. .. . .. . ..... .. ..                                     .3 1

Parte III, el obrar del demonio en el hombre y la naturaleza ..... ... .. ........40

Parte IV, cuestiones teolĂłgicas . ... . . ... . . ... . . ... . . .. .. . .. .. ... .. .... . . ... . .. .. ..62 Parte V, cuestiones bĂ­blicas . .. .. . .. .. . .. .. . .. .. . . .. . ... .. ..... .. ... .... .. ..... .... 75

Parte VI, el infierno .. .. . .. .. . .. .. . .. .. . .. .. .... .9 1

Parte VII, apéndices .. . .. .. . .. ... .. .. ... ..... .99

Manual de exorcistas.......................... 1 1 7

      CapĂ­tulo I, la posesiĂłn .. ... ... .. ... .. ... .. .. . .. .. . .. . ... . .                        . 1 1 9

CapĂ­tulo II, el exorcismo y el exorcista. ... .. ..... .. ..... .. ....... 1 38 CapĂ­tulo III, fenomenologĂ­a demonĂ­aca .. .. ... .. .... ... 1 6 1

CapĂ­tulo IV, tesis sobre espĂ­ritus perdidos .. 1 73

CapĂ­tulo V, casos ... .. ... .. . .. .. ... . . 1 94

CapĂ­tulo VI, suplementos .. .. .. . .. .. ... .. . .. .. . .. . ... . . . .. .. ... . 297

El mal ... .. . .... . .. .....309

                                     Cuestiones .. . .. ... .. ... .. . ... .... .. .3 1 1

Anexos.. ... ..... ... ... .. ... ..... ...323

Cuestiones quolibetales .. ... .. .. . .. .. . .. . ...355

ConclusiĂłn .. ... ... .. ... . .. ... .. ... .. ... . .. .. .373

8                                                                                   J.A.Fortea

¶ntroĂąuccĂ­Ă“n

e optado por escribir un libro al modo de los antiguos tratados escolásticos, es decir una obra distribuida en infinidad de cuestiones de heterogĂ©nea extensiĂłn y desigual peso teolĂłgico. ¿Por quĂ©? Pues porque me pareciĂł el modo más libre de poder tratar el tema desde todos los puntos de vista. Y sobre todo me pareciĂł Ă©sta la manera de poder abarcar al demonio en todos sus aspectos y detalles. En una materia como Ă©sta, los detalles son muy importantes. Cada detalle de la Biblia sobre el demonio no es ocioso. Siempre me fascinaron aquellos viejos tomos escolásticos escritos en letra gĂłtica en los que los temas teolĂłgicos iban apareciendo con una lĂłgica fĂ©rrea y al mismo tiempo segĂşn el interĂ©s y gustos del monje o religioso que la dictaba a su secretario


doblado sobre su escriptorio.

sí como en mi tesis sobre el exorcismo, la que hice para la universidad, estaba plagada de notas a pie de página, de citas eruditas y de temas que los académicos consideran serios y graves, en ésta he querido hacer una obra más libre, menos sujeta a ningún esquema preconcebido. No me hubiera sido difícil dar a todo el contenido de este libro otro aspecto formal aparentemente más orgánico, pero hice la obra tal cual me habría gustado leerla. Ahora con el libro consumado contemplo una construcción, una construcción, una construcción intelectual sobre el mundo angélico caído.

nota: El tĂ­tulo latino de esta obra Summa Daemoniaca se traduce como Suma de cuestiones relativas al demonio.

En latín el sustantivo summa significa suma, conjunto, generalidad. El adjetivo daemoniaca puede significar maligno, demoníaco, pero también lo relativo al demonio, lo que concierne al demonio, en este segundo sentido se ha tomado para el título.


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ste libro me recuerda a una construcción arquitectónica medieval. Con sus pilares, sus galerías y recovecos. Un libro con sus capiteles, pórticos y criptas. Por esta obra sobre el demonio se puede ir y venir, recorrerla exhaustivamente o pasear por ella, es una construcción teológica. Una especie de laberinto demoníaco con sus cuestiones, partes, apéndices, suplementos y anexos. Una construcción al fin y al cabo, levantada con conceptos en vez de piedras, o mejor dicho, con las piedras de los conceptos. Y todo erigido bajo las firmes leyes de la lógica, todo este aparente laberinto sujeto a una estructura férrea que se esconde tras la aparente selva de cuestiones. Ojalá que el lector no olvide durante su lectura (durante el deambular en el seno de esta construcción) lo que no se olvidó durante su escritura: que toda construcción teológica ha sido erigida a la mayor gloria de Dios. Es curioso, hasta una construcción teológica sobre el demonio proclama el poder de la omnipotente mano divina.

Enfrente del mal está el bien, v frente a la muerte, la vida; asífrente al piadoso, el pecador.

Contempla todas las obras del Altísimo así: de dos en dos, una frente a la otra. Eclesiástico 33, 14-15.

TRATADO DE DEMONOLOGĂŤA

 

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CuestiĂłn I

¿QuĂ© eg un Ăąemonio?

n demonio es un ser espiritual de naturaleza angĂ©lica condenado  eternamente. No tiene cuerpo, no existe en su ser ningĂşn tipo de materia sutil, ni nada semejante a la materia. Sino que se trata de una existencia de carácter Ă­ntegramente espiritual. Spiritus en latĂ­n significa soplo, hálito. Dado que no tienen cuerpo, los demonios no sienten la más mĂ­nima inclinaciĂłn a ningĂşn pecado que se cometa con el cuerpo. Por tanto la gula o la lujuria son imposibles en ellos. Pueden tentar a los hombres a pecar en esas materias, pero sĂłlo comprenden esos pecados de un modo meramente intelectual, pues no tienen sentidos corporales. Los pecados de los demonios, por tanto, son exclusivamente espirituales.

Los demonios no fueron creados malos. A ellos al ser creados, se les ofreció una prueba, era la prueba previa antes de la visión de la esencia de la Divinidad. Antes de la prueba veían a Dios pero no veían su esencia. El mismo verbo ver es aproximativo, pues la visión de los ángeles es una visión intelectual. Como a muchos les resultará muy difícil entender cómo podían ver/conocer a Dios, pero no ver/conocer su esencia habría que proponer como comparación que sería como decir que ellos veían a Dios como una luz, que le oían como una voz majestuosa y santa, pero que su rostro seguía sin desvelarse. De todas maneras, aunque no penetraran su esencia, sabían que era su Creador, y que era santo, el Santo entre los Santos.

Antes de penetrar en la visiĂłn beatĂ­fica de esa esencia divina Dios les puso una prueba. En esa prueba unos obedecieron, otros desobedecieron. Los que desobedecieron de forma irreversible se transformaron en demonios. Ellos mismos se transformaron en lo que son. Nadie les hizo asĂ­.

Hubo unas fases en la psicología de los ángeles antes de transformarse en demonios. Estas fases se dieron no en el tiempo material, sino el evo. (Que sea el evo se explica más adelante en esta obra).

Al darse en el evo, estas fases a los humanos nos parecería que fueron casi instantáneas. Pero lo que a nosotros nos parecería tan breve, para ellos fue muy largo. Las fases de transformación de ángel a demonio fueron las siguientes: Al comienzo les entró la duda. La duda de que quizá la desobediencia a la Ley divina fuera lo mejor. En el momento en que voluntariamente aceptaron la posibilidad de que la desobediencia a Dios fuera una opción a considerar ya pecaron. Al principio esa aceptación de la duda constitui-


ría un pecado venial que poco a poco fue evolucionando al pecado grave. Pero al principio, ninguno de ellos en esta primera fase estaba dispuesto a alejarse irreversiblemente, ni siquiera el Diablo. Fue posteriormente cuando se fue asentando en sus inteligencias lo que su voluntad había escogido a pesar del dictamen de su inteligencia que les recordaba que tal desobediencia era contra razón. Pero sus voluntades se fueron alejando de Dios, y como consecuencia de ello sus inteligencias fueron aceptando como verdadero el mal que su voluntad había escogido. Sus inteligencias fueron consolidándose en el error. La voluntad de desobedecer se fue afianzando, haciéndose esa determinación cada vez más profunda. Y la inteligencia iba buscando más y más razones para que eso le resultase cada vez más justificable. Finalmente ese proceso llevó al pecado mortal que se dio en un momento concreto, a través de un acto de la voluntad. Es decir, cada ángel llegó un momento en que no sólo quiso desobedecer, sino que incluso optó ya por tener una existencia al margen de la Ley divina. Ya no era un enfriamiento del amor a Dios, ya no era una desobediencia menor a algo determinado que les resultase difícil de aceptar, sino que en la voluntad de muchos de ellos apareció la idea de un destino aparte de la Trinidad, un destino autónomo.


Los que perseveraron en este pensamiento y decisiĂłn comenzaron un proceso de justificaciĂłn de esta elecciĂłn. Comenzaron un proceso en que se trataron de autoconvencer de que Dios no era Dios. De que Dios era un espĂ­ritu más. De que podĂ­a ser su Creador, pero que en El habĂ­a errores, fallos. Comenzaban a acariciar la posibilidad que habĂ­a aparecido en sus inteligencias: la posibilidad de una existencia aparte de Dios y de sus normas. La existencia aparte de Dios aparecĂ­a como una existencia más libre. Las normas de Dios, la obediencia a El y a su voluntad, aparecĂ­an progresivamente como algo opresor, pesado. Dios comenzaba a ser visto como un tirano frente al que habĂ­a que liberarse. En esta nueva fase de alejamiento, ya no era simplemente que buscaran un destino fuera de Dios, sino que Dios mismo les parecĂ­a que era un obstáculo para alcanzar esa libertad. Pensaban que la belleza y felicidad del mundo angĂ©lico hubiera sido mucho más feliz y libre sin un opresor. ¿Por quĂ© habĂ­a un EspĂ­ritu que se alzaba por encima de los demás espĂ­ritus? ¿Por quĂ© su voluntad se debĂ­a imponer sobre la de los demás espĂ­ritus? ¿Por quĂ© una Voluntad debe imponerse sobre otras voluntades? No somos niños, no somos esclavos, debieron pensar. Dios ya no era un elemento que habĂ­an dejado atrás, sino que comenzaba a convertirse para ellos en el mal. Y asĂ­ comenzaron a odiarle. Las llamadas de Dios hacia estos ángeles para que volvieran hacia El eran vistas como una intrusiĂłn inaceptable. En esta fase, el odio en unos creciĂł más en otros espĂ­ritus menos.

Puede sorprender que un ángel llegue a odiar a Dios. Pero hay que entender que Dios para ellos ya no era el bien, sino el obstáculo, la opresión, las cadenas de los mandamientos, la falta de libertad. El odio nació con la energía de sus voluntades resistiendo una y otra vez a las llamadas de Dios que como un padre les buscaba. El odio nació como reacción lógica de una voluntad que tiene que afianzarse en su decisión de abandonar la casa paterna, por decirlo en términos que resulten inteligibles para nosotros. Es decir, alguien que se marcha de casa al principio simplemente quiere marcharse, pero si el padre le llama una y otra vez, el hijo acaba diciendo déjame en paz. Dios les llamaba entonces, pues sabía que cuanto más tiempo sus voluntades estuvieran alejadas de El, más se afianzarían en su alejamiento.

Por supuesto que muchos ángeles que se habían alejado en un primer momento volvieron. Esta es la gran lucha en los cielos de la que se habla en Apocalipsis 12:

Y se enta6(ó un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles [ucbanòo con el Dragón. Y el Dra ón luchó y sus ángeles, pero no tuvieron erza no volvió a encontrarse su sitio en e cielo. Fue expu(saòo d gran Dra[a Serpiente antigua que se [lama Dia6[o y d Aòversario, que engaña al oy6e entero. Fue expulsaòo a (a tierra, y sus ángeles fueron expu[saòos con él


¿CĂłmo los ángeles pueden luchar entre sĂ­? Si no tienen cuerpo, quĂ© armas pueden ser usadas. El ángel es espĂ­ritu, el Ăşnico combate que se puede entablar entre ellos es intelectual. Las Ăşnicas armas que pueden blandir son los argumentos intelectuales. Esa lucha fue una lucha intelectual. Dios enviaba la gracia a cada ángel para que volviera a la fidelidad o se mantuviera en ella. Los ángeles daban argumentos a los rebeldes para que volvieran a la obediencia. Los ángeles rebeldes daban sus razones para fundamentar su postura y para introducir la rebeliĂłn entre los fieles. En esta angelical conversaciĂłn de miles de millones de ángeles hubo bajas por ambos lados: ángeles rebeldes regresaron a la obediencia, ángeles fieles fueron convencidos con la seducciĂłn de los razonamientos malignos.

La transformaciĂłn en demonios fue progresiva. Con el transcurrir del tiempo el evo es un tipo de tiempo— unos odiaron más a Dios, otros menos. Unos se hicieron más soberbios, otros no tanto. Cada ángel rebelde fue deformándose más y más, cada uno en unos pecados especĂ­ficos. AsĂ­ como, por el contrario, los ángeles fieles se fueron santificando progresivamente. Unos ángeles se santificaron más en una virtud otros en otra. Cada ángel se fijĂł en un aspecto u otro de la divinidad. Cada ángel amĂł con una medida de amor. Por eso en el bando de los fieles comenzĂł a haber muchas distinciones, segĂşn la intensidad de las virtudes que cada ángel practicĂł más.

Cada ángel tenía su propia naturaleza dada por Dios, pero cada uno se santificó en una medida propia según la gracia de Dios y la correspondencia de la propia voluntad. Esto es válido pero al revés, para los demonios. Cada uno recibió de Dios una naturaleza, pero cada uno se deformó según sus propios caminos extraviados.

Por eso la batalla acabĂł cuando ya cada uno quedĂł encasillado en su postura de forma irreversible. LlegĂł un momento en que ya sĂłlo habĂ­a cambios accidentales en cada ser espiritual. En los demonios, llegĂł un momento en que ya cada uno se mantuvo firme en su imprudencia, en sus celos, en su odio, en su envidia, en su soberbia, en su egolatrĂ­a...

La batalla había acabado. Podían seguir discutiendo, hablando, disputando, exhortándose, durante miles de años, por decirlo así en términos humanos, pero ya sólo habría cambios accidentales. Fue entonces cuando los ángeles fueron admitidos a la presencia divina, y a los demonios se les dejó que se alejaran, se les abandonó a la situación de postración moral en que cada uno se había situado.


Como se ve no es que los demonios sean enviados a un lugar cerrado de llamas y aparatos de tortura, sino que se les deja como están, se les abandona a su libertad, a su voluntad. No se les lleva a ninguna parte. Los demonios no ocupan lugar, no hay donde llevarles. No hay aparatos de tortura, ni llamas que les puedan atormentar, ni cadenas que les amarren sus miembros. Tampoco los ángeles fieles entraron en ningún sitio. Simplemente recibieron la gracia de la visión beatífica. Tanto el cielo de los ángeles, como el infierno de los demonios, son estados. Cada ángel porta en su interior su propio cielo esté donde esté. Cada demonio, esté donde esté, lleva dentro de su espíritu su propio infierno.

El momento en que ya no hay marcha atrás es el momento en que un ángel ve la esencia de Dios. Porque después de ver a Dios ya nada le podrá hacer cambiar de opinión. Después de haber visto a Dios, jamás nadie podrá escoger algo que le ofenda lo más mínimo. Pues la inteligencia comprendería que sería escoger estiércol frente a un tesoro. El pecado después de ese momento es imposible. El ángel antes de entrar al cielo, comprendía a Dios, comprendía lo que era, lo que suponía su santidad, omnipotencia, sabiduría, amor... Después de ser admitido a contemplar su esencia, uno no sólo la comprende, sino que además la ve. Es decir, uno ve su santidad, su amor, su sabiduría, etc, etc. El espíritu al ver aque110 se llena de tal amor, de tal veneración, que jamás, bajo ningún concepto, quiere separarse de ello. Por eso el pecado pasa a ser imposible.

El demonio queda irremisiblemente ligado a lo que ha escogido, desde el momento en que Dios decide no insistir más. Llega un momento en que Dios decide no enviar más gracias de arrepentimiento. Pues cada gracia de arrepentimiento sólo puede ser superada, sólo puede ser vencida, afirmándose más en el odio. Llega un momento en que Dios ve que enviar más gracias sólo sirve para que el demonio afiance más lo que ha escogido su voluntad. Llega un momento en que Dios Amor da la espalda] y deja a su hijo que siga su camino. Deja que el demonio siga su vida aparte.

Por un lado podríamos decir que no hay un momento único en que el ángel se transforme en demonio, sino que se trata de un proceso lento, gradual, evolutivo. Pero por otro lado por largo que haya sido ese proceso previo (y posterior) sí que hay un momento preciso en el que el espíritu angélico tiene que tomar la deciSión de rechazar o no a su Creador.

Ya se ha dicho que en ese proceso cabe la marcha atrás, esa es la celestial batalla angélica de la que habla Ap 12, 7-9. Pero llega un momento de esa batalla, en que ya los demonios se alejan y se alejan. No tendría sentido seguir insistiendo. El Creador respeta la libertad de cada uno.


El demonio aparece en las pinturas y esculturas deforme, es muy adecuado ese modo de representarlo, pues es un espíritu angélico deformado. Sigue siendo ángel, es sólo su inteligencia y su voluntad lo que se ha deformado, nada más. En lo demás sigue siendo tan ángel como cuando fue creado. El demonio en definitiva es un ángel que ha decidido tener su destino lejos de Dios. Es un ángel que quiere vivir libre, sin ataduras. La soledad interior en que se encontrará por los siglos de los siglos, los celos de comprender que los fieles gozan de la visión de un Ser Infinito, le llevan a echarse a sí mismo en cara su pecado una y otra vez. Se odia a sí mismo, odia a Dios, odia a los que le dieron razones para alejarse.

Pero no todos sufren lo mismo. Unos ángeles en la batalla se deformaron más y otros menos. Los que más se deformaron, los más deformes, sufren más. Los menos deformes sufren menos. Pero una vez más hay que recordar que sólo es deformidad de la inteligencia y la voluntad.

I Un buen amigo mĂ­o profesor de la universidad de Alcalá de Henares, se quedĂł un poco sorprendido ante esta expreSiĂłn de dar la espalda e incluso me sugiriĂł la posibilidad de una correcciĂłn en la formulaciĂłn de la frase. ¿Puede de verdad hacer tal cosa el Amor Infinito'? Indudablemente sĂ­. La rebeldĂ­a de la criatura lleva a que finalmente Dios abandone a ese ser a su propia suerte. ¿QuĂ© momento es ese en que la criatura queda abandonada? Ese momento es aquel en el que Dios decide no conceder ninguna gracia más de arrepentimiento a la criatura. En ese instante podemos decir que Dios ha dado la espalda al ser que creĂł. En cuanto ocurre esa terrible y temible decisiĂłn, la criatura está ya juzgada.

La inteligencia está defornlada, oscurecida, por las propias razones con las que uno justificó su marcha, su liberación. La voluntad impuso a la inteligen-

cia su decisión, y la inteligencia se vio impelida a justificar esa decisión. La inteligencia funcionó como un mecanismo de justificación, de argumentación de aque110 que la voluntad le fustigaba a aceptar. Como se ve, el proceso tiene una extraordinaria similitud con el proceso de envilecimiento de los humanos. No nos olvidemos que los humanos somos un espíritu en un cuerpo. Si prescindimos de los pecados relativos al cuerpo, el proceso interno psicológico que lleva a una persona buena a acabar en la mafia, o de guardia en un campo de concentración o de terrorista, es en sustancia el mismo proceso. En sustancia, el concepto de pecado, de tentación, de evolución de la propia iniquidad es igual en el espíritu angélico que en el espíritu del hombre.

Pues los pecados del hombre son pecados del espĂ­ritu, aunque los cometa con el cuerpo.

El niño tiene niñez, pero también el ángel al principio acaba de ser creado y no tiene experiencia. La persona humana tiene tentaciones de otras personas, también los ángeles de sus semejantes. El hombre puede pecar por estructuras mentales tales como la patria, el honor de la familia, por el bienestar de un hijo. El espíritu angélico también tenía detrás de sí grandes construcciones intelectuales que, aunque distintas a las humanas, supondrían un complejo correlato angélico de todo este mundo humano que conocemos.

Nosotros los humanos somos también espíritu, aunque tengamos un cuerpo, y sólo tenemos que mirar a nuestro interior para comprender como uno puede caer en el pecado, como uno puede envilecerse. Es entonces cuando el pecado de los ángeles ya no nos resulta tan incomprensible, cuando nos empieza a parecer más cercano.

 

CuegtiÓn 2 apor qué pugo una prueba a los espíritus angélicos?

' Por quĂ© no concediĂł la visiĂłn beatĂ­fica a todos en cuanto les creĂł? ¿Por quĂ© se arriesgĂł a que algunos se convirtieran en demonios? Dios podrĂ­a haber creado espĂ­ritus angĂ©licos y directamente haberles concedido la gracia de la visiĂłn beatĂ­fica. Esto era perfectamente posible a su omnipotencia y no hubiera habido ninguna injusticia en hacerlo. Pero habĂ­a tres poderosas razones para concederles una fase de prueba antes de la visiĂłn beatĂ­fica.

La razón menos importante de todas era el que Dios tenía que dar a cada ser racional un grado de felicidad. Todos en el cielo ven a Dios, pero nadie puede gozar de El en un grado infinito, eso es imposible. Sólo Dios goza infinitamente. Cada ser finito goza al máximo, sin desear más, pero de un modo finito. Goza finitamente de un bien infinito. La comparación que se suele usar para comprender este concepto metafísico es que cada ser racional tiene un vaso, Dios llena ese vaso hasta sus bordes, plenamente. Pero cada vaso es de una medida determinada.

Dios en su sabidurĂ­a determinĂł algo especialmente inteligente: que cada uno determinara el grado de gloria que iba a gozar durante la eternidad. Dado que esto es para siempre, dado que es algo tan importante, Dios ha dejado tal cosa en nuestras manos. Ya que cada uno ha de tener un grado, eso es inevitable, pues que cada uno decida ese grado. ¿El modo'? : una prueba. SegĂşn la generosidad, el amor, la constancia y demás virtudes que manifestemos en esa prueba, asĂ­ en esa medida será el grado. Como se ve es una disposiciĂłn de las cosas magnĂ­fica, una disposiciĂłn en la que se manifiesta la sabidurĂ­a infinita de Dios.

Si esta razón expuesta es importante, considero que todavía lo es más el considerar el hecho de que el único momento en el que un espíritu puede desarrollar su fe, su generosidad para con Dios es mientras todavía no lo ve. Después al verlo tendrá el agradecimiento por lo que ya contempla. Pero ese amor generoso en la fe, esa confianza hacia Dios en la oscuridad, eso es posible sólo antes de la visión. Después ya nunca será posible. Todo será posible, menos eso. Digamos que es un aspecto del espíritu que o se desarrolla antes de la visión facial de la esencia de Dios, o después ya es absolutamente imposible. Por eso la prueba es un don de Dios. Un don para que en nosotros germine y se desarrolle la flor de la fe con todos sus frutos. Esa flor en nosotros ya no podrá nacer durante toda la eternidad. Ya no podrá haber fe donde hay visión. Y tras la fe y como consecuencia de ella vienen las virtudes subsiguientes. Cada ángel desarrollaría unas más y otras menos.

Ante todo, el tiempo de prueba daba la posibilidad de que nacieran y se desarrollaran las virtudes teologales. Y después, incluso, unos ángeles desarrollarían más la virtud de la perseverancia, otros la de la humildad, otros la de la súplica, etc.

Claro que conceder a un ser la posibilidad de que en él nazca la fe, supone arriesgarse a que pueda germinar en ese mismo ser no la fe sino el mal. Dios al dar la libertad, sabe que una vez que la conceda puede encauzarse a sí misma hacia el bien o hacia el mal. Dios puede crear el cosmos como quiera, como desee, según su voluntad, sin ninguna cortapisa, sin ningún límite. Pero el santo no se crea, se hace a sí mismo con la acción de la gracia. Conceder el don de la libertad a los espíritus supone que puede aparecer una madre Teresa de Calcuta o un Hitler. Una vez que se concede el regalo de la libertad, se concede con todas las consecuencias. Querer que aparezca el bien espiritual supone de antemano aceptar la posibilidad de que aparezca el mal espiritual. En el cosmos material no hay bien espiritual, ni la más pequeña cantidad de bien espiritual. El bien del cosmos material es un bien material, la glorificación del universo físico al Creador es una glorificación material e inconsciente. El bien espiritual es cualitativamente superior, pero supone necesariamente tener que admitir ese riesgo. Por eso la aparición del mal no fue un trastocamiento de los planes divinos. La posibilidad de la aparición del mal ya formaba parte de los planes divinos antes de la creación de criaturas pensantes.


De todas maneras, aunque he hablado de que la prueba era necesaria para determinar el grado de gloria, la razón más importante, la razón más poderosa, para conceder el don de la libertad era para obtener el amor de un modo libre. Sin esa prueba, Dios hubiera podido obtener el agradecimiento de los seres a los que hubiera dado un grado de gloria sin pasar por el riesgo de una prueba. Pero Dios es un ser que ama y que quiere ser amado.

El Ăşnico modo de obtener ese amor en la fe, ese amor que se confĂ­a, ese amor desinteresado en la oscuridad del que todavĂ­a no ve, era proponer esa prueba. Vuelvo a repetir que el mismo Dios que puede crear miles de cosmos con sĂłlo un acto de su voluntad, no puede crear ese amor que nace del que es probado en el sufrimiento de la fe. El amor a Dios no se crea, es una donaciĂłn por parte de la criatura.

Cuestión 3 apor qué no retiró la libertab al ber que comertìaban a pecar?

' Por qué Dios no retira la libertad en cuanto ve que alguien avanza por el camino del mal? Pues no lo hace, porque realizar tal cosa supondría que tal espíritu quedaría ya para siempre en el mal. Permitir que siga haciendo el mal, supone ofrecerle la posibilidad de que retorne al bien. Retirarle de la prueba haría que se cometieran menos pecados, pero el espíritu que ha sido retirado quedaría petrificado en el mal para siempre. Permitir que el malo siga haciendo el mal, le da la posibilidad de retroceder.


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¿Son tobog log bemonĂ­og iguales?

a hemos visto que cada demonio pecó con una intensidad determinada. Además cada demonio pecó en uno o varios pecados en especial. La rebelión tuvo su raíz en la soberbia, pero de esa raíz nacieron otros pecados. Eso en los exorcismos se ve con gran claridad, hay unos demonios que pecan más de ira, otros de egolatría, otros más de desesperación, etc. Cada demonio tiene su psicología, su forma de ser particular. Los hay locuaces, los hay más despectivos, en uno brilla de un modo especial la soberbia, en otro el pecado del odio, etc. Aunque todos se apartaron de Dios, unos son más malos que otros.

Después hay que recordar que como nos dice San Pablo hay nueve jerarquías de ángeles. Las jerarquías superiores son más poderosas, bellas e inteligentes que las inferiores. Cada ángel es completamente distinto de otro ángel. No hay razas de ángeles, por usar un término zoológico. Sino que cada uno agota su especie. Sin embargo, sí que es posible agrupar a los ángeles en distintos grandes grupos o jerarquías. Jerarquías también llamadas coros, pues esos grupos es como si formaran coros que cantan las alabanzas de Dios. Su cántico por supuesto no es de la voz, sino es la alabanza

espiritual que emite su voluntad al conocer y amar a la Trinidad.

De cada una de las nueve jerarquías cayeron ángeles transformándose en demonios. Es decir, hay demonios que son virtudes, potestades, serafines, etc. Aunque sean demonios siguen conservando intacto su poder e inteligencia.

Por todo lo dicho está claro que existe una jerarquĂ­a demonĂ­aca. Una cosa comprobada por los exorcismos es que entre ellos existe un poder de los superiores sobre los inferiores. ¿En quĂ© consiste ese poder? Es algo imposible de saber, pues no se ve como un demonio puede obligar a otro a hacer algo. Pues no hay cuerpoque empujar o forzar. Sin embargo, he comprobado que un demonio superror puede forzar a uno inferior a no salir de un cuerpo durante un exorcismo. Aunque el inferior sufra y quiera salir, el superior se lo puede impedir. CĂłmo un demonio puede forzar a otro demonio siendo Ă©ste intangible, es algo, lo repito, que escapa a nuestra comprensiĂłn.

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ZoologĂ­a p ĂątmonologĂ­a

odríamos decir que existe un cierto paralelismo entre la zoología y la demonología. Pues aunque cada ser angélico es completamente distinto de otro, ya que agota su forma2 Sin embargo, es posible englobarlos en grandes grupos. Es decir, imaginemos que de cada especie de mamífero existiera un único ejemplar: un sólo ciervo, un sólo gamo, un sólo caballo, etc. Cada uno sería distinto, pero dentro del mundo zoológico podríamos agrupar esos seres únicos en una especie, la de los mamíferos, no porque esos vivientes sean iguales entre sí, sino porque son más similares entre sí que frente los pertenecientes a la especie de los insectos, de los peces, etc. Esos mamíferos serían distintos entre sí, pero se los agruparía porque entre ellos es mayor su semejanza que entre el resto de seres vivos. Pues lo mismo sucede con las naturalezas angélicas. Cada una es distinta pero pueden ser agrupadas en grandes grupos, en este caso nueve según dice la Biblia:

J .A

serafines querubines tronos òominaciones virtuòes potestaòes principaòos arcángeles

-AquĂ­ la palabra forma está usada en su sentido filosĂłfico que es distinto del sentido usual en que la gente usa esta palabra. Cuando se dice que cada ángel agota su forma se quiere decir lo siguiente: Entre los hombres, por ejemplo, la forma es la misma (la forma humana) pero lo que individua a cada ser humano es la materia. Una misma forma, pero con distinta materia. Como los ángeles no tienen materia, cada ángel tiene que tener una fòrma distinta para distinguirse de otro. Esto vale para todos los seres que existen sin materia. Por eso Dios tiene que ser uno y nunca podrĂ­a haber dos. La forma divina del Ser infinito no tiene materia que la individue, por eso si hubiera dos formas divinas ¿quĂ© las distinguirĂ­a? SerĂ­an un sĂłlo ser, no puede ser de otra manera.

Si las diferencias entre los animales son a veces tan grandes, en el mundo angélico son mayores pues la forma está liberada de las leyes de la biología y la materia. Y por tanto, si grande es la diferencia entre una libélula y un águila mucho mayores son las diferencias entre las naturalezas angélicas. Si grande es la diferencia entre una mariquita y una ballena azul, indeciblemente mayor es la diferencia entre un ángel de la novena jerarquía y los de la primera.

6 astronomĂ­a p ĂąemonologĂ­a

xiste un cierto paralelismo entre la astronomía y la demonología. Un sistema solar es como una especie de parábola de lo que es Dios, los ángeles y los demonios. Dios sería el Astro Rey. Alrededor del cual giran todos los astros

del sistema solar, pues El es el centro. El ilumina a todos.

El resto de planetas, asteroides y satélites serían los santos y ángeles. El sistema de rotación de los satélites alrededor de los planetas sería imagen de la iluminación de unos seres angélicos a otros. Aunque los satélites giren alrededor de un planeta, también rotan alrededor del Sol. Dios es el centro por más intermediaciones que haya.

Sin embargo, los demonios serían como esos cuerpos que se han alejado de la atracción del Sol. El Sol les atrae, no deja de atraer nunca, no deja de iluminar, de dar calor. Sin embargo, esos cuerpos se han alejado tanto (libremente) que viven en las tinieblas exteriores, en el frío del vacío y la oscuridad. Dios les sigue atrayendo cada instante, cada segundo. Pero ellos ya están irremisiblemente fuera del alcance de su atracción y su luz. El Sol no les priva de su luz, son ellos los que han preferido dirigirse en dirección opuesta.

Muchos hombres se preguntan dĂłnde está la raya divisoria entre la condenaciĂłn eterna y la salvaciĂłn. Esta parábola astronĂłmica ofrece luz sobre el tema, pues esa raya es como el lĂ­mite de la fuerza gravitatoria. Uno puede estar muy leJOS,  pero si está unido por la gravitaciĂłn al Sol, está unido a El. Mientras que si uno vaga ya completamente por libre, ajeno completamente a esa gravitaciĂłn eso es la condenaciĂłn eterna.

Si vemos esta parábola astronómica desde la superficie de la Tierra, hay que hacer ciertos cambios (hay que añadir las estrellas) pero también podemos añadir ciertos matices (se puede incluir a la Luna). Dios sería el Sol, la Virgen la Luna y los ángeles las estrellas. La diferencia entre la luz del Sol y la de las estrellas sería imagen entre la diferencia entre el ser de Dios y el de los espíritus angélicos. Los ángeles serían un pálido y débil puntito de luz frente a la luz cegadora e irresistible de Dios. La diferencia entre la luz de las estrellas y la de la Luna sería la diferencia entre los ángeles y ella. Desde luego en muchos pasajes de la Sagrada Escritura queda claro que las estrellas, luminosas y muy por encima de la tierra, son imagen de los espíritus angélicos 3 .


3 Es en el ámbito de esta parábola astronómica donde hay que entender versículos como Ap 12,4, Is 14, 12-15 0 tantos otros.


CuegtiÓ11 7

¿Cuáles gon log nombres be log bemonĂ­og?

atán: es el más poderoso, inteligente y bello de los demonios que se rebelaron. Se le llama Satán o Satanás en el Antiguo Testamento. Su raíz primitiva significaría atacar, acusar, ser un adversario, resistir. Satán significaría adversario, enemigo, opositor

Diablo: es como llama el Nuevo Testamento a Satán. Diablo viene del verbo griego diaballo, acusar. La gente usa la palabra diablo y demonio como sinónimos, pero la Biblia no. La Biblia siempre usa la palabra Diablo en singular y refiriéndose al más poderoso de todos ellos. La Sagrada Escritura también le llama el Acusador, el Enemigo, el Tentador, el Maligno, el Asesino desde el principio, el Padre de la mentira, Príncipe de este mundo, la Serpiente.

Belcebú: usualmente usado este nombre como sinónimo del Diablo. Proviene de Baal-zebul que significa señor de las moscas. Aparece en 2 Re 1,2.

J. A.

Li[itb: aparece en Is 34, 14, la tradición judía lo consideró como un ser demoníaco. En la mitología mesopotámica es un genio con cabeza y cuerpo de mujer, pero con alas y extremidades inferiores de pájaro.

AsmoĂ°eo: aparece en el libro de TobĂ­as, del persa aesma daeva que significa espĂ­ritu de cĂłlera.

SeiriM: aparecen en Is 13, 21, Lev 17, 7 y en Bar 4,35, suele traducirse como los peludos. Deriva del hebreo sa 'ir que signifìca peludo o macho cabrío.

Demonio: del griego daimon que significa genio. En la mitología grecorromana no era necesariamente una entidad maléfica. Pero en el Nuevo Testamento, siempre es usado como término para designar seres espirituales malignos.

o Beliar de la raíz baal que significa señor. Aparece por ejemplo en 2 Cor 6, 15.

significa destructor, aparece en Ap 9, l l . Se dice de Ă©l que su nombre en hebreo es AbaddĂłn que significa perdiciĂłn, destrucciĂłn.

Lucifer: es un nombre extrabíblico que significa "estrella de la mañana". La inmensa mayoría de los textos eclesiásticos usa el nombre de Lucifer como sinónimo del Diablo. Sin embargo, el padre Gabrie-

le Amorth considera que es el nombre propio del demonio segundo en importancia en la jerarquía demoníaca. Soy enteramente de la misma opinión y lo que conocemos por los exorcismos nos confirmaría que Lucifer es alguien distinto de Satán.

El nombre le viene de que fue un ángel especialmente privilegiado en su naturaleza en los cielos angélicos, antes de rebelarse y deformarse. Algunos traducen el nombre de Lucifer como "el que porta la luz". Esa traducción es errónea ya que tal palabra en latín era luciferarius.

Como curiosidad dirĂ© que en un exorcismo un demonio dijo que los cinco demonios más poderosos del infierno eran por este orden: Satán, Lucifer, BelcebĂş, Belial y Meridiano. ¿Es segura esta JerarquĂ­a? SĂłlo Dios lo sabe. Lo que es seguro, y lo sabemos por la Sagrada Escritura y por los exorcismos, es que cada demonio tiene un nombre. Un nombre dado por Dios que expresa la naturaleza de su pecado. Distintos nombres de demonios dichos por ellos en exorcismos son: PerversiĂłn, Muerte, Puerta, Morada, etc. Otros, sin embargo, dicen nombres que no sabemos que significan: Elisedei, Quobad, Jansen, Eishelij, etc.

En algunos libros de magos y brujos se colocan largas listas de nombres. Esas listas inacabables son tan exhaustivas como inventadas. No tienen otro valor que

la imaginación de sus autores. Pues algunos no sólo ofrecen la lista de los nombres sino incluso el número de demonios que pueblan el infierno. Esas descripciones detalladas de las legiones infernales son puramente inventadas. Ir más allá de los escuetos datos de la Sagrada Escritura supone adentrarse en el mundo de la literatura, abandonando el seguro terreno firme de la Palabra de Dios. La Teología puede decir muchas cosas acerca de los demonios, pero siempre de un modo general, trabajando con conceptos. La Teología al trabajar con esencias, nada puede decir de un demonio concreto.

El autor de cierta lista de demonios (tan exhaustiva como inventada) dice de uno ellos llamado Xaphán que fue el que le sugirió a Satán prenderle fuego al cielo, pero que fueron arrojados al infierno antes de cometer tan vil acto. Dice de él que está encargado eternamente, de mantener encendidas las llamas del infierno. No hace falta decir que a tal inventor de mitos le aconsejo que lea este libro, donde descubrirá que ni hay forma de prender fuego al cielo, ni hay manera de mantener encendidas las llamas del infierno.

CutgtiĂ“11 S ¿ĂŻ$ap tiempo en log Ăątmoniog?

í, el tiempo transcurre para los demonios. No es un tiempo como el nuestro (que es tiempo material) sino que se trata de un tiempo propio de los espíritus, tiempo que es llamado evo (aevum en latín). El evo es la sucesión de actos de entendimiento y voluntad en un ser espiritual. Los actos de la razón y de la voluntad se suceden provocando un antes y un después, un antes de un determinado acto del entendimiento, o de un acto de querer algo. Desde el momento que hay un antes y un después hay algún tipo de tiempo. Por tanto cuando se dice que los espíritus en el cielo y en el infierno están en la eternidad hay que entender esta afirmación como que están en una interminable sucesión temporal, una sucesión de tiempo sin final, con principio (que es cuando fueron creados), pero sin final. Sólo Dios está en un eterno presente, sólo en El no hay sucesión de tiempo de ninguna clase. En El no ha transcurrido nunca ni un solo segundo, ni un solo antes ni después. La eternidad de Dios es cualitativamente distinta de la eternidad del tiempo material (con un principio pero sin final) y de la eternidad del evo (también con un principio, también sin

Sobre este tipo de tiempo, el evo, habló Santo Tomás ya en el siglo XIII, en la

J

Primera Parte de la cuestión X, artículo V, de su Summa Theologica y quizá a algunos les pudo parecer que su razonamiento era excesivamente teórico. Pero al escuchar yo relatos de personas que han pasado por experiencias cercanas a la muerte, personas que han vivido la experiencia de la separación del cuerpo, de entrar en el túnel, etc, comprobé que cuando se les preguntaba si había tiempo en esa experiencia, es decir si notaron que transcurría tiempo, las explicaciones que daban concordaban perfectamente con lo que Santo Tomás de Aquino explica sobre el evo al hablar de los espíritus sin materia.

CuestiĂłn 9

¿CII quĂ© piensa un ĂątmonĂ­o?

odo ángel caído conserva la inteligencia de su naturaleza angélica. Y con ella sigue conociendo. Conoce e indaga con su mente el mundo material y el espiritual, el mundo real y el conceptual. Como ser espiritual, eminentemente intelectual, no hay duda de que esta profundamente interesado por las cuestiones conceptuales. El sabe muy bien que la Filosofía es la más elevada de las ciencias. Incluso sabe que la Teología está por encima de la Filosofía; pero odia a Dios.

En el conocer encuentra placer, pero también sufrimiento. Sufre cada vez que ese conocimiento le lleva a considerar a Dios. Y el demonio percibe continuamente el orden y la gloria del Creador en todas las cosas. Hasta en las cosas aparentemente más neutras, él encuentra el reflejo y el recuerdo de los atributos divinos.

Pero el demonio no está siempre en cada instante sufriendo. Muchas veces simplemente piensa. Sólo sufre en ciertos momentos, cuando se acuerda de Dios, cuando se vuelve a hacer consciente de su miserable estado, de su separación de Dios, cuando le remuerde la conciencia. Unas veces sufre más, otras menos, su sufrimiento no es uniforme. Aunque estas variaciones se dan según la intensidad que marca la deformidad moral propia de cada demonio.

Sería bastante horrible pensar en los demonios como seres permanentemente en sufrimiento, cada instante, cada momento. La separación de Dios produce sufrimiento por toda la eternidad, pero es el sufrimiento del alejamiento, no es el sufrimiento de una máquina de tormento en acción constante. El demonio ni está tentando siempre, ni está retorcido de dolores espirituales siempre.

CuegtiÓn IO

¿Cuál eg el lenguaje log Ăątmoniog?

I lenguaje de los demonios es exactamente el mismo que el de los ángeles. Los ángeles no necesitan ninguna lengua, ningún idioma para comunicarse entre ellos, pues se comunican entre sí con especies inteligibles. Las especies inteligibles son los pensamientos que se transmiten entre ellos. Nosotros nos transmitimos palabras, ellos se transmiten directamente pensamiento en estado puro, sin necesidad de mediaciones sensibles o de signos. Las especies inteligibles pueden ser comunicación de razonamientos, de imágenes, de sentimientos, etc. La transmisión de estas especies inteligibles es telepática. Se produce a voluntad. Y puede dar lugar a diálogos como los que tenemos los hombres. Las inteligencias humanas nos comunicamos nuestros razonamientos a través de palabras que son signos. Los espíritus angélicos pueden comunicar entre sí pensamiento en estado puro.

CuegtíÓn ll están log òemoniog?

anto las almas de los condenados como los demonios no pueden ubicarse en las coordenadas del espacio. Tampoco se puede decir que están en otra dimensiĂłn. ¿QuĂ© significa estar o no estar en una dimensiĂłn para un espĂ­ritu? Simplemente no están en ningĂşn lugar. Existen, pero no están ni aquĂ­, ni allĂ­.

Se dice que un demonio está en un sitio cuando actúa en un sitio. Si un demonio está tentando a alguien aquí, se dice que está aquí. Si un demonio posee un cuerpo allí, se dice que está allí. Si un demonio mueve una silla en un fenómeno poltergeist, se dice que está en ese sitio concreto. Pero en realidad no está allí simplemente está actuando allí.

El infierno, el cielo y el purgatorio son un estado. DespuĂ©s de la resurrecciĂłn los cuerpos de los condenados sĂ­ que estarán en un sitio concreto, y por eso el infierno será un lugar. Los cuerpos de los bienaventurados tambiĂ©n ocuparán lugar. Por eso en la Biblia se dice: y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, Ap 21, l. De ahĂ­ que los bienaventurados habitarán en la tierra restaurada de nuevo tras la destrucciĂłn que se narra en el Apocalipsis. Puesto que los bienaventurados habitarán corporalmente en esta tierra ¿dĂłnde estarán los hombres condenados? Nada se puede afirmar con seguridad. Algunos piensan que su lugar estará en el centro de este mismo mundo.

J. A.

CuegtĂ­Ă“n 12

¿Conocen el futuro?

llos no ven el futuro, pero a veces pueden conjeturarlo. Con su inteligencia muy superior a la humana pueden deducir por sus causas algunas cosas que sucederán en el porvenir. Lo que pertenece sólo a la libertad humana, está indeterminado y no lo conocen. No saben lo que yo decidiré libremente. Pero con su inteligencia superior ven los efectos de las causas donde nosotros no veríamos nada. Desde luego hay ocasiones donde ellos saben con toda seguridad lo que sucederá, aunque ni el más inteligente de los humanos podría sospecharlo por más que analizara los factores que hay en el presente. Pero en otras ocasiones ni una naturaleza angélica de la mayor Jerarquía podría deducirlo. Sobre todo la libertad humana es el gran factor de indeterminación en sus previsiones.

CuegtiĂłn 13 ¿Ă„PueĂąe un Ăąemonio bacer algĂşn acto bueno?

I demonio no está siempre haciendo el mal, muchas veces simplemente piensa. Y en ello no obra mal alguno, es un mero acto de su naturaleza. Sin embargo, el demonio no puede

hacer actos morales sobrenaturales. Es decir, no puede hacer un acto de caridad, de arrepentimiento sobrenatural, de glorificación sincera de Dios, etc. Pues para realizarlos se necesita una gracia sobrenatural. Puede glorificar a Dios, pero a la fuerza, no porque quiera hacerlo. Puede arrepentirse de haberse alejado de Dios, pero sin pedir perdón, reprochándose tan sólo el mal que le ha sobrevenido de esa acción, pero sin dolor de haber ofendido a Dios. Y así puede hacer otros muchos actos naturales con su inteligencia y su voluntad.

Pero el demonio nunca mostrará la más mínima compasión, ni el más pequeño acto de amor hacia nadie. Su corazón sólo odia, es insensible al sufrimiento de los demás.

CueStiĂ“n 14 ¿qpueòe experimentar el bemonio algĂşn placer?

I demonio no goza con ninguno de nuestros cinco sentidos. Sólo goza con su inteligencia y su voluntad. Puede parecer que es poca cosa, pero no lo es. Los placeres intelectuales pueden ser tan variados como los de nuestros cinco sentidos. En realidad son mucho más variados. El gozo que nos proporciona una ópera, una sinfonía, una partida de

ajedrez, un libro, son placeres eminentemente espirituales aunque esa información llegue a nuestro espíritu a través de apariencias sensibles. El mundo espiritual visto por nosotros desde nuestro mundo puede parecer insípido, incoloro, aburrido, pero es un error. El mundo espiritual es mucho más variado, rico y deleitable que el que nos ofrece el cosmos material.

Los demonios gozan de los placeres, pues sus dos potencias espirituales (conocimiento y voluntad) siguen intactas. El obrar de su naturaleza ha quedado indemne a pesar del alejamiento de Dios.

Lo que no pueden hacer es amar a nadie con un amor sobrenatural. La capacidad de amar ha quedado aniquilada en la psicologĂ­a del demonio. El demonio conoce, pero no ama.

El placer que logra al tener Ă©xito en hacer un mal es exactamente el mismo que siente una persona en la tierra al lograr vengarse de su enemigo. Se trata de un placer lleno de odio, sin sosiego.


CuestiĂłn 15

¿Cg el Ăąemonio libre para bacer mág o menos mal?

I demonio hace el mal cuando quiere, nadie le obliga a hacerlo. Es un ser libre y su voluntad es la que decide hacer las cosas cuando quiere. Desea hacer el mal y para hacer el mal ha de tentar. Pero para tentar hay que insistir. Unos demonios insisten más, otros desisten antes. Hay demonios más firmes y demonios más perezosos. Hay demonios que por el ardor de su cólera persiguen a las almas como verdaderos depredadores. Otros demonios están sumidos en una especie de depresión y no tienen tanto odio como para ir continuamente persiguiendo almas. Pero hablamos de grados, ya que todos odian a Dios y todos son cazadores de almas.

CuestiĂłn 16 ¿Cuáles gon log mág malignos tobog log Ăąemoniog?

odría parecer que los demonios más perversos tienen que ser los de más alta jerarquía, pues no. No hay relación entre naturaleza y pecado. Un naturaleza angélica de la última jerarquía

J.A.Fortea

pudo ser mucho más perversa que un ángel superior. El mal que puede cometer un ser libre no depende de la inteligencia, ni del poder que posea. Siempre ponemos como ejemplo de malignidad al jefe de las SS, Heinrich Himmler. ¿Pero no pudo ser peor que Ă©l alguno de sus subordinados? Por supuesto que sĂ­. Entre los hombres vemos que alguien menos inteligente y en un puesto social poco relevante puede ser mucho peor, mucho más perverso, que un gran dictador. Y lo mismo dicho para el mal, vale para el bien. Un ángel de la Ăşltima jerarquĂ­a pudo ejercitar más sus virtudes que uno de más alta jerarquĂ­a. De la misma manera que una viejecita humilde sin estudios y que sĂłlo se ha dedicado a las labores de la casa toda la vida puede ser más santa que un arzobispo o un sumo pontĂ­fice.

Una interesante pregunta que se desprende de todo esto es si la jerarquía que nos da la Biblia (ángeles, arcángeles, principados...) es una jerarquía de la gracia o de la naturaleza. Es decir, los serafines son los más santos o sólo los más poderosos y en los que más brilla el fulgor de la inteligencia angélica. Mi opinión es que es una jerarquía según la naturaleza. Pues las descripciones visuales de los cuatro vivientes alrededor del Cordero (los ángeles de la mayor jerarquía) dan más bien impresión de poder y conocimiento, al igual que los mismos nombres de las nueve jerarquías. El nombre de principado o potestad, por poner dos ejemplos, son nombres que indican

más bien poder. Además, es más sencillo hacer jerarquía de la naturaleza que de la gracia.

CutgtiÓn 17 apor qué pecamos?

a tentaciĂłn es esa situaciĂłn en que la voluntad tiene que elegir entre dos opciones, y sabe que una opciĂłn es buena y otra mala, pero se siente atraĂ­do a escoger la mala. Sabe que es la mala, pero por alguna razĂłn se siente atraĂ­do a escogerla. El error de caer en la tentaciĂłn no es un error de inteligencia, no es un problema de debilidad de la razĂłn. Pues si no supiera que esa opciĂłn es la mala, pecarĂ­a por ignorancia o por error, y por tanto no pecarĂ­a. Para pecar hay que saber que uno está escogiendo la opciĂłn mala. No hay pecado sin mala conciencia. Eso es lo que hace tan interesante el pecado desde el punto de vista intelectual: ¿por quĂ© escogemos el mal sabiendo que es el mal? Es un verdadero misterio.

Una respuesta sencilla, que no es falsa, pero que tampoco explica el asunto, es contestar que pecamos por debilidad. Lo cual es cierto, pero también es cierto que no somos tan débiles como para no poder resisitirnos. Si no fuéramos capaces de resistirnos ya no habría pecado. No tendríamos elección. Si hay pecado es porque podemos escoger. Y sabemos por experiencia que escogemos lo que queremos. Si queremos hacer algo, nada ni nadie nos puede obligar a querer hacer otra cosa. Luego por débiles que seamos siempre podemos resistirnos. Como se ve, no podemos excusarnos ni por el campo de la inteligencia ni por el de la voluntad. Hacemos el mal porque queremos.

Podríamos decir que cometemos el mal por el bien que conseguimos con ello. Pero hay que recordar que la inteligencia percibe que ese bien es una manzana envenenada. Percibe que es un pseudobien, un bien que acarrea más mal que el bien que contiene. Por eso por muy deseable que nos aparezca ese bien, la conciencia nos dice: no debes escoger esa opción. Así que decir que hacemos el mal porque nos aparece como un bien, es cierto, pero también es igualmente cierto que sabemos que ese bien que contiene es, a fin de cuentas, un mal. Así que la explicación de que hacemos el mal por el bien que nos ofrece esa acción, es una explicación adecuada, es algo que nos ayuda a entender el el por qué del pecado, pero no lo explica del todo. Quizá este misterio de la manzana envenenada que comemos a pesar de saber que está envenenada no lo podamos explicar del todo nunca mientras estemos en la tierra.

CuegtĂ­Ă“11 18 ¿Cuántas tentaciones proctòen bel ĂątmonĂ­o?

o hay nadie que pueda decir cuantas tentaciones proceden del demonio y cuantas de nuestro interior. Pero parece razonable pensar que la mayor parte de las tentaciones proceden de nosotros mismos. No necesitamos a nadie para ser tentados. Basta la libertad para poder usarla mal. Basta tener que tomar una decisión en una elección para optar conscientemente por la decisión errónea. Conscientemente, sin paliativos, sin poderle echar la culpa a nadie, más que a nosotros mismos.

Es cierto que el demonio tentĂł a la primera mujer. Pero sin demonio hubiĂ©ramos podido pecar igualmente. La tentaciĂłn no necesita del demonio, se basta a sĂ­ misma. ¿Si no, quiĂ©n tentĂł al demonio?

CuegtiĂ“n 19 ¿poĂątmog Str tentaĂąog mág allá be nuegtrag posibilĂ­Ăąaòeg?

I ser humano es débil. De manera que Dios nos cuida como a niños. Por eso nos dice la Biblia:

J.A.Fortea

Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentaòos más a[[á òe vuestras fuerzas, sino que con [a tentación os òará el éxito haciénòoos

capaces òe

I Co 10 , 13

Que la tentación debe ser permitida por Dios es algo que aparece clarísimamente en el libro de Job. Pero, además, en otro lugar de la Biblia, justo antes de la misma Pasión Jesús dice a San Pedro:

jSiJ41ón Simón! mira d Aòveysayio os redamó pava cri6ayos como el trigo!

Lc 22,31

"Os reclamó", luego la criba de la tentación debe ser permitida. No afirmar esta doctrina significaría que estamos en manos de un destino ciego y que cualquiera por débil que sea puede ser tentado con un poder y una intensidad por encima de las fuerzas que uno posee. Por tanto el mensaje es claro y tranquilizador: Dios, como padre que es, vela para que ninguno de sus hijos se vea presionado más allá de lo que puede soportar. De todo esto se ve la sabiduría que hay detrás del viejo dicho: Dios aprieta pero no ahoga.

CuegtiÓn 20 apor qué el tentó a Jegúg?

I Diablo sabĂ­a que JesĂşs era Dios, sabĂ­a por tanto que era imposible que pecara. ¿Por quĂ© le tentĂł entonces? Es más, sabĂ­a que cualquier tentaciĂłn al resistirla le santificarĂ­a más como hombre. Y que por tanto el demonio al tentarle en realidad a la postre y sin quererlo se convertirĂ­a en instrumento de santificaciĂłn de JesĂşs. ¿Por quĂ© entonces hacer algo inĂştil y que además servirĂ­a para bien? La respuesta es sencilla: el Diablo no se pudo resistir. La tentaciĂłn fue demasiado grande para el mismo Diablo. i Tentar al mismo Dios! No podĂ­a dejar escapar aquella ocasiĂłn. SabĂ­a que era imposible hacerle pecar, pero no pudo resistir la tentaciĂłn de intentarlo. La situaciĂłn era como la del fumador que sabe que fumar le hace daño pero no puede dejar de hacerlo. AsĂ­ el Diablo sabĂ­a que tentarle era un error, pero cayĂł en la tentaciĂłn de tentarle. iLa criatura tentando al mismo Dios! Era lĂłgico que cayera en el error de intentarlo, pues para resistir tal tentaciĂłn el demonio hubiera necesitado de la virtud de la fortaleza. Y cualquier cosa le podemos pedir al demonio, menos virtud.

De la misma manera los demonios a veces hacen cosas que a largo plazo les perjudican, pero no se resisten a lograr un mal ahora, aunque conteniéndose pudieran lograr un mal mayor después. Por todo lo cual se ve que hasta los demonios sufren la tentación. Tentación que procede de su mismo interior.

CuestiĂłn 21

¿Sabe el Ăąemonio que impecable?

o sabe perfectamente, tan bien como el mejor de los teólogos, no tiene la menor duda de ello. No obstante, cuando el demonio tentó a Dios hecho hombre, se trató de autoconvencer de que quizá Dios no era tan bueno como creía. Quizá Dios fuese débil, quizá había algún talón de Aquiles en la Divinidad que el demonio desconocía. Si lograba hacer caer en algo a la Perfección, la Perfección se desmoronaría. Lograr que Dios pecara parecía un imposible, pero había que intentarlo. Si lograba envilecer a Dios, el demonio ya no sería un pecador porque el bien y el mal no existirían. Bastaba un sólo y único pecado venial de la Santísima Trinidad para que la línea divisoria entre el bien y el mal se desdibujase para siempre, para que pudiera afirmar que, en realidad, nunca había existido. Porque la santidad de Dios era la garante de esa división. Si Dios pecaba, una sóla vez durante toda la eternidad, Dios ya no sería Dios. Ya no habría garante alguno de esa distinción, ni garante, ni fundamento.

La propia inteligencia del demonio le decĂ­a que tal empresa era imposible, pero su propio deseo le llevĂł a deformar sus propios pensamientos. HabĂ­a que intentar lo imposible.

CuegtiĂ“11 22 ¿Se puebe llegar a ĂąigtinguĂ­r Iag tentaciones que proceĂąen nogotrog migmog be Iag bel òemonio?

a tentación que nos provienen del demonio no se distingue en nada de nuestros propios pensamientos, ya que el demonio tienta infundiendo en nosotros especies inteligibles. Es decir el demonio introduce en nuestra inteligencia, memoria e imaginación objetos apropiados a nuestro entendimiento que en nada se distinguen de nuestros pensamientos. Una especie inteligible es justamente eso, lo que hay en nuestro pensamiento cuando ejercitamos la acción de pensar. Desde imaginar la imagen de un árbol, resolver una acción matemática, desarrollar un razonamiento lógico, com-

JA. Fortea

poner una frase, todo eso son especies inteligibles. Las producimos nosotros en el interior de nuestro espíritu racional, pero un ángel también puede producirlas y comunicárnoslas silenciosamente. Entre los hombres comunicamos nuestras especies inteligibles sobre todo con el lenguaje. Aunque también podemos hacerlo por ejemplo con la pintura o la música. Pero siempre a través de un medio externo. Mientras que el ángel puede transmitirnos esa especie sin necesidad de medio alguno. Por eso no hay manera de distinguir lo que viene de dentro de nosotros, o de un ángel, de un demonio o de Dios directamente.

Ahora bien, las personas que llevan muchos años esforzándose en la vida espiritual con una vida de oración muy intensa, pueden advertir que hay tentaciones que aparecen con una intensidad bastante sorprendente, sin que, además, tengan ninguna causa razonable, y que pueden llegar a ser de una persistencia extrañísima. Por poner un ejemplo, es lógico que la lectura de un libro contra la fe produzca tentaciones contra le fe, pero si esa tentación aparece de pronto, muy intensa e insistiendo durante semanas y semanas, todo eso puede ser señal de que es una tentación del demonio. Pero ni aun así podemos estar seguros. Como norma general se podría decir que las tentaciones sin causa razonable, muy intensas y persistentes, se puede sospechar que son del demonio. Pero con unas características tan vagas nunca podremos estar segu-

ros al cien por cien.

A los sacerdotes nos llegan personas de intensa vida de oraciĂłn y que sin haber tenido nunca ningĂşn problema psicolĂłgico, de pronto un buen dĂ­a les vienen pensamientos de blasfemar contra Dios, de pisar un crucifijo y cosas parecidas. Si esas perturbaciones son crĂłnicas, es razonable pensar que provienen de enfermedad. Pero si su apariciĂłn es repentina y la persona parece sana de mente, entonces hay razĂłn para sospechar de que sean tentaciĂłn proveniente del demonio.

El psiquiatra que haya leído esta explicación seguro que pensará que lo descrito se debe a un proceso de acción-reacción. A tales psiquiatras queremos decirles que conocemos perfectamente esos mecanismos del subconsciente, pero también les recordamos que el demonio también existe. Y esto queda más claro cuando esa tentación obsesiva desaparece de pronto un buen día sin volver a aparecer nunca. Las tentaciones del demonio nunca son crónicas. Y por vehementes que sean cuando desaparecen no dejan la más leve secuela en la psique que las padeció.

 

CuegtĂ­Ă“1t 23

¿QuĂ© bacer ante la tentaciĂ“n?

echazarla al momento. La tentación nada puede hacernos si la rechazamos, si no dialogamos con ella es inocua. Porque desde el momento que dialogamos con ella, desde el momento en que ponderamos los pros y los contras de lo que nos dice, desde el momento en que tomamos en consideración lo que nos propone, desde ese mismo instante nuestra fortaleza se resquebraja, nuestra oposición se debilita. Una vez iniciado el diálogo necesitaremos mucha más fuerza de voluntad para rechazarla.

Otra cosa que observamos los confesores es que algunos penitentes muy devotos se agobian mucho a veces ante ciertos pensamientos que les vienen acerca de tentaciones a cometer grandes pecados. Este tipo de personas muy devotas y religiosas no se explican como les vienen esos pensamientos, y se sienten muy culpables; culpables e impotentes. Habiendo entendido lo que es una especie inteligible infundida por un demonio, se comprende que el mejor modo de obrar contra ella es ignorarla, hacer justo lo contrario de lo que nos propone o ponerse a rezar. Desesperarse no sirve de nada. Pero si uno no se desespera, el que se desespera es el demonio.

El demonio nos puede introducir pensamientos, imágenes o recuerdos, pero no puede introducirse en nuestra voluntad.


Podemos ser tentados, pero al final hacemos lo que queremos. Ni todos los poderes del infierno pueden forzar a alguien a cometer ni el más pequeño pecado.

CuegtĂ­Ă“n 24

¿Ă¬ueòe tener el ĂątmonĂ­o alguna táctica al tentarnos?

I demonio es un ser inteligente, no es una fuerza o una energía. Por tanto hay que entender que la tentación intenta ser un diálogo. Un diálogo entre la persona que resiste y el tentador. Sólo si la persona se resiste a considerar la tentación, entonces la tentación es simplemente insistencia por parte del demonio, pero sin respuesta nuestra.

Pero el demonio puede estar a nuestro lado durante mucho tiempo, analizarnos, conocernos y tentarnos justo por nuestro punto más débil. El demonio puede ser extraordinariamente pragmático. Es decir, sabe las posibilidades de éxito que tiene y puede tentar justo sólo en aquello que sabe que tiene alguna posibilidad. Si percibe que una persona no va a caer en un pecado grande puede tentar a que cometa algo menor. Si sabe que ni siquiera eso va a conseguir, puede tentar sólo a que cometa algo que es imperfección, ni siquiera pecado. Y dentro del campo de la imperfección tentará a aquello que sepa

J

que es posible. Por ejemplo, sabe que tentar a la gula a un asceta puede ser perder el tiempo. Pero a lo mejor sabe que tiene posibilidades de éxito si le tienta a excederse en el ayuno. Y si ve que por ahí tiene éxito intentará tentarle a que se exceda en el ayuno justo en el modo que más favorezca su soberbia o en el modo que peor sea para su salud, etc. Otro ejemplo, si sabe que no tiene sentido tentar a una monja a que deje la oración, a lo mejor ve que lo mejor es tentarle a prolongar el tiempo de oración a costa del trabajo que tiene obligación de hacer. En otras ocasiones el demonio puede ver que más que tentar a pecar, puede ser más realista tratar de conseguir que el alma crea que ya no tiene que obedecer a su confesor puesto que es un hombre menos espiritual que ella misma. El demonio no tienta a la buena de Dios, sino que analiza y ataca donde ve que tiene alguna posibilidad. Y normalmente él tiene alguna posibilidad donde justamente el hombre virtuoso cree que tiene menos posibilidades.

He puesto ejemplos de tentaciones dirigidas a hombres de oración y ascéticos, porque el hombre entregado al vicio es un hombre sin protección, sin la protección de las virtudes. Sin esas corazas, todo su espíritu presenta múltiples flancos desguarnecidos, expuestos a la acción de las tentaciones. Sin Dios que protegiese a esas almas, cualquiera de ellas sería pasto del fuego de sus propias pasiones azuzado por la acción de los demonios. Por eso pedimos en el padrenuestro y líbranos del Malo. Esto demuestra que aunque dispongamos de la libertad para resistir, conviene que le pidamos al Creador que nos proteja.

Por esto el Señor nos ha puesto un ángel custodio o ángel de la guarda. Para que las inspiraciones malignas sean compensadas por las inspiraciones al bien.

Además, si uno es tentado y ora, la tentación desaparece. Es incompatible la tentación con la oración. La oración crea primero una barrera contra la tentación, pues nuestra voluntad y nuestra inteligencia se centran en Dios. Y si insistimos un poco más, el demonio no puede resistirla Y huye.

CutgtiÓn 25

¿pueĂąt atog tentar?

ue naòie al ser tentaòo òiga: (lòe Dios me Qviene [a tentación"/ pues Dios no pueòe ser tentaòo paya el wat ni Él tienta a naòie. Sant l, 16

Este versĂ­culo nos enseña dos cosas: La primera que Dios no puede ser tentado. Por que ¿quĂ© puede ofrecer la tentaciĂłn a Dios que no tenga? ¿QuĂ© disfrute, quĂ© placer, quĂ© gozo que no posea ya? En Dios la tentaciĂłn es metafĂ­sicamente imposible pues Ă©sta no tiene nada que ofrecerle.

La segunda cosa que nos enseña este versículo es que Dios no tienta a nadie. Dios es bueno, por eso no puede tentar nunca al mal. Dios sólo puede conducir hacia el bien, nunca presentarnos el mal como bien, nunca inducirnos a error.

Si Dios no puede ser tentado, ¿por quĂ© el Diablo tentĂł a JesĂşs? Pues porque Dios hecho hombre sĂ­ que podĂ­a ser tentado. AsĂ­ tambiĂ©n es imposible que Dios sufriera, pero Dios encarnado sĂ­ que podĂ­a sufrir.

CuegtĂ­Ă“11 26 apor quĂ©     permite la tentaciĂ“n?

i Dios no tienta, ¿por quĂ© la permite? La respuesta la tenemos en versĂ­culo que dice:

Consiòeraò como perfecta alegría, bermanos míos, cuanÒo os veáis cercaòos por òiversas pruebas sa6ienòo que (a prueba òe vuestra fe proòuce constancia.

Sant 1,2

Sin tentación no existiría esa constancia de la virtud que resiste una y otra vez contra toda seducción tentadora. Dicho de otro modo, hay determinados tipos de virtudes que jamás podrían existir sin haber resistido la tentación. Es más, cuanto más dura sea la prueba mayor será la luz de esa virtud al sobreponerse a esa tentaClón.

Esto nos lleva a pensar lo siguiente. Dios podría haber contenido a los demonios de manera que nunca hubieran podido interferir en la historia de los hombres. Pero Dios sabía que los demonios aunque por un lado fueran causa de males, también serían ocasión de mayores de bienes, pues serían ocasión de que la virtud fuera más valiosa. En cierto modo, podríamos decir que aceptó la posibilidad de que hubiera más oscuridad en este mundo si con ello se lograba que la luz fuera más pura y luminosa. De lo contrario hubiera bastado una simple orden de Dios para ni un sólo demonio hubiera podido entrar nunca en contacto con ningún ser humano. Luego si permitió ese contacto es que sabía que de ello vendrían bienes.

CuegtĂ­Ă“11 27

¿QuĂ© la muerte eterna?

n espíritu (como un alma) es indestructible, no sufre rozamiento, no sufre desgaste, no puede ser dividida. El espíritu no puede morir. Cometa los pecados que cometa seguirá existiendo, por más que quiera morir la vida no huirá de ella. Pero lo que queremos decir con la expresión de "pecado mortal", "muerte eterna" y expresiones similares, es que la vida sobrenatural de un alma o un espíritu sí que puede morir. El pecado mortal acaba con la vida sobrenatural. El espíritu sigue existiendo pero con una vida meramente natural. La voluntad y la inteligencia con todas sus potencias, siguen operando. Pero ya no hay vida de la gracia. El espíritu en cuanto a la gracia está como un cadáver. Esta expresión puede parecer hiperbólica, pero es exacta. El espíritu que peca mortalmente es como un cadáver inanimado, inanimado por la gracia santificante. Desde ese momento sólo vive para la naturaleza y por su naturaleza. Su espíritu está desprovisto de sobre-naturaleza.

Y desde el momento que la gracia ha dejado de vivificar un espíritu, sucede lo mismo que con un cuerpo que ya no está vivificado por un alma, comienza la corrupción. Así como un cuerpo comienza a transformarse en corrupción, así el espíritu comienza a corromperse en la medida en que su voluntad vaya cediendo.

Son muchos los hombres que viven sólo para la naturaleza de su ser, olvidando completamente su sobre-naturaleza que Dios les daría gustoso. El nivel de corrupción varía mucho según la persona. Pero si pudiéramos asomarnos a los espíritus de algunos de ellos, veríamos que son verdaderos cadáveres que expiden una fetidez exactamente como la de un cadáver descompuesto desde hace tiempo.

CuestiĂłn 28

¿Cuál eg el proceso que

Iltba a la muerte eterna?

aòa uno es tentaòo por su propia pasión Uviénòose arrastraòo y seòuciòo. Después, [a pasión, cuanòo fra conce6iòo òa a [uz pecaòo, y d pecaòo cuanòo [lega al final, a(uvn6ya

muerte.

Sant l, 14-15

El apĂłstol Santiago en dos versĂ­culos describe con una increĂ­ble profundidad de principio a fin el proceso hacia la muerte del alma. El pecado no se produce ni por que sĂ­, ni de golpe, ni es algo que abruptamente cae ante nosotros de modo sĂşbito sin que tengamos culpa. Sino que hay todo un proceso que es el que describe el apĂłstol. La traducciĂłn del griego de estos dos versĂ­culos debe ser muy esmerada para no perder los matices que hay

en los verbos. El proceso descrito es el siguiente:

las pasiones

el pecado se gesta

se da a luz el pecado

el pecado vuelve a comenzar una gestaciĂłn

se da a luz la muerte

La imagen de una mujer gestando en su vientre durante meses a un niño es imagen de la persona que gesta en su interior la iniquidad. El pecado es cierto que aparece en un momento dado, en un momento concreto, un segundo antes no hay pecado, un segundo después, sí. Pero ese pecado se produce, sale a la luz, porque antes ha habido una gestación previa. Y así como en el mundo de la zoología cuanto más larga es la gestación más grande es lo que se da a luz. Así también en el campo espiritual cuanto mayor es el pecado más larga es la gestación que es necesaria para dar ese paso. Aquí está la respuesta a esa pregunta qué tantas personas se hacen de cómo es posible que tal persona haya cometido tal o cual barbaridad. Ninguna barbaridad moral aparece sin un proceso, proceso que está oculto a los ojos de los demás, pero que se va desarrollando en el interior de la persona.

El apóstol Santiago usa el verbo "dar a luz" porque verdaderamente el pecado ha tenido previamente a la "gestación" una "concepción". La seducción y la voluntad actúan como el espermatozoide y el óvulo. La pasión trata de abrirse camino, de penetrar en la voluntad. Pero si ésta no la acoge, la seducción queda estéril, no produce nada. Mientras la voluntad se cierre, ni miles, ni millones de espermatozoides lograrán penetrar en el seno de la voluntad. Pero si la voluntad acoge la seducción, se produce la concepción del pecado. Aun así el pecado puede ser eliminado. Pero si el pecado no es eliminado, se reproducirá. El pecado engendra más pecado, se reproduce, aumenta en cantidad, cambia cualitativamente hacia peores faltas.

Si el primer pecado tiene detrás de sí un proceso previo, también el pecado que se deja vivir comienza un nuevo proceso. Proceso que lleva a la muerte: la muerte del alma. Y la muerte del alma lleva a la muerte eterna.

El alma invadida por el pecado es como un alma muerta pues no tiene vida sobrenatural dentro de sĂ­. Y si el alma muerta decide permanecer hasta el final en ese estado de corrupciĂłn, eso lleva a la muerte eterna, a la condenaciĂłn.

Conocer todo ésto nos lleva a valorar más la acción sobrenatural de la gracia divina, que en cualquier momento de este proceso (mientras no se haya producido ya la muerte eterna) puede vivificar el alma. El perdón de Dios no es sólo perdón, sino vivificación. Y lo dicho aquí para el pecado y las pasiones, vale, sólo que al revés, para la gracia y la virtud. La vida en Cristo es un proceso, una vida que se desarrolla.

El 06yay òen

CuestiĂłn 29 howt6ye (a VI ¿QuĂ© Ăąiftrencia bap entre natural, preternatural p

Sobrenatural?

NATURAL: es la actuaciĂłn que se adecĂşa al obrar de la naturaleza. Se sobreentiende al hablar de la naturaleza que nos referimos a la naturaleza del universo material.

PRAETERNATURAL: es la actuación que va más allá del obrar de la naturaleza del universo material. Lo que es fruto de la actuación de una naturaleza angélica o demoníaca es praeternatural. La palabra proviene de praeter naturam, más allá de la naturaleza.

SOBRENATURAL: es la actuación que va más allá de cualquier naturaleza creada. Esta forma de obrar es sólo propia de Dios.

La naturaleza material puede realizar cosas sorprendentes, pero siempre según las leyes del cosmos material. Los demonios pueden hacer levitar un objeto en el aire, transformar algo instantáneamente, etc. Ellos pueden hacer cosas que van más allá de las posibilidades del mundo material, pero no pueden actuar más allá de las leyes de su naturaleza angélica, pues no pueden todo. Ellos no pueden todo ni siquiera en el mundo material. Dios, sin embargo, puede crear un órgano de la nada; un demonio no podría.

Estas diferencias también son válidas en las cosas que suceden en nuestra alma. Por ejemplo, un paisaje bello me puede recordar la belleza de Dios, es algo natural. Mientras que un ángel o un demonio pueden directamente enviar inspiraciones a mi mente. Dios va más allá, pues puede enviar gracias espirituales (de arrepentimiento, de acción de gracias, etc) a lo más interno de mi espíritu, obrando cambios radicales en un segundo. Toda la actuación de la gracia es sobrenatural. Y la gracia siempre es enviada directamente por Dios.

CuestiĂłn 30 ¿Log ĂątmonioS aumentan gu castigo por el mal que baten a log bombrtg?

a se ha dicho que cada demonio es libre de hacer más o menos mal contra los hombres, parece lógico que eso conlleve algún tipo de castigo suplementario. Yo, personalmente nunca pensé que el Juicio Final supusiera nada más que una proclamación pública de su pena. Pero según lo aprendido en los exorcismos, parece que el Juicio Final será algo más que una mera declaración solemne, sino que por lo que dicen los demonios tendrán que dar cuenta de lo hecho contra los hombres o contra Dios hasta el momento en que ellos queden totalmente fuera nuestro ámbito y destino. En el Juicio Final ningún condenado dejará de estar condenado, pero tendrán que dar cuenta del mal infligido en ejercicio de su libertad.


J.A. Fortea


CuegtiĂ“n 31 ¿Cg posible bacer un pacto con el bemonĂ­o?

a gente suele pensar que los pactos con el demonio sólo existen en la literatura. Están equivocados. Hay personas que conscientemente, con toda advertencia, pactan con el Diablo y le entregan el alma con tal de conseguir algo en esta vida. La idea de un pacto formal con el demonio aparece por primera vez en el siglo v en los escritos de San Jerónimo. Este padre de la Iglesia cuenta como un joven para obtener los favores de una bella mujer fue a un mago, el cual le impone como pago por sus servicios el renunciar a Cristo con un escrito. Tenemos en el siglo VI, una segunda aparición de este tipo de pacto en la leyenda de Teófilo, quien accede a ser un servidor del Diablo y firma un pacto formal. Esta leyenda se extendió por Europa en la Edad Media.

¿Es posible un pacto con el demonio? Por supuesto uno puede firmar un papel, pero no se le va a presentar el demonio ni para entregarle el papel, ni para recogerlo. Cuando uno hace un pacto de este tipo siempre espera que se aparezca alguien, pero es uno mismo el que tiene que escribir los tĂ©rminos, y tampoco aparece nadie una vez firmado el pacto, con lo cual uno se queda con el papel en la mano. Todo lo cual suele ser bastante desesperanzador para el que se esperaba que sucediera algo. Aun asĂ­, si uno invoca al Diablo muchas veces pueden suceder cosas, lo mismo que en el espiritismo. Pero no necesariamente. A esta escena tan poco teatral, tan desanimadora para el que creĂ­a que iba a haber alguna apariciĂłn, hay que añadir:

1 0 Que firmar ese pacto no significa obtener una vida de riqueza, honor y lujuria desenfrenada. Yo he conocido personalmente a dos personas que hicieron ese pacto y, francamente, su nivel de vida era peor incluso que el mĂ­o. Tampoco parece que en aspecto carnal el Diablo fuera especialmente generoso con ambos. Eso se debe a que el Diablo no es Dios y no puede dar lo que quiera.

20 El alma puede arrepentirse siempre que quiera con un simple acto de su voluntad. Arrepintiéndose, el pacto queda en papel mojado fueran cuales fueran los términos del contrato. Incluso aunque se excluyera la posibilidad del arrepentimiento, esta cláusula no sirve de nada. Dios que nos ha dado la libertad para hacer lo que queramos, no nos ha dado libertad para renunciar a la libertad. Esto es válido también en la eternidad, en el cielo o en el infierno seguiremos siendo libres. Sólo que en el cielo ya no querremos pecar, y en el infierno ya no querremos arrepentirnos.

Muchos piensan que el triunfo en los negocios o la profesiĂłn sĂ­ que la puede dar el Diablo. Pero la razĂłn por la que el

mismo Diablo no puede conceder ni siquiera eso a sus siervos es porque el Ă©xito de una empresa o en una profesiĂłn depende de la concatenaciĂłn de muchas causas y factores. El demonio sĂłlo puede tentar, asĂ­ por ejemplo puede tentar a un jefe a que escoja a un empleado en vez de a otro. Pero la tentaciĂłn se puede superar, y por tanto ni una cosa tan simple como esa es segura ni con un pacto con el demonio.

El gran poder del pacto con el demonio es hacer pensar a la persona que ya está condenada haga lo que haga. Es difícil hacer entender a una persona que ha firmado tal trato que sigue siendo tan libre como antes. Pero es así.

CuegtiĂ“n 32 ¿Ă„PutĂąe el Ăąemonio probocar una enfermeòaĂą mental?

i el demonio puede tentar, también podría hacerlo de forma continua, intensa, sin descanso, y tratar de provocar por tanto una obsesión o una fobia o una depresión u otras enfermedades. Si hemos dicho que puede transmitir especies inteligibles, podría transmitirlas con tal frecuencia que perturbara seriamente la vida ordinaria de la persona hasta el punto de desequilibrarla. Por poder

hacerlo lo puede hacer. Pero Dios impide su libre actuaciĂłn sobre nosotros. Toda acciĂłn del demonio sobre los hombres debe ser permitida por Dios.

A la pregunta por tanto de si el demonio puede provocar enfermedades mentales la respuestas es: sĂ­, si Dios lo permite. Respuesta que vale para todo. Incluso a la pregunta ¿podemos contraer una enfermedad mental sin intervenciĂłn del demonio? La respuesta serĂ­a exactamente la misma: sĂ­, si Dios lo permite. Se trata de una respuesta que tiene un carácter casi universal. Pero por amplia que sea —de hecho cabe casi de todo en ella—, mucho me temo que no hay otra respuesta a esa pregunta.

Conocido el mecanismo interno que usa para provocar la tentaciĂłn —la infusiĂłn de especies inteligibles en nuestra inteligencia, memoria e imaginaciĂłn—, este modus operandi tambiĂ©n se puede usar de forma tan pertinaz que desequilibre a la persona. Entra dentro del poder del demonio el hacerlo. Lo Ăşnico que puede impedirlo es la voluntad de Dios. Ahora bien, ¿lo impide siempre? Indudablemente no. Si Dios no impide siempre la actuaciĂłn de las causas naturales que provocan la enfermedad, tampoco impide siempre la actuaciĂłn del demonio. Ahora bien, en este ámbito como en todo el campo de las causas de las patologĂ­as fĂ­sicas o mentales, la actuaciĂłn del demonio es excepcional. Toda enfermedad mental se debe a causas naturales mientras no se demuestre lo contrario.

Por otro lado, si pusiéramos una al lado de la otra a una persona enferma mental por causas naturales y a otra enferma mental por causa demoníaca, no habría manera de distinguir la una de la otra pues sólo veríamos el efecto externo.

CuegtĂ­Ă“1t 33 ¿(CI bentonio putĂ™e probocar enftrmtĂąaĂątg en el cuerpo?

nte todo hay que dejar bien claro que las enfermedades aparecen por causas naturales. Pensar que las enfermedades tienen su causa en el mundo de los espíritus sería como querer regresar a un estado precientífico donde la razón sería sustituida por el mito. Ahora bien, si los demonios existen tampoco se puede descartar absolutamente que ellos puedan actuar alguna vez en este campo. Las reglas generales son como su nombre indica generales, pero nada impide que sucedan hechos especiales, por muy raros que éstos sean. Normalmente del cielo llueve agua, o cae nieve o granizo, pero alguna vez también cae del cielo un meteorito.

J.A.Fortea

Así también de forma extraordinaria e inusual Dios puede permitir que un demonio provoque una enfermedad. De hecho, San Lucas menciona expresamente el caso de "una mujer, que desde hacía dieciocho años padecía una enfermedad producida por un espíritu, y estaba encorvada" (LC 13,10-14). De esta mujer no se dice que estuviera endemoniada, pero sí se dice que el demonio era la causa de esa enfermedad. Esa afirmación es categórica en el Evangelio. A esto podemos añadir el caso de la muerte de los esposos de Sara en el libro de Tobías causada por el demonio Asmodeo (Tob 3).

Santa Teresa de Liseaux escribiĂł un capĂ­tulo muy interesante al hablar de su

La enfermedad que me acometió provenía, ciertamente, del demonio. Furioso por vuestra entrada en el Carmelo [la de su hermana] quiso vengarse en mí de todo el daño que nuestrafamilia había de causarle en el fìlturo, pero no me hizo casi sufrir; pude proseguir mis estudios, y nadie se preocupó por mí. Haciafinales de año me sobrevino un continuo dolor de cabeza. (...)Esto duró hasta la fiesta de Pascua de 1883. (...) Al desnudarme, me sentí invadida por un extraño temblor. No sé como describir una en/èrmedad tan extraña. Hoy estoy persuadida de que fue obra del demonio. (...) Casi siempre parecía estar en delirio, pronunciando palabras sin sentido. (...) Con frecuencia parecía estar desvanecida, sin poder eje-

cutar el más mínimo movimiento. (...) Creo que el demonio había recibido un poder exterior sobre mí, pero que no podía acercarse ni a mi alma, ni a mi espíritu, si no era para inspirarme grandísimos temores de ciertas cosas (Historia de un alma, cap.lll)

CuestiĂłn 34

¿CĂłmo gt pueòe òigtinguir gĂ­ una bĂ­giĂłn eg un problema bemonĂ­aco o psiquiátrico?

I tiempo es el mejor medio para discernir si algo es un problema psiquiátrico o es acción del demonio. Si una visión, locución o algo que parece extraordinario es una enfermedad mental, se desarrollará inevitablemente. Las psicosis tienden a desarrollarse. No se quedan estancadas. Y el tiempo acaba desarrollándolas de manera tal que todo acaba quedando claro. Pero cuando alguien viene refiriendo un caso de visión y le piden a un teólogo que discierna, la mayor parte de las veces es absolutamente imposible. Pero al cabo de unos meses los casos más oscuros quedan claros. Y si se deja que la enfermedad siga su curso, al cabo de unos años queda claro el asunto hasta para los familiares más neófitos en esta materia.

Por poner un ejemplo, si un penitente desconocido se arrodilla en el confesonario y le dice al confesor que la Virgen le ha dicho de forma audible que le quiere y que sea buena. El sacerdote no puede saber si tiene a una persona que ha experimentado una alucinación o una locución. Probablemente ni el mejor teólogo del mundo lo podría saber. Pero si la confiesa durante un año, la cosa estará cada vez más clara, y aun en menos tiempo. Pues si la penitente está enferma paulatinamente irá desarrollando la enfermedad y dirá que la Virgen le revela más y más cosas, y éstas cada vez más peregrinas. Y si se deja pasar cinco años más, al final lo normal es que la enfermedad quede patente no sólo al confesor, sino hasta a sus familiares pues el carácter absurdo e ilógico de las alucinaciones suele desarrollarse ya que se trata de una enfermedad. Y las patologías mentales conforme avanzan suelen desligarse cada vez más y más de las leyes de la lógica.

 

J.A.Fortea

CuegtĂ­Ă“11 35

¿R)ueĂątll log bentoniog proĂąucĂ­r pegaĂąillag?

í, aunque no hay manera de saber cuando una pesadilla tiene una causa natural y cuando demoníaca. Sólo podemos sospechar que tienen un origen demoníaco cuando hay otros indicios en la vigilia que así lo indican. Hay casos en los que ningún psiquiatra acaba de encontrar causa alguna razonable, ni consciente ni subconsciente, para que una persona normal durante un mes o más sufra todas las noches terrores nocturnos que le hagan despertar empapado en sudor y gritando. Estos períodos de pesadillas intensísimas a veces están ligadas a cosas tales como haber hecho un rito esotérico o a comenzar una vida espiritual más intensa. Aconsejaría en estos casos usar de agua bendita y pedir antes de dormir a Dios que nos proteja de cualquier influencia demoníaca durante la noche. Si haciendo eso cesaran las pesadillas de forma absoluta, eso sería un signo de su origen.

CuestiĂłn 36

¿Log bentoniog pueĂątn

Iter nuegtrog pengamĂ­entog?

os demonios pueden tentarnos pero no pueden leer nuestros pensamientos. Aunque dada su gran inteligencia pueden conjeturar lo que pensamos. Al ser seres más inteligentes que nosotros, deducen muchas más cosas y con más seguridad con muy pocos signos externos que lo que deduciríamos nosotros. Pero siempre hay que recordar que ellos están fuera de nuestra alma, sólo Dios puede leer nuestra alma. Aunque si uno mentalmente se dirige a un santo, ángel o demonio, nos escuchan. Por eso la oración da lo mismo que se haga tanto oral como mentalmente. Por eso da lo mismo ordenar a un demonio que se marche mentalmente, que en voz alta. En distintos casos de posesión he observado que el demonio obedece órdenes dadas mentalmente.




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